➼ CAPÍTULO 7
Magia oscura
Evanna se detuvo casi instantáneamente en aquella esquina.
Sus ojos celestes se quedaron fijos en un interesante cartel que –ahora que notaba– parecía estar en cada columna que adornaba aquel lugar.
—Si que es bueno escondiéndose ¿no? —musitó Evelyn torciendo los labios deteniéndose junto a ella. Analizó el cartel por breves segundos y tras chasquear la lengua siguió vagando por el adoquinado camino sin darle más importancia.
Evanna se quedó solo un instante más, examinando la expresión en el rostro de Black en aquel enorme cartel de "Se busca", ese gesto que todos juzgaban de locura y sin embargo en aquellos instantes ella lo encontraba de absoluta desesperación.
Sirius parecía gritar a todo pulmón con los ojos llenos de angustia y un escalofrío recorrió su cuerpo por breves instantes. Imaginó el miedo que le provocaría estar en aquella situación. Ese pánico de saberte solo, sin nadie que pudiera creer en ti o quisiera tenderte la mano.
Tragó saliva y por algún instantáneo arrebato apartó la vista de inmediato y se apresuró a alcanzar a Evelyn.
—¿Cómo va la investigación? —preguntó de golpe, emparejándose a la pelirroja.
—¿Eh?
La pelinegra aclaró la garganta y dio un respiro, pretendiendo sonar natural esta vez.
—Sobre Black, ¿Cómo van tus padres con ello?
—Mhh... pues la verdad es que no los he escuchado hablar mucho del tema. Al menos no frente a mí —confesó con molestia dejando escapar un bufido largo—. El otro día escuché algo de un tal Kingsley, me parece. Supongo que es con quien están trabajando en conjunto. No he tenido tiempo para investigarlo.
Evanna aprisionó los labios, tratando en vano de reconocer aquel extraño nombre.
—¿Pero ni siquiera una pista tienen? —insistió—, algo deben sabe...
Su oración fue interrumpida por el abrupto movimiento de Salvatore, quien se detuvo de golpe. La pelirroja suspiró y alzó la mandíbula observando con más atención cada letrero de los locales a su alrededor.
—¿Ya habíamos pasado por aquí? —preguntó para sí misma en un tono bajo, monitoreando la zona con sus brillantes orbes castaños.
La pelinegra también se detuvo y recorrió el lugar con la mirada, pero nada le parecía familiar. El par de bestias tenían ya algunas horas en el Callejón Diagon, pues Evelyn había insistido mucho en volver para mostrarle el lugar a Evanna. Y, aunque está le aclaró que aquella tarde debía volver con Madeleine otra vez, Evelyn estaba terca con mostrarle un local en particular que quería que visitaran.
Luego de unos segundos Evelyn pareció dar finalmente con el camino que buscaba, y tras haber pronunciado un ligero «Oh, si, si. Es por aquí» caminó más segura con Evanna pisándole los talones.
—La verdad es que no lo sé, Bestia —musitó la pelirroja tranquilamente dándole respuesta a la pregunta anterior—, pero te apuesto lo que quieras a que sigue aquí, escondiéndose en Londres.
Evanna se atragantó con su propia saliva y comenzó a toser muy fuerte.
—¡Bestia! —se alarmó la pelirroja y comenzó a darle palmadas en la espalda—. ¡Par Merlín, respira bien mujer! Qué vergüenza.
Todos a su alrededor de pronto las miraban y Evelyn no sabía en dónde esconderse.
Evanna quiso reír pero seguía tosiendo muy fuerte, y al cabo de pocos minutos –donde Evelyn seguía manoteando delante de su rostro para brindarle un poco de aire– logró calmarse lo suficiente para hablar.
—Pe... —tosió por última vez y se aclaró la garganta mientras se daba golpecitos en el pecho—. Pero ¿Por qué crees eso de Black? —reiteró recuperándose totalmente y siguieron caminando—. Si es tan listo obvio no estará en donde se encuentran un puñado de Aurores buscándolo.
—Mhh... —entonó Evelyn achicando los ojos meditando, y luego de un par de segundos negó varias veces con la cabeza—. Honestamente no creo que sea tan listo —sentenció con seguridad causando la sorpresa de Evanna—. Claro que burlar a los dementores si que fue una gran hazaña y merece mi reconocimiento —aclaró agregando un pequeño gesto de aprobación—, pero ¿Ir directo a meterse al castillo de Hogwarts para buscar a Potter? ¿El lugar que coronaba la lista de «Donde buscar a Sirius Black»? Bah, grand petit con... ¡Gran idiota! ¿Lo dije bien?
A Evelyn no le faltaba soltura en el idioma inglés, sin embargo, era una completa ironía que no dominara al cien por ciento los insultos.
Evanna asintió débilmente, confirmando su pronunciación, pero su mente estaba inmersa en la muy acertada teoría de su joven amiga. Si aquello lo había deducido una adolescente de diecisiete años sin el menor interés en ser Auror ¿Que podía pensar Evanna de los expertos que día tras día hacían profundas investigaciones para encontrarlo?
De pronto le causaba una incómoda sensación la idea de que pudieran atrapar a Sirius.
—Tengo la teoría de que alguien lo ayudó —continuó la pelirroja tras el prolongado silencio de su amiga.
Evanna volteó con tanta rapidez a verla que sintió un pequeño tirón en su cuello.
—¿Cómo dices? —farfulló atropelladamente.
—Como te decía no he tenido el tiempo suficiente para investigar a fondo —reiteró relamiéndose los labios—, pero estoy segura que si me lo propongo podría llegar a tener mejor información que los patéticos Aurores Ingleses.
—¿Y porque piensas que alguien podría estar ayudándolo?
—Bestia —pronunció Evelyn mirando a su amiga con recelo— ¿Que no es obvio? Entró y salió del castillo de Hogwarts sin problema, además, dudo muchísimo que por su propia cuenta haya logrado escabullirse de todo el comando del ministerio. Por más incompetentes que sean no puedo creer que entre todos no puedan detener a un solo hombre.
No había espacio para duda. Evelyn tenía instintos bastante desarrollados, parecía que aquello se le daba con total naturaleza. Era muy perspicaz y atenta a los detalles, de verdad era una lástima que tuviera tanta aversión por el oficio de los Aurores.
—¿Le has contado eso a tus padres? —preguntó la pelinegra con una pizca de preocupación en la voz.
Evelyn frunció el ceño.
—No, esas son mis teorías —musitó recelosa y posó su típica mirada altiva —, que ellos busquen las suyas, para eso les pagan.
Aquellos comentarios afilados siempre lograban hacer reír a Evanna, y sin duda este no fue la excepción. A pesar de la preocupación repentina que se cargaba logró profanar una sonora carcajada y se sintió ligeramente aliviada.
—Eres una maldita bocona, Salvatore.
—Te aburrirías bastante si no lo fuera —entornó los ojos—. Y basta de ese tema ¡Me aburres mucho con ello! —se quejó—. Quiero encontrar esa maldita tienda de helados que me recomendaron.
—¿Quien te la recomendó?
Tras verse atrapada, fue su turno de Evelyn ponerse nerviosa. Aún no hablaba con Evanna sobre el tema del pelirrojo George Weasley, con quien había acordado una cita para el día siguiente.
—Pues un anuncio que vi por ahí ayer que me abandonaste y tuve que venir sola ¿recuerdas? —soltó desviando la atención del tema, lo cual funcionó.
—¡Tú fuiste la que vino aquí sin esperarme! No tienes vergüenza.
—De acuerdo, solo porque lo pones así voy a perdonarte —canturreó y Evanna negó riendo junto a ella—. Por cierto...—Evelyn dudó un poco mirándola de reojo— ¿Qué es aquello que fuiste a hacer con Madeleine?
La pelinegra cambió rápido su expresión y hasta el ritmo de su caminata.
—Bueno, pues no es nada importante, la verdad.
—Pero irás de nuevo hoy —insistió su amiga— ¿Todo está bien?
—Si... Claro que sí, Bestia —suspiró escudriñando en su cerebro por alguna excusa razonable. Evanna era realmente mala para mentir en ocasiones—. Es solo que... tenía algunos asuntos con mi madre.
—¿Con tu madre?
—Fuimos al cementerio —aclaró sintiéndose fatal por mentir con ello— La verdad es que jamás había visitado el sitio. Y quería hacerlo.
Y aquello era verdad. Evanna jamás había visitado el sepulcro de su madre, Madeleine nunca accedió a llevarla y ahora suponía que su abuela tal vez ni siquiera sabía en donde estaba sepultada su hija. Aquello le estrujó el corazón y se le notó.
—Oh...—Salvatore se avergonzó por su impertinencia, notando el semblante de su bestia. Sabía lo sensible que aún era ese tema para ella—. Lo siento mucho, no quería entrometerme.
Evanna negó tragando el nudo de su garganta y parpadeando para limpiar los signos de aflicción de sus ojos.
—Descuida, perdón por no contártelo.
—Bueno, no tienes que contármelo todo siempre —esclareció con seriedad—. Solo... hazme saber que estás bien ¿De acuerdo? —le dio un empujón en el hombro y la contraria plasmó una pequeña sonrisa de agradecimiento mientras asentía. —¡Merde!
Evanna se giró confundida hacia su amiga y se percató de la enorme fila que se reflejaba a través de los cristales para ordenar en un local en específico. Levantó la mirada y la expresión molesta de Evelyn al fin tuvo sentido. Aquel local se trataba de la heladería Florean Fortescue, aquella a la que estaba tan ansiosa de visitar.
La pelinegra alargó un silbido y tronó los labios volviéndose a la pelirroja.
—Eso comprueba que efectivamente son unos helados muy buenos ¿no? —musitó con ironía.
—C' est de la merde—farfulló la pelirroja y se cruzó de brazos irritada.
—¿Quieres esperar? —se aventuró a preguntar, aunque sabía perfecto la respuesta. Evelyn Artemisa Salvatore no era una persona muy paciente.
La pelirroja hizo una pequeña rabieta, claramente no quería esperar. ¡Lo detestaba! Pero estaba empeñada en probar los helados antes de asistir con George al día siguiente. Lamentablemente ella era de gustos muy estrictos en cuanto a la comida y no quería pasar un mal rato con el Pelirrojo Irlandes.
—Esperemos —dijo y Evanna abrió la boca por la sorpresa, acto que malinterpretó la pelirroja—. Hacemos nuestro pedido para llevar ¿si? Se que ya debemos volver a casa.
—No tengo problema, Bestia. Vamos.
Tras esto ambas brujas caminaron hacia el local y Evanna no pudo evitar notar otro cartel de Sirius pegado muy cerca de la entrada. Y, en cuanto Evelyn cruzó el umbral su delgada mano subió hasta posarse en la orilla del cartel y lo arrancó de forma veloz, convirtiéndolo al instante en una pelota de papel inservible para después meterla a su bolso discretamente.
Uno menos, pensó divertida y enseguida se adentro.
El lugar estaba abarrotado de adolescentes que disfrutaban gustosos sus postres, parecía realmente un lugar popular. Esto empezó a animar un poco a las brujas, quienes se posicionaron rápidamente al final de la fila.
Cerca de quince minutos de espera después, tras muchas rabietas y pláticas sin sentido por fin llegó su turno y lo primero que notaron el par de Bestias fue el exagerado entusiasmo de la rubia vendedora que ahora las miraba con una amplia sonrisa desde detrás del mostrador.
—¡Por Merlin! —chilló la joven abriendo en exageración sus ojos verdes—. ¡Tu cabello es precioso! ¡Tú eres hermosa! —ese par de oraciones fueron las primeras que les dedicó la chica, quien observaba a Evelyn con profundo anhelo—. Eres como una princesa de fuego.
Evanna profanó un sonido extraño desde su garganta y nariz y apretó fuertemente los labios girándose para que la chica no la pudiera observar. Estaba desternillándose de risa, y por el rabillo del ojo observó los de Evelyn, que, si fueran un par de armas seguramente habrían fulminado de la faz de la tierra a la animosa vendedora.
Salvatore echaba humo por las orejas, jamás en su vida había esperado tanto por un servicio y encima la recibían de aquella manera tan poco sutil que le hizo perder los estribos.
—¿Te parece que estoy aquí para que me halagues? —escupió de forma incisiva.
La muchacha rió jovialmente achinando sus ojos y eso solo logró encender más el coraje de Evelyn.
—Lo siento ¿Qué es lo que te voy a ofrecer, princesa? —musitó de forma educada con una amplia sonrisa.
Evelyn estuvo a punto de soltar otra blasfemia pero Evanna se adelantó. Ella notaba que la joven no tenía ninguna mala intención, pero estaba halagando a la chica equivocada en el momento equivocado.
—Yo voy a querer un smoothie de fresas y moras, por favor —pidió lo primero que alcanzaba a observar en el letrero para evitar la gran escena que probablemente la pelirroja daría.
Sin embargo, cuando volvió la vista a la vendedora ésta ya había palidecido. Su semblante risueño y gentil se había esfumado y en cambio ahora mostraba total seriedad y un poco de desconfianza.
Evanna alzó una ceja desconcertada, pues Evelyn no había dicho ni una palabra más, sin embargo, al seguir la mirada de la chica notó que ya no las observaba a ellas, si no a la persona que estaba detrás.
Se trataba de un apuesto joven castaño que dibujaba una singular sonrisa en su rostro.
—Enseguida, señor Burkes —farfulló la rubia vendedora con un hilo de voz y se giró haciendo un movimiento con su varita para pasar la orden.
Al escuchar aquello Evelyn frunció el ceño y se giró.
—Pero qué gran coincidencia, Evelyn Salvatore —musitó el castaño con gusto, reconociendola al instante.
La pelirroja se limitó a observarlo de pies a cabeza con una de sus frías miradas. Él no se encontraba antes en la fila, claramente lo hubiera notado ¿De dónde había salido? ¿Y por qué demonios lo habían atendido antes que a ellas?
—Que gusto que te agrade verme también —continuó el muchacho y rió—. Veo que ahora tienes una compañera de recorrido —sus ojos avellana se posaron en Evanna y le sonrió a labios cerrados. Sin embargo, la pelinegra notaba que aunque sus ojos podían ser bastante bonitos no acompañaban en absoluto a esa sonrisa extraña que mostraba.
De inmediato le dio mala espina, pero, parecía un joven bastante educado. Extraño, pero ligeramente agradable e interesado en su amiga.
—Evanna, él es... —la Salvatore mordió su labio inferior y entrecerró sus ojos fingiendo demencia—. Ah, disculpa ¿Cual era tu nombre?
Garret se relamió los labios pronunciando más su sonrisa y estiró su palma hacía Evanna.
—Garret Burkes. Es un placer, Evanna.
—Igualmente —musitó no tan segura estrechándole la mano y le sonrió débilmente. Estaba realmente confundida con la situación.
En ese instante la joven vendedora le entregó una bebida fría al castaño y esté estiró el brazo colocando un par de galeones en el mostrador. Entonces volvió su mirada a Evelyn.
—Deberías ejercitar un poco más tu memoria, Salvatore. Lo necesitarás si quieres aprender nuevos maleficios —le aconsejó con soltura, aunque nada le quitaba aquella esencia oscura que parecía estar adherida totalmente a él.
—Oh, créeme que lo realmente interesante jamás lo olvidaría.
Garret asintió dejando escapar una ligera risa de autosuficiencia. Evanna no podía dejar de pasar su mirada del uno al otro, y hasta se atrevía a apostar que la vendedora se encontraba en la misma situación.
—Es bueno saber eso —habló tras darle un pequeño sorbo a su bebida—. De esa manera sé que jamás olvidarás en donde puedes encontrarme —alzó las comisuras con altivez y entonces se volvió a Evanna, quien seguía con semblante interrogatorio—. Fue un placer, señorita.
Tras aquello la ojiceleste lo observó salir del local sin ningún inconveniente y andar por un callejón contiguo.
—¿Y a este dónde lo conociste? —inquirió desubicada, dejando ver su absoluta curiosidad.
—Es un vendedor de artículos muggles —dijo la pelirroja con desdén y antes de que Evanna pudiera protestar por tan falsa excusa se apresuró a solicitar su pedido a la chica detrás del mostrador.
—Dame un smootie de avellanas y vainilla.
Peculiar combinación, exactamente lo que le habían entregado a Garret.
***
Cuando por fin pisaron de regreso la residencia Salvatore, ambas se dirigieron a la habitación de la pelirroja. Esta se apresuró a sacar su varita y blandirla en dirección a los artículos que había comprado aquel día, los cuales comenzaron a acomodarse justo donde les pertenecía.
Evanna solo se tiró directo a la cama y miró al techo.
—¿Ya me dirás donde lo conociste?
—Creí que ya lo había hecho.
—Una mentira tan tonta que ni tu te crees —protestó sentándose y cruzando los brazos sobre su pecho.
—Ahg, que molesta... —resopló la pelirroja y se quedó parada en medio de la habitación observándola. Evanna tenía alzada una ceja, lo que le daba entender que su obstinada amiga no se rendiría hasta conseguir información. Frunció los labios y se echó el cabello detrás de las orejas—. Ayer fui a un restaurante con Noelle y...
—Estás mintiendo —la acusó cortándola de inmediato.
—¿Qué?
—Sé exacto cuando me mientes, Salvatore —rió y la miró con más interés—. Honestamente me das mas miedo cuando pretendes ocultarme algo a mí. Así que habla, que seguramente es malo.
Evelyn rodó los ojos, no obstante una mirada de orgullo le inundó el rostro.
—Parece que me has aprendido algo después de todo ¿no? ¡Ya era hora!
—Anda, que no tengo todo el día, Madeleine llegará pronto. Ya dime de qué trata ¿Acaso te perdiste con él?
—¿Con ese pedazo de idiota? —la pelirroja arrugó el rostro con asco y bufó—. No me conoces Evanna.
—La verdad es que parecía haber bastante química entre ambos —se aventuró a decir, notando que el rostro colérico de Evelyn volvía a aparecer una vez más en el día. Ya había perdido la cuenta.
—¿Que no notaste acaso lo engreído, arrogante e impertinente que es? —dijo de manera molesta paseándose por la habitación manoteando—. ¿O es que su cara de merde te dejó ciega?
—Yo hasta les encontré muchas cosas en común —Evanna alzó los hombros con inocencia e hizo un puchero—. Por ejemplo la cara de merde.
Evelyn la fulminó con la mirada y negó. Si hubiese sido cualquier otra persona probablemente ya la hubiera hecho ponerse de rodillas para pedir perdón, pero, sorprendentemente a Evanna era a la única que le toleraba aquellas bromas. Y hasta a ella misma le causaba gracia.
Después de verse descubierta, no tuvo más remedio que mostrarle. Con una última mirada a la habitación, la joven Salvatore agitó su varita colocando el cerrojo a la puerta. Caminó hasta su armario bajo la atenta mirada de Evanna y comenzó a mover sus pertenencias hasta dejar totalmente libre un espacio en el fondo.
La pelinegra la observó tocar con apenas las yemas de los dedos de la mano izquierda la fina madera de fresno, dibujando unos cuantos símbolos imaginarios, y pronto comenzó a pronunciar un cántico en conjunto con un complicado movimiento de varita con su mano derecha. Evelyn la blandía suavemente muy concentrada, y al cabo de unos segundos una luz violeta se desprendió de la punta de esta y los símbolos aparecieron por fin.
Evanna estaba atónita. Jamás había visto luz violeta salir de una varita, mucho menos había escuchado alguna vez aquel cántico. Evelyn seguía con su vista fija en la madera, su semblante parecía cambiar con cada extraña palabra que pronunciaba y, cuando al fin dejó de mover la varita respiró profundo e introdujo su mano a través de la madera para sacar un grueso libro de aspecto peculiar.
No hubo que pensarlo por mucho tiempo para saber qué se trataba de magia diferente.
—Oh, Evelyn... —murmuró por lo bajo, sintiendo un inexplicable escalofrío.
—Lo conocí en una tienda de artículos de magia oscura —explicó observando el libro—. Parece ser el hijo del dueño, no lo sé.
—Sabes que si tus padres te atrapan tendrás serios problemas ¿Cierto? Podrían prohibirte ir a Noruega para unirte a la hermandad...
Evelyn rió, comenzando a hojear el libro con emoción.
—Pues prohibido por mi madre ya lo tengo —le recordó mientras se acercaba—. Además, no te estás centrando en lo importante ¡Esto es una joya! —chilló y se sentó junto a ella mostrandoselo—. Me ayudará bastante con mi desarrollo profesional ¿Viste el hechizo que realicé? Lo aprendí con este libro ¡En una sola noche!
—Es magia oscura Eve...
—Así es como se logra entender a los magos oscuros, bestia.
—Pero tú serás cazadora, no un Auror.
La pelirroja chasqueó la lengua y dejó escapar un sonoro bufido de fastidio.
—¡Uno debe saber de todo en este ámbito! —replicó molesta—. Estas empezando a juzgarme tal cual lo hace mi madre.
Evanna guardó de pronto las palabras que estaba por decir, sintiéndose avergonzada.
No era ningún secreto que la señora Salvatore era bastante dura con su hija, impidiéndole entre otras cosas formarse en la carrera que ella había elegido. Nora la alejaba de un sinnúmero de situaciones sin explicación, cosa que a Evelyn le fastidiaba muchísimo. Solo lograba seguir adelante con sus sueños con el ligero apoyo de su padre y la amistad incondicional de Evanna.
—Lo siento Bestia —se apresuró a disculparse—. Claro que no te juzgo por nada. Solo no quiero que te metas en problemas, yo quiero que cumplas tus sueños...— dijo regalandole una sonrisa ladina—. Lo siento, ¿si?
Justo en aquel momento Noelle –la elfina doméstica– hizo una aparición dentro de la habitación haciendo al par de brujas respingar del susto. Evelyn se lanzó de pecho contra el colchón ocultando el libro y Evanna se había levantado tapando el cuerpo de su amiga aparentemente de forma natural.
—Madame Madeleine la espera, señorita... —comenzó a decir con su vocesilla chillona y de pronto miró desconcertada la escena—. Ama Salvatore ¿se encuentra usted bien?
—Ah ¡Eres tu Noelle! —murmuró contra el colchón y suspiró aliviada—. Estoy bien, pero recuerda que no debes aparecer de esa forma tan impertinente a habitación.
La elfina bajó las orejas y asintió rápidamente preocupada para desaparecer de inmediato.
Evanna dejó escapar un respiro de alivio y volvió a tirarse a la cama.
—Debo admitir que es emocionante esto de aprender magia oscura en secreto —rió. Evelyn al instante despegó su rostro del colchón y se quito los cabellos del rostro para mirarla completamente atónita.
—¿Acaso escuché bien?
Evanna alzó los hombros con una pizca de travesura en su rostro y se giró levemente para observarla.
—Pero debe ser en Beauxbatons —le advirtió apuntándola con el índice—. Nada de practicar aquí en casa de tus padres. Creo que les temo más a ellos que a Madame Maxime.
—¡Oh par Melín! —chilló de júbilo la pelirroja soltando su grueso libro para abalanzarse sobre su amiga.
Salvatore le había rogado por mucho tiempo a Evanna aprender junto con ella, jamás lo había conseguido y ahora que salía por su cuenta propia estaba que rebosaba de alegría.
—Será un año muy interesante Bestia, ya verás —musitó Evelyn con una amplia sonrisa—. ¡Seré tu profesora! Merlín, jamás pensé decir esto pero ya quiero regresar a la academia.
Evanna estaba alegre, correspondiendo el abrazo de su amiga. Le faltaban muchas cosas aún por resolver con su situación, pero estaba segura de que aquel día terminaría todo.
Obtendría el dije y podría librarse para siempre de la maldición –como ella lo había comenzado a llamar– que se cargaba.
¡Sopresa! A continuación viene otro capitulo :'D Ustedes lo merecen.
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