CAPÍTULO 15
Una disculpa por la faltas de ortografía.
Aegon demostró ser tan fértil como su madre, pues no pasó mucho luego de su noche de bodas que el maestre Gerardys anunció el estado del omega.
Ese día la Fortaleza se llenó de euforia, se repartió monedas de oro y comida a los ciudadanos de Kings Landing.
Aegon fue mimado por la mayoría de las personas que habitaban Red Keep, pero sobre todo por su esposo y alfa, Jace le cumplía cada capricho o antojo que Aegon pedía, no le importaba hacer vuelos en dragón para conseguir lo que Aegon deseaba.
El omega estaba viviendo en una nube de felicidad, sonrió enternecido cuando su madre omega llegó con ropita para el bebé.
Maelor nació un día soleado y sin contratiempos, era un bebé realmente hermoso, era perfecto en palabras de sus padres. Maelor tenía la apariencia Targaryen, no fue hasta que cumplió su primer onomástico que se dieron cuenta que su cabello era como el de su padre alfa, con rizos, y que sus ojos eran del color violeta de los Velaryon y no el lila de los Targaryen.
Fue ese mismo día, del primer día del nombre de Maelor, donde el rey Viserys estaba dando una audiencia en el Salón del Trono, que, así como había hecho con Aegon una vez, sentó a Maelor sobre sus rodillas y exclamó.
—Algún día este será tu asiento, muchacho. Después de mí, después de tu abuela y después de tu padre.
La sonrisa de Rhaenyra y Alicent eran resplandecientes.
—Lo hiciste bien, Aegon —Viserys sonrió a su nieto, con ojos suaves y sonrisa orgullosa.
Aegon le devolvió la sonrisa.
Driftmark, el asentamiento de la Casa Velaryon, actualmente la cabeza de la casa era Lord Corlys Velaryon, apodado como la Serpiente Marina, su heredero, su hijo omega Lord Laenor Velaryon y el heredero de este, su nieto, Lucerys Strong, que, llegado el momento de ocupar el Trono de Pecios, cambiaría su apellido a Velaryon.
Corlys no podía estar más complacido por las decisiones que el destino había tomado para su Casa, Maelor, su bisnieto, en sus venas corre sangre Velaryon, su sangre, sangre que se sentará en el Trono de Hierro llegado el momento. Sin olvidar que un Velaryon sería consorte otra vez, estaba seguro de que Jace haría un gran trabajo ayudando a Aegon a gobernar los Siete Reinos.
Ya teniendo asegurado su sangre en el Trono de Hierro, Corlys tenía que concentrarse en el suyo, el Trono de Pecios. Lucerys, su hermosa perla, la viva imagen de su amada Rhaenys, era el futuro de su Casa, por lo tanto, tenía que tener un consorte adecuado, alguien quien, llegado el momento, no le quitara el señorío ni el mando a su amado nieto, que tomara el apellido Velaryon en vez que Lucerys el suyo.
Sonrió al ver la imagen frente a sus ojos, pues si sus ojos no le mentían, el destino otra vez estaba jugando a favor de su casa, nadie hubiera imaginado que otro hijo de la heredera era destinado de un hijo de Laenor.
Al parecer los dioses querían que la sangre se purificara, porque si no, qué explicación había a que Aemond Targaryen fuera el destinado de Lucerys.
—¿De esto es de lo querías hablar? prima —preguntó Laenor, su mirada fija en la costa. —No sé si estar sorprendido o complacido.
—Aemond no ha dicho ni una palabra, creo que espera a que Lucerys sea mayor de edad —exclamó, su hijo estaba en la costa con Lucerys, ambos agarrando las manos de Visenya que daba pequeños saltitos en el agua, la última de sus vástagos —Sabe que no lo obligaremos a casarse con alguien que no ame.
—Sangre Targaryen y sangre Velaryon otra vez unida, sangre de la antigua valyria.
—Sangre Hightower y sangre Strong, sangre de los ándalos y primeros hombres, otra vez entrelazados.
Ambos se miraron.
Las decisiones de los dioses pueden ser extrañas a veces, pero creo que solo hay una respuesta a esta. Purificación.
Pues Rhaenyra podía decir con toda confianza que Daeron era el destinado de Joffrey.
Aemond volvió a respirar ese aroma a piñas y petricor, que lo hacían sentir cálido, como los rayos de sol. Sonrió al observar a Lucerys alzar a su hermanita y girarla para luego darle pequeños besitos en el cabello, su alfa interno se regocijaba al ver a su compañero, se lo imagino haciendo lo mismo con su futuro cachorro.
Su aroma a roble, hojas quemadas de libros y miel se extendió por el lugar, pero lamentablemente por el momento no podía ser apreciado y más por el objetivo de su afecto.
—Deja de mirarme con esos ojos —exclamó Lucerys con una sonrisa tímida.
—¿Qué ojos?
Y es que Aemond podría pasar todo el día viendo a Lucerys, para el alfa no había omega más hermoso que el pelinegro. Se recordaba que en el próximo día del nombre de Lucerys pediría su mano, revelando que son destinados. Pero antes quería cortejar al omega.
Lucerys depositó a Visenya en los brazos de Alys al ver como Aemond se quedaba quieto mirando el horizonte. Alys se había convertido en la sombra de su sobrino lo cual algunas veces enojaba a Aemond que quería estar a solas con el omega.
—Alys por favor lleva a Visenya adentro —dijo el omega —Que le preparen un baño caliente.
Alys solo asintió dándole una mirada a su sobrino que solo se sonrojo. Lucerys se acercó a Aemond para tomarlo del brazo y empezar a caminar juntos por la costa.
—Ven primo, camina conmigo.
—El abuelo quiero ir a Myr a visitar a Rhaena, el abuelo todavía no lo sabe, pero ella conoció a un príncipe de Yi Ti y al parecer ambos congeniaron —empezó Lucerys —Quiere que Baela y yo seamos los intermediarios para converse al abuelo y al tío Daemon de aceptar el cortejo del príncipe.
Aemond se quedó callado por un momento.
—Lucerys —empezó el mayor —Si alguien quisiera cortejarte para pedir tu mano, además de tus padres, ¿Con quién más iría?
El omega evitó mostrar su sonrisa y trató de controlar su aroma para no delatarse, su lobo estaba emocionado y extasiado.
—Supongo que, con mi abuelo, Corlys, ya que es el líder de la casa Velaryon y yo soy su heredero.
Aemond asintió, aunque en su mente empezó un dilema, Corlys era un hombre ambicioso, estaba seguro de que para su heredero y amado nieto iba a querer un buen prospecto, alguien que la ayudara a Lucerys a mantener o incluso elevar la Casa Velaryon.
Era conocido que la Casa Velaryon era lo que era ahora gracias a Corlys, el hombre que navegó por casi todo el Poniente y Essos, recolectando riquezas, que cuando regresó a Westeros con todo lo conseguido, mandó a construir High Tide, fortalecer la flota Velaryon, haciéndose un nombre entre los nobles. Lo que muchos no sabían es que Corlys hizo todo eso para ser merecedor de su destinada, la princesa Rhaenys Targaryen.
Y por el momento Aemond no tenía mucho que ofrecer, salvo su apellido y su dragón, si era jinete de Vhagar, el dragón más grande, pero no es que a los Velaryon les faltaran jinetes de dragón.
Lucerys se dio cuenta que Aemond volvía a perderse en sus pensamientos, tenía una idea de lo que el alfa podría estar pensado. Y antes que pudiera decir algo, rugidos de dragones se escucharon, ambos alzaron la mirada para ver como un dragón dorado y verde se acercaban.
Rhaenyra miró preocupada lo que sucedía a su alrededor, Alicent se acercó a ella tomando su mano tratando de darle confort.
Su nariz pico al sentir los aromas intensos de los inciensos que prendían los maestres. Alicent soltó un pequeño estornudo.
—Rhaenyra...
La alfa se acercó rápidamente a la cama, en esta se encontraba el rey Viserys, que se hallaba gravemente enfermo. Los maestres todavía no encontraban cual era el mal del rey.
—Padre.
Rhaenyra tomó la mano de su padre, sentándose a su lado con cuidado.
—Ya es hora hija, llámalos a todos —dijo el rey con voz baja y con lentitud —No falta mucho para que me reencuentre con tu madre.
La alfa empezó a llorar, acarició la mano de su padre.
—No llores... Rhaenyra, mi amada hija, lo has hecho bien, serás una gran reina... Ahora cumple el deseo de este viejo rey de ver a su familia antes de que el extraño le reclame.
Rhaenyra asintió, es misma tarde los cuervos volaron, convocando a la familia del rey a Kings Landing.
Dragones y barcos llegaron respondiendo al llamado.
En las colinas de King's Landing está una gran comitiva de nobles. Rhaenyra miraba con los ojos llorosos la pila funeraria que tenía a su padre, Syrax esperaba su orden, así como cuando fue el de su madre.
El Rey Viserys Targaryen, murió en compañía de sus familiares, murió de forma pacífica y sin dolor.
Alicent junto su mano con la de Rhaenyra dándole apoyo, la alfa apretó su mano suavemente, antes de tomar fuerzas para hablar.
—Dra... Dracarys
Daemon miró con tristeza cómo el cuerpo de su hermano era envuelto por las llamas. Posó su mano en el hombro de su sobrina, cumpliría su promesa con Laena y Viserys, su sobrina ascendería al trono de hierro sin problemas.
El reino todavía guardaba luto por la muerte del rey, pero en la fortaleza hace pocos días se empezaron a planear los preparativos para la coronación de la primera reina gobernante de Poniente.
Larga vida a la Reina Rhaenyra Targaryen, primera de su nombre, reina de los ándalos y los roynar y los primeros hombres, señora de los siete reinos y protectora del reino.
Larga vida a la Reina Consorte Alicent Targaryen.
Larga vida al príncipe Aegon Targaryen, príncipe de Dragonstone y heredero al trono de hierro.
Regresando desde la profundidades del inframundo. Ustedes no se preocupen, yo termino esta historia porque la termino.
Un minuto de silencio por Viserys que ya lo mande con San Pedro, pero esta cosa tiene que avanzar.
Anyways...
¿Qué les pareció el capitulo?
Sin nada mas que agregar, nos leemos pronto. (Va a tratar de participar en un reto de escritora de un mes.)
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