Capítulo 4: La ayuda viene en camino.
Al final si conversé con la psicóloga, la idea es quedarme tres veces a la semana después de clases, hoy va a ser el primer día en que hable con ella.
Me dan muchos nervios.
Durante todo el día, he charlado con L de eso, a cada rato me aconsejaba que debía relajarme, hablar con toda sinceridad de lo que he pasado, sin ocultarle nada y ser lo más expresivo que pueda, manteniendo la calma en lo posible.
Ya habían acabado las clases, debía encaminarme hacia el salón de psicopedagogía.
Fui con mucha calma, sin apurarme ni nada. Desde niño tuve la torpe idea de que todos los niños que iban a este salón era porque son enfermitos mentales o son los típicos que tachan de "déficit atencional" sólo porque la mamá no supo criarlos de chicos y son un dolor en el culo. Pero de verdadero déficit atencional no tienen nada, sólo malcrianza.
Debatí entre tocar la puerta o directamente entrar... opté por eso último, al final, no había absolutamente nadie en el aula. Quizás llegué demasiado temprano o yo qué sé.
Tomé asiento en uno de los puestos de en frente, terminé de colgar mi mochila en el respaldo del asiento cuando...
- ¡Hola! -gritaron, di un salto marica del susto, fijé mi vista y era...- ¿Me recuerdas? ¡Somos de la misma clase! Aunque no me acuerdo bien de tu nombre, ¿cuál era...?
- Hola -dije de forma fría y cortante, sin querer dirigirle la mirada.
- Yo soy Lars Ulrich -se sentó a mi lado y dejó su mochila sobre la mesa-, un gusto -acercó su mano para que yo la estrechara, negué-. Oh... ¿cómo te llamas?
- Kirk, Kirk Hammett.
- ¡Hola, Kirk!
Joder, que cargante.
- ¿Qué haces aquí? ¿Tienes algún trastorno mental como yo?
Ah, aceptarlo es el primer paso, dicen.
- No, sólo he tenido un par de problemas, necesito desahogarme con alguien y listo.
- Ah... entiendo... -oímos varios ruidos exteriores a la sala, él se distrajo y observó a la puerta por varios segundos- Ehh... ¿de qué hablábamos?
- No sé.
- Ah, bueno, yo... -se señaló- soy hiperactivo, ¿se nota? -no le contesté, mantuve la vista hacia la pizarra- Ah, yo sé que sí... también tengo déficit atencional, pero sobretodo, hiperactividad... ¿qué problemas tuviste para que vinieras acá? Yo vengo porque me distraigo con casi tod... ¡Oh, te gusta Misfits! -señaló mi chamarra- Bueno, ya, ehh... como te decía, me distraigo y no puedo poner mucha atención en clases, ¿se nota?, ¿se nota?
Asentí, queriendo que se calle de una puta vez.
- ¿Por qué viniste aquí?
- Ya dije que quería desahogarme con respecto a ciertos problemitas míos, nada más. No es algo que te importe.
- Si me importa, por algo te lo pregunto.
- Entonces, no quiero contarte.
- Ah, está bien...
Entró -por fin, después de tantos siglos- la psicóloga al aula.
- Buenas tardes, chicos -saludó, a su vez que dejaba sus cosas sobre la mesa de profesor-. Se me hace sorpresivo que tenga más de un alumno hoy.
Empezó a hablar de cosas que no me interesaban mucho, la verdad.
Hasta que...
- Bueno, Kirk, cuéntame, ¿por qué estuviste tan interesado en venir aquí?
Tragué saliva con nerviosismo, miré de reojo a Lars, quién no despegaba su mirada de encima mío.
- Ehh... son... cosas... personales... creo -hice una mueca.
Continué enviando miradas nerviosas a Lars, para que dejara de observarme así.
- Oh, entiendo... ¿Podrías esperar unos quince minutos entonces? Creo que tu caso sería algo más personal, más adelante tal vez les haga una terapia compartida a los dos.
Mierda, con él no.
- Si quieres puedes esperar unos quince minutos para acabar mi terapia con Lars, que no durará más de eso, para que podamos conversar, ¿sí?
Asentí.
- Puedo prestarte mi celular para que oigas música por mientras -ofreció Lars, poniendo ojos de cachorrito, asentí y tomé su aparato móvil.
Me senté al final del salón y conecté los audífonos que me entregó, cualquier chico de mi edad con un celular ajeno hubiera hurgado en sus conversaciones en las redes sociales, yo... no.
Fui directo al grano, puse algo de Deep Purple que tenía. En realidad, ni puta idea como se usaba uno de éstos, tarde bastante en aprender, pero valió la pena.
Aproveché para repasar un poco la materia de hoy. No quería desperdiciar ningún segundo.
El tiempo pasó volando, de hecho, ni me di cuenta cuando...
- Hey, mi terapia terminó -me sonrió.
- Ah... -paré la música y le entregué su celular- Gracias -hice una sonrisa nerviosa.
- De nada... -tomó su móvil y se fue de allí, no sin antes decir y cerrar la puerta del salón al mismo tiempo- ¡Que te vaya bien!
Se oyó el portazo y salté de impresión, me dieron escalofríos.
Me dirigí de nuevo frente al pizarrón, sólo que me senté en la silla que estaba posicionada frente a la mesa de profesor.
- Ahora sí, Kirk, dime, ¿qué es lo que pasa?
- Oh,bueno... -dirigí la mirada al suelo, a mis pies para ser exactos, me daba miedo ejercer contacto visual con esta señora-Tengo graves problemas para socializar con la gente... -solté de una y suspiré algo aliviado- no... no puedo hacerlo...
- Ah... creo que eso ya lo había notado, te he visto solo en los recreos, no hablas con nadie.
- No...
- ¿Te da vergüenza? -asentí.
- Sí y no me agrada la gente de mis alrededores.
- ¿No te caen bien tus compañeros? -negué- ¿Ni siquiera Lars?
- Eh... no he hablado lo suficiente con él para saber si me cae bien o mal...
Eso es mentira, es con él con quién más contacto he tenido. En contra de mi voluntad, pero era así.
- Oh, entonces, es un alivio que te toque justo los mismos días que a él estar aquí, porque así podrían convivir más como amigos.
Hice una mueca.
- ¿No te agrada esa idea?
- Me da vergüenza establecer contacto con la gente... siempre tengo miedo. Prefiero estar a salvo conmigo mismo... sin que me molesten...
- Hmm... ¿te gusta estar solo? -asentí- Eso es bueno en ocasiones, aprecio que quieras alejarte de todo aquel que pueda perjudicarte, sin embargo, lo haces de una forma muy extrema, debes tener a alguien con quién establecer una charla, pasar un buen momento riendo... ¿No tienes a nadie?
Pensé en L.
No, él no vale.
No es real.
Negué, deprimido al percatarme de la realidad.
- Eso no es sano -prosiguió, un poco preocupada-, vas a acabar con trastornos como la depresión, ansiedad entre otros que pueden ser mucho más graves.
Si supiera lo muy mal que estoy...
- Es muy bueno que hayas querido buscar ayuda... puedo hacer que formes pareja de terapia con Lars para que puedas mejorar tu estatus social, y él pueda controlar sus impulsos -sonrió-. Sí, saldría muy bien para ambos.
No me agradaba mucho la idea.
- ¿Tienes algún otro problema?
Negué, sintiendo como la mentira me comía vivo.
- Nada más.
Me dio un par de consejos y nos despedimos, por fin me sentía libre.
Hasta que salí del aula.
- ¡Hola, de nuevo!
Maldita sea.
- Lars.
- ¿Cómo te fue? ¡Te esperé aquí afuera con el frío y todo para ver si te salían bien las cosas! ¿Hay alguna solución a tus problemas?
- Sí.
- Oh, ¡que bien! ¿Seguiremos estando juntos los mismos días?
¿Cómo supo que...?
AHHHHH.
Asentí.
- ¡Qué emoción! Seremos amigos entonces, ¿sí?
Negué, y apresuré el paso, dejándolo solo.
Mi mente no procesaba bien las cosas, no sabía qué hacer ni como reaccionar a nada, requería estar en soledad y con mi mente.
- Fuiste muy antipático con Lars, de nuevo.
- Joder, L... -bufé, camino a casa, fingiendo hablar por teléfono- No es mi culpa que él sea tan idiota.
- Él tampoco tiene la culpa, no puede controlarse. Es hiperactivo, ¿recuerdas?
- ¿Y de qué sirven las pastillas entonces?
- Tal vez su familia no tiene dinero para comprarlas, o el efecto ya se le acabó y debe administrarse otra dosis. O sino... quizás sus padres quieren que deje de consumirlas para evitar dependencia.
- Hmm... buen punto, pero eso no quita que sea un imbécil.
- Un imbécil que no te trata mal, que está interesado en tu bien. Mientras que los demás de tus pares, te abandonan y te ignoran. Debes agradecer eso.
- Jódete, ya he tenido mucho por hoy...
Ignoré toda frase imbécil que me diga, quería llegar a casa rápido y comer algo.
Mi madre ni puta idea tiene de que me quedé hasta más tarde o de que tengo problemas de sueño, para socializar y que hablo con un ser imaginario. Hmm... que pena por ella.
O, mejor dicho, que pena... por mi.
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