Aprueba de fallas:
Monte Justicia, 16 de octubre, 16:01 pm
Percy se estaba sintiendo un tanto excluido, aunque también consideraba que se lo merecía.
Siendo justos, había sido él quien había guardado el secreto sobre el emperador y su misión al resto de sus compañeros de equipo. No era como que de repente lo trataran mal, de hecho todos seguían siendo bastante amables y agradables. Solamente se sentía menos parte del equipo.
Por ejemplo, el grupo había escapado junto a esa chica, Zatana, para ir tras la pista de Tornado Rojo, habían encontrado al androide y habían salvado el mundo de un nuevo súper-androide con geoquinesis llamado Volcán Rojo.
Y mientras todo eso pasaba, Percy había estado en su habitación sin enterarse de nada hasta que había sido muy tarde.
Nuevamente, comprendía que estuviera siendo excluido, pero eso no quitaba que no le afectara. Sonaría estupido, un chico de veinte años sintiéndose mal de que un montón de chicos de dieciséis lo excluyeran, pero la verdad era que después de los meses que había pasado con el equipo, ellos se habían vuelto realmente importantes para él, como sus hermanos menores si cabía.
Esos pensamientos fueron interrumpidos de golpe cuando Percy vio a través de un monitor como aquella gigantesca nave extraterrestre disparaba contra la Liga de la Justicia y los reducía a la nada.
Los linternas verde, Shazam, Capitán Átomo, Detective Marciano, Supermán e incluso el mismo Batman, todos se habían ido en un parpadeo.
La transmisión se cortó de golpe.
Una nueva transmisión se proyectó, esta vez mostrando a Zatara.
—Tornado, ¿tú?—preguntó el hechicero confundido.
El androide y el resto del equipo lo miraron a través de la pantalla.
—Sí, Zatara—respondió Tornado—. Las defensas celestiales han fallado, inicien todas las medidas terrestres.
—Afirmativo, te veo en el terreno.
La transmisión se cortó y Tornado se volvió hacia el equipo.
—Tengo que unirme a la Liga, protegeremos el planeta a toda costa—dijo—. Pero si fracasamos, la responsabilidad cae sobre ustedes.
Todos lo miraron fijamente.
—Estaremos listos—prometió Aqualad.
Todo pasó demasiado rápido después de aquello. Flash, Zatara, Flecha Verde, Canario Negro, Hawkman y Hawkgirl y la Mujer Maravilla, entre otros, fueron eliminados rápida y eficazmente por aquellos extraños invasores.
Tornado Rojo sobrevoló los cielos de Smallvile mientras miraba la gigantesca nave de los enemigos aterrizar en los campos.
—Tornado Rojo a la cueva—se comunicó mientras destruía tantas naves enemigas como podía—. Me temo que soy todo lo que queda de la Liga...
—¡TR!—gritó Robin mientras veía como un rayo de energía impactaba al androide en la espalda y lo desintegraba en el aire.
El equipo miró en silencio todos los monitores que tenían a su disposición, decenas de alienígenas, pero ningún héroe.
—Ahora somos los héroes de la tierra—dijo Kaldur, impasible.
—Entonces que esperamos, ¿una canción de fondo?—gruñó Conner.
—Una estrategia—respondió Kaldur—. Las armas de la Tierra son inefectivas y se ha hecho trágicamente claro que un ataque directo no tendrá éxito.
Robin tecleó algunas cosas en su pantalla holográfica portátil.
—Revisando imágenes satelitales.—Un globo terráqueo se proyectó frente a todos, con varias manchas rojas repartidas por los distintos territorios—. Aquí es donde están los alienígenas.
Conner señaló una que estaba en medio de la nada, perdida en el círculo polar ártico.
—¿Está se extravió?
—¡Es la Fortaleza de la Soledad de Superman!—exclamó Robin.
—¿Superman tiene una Fortaleza de la Soledad?—preguntó Conner confundido.
—Su fuente de poder debió llamar la atención de los alienígenas—dijo Robin—. Lo suficiente para enviar una nave exploradora.
Superboy se dio media vuelta y se retiró un par de pasosi.
—Debe ser increíble...—murmuró.
M'gann trató de reconfortarlo.
—Conner...
—No, está bien, supongo qué hay mucho de Supermán que nunca sabré—respondió—. Eh, es decir, ahora.
Percy lo miró en silencio, entendía aquella sensación, recordaba aquel sentimiento de desconocer cómo era el reino de Poseidón debajo de los océanos, el querer saber más sobre su corte y palacio, pero ese no era el momento para dar charlas reconfortantes.
No solo le preocupaba la invasión alienígena a gran escala, sino que también estaba tratando de contactar con el Olimpo, pero ni su padre, ni Artemis, ni nadie le respondía. No solo eso, sino que los mensajes iris no funcionaban para nada. Algo no estaba bien.
—Esa nave será nuestro objetivo—dijo Aqualad, refiriéndose a la solitaria nave en la fortaleza de la soledad.
—¡Sí! ¡La desarmaremos, haremos más y atacaremos a esos feos alienígenas con sus propias armas—dijo Wally con fiereza!
Artemisa lo silenció de un golpe.
—Aquí hay gente de Marte y Kriptón—le susurró.
Conner y M'gann se le quedaron mirando a Wally, aunque en realidad no era como que les importara.
El chico sonrió nervioso.
—Ejem, no es como que los alienígenas sean tan feos...
...
Más tarde, en las afueras de la fortaleza de la soledad, el equipo se dispersaba alrededor de la nave exploradora enemiga, preparando una emboscada.
M'gann lanzó un poderoso golpe telequinetico que arrancó un gran pedazo de la nave.
"Comunicaciones interrumpidas"—anunció.
La nave enemiga calló al suelo con gran estruendo.
"Propulsión estable"—añadió la marciana.
Artemisa apuntó y disparó desde detrás de una gran roca congelada. La flecha dio de lleno en la nave y una espuma se extendió por todo la parte delantera del vehículo.
La nave empezó a mover el gran cañón superior en dirección a donde había venido el disparo y a disparar sin consideraciones.
"Y los EOTS están encerrados"—avisó Artemisa.
Aqualad y Percy estaban debajo del hielo, sumergidos en el agua. Ambos se miraron, asintieron y salieron de golpe a la superficie, destrozando el suelo debajo de la nave.
Aqualad aterrizó sobre la nave, el cañón se volvió hacia él y por poco lo reduce a nada, pero en el último momento Lobo saltó sobre el cañón desviándolo para que Superboy pudiera sostenerlo en su sitio.
Percy extendió un brazo y el agua se levantó envolviendo a la nave enemiga, manteniéndola inmóvil entre el agua helada.
Wally y Robin se apresuraron a llegar. Robin subió de un salto a la nave y empezó a analizarla.
"Identifico puntos de tensión estructural en las armas y enlaces de la nave"—dijo antes de pararse y señalar a varios lugares—. "Aquí, aquí y aquí"
M'gann creó varios choques telequineticos controlados en esos puntos, creando varias grietas en la estructura que unía el cañón con la nave.
Superboy tiró con fuerza, tratando de arrancar el arma.
Entonces, un pequeño dispositivo se desplegó silenciosamente detrás de Superboy y cargó energía antes de disparar.
Lobo logró escuchar el sonido gracias a su excepcional oído y se lanzó contra Conner, sacándolo de peligro justo a tiempo, pero recibiendo él el disparo en su lugar.
Lobo desapareció en el aire en medio de un destello anaranjado.
Conner cayó al suelo y se volvió para mirar.
M'gann miraba con horror lo ocurrido.
"Lobo..."
"No había señal de retroalimentación"—dijo Robin—. "Lo siento"
Conner bajó la mirada.
"No podemos hacer nada por él"—volvió a subir a la nave y a tirar del cañón para arrancarlo—. "¡Vamos!"
Entre él y M'gann extrajeron el arma y subieron al techo de la bionave para intentar acoplarlo.
"Re-direccionando los sistemas para integrar el arma a la bio-matriz de la nave"—dijo—. "Desactivando el camuflaje"
"¡Quizás no hay tiempo!"—anunció Robin.
Dos naves enemigas sobrevolaron el cielo y se dirigieron hacia ellos.
"¡Señorita Marciana, abre fuego!"—ordenó Aqualad.
M'gann se volvió para ver mientras trabajaba en acoplar el cañón.
"¡No puedo! ¡Los sistemas de armas están desconectados para incorporar el nuevo cañón!"—dijo—. "¡Aún no está integrado!"
"¡Los tengo cubiertos!"—dijo Artemisa, disparando tres flechas a la vez—. "¡Entren, ya casi llegó!"
La joven empezó a correr en dirección a la bionave mientras sus proyectiles derribaban a ambas naves enemigas.
Sin embargo, una de estas sobrevivió al impacto, y aún habiéndose estrellado contra la nieve y el hielo logró girar su cañón y disparar.
"¡Artemisa, detrás de ti!"—advirtió M'gann.
La arquera se volvió y apuntó su arco, solo para que el terrible as de luz del cañón la alcanzara.
La joven heroína desapareció en el aire.
—¡Artemisa!—gritaron M'gann y Wally con horror.
Aqualad llegó a donde ellos y desenfundó sus aqua-baritas.
—¡Vamos, entren todos!
Lanzó un doble golpe al suelo con sus hidrolátigos y un choque de agua cruzó el suelo, destrozando el hielo a su paso, hasta alcanzar a la nave enemiga.
Está se elevó sobre un torbellino de agua, en donde el agua a su alrededor se congeló hasta volverse estacas de hielo que se enterraron violentamente en la nave desde todas direcciones y la atravesaron haciéndola estallar.
Todo el camino desde la zona del golpe hasta donde había estado la nave era un gigantesco canal de agua y destrucción, pero nadie estaba admirado por la gran muestra de poder, todos miraban en silencio la escena.
—Pagarán por eso...—dijo Wally—. ¡Cada uno de los alienígenas aunque sea lo último que haga!
...
Mientras el equipo volaba por los cielos, todos estaban en un completo silencio, tratando de no mirar el asiento vacío de la nave.
M'gann lloraba sin poder contenerse, Wally golpeaba los tableros de la nave con furia y gritaba con impotencia. Los demás se veían decaídos y enojados, pero se mantenían cabizbajos y en silencio.
—¡Más tarde habrá tiempo para llorar!—gruñó Aqualad molesto mientras se ponía de pie—. ¡Ahora tenemos un trabajo que hacer: Defender la tierra y asegurarnos de que el sacrificio de Artemisa no haya sido en vano!
Percy estaba también afectado, pero sabía que debía tomar aquella invasión como una guerra. Él ya había luchado en guerras antes, eran crueles y despiadadas, cualquiera podría morir en cualquier momento sin importar la experiencia, habilidad o poder. Las bajas eran tristes, pero uno no podía permitirse llorar una pérdida hasta que la batalla estuviera terminada, de lo contrario no podrías centrarte en tu objetivo y serías aplastado por tus enemigos.
—¿Regresamos a la cueva?—preguntó M'gann.
—Al salón de la justicia—respondió Aqualad—. La raza humana debe saber que aún hay héroes defendiéndola. Aún hay esperanza.
—Primero...—dijo Percy—. Necesito... necesito hacer una parada rápida cerca Long Island Sound. Tal vez podamos conseguir ayuda.
...
Lo primero que Percy notó extraño fue que sus compañeros de equipo pasaban sin problemas la frontera del Pino de Thalia.
Lo segundo que notó, en el valle en el que debería de haber un campo de entrenamiento para semidioses griegos, solamente había una vieja granja de fresas.
—¿Fresas Delfos?—preguntó Wally molesto—. ¡¿Qué rayos hacemos aquí?!
Percy frunció el ceño.
—Esto no debería de estar aquí—dijo—. Esto no está nada bien. El Olimpo no responde, el campamento no existe, esto no puede ser real.
Robin frunció el ceño.
—¿Qué quieres decir?
Percy caminó hasta llegar al lago, en el cual no había ni una sola canoa como debería, siguió andando por el valle, en donde más allá de la vieja casa grande, la cual se veía diferente, no había nada. Lo único que se mantenía en su lugar eran los inmensos campos de fresas.
—Quiero decir, que creo que todo esto no es más que un mal sueño.
El semidiós llegó hasta donde el mar, y metió sus pies en las olas.
—¿Qué estás haciendo?—preguntó Aqualad.
—Despertar.
El chico alzó los brazos y una tormenta de magnitudes monstruosas azotó la costa.
—¡Ustedes pueden irse si quieren! ¡Pero yo tengo que averiguar algo!
Wally miró a Percy frunciendo el ceño.
—¡Oficialmente perdió la cabeza!
Aqualad gruñó.
—No tenemos tiempo para esto, o nos quedamos o nos vamos. ¡Tenemos un mundo que salvar!
Muy a su pesar, el equipo dejó a Percy a su suerte.
El semidiós siguió invocando su tormenta, hasta que logró llamar la atención de un grupo de naves alienígenas que volaban hacia él a toda velocidad.
—Bien, si me quieren, aquí estoy.
Las naves dispararon y todo se volvió negro.
...
Monte Justicia, 16 de octubre, 16:21 pm
Percy abrió los ojos de golpe.
Estaba en la cueva, recostado en una camilla y con un terrible dolor de cabeza.
El chico se levantó duras penas y miró a su alrededor, el resto del equipo estaba siendo ayudado a reincorporarse por miembros de la liga.
—¡Están vivos!—exclamó M'gann
—Qué pasó ahí dentro—le preguntó Batman al Detective Marciano.
El alienígena se tomó la cabeza adolorido.
—El ejercicio salió todo mal—logró decir.
—¿Ejercicio?—preguntó Robin.
Batman se volvió para verlo.
—Traten de recordar—dijo—. Lo que experimentaron fue un ejercicio de entrenamiento. J'ohn los enlazó físicamente a ustedes dentro de una realidad artificial. Ustedes sabían lo que pasaba, lo que no sabían era que se trataba de un ejercicio fracasado. Sin importar lo que lograra el equipo el escenario estaba diseñado para empeorar. Aún así estaban al tanto de que nada era real, incluyendo la muerte de toda la Liga de la Justicia.
—Por eso es que apena se afligieron—explicó el Detective Marciano—. Incluso cuando Lobo fue desintegrado frente a sus ojos. Pero todo eso cambió cuando murió Artemisa. Aunque conscientemente Señorita Marciana sabía que no era real, su mente subconsciente no pudo hacer esa distinción. Olvidó que era un ejercicio y su subconsciente tomó el control. Haciendo que todos ustedes también lo olvidaran.
Todos se volvieron hacia M'gann.
—Ah... yo... lo siento mucho.
—¡Esto no es su culpa!—gruñó Conner—. ¡¿Por qué no pararon el ejercicio?!
—Lo intentamos—reveló J'ohn—. Pero M'gann tenía completo control sobre el escenario. Incluso Artemisa que debió despertar al morir estaba tan convencida de que había fallecido que entró en coma. Lo mismo con el resto. Me di cuenta de que tendría que luchar por el control del subconsciente de M'gann desde adentro. Pero al entrar a la realidad, yo estaba abrumado por su emoción colectiva. Había demasiado ruido para pensar claramente por qué estaba ahí. Las muertes de Aqualad y Superboy ayudaron. Pero sólo cuando explotó la nave nodriza Robin y Chico Flash fueron silenciados, mi mente se aclaró lo suficiente para recordar mi verdadero propósito: sacar a M'gann del ejercicio antes de que su coma se volviera permanente.
El marciano se volvió hacia Percy.
—Pero hubo una segunda variable—dijo—. No sé si se trató de su mente de semidiós o...
—Un bloqueo mental—murmuró Percy—. Ya han jugado con mi mente demasiadas veces en el pasado, así que las diosas Artemis y Atenea le ordenaron en nombre del concejo olímpico al dios de la locura, Dioniso, que pusiera una barrera en mi cerebro, ésta sirve para evitar que se pueda extraer información importante sobre los dioses de mi mente.
El Detective Marciano asintió lentamente, asimilando lo recién escuchado.
—Entonces, está barrera creo ciertas discrepancias con la realidad, las cuales notaste y usaste para intentar despertar, sin mucho éxito, pero al menos te diste cuenta de que las cosas iban mal.
J'ohn se volvió hacia M'gann.
—Discúlpame, no tenía idea de que un ejercicio de entrenamiento podría ser tan peligroso, tan dañino...
El marciano intentó dar un paso, pero tropezó. Batman y Tornado Rojo lo sostuvieron.
—¿Tan grave es?—preguntó el murciélago.
—Tal vez peor—respondió J'ohn.
—Pero esto no es lo que te preocupa—dijo Tornado.
—No se equivoquen. Mi sobrina no está entrenada y no puede ser responsable por esta... por nuestra debacle.
—Nadie la culpa—aseguró Batman—. Pero está claro que subestimamos sus habilidades.
—Por decir lo menos... en término de poder bruto, ella tiene la mente telepática que yo jamás haya encontrado. Mucho más fuerte que la mía...
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