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𝟏𝟔 | Más allá de los besos

Freen entró a su casa con sigilo, ya era de madrugada, alcanzó el primer escalón de las escaleras rumbo a su recámara cuando la luz de velas la sorprendieron.

—¡Mamá! ¡Papá! —exclamó sorprendida —¡Casi me matan de un susto!

—¿Susto? —comenzó a hablar la señora Chankimha —¡Susto en que nos tienes a tu padre y a mí! ¿Qué son estas horas de llegar?

—Les pedí que no se preocuparan por mí, que tendría amigas que me cuidarían.

—Charlotte puede ser buena amiga —dijo el señor Chankimha —¿Y Rebecca Armstrong?

Freen abrió los ojos como platos.

—¿Cómo supiste que también asistió Becky?

—May Armstrong.

—Comprendo, bueno... lo que sucede es que... yo no le di importancia a su presencia, ella sólo quería supervisar ¡Supervisar los movimientos financieros que hice! ¡Sí, eso fue! Y- y así poder evaluarme si lo realice correctamente.

—Si no mal recuerdo, eso fue lo que te ofrecí, cuando me platicaste del pequeño negocio que acordaste con la Señora Lloyd.

—B-bueno, es que... ¡Fue una tarea que le encargó su profesor! ¡Sí! Supervisar una transacción y revisar sus aciertos y deficiencias

—¿Mmm? —murmuró el señor Chankimha sobándose el mentón —Primero te hacen ser su secretaria ¿Ahora eres parte de su tarea?

—Sí.

—Freen, hija— habló nuevamente su mamá —¿La petición de mano de Becky sigue en pie?

—La verdad, no lo sé... no hemos vuelto a hablar de eso.

—¿Y la vas a aceptar?

Freen no supo que contestar, esa noche fue especial, no solo por su primer trabajo, sino por la cercanía que tuvo con Becky.

—¿Aceptarás de vuelta a tu vida, a una mujer que te hizo sufrir hasta casi consumirte en vida? —preguntó seriamente su padre.

—Necesito tiempo, no es fácil contestar esa pregunta.

—¿Lo estás pensando? Hace algunas semanas podías contestar inmediatamente un rotundo no ¿Y ahora necesitas tiempo?

Freen percibió el enojo de su padre.

—¿Qué es lo que ha pasado, que te ha hecho cambiar de opinión?

Freen dio gracias a Dios de que la oscuridad ocultara el rubor del que fue presa, no le iba a contar a su padre sobre los besos que se había dado con Becky, quizás los primeros fueron robados, pero los que siguieron ya no lo fueron.

—Por favor, papá, es muy tarde, y mañana... hoy tengo que hacer mi tarea, ¿Te parece si lo discutimos después?

—No pasará del domingo—. Sentenció y emprendió la subida de las escaleras hacia las habitaciones.

Freen llegó a su recámara y se dejó caer en su cama, agotada, física y emocionalmente. Aún recordaba, que, en el transcurso del viaje, del hotel hacia su casa, Becky la había besado otras dos veces más y ella le correspondió.

¿Qué me está pasando? Me he vuelto adicto a sus labios. Recordó tocándose los labios. ¿Y Charlotte y Engfa? Ese par de tontas ¿Cómo me convencieron para permitir que sólo Becky me trajera de vuelta a casa?. Se colocó una almohada encima de su cabeza. ¡Mierda! ¿Qué voy a hacer, qué voy a hacer? ¿Podré confiar otra vez en Becky? ¿Cómo sabré que es amor lo que siente por mí? ¿O es pura calentura? Cómo la que estoy empezando a sentir, cada vez que se me acerca...

¿Y qué decir de mi dignidad?

Ella me rechazó, canceló el compromiso ¿Realmente podré olvidar esa ofensa?

Freen no pudo conciliar el sueño hasta un par de horas después.

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Becky despertó abrazada a su almohada, le había costado conciliar el sueño, como nunca en la vida. Inquietudes la acecharon y no la dejaron en paz, todas ellas con la cara y el cuerpo de Freen.

Es verdad lo que dijo Heng, mi cuerpo ha elegido a Freen, ya no tengo dudas, es Freen la que me complementa en todos los sentidos, como amiga, como persona, como pareja. Lo malo es que las malas decisiones que tomé en el pasado me están cobrando un alto precio, no solo me cuesta convencer a Freen de mi arrepentimiento, ni de que mis sentimientos hacia ella son profundos y sinceros. También he perjudicado a su familia... ojalá y no haya tenido demasiados problemas por llegar de madrugada... No creo que los señores Chankimha olviden la ofensa que les hice al rechazar a su hija. Si me pusiera en su lugar, no permitiría que la mujer que lastimó a mi hija volviera a su vida... como si nada hubiera ocurrido, ¡Por un demonio! ¿Qué es lo que puedo hacer?

Se levantó de la cama y se metió a bañar, esperando que el agua fría pudiera calmar esas ansias que la atormentaban, pero sólo recordar lo vivido con Freen le era imposible, y por más agua fría que utilizaba, no encontraba la tranquilidad.

Solo voy a pescar un resfriado. Sentenció antes de salir de la tina, se cambió y bajó al comedor, donde se encontraban las anotaciones de Freen de esa semana, como pudo, se concentró en ellas, para poder realizar el trabajo que presentaría al día siguiente.

De algo estoy segura... amo a Freen, quiero que sea mi esposa y futura madre de mis hijos.

El lunes comenzaba una nueva ajetreada semana en la Universidad y en la facultad de economía.

—Buenos días, señorita Armstrong —Dijo tomando su respectivo asiento junto a Becky.

—Buenos días, señorita Chankimha— respondió muy respetuosa, mirándola a los ojos —La próxima semana, seguramente me quitarán el yeso.

—Significa que...

—Ya no necesitaré de su ayuda para mis apuntes, podrá regresar a sus clases normales, puedo ahora regresarle el favor, la puedo asesorar para sus próximos exámenes.

Por un eterno segundo no pudieron apartar sus miradas, Freen no entendió muy bien que pasó, pero supo que Becky le preguntaría por la postura actual de sus padres respecto a ella, pero sin pronunciar palabra alguna.

—Mis padres no permitirían que volviera a frecuentar mi casa, señorita Armstrong.

—¿Cómo supiste que te iba a preguntar eso?

—No lo sé, lo supuse solamente.

En ese instante la llegada del profesor interrumpió su peculiar conversación, para la mala suerte de Becky.

Lamentablemente, esa semana se fue como un suspiro, recién le habían quitado el yeso y Becky fue a visitar a Heng a su oficina, más se sorprendió cuando llegó, pues una visita la estaba aguardando también a ella.

—Tío ¿Cómo estás?

—Becky, qué bueno que llegas.

—¿Qué le sucede, tío? Te noto nervioso.

—Ya hablé con Heng, y le pedí me dejara aguardar por ti.

—Sigo sin entender.

—¿Podemos hablar con Heng, por favor?

Los dos entraron a la sala de juntas, donde Becky se intrigó más al ver no solo a Heng, sino al abogado de su tío. Después de los saludos, se sentaron a escuchar al hombre mayor.

—Becky, he decidido nombrarte a ti como mi fiduciario. Heng ya aceptó ser mi albacea.

Becky volteó a ver a Heng, con una gran pregunta dibujada en su rostro.

¿Qué no se supone que nos libraríamos de los lazos financieros con los Armstrong? Y su propio tío fue quien le contestó

—Sé muy bien que, al comprarme las últimas acciones, fue solo una estrategia para alejar a mi familia de los negocios Armstrong, no los culpo, yo en su lugar hubiera hecho lo mismo, pero ahora... sólo vengo como cliente, eso no me lo pueden negar, además quieran o no, somos familia.

—Pero ¿Por qué me escogió a mí para manejar un fideicomiso? Heng tiene más experiencia.

—Tal vez tenga más experiencia— habló Heng —Pero debido a que no hice mis estudios en una forma convencional, aunque tenga a mi cargo a todo un imperio, no cuento con la acreditación para manejar un fideicomiso.

—Yo no he terminado mis estudios, me faltan algunos años para recibirme —Protestó Becky.

—Eso bastará para que la misma Universidad avale este contrato.

—Pero...

—Por favor, Becky —se atrevió a nombrarla con su diminutivo— Yo no confío en nadie más, sólo en ustedes dos para salvar a mi familia de sí misma.

—¿Qué dicen su esposa y sus hijos?

—Por supuesto que no están de acuerdo, pero si seguimos como hasta ahora, mi fortuna desaparecerá antes de que yo deje este mundo.

—Tengo aquí un borrador, para que lo estudien, y puedan decidir— intervino el abogado depositando sobre el escritorio el contrato

—Nos retiramos— anunció su tío poniéndose de pie —Por favor, se los pide un hombre desesperado, acepten mi propuesta—. Dicho lo último salió de la sala de juntas con su abogado.

Una vez que se encontraron solos, Becky abrió la boca, no podía creer que su tío la había escogido a ella para manejar su fortuna en un fideicomiso.

—Si acepto, me estaré ligando a Billy y May de por vida.

—Según las cláusulas de este contrato, sólo será hasta que nuestros primos aprendan a sobrevivir por sus propios medios.

—Es decir, nunca.

—Quizás nos den alguna sorpresa.

—Perdóname Heng si no soy tan positiva como tú, pero he crecido al lado de esos dos y sé que nunca cambiarán.

—Es entonces una decisión difícil de tomar.

—¿Puedo negarme?

—Sí, pero de antemano te digo que nuestro tío antes de venir con nosotros...

—¿Ya fue a ver a la abuela Deidra?

—Sí.

—¡Por un demonio! —Y pegó su frente al escritorio, con las manos en su cabeza.

La secretaria de Heng entró y les dejó el café a los hermanos y salió de la oficina.

—Heng, necesito pedirte un gran favor.

—¿Qué sucede?

—Necesito que solicites una cita con el señor Chankimha.

Heng casi se ahoga con su café.

—¿Estás loca? ¿Por qué me pones al frente de la batalla?

—Porque tú me acompañaste la vez que pedí la mano de Freen, y ahora quiero que lo vuelvas a hacer.

—Pero si mal no recuerdo te deshiciste de ese compromiso tú solita.

—¡Heng! No puedes dejarme que me hunda en la desgracia, aunque yo haya tenido la culpa.

—¿Y exactamente qué quieres que le diga a los señores Chankimha?

—Primero que nada, lo arrepentida que estoy, que haré todo lo que me digan para enmendar mi error y que me permitan continuar mi relación con Freen.

—¿Freen ya está de acuerdo?

—No se lo he dicho.

—¡Becky! —Heng no podía creer lo que su loca hermana decía —¿Cómo es que la novia todavía no está enterada de que ya tiene prometida otra vez?

—Es un hecho de que Freen me sigue queriendo, me lo ha demostrado.

—Pero tú no se lo has pedido con palabras ¿O sí?

—¿Es necesario?

Heng se paró para darle un golpe en la cabeza a Becky.

—¡Auch! ¿Por qué me tratas como niña?

—¡Porque te portas como tal! No iré a hablar con los señores Chankimha hasta que la misma Freen me diga que está de acuerdo con volver contigo.

—¿Por qué me hacen la vida tan complicada?

—Tú...

—Ya no me digas más —y se paró para salir de la oficina.

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Freen daba vueltas por toda su habitación y su inquietud se incrementaba cada momento más, se escuchó que llamaban a la puerta.

—Señorita Freen, Charlotte está aquí.

—Que pase, que pase —dijo abriendo la puerta y dejando pasar a una Charlotte muy preocupada.

—Freen ¿Qué te sucede? Opp fue a verme al hospital y me dijo que no te sentías bien y que necesitabas a una doctora.

—Es que ¡No sé qué tengo! Me daría vergüenza hablar de esto con otra persona y aparte de ser doctora, eres mi amiga.

—Agrega que nos conocemos desde los 5 años —Añadió Charlotte para tratar de tranquilizar a Freen.

Y como niña pequeña, Freen se echó a llorar en los brazos de Charlotte, quien la recibió con brazos amorosos.

—Vamos chillona. Dime que te sucede

—Becky

—Uy ¿Y ahora que te hizo esa jirafa? —le dijo tomándola de los hombros para mirarla a los ojos.

—Nada, creo...no lo sé, mejor toma asiento, esto es largo, complicado y vergonzoso.

Freen tomó un profundo suspiró y comenzó a contarle eso que la había atormentado, pero por cada palabra que oía, Charlotte hacia un esfuerzo supremo por no reír o su pobre amiga se encerraría como una tortuga en su caparazón.

—Y desperté latiéndome el corazón como caballo desbocado, sudando a mares y con humedad entre mis piernas después de soñar con Becky— dijo Freen con la cara toda roja y mirando al piso.

—Y soñaste más que los besos de Becky ¿Verdad?

—Sí ¿Cómo lo sabes? ¿Ya te pasó?

—Estamos hablando de ti— dijo sonrojada —Freen, lo que me estás contando, son cambios naturales de tu cuerpo, tu sexualidad ha despertado y lo maravilloso de esto es que solo te pasa con Becky ¿O no?

—¡Si! Y por más que trato no lo puedo evitar, esto jamás me había ocurrido cuando éramos novias.

—Porque eras una niña y ahora ya te estás convirtiendo en una mujer.

—Charlotte— hablaba con la mirada clavada al piso —¿Qué sucede después de los besos?

—¿Después de los besos?

—Sí ¿Qué sigue? Presiento que hay algo más después de los besos.

—Bueno ¿Cómo te lo digo? sigue la consumación del acto sexual.

—¿La consumación de qué? —preguntó perpleja.

—Ay Freen, en que líos me metes. Pues verás, en la facultad de medicina, nos enseñaron que sucede cuando dos personas se acuestan, ya sea hombre y mujer, hombre con hombre o mujer con mujer. Aunque eso debían enseñarnos en el colegio, pero bueno.

Freen la miraba con los ojos muy abiertos y el oído atento a cada palabra de Charlotte.

—Para empezar con lo básico, tú sabes que hay ciertas diferencias físicas entre una mujer y un hombre ¿Verdad?

Freen asintió solamente.

—Entonces, cuando dos mujeres se acuestan...

Antes de continuar, lanzó un suspiró para buscar las palabras correctas, ya que Freen era como una niña a pesar de la edad que tenía. Su madre la había criado en una cajita de cristal, pero ya era hora que Freen conociera la vida y el mundo.

Una vez que encontró las palabras correctas, empezó a explicarle a su inocente amiga acerca de la sexualidad, pero ni bien había empezado a hablar, Freen estaba tan blanca como el papel.

—¿Estás segura de que las mujeres tienen relaciones de esa manera?

Charlotte solo se encogió de hombros.

—Así son las relaciones entre cualquier pareja.

—Mi madre me dijo cuando me comprometí con Becky, que mi deber era satisfacer las necesidades de mi esposa, pero no me imaginé que eso fuera tan... doloroso.

—No creo que sea tan terrible como lo describen, algunos doctores y enfermeras casadas, me han comentado que solo fue doloroso al principio.

—¿Y qué más te contaron?

—Freen ¿No crees que lo debemos averiguar por nosotras mismas?

—Charlotte, que cosas dices.

—Bueno, todo a su tiempo— dijo riendo —¿Te imaginas despertar junto a la mujer que amas, compartir las cosas más íntimas?

—No creo poder hacerlo.

—A mí me parece que has dejado de ver a Becky de forma idílica, ahora la ves de verdad, con sus defectos y sus cualidades.

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Becky llegaba a su casa cuando Billy apareció ante ella

—¡Qué bueno que apareces! —trono su voz aguardentosa, casi no se podía mantener de pie.

—Billy, mira en qué condiciones vienes.

—Vengo como me dé la gana, necesito hablar contigo.

—¿Qué quieres?

—Quiero que me devuelvas mi herencia.

—Yo no tengo tu herencia.

—¡Si la tienes! ¡Papá dijo que te la iba a dejar a ti, antes que a mí! ¡A mí, que soy su hijo!

—No me va a dar tu herencia, Billy, es solo un fideicomiso, además todavía no he aceptado.

—¡Mentira! Tú te quieres que dar con nuestro dinero, con el de mi hermana y con el mío.

—Será mejor que hablemos cuando estés en condiciones, vete a tu casa.

—¡Yo no me voy a ir, hasta que me regreses mi herencia!

—No estoy para aguantar borrachos.

Y de un empellón apartó a su primo, quién trastabilló y se fue hacia atrás, dando manotazos por un intentó inútil de mantener el equilibrio, y no paró hasta estrellarse contra la pared, perdiendo la conciencia.

Becky se alarmó y fue a su encuentro.

—¡Billy, imbécil reacciona!

Un sonoro ronquido, le indico a Becky que su primo solo estaba desmayado, devolviéndole el alma al cuerpo, no lo había matado. En eso el mayordomo abrió la puerta ante tanto ruido que se escuchaba y se sorprendió al ver la escena.

—Poom, ayúdame a subirlo al coche y acompaña a Tack a dejarlo hasta su casa, si te preguntan que le ocurrio, solo dile que estaba durmiendo en un lugar no muy adecuado.

—Si señorita—. Y el fiel sirviente inició su encomienda.

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Al día siguiente Freen caminaba por la escuela distraída, todo lo que había hablado con Charlotte había removido todo su interior, de pronto distinguió la figura de Becky hablando con algunos de sus compañeros.

—¿Cómo sabré que es amor y no sólo deseo carnal lo que sentimos Becky y yo? — recordó claramente

—Cuando no solo el deseo te domine, cuando sientas ternura, comprensión, deseos de ayudarle, eso es amor, cuando no necesiten palabras para saber lo que siente o piense la otra, eso también es amor.

Y lo que sintió en esos momentos fue orgullo al ver como se desenvolvía entre sus colegas, distinguiéndose en su seguridad y en la elegancia de sus movimientos.

Becky volteó al sentir una mirada, y le sonrió, Freen regresó la sonrisa.

¿Cómo se verá Becky sin su ropa elegante? —y esa loca pregunta la asustó, porque se imaginó a Becky sin camisa alguna.

Se puso seria, los colores se le subieron y huyó de ese lugar, recorriendo a toda prisa el pasillo rumbo a su salón y en un mal paso fue a dar al suelo.

—¡Maldita sea! —Tomó un tobillo con las manos, pero le dio un dolor agudo e intenso.

—Freen ¿Qué te pasó? —le dijo Milk al verla tirada en el piso —Déjame ayudarte.

—Gracias, Milk.

Freen trató de apoyar el pie lastimado, pero le dolía profundamente.

—Te llevaré al hospital-

—No Milk, no es necesario, sólo llévame a mi salón, es el siguiente.

Apoyándose en Milk, consiguió llegar al salón, que en esos momentos estaba vacío y Milk la ayudó a sentarse en su lugar.

—¿Me permites?

Milk se inclinó y tomó el tobillo de Freen presionando en varios puntos.

—Al parecer, es una torcedura muy fuerte, será mejor que te revise un doctor—. Le dijo mostrando una de sus sonrisas encantadoras.

—Lo hare, gracias por todo, ¿Y qué tal te ha ido?

—Bien, se me ha cargado un poco el trabajo, con la fusión de la facultad y la Universidad, pero sólo es cuestión de acostumbrarme.

—¿Y... Love?

Vio como una sonrisa se formaba en su rostro, pero no era una sonrisa cualquiera, era una sonrisa diferente, cargada de ilusión, como si estuviera enamorada.

—El próximo fin de semana saldremos a tomar un café, como tanto se lo había prometido.

—Me alegro por las dos, ustedes hac-

—¡Freen Chankimha! —Tronó la voz de Becky por todo el salón

Freen y Milk se separaron sobresaltadas ante la voz, por su parte la menor volteó a ver a Becky y en sus ojos encontró una furia que nunca había visto.

Becky sólo vio lo que quiso ver: Las manos de Milk en el tobillo de su Freen, mirándole la boca y ¿Y Freen? ¡Lo estaba permitiendo!

—¿Y dices amarme? ¡Eres una mentirosa! —Se dio la media vuelta y se fue del lugar.

—¡Becky! ¡Regresa! —Freen se quiso levantar, pero el dolor de su tobillo y la mano de Milk la detuvieron.

—No te muevas, te vas a lastimar más— le pidió Milk —Si quieres, alcanzaré a Becky y le explicaré todo.

—No, no es necesario— respondió melancólica —Tal vez esto sirva para saber que tan profundo es su amor por mí

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Becky bebía Whisky, en un bar cualquiera, sentada en la barra perdía toda su discreción y buenos modales.

—¡Qué! ¿No me invitas un trago?

Becky volteó a ver quién le hablaba, para encontrarse con una sonriente Engfa.

—Idiota— le respondió.

—Imbécil— contestó la actriz sin borrar su enigmática sonrisa

—¿Cómo me encontraste?

—Fue realmente fácil, "jirafita elegante", aunque no me enorgullezco de ello, recién me había separado de Charlotte, cuando me dio por visitar, todos los bares de Londres. Esperaba que el alcohol me ayudara a borrar de mi mente y de mi corazón su recuerdo, pero fue peor así que supuse que tú no serías tan diferente a mí.

—Claro que somos diferentes, yo tengo clase, elegancia...

—Y testarudez.

—¿Testaruda yo? Si es esa chica que no entiende que la traigo clavada aquí —y se golpeó el pecho.

—¿Qué te parece si te llevo a tu casa, te duermes y mañana seguimos dialogando sobre parejas?

—¡Ja... ja! Tú te crees muy experta, señorita actriz, traes los corazones de las personas en un puño, pero no puedes convencer a Charlotte de que se case contigo.

—¡Auch! Eso dolió, pues sí, es verdad, esa otra chica testaruda me está costando interminables baños de agua fría y...

—¿Tú también haces eso? ¡Cantinero! Sírvale un Whisky a mi amiga Engfa ... vamos a platicar largo y tendido.

Pasaron dos horas antes de que Waraha convenciera a Becky de abandonar el bar, ya era de madrugada, Becky le indicó una dirección y Engfa la llevó hasta ahí ayudándola a bajar del auto.

—Así que esta es tu casa— dijo Waraha admirando la arquitectura del lugar.

—No... es la casa de Freen.

—¡Charmin me va a matar!

—¿Quién es Charmin?

—Te lo dije hace media hora, vamos, sube al coche, te llevó a tu casa.

—No, necesito hablar con Freen ¿Por qué no vas tú a convencer a la pollita de que se case contigo? ¡Anda! Yo estaré bien.

—No te puedo dejar aquí.

—Pues no me dejes aquí, ayúdame a subir la barda, de este lado... por aquí.

—Lo haré, porque esto me ha recordado de cierto episodio de mi vida, alguien también me ayudó a entrar a una habitación— y colocando sus brazos como apoyo, Becky subió el pie hacia la propiedad de los Chankimha —Espero que entres a la habitación indicada y no desaproveches la ocasión como yo.

Por otro lado, Freen se movía inquieta en su cama, el dolor de su tobillo no la dejaba dormir y el encuentro con Becky mucho menos. De pronto un ruido del exterior la puso alerta, algo o alguien se acercaba por la ventana, una sombra se hizo presente en el umbral de la ventana, Freen iba a lanzar un grito cuando la sombra cayó pesadamente al piso.

—¡Mierda! ¡Maldita cortina!

La voz conocida de Becky le devolvió el alma al cuerpo.

—¡Becky! —exclamó tratando de ahogar su voz —¿Qué haces aquí?

—Vine a reclamarte ¡Zorrita coqueta!

—¡Shh! Baja la voz, vas a despertar a mis padres ¿Zorrita coqueta? ¿Estás tomada, Becky?

—¡No! Yo soy una dama y no me emborracho —dijo con voz aguardentosa —Solo tomé unas copitas con mi amiga Engfa.

—¿Tu amiga Engfa? ¿Desde cuándo eres tan amiga de Waraha?

—Desde que descubrimos que a ustedes chicas no hay quien las entienda, según ustedes nos aman tanto que estarían dispuestas a todo por nosotras y a la hora ¡Ja... ja! Nos cambian por una chica de linda sonrisa.

—Becky, vas a despertar a todo mundo, vete a tu casa por favor, mañana hablaremos.

—¡No! —dijo acercándose a la cama donde se encontraba Freen —Primero me tienes que dar una explicación ¿Por qué permitiste que esa te tocara?

—Esa se llama Milk, y solo me ayudó porque la muy tonta de mí se cayó, y por si te interesa, me lastimé un tobillo, mira.

Y Freen sacó su tobillo vendado de entre las sábanas, más comprendió tardíamente el error que cometió.

—Qué hermoso tobillo tienes —le dijo Rebecca sentándose en la cama, tomando su pie entre sus manos, para después tocar su pantorrilla.

—¡Becky! —tuvo que ahogar su gritó ante el placer que le provocó la caricia —¡Suéltame! ¿Qué haces?

—Que suave piel tienes —Y no la soltó, solo se acercó más a ella y tomó sus labios.

Y una vez más, Freen le correspondió.

Sólo debemos de no perder la cabeza y no dejarnos llevar por nuestras emociones. Recordó lo que Charlotte le dijo cuando ella le preguntó hasta a donde había llegado con Waraha

—¡Becky, no! —y la obligó a separarse de sus labios —No es correcto, vete a tu casa.

—Qué bonito se escucha cuando me llamas Becky— y comenzó a besarle el lóbulo de la oreja.

Freen se contradecía, la alejaba con sus brazos y su ser entero la llamaba a que la siguiera acariciando.

Becky llegó con besos al cuello de Freen y comprobó que su sabor la embriagaba más que el licor que había probado, su mano ya estaba acariciando su muslo y la otra tomaba prisionera la mano de Freen que insistía en vano en alejarla. Al contrario, las manos de Becky acariciaron suavemente el abdomen de Freen, porque sí, justo ese día Freen había decidido dormir sin algo encima.

Y en ese instante la puerta del cuarto se abrió y se prendió la luz de la habitación.

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