Cementerio de mascotas
Caleb tenía tanto en mente, tanto que ni siquiera noto que alguien lo seguía de regreso a casa, el detective Lancaster observaba todo lo que pudiera antes de asechar.
Caleb entro a casa, su madre preparaba la comida, ni siquiera se había dado cuenta de que su hijo había llegado, él subió a su habitación.
—Hola Dee —saludó a su hermano para dejar las cosas en el suelo— listo para salir —dijo sentándose a su lado.
—Ya salí —respondió apenado— lo siento no pude esperarte —expresó emocionado.
—No te preocupes de todas maneras odio el sol —dijo sentándose en su cama algo desanimado, él si quería salir con su hermano.
—Deberías estar menos amargado —sugirió Dean, pero su hermano no reaccionó llevaba meses actuando como un idiota y tenía razones— conocí al menor de los Zimmer —contó el chico, su hermano lo miró preocupado.
—¿A Dyre? —preguntó confundido.
—Si, es un niño muy tierno —contestó Dean mirando a su hermano, no entendía el por qué de su reacción.
—Es el diablo encarnado —exageró Caleb.
—No lo creo —respondió él— me contó que su hermano estuvo enfermo, tal vez un resfriado y me confundió con un tal Ryder —dijo restándole importancia.
—Escúchame —exclamó sentándose frente a él— no te acerques a Dyre —ordenó preocupado.
Las palabras le causaron un nudo en el estomago, nunca había visto a su hermano así, creía que tal vez tanta presión le estaba empezando hacer daño ya casi no dormía, siempre estaba nervioso y había tenido varios ataques de pánico.
—De acuerdo —aceptó pasando saliva.
Frente a ellos los Zimmer habían llegado a casa y se preparaban para cenar, Sander había conseguido unos riñones y un pulmón que había cocinado para su hermano, los demás comerían algo que descongelarían, una vez en la mesa empezaban los planes del juego.
—No las olvides —dijo dándole un bote de pastillas a su hermano.
—Pensé que ya no eran necesarias —contestó observando el bote.
—Más vale prevenir —aconsejó él, no podía arriesgarse a perder otro de sus hermanos.
—¿Ya tienen el lugar? —preguntó Dyre interrumpiéndoles estaba cansado de comer carne muerta.
—Si, encontré una juguetería abandonada a las afueras del pueblo —respondió Madison jugando con su comida.
—¿Y es grande?, no quiero que el juego sea tan simple como la última vez —dijo abrumado.
Madison odiaba escuchar hablar así a su hermano, a pesar de que estaba consciente de lo que era Dyre, una parte de ella no podía dejar de sentir que tenía que protegerlo y no estuvo de más cuando el timbre sonó y su instinto de protección se encendió.
—Dyre sube a la habitación y no salgas —le pidió mientras tomaba la comida para llevársela.
—¿Por que no solo lo mató? —preguntó mirándole confundido.
—Por que no podemos dejar muertos antes del juego —explicó, el niño molesto subió a su habitación, sabía que tenía que esperar pero claro si trataban de hacerle algo a sus hermanos no podrían detenerlo.
Sander abrió la puerta, aquel hombre alto esperaba tras de ella, se miraba molesto.
—Buenas noches detective Lancaster —saludó, el hombre podía verse fuerte pero por dentro tenía miedo de lo que fuera a suceder.
—Detective —saludó Sander confundido.
—Si, detective —remarcó él— vengó por el asesinato del doctor.
—Bueno escuche de la pérdida pero eso que tiene que ver con nosotros —preguntó él preocupado sabía que un día esto podría pasar— ademas no se supone que fue un derrame.
—Puedo pasar —pidió entrando sin esperar una respuesta, él esperaba entrar y ver al niño frente a él pero no fue así —tenía entendido que son cuatro— dijo mirando las pastillas sobre la mesa.
Casper miró al señor, no comprendía que hacía ahí pero al ver como miraba las pastillas las tomo, aunque no significara mucho era un recordatorio de las maravillas que podía hacer Dyre.
—Esta dormido —se apresuró Casper molesto— puedo ver su placa —pidió, él era listo para su edad.
—Soy detective privado no tengo una placa —respondió Lancaster mirando al chico.
—Eso quiere decir que no tiene poder sobre nosotros, así que le pediré que se vaya —dijo él levantándose y poniéndose frente a él.
—Tranquilo solo serán unas preguntas —contestó él sacando una libreta.
—No tenemos por que responderlas —exclamó él mirando a su hermano mayor.
—Esta bien Casper, ustedes dos suban de acuerdo yo hablaré con el señor —ordenó, podía negarse pero eso levantaría sospechas.
Los chicos subieron sin comprender que pasaba, solo hicieron caso como siempre.
—Es listo —exclamó Lancaster.
—Hable ya —atacó, estaba agotando su paciencia.
—¿Dónde estuvo ayer por la noche? —preguntó él mirándole a los ojos.
—Estuve aquí toda la noche —respondió Sander calmado.
—¿Dónde estuvo su hermano menor el día de ayer? —preguntó él mirando las fotografías.
—Es una broma, tiene cinco años donde cree que estuvo —exclamó molesto— viene de parte de Isabella no es así.
—Disculpe —dijo confundido.
—Dígale a su cliente que nos deje en paz o levantare una demanda —sentenció abriéndole la puerta— buenas noches.
Lancaster salió, estaba más confundido por la reacción que tuvo Sander pero tenía ventajas sobre ellos, no creerían a que venía en realidad y había obtenido un nombre qué tal vez podía ayudar en su investigación.
Los gemelos dormían tranquilos en su habitación, era una mañana tranquila todo estaba en silencio hasta que un golpe se hizo presente en su ventana, ambos chicos despertaron alterados.
—Caleb —llamó Dean a su hermano.
—Tranquiló debió ser el aire —explicó mirando la ventana.
Ambos la observaron por unos segundos pero no ocurrió nada.
—Ves —dijo mirando a su hermano para tranquilizarlo.
Pero el estruendo se hizo mayor, un pájaro negro atravesó la ventana regando los vidrios por doquier, el ave se estrellaba de un lado al otro, Caleb instintivamente protegió a su hermano con su cuerpo, el pájaro se aventaba hacia ellos con sus garras y su pico, alcanzó varias veces a Caleb hasta que se molesto, como pudo alcanzó el palo de lacrosse que tenía bajo su cama y sin dudarlo golpeó al animal con la parte dura, un fuerte golpe en la cabeza hizo resonar un crujido en la habitación, le había quebrado el cráneo, el animal había caído muerto.
—¿Estás bien? —preguntó Caleb levantándose de su hermano, estaba intacto.
—Si —susurro cansado— estás sangrando —exclamó mirando su frente preocupado.
—Estoy bien —aseguró mirando al pájaro, su madre llegó enseguida había sido bastante rápido.
—¿Están bien? —pegunto al entrar en la habitación— ¡Qué ocurrió! —dijo asombrada mirando al animal.
Mientras Dean le contaba lo ocurrido a su madre, Caleb se acercó a la ventana y lo que vio lo dejó helado.
—Caleb —lo llamó su hermano pero el chico no respondió.
—Hijo aléjate de la ventana —pidió acercándose pero se preocupó cuando no escucho respuesta, se acercó a su hijo y lo vio por sus propios ojos.
Habían pájaros, decenas de pájaros por toda la calle, todos muertos, todos dejando sangre a su lado.
La mayoría de las ventanas de las casas estaban rotas, no eran los únicos a los que habían atacado sin embargo Caleb no era lo único que había visto, el pequeño frente a su ventana lo miraba y por unos segundos sintió miedo un miedo puro y verdadero como nunca había sentido.
—Caleb —le gritó su madre apartándolo de la ventana.
Pero él no respondió, simplemente cayó inconsciente en los brazos de su madre.
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