𝟏𝟑 | El beso
Charlotte estrujaba su bata de doctor, mientras escuchaba a Freen relatar su encuentro con Engfa.
—Nunca vi la desilusión tan latente en una persona, como en los ojos de Waraha cuando me vio a mí, en tu lugar.
—¿Y qué te dijo? —preguntaba con premura.
—Lo que supusimos desde el principio, la mujer no aceptaba tu negativa de verte, le expuse todos los argumentos habidos y por haber.
—¿Y en qué terminó todo?
—Yo salí del hotel con una promesa suya de que no te buscaría— Freen miró la desilusión en la cara de su amiga —¿Eso... es lo que querías?
—Sí— dijo bajando la mirada.
—¿Para qué nos hacemos tontas? Tú amas a esa mujer y ella a ti, si hubieras escuchado las palabras de amor que te dedicó, en este momento estarías con ella para no separarse jamás.
Charlotte comenzó a llorar suavemente.
—La promesa...
—¡Olvídate de esa tonta promesa! ¡No sabes el daño que hacen las promesas tontas!
Charlotte volteó a ver a Freen y pudo ver que ella también sufría.
—Tal vez piensen Engfa y tú, que le están haciendo un bien a Heidi... Pero mírate en mi espejo ¿Cómo puede Heidi ser feliz al lado de una mujer que no la ama? ¿Sólo por una promesa?
—Freen.
—No sabes el dolor que se siente tener al ser amado a tu lado solo en cuerpo, y que su alma y sus pensamientos se encuentren con otra persona —Las lágrimas empezaron a correr por sus mejillas sin que pudiera evitarlas —Que ella se vaya apagando poco a poco, y tú sepas que es por tu culpa, porque no la dejas en libertad.
Las dos amigas se abrazaron y dejaron correr sus lágrimas, después se separaron mirándose a los ojos.
—Charlotte, piénsalo bien... Engfa y tú pueden tener esperanza, pueden ser felices ¿Me prometes que lo pensarás mejor?
—Está bien Freen, pero faltaría ver lo que dice Engfa.
—Tú sabes dónde se encuentra, o quizás ella te busque en el hospital.
—Pedí una licencia, he estado trabajando mucho y sin descanso, así que no hubo problema.
—¿Por qué hiciste eso?
—En un principio pensé que el trabajo mantendría mi mente alejada de Engfa, pero después me puse a pensar que quizás, era el lugar donde me podría localizar más fácilmente.
—¿Y así quieres poner pies en polvorosa? Créeme, de nada sirve la distancia, tendrás que enfrentarla.
—O quizás me vaya a Londres.
—¡Charlotte!
—Lo siento, estoy confundida.
—Tomate tu tiempo, pero no demasiado... me voy.
—Cuídate.
Charlotte abrió la puerta y en el umbral apareció la gallarda figura de Heng Armstrong.
—Señoritas, buenas tardes.
—¡Heng! Pasa, yo ya me retiraba.
—Que te vaya bien, porque quizás a Charlotte no le vaya igual.
—¿Por qué lo dices? —preguntó alarmada.
—Vengo aclarar cierta invitación que le llegó a una actriz, realizada por una joven de cabello negro a mi nombre, de la cual yo no estaba enterado.
—¿Ups? —exclamó Charlotte
—Yo... bueno, tendrás que disculpar a Charlotte... fue idea mía ¡Con permiso! —Y salió rápidamente.
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Becky tocó la puerta del camerino de Engfa. La puerta se abrió y una hermosa chica más alta que ella le sonrió burlona.
—¡Vaya, vaya! Ahora tengo el cuadro completo... Pase usted, Señorita "Elegante".
—Mi nombre es Becky, Rebecca Armstrong —dijo entrando al camerino.
—Quizás por eso te dejaron pasar, dejé órdenes explicitas de que dejaran entrar al que tuviera el apellido Armstrong ¡Todos han venido! Heng Armstrong, May Armstrong y ahora la "elegante" Rebecca Armstrong, todos menos ella.
—Y no vendrá, ella es más sensata que tú, y si estoy aquí es para...
—Advertirme de no intentar buscarla, sí, tú "tímida" ya me lo dijo.
—¿Freen estuvo aquí?
—No, en el hotel, aunque ahora recuerdo, ella ya no es tu "tímida" ¿Verdad?
—No te metas en mi vida.
—¿Y tú si puedes meterte en la mía?
—¡No es lo mismo! Charlotte puede perder su reputación de doctora si la ven con una mujer comprometida con otra.
—¿Cómo crees que voy a comprometer su reputación?
—Ya lo hiciste en el colegio ¿Lo recuerdas?
—Sabes que fue una trampa.
—Y esto no es el colegio, aquí está la vida de Charlotte, su trabajo, su casa ¿Te imaginas todo lo que ha trabajado para hacerse de un nombre, sin depender de su apellido y de lo que los Armstrong le brindamos?
—Lo sé, y te puedo asegurar que no hare nada que pueda perjudicarla.
—¿Tengo tu palabra?
—Palabra de una excelente actriz.
Becky se dio la vuelta para retirarse.
—¡Oye "Elegante"! —y Becky lo volteó a ver —No sé qué pasó con tu "tímida", sea lo que sea, procura arreglar las cosas con ella, no vale la pena perder a la persona que te ama por tonterías.
—¿Qué te dijo Freen?
—Nada, solo pude percibir lo brava que está contigo, pero también que sigue sintiendo algo por ti.
Becky se despidió de la actriz con una inclinación de cabeza y apresuró el paso para salir del teatro.
No puedo dejar pasar más tiempo ¡Tengo que hablar con Freen!
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Terminaba un día más de clases, y todos los estudiantes se dispersaban para regresar a sus casas, Freen venía platicando con Marissa cuando descubrió a Becky aguardando en la recepción.
—Creo que vienen por ti, nos vemos Chankimha— dijo Marissa Lloyd y se alejó corriendo.
—Hola Freen, ¿Podemos hablar? —Habló suavemente.
—No tengo tiempo señorita Armstrong, Opp y el chofer de mi padre aguardan afuera por mí.
—Le pedí a mi chofer que hablara con ellos, para pedirles que te esperaran un poco más.
—En ese caso ¿Qué es lo que me quiere decir?
—¿Podemos hablar en otro lugar? Los salones del ala este siempre están desocupados.
Becky no esperó la respuesta de Freen, la tomó de la mano y la jaló hacia los salones vacíos. Freen apresuró el paso para estar a la par, ya nunca más iría detrás de ella.
Entraron al primer salón desocupado.
—Muy buen Becky, ya estamos aquí.
—Supe que hablaste con Engfa, y te lo quiero agradecer.
Freen se le quedó viendo sorprendida, nunca en el tiempo en que estuvieron juntas, le agradeció por algo que hiciera por iniciativa propia.
—Yo también hablé con Waraha, pero parece que tu conversación con ella surtió más efecto, ahora es hora de atender nuestros asuntos.
—¿Nuestros asuntos?
—Quiero que regresemos... ¡No! Quiero más, quiero que te cases conmigo— dijo tajante.
Freen no salía de su asombro, Becky no solo se atrevía a contemplar una reconciliación, sino que casi se lo estaba ordenando y se quería casar con ella, como si nada doloroso hubiera pasado entre ellas.
—Esas palabras me hubieran llenado de alegría el corazón algunos meses atrás... pero ya no, no me interesa regresar contigo, mucho menos casarme.
—Sé que te lastimé...
—¿Lastimarme? ¡Me mataste! ¿Cómo pretendes que olvide el desamor?
—No puedo retroceder el tiempo —Dijo por fin defendiéndose —No puedo borrar cada una de tus lágrimas —Y se atrevió a limpiar con sus dedos la lágrima que brotaba ya de los ojos de Freen.
Ante el contacto, Freen retrocedió.
—Es verdad, no puedes, así que te agradecería que dejaras de insistir, te lo repito ¡No quiero que te sigas sintiendo comprometida con la promesa que le hiciste a Charlotte! Yo... Yo también tengo la culpa en eso, no debí aceptarlo desde un principio.
—¡Con un demonio! —Y la tomó por los hombros empujándola y acorralándola contra la pared.
Freen pegó sus brazos a los costados y cerró los ojos con fuerza en espera de una violenta respuesta de Becky, pero ella solo colocó sus manos en la pared, manteniendo a Freen encerrada entre sus brazos. Sus rostros estaban muy juntos, podían sentir sus alientos chocar uno contra el otro y Becky habló suavemente.
—Cómo desearía borrar todo lo que te he hecho sufrir, pero no puedo— y empezó a olfatearle toda la cara lentamente, como un animal salvaje a punto de saltar sobre su presa —Cómo desearía haber correspondido a cada una de tus muestras de amor como realmente te lo merecías, cómo quisiera probarte.
Y Becky tomó sus labios en forma sutil, gentil, sin prisas, mientras Freen sentía que se le salía el corazón, su cuerpo se estremeció como si una descarga eléctrica le recorriera el cuerpo. Ahí estaba la mujer que amaba dándole su primer beso sin su consentimiento, avasallando con todo, robándole lo último que le quedaba, su orgullo.
Becky estaba embriagada con su sabor.
Cómo no te besé antes. Sus labios empezaron a exigir más, a abrir más la boca de Freen, necesitaba su rendición total.
Orgullo, orgullo herido, eso fue lo que apoderó de la mente de Freen, que empezó a empujar a Becky para liberarse. Becky lo percibió y la tomó por la cintura cerrando la mínima distancia que quedaba entre ellas, y el beso se hizo más demandante.
Freen hizo acopio de todas sus fuerzas y de un empellón se separó de Becky, el sonido de una bofetada se oyó en el solitario salón.
Becky la volteó a ver, quitándose los mechones de cabello de su rostro.
Freen temió lo peor.
Seguramente me golpeará. Pensó la menor, pero en sus ojos no vio furia, sus ojos eran diferentes, se oscurecieron.
Y sin que pudiera evitarlo, la volvió a abrazar, poniendo una mano en su cintura y la otra sujetándola por la nuca, besándola furiosamente como si quisiera robarle el alma.
Freen volvió a empujarla, liberándose de su amarre.
—¿Cómo pudiste hacerme esto? ¿No te has cansado de hacerme daño?
Y salió corriendo del lugar.
—¡Eres mía Freen Chankimha! ¡Siempre lo has sido!
Freen llegó temblando al departamento de Charlotte, se detuvo un poco antes de tocar la puerta.
—Opp ¿Podrías...?
—Sí, ya lo sé señorita, usted quiere hablar a solas con Charlotte, la esperaré en el coche.
—Gracias Opp.
En cuanto su acompañante se retiró, Freen tocó la puerta, pero no se abría
—Qué extraño, Charlotte me dijo que no saldría de su departamento, ¿Habrá cambiado de parecer? —De pronto la puerta se abrió y Freen entró apresuradamente.
—¡No sabes lo que ha pasado con Becky!
—¿Y ahora qué pasó? —Preguntó Charlotte no muy interesada.
—Me... ¡Me besó!
La actitud de Charlotte cambió.
—¡No! ¿Y qué hiciste?
—¡Le di una bofetada!
—¿Y te devolvió el golpe?
—¡No...me volvió a besar!
—Me supongo que no es lo mismo en todos los casos— Charlotte lo dijo murmurando, casi para sí misma.
Fue cuando Freen reparo en su persona, tenía la ropa desaliñada y estaba algo despeinada.
—¿Qué sucede Charlotte? —se lo dijo alarmada.
Algo se escuchó romperse en el cuarto del fondo, Freen cayó en la cuenta de que Charlotte no estaba sola
—No me digas que— comenzó a murmurar — ¿Ella está aquí?
Charlotte afirmó con la cabeza, poniéndose de mil colores.
—¡Me voy! — casi gritó —¡Aquí no ha pasado nada!
—Freen espera...— intentó detenerla —¿Ahora qué vas a hacer con Becky?
—Eso ya está decidido desde hace mucho ¡Olvidarla! ¡Aunque me tenga que lavar los labios con agua bendita todos los días!
—¡Freen! —desilusionada la dejó ir.
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Suave piel entre sus manos, aroma de cítricos tentadores, unos labios pequeños, pero con un sabor delicioso.
—Quiero más ¿Qué tesoros ocultos tras las telas encontraré?
—¡No te me acercarás!
—¡Tu me amas!
—Ya no.
—Te perseguiré hasta que caigas rendida en mis brazos.
—¿Me atraparás?
—¡Ya lo verás! ¡Freen!... ¿A dónde vas?... ¡No me dejes!
Becky despertó sudando frío, su respiración era agitada, no había tenido otra pesadilla desde la muerte de su hermano Richie. La angustia de perder a un ser querido regresó golpeándola con ganas, Freen estaba viva, pero lejos de ella, y cada intentó por acercarse a ella solamente la alejaba más.
Freen, ¿Qué me has hecho? Ya he probado tus labios, y no puedo resignarme a no volverlos a tener.
Fue una noche difícil y ella había salido de madrugada a hacer ejercicio, necesitaba despejar su mente y cuando el sol empezó a hacerse presente, Becky entró a la mansión Armstrong, Heng tenía poco de haberse levantado, era fin de semana y no iría a la oficina, por lo que había invitado a Nam.
—Qué cara ¿No dormiste bien? —le preguntó Nam preocupada.
—No dormí.
—¿Por Freen? —preguntó curiosa.
—¿Por quién más? Seguí el consejo de tu novio, consejo de hablar con ella para aclarar las cosas.
Nam sonrió al ver al hermano de su novio tan nerviosa por Freen, por primera vez y sin decir algo más, empezó a servir café, escuchando atentamente.
—¿Y qué pasó? ¿Le dijiste lo que buscabas de su relación? ¿Le preguntaste lo que a ella le molestaba?
—No pude.
—¿Cómo que no pudiste?
—Estaba... ocupada.
—¿Cómo que estabas ocupada? ¿Qué estabas haciendo?
—Besándola.
Heng abrió los ojos como platos, Nam hizo caer la cafetera abriendo su boca, por primera vez ambos se quedaron sin palabras.
—¡Sí, lo sé! Primero era hablar con ella, y después vendría lo demás... ¡Pero es que no pude resistirme! Freen me ha hechizado, no sé qué sucede conmigo cuando estoy cerca de ella, mi cuerpo reacciona extraño y lo único que quiero es abrazarla y comérmela a besos.
—Bueno...— Habló por fin y vio a su novio de reojo que tenía la boca abierta —Las mujeres también tenemos ciertas necesidades que cubrir.
—¡Ya lo sé! ¿Pero por qué me hacen perder el control cuando estoy con ella?
—Por qué tu cuerpo ya encontró a la persona indicada para hacerlo, qué mejor que hacerlo con alguien a quien amas —dijo Nam aún impresionada.
—Pues díselo a ella, es más terca que una mula.
—¡Becky! —Nam le pegó en la cabeza y fue a buscar una escoba para limpiar lo que había roto.
—Heng... ¿Qué hago ahora?
—No te queda más que el esperar que el beso que le diste surta efecto.
—¡Mi Dios!
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Noche de estreno, noche de gala, mucha ropa fina, muchas joyas. El teatro estaba a reventar, las familias más adineradas estaban ahí.
—¡Freen! Gusto en verte con tu familia.
—Marissa, a mí también me alegra verte con tu padre y ¿Tu madre?
—Está indispuesta.
—Nada grave supongo.
—Depende del punto de vista de cada uno.
—No lo entiendo.
—A figúrate, no sé si te he comentado que mi hermana mayor se va a casar.
—Sí, pronto será la boda.
—Pues bien, mi madre había mandado traer a un chef francés para la ocasión ¡Contratado desde hace cuatro años! Perdió su pasaporte, pero el chef aseguraba que eso no lo iba a detener, hasta ayer... mi padre recibió una llamada confirmando que no vendría, ahora no hay tiempo de buscar algún suplente y más de tan alta calidad, mi madre no para de llorar, casi le da un infarto.
—Marissa, dile a tu madre que no se preocupe, yo me encargaré de... de encontrar quien cocine y prepare un pastel digno de príncipes.
—¿De verdad? ¿De quién se trata?
—Eso es un secreto profesional, pero confía en mí, no la defraudaré.
Marissa se alejó con su padre y sus hermanos aliviada con la promesa que le hiciera Freen.
—¿Me puedes explicar qué piensas hacer, querida?
—Ganarme mi primer dinero, papá.
—¿Vas a cocinar para los Lloyd?
—Sí y no, después te explico.
—Espero que no te metas en algún lío, mira quien se acerca.
—Señores Chankimha, Freen, buenas Noches.
—Señorita Armstrong, Heng bueno saludarlos— fue el saludo cortante del Señor Chankimha.
—Qué bueno que los encuentro.
—¿Nos quiere decir algo?
—Sí, quizás no es la forma correcta, ni el lugar indicado, pero su hija no me ha dejado otra opción, señores Chankimha, les pido formalmente la mano de su hija.
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