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Capítulo 10: El amor me pone tan imbécil.

Al día siguiente me ha costado un mero mundo concentrarme para estudiar y en no dejarme influenciar por mi decepción amorosa -aunque las voces de mi cabeza no ayudan mucho en realidad-, he logrado triunfar y, a dos días del prohibido beso con Lars, ha llegado el momento del examen.

Me preparé demasiado para este momento y no podía fallar en nada.

A los dos nos separaron en diferentes filas para evitar copiarse, una vez en que la profesora nos ha entregado el documento, mi mente pasó a ser un nudo de información, la mayoría era información basura que no era relacionada con la materia de la asignatura.

Aveces volteaba para mirar curioso a Lars, necesitaba ver que se encontrara mejor académicamente, deseaba que le fuera bien para cumplir el trato ese que tuvimos: un beso a cambio de una buena calificación suya, dios mío, no saben lo cuánto que lo anhelo.

Concentrarme era imposible.

Mis piernas las sentía adormecidas y mis manos temblaban, buscaba la concentración leyendo las preguntas una y otra vez, imposible, no podía... Si no era Lars quién me distraía, eran L y la Zorra que se ponían a discutir en los peores momentos para ello, peleaban, reían... maldita sea, cállense.

Cubrí mi cabeza con ambas manos, me golpee en varias ocasiones, de vez en cuando la información requerida llegaba de forma inmediata y lograba responder un par de preguntas con facilidad, luego otro bloqueo por culpa de las voces o porque me preocupaba demasiado de Lars; ya sea por cómo le irá a él o por el asunto del beso, no estaba seguro cuál me preocupaba más.

Sí, el beso era, dios mío, lo deseo tanto y no entiendo cómo es que acabé tan embobado con él... ¿será porque es la única persona que se siente a gusto con mi presencia, que no le interesa que yo sea un rarito? ¿Será porque él es un traumado social como yo, porque sufrimos de bullying y deseamos ayudarnos para salir adelante? Oh, estoy seguro que de Lars encanto físico no encuentro mucho, digo... no es que de un día para otro piense que es un Adonis, para nada... me refiero a que, bueno, tiene lo suyo, esos ojos verdes preciosos y esa sonrisa encantadora que...

¡Mierda, el examen!

Quedaban quince minutos y yo seguía en la pregunta ocho de treinta y dos... ¡AHHH!

Terminé haciendo todo a la rápida, maldita sea, no saben la presión que tuve, más de una vez estuve a punto de llorar por ello, era terrible, mi mente no dejaba de distraerse con las voces.

En el recreo, preferí salir corriendo a esperar a Lars, me senté bajo el árbol del patio y cubrí mi cara para intentar llorar en paz, las lágrimas no me salían sin embargo, la sensación de que ésto ocurría era muy fuerte.

- ¿Te sientes bien, Kirk? -negué ante la pregunta de Lars, él se sentó a mi lado y me abrazó- ¿Crees que te irá mal en el examen? -asentí- Oh, Kirk... no te preocupes por eso, no vas a reprobar la asignatura si te va tan mal, acuérdate, que ya tienes muy buenas calificaciones, acabarías con un promedio intermedio, ni reprobado ni sobresaliente, normal. Raspando casi.

- Lo sé... -murmuré, suspiré- Pero no es eso mi mayor preocupación...

- Entonces... ¿qué es? -lentamente fue acariciando mi espalda a su vez que yo me estremecía ante el tacto, solté varios suspiros, buscando una forma de explicárselo sin que salga corriendo asustado- Vamos, dime, no puede ser algo tan terrible.

- Oigo voces -contesté de una.

- Oh, ¿eso? Joder, creí que sería algo más fuerte, digo... todos oímos voces alguna vez, excepto los sordos de nacimiento, esos no hay forma en que escuchen voces a menos que... Ah.

- Lars, no me refiero a eso... -revelé mi rostro, sentía los ojos hinchados después de no haber librado ni una sola lágrima- Yo... escucho voces imaginarias, que no existen...

- ¿Tienes... esquizofrenia? -hizo una mueca, impresionado- Digo... tú te ves tan normal, nunca hubiera sospechado de que... No, imposible, no puedes serlo, los esquizofrénicos son tan locos, son agresivos... tú no... eres normal, demasiado normal, tan tranquilo...

- Es que no lo soy...

- ¿Entonces? ¿Cómo es que dices escuchar voces? ¿Son fantasmas?

- No lo sé... -encogí los hombros.

- No soy un fantasma, imbécil -oí la voz de la Zorra tan cerca, percibí una sombra en forma de neblina oscura frente a Lars.

Me eché para atrás, deshaciendo el abrazo anterior porque me encontraba horrorizado.

- ¡Vete! -grité, agitando mis brazos para deshacer la neblina- ¡Déjame en paz!

- Kirk, relájate... -escuché ahora a L, que se manifestaba en neblina blanca, cubriendo todo mi campo visual.

- ¡No, váyanse!

Me coloqué en posición fetal, tratando de resistirme a lo que quisieran decirme esas estúpidas voces o entes en este caso.

- Kirk... ¿no lo estás fingiendo? -ahora era el verdadero Lars que se posicionó frente a mi y me sacudió un par de veces.

- ¡Ahuyéntalos! -grité mientras temblaba en horror- ¡Lars, sálvame, sálvame!

- Ehh... ¿cómo? -él también se veía desesperado como yo, eso no me ayudaba en nada.

- ¡Diles que se vayan, que me dejen en paz! ¡Diles que eres el único que puede ayudarme!

- Ehh... bueno, ahh... -le observé en pleno detalle para ver qué hacía- Ok, ustedes, no sé dónde mierda están, pero por favor... dejen a Kirk en paz, él no merece el maltrato que le están dando, él es una muy buena persona, no saben lo adorable que se ve cuando sonríe tras haber sufrido tanto tiempo, no quiero que seres tan idiotas como ustedes vengan a arruinar su felicidad, vamos, váyanse y déjenlo, no me gusta que él se sienta mal, váyanse, ya.

Mis mejillas estaban coloradas por lo que acabo de escuchar, ambas neblinas se desvanecieron entre la brisa primaveral, jadee un poco y me recosté sobre el pasto, Lars hizo lo mismo, sólo que admiró por un largo lapso de tiempo mi rostro sonrojado.

- ¿Te sientes mejor? -asentí, mi mente se había relajado en ese sentido, sin embargo, mis sentimientos...- Es que, estás muy rojo, a ver... -posó una mano en mi mejilla y luego en mi frente- Auch, estás ardiendo...

- Lars... gracias, por salvarme... me estaban molestando mucho en el examen, no pude concentrarme en nada...

- ¿Ellos te molestan mucho? -asentí- Pues me encargaré de ayudarte cada vez que te estén acosando, ¿ok? Tú sólo dime, ¿está bien?

Asentí, contento por lo que me acaba de declarar.

A la semana siguiente, por fin nos han entregado el resultado, aunque no me esperaba para nada que ésto resultara: Lars Ulrich y yo, sacamos calificación máxima, nadie se lo esperaba, de hecho, creyeron que nos copiamos así que nos tuvieron que interrogar por separado para comprobar la realidad que sigo sin creer.

Nos hemos puesto tan contentos que aprovechamos que hoy no teníamos terapia y que nuestros padres se encontraban trabajando, fui a casa de Lars para "celebrar" lo acontecido, puesto que... bueno, deseaba pasar tiempo con él y el día lo teníamos libre de todo.

En el camino pasamos a comprar comida chatarra y bebidas gaseosas, de ahí nos encerramos en su habitación a jugar video-juegos por toda la tarde, mi mente no se concentraba al cien por ciento esta vez, mis ojos estaban posados en sus labios los cuales solía humedecer con frecuencia, deseaba con todo mi corazón besarle de nuevo, aunque él no sienta lo mismo que yo... lo deseaba, nunca había sentido algo así.

Durante toda mi asquerosa y miserable vida, sólo he tenido los mismos sentimientos: tristeza, odio, rencor y casi nunca la alegría, sólo en pequeñas ocasiones... ahora, sólo podía sentir revoltijos en mi estómago, alegría, nervios y aún así me encontraba contento, más bien "enamorado", era una palabra muy grande no obstante así me sentía por Lars.

Siendo casi de noche, hemos apagado la consola y ya era momento de irme, él fue a dejarme a la puerta, justo cuando iba a partir rumbo a casa, me ha dicho:

- Oye, ven, tú me debes algo.

Voltee y me acerqué, sabiendo muy bien de qué se trataba, mis entrañas se revolvían demasiado, joder, el amor me pone tan imbécil.

- ¿Qué cosa?

- El beso.

- Oh...

Me tomó de la cintura para acercarme a sus labios y...

- ¡Nos vemos mañana! -grité en pánico a su vez que me echaba a correr.

- Ah, Kirk, espera... -intentó perseguirme- ¡Lo prometiste!

- ¡Algún día te lo doy!

Huí como marica de allí, dios mío, Zorra, insúltame por favor,por mi cobardía.

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