Saldando cuentas.
El nuevo día se fue presentando, los rayos del sol lo bañaron todo, incluida la casa de los Jeon.
Jimin comenzaba a abrir los ojos pesadamente, envuelto en un calor confortante, no tenía prisa por despertar del todo, se re acomodó en los brazos de Jungkook para seguir disfrutando de su cercanía.
Jungkook también comenzaba a despertar, movió sus brazos buscando la presencia de Jimin, por un momento temió no encontrarlo, pero la tibieza de su piel le confirmó que no fue un sueño lo que vivió con su pequeño Jim, el ciclo se había cerrado, se pertenecían en cuerpo y alma literalmente.
—¿Jimin, ya estás despierto?
—No, creo que no —le contestó con los ojos cerrados y aferrado a su torso—. Todavía estoy soñando que ya soy tuyo.
Jungkook sonrió e imitó a Jimin, cerró los ojos y dejó que sus sentidos se llenaran de su presencia, pasaron algunos minutos endulzados con un suave silencio.
—¿Kook?
—Dime, amor.
—No es que me queje —y abriendo los ojos lo volteó a ver—. Pero, ¿cómo es que saliste de la cárcel tan pronto? El abogado de los Jeon me dijo que era un caso difícil.
—Todo se debe a tu padre —lo miró a los ojos—. Yo no quise poner el nombre de Jungwon o la abuela Misook como escudo; por lo que Minhyun tenía la ventaja, pero tu padre lo manejó muy bien a pesar de que no es abogado defensor. Convenció a la policía que esto solo era un pleito entre parientes y que, si nos dejaba resolverlo en forma privada, la policía se vería beneficiada con equipo nuevo, obviamente salí bajo la responsabilidad de tu padre y de mantenerme alejado de Minhyun.
—¿Y sus heridas?
—Se desestimaron cuando me revisó el doctor de la policía y comprobar que no hay prueba científica de que yo haya dado paliza alguna.
—¿Hasta cuándo seguirá esta pelea, amor?
—No lo sé mi niño, pero el día de hoy no me importa, es mi cumpleaños y me lo pienso celebrar contigo a mi lado.
—¿Y la universidad?
—Sólo por hoy, compláceme.
—Lo que tú quieras, Kookie.
—¿De verdad? —y levantó las sábanas para admirar su cuerpo—. ¿Lo que yo quiera?
—Jungkook, no. ¡Ya es de día!
—¿Y qué? Estamos casados y el amor no sólo es para la noche —comenzó a besarle el vientre—. Por mí, te haría mío de día y noche.
Las débiles protestas de Jimin fueron acalladas por los besos y las caricias, y nuevamente se entregaron a su amor.
Pasaron un par de horas, hasta que Jimin pudo convencer a Jungkook de salir de la cama y tomar nuevamente un baño, sólo que Jungkook se incluyó en éste, se la pasaron jugando como chiquillos en la tina del baño, por fin salieron de su recámara limpios y bien cambiados.
—Jungkook, me gustaría pedirte un favor.
—¡Oye! Es mi cumpleaños, sólo debes complacerme a mí.
—Sólo uno.
—¿Cuál será, señor Jeon?
Jimin se tiñó de carmín al comprender la intensión de las palabras de Jungkook.
—¿Podríamos visitar a mis padres? Quisiera agradecerle a mi padre, el hecho de que te haya ayudado.
—Te doy toda la razón.
Bajaron a desayunar y después se alistaron para ir a visitar a los padres de Jimin.
—Creo que hemos dado un buen espectáculo.
—¿A qué te refieres, cielo?
—¿No notaste las caras de sorprendidas de la cocinera y los empleados... y el pobre de Jungsu?
—Bueno... Lo que pasa es que nunca nos habían visto como dos tortolitos enamorados, hablando tontería y media y dándonos besitos.
—¡Por favor, Jungkook! No me beses delante de la gente... me da pena y no me vayas a besar enfrente de mis padres.
—¡Ni loco! Todavía me duele el golpe de tu padre.
—¡No exageres! ¿Me juras que ya no me besarás delante de la gente?
—Lo pensaré —sin darle tiempo de responder le dio un ligero beso y le abrió la puerta del auto.
Fue un recorrido bastante tranquilo, cuando llegaron a la mansión de los padres de Jimin, ellos los recibieron afectuosamente.
—Sigo sumamente preocupado por la seguridad de Jimin y la tuya también, Jungkook —le habló muy serio, el señor Park.
—Sé que esto último que pasó no le demuestra que puedo hacerme cargo del problema, pero me esforzaré porque este asunto se termine de una buena vez.
—Confío en ti.
—¡Vamos señores! —habló la señora Park—. Mejor tomemos, almorcemos y charlemos de cosas más agradables.
—Como el favor que te quiero pedir, madre.
—¿De qué se trata?
—De que me vuelvas a prestar tu cocina y a tu servicio la próxima semana.
—Cariño, sabes que lo haría con gusto, pero la próxima semana tu padre ofrece una cena de negocios muy importante.
—¿Y ahora que haré?
—Puedes usar nuestra cocina, Jim —intervino Jungkook—. No es tan grande como la de tus padres, pero bastará para tu trabajo.
—Gracias Kook, pero no es tanto el tamaño de la cocina, sino el personal.
—Es cierto, siendo un hombre soltero, no contraté a muchas personas a mi servicio.
—Tendré que contratar a un personal exclusivo para esta empresa, pero no hay tiempo para entrevistas e investigaciones de las personas.
—¿Por qué no le pides ayuda al doctor amigo de Taehyung? —opinó la señora Park—. Según recuerdo, me dijiste que las personas que te ayudaron a hacer la comida para los niños, eran personas decentes, pero con necesidades económicas.
Jimin no podía creerlo, su madre no sólo recordaba las cosas que él le comentó, sino que se conducía con respecto hacia las personas necesitadas.
—Te lo agradezco, madre, lo haré.
Después de un rato agradable con los Park, los jóvenes esposos salieron en busca del doctor Jaehyun.
—Jungkook, es tu cumpleaños, ¿no será mejor que yo lo vea mañana?
—Estar contigo es una manera de celebrarlo, y acompañarte en tus primeros pasos como empresario, lo es más.
✧✦✧
El doctor Jaehyun los recibió afectuosamente, Jimin le contó todo su problema y el bonachón doctor, fue la respuesta a su problema.
—Jimin, la memorable comida que nos hiciste todavía se comenta —habló moviendo su bigote graciosamente—. Mañana mismo tendrás a las amables personas que te ayudaron, ¿quieres que te las mande a tu casa?
—A la casa de mi esposo —dijo Jimin orgulloso, tomando de la mano a Jungkook.
De regreso en su casa, Jungkook se fue a revisar algunos documentos del fideicomiso a la biblioteca, mientras que Jimin insistió en preparar sus platillos favoritos para la cena.
La noche cayó, la servidumbre se retiró discretamente dejando a los jóvenes disfrutar de su intimidad. Hablaron como nunca, de mil cosas distintas como si trataran de recuperar el tiempo perdido, poco a poco, los recuerdos dieron paso a los proyectos, proyectos de pareja, de una vida juntos.
Antes de medianoche, Jungkook se encontraba en la alcoba esperando a que Jimin saliera del vestidor, él ya se encontraba acostado en la cama y se estaba impacientando.
—Jimin, ¿por qué tardas tanto?
—Espera un momento.
—¿Qué estás haciendo?
—Tomando valor.
—Tomando... ¿Para qué?
—No pensé que la ropa íntima que me regaló Taehyung, fuera tan... reveladora, pensé que eso solo era para mujeres, pero no.
Jungkook sonrió y le picó la curiosidad, saltó de la cama y se acercó a la puerta del vestidor.
—Vamos, mi tímido esposo —Jungkook le susurró—. Déjate ver de una vez.
La puerta del vestidor se comenzó a abrir lentamente, un par de grandes ojos castaños se asomaron.
—Joven Jeon —le habló con mucha propiedad—. Le recuerdo que ya conozco hasta el último rincón de su cuerpo, es hermoso y no tiene porqué volverse tímido otra vez conmigo.
Jimin terminó de abrir la puerta y Jungkook se quedó pasmado. El menor traía puesto solo un bóxer, pero no cualquier bóxer, sino uno de tela transparente que casi no deja nada a la imaginación, podía ver el perfecto cuerpo de Jimin y con un primoroso rubor enmarcando su cara, fue para Jungkook la visión más seductora que hubiera visto jamás.
—Por todos los ángeles —le dijo mirándole de arriba abajo—. Voy a besarle los pies a Taehyung.
Jungkook lo atrajo a su cuerpo, y le llenó de besos y caricias exigentes, muy exigentes; pero Jimin no se asustó, lo recibió gustoso, sintiéndose afortunado de poseer la devoción de ese hombre.
No tardaron en llegar a la cama, que la convirtieron en su nube de ensueño, para viajar muy lejos sin que los problemas los atormentaran.
Jungkook disfrutó como nunca el erótico placer de acariciar a su marido, y que él le quitara el pijama fue la locura. Nuevas caricias surgieron de sus cuerpos, el complacerse el uno al otro fue su alimento de esa noche y cuando llegó el orgasmo, Jungkook se alejó del cuerpo de Jimin.
—Lo siento, amor —pudo decir tras recuperarse un poco—. Me muero de ganas de que tengamos un hijo.
La solo idea iluminó el rostro de Jimin.
—Pero necesitamos madurar como pareja primero, terminar los estudios... y realizar algunas metas.
Jimin le quitó algunos húmedos mechones de su frente y le sonrió.
—Gracias por pensar también en mí.
Y abrazados, sintieron que estaban preparados para enfrentar al mundo.
✧✦✧
Los días siguientes fueron de gran movimiento, regresar a la universidad, ponerse al día y al mismo tiempo, prepararse para el banquete con un personal nuevo y el dolor de muelas del fideicomiso.
—Amor —le dijo mientras le arreglaba la corbata—. No vayas a seguirle el juego a esos dos, ármate de paciencia lo más que puedas.
—No te preocupes, Jim, todo saldrá bien, esta es la última reunión antes de llevarlo a cabo oficialmente, Jungwon y Seungmin llegarán esta semana, tengo muchas ganas de verlos.
—Yo también.
Se abrazaron y se despidieron con su acostumbrado beso, Jungkook se fue en su automóvil deportivo, mientras que la camioneta se lo dejó a su chofer para que llevara a Jimin a los lugares que necesitaba para preparar su banquete, estaba a punto de subirse al auto cuando una presencia lo detuvo.
—¡Vaya! —la voz de Yeji tronó—. Las mujeres solteras de esta ciudad se deben de estar preguntando, ¿cómo es posible que un chico huérfano y simple como tú, haya podido atrapar al soltero más codiciado de Seúl? Él ya se había librado de ti. ¿Por qué rayos regresó contigo?
—Mira Yeji —le respondió alzando una mano para que los guardaespaldas no intervinieran, ante la proximidad de Yeji—. Estoy tan ocupado que no tengo ni tiempo ni ánimos de responder a tu veneno, sé que no viniste a cuestionar mi matrimonio. ¿Qué buscas en realidad?
—No lo puedo creer, que manera de contestar. ¿Sabe Jungkook que no se casó con un huérfano poca cosa, sino con una "víbora"?
—¿Qué... quieres? —Jimin trataba de no perder la paciencia, ahora comprendía a Jungkook por perder los estribos con los Jeon.
—Sólo recordarte que pueden suceder cosas trágicas... si Jungkook continúa con la idea del fideicomiso.
—Yeji —le dijo mirándola a los ojos—. Pensé que eras más lista.
—¿Qué me quieres decir, huérfano asqueroso?
—Que nunca se debe de lanzar una amenaza delante de testigos.
Yeji se quedó muda, y fue entonces que reparó en la presencia del chofer y los guardaespaldas, nunca pensó que la "servidumbre" podría "hablar".
Tratando de recuperar su autocontrol, se ajustó su chaqueta de cuero y tomó la actitud de una vieja amiga que se despedía de su visita.
—Nos veremos otro día, querido, debemos desayunar.
Y desapareció en un santiamén.
Jimin subió a su camioneta y en 15 minutos llegó a la clínica del doctor Jaehyun, en la improvisada cocina, varias señoras practicaban los platillos que el menor les indicó elaborar, las supervisó desde el manejo de los ingredientes hasta la presentación en el plato.
—Solar, la crema te salió estupenda, pero la ensalada está muy condimen...
—Alto ahí, niño —una voz de alarma lo interrumpió.
Jimin y las señoras se dirigieron hacia el origen de los gritos, una señora sujetaba el brazo de un muchacho flacucho que luchaba en vano de zafarse.
—¿Qué sucede?
—Este niño se robaba el pan, señor Jeon.
Jimin miró al muchacho, a leguas se le veía lo desnutrido que estaba, su ropa desgastada delataba su condición, en la mano libre sostenía con fuerza una pieza de pan y en sus ojos se veía la desesperación y el miedo, esto último estrujó el corazón de Jimin.
—Llame a la policía, señor.
—Dele un buen golpe por ladrón.
—Por favor, señoras —Jimin llamó al orden—. Seamos compasivos.
Y se dirigió al muchacho.
—¿Cómo te llamas? —le habló con voz suave para no asustarlo más.
—"Yeye"
—¿Yeye?
—Así me dicen desde que me acuerdo.
—¿Tienes hambre Yeye?
—Sí, señor... Hace días que de aquí salen aromas deliciosos... y no pude resistirme, por favor no llame a la policía.
—¿Qué hará señor?
Todas estaban en espera de su respuesta. Finalmente...
—Denle un buen plato de sopa, después que les ayude a cortar papas o lo que necesiten —y se volvió a dirigir al muchacho—. Te tienes que ganar ese pan, de donde yo vengo trabajábamos duro, y al final del día, el pan sabía más sabroso.
—Pero señor, es un ladrón.
—¿Va a confiar en él?
—Confiaré... Espero que no me defraudes, Yeye.
—No señor, se lo juro.
Jimin le sonrió, y pensó que era el comienzo de pagar su propia deuda, de saldar cuentas.
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