
Capítulo 20: ¿T-terminamos?
Nota: ya vamos, literalmente, a la mitad de la historia. Espero que les esté gustando, que se viene mucha más acción y drama.
Besos y abrazos pa' todas :3
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Mi hermoso novio Lars y yo nos pasamos el fin de semana estudiando para los exámenes finales, nos hemos preparado muy bien para éstos. Yo de verdad quería que él tuviera buenas calificaciones porque a él cuesta mucho concentrarse. Mientras que yo... uff, a su lado todo es genial, sanito, sanito, sanito estoy. No más voces en estos tres días. Vaya maravilla, ¿verdad?
Hoy él fue muy tierno y me pasó a buscar a las 07:30 frente a mi casa, caminamos de la mano hasta el colegio, además supimos muy bien distribuir el tiempo para darnos amor y para estudiar para el examen que toca hoy: Biología.
¿Qué tan difícil fue hacer que mi novio se concentrara? Mucho. Sólo espero que mi enorme esfuerzo en él rinda buenos frutos. Y ah, claro, que los nervios en el examen no me superen porque... sé muy bien que todos me van a querer copiar.
El examen... oh dios mío, la presión para mi fue mucha. Debía mantener alejado a todos esos imbéciles que querían copiar, tapar mi hoja de respuestas, leer una y otra vez la pregunta, pensar con gran detención, marcar con lápiz grafito y luego revisar que lo he hecho bien para pasar la respuesta con bolígrafo... mierda, era complicado. Lo único que me tenía relajado era el hecho de que: no más voces en mi cabeza, sólo la mía que se encontraba concentrada en mi examen; analizando todo muy bien.
Algo que no quise decirle a mi madre era... que salíamos en un horario diferente al normal, en ves de salir como de costumbre a las cuatro de la tarde, ahora salimos a la una. Tres horas que podía ocuparlas en... Oh, ya saben, ir a la casa de cierta personita que me gusta mucho.
Y eso hicimos, cuando nos dejaron salir, esperamos a que desapareciera la enorme masa de gente. Ya no era necesario ir a terapia puesto que el semestre había acabado, en septiembre regresamos a esa antigua rutina. Al encontrarnos en una situación en que no se presentara gente conocida a nuestros alrededores, por fin pudimos tomarnos de las manos en dirección a su casa.
Una vez que hayamos almorzado ambos y estuviéramos sentados frente al escritorio de su habitación, con un libro de física abierto junto a nuestros cuadernos de tal susodicha asignatura, nos dedicamos a estudiar. Desde lo más básico a lo más complicado, haciendo una especie de repaso puesto que ya nos habíamos estudiado la semana pasada todo.
Al menos yo lo intenté hacer... Lars, al parecer, no.
Me tenía abrazado por un costado, acurrucado en mi hombro y dándome constantemente besos en el cuello, todo mientras yo intentaba explicarle la materia, le hacía preguntas y él nunca me contestaba...
- Amor, te hice una pregunta -interrumpí, tratando de apartarlo de encima.
- Ajá... -insistió y me apretujó con mucha fuerza.
- ¿A qué me refiero cuando hablo de "principio de inercia"?
- No sé... -rodé los ojos, frustrado, llevo como media hora intentando enseñarle- Pero las marcas que te hice el otro día ya se borraron, quiero hacer más...
- Lars, no -bufé-. Mi madre me va a regañar. Y tenemos que estudiar, quiero que te vaya bien.
- Kirky, mi cielo, mi amor, mi todo... sólo estarás aquí hasta las cuatro, puedes estudiar en tu casa y yo puedo estudiar de manera autóctona.
- No, ya lo intentamos y al final tú no estudiaste, ¿recuerdas? -le hice recordar algo que pasó hace como un mes atrás-. Prefiero cerciorarme de que vas a estudiar, ¿ok?
- Hmm... yo no quiero hacerlo... -hizo un puchero muy tierno y puso ojos de cachorrito.
- ¿Ves? Yo sólo quiero que te vaya bien, nada más...
Nos quedamos en silencio por varios segundos, él me había soltado y estábamos haciendo una mueca en disgusto. Hasta que suspiramos casi de manera sincronizada.
- Te amo... -susurró e intentó sonreírme, extendió los brazos a los lados para dar por entendido que quería un abrazo.
- Yo también, Larsie -sonreí más relajado, y le abracé.
Nos acercamos más y nos dimos un apasionado beso en los labios, con lenguas batallando por predominancia, disfrutando con suma plenitud del momento tierno entre él y yo.
- ¿Puedo marcarte ahora? -susurró con una pequeña risita de por medio.
- Bueno, sólo un poco... -no pude evitar reír con delicadeza también, más que delicadeza, fue maldad.
Lo amaba, aunque él me estuviera manipulando ahora mismo, me dejaba manipular porque no quería pelear con él.
Me dejé besar con locura, por lo general, yo suelo amar la manera en que succiona mi piel, en cómo la muerde... ahora, no era una situación del todo satisfactoria, en realidad, era incómoda. Sólo por darle el gusto y no me agradaba mucho.
Sus manos se deslizaban por la parte baja de mi espalda hacia mi cintura y mis caderas, acariciando con bastante vigor, no le quise prestar mayor atención a eso puesto que... bueno, un par de caricias y va, listo, no va a tomar más de diez minutos en que él finalice de dejar marcas en mi cuello.
Me sobresalté cuando tuve un ligero descuido y él lo aprovechó para levantarme, y hacerme sentar sobre sus piernas.
- Hmm... ¿qué? N-no... ¡suéltame! -me quejé, entrando a un estado de pánico ascendente.
- Nope -rió y comenzó a besarme con más ganas.
- ¡L-Lars! -bramé, ésto no era para nada satisfactorio.
Me cargó entre sus brazos, y se puso de pie, nos miramos directo a los ojos.
- Lars, suéltame, ahora -ordené, frustrándome para evitar que mi pánico aumentara.
- No.
Y con eso, me calló con un beso en los labios demasiado forzado, la rabia junto la ansiedad empezaron a manifestarse, yo quería escapar y él insistía con más pasión al asunto. Me recostó sobre su cama y se posicionó sobre mi, agarrándome de la cintura y repartió muchos besos más en mi cuello, yo me retorcía tratando de que me soltara, le pedí de todas las formas para que se detuviera para que no me hiciera caso.
La gota que rebalsó el vaso fue el instante en qué introdujo una mano dentro de mis pantalones para tocar mi virilidad sin haberme pedido permiso o sin siquiera estar excitado en un modo sexual, nada. Así como si nada lo cometió, lo que me hizo estallar en furia.
Lo empujé de encima mío, me senté en la cama y le di una bofetada que me dolió hasta el alma, de hecho, el golpe sonó muy fuerte y en su mejilla quedó marcada mi mano.
- ¿Y qué mierda fue eso? -me miró con ganas de matarme, sobándose además.
- ¡Te dije que pararas! Tú no me hiciste caso y empezaste a tocarme allí abajo, joder, ¿acaso no puedes controlar la pija o qué?
- No si estoy contigo a solas en casa, sabiendo que puedo hacerte mío como de lugar.
Crucé los brazos y rodé los ojos en disgusto.
- No es el momento para hacerlo -reproché-. ¿Acaso sólo me ves para eso? Cada puta vez en que estoy a solas contigo pasa ésto, en serio, ¿qué mierda?
- ¡Creí que lo disfrutabas! ¿Vale?
- Joder, ¡te estuve rogando que pararas y no me hacías puto caso! ¿En serio crees que yo así iba a disfrutar? ¡Claro que no!
Me levanté y empecé a guardar mis cosas dentro de mi mochila.
- ¿Qué estás haciendo?
- ¡Irme a casa! ¡Prefiero estudiar y salir excelente en el examen a perder el tiempo contigo!
- ¿Me estás llamando "pérdida de tiempo"? -se puso de pie y me tomó del brazo con brusquedad, le empujé para que me soltara.
- Claro, si hemos estado una jodida hora aquí sin hacer nada. Prefiero hacer algo más productivo -cerré mi mochila y me la puse.
- ¿Acaso mi amor no vale pena?
- No lo vale si es a base de querer follar a cada puto rato, ¿sabes? Eso me da por entendido a que me prefieres sólo para eso y el resto es porque te doy pena, ¿verdad? ¿Te da pena que si terminamos yo me quedo solo porque no tengo a nadie más que a ti?
Salí de la habitación, él me siguió.
- ¿De qué mierda me estás hablando? Yo te amo, te adoro, ¡y no sabes cómo! ¿Por qué me vienes con esas estupideces?
- ¡L me lo dijo! ¡No quise creerle pero él tenía razón!
- ¿Y le prefieres creer a un ser que tú mismo inventaste porque no tenías amigos a creer en mi que soy la persona que supuestamente más amas? En serio, estás mal, Kirk.
- ¿Qué lo creé porque no tenía amigos? ¡L vino de la nada para atormentarme! ¿En serio crees que yo me sentía muy bien cuando él venía a molestarme? ¡Claro que no, idiota! ¡No sabes cómo he sufrido por culpa de L y los demás seres imaginarios! Prefiero creerles a ellos porque están en mi mente, saben qué es lo mejor para mi.
Caminé hasta llegar a la entrada principal, abrí la puerta, iba a irme pero él me retuvo.
- ¿En serio prefieres a los idiotas que te molestan y tú mismo creaste, a alguien que se da el tiempo de amarte? ¿Qué es para ti eso de que "saben qué es lo mejor para ti"? Osea, si te dicen que mates a alguien porque eso es bueno para ti, ¿lo vas a hacer?
- ¡Las voces en mi cabeza siempre están en lo cierto, hasta cuando me insultan! -le grité histérico, dolido por la realidad- ¡L siempre me advirtió de que tú no me amabas y sólo estabas por pena! ¡Estoy comenzando a creer que eso es cierto!
- ¿Ah, sí? -me soltó- Si L tiene taanta razón como tú dices, pues vale, no te amo. Entonces, ¿de qué sirve estar en una relación contigo si tú dices que yo no siento amor hacia ti? No tiene sentido, ¿sabes qué? ¡Terminamos!
Esa última palabra me dio con todo.
Diez letras, una palabra, un sólo sufrimiento eterno.
"Terminamos".
Resonaba su voz diciéndomelo una y otra vez, mi estómago se revolvió salvajemente y el pánico llegó a su punto límite. Mi cuerpo entero se estremecía y no sabía qué hacer al respecto.
No me atreví a responderle absolutamente nada. Preferí salir corriendo de allí, con el corazón roto de cierta forma. Cada pisada era una manecilla del reloj moviéndose de posición.
Tic toc.
Tic toc.
Mi pulso cardíaco se aceleró demasiado, yo jadeaba con mis piernas temblantes, no podía creer lo que pasó. ¿Que terminamos? Pero... pero yo... yo le amo... él es mi todo, Lars era la única persona que lograba salvarme de las alucinaciones, si no le tengo cerca, entonces... ellos, oh, ellos...
- ¡AYUDA! -grité mientras corría, con varias lágrimas desprendiéndose de mis retinas.
Neblina, mucha neblina aparecía a mi lado, burbujas antropomórficas corrían hacia mi. Risas. Muchas risas, de niños y adultos. Miré a todas partes y nada, ¿qué me estaba pasando? A lo lejos vi a un niño riendo, me detuve en medio de la calle, ¿se estaba riendo de mi? ¿Acaso sabía que me habían dejado y se reía porque ya no tengo a mi razón de felicidad?
- ¡Cállate, maldito niño malcriado! -intenté hacerle callar, éste me quedó mirando extrañado, la madre me vio y trató de alejar a su hijo de mi- ¡Tú no sabes qué es lo que yo estoy pasando! ¡Es horrible, es horrible! ¡Que alguien me ayude!
Varias personas me contemplaban boquiabiertos, no podía reconocer los rostros, cada segundo que pasaba hacía que sus caras se desfiguraban, mi mirada se dirigió hacia atrás y noté que las burbujas junto a la neblina seguían en mi búsqueda, mierda, ¡me vieron!
Un coche frenó de golpe contra mi, me tocó la bocina varias veces.
- ¡Eh, niño, salte de la calle si no quieres que...!
- ¡Cállate, imbécil! -intercepté, las burbujas venían hacia mi mucho más rápido, mierda...
Mi cuerpo seguía cansado, la adrenalina estaba manifestada al cien por ciento. Mi cuerpo no aguantaría seguir corriendo y debía hacerlo.
Me forcé a mi mismo para proseguir la carrera a casa, si me alcanzaban esos seres, seguro iba a morir, ¡ellos me querían matar, yo lo sé!
Prácticamente destrocé la cerradura de la puerta principal tratando de abrirla, desesperado como nunca. Cerré la puerta y dejé un par de sillas allí dentro bloqueando el paso, me detuve a descansar un momento con los ojos cerrados. Al abrirlos... ¿recuerdan a los estudiantes del otro día? Oh, no... ¡estaban dispersados por todo el living! Ellos dieron inicio a una guerra de papeles en mi contra, más lágrimas se desprendían de mis ojos, no podía hacer nada para que ésto parara, maldita sea, menudo infierno viviente éste, ¡los odio!
Subí las escaleras soportando los chillidos y al entrar a mi cuarto, vi debajo de mi cama un montón de sombras que se movían, debían ser monstruos, sí, ¡me querían comer!
Me asomé por la ventana y vi que los entes que me perseguían estaban destrozando la puerta, no, maldita sea, no.
Huí de allí hasta llegar a la cocina, debía hallar un escondite y rápido... nadie me vio en el proceso de llegar, así que debía ser aquí, ¿dónde podía ser con exactitud? Abrí el refrigerador y noté que casi no había comida, verdad, que mi madre hoy haría las compras de quincena y llegaría más tarde.
Desconecté el aparato eléctrico, saqué la poca comida que había y la dejé en la alacena, las repisas las saqué una por una, sintiendo pasos acercándose a la sala, mierda, mierda, iban a alcanzarme... Lancé las repisas lejos y me metí adentro del refrigerador en la parte más temperada. Hacía frío pero no tanto, en cuestión de media hora ya estaré a temperatura ambiente.
Me encerré allí, posé mi mano derecha en mi corazón y éste estaba a punto de explotar. Saqué mi teléfono móvil y me puse los audífonos para escuchar música a volumen moderado. Pasaron varios minutos y no vino nadie a molestarme, suspiré en alivio. Mi ritmo cardíaco se había normalizado y dejé de jadear. Podía respirar con normalidad.
No me quería salir porque temía de que podrían estar merodeando por aquí cerca, y mi madre no llegaba hasta harto rato más. Opté por sacar mi mochila de mis hombros y leer la materia de mi libro de física allí dentro, no me arriesgaba para nada a salir. Ahora que estaba más tranquilo podía estudiar con mayor claridad.
Al anochecer, mi madre me pilló adentro del refrigerador... me regañó muy feo por eso y me mandó a estudiar a mi habitación, en una larga noche en la que dormir era lo último que podía hacer, sólo llorar, llorar por despecho.
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