—Mierda.

No había ninguna señal de Tsuna allí así que no se habían quedado mucho tiempo, salieron directo a las fronteras y se sorprendieron cuando todos habían sido teletransportados a un campo de batalla.

Frente a ellos tres héroes más estaban allí igual de desubicados.

—¿Que mierda?—Masculle Reborn.

—¡Yamamoto-san! ¡H-hibari-san!— El héroe del escudo grita al verlos, la maga se acerca con su báculo y el héroe del arco también se acerca pero toma una buena distancia de Yamamoto.

—Io— el del arco retrocede.

—Nos transportaron al campo de batalla, genial—Hayato está arto, no encuentran a Juudaime pero tendrá su desquite.

—Hermano, ¿Te gustaría deshacerte de tu estrés?— Chrome pregunta

Mukuro no hace caso y se acerca a Kyoya.

—Ave-kun, ¿Cuánto a qué mato más demonios que tú?— Inscita.

—Mataré más, piña—

—Pido al Rey— gruñe Reborn.

Los héroes que no los conocen se incomodan un poco, se supone que ellos son los héroes, no esté grupo raro de varias especies, claro sin contar a Yamamoto-san y Hibari-san.

De pronto todas de demonios se acercan, impactados ven cómo unos tentáculos enormes salen de la nada y masacran, Hibari-san se lanza y muerde hasta la muerte a cada que se atraviesan frente a él. El hombre musculoso y alto golpea a muchos y salen varios metros volando a cada golpe suelta un 'Extremo', la hermosa Minotauro provoca rayos en sus cuernos y elimina una buena cantidad, el elfo dispara flechas rojas que se forman de la nada y que desintegran en una gran explosión de un radio de 100 metros por flecha, el hombre de sombrero gracioso ni se diga, en un segundo ya tenía más de cincuenta demonios muertos alrededor. La niña mitad gris tenía vides rodeándola y mataba a cualquier demonio que se le acercara.

Yamamoto-san por otro lado decapitaba a cualquier demonio que se le acercara, entonces apuntó al cielo con su lanza y la bajó con fuerza, algo parecido a un meteorito cayó llevándose todo un batallón.

—Muu~ ¿Presumiendo?— Lambo ríe.

Es divertido pelear, es parte de ellos desatarse en el campo de batalla.

La batalla parece no acabar, y en lugar de cansarse, se eleva su sed de sangre y parecen luchar con más ferocidad.

No hay descanso y siguen luchando, ríen y siguen, no tienen heridas y siguen avanzando, llega un momento en el que pueden ver el castillo cerca.

Kensuke carcajea fuerte y sin parar, sus lágrimas bajan y está feliz.

—Mi querido—su dulce y hermosa voz en sus oídos derrite su corazón.

¡Y, Oh!

Sus suaves manos tocan su rostro.

¡LO TOCAN!

Puede tocarlo.

Es como un sueño, puede finalmente después de mil años, tocar a Tsuna.

—Te he extrañado—acuna sus manos—Tu toque, poder sentir ti piel con la mía.

Esta muy feliz.

Ve perfectamente como su piel desnuda comienza a vestirse, el mismo poder concentrado físicamente formando ropa consistía en un top negro y un "taparabo" largo de igual color, sus brazos y garras fueron cubiertas por un caparazón oscuro [N.A: como Rachnera Aracne]

Su largo y suave cabello se trenza con el pensamiento quedando un larga trenza delgada, incluso cualquier herida desparece.

Los cielos mismos se oscurecieron por su sola presencia, las bestias aullaron y demonios temieron.

El calabozo mismo se estremeció, comenzó a deformarse y ellos salieron flotando frente a esa construcción comenzando a desmoronarse como polvo mismo que el viento barrió.

Al caer a tierra vieron a las hadas hincarse, sus grandes y coloridas alas dobladas cuál falda los miraron con tanta emoción que conmocionó un poco.

—¡Reyes! ¡Mi raza ha esperado muchos años a este día!—lloraba la reina con alegría —¡Mi lealtad nunca falló!

Tsunayoshi ríe y le ayuda a pararse, la mira a los ojos y con una mano acaricia su cabello con ternura.

—Millena, te has vuelto una Reina hermosa y fuerte. Nada comparado con la pequeña de cinco años que dejé atrás.

Ella solloza con fuerza, en un arrebato se lanza a un abrazo y llora en su regazo cuál niña pequeña.

—Te extrañé mucho, Padrino. Mamá nunca me dejó de creer en tu libertad, tuvimos esperanza.

—¿Sabes porqué te bauticé con tu nombre?—ella niega—"Miles de antorchas", la esperanza es como una pequeña llama en las personas, pero en la antigua guerra nadie tenía, tu madre entoces se enteró de ti, la nueva generación, a quien debíamos proteger. Nuestra determinación fue esperanza para moles de personas, miles de pequeñas llamas, tu eres esa personificación hija. Dónde hay tan solo una esperanza puesta en mí, yo saldré y te haré orgullosa de creer en mí.

—En resumen, nos haces orgullosos. Y siempre lo he dicho, Millena—Kensuke sonríe detrás de Tsuna apoyando.

La Santa corría a fuera cuando su sacerdote anunció un cielo oscuro, las aves huían en dirección al sur y pudo sentir hasta sus huesos el poder absoluto, tan oscuro y cautivador.

—Mierda—maldice.

Revisa su interior y suspira, tiene una recuperación completa.

La guerra antigua fue muy dura.

Y más cuando traicionaron a quien creyó en ellos, todo por confiar en su raza.

«¡No eres débil! ¡Eres super fuerte! ¡Un día serás una Santa y no tengo duda!—su sonrisa tan grande y cálida fue hermosa»

No debe pensar en el pasado.

No cuando sus decisiones tienen un peso asfixiante y ensordecedor.

Kensuke suspira al ver a Tsuna mostrar respeto sobre la tumba de la anterior Reina de las Hadas, Enya, su compañera que se mantuvo fiel a su lado y por ello habían sido encadenados al Valle Oscuro.

Todavía recuerda el pasado como si fuera ayer, sus memorias modificadas para nunca olvidar lo que han vivido solo fue una maldición más......

•Pasado~

Su llegada a este mundo fue espontánea y catatónica, no sabían nada de su geografía e idioma.

El primer día no salieron del cráter en el que llegaron.

Sentían hambre pero no sabían qué podían comer y que no, la noche fue oscura y los sonidos le hacían temer.

Pelearon varias veces y al herirse se perdonaron, solo se tenían ambos.

Y eso dolía, extrañaban a sus seres queridos con fuerza y lloraron más.

Con el frío de la noche tuvieron que verse obligados a dormir juntos y muy pegados brindándole calor.