Capítulo Uno
LA SEPARACIÓN
— TaeHyun... — dijo el joven, tratando de sonar sereno. — Antes que nada, quiero decirte que eres una persona muy especial para mí, yo te admiro y te respeto profundamente.
Esa frase más que halago se sintió como una bofetada, como la premonición de algo peor.
— TaeHyun — dijo el joven, tratando de que sus palabras no lo hirieran, pero igual sabía que iba a ocurrir —, me temo que he estado actuando algo distante contigo últimamente, pero créeme si te digo que el culpable soy yo.
TaeHyun quería desviar la conversación a otro tema, pero comprendía que debía dejar que BeomGyu hablara de una buena vez, aunque su corazón estuviera rompiéndose en mil pedazos.
—Te quiero mucho, TaeHyun— dijo sinceramente. — Tú has sido la persona que más me ha apoyado en mi vida. Tu ternura y comprensión son tesoros que siempre tendré conmigo, pero…
— ¿Qué pasa, BeomGyu? — TaeHyun ya estaba sumamente nervioso.
— Me temo que tendremos que posponer la boda.
— ¿Posponer la boda o romper nuestro compromiso? — lo dijo tan rápido que sorprendió a BeomGyu.
— Solo digo que creo que debemos pensarlo mejor.
— El amor no se piensa, se siente.
BeomGyu tragó en seco.
— No creo poder desposarte si en mi corazón está la duda de lo que de verdad siento, y tú te mereces a alguien que no tenga tantas dudas.
— ¿Hay algo que pueda hacer para aclarar esas dudas? — preguntó en un loco deseo de evitar lo inevitable.
— Lo lamento, TaeHyun. Sé que te estoy rompiendo el corazón, pero tengo que ser sincero contigo… Tú eres un hombre admirable, hermoso y no tengo nada que reprocharte, pues soy yo el que está fallando en este caso.
— ¿Y por qué me lo dices hasta ahora? Ya han pasado casi tres años desde que nos comprometimos, que nuestras familias dan por hecho nuestra unión. ¿Acaso nunca sentiste nada por mí? ¿Desde cuándo me has estado mintiendo?
BeomGyu sabía que él estaba en todo su derecho de hacerle esas preguntas, pero no se sentía capaz de contestarlas ni a él mismo.
— TaeHyun, todo este tiempo he tratado de cambiar mis sentimientos, de verdad que lo he intentado, pero ha sido en vano. Todo hombre busca en su pareja la abnegación y la entrega hacia el hogar y hacia él. Sé que lo tengo contigo, pero no basta solo eso, también debe de haber una chispa que encienda el corazón y que te haga erizar la piel.
— Y yo no lo he logrado, ¿verdad? — lo dijo con voz lastimera. — ¿Qué atractivo puedo ser ante tus ojos? Solo soy un muchacho simple que tuvo la suerte de que te comprometieras conmigo, pero ni siquiera pude conquistar tu corazón ¿Verdad? Solo fue compromiso.
— TaeHyun, ya te dije que eres un hombre muy valioso.
— Pero eso no logra hacer que me ames ¿cierto? — y el silencio reinó entre los dos.
TaeHyun se puso de pie y BeomGyu lo imitó, el joven caminó unos cuantos pasos y le habló sin mirarlo.
— Entonces, no hay nada que hacer, y tú ya no tienes nada que hacer aquí.
— Hablaré con tus padres para…
— No, por favor — se volteó a verlo con los ojos nublados por las lágrimas. — No me humilles más, yo hablaré con ellos, pero ya no te quiero aquí.
— Pero, TaeHyun, es mi deber ofrecerle una disculpa a tus padres.
— Tú único deber era conmigo y eso ya no existe, eso ya me lo dejaste muy claro, así que por favor acaba de marcharte de una vez.
BeomGyu comenzó a alejarse, pero, antes de dejar esa casa para siempre, se giró a mirarlo por última vez.
— Perdóname, TaeHyun, de verdad. Tú sabes que, si pudiera evitarte este sufrimiento, lo haría.
TaeHyun lo miró con dolor y el rostro cubierto de lágrimas.
— ¿Quieres saber una cosa? Y te lo digo sinceramente, aunque lo tomes como lo que diría un hombre despechado. Sabrás lo que estoy sintiendo, porque lo que me has dicho hoy, te lo dirá el hombre que amas, porque él nunca te corresponderá.
— TaeHyun, ¿qué dices?
— La verdad, y sabes a quién me refiero. Él nunca te corresponderá porque su corazón pertenece a otro desde hace mucho tiempo y eso, igual que yo, no podrás cambiarlo nunca… Esa es nuestra maldición, mi querido amigo.
BeomGyu permaneció helado al escuchar las amargas palabras de TaeHyun y más al comprobar que él estaba más que seguro de sus sentimientos hacia SooBin. Se lo esperaba, pero escucharlo era aterrador y doloroso.
Dio la media vuelta y salió presuroso de esa casa donde ya no era bienvenido.
TaeHyun permanecía de pie con el rostro bañado en lágrimas, hasta que ya no pudo más y estalló. Lanzó un grito desgarrador y se dejó caer, enterrando sus dedos en la tierra, dando alaridos tan lastimeros que los empleados y su madre corrieron a su encuentro.
La señora Kang estaba alarmada y no dudó en abrazarlo, tratando de calmarlo.
—¡TaeHyun! ¿Qué te ha ocurrido? ¿Qué tienes? — angustiada y sin recibir respuesta de TaeHyun solo se dedicó a abrazarlo hasta que se le pasara la crisis.
Las explicaciones vendrían después.
TaeHyun vertió todas las lágrimas que tenía guardadas hace mucho tiempo. Al fin pudo hablar de esa angustia que oprimía su corazón, al fin pudo gritarle a BeomGyu su dolor más profundo, aunque en el proceso también desgarró su alma.
¿Qué pasaría ahora, cuando sus padres se enteraran de lo ocurrido? Y faltaba el escrutinio de la cruel sociedad. Aunque qué más daba, de todos modos, TaeHyun ya estaba muerto.
BeomGyu salió de la mansión justo cuando su chófer llegaba. Subió al vehículo, dando gracias a Dios por no haber tenido que esperarlo afuera de una casa de la que fue echado.
A pesar de saber que hizo lo correcto, no pudo evitar sentir un dolor profundo: se había despedido no solo de su prometido, sino de su gran amigo, de su confidente.
A su mente llegaron los recuerdos más gratos a su lado: cuando por primera vez se lo presentaron en casa de los Choi. Era todo un chiquillo pues con solo llamarlo por su nombre se sonrojaba.
Los días del Seoul International School fueron inolvidables y sus detalles interminables. “¿Cómo es que todo eso se convirtió en nada? ¿Qué pasará de ahora en adelante? ¿En verdad, nunca más nos volveremos a ver?”. Eso era inevitable si los dos vivían en la misma ciudad, pertenecían a la misma sociedad y sus familias tenían negocios en común, sin contar a sus amigos en común. Además, ahora la familia Kang se había vuelto un punto débil al terminar su compromiso con TaeHyun.
Este desafortunado suceso no solo afectaba a dos personas. Por su cuenta, defendería a la Familia Kang de las carroñas del mundo de las finanzas, aunque ellos no quisieran ser defendidos por dignidad u orgullo.
Pronto ese asunto iba a producir realmente un gran desastre, y apenas estaba comenzando.
Dos semanas después TaeHyun estaba al pie de la ventana de su habitación, la cual daba al jardín.
Ya no lloraba, pues se le habían acabado las lágrimas, pero estaba en un estado de depresión tan fuerte, que sus padres temían por su salud. Con la mirada perdida hacia su jardín, TaeHyun se pasaba las horas, y solo recibía alimentos si se lo entregaba su madre.
Hasta que escuchó el suave golpeteo de la puerta.
— TaeHyun, querido, abre la puerta, soy tu madre.
TaeHyun arrastró sus pies para abrir la puerta, y luego regresó al mismo lugar frente a la ventana.
— Mi cielo, te traje el desayuno… Veo que miras el jardín, ¿no es un día precioso? Si quieres, te espero en lo que te alistas con esa ropa hermosa que tienes y vamos a dar un paseo.
— Gracias, mamá, pero no me apetece.
— ¿Y qué tal recibir una visita?
La señora Kang miró hacia la puerta, que dejó abierta a propósito. Entonces, entró su amigo, SooBin, iluminando la habitación con su sola presencia. En los pasados días TaeHyun había rechazado su visita, pero ahora al tenerlo enfrente no pudo contenerse, y llorando corrió a su encuentro y cayó en sus brazos.
La madre de TaeHyun salió sigilosamente de la habitación mientras SooBin abrazaba y acariciaba la espalda de TaeHyun cariñosamente, mientras su hijo se desahogaba entre sollozos. Nunca había aceptado la amistad entre su hijo y SooBin, pero, si con eso TaeHyun se relacionaba y volvía a ser el de antes, se lo debería toda la vida.
— SooBin… — dijo TaeHyun, tratando de recobrar la compostura. — Perdóname por no haberte recibido antes, pero no podía.
— Lo entiendo, TaeHyun, no tienes que darme explicaciones.
— Es que duele tanto...
— TaeHyun, sabes que comparto tu dolor. Aún recuerdo tu apoyo cuando regresé de Australia y tú esperaste hasta que yo tuviera el valor suficiente para poderte hablar de lo que ocurrió con Yeon. Si tú fuiste discreto ante mi sufrimiento, ¿por qué no habría de hacer lo mismo por ti?
— Pero son situaciones muy diferentes… Aunque no estén juntos, tú le amas y eres correspondido. Yo, en cambio, nunca recibí una muestra de amor verdadero.
— ¿Qué crees que es más doloroso, un amor no correspondido o un amor prohibido? Vaya, qué par somos. Al fin y al cabo, somos dos tontuelos frustrados por amor.
A TaeHyun le hizo gracia el comentario y el cómo lo dijo, que sin pretenderlo dejó salir una risita nerviosa.
— Ríete, TaeHyun, y después mira hacia adelante. Sé que pronto te enamoraras de nuevo.
—¿Acaso lo has logrado tú? — le dijo, enjugando sus últimas lágrimas. — Creo recordar que fue lo mismo que yo te dije en aquella ocasión.
SooBin se quedó callado, meditó un momento su respuesta, y, con voz melancólica, contestó:
— Tienes razón, amigo. Ahora estoy más seguro de que nunca jamás podré entregarle mi corazón a otro hombre que no sea YeonJun.
— Lo mismo pienso yo de BeomGyu.
— Pero nuestro dolor no es motivo para que te abandones a tu suerte.
— ¿Y qué caso tiene? BeomGyu representaba todo mi mundo y ahora no me queda nada.
— ¡Niño tonto! — recriminó, alzando la voz. — Existe mucha gente a tu alrededor que necesita la comprensión y el amor que tú tienes para dar.
— ¿Insinúas que me convierta en doctor, que me ponga a poner vendas, inyecte, me llene de sangre y más linduras que tú realizas?
— ¡No, tontuelo! — rio, acariciando los cabellos sedosos de TaeHyun. — Tú tienes que encontrar tu vocación.
— ¿Mi vocación? — TaeHyun lo miró, pasmado.
— Quiero decir... Encuentra lo que más te guste hacer y compártelo con los demás, aunque espero que no escojas el ir de tertulia en tertulia, pero, si lo haces, de igual manera tienes mi apoyo — dijo, dando una pequeña inclinación en forma de reverencia, que terminó por hacer sonreír a su amigo.
La visita terminó y la señora Kang quedó tan agradecida al escuchar a su hijo bajar las escaleras para comer con ella y su padre, mas no se hubiera quedado tan tranquila si supiera que SooBin había sembrado una nueva inquietud en TaeHyun.
Era otro día más en la ciudad de Seúl. El ir y venir de las personas nunca cesaba, pero para Choi BeomGyu era un día más para vivir lleno de confusiones.
Habían pasado dos semanas desde la ruptura con TaeHyun y, lejos de sentirse liberado, se sentía atrapado en un torbellino de emociones encontradas.
Por una parte, no podía dejar de pensar en TaeHyun y en el daño que le había hecho, pues la culpabilidad lo estaba matando. Por otra parte, tenía ganas de ver a SooBin siendo ya un hombre libre, pero el temor de no saber lo que SooBin diría o haría al saber todo lo que pasó con TaeHyun lo tenía sumamente nervioso.
No era de caballeros ir a buscar a SooBin para declararle su amor, sobre todo si su ex-prometido y él eran mejores amigos.
Aunque BeomGyu no dejaba de recordar una y otra vez las últimas palabras de TaeHyun.
"— ¿Si declaro mi amor a SooBin, me rechazará? ¿Seguiría ese tonto hombre ocupando su corazón, a pesar de que está comprometido con otra persona?"
SooBin no había tratado de buscar una nueva pareja, pues él solo se dedicaba a trabajar. La razón no la quería saber.
Tratando de calmar su remordimiento, trató de hablar con el padre de TaeHyun en su oficina, pero el Señor Kang fue muy tajante y ni siquiera lo recibió. Quiso saber de TaeHyun por medio de sus empleadas, a las cuales interceptaba cuando salían de compras, pero el hermetismo de ellas lo dejó más deprimido.
Entonces, decidió buscar a SooBin y encarar las cosas de una buena vez.
Llegó a la hora del almuerzo justo cuando SooBin salía para comer con NamJoon.
— Hola, SooBin.
— Hola, Gyu. ¿Cómo estás? — dijo, sonriendo de oreja a oreja para luego propinarle un puñetazo en el estómago.
BeomGyu se dobló hasta caer a los pies del mayor, el cual se dedicó a mirar sus uñas mientras él trataba de tomar aire.
— Esto es por lo de TaeHyun, ¿verdad? — pudo decir jadeante mientras se incorporaba.
— ¿Tengo que contestar? — paso de largo del menor y siguió su camino, pero BeomGyu lo siguió.
— Perdóname, SooBin. Hice todo lo posible para mantener esa relación, pero no funcionó. Sé que te hice una promesa, la de cuidar de TaeHyun y yo…
— ¡Cerebro de mosca! — dijo, parándose abruptamente y dando la vuelta para encararlo, cosa que sorprendió a BeomGyu pues casi se estrella contra él. — Al decirte que cuidaras de él, era una forma de iniciar una amistad, que se convertiría en amor, después se casarían y tendrían muchos hijitos, pero, en vez de eso, te dedicaste a cuidarlo como si fuera tu hermano o un cachorrito.
— El amor no se fuerza —se defendió, tratando de decir lo que sentía. — No siempre una amistad termina en amor.
SooBin trato de seguir sermoneándolo, pero se contuvo, mirándolo a los ojos, le hablo tranquilo.
— Lo siento BeomGyu, tal vez en ese momento me pareció que tenían un futuro ustedes dos. TaeHyun y yo debimos preguntar por tus sueños, perdóname.
BeomGyu no supo qué decir, solo se le quedó mirando, preguntándose también cuáles eran sus sueños. SooBin volvió a sonreír, rompiendo la tensión.
— Vamos BeomGyu, ven a comer con NamJoon y conmigo.
— Gracias, pequeño, pero tengo un compromiso previo, solo pasé para disculparme por lo de TaeHyun — dijo, dándole un beso en la mejilla y se despidió presuroso, sin darle tiempo a protestar y dejándolo sorprendido por su reacción.
Esto no era lo que hubiera querido que pasara, tal vez no era tiempo todavía, pero “¿cuándo lo sería?”.
Sin ningún compromiso en realidad, caminó sin rumbo fijo, tratando de poner en orden sus pensamientos. Cuando se encontraba comprometido con TaeHyun, era un hecho que su corazón pertenecía a SooBin.
¿Cómo se explica que ahora que era un hombre libre, el no poder definir lo que sentía en su corazón? Quizás el reciente rompimiento con TaeHyun lo atormentaba todavía, o quizás la amistad entre ellos le impedía decidirse.
Lo cierto es que cuando lo tuvo enfrente, la magia que sentía por él ¡desapareció! ¿Acaso era una broma del destino?
Tal vez todo su enamoramiento solo se debió al reto de alcanzar lo prohibido. Levantó su vista hacia los edificios de la gran avenida y se posaron en el imponente cine de la Ciudad.
¿Otra burla del destino? ¿Por qué se le presentaba ante él lo que representaba al gran rival de toda su vida? El gran Choi YeonJun. Para colmo, giró su cabeza hacia el edificio junto a él, como un guerrero que no se deja vencer por el tiempo, ahí se encontraba el edificio que era la universidad de Seúl. ¡Su universidad!
Una risa sofocada salió de su garganta. ¿Qué clase de prueba era esa? ¿Qué enredados hilos se estaban tejiendo? BeomGyu esperaba tener las respuestas muy pronto.
¡Gracias por leer! <3
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