Capítulo Siete
RENACER
SEÚL
Después del encuentro tan desagradable con MinHyun, BeomGyu llegó a la mansión de los Choi y, a su encuentro, llegó SooBin.
— ¡BeomGyu! Qué alegría verte, te extrañe muchísimo — dijo el rubio, abrazándolo fraternalmente.
— ¡Me alegra de que estés aquí! Me sentía como perdido sin mi cómplice favorito.
— ¿Ya pensaste qué broma le pondremos a NamJoon esta vez?
— Bueno… La verdad es que no he tenido tiempo. Creo que no tengo ánimos para esas bromas infantiles que hacemos cada año.
SooBin no le dijo nada, ni le cuestionó su indiferencia tampoco, solo le acarició la mejilla en señal de apoyo, pensando en lo mucho que, en realidad, le estaba afectado todo por su rompimiento con TaeHyun.
En esos momentos llegó NamJoon.
— ¡Muchachos! ¡Qué alegría de verlos juntos!
— ¿Sucede algo en especial, NamJoon? — preguntó curioso SooBin.
— Nada en especial, solo me quería adelantar a los acontecimientos.
— ¿De qué hablas, NamJoonnie? — dijo bromeando BeomGyu.
— Así solo me dice SeokJin.
Sin decir nada más, NamJoon dio una señal al aire y dos sirvientes salieron de quién sabe dónde, bañando a SooBin y a BeomGyu de harina completamente, apenas se recuperaban del susto cuando los mismos sirvientes los mojaron con agua fría.
— Esto es por lo del año pasado — dijo NamJoon con una sonrisa de oreja a oreja. — Y también una advertencia. Si me vuelven a hacer otra "bromita", se atienden a las consecuencias y vemos quién gana.
Sin más, dejó a sus primos tiritando de frío, tratando de quitarse la mezcla pegajosa de su cuerpo.
Después de darse una buena ducha, para BeomGyu comenzaba el ritual que más disfrutaba: el vestirse para la ocasión.
Escogió un traje azul oscuro, una camisa blanquísima y sus zapatos nuevos. Retocó con cuidado su cabello rubio cenizo y aspiró el aroma que emanaba. No estaba muy cargado, pero tampoco pasaba desapercibido. Bajó las escaleras y se reunió con SooBin y NamJoon, que lo esperaban en la sala.
— Parecerá que llegó demorado, pero la bromita de NamJoon me tomó más tiempo en el baño.
— Eso es mentira — respondió afanoso NamJoon. — Tú siempre te tardas lo mismo en cualquier circunstancia.
— Eso es verdad — mencionó SeokJin, que acompañaba a su novio. — Creo que te tardas más que una mujer.
Los cuatro reían y bromeaban uno con el otro cuando tocaron a la puerta, segundos más tarde, entraron los hermanos Choi.
— Parece que la fiesta ya comenzó aquí — tronó la voz de MinHyun para hacerse notar —, pero nosotros ya llegamos para mejorarla.
— ¡NamJoon, qué alegría verte! — con voz melosa YeRim se colgó del brazo de NamJoon, del cual no quiso separarse durante la siguiente hora, pese a que SeokJin estaba a su lado, sintiéndose incómodo.
El ambiente fue así por varios minutos hasta que llegó la abuela SeungHee y los señores Choi, padres de YeRim y MinHyun, lo cual la obligó a comportarse un poco más recatada.
Después de un rato de charla la abuela SeungHee anunció la cena, algo que cayó en la gracia de todos, porque el ambiente estaba muy tenso y aburrido.
Ocho personas alrededor de una gran mesa, ocho personas degustando un gran banquete, ocho personas en su mundo individual, ocho personas y solo se escuchaba el uso de los cubiertos.
— NamJoon... — la voz de YeRim rompió el silencio, porque hasta la abuela SeungHee se sobresaltó. — Después de la cena... me gustaría hablar contigo.
— Estoy a tus órdenes, YeRim.
— No creo que la ocasión sea la adecuada para tus peticiones, YeRim. ¿Por qué no esperas a que NamJoon termine sus vacaciones y regrese a su oficina? — intervinó BeomGyu.
— Es algo personal, que no te incumbe y que requiere de prioridad en atención.
— ¿Personal y prioridad? Hmm... A mí me huele a líos de MinHyun.
— ¡No hables así de mi hijo! — bramó su tío, el señor Choi, y todos comenzaron a lanzarse reproches.
La abuela SeungHee pidió las sales, SooBin y SeokJin no sabían a quién atender, si a la abuela SeungHee o a la señora Choi, que estaba por caerse de la silla. NamJoon trató de calmar la situación, pero, al no lograrlo, gritó por encima de todas las voces.
— ¡Silencio todos! — por el sonido de su voz los ánimos se calmaron. — ¿Qué es esto...? ¿Una jauría de perros?
— ¡BeomGyu empezó todo!
— ¡A callar! — volvió a exigir orden. — Ya es suficiente con la poca tolerancia que nos tenemos, como para ahora comenzar con los insultos. Señor Choi, usted es un adulto y sabe que así no se soluciona nada… Y, en cuanto a mis primos, es hora de que empiecen a madurar, es la última vez que se insultan como chiquillos malcriados, sino quieren que los corra de esta casa, aunque sean de la familia.
— ¿No hablarás en serio, NamJoon? — protestó su tío. — Tenemos derecho de estar aquí.
— No si eso implica romper la tranquilidad de la abuela SeungHee. ¡Mírala! Está a punto de sufrir un colapso.
— Creo que mejor nos retiramos — habló por fin su tía, la señora Choi y, dicho esto, su familia la siguió hacia la salida.
En cuanto salieron, NamJoon miró a BeomGyu, como lo haría con un niño pequeño que ha sido descubierto en una travesura.
— BeomGyu, pensé que eras más inteligente… No debes atacar a MinHyun ni a YeRim sin pruebas.
— ¡Por Dios! Solo pregúntale a MinHyun qué es un balance y te dirá que es un bar de mala muerte. ¿Qué más pruebas quieres de su ignorancia?
— Creo que llevaré a la abuela SeungHee a su habitación. Jinnie, por favor, acompáñame — habló SooBin al sentirse en medio de un fuego cruzado junto con SeokJin. Ambos se llevaron a la abuela SeungHee lo más pronto posible, lejos de aquella discusión.
— BeomGyu, no seas imprudente si es que quieres llegar, algún día, a manejar todo esto — dijo, señalándole la mansión. — Tendrás que ser paciente y prudente, sino se aprovecharán de ti y te comerán vivo hasta los idiotas como MinHyun.
— ¡Es que no soporto que sean tan hipócritas!
— ¡Pues no ganarás nada si pierdes la cabeza! — NamJoon exhaló y habló con más calma. — Iré a ver a la abuela SeungHee — NamJoon salió del comedor, dejando a BeomGyu digiriendo sus palabras.
BeomGyu, en medio del comedor, observó el banquete a medio comer y, sin pensarlo, dirigió su mirada hacia una silla en especial, una silla que ahora estaba vacía, igual que su corazón.
GANGNEUNG
Ya era 31 de diciembre y toda la casa Park estaba en movimiento.
Todo era un reloj muy bien aceitado por la señora Park, que deseaba que la fiesta de fin de año resultara todo un éxito. Los jóvenes estaban acomodando los presentes sobre una gran mesa cuando escucharon que la puerta principal se abría, y un señor canoso y de gran bigote entró y, detrás de él, apareció un joven pelirrojo de buen ver. YuNa gritó al verlos y se lanzó a abrazarlos.
— ¡Papá! ¡Kai! ¡Qué bueno que regresaron!
— ¡Niña, te extrañe muchísimo! — le dijo el hombre mayor, abrazándola y dándole un beso en la frente, para después abrazar a su esposa mientras YuNa abrazaba al joven pelirrojo.
Los Kang y los Park contemplaron la escena del amor de una familia, hasta que ambas parejas se dieron un breve beso en los labios. La señora Kang casi se desmaya, el señor Kang solo tosió, TaeHyun se puso de mil colores y los Park… al parecer, estaban acostumbrados y solo miraron hacia otro lado.
— Señores Kang — tomó la palabra la señora Park —, les presento a mi esposo, el señor Park RaeWon, y él es el prometido de mi hija, el señor Huening Kai. Ellos estaban en Australia por noticias de sus familiares en Francia.
Los dos hombres saludaron con la venida correspondiente, y habló el mayor de ellos.
— Sean bienvenidos a nuestra humilde casa, y la invitación no solo es para que pasen el Año Nuevo aquí, sino todo el tiempo que gusten.
— Se lo agradezco, señor Park — habló TaeHyun. — Su esposa ha sido una anfitriona estupenda, y espero que las noticias de su familia sean positivas.
— Afortunadamente, las noticias no nos dieron malas nuevas — Respondió Kai, dando confort a todos los presentes.
La mañana siguió con las anécdotas de los caballeros mientras que las damas proseguían con los preparativos de la fiesta.
Los tres muchachos se encontraban en la habitación de YuNa, dándole los últimos toques a su arreglo personal. Obviamente, YuNa dirigía la orquesta.
— ¡Mira, TaeHyun, a ti te voy a prestar este arete para que enmarque tu linda carita y a ti, JungWon, este collar de oro te quedará divino!
— ¡YuNa! Nos has colmado de atenciones. ¿No crees que ya deberías de verte por ti misma? Todavía tienes la bata de baño.
— No hasta que vea cómo van a caminar enfrente de todos.
— ¿Qué tan importante es cómo caminamos?
—Quiero ver — dijo, dirigiéndose hasta un extremo del cuarto.
TaeHyun y JungWon caminaron hacia ella, como lo hacían siempre: TaeHyun con la espalda derecha, rígido como un palo, y JungWon medio jorobado.
— ¡No, chicos, así no! — les dijo, tratando de no perder la paciencia. — De nada sirve la percha si no lo saben lucir. ¡Mírenme!
Y, aún con la bata de baño, YuNa se mostraba segura y coqueta, sin perder la elegancia.
— ¡Nunca seremos como tú! — sentenció JungWon.
— ¡Pues no estoy pidiendo que lo sean! Son chicos, sean ustedes mismos… ¡Bien! JungWon, no camines mirando el piso, endereza esa espalda… Imagínate que eres la única persona capaz de enseñarle al mundo lo importante que es conservar un "incunable".
Al parecer, YuNa dio en el blanco, porque JungWon empezó con una soltura que no había demostrado antes y tenía un brillo en los ojos que no habían visto.
— ¿Qué me dices si piensas en JongSeong? — soltó de pronto YuNa.
JungWon perdió un poco la compostura, pero la recuperó pronto, pero TaeHyun habló sin saber si era su voz la que se oía en esa habitación.
— ¿Y qué me dices de Choi BeomGyu?
El ambiente se tensó, los dos muchachos solo se miraban desafiantes y YuNa, por primera vez, no sabía qué hacer.
— Bueno, creo que… ¿Por qué no van a la sala con sus padres mientras yo me arreglo?
Los dos jóvenes salieron con una distancia prudente, dejando a YuNa con la boca abierta.
Cuando TaeHyun y JungWon entraron a la sala, sus padres los miraban de arriba abajo.
— Bueno… Es un estilo un poco atrevido para chicos de su estatus, pero te ves hermoso, hijo — dijo la señora Park, abrazando a JungWon.
— La verdad… Un padre nunca está preparado para ver a su hijo con todos esos cambios — externó el señor Kang con una sonrisa de medio lado, que se le borró al ver a su esposa con cara de pocos amigos.
— ¡Pero, TaeHyun...! ¿Qué clase de ropita es esa? — dijo la señora Kang, tratando de murmurar para que los demás no se dieran cuenta de su desacuerdo.
— Madre, ¿no crees que con esta ropa atraeré al mejor partido que andas buscando para mí? — le contestó, murmurando también, y la señora Kang ya no supo qué decir porque el señor Park invitó a todos a pasar al comedor.
Fue lo mejor para TaeHyun porque, después de analizar lo que le había contestado a su madre, su corazón latía a todo galope.
"¿Qué me está pasando? ¿En qué clase de hijo me estoy convirtiendo? ¡Le falte el respeto a mi madre!".
Mientras todos se dirigían al comedor, el elogio de JongSeong no se hizo esperar.
— ¡Estás realmente hermoso, TaeHyun!
— Gracias…
JongSeong tenía toda su atención en TaeHyun cuando giró la cabeza y se puso pálido, TaeHyun volteó a ver qué fue lo que le impresionó tanto y, junto con JongSeong, vieron pasar con la cabeza muy en alto a JungWon.
"Por lo visto JongSeong también quedó impresionado por JungWon", y TaeHyun ya no supo qué pensar ni qué sentir. La atención de JongSeong, que había acaparado las últimas semanas, se tambaleaba.
TaeHyun no sabía si sentirse aliviado o celoso.
Terminando la cena, todos se reunieron en la sala para abrir sus regalos y, cuando terminaron, el señor Park pidió la atención de todos.
— Señores, ahora mi familia los invita a que vayamos a la playa, ¿o qué mejor lugar para recibir la luz del primer día del año?
Todos salieron gustosos hacia la playa. Cuando llegaron, se quitaron los zapatos y se sentaron para observar tan mágico suceso.
— Es hora de pedir un deseo — dijo YuNa al observar un pequeño rayo de luz, que trataba de asomarse en el horizonte.
— ¡Mi deseo es que mis negocios sigan prosperando! — gritó el señor Park.
— ¡Mi deseo es seguir contando con mis nuevos amigos! — se atrevió a gritar el señor Kang ante la cara asustada de su esposa.
— ¡Mi deseo es poder casarme con YuNa! — exclamó sin tapujos Kai, el novio de YuNa, que se volteó a mirarlo con infinita ternura.
TaeHyun se paró y encaró a la brisa marina.
— ¡Mi deseo es renacer! ¡Quiero ser un chico sin miedos y sin dolor en el corazón!
Los padres de TaeHyun se abrazaron al escuchar su petición, porque el sufrimiento de su hijo los había unido más que nunca y, de esa manera, nació un nuevo año.
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