Capítulo 23: ¿Quién soy yo?
Nota: Se tratará el tema de las drogas y autolesión en los casos de trastornos mentales. A mi como autora no me interesa si mis lectores estén a favor o en contra de esas prácticas, ya que éstas son decisión personal.
Independientemente de que, la marihuana tenga la fama de calmar varias enfermedades, también tiene la culpa de que empeore severamente los casos de psicosis y los derive a trastornos peores. Y no, no es algo que me esté inventando, está más que comprobado. Sin contar de que hay una estadística que cuenta acerca de que un pequeño porcentaje de personas (sanas y no sanas) que han consumido esa droga, han recibido un efecto desfavorable como mareos y vómito.
En el cap no ataca a la planta cannabis si no, al porro paraguayo que está compuesto por muchos productos químicos y muy tóxicos. Lo digo para que quede claro.
No más, espero no molestar a nadie con este capítulo que puede generar discusiones.
-------
Ya habían pasado... ¿dos semanas? Sí, dos semanas de vacaciones y yo ya estaba inmerso o mejor dicho, hundido, en un océano de paranoia. No logré encontrar a nadie que me dé la seguridad que me daba Lars, nadie quería ayudarme a salir de este infierno tampoco, me refiero a mi extrema soledad y que los fantasmas me molesten, ¿por qué me odian tanto? No lo comprendo para nada.
Como iba diciendo, tan sólo dos semanas fueron suficientes para percatarme de que Lars no podía ser reemplazado con nada, ni el amor a la música puede con eso o los libros de terror, o los cómics... las páginas se me distorsionaban demasiado y cuando trataba de tocar mi guitarra, nunca lograba oírme, digo, el instrumento no se oía. Chirridos y gritos en habitaciones cercanas sí, es la señora esa que perdió a su bebé y llora desconsoladamente cada vez que me pongo a tocar guitarra porque a ella no le gustan los instrumentos musicales, da una pena tremenda.
Sin poder ignorar más mis problemas, tomé una decisión un tantito estúpida. Demasiado a decir verdad.
Quiero volver con Lars.
Aunque me haya quedado más que claro y L me lo haya mega confirmado el asunto de que él no me ama, quiero estar con él, aunque sea por pena. Necesito de alguien que me consuele y ahuyente a todos aquellos que deseen atacarme. Y sólo él puede hacerlo, nadie más, es ley, porque él tiene ese poder del diablo para hacerme entrar en relajación, es por eso que me enamoré de él, es por eso que aún no puedo dejarlo ir.
No obstante, se me hacía demasiado poco "hombre" pedirle whatsapp que volviéramos, lo mejor era ir hasta él y pedírselo, para que resolviéramos los problemas cara a cara, nos abracemos y nos demos un hermoso beso en los labios.
Le pedí permiso a mi madre para salir a casa de Lars mañana y accedió, mientras pasaba el tiempo, me preparé bien: planifiqué un discurso para no trabarme la lengua a su vez que hablo y quise comprar cosas también, ya sabes, cosas cursis que solíamos regalarnos como flores o chocolates, aproveché de también hacer un dibujito tierno de él y yo, porque sé que él ama dibujar y más de una vez me pidió que yo le regalara un dibujo porque nunca me ha visto hacerlo. ¿Qué mejor oportunidad que ahora?
Me encontraba demasiado emocionado, imaginar que volveríamos a estar juntos, abrazarnos de forma cálida, besarnos y decirnos cositas tiernas, aww, me encantaba. No podía aguantar más tiempo hasta mañana e ir hacia él para ser feliz de nuevo.
Una vez que ya era el día, me levanté animado. Ni una sola voz escuché hoy en toda la mañana, nada que sea de la cuarta dimensión para asustarme. ¡Y me sentía sano! Oh, qué maravilla, ¿no lo creen? La sonrisa de mi rostro era casi imposible borrarla -fue borrada, pero más rato explico porqué-, es que en serio, me sentía demasiado feliz. No podía controlarme.
Sosteniendo los regalos con mucha timidez, me encaminé hasta la casa de Lars, la cual no quedaba muy lejos de aquella plaza que estaba cerca del colegio, el camino más corto siempre me hacía pasar por ese lugar, me daba igual porque iba a estar en contacto con la naturaleza y el entorno era bastante tranquilo. Eran las dos de la tarde y no había nadie, excepto dos personas que iban caminando por el mismo sendero que yo, en dirección a casa de Lars.
Una de ellas, era Lars, obviamente, y la otra...
La otra...
¿Quién mierda era ella? ¿Y por qué estaba sosteniendo la mano de MI Lars?
Opté por seguirlos, ¿y por qué no? ¡Esa estúpida yo no la conocía y estaba con MI hombre! A ver, traté de calmarme y mientras más rápido pasaba el tiempo, más rápido me enfurecía. NO, ¿quién era esa? ¿Qué se cree que es?
Jadeando y gruñendo en asco, vi que cuando estaban en la entrada de la casa de Lars, ambos se abrazaron de la misma forma en que él y yo lo hacíamos, se besaron igual que solíamos hacerlo nosotros, de forma tan apasionada y no de broma como Lars lo hacía con los de mi clase.
Pero... ¿por qué? ¿Era ella su nueva... novia? No, no podía ser, no podía estar pasando eso...
Mis brazos temblaban y mis piernas también, cubrí mi boca en horror. ¿Por qué él no me amaba? Eso significa que... ¡No, no!
Empecé a correr lejos de allí, no era posible... ¿por qué? ¿Por qué hacerme eso?
- ¡Maldito! -grité entretanto se me caían las lágrimas- ¡Me haz dejado en el infierno de nuevo!
El reloj, mi corazón a punto de explotar, vista borrosa, pronto vendrían las sombras para arrastrarme a la dimensión espiritual, no, por favor no... Debía huir lejos para que no me alcanzaran.
Me detuve a descansar un ratito en una banca de la plaza, maldita sea... no podía mantenerme tranquilo, en cualquier momento yo sentía que me iba a morir. Arrojé al suelo los regalos y empecé a pisotearlos con rabia, maldiciendo en voz alta para desquitar mi enorme descontento por el panorama actual.
- Oe', 'mano, ¿qué pasó? -dijo un tipo que con suerte sabía modular, alcé la vista y eran esos típicos "swag-reggaetoneros" de ahora, tenía los ojos rojos igual que yo, en mi caso por llorar y en su caso, droga.
- ¿Quién eres? -fruncí el ceño, limpiándome las lágrimas para que no se burlara de mi por ser hombre y llorar.
- Me llamo Maicol, 'mano, ¿qué pasó? E'tá muy preocupao, mano', hay que sonreírle a la vida, mano'. ¿Qué le pasó?
- Problemas amorosos... -murmuré, esperando que el tipo se fuera pronto.
- Ah, por eso yo siempre digo: lah mujereh son to'a unah putah, sólo se usan pa' folláh y ya.
Rodé los ojos, deseando que se vaya ya.
- ¿Sabeh? Yo vendo pasta, ¿mintindí? -negué- María Juana, esa, ¡de la wena!
- Ah, vale, que bueno... -hice una mueca.
- Te iba a haceh una ofelta pero e'tá muy deprimio, 'mano, por eso te la regalo -sacó de sus bolsillo un porro y un encendedor, me lo ofreció y yo me alejé un poco, asustado.
- ¿Y... para qué quiero eso?
- Pa' pasah la pena pue', le jala un poquitito, ¡y pam! Filih de nuevo -insistió y con timidez cogí las cosas que me ofrecía.
- Ah... ¿qué tiene esta cosa? -inspeccioné el porro, obviamente sabía que tenía hierba, pero en ocasiones los vendedores le echan una que otra cosita para que sea "más intensa" la jalada.
- Marihuana, gasolina, saborizante de menta, petróleo... Y ah, obvio, el raid.
- ¿Te refieres al insecticida ese? -asintió- Oh...
- Anda, que e'tá bien weno, te va a hacer olvidar del dolóh y lah penah.
- ¿Estás seguro...?
- Sí, hombre, que vah a volah alto con ésto. Jálale, jálale.
- ¿Y... cómo? -vamos, nunca había utilizado un encendedor en mi vida, ¿cómo iba a saber fumar si tampoco lo he hecho?
- A ver... -me quitó el encendedor y prendió una esquina del porro- De ahí le fumah por el otro lao que no está quemao, inhala y exhala hasta que se acabe.
- Ah, gracias... -sí, estaba considerando consumir drogas, ¿por qué? Porque si la marihuana, como dicen los niñatos por moda, cura enfermedades y te calma toda esa mierda, es hora de comprobarlo.
- Weno, yo estoy acá to'o loh díah aquí en la plaza, 'mano, si quere mah pasta yo se la doy con gusto.
- Ah, claro...
El tipo se fue y me quedé observando los "regalos" o lo que quedaba de éstos. Volví a pisotearlos en rabia, al parecer, al tal "Maicol" se le quedó su encendedor o me lo regaló ni idea. Lo guardé en mi bolsillo y me arriesgué a darle la primera jalada al porro.
Me atraganté y empecé a toser como imbécil, sin embargo, quise seguir haciéndolo, volví a atragantarme, no había sensación de placer como todos prometían, aún así, proseguí.
Mis manos se estremecían, estaba aspirando y soltando humo demasiado rápido, ni dejaba tiempo para respirar aire puro. Yo estaba desesperado por tener una sensación de relajación y no era así, la cosa estaba empeorando. ¿Por qué no lograba estar calmado como cuando Lars lo hacía? ¿Por qué no es la misma sensación de gratitud que cuando hago cortes en mis muñecas? Ésto me estaba matando y aún así yo seguía aspirando porque no podía frenarme. Tampoco deseaba hacerlo, requería encontrar la relajación de una que otra manera.
Al cabo de unos minutos de haber acabado de fumarme el porro, percibí mi boca seca. Mi estómago rugía por comida y me encontraba muy mareado, con ganas de vomitar. No era algo "relajante" ni que me hiciera "volar" como todos presumen.
Mi vista se nublaba demasiado, noté un par de sombras que se acercaban hacia el dibujo que hice, aparecieron un par de letras que decían: "CORAZÓN ROTO", lo que solía ser un dibujo de Lars y yo tomados de la mano... mi imagen se distorsionaba, en el dibujo, mi cabello se volvió lacio y dejé de vestir con suéteres, para utilizar camisetas cortas, comenzaron a brotar "facciones" femeninas, desde caderas anchas y un pronunciado busto, mis ojos se llenaron de maquillaje hasta que lo que alguna vez fue yo con Lars... se volvió esa chica y Lars.
En pánico, empecé a mover la ruedita del encendedor para intentar sacar la llama, al principio me asusté y me quemé la punta del pulgar, temblando, arrojé el artefacto hasta el dibujo para que empezara a arder. Volví a divisar las sombras a lo lejos, ¡me iban a matar!
Me levanté de la banca para comenzar la carrera a casa, de la nada, las arcadas se apoderaban de mi, mierda, me sentía muy enfermo. Me moría de hambre pero no quería comer porque podría vomitar ahora mismo.
La persecución fue muy reñida, tomé distintos caminos, no quería que me hicieran daño, todavía yo no podía asimilar el asunto con Lars... ¿por qué tiene a otra?
Una vez en casa, ah, no me sorprende que mi madre no esté. Para aumentar los ingresos, decidió hacer clases en un curso de verano, estaré solo también en mis vacaciones, que emoción...
- ¿Ya comprendiste mejor la cosa esa? ¡Él no te quiere!
- Lo sé... -murmuré- L, ya lo vi con esa chica, lo sé...
- ¡Y tú como idiota sigues llorando!
- Es porque me duele mucho, estoy completamente solo, me siento enfermo y me muero de hambre.
- Tu pobre madre te dejó el almuerzo dentro del horno microondas, anda, come, idiota.
- No quiero hacerlo... -hice una mueca- Creo que vomitaré si lo hago, aparte, voy a subir mucho de peso, he estado comiendo como un auténtico cerdo últimamente, si sigo así, me va a dar alguna enfermedad al corazón y más encima, no lograré captar la atención de Lars. Porque la chica esa es demasiado delgada, a ver si me pongo a dieta logro verme así como ella.
- ¿Quieres verte como ella para llamar la atención de alguien que te utilizó? ¡Vaya tonto!
- ¡Es porque ya no sé qué hacer con mi vida!
- ¡Eso es lo último de idiota!
Subí hasta mi habitación, con la vista distorsionada al cien por ciento, no veía nada, que bueno que mi casa me la sé de memoria o seguro me caía de las escaleras. El único punto focal que lograba verse con nitidez era una cuchilla que estaba tirada sobre el estante con cuadernos y cosas de la escuela, la guardaba allí en caso de que quisiera cortarte alguna vez.
Negué con la cabeza y salí de allí, entré a la habitación de mi madre a ver si podía encontrar algo que me relajara ahora que no habían muchos fantasmas molestándome. Vi la máquinita esa con la que ella solía alisarse el cabello, lo pensé varias veces.
Miré mi cabello, negro, sucio, grasiento, rizado y despeinado, nada de atractivo.
Pensé en aquel sedoso cabello negro brillante y bien cuidado de esa chica, lacio y muy largo, bien cuidado... daba una pena fatal. ¿La prefiere a ella porque su cabello es más bonito, verdad? ¿O es porque es más delgada que yo?
Enchufé la máquina y esperé un par de segundos para que se calentara, con agresividad fui tirando de mechones de pelo para tratar de alisarlos... no podía, mis rizos eran demasiado definidos. Eso me mosqueaba mucho, no podía ser lo suficientemente atractivo para gustarle a Lars.
Terminé aburrido de eso y me eché a llorar mientras guardaba la máquina en su lugar, volví a mi cuarto para tumbarme sobre la cama y posar mi visión en el único punto focal nítido: la cuchilla, más que eso, era un cúter, esos que se usan en carpintería básica o para cortar cartón, la tentación me mataba. Yo quería relajación, sentirme a gusto conmigo mismo, y dejar de lado esta paranoia que me hace creer a cada rato que me voy a morir. Más encima, debo tolerar el dolor por el despecho, el rechazo involuntario y que él ame a otra que es más bonita que yo.
No lo aguanté, la presión era demasiada. Me levanté en horror para coger la cuchilla y empezar a clavármela por los brazos, sin hacer cortes verticales, sino, casi apuñalando. Habían varios puntos profundos que sangraban bastante. Dolía y gustaba a la vez, porque la sensación de que vendrían las sombras o de que alguien me pudiera estar observando desapareció, las lágrimas seguían brotando porque no aceptaba el rechazo pero me sentía mucho más tranquilo.
Contemplaba figuras de colores frente a mis ojos, seguro era efecto retardado de la marihuana que fumé, eso era... Empecé a reírme de manera insana, apuñalando mis brazos para perder mucha sangre.
Más de la que acostumbro a perder.
¿Y saben lo que causa eso?
Inconsciencia.
Estuve tirado sin consciencia en el piso de mi habitación por unas cuatro u cinco horas, por poco y mi madre llegaba, digo, llegaría como en... a esta misma ahora y gracias a Dios que no me pilló así.
Limpié el rastro de sangre, vaya, nunca suelo sangrar con mal olor pero en esta ocasión la cosa fue tan atroz que corrí al baño a vomitar. Sin contar que me desperté igual de enfermo que cuando fumé el porro.
Justo cuando ha llegado mi madre, ella dijo que bajara a cenar y he negado. Me miró feo y me preguntó qué me pasaba, qué yo estaba muy raro, más de lo normal. Que he tenido unas conductas "psicóticas" como rabear sólo y llorar por las noches, más encima me sacó en cara que no quise almorzar, traté de negarle cabizbaja todo mi dolor, no quería preocuparla con mis estupideces, aparte, las voces me ordenan que no le diga a nadie más para evitar crear conductas obsesivas como lo he hecho con Lars.
Ella insistió, preguntó que porqué yo no quería comer. Volví a negar y alegué que todo estaba bien, no más que "he visto películas por las noches y esas me afectan un poquito", se lo tragó muy bien.
A la hora de irme a dormir, admiré mis brazos.
Escuché voces que rogaban para que yo continuara, que yo me relajara de esa manera, que debía hacerme daño porque eso era bueno y liberaba estrés.
Miré las antiguas cicatrices de mi abdomen, que quedaban muy pocas, la mayoría desapareció... además, podía ver mucha grasa abdominal, eso me daba asco. Me sentía gordo y me deprimía porque esa chica era muy delgada, seguro por eso Lars no se fija más en mi porque subí mucho de peso.
Negué a mi gran tentación de cortarme.
Encendí mi computadora y quise buscar diversión en alguna página web divertida. No encontraba nada. Quise ver qué tan buena es esa red social llamada Facebook, así que me creé un perfil y empecé a buscar amigos para agregarlos...
Mierda, no tengo a nadie.
Los fantasmas no tienen cuenta de facebook, que idiota soy.
Busqué el perfil de Lars para saber qué ha sido de su vida, lo primera que veo en biografía es...
"Tiene una relación con Stella Valente."
Apreté el puño lleno de ira y me metí al perfil de esa desgraciada, efectivamente, era la nueva novia de Lars, llevan una semana juntos y ya tienen como mil estados que se dedican con miles de corazoncitos y cosas cursis.
Él nunca me hizo eso...
Mi vista, que por fin dejó de ser tan distorsionada, se dirigió a la cuchilla... mi abdomen... las cicatrices... sangre... más.
No me pude resistir, no llegué al punto de apuñalarme pero sí de hacer varios cortes con la intensión de que si perdía sangre de mi abdomen, iba a lograr bajar de peso.
Me obsesioné con esa idea, mis muslos eran demasiado anchos para ser un hombre, más cortes, más, más... quería perder sangre para bajar de peso y ser lindo para Lars de nuevo, ser yo aquel que reine su corazón para siempre.
Quiero recuperarlo, sólo me puedo limitar a sufrir por ésto y sufrir la presión de los fantasmas, alguien que me ayude, por favor...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro