30 (Final)
Faye POV
Mi corazón palpita fuerte, mirando a la mujer frente a mí. Su sonrisa igual de brillante que sus ojos, igual que yo. Está deslumbrante, perfecta. El blanco siempre ha sido mi color favorito en ella. Tal vez por como contrasta con su complexión. O tal vez por lo inocente que se ve, aunque no lo es, para nada. Pero hoy, en ese precioso vestido blanco, entallado y de espalda descubierta, jamás se ha vestido más hermosa.
- Prometo continuar siendo tu más grande apoyo, Faye. Tu más grande fan. Te voy a proteger, dar calor, retarte y animarte. Pero más que eso, prometo amarte abiertamente, fuertemente, y para siempre.
Casi no escuché los votos de mi prometida con mi riego sanguíneo corriendo por mis orejas; el palpitar en mi pecho. Mi entusiasmo es incuestionable y relajarme parece muy difícil para las capacidades de mi cuerpo. Sus labios paran de moverse y se estiran en una hermosa sonrisa. Una sonrisa que se convierte en jadeo y luego en una pequeña risa cuando nuestro hijo comienza a llorar en la primera fila de las bancas de la iglesia.
Cambio mi mirada de Yoko a nuestro hijo de 6 meses, An, retorciéndose en su lugar en el regazo de mi padre, estirando los brazos hacia nosotras. Nong, nuestra chica de las flores para la ceremonia, intenta calmar a su hermano, callándolo y besándole el rostro, pero el pequeño continúa sollozando. Los invitados se ríen por la interrupción. Sin pensarlo dos veces, suelto las manos de Yoko y camino hacia el niño que de inmediato deja de llorar con mi cercanía. Mi prometida se ríe ligeramente cuando vuelvo al altar con nuestro hijo en mi cadera.
La ceremonia continúa mientras él se sienta callado en mi cadera, recorriendo todo el lugar con sus ojos, sonriendo. An se menea emocionado con el "sí, acepto" de Yoko, seguido del mío. Todos los invitados se ríen con nosotras. Yoko coge el anillo que sostiene Marissa y yo recibo el mío de Gap, quien luego vuelve a pararse junto a Prigkhing, opuesto a Luca.
Sonrío durante el intercambio, todavía sin poder creer en mi suerte de que la hermosa mujer frente a mí, aceptó ser mi esposa. Ella me sonríe también.
- Puede besar a la novia.
An aplaude junto con los invitados, su sonrisa iluminando hacia mi esposa y yo, y luego a Prigkhing cuando lo paso a sus brazos. Yoko envuelve sus brazos en mi cuello, yo en su cintura, y me besa suavemente, atrapando mi labio inferior entre los suyos. O tratando de hacerlo, pues ninguna consigue parar de sonreír. La alegría de los invitados resuena por toda la iglesia y la mía es evidente al reírme sobre sus labios.
- Te amo. -Susurra ella en mi boca. Dulces ojos café conectados con los míos, brillando-. Soy muy afortunada por tenerte.
+++
Nuestro primer baile como una pareja casada, me recuerda a nuestra primera noche juntas; bailando en el club y Yoko escogiendo ir a casa conmigo esa noche. Y esa casa ahora es nuestra casa, y ella ya no es la mujer que yo deseaba, ahora es la mujer que tengo.
Su vestido de novia es de espalda descubierta, rodeándola hasta el inicio de su trasero, muy parecido al que usó aquella noche. Mi mano descansa en su espalda baja toda la noche, acariciando su columna cada vez que puedo. Sus manos descansan en mis hombros y en mi cuello, tirando de mí para besarme de vez en cuando. La noche que Yoko decidió ir a casa conmigo, supe que me estaba enamorando de ella. Supe que me estaba enamorando de una mujer que me estaba dando una oportunidad, una vida. Una mujer que me llenaría de amor. Y me casé con ella.
Estaba increíblemente nerviosa la primera noche juntas. Pero no tener un ataque de pánico y aceptar que se fuera conmigo, fue una de las mejores decisiones que he tomado.
- Desearía poder simplemente llevarte lejos, después de esto. Solo tú y yo en una isla en algún lugar. -Me dice luego de un beso, acariciándome la mandíbula mientras seguimos bailando juntas.
Ya hemos bailado con nuestros padres y suegros, con la familia y nuestra hija. Pero eventualmente vuelve a mis brazos.
- Si tan solo no tuviéramos un bebé que cuidar que aún necesita pecho.
Yoko y yo decidimos que una luna de miel probablemente no era una buena idea teniendo un bebé de 6 meses. Él apenas está empezando a dormir tranquilo toda la noche, y aún necesita a su mamá para que lo alimente durante el día. Era claro lo mucho que a las dos nos hubiese gustado tener luna de miel; no hemos dejado de tocarnos en toda la noche. Pero necesitamos estar con nuestros bebés. Podemos tener unos días juntas en otro momento.
- Al menos tenemos esta noche, solo tú y yo. Una elegante suite con vista a Nueva York. -Me recuerda. Me besa otra vez, enterrando los dedos en mi cabello.
El sexo se dio despacio después del nacimiento de An. Yoko se tomó unos meses para reconstruir su confianza sexual, las dos tomándolo con calma como ella lo hizo conmigo. Pero desde entonces, hemos tomado cada oportunidad que tenemos para estar juntas. Encontramos las oportunidades, pero nunca el tiempo. Ni Yoko ni yo hemos tenido el tiempo de adorarnos y hacernos el amor como siempre lo hacíamos antes.
Esta noche vamos a recuperar eso. Le haré el amor a mi esposa como si tuviésemos todo el tiempo del mundo.
El resto de horas en la recepción de nuestra boda se siente como una eternidad. Durante cada baile que compartí con Yoko después de nuestra charla sobre esta noche, ella me tocaría más. Sus labios y lengua estaban siendo más dominantes y sus manos se pegaban en mi cadera y mis costados. Sus dedos rasguñando el inicio de mis pechos y mis hombros. Me está provocando, lo sé. Me está provocando en mi propia boda.
A Yoko no le importaba en absoluto; dejarme luchar contra una erección toda la noche por causa de ella. Esto continuó aún cuando su prima Bella se puso a bailar conmigo, la mujer que me coqueteó en el cumpleaños de Prigkhing. La ebria mujer tiró de mí hacia la pista de baile y comenzó a moverse de manera inocente mientras se adaptada a la música. Pero cuando la canción cambió, la atractiva joven mujer pensó que estaría bien recostarse contra mi pecho y llevar mis manos a su cadera. Yoko, siendo lo corajosa que es, hubiese causado una escena si no la detenía. Contenerse no es su punto fuerte.
Mi esposa no me deja sola después de eso. Me mantiene en la pista de baile toda la noche, o cuando me siento a comer, ella se sienta en mi regazo. Hace que la situación "luchar contra una erección" sea mucho peor. Una de las únicas mujeres con las que tengo permiso para bailar, es mi hija. Giro a la pequeña niña con su vestido rosa y crema, dejándola para darle un beso a Yoko y a An que están en una de las mesas, hablando con compañeros de trabajo.
Paso tiempo con el resto de invitados, bailando con Lingling, Orm y Marissa, antes de regresar con mi esposa. Me sonríe cuando tomo su mano y la guío a la pista de baile, dándole vueltas y posando mi mano en su espalda baja.
- Quiero llevarte al hotel. -Yoko se escalofría al sentir mi caliente aliento en su cuello. Asiente, y sin terminar la canción, me guía hacia nuestras familias. Anunciamos que ya nos vamos, considerando que ya algunos de invitados se fueron, por lo que no sería muy descortés. Gap sonríe cuando me ve entusiasmada, agarrándome fuerte de la cadera de Yoko sin intenciones de alejarme de su cuerpo. Le muestro el dedo medio cuando me guiña, y él ríe por lo bajo al verme tragar en seco cuando Yoko me acaricia la parte baja del abdomen.
- ¡No mami! ¡Quiero que vayamos a casa y veas Nemo conmigo! -Lloriquea Nong, tirando de mi brazo para evitar que nos vayamos. Nuestros hijos sabían que nos iríamos por esta noche, pero eso no evita que Nong se moleste y que An llore, aunque él no entiende lo que está pasando, se agarra fuerte de los hombros de Yoko para que no lo pase a los brazos de sus abuelos.
- El mundo no quiere que le haga el amor a mi esposa esta noche. -Le susurro a Yoko, aún tratando de quitarme a mi llorosa hija de encima.
- No, solo tus hijos. -Me responde, riendo. Hijos. Todavía no puedo creer que yo tenga hijos. Hermosos hijos con una hermosa mujer.
Eventualmente, los invitados que aún no se han ido, nos despiden, animándonos, lanzándonos flores en nuestro camino al elegante auto que Gap organizó para que nos llevara al hotel. An está dormido en brazos de mi padre y Nong se para junto a Orm, con los brazos cruzados y el ceño fruncido, no se molesta en decirnos adiós. Ella realmente tiene el temperamento de su mamá.
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No podemos quitarnos las manos de encima durante el camino, mis labios no se separan de los suyos, ni mis manos de su trasero; aprieto fuerte la deliciosa curva mientras succiono su lengua. Yoko me sostiene por el cuello con una mano, y con la otra me acaricia los muslos, intentando tocar mi miembro sobre la tela.
Continuamos besándonos al entrar a tropezones a la suite, agradeciendo que nos habíamos cambiado los tacones por zapatillas planas. Yoko ya está tirando de mi ropa cuando enciendo la luz. Nos separamos para observar maravilladas el ambiente. La luz es tenue, el switch solo encendió las lámparas y algunas luces pequeñas. Pétalos forman un corazón en el centro de la cama gigante, cojines rojos y crema la decoran. En la esquina hay una bañera con forma ovalada, ya llena de agua con más pétalos flotando en ella, y velas encendidas en el borde.
- Lingling lo hizo bien. -Halaga mi esposa, maravillada, caminando hacia la bañera y tocando el agua para confirmar que sigue tibia. Yo le había dado una idea de cómo quería decorar la suite, pero no tenía idea de que se vería así de hermoso.
Desvío mi mirada hacia la mesa en la esquina opuesta. Lingling la llenó de chocolates y fresas, y hay una cubeta de agua con gas y hielo. Habría una botella de champagne si Yoko no estuviese amamantando.
Nos quitamos la ropa cuando Yoko propone que hagamos uso de la bañera caliente, dejándome ver un set de lencería blanco que ella sabía que me encantaría. Después de que me ayuda a quitarme el boxer, entro en la bañera mientras ella camina por la habitación en busca de agua. Su cadera y su culo desnudo meneándose en su caminar.
- Estás haciendo eso apropósito. -Comento, sin quitar mis ojos de su parte trasera.
- ¿Algún problema?
Ella se gira y me cuesta quitar la mirada de su centro. Miro entonces sus pechos y no hay razón para quejarme, ni mentalmente.
- Ninguno.
Yoko se ríe de mi enorme sonrisa y camina de regreso a mí, entrando a la bañera, intencionalmente tomándose su tiempo al bajar.
Me posiciono entre sus piernas, con mi esposa tomándose el tiempo de lavarme el pecho, con sus manos jabonosas acariciándome los senos y el abdomen. Hablamos del berrinche de Nong en la recepción de la boda, la pequeña no quería que pasaramos la noche lejos de ella, y de cómo An ya está mostrando signos de que va a gatear pronto. Siento el pecho de Yoko meneándose en mi espalda al recordar lo que pasó a inicios de esta semana; Nong gateando por la habitación para que su hermano la imitara, molestándose porque él solo se acostaba de pancita en el suelo y se reía.
- ¡Oh, no! Vamos a ser una de esas parejas de casados que solo hablan de sus hijos. -Digo, riendo, contagiando a Yoko.
- Probablemente. Siempre y cuando no interfiera con nuestra vida sexual. -Comenta ella con voz ronca, acariciándome el cuello con su nariz y luego chupándome el lóbulo de la oreja. Las todavía jabonosas manos de Yoko continúan sus caricias, deslizándose ahora por mis muslos para después agarrarme el pene. Gimo y me río con su tacto, apretando más sus piernas a cada lado de mí-. ¿Qué tal si salimos del agua y te doy tu regalo de boda?
- ¿Y qué pasa con el tuyo? -Pregunto, tragando con su firme agarre que rápidamente me endurece.
- Tu regalo también es para mí. Tú siempre has sido mi regalo.
Las dos nos reímos de su exitoso intento de ser linda, la mía convirtiéndose en gemido cuando me frota más fuerte.
- No puedo esperar. -Cierro los ojos y tiro la cabeza hacia atrás, en busca de sus labios.
- ¿Quién dijo que tienes que esperar? -Susurra contra mi boca. Su mano me suelta y se desliza de vuelta a mi pecho-. Levántate para mí, Faye.
Con las piernas débiles, me giro y me levanto frente a ella, mirando maravillada cómo me toma firme y sin dudar lame desde la base hasta la punta. Sus ojos en los míos todo el tiempo.
Todavía no habíamos hecho esto sin la venda en los ojos. Después de la primera vez, solo había pasado dos veces más, y una fue cuando le propuse matrimonio. Justo antes de correrme en la boca de mi novia fue el momento que escogí para pedirle que se casara conmigo.
Probablemente debí haber esperado hasta después de correrme, porque ella se detuvo para quitarse la venda.
Fueron muy dolorosos cinco minutos mientras ella procesaba la pregunta. La mujer tenía seis meses de embarazo en ese momento, y rápidamente se enojó porque se lo pedí durante el sexo, y luego lloró porque se lo pedí del todo. Sus hormonas eran una montaña rusa.
Lo intenté de nuevo, pedirle que se casara conmigo, pero estaba teniendo problemas para contenerme por lo bueno que se sentía su boca. Fue en nuestra primera noche viviendo juntas. Yo había ido a la cocina por sus mangos, y ella encontró en una de las cajas la venda que habíamos comprado. Las emociones estaban como locas y fue entendible para mí proponerlo cuando mi vida estaba yendo tan perfecta: finalmente estaba viviendo con la mujer que amo, y ella me estaba succionando con su cálida boca.
Me sorprendió que dijera que sí. Y me dijo que sí otra vez cuando finalmente se lo propuse con el anillo de compromiso que había comprado hacía unos meses, solo unos días antes de que me dijera que estaba embarazada de An. Fue cuando abrió la panadería. Lingling y yo trabajamos por el sueño de nuestras esposas y arreglamos una apertura con nuestros amigos cercanos y familia. Después de que diera su discurso sobre la panadería, yo di el mío; me puse en una rodilla y le presenté el anillo.
Es seguro decir que ella lloró nuevamente. Las dos lloramos. La propuesta inicial pudo haber sido más romántica, pero ya estoy casada con la mujer de mis sueños y desde ya es una increíble esposa.
Yoko está besando mi cadera cuando vuelvo a abrir los ojos para mirarla, su lengua y sus labios deslizándose hacia mis muslos. Mis rodillas casi ceden, pero no voy a arruinar este momento. Trato de recomponerme, pero ella me toma en su boca, mirándome a los ojos, y succiona la punta. Gimo con el tacto de su húmedo músculo en mi piel sensible, mi boca se abre y pongo los ojos en blanco. Con una mano me sostengo de la pared detrás de Yoko, y la otra la enredo en su cabello, abriendo su cara para verla.
Mi esposa se pierde en el momento y cierra los ojos. Su toque se vuelve más determinado con su mano y su boca trabajando juntas en mi miembro. En el momento que vuelve a mirarme, la sensación de su boca es abrumadora. Es el amor y la emoción en sus ojos mientras me complace. Siento un cosquilleo en cada esquina de mi cuerpo hasta mi centro y lo persigo.
Con mi mano todavía sosteniéndola por el cabello, animo movimientos más rápidos, mi cadera ahora moviéndose para entrar y salir de su boca. Los ojos de Yoko me miran cuando mi cadera se mueve con propósito, buscando más calor y humedad en su boca. Sus ojos se ponen llorosos y me empuja un poco para evitar el reflejo de nausea. Su otra mano ha estado acariciando entre mi muslo y mi cadera, pero la observo moverla por su pecho y hacia su entrepierna. Se toca y gime alrededor de mi polla.
- Joder, mi amor. Me voy a correr. -Yoko me saca de su boca y me sobresalto con la perdida. Abre la boca y revela su lengua expandida. La visión es hermosamente erótica y solo me toma segundos al masturbarme para correrme en su lengua, recostándome con mi antebrazo contra la pared para sostener mi pesado cuerpo. Yoko gime y traga, sonriendo cuando me ve mirándola con lujuriosa admiración-. Te amo tanto.
Sin gracia alguna, vuelvo a caer al agua entre sus piernas, y beso a mi esposa con fiereza. La sostengo con mis brazos, la acomodo y la relajo para introducir dos dedos en su centro. Froto fuerte su punto sensible dentro de ella y acaricio su clítoris con mi pulgar. Se derrumba en mis brazos después de unos minutos.
- Vamos, amor. -Susurro, levantándome de la bañera y sacándonos a ambas del agua. No puedo dejar de besarla ni de decirle lo mucho que la amo entre cada respiración. Rápidamente la seco con una toalla mientras la guío hasta la cama-. Eres tan perfecta. -Mis labios bajan a sus costados, mordisqueando la piel protectora de sus costillas al tiempo que me arrodillo. Las piernas de Yoko tocan el borde de la cama y la empujo para que se acueste. Ella se ríe de mi entusiasmo.
La llevo al borde del derrumbe otra vez con mi lengua frotando su clítoris y mis labios succionándolo al calor de mi boca. La observo pellizcarse sus sensibles pezones y apretar sus muslos juntos, levantando su cadera para buscar más contacto. Su néctar es dulce en mi lengua y gemir contra su piel intensifica su liberación.
- Tienes un sabor increíble, Yo.
Levantándome del suelo, me quedo de pie al borde de la cama, mirando a una exhausta Yoko deslizar los dedos entre sus pliegues, abriendo sus piernas para que yo la vea. Atraigo su cadera más cerca del borde y alineo mi miembro con su entrada, penetrando a un ritmo castigador. Mi pulgar abusa de su clítoris y me inclino hacia su rostro. Las dos jadeamos entre besos y chocamos los dientes. -Eres tan buena en esto. -Halaga Yoko, enredando sus manos en mi cabello. Las desliza hacia abajo y clava sus uñas en mi espalda, dejando marcas rosas. Yo lamo su pecho y devoro sus senos sin bajar el ritmo de mi cadera.
Esta noche me ha dado el mejor sexo que he tenido, y tengo toda la intención de continuar con mi esposa. Tal vez quedarme con la cara metida entre sus lechosos muslos por el resto de la noche, sabiendo que darle una onza del placer que ella me ha dado con su boca, la tendría ronroneando para mí. Mi esposa es excepcional. Complacerme de esa manera con mi piel tierna por el baño caliente fue una gran decisión.
No usar la venda para los ojos fue mejor decisión todavía.
Tal vez deberíamos instalar una bañera en nuestro cuarto. Aunque no podríamos tener sexo en ella porque el agua se desbordaría por todo lado y mojaría la alfombra. De todas maneras no podemos tener sexo en la ducha o la bañera porque una de las dos siempre tiene que estar cuidando a los niños. Tampoco es que hayamos tenido mucho sexo en la ducha antes. Yoko es muy torpe y yo me caliento muy rápido. Probablemente me desmayaría si ella me pide que la levante mientras el vapor de la ducha me debilita.
- ¿En qué estás pensando? -Saco la cara del cuello de Yoko y la miro, notando cómo apenas puede mantener los ojos abiertos y el sudor gotea por sus cejas-. Bajaste el ritmo. ¿En qué estás pensando? -Pregunta de nuevo, alcanzando un cojín y ayudándome a ponerlo debajo de su trasero.
- Tú siempre me dices que piense en lo que quiero hacer la otra semana, para que no me corra tan rápido. -Digo lo obvio-. Quería instalar una bañera en nuestra habitación, pero ahora estoy pensando en que no sería buena idea. -Explico mientras la acomodo sobre el cojín y reanudo el ritmo de mis penetraciones ahora con mis rodillas apoyadas en el colchón.
- Tienes razón, no es buena idea. -Dice-. Solo fóllame, Faye.
- Sí, señora. -Ella me regaña con la mirada, pero después se ríe. Vuelvo a besarla, moviéndome más lento y profundo. Ella se remueve ligeramente cuando toco su cerviz. Juego con su clítoris y ella se corre rápido, sonriendo con cansancio al sentirme perseguir mi propio orgasmo, gimiendo contra su boca cuando exploto. Sus músculos se flexionan y masajean mi miembro. Yo me río cuando me doy cuenta de que está tratando de mantenerme dentro de ella-. Acomódate en la cama ya, creo que tu trasero se está acalambrando. -Yoko se ríe y hace lo que le pido, acostándose boca abajo. Su hermoso culo queda a disposición para que yo lo admire. Estoy casi en un trance, mirando la perfecta forma de su trasero, notando sus rosados labios depilados bajo este, y las marcas rojas de mis manos en sus muslos de cuando la sostuve para acomodar su cuerpo.
- Deja de mirarme el culo, pervertida. -Me mira sobre un hombro, con un brillo en sus ojos mientras menea la nalgas.
- Me casé contigo. Ese culo es mío y puedo mirarlo todo lo que quiera.
- Posesiva. Me gusta. -Mi esposa se ríe otra vez y palmea el colchón a su lado-. Ven a acostarte, quiero chuparte la polla de nuevo, sabes rico.
Santa mierda.
Esa es una solicitud a la que me puedo acostumbrar.
Me limpio con una toallita húmeda y regreso a mi esposa; limpio el espacio entre sus piernas y río cuando se contrae levantando su cadera, riendo más cuando empujo su cadera de vuelta al colchón y la froto entre las piernas con la toallita húmeda.
- No te puedo tener chorreando las sábanas ahora. ¡Este es un buen hotel!
- También es la suite de luna de miel. -Tiro la toallita al suelo y me acuesto a su lado; me sostengo en un codo y acaricio su espalda con mi otra mano-. Tenemos que dejar nuestros fluidos por todos lados. Es una regla.
- Eres asquerosa.
Me inclino y le doy un beso por detrás de la oreja, quito el cabello hacia un lado y le lleno de besos el cuello y los hombros. - Tu piel siempre está tan suave. -Deslizo mi mano por su espalda hasta sus muslos. Ella los separa y acuno su sexo, ella sonríe suavemente y con su propia mano me agarra el pene. La animo que me lo agarre con más fuerza, al tiempo que le beso la columna y mordisqueo su trasero.
Antes de que pueda separar sus nalgas para comerla como ella se lo merece, mi esposa me empuja por el pecho para que vuelva a acostarme. Ella se levanta a buscar la cubeta con hielo y la deja en el piso a un lado de la cama.
- Me voy a divertir mucho con esto, mi amor. -Dice Yoko. La mujer toma un cubo de hielo en su boca y lo chupa, tomando otro en sus dedos para comenzar a deslizarlo por mi pecho y mi estómago. Con su lengua pasa a la mía el cubo de hielo que tenía en su boca, y se sube a mis hombros. Se inclina y con su congelado aliento, vuelve a meterse mi pene en la boca, succionándolo lentamente, llevándome profundo. Escupo el cubo de hielo con un gemido y bajo su cadera con fuerza a mi cara. Mi propio aliento congelado comenzando a adorar su sexo.
Yoko me frota los muslos y acuna mi escroto mientras trabaja su fría boca en toda mi longitud. El contraste de la temperatura me vuelve loca. Ella succiona y mordisquea la piel. Estoy a su merced. Masajearle el culo y dejarla que se frote en mi fría lengua, tiene el mismo efecto en ella. Complacer a mi esposa, y que ella me esté complaciendo a mí, es excepcional; algo a lo que nunca me voy a acostumbrar. Hacerle el amor a ella es el epítome de todo.
Giro el cuerpo de Yoko para que me mire de nuevo, besándola para explorar la familiaridad de su boca. Alzo las rodillas y junto nuestras mitades inferiores, entrando en ella, uniéndonos a la perfección. Ya no estamos follando como antes, le estoy haciendo el amor a mi esposa. Ella se mueve sobre mí al tiempo que molesto su clítoris otra vez. Eventualmente ella se estira, uniéndonos torso con torso, para besarme más y gemir contra mi boca. Sus antebrazos descansan sobre mis hombros y sus dedos se enredan en mi cabello. Yo la abrazo por la cadera.
Nos movemos al unísono y jadeamos. Nuestro sudor y calor natural crea una capa húmeda entre nosotras, pero todo es perfecto. Le doy una nalgada cuando acelera sus movimientos y ella chilla en mi oreja. Chillido que se convierte en una linda risa.
- Hazlo otra vez.
Niego divertida por la sonrisa en su rostro y cumplo con su solicitud. Nalgueo el mismo lugar en su culo, más duro esta vez, y ella gruñe fuerte. Con una penetración profunda y una nalgada más dura, dos gruñidos femeninos resuenan por toda la suite de luna de miel, sus paredes convulsionan y yo me rindo ante la estrechés de su sexo. Nuestros orgasmos explotan juntos, mis caderas se debilitan.
- A mi esposa le gustan las nalgadas. Interesante.
- Y a mi esposa le gusta nalguearme. Somos afortunadas. -Los ojos cansados de Yoko brillan. La beso apasionadamente, lamiendo su lengua, mandíbula y cuello-. Te amo.
- Yo también te amo, hermosa. No puedo creer que me casé con alguien tan perfecto.
Jamás pensé que sería tan afortunada.
Por el resto de la noche nos abrazamos sosteniéndonos más cerca que nunca, ella con su cara en mi cuello y yo con la mía en su cabello, con nuestras piernas entrelazadas. El servicio a la habitación llega temprano al otro día y nos quedamos en la cama tanto como podemos. No pasa mucho tiempo sin que mis labios vuelvan a buscar los suyos.
Decidimos que deberíamos regresar a casa, las dos entusiasmadas por ver a los niños, pero decepcionadas porque encontrar tiempo así a solas será difícil. Al llegar, cargo a Yoko hasta el umbral de la puerta; ella quería cargarme a mí, pero falló en el intento como ambas sabíamos que pasaría. Nong superó el berrinche de ayer y corre a saludarnos, saltando a los brazos de Yoko cuando finalmente la dejo tocar el suelo de nuevo, aunque primero la giro contenta y la beso frente a nuestra hija, lo que hace reír a la pequeña.
Entro a la sala y encuentro a An jugando en el suelo. Una enorme sonrisa aparece en su rostro cuando alza la mirada y mira a sus madres. También somos bien recibidas por Sunny, que mueve su cola con emoción. Nuestro hijo trata de agarrar al cachorro, pero falla y se ríe. Trajimos al pequeño cachorro hace unos meses y los niños lo amaron. Sin embargo, no más de lo que Yoko lo ama. Sunny me reemplazó como su compañero de acurrucos en el sofá durante las noches de películas. Resulta que sí puedo manejar tener un cachorro y un bebé, no como pensaba al principio. Más o menos.
El cachorro es una pequeña mierda la mayoría del tiempo.
Los padres de Yoko se habían quedado a dormir para cuidar de los niños. Cuando llegamos solo nos preguntaron si disfrutamos la noche, claramente sin querer saber nada más, por lo que estuvimos agradecidas.
- ¿Qué hicieron anoche, mamás? -Pregunta Nong inocentemente desde la rodilla de Yoko. Mis dos chicas me miran mover juguetes alrededor de mi hijo, haciéndolo que ruede hacia ellos. Sonrío y dejo que mi esposa responda la pregunta.
- Pasamos el rato juntas.
Seguro que sí.
- ¿Haciendo qué? ¿Por qué no lo hicieron aquí?
- Porque tu mami y yo queríamos estar solas sin distracciones, y tú y tu hermano son las mayores distracciones que hay.
- ¿Por qué?
- Porque necesitan que los cuidemos, lo que significa que, a veces, tu mami y yo no nos podemos cuidar mutuamente.
Mi esposa ciertamente se encargó de mis necesidades anoche. Y esta mañana. Su boca solo dejó mi pene cuando quiso comer fresas. Al parecer Yoko quiere darme todo el sexo oral que no me ha dado durante nuestra relación, y yo definitivamente no me estoy quejando.
- Pero las extrañé.
Oh, siguen hablando.
- ¿Qué tal si vemos un película esta noche, princesa? -Le pregunto a mi hija, riendo de mi hijo que se las ingenió para llegar hasta mi regazo.
- ¿An va a estar ahí?
Nong ha estado siendo bastante bipolar con su actitud hacia An. Ella cree que él es adorable y le gusta estar con él cuando tenemos compañía, pero es muy celosa del pequeño. A ella le gusta jugar con él, se ríe cuando balbucea y rueda por el piso, y constantemente le toma fotos con nuestros celulares; pero compartir a sus madres es algo que no le gusta. Ni tener que pausar una película cuando él demanda nuestra atención, o que no le podamos comprar regalos todo el tiempo como antes porque ahora tenemos otro hijo.
Pero An es un bebé feliz. Él solo se ríe cuando su hermana hace berrinches, como si supiera lo mucho que la saca de quicio.
- Sí, An estará con nosotras, pero continuaremos cuando él se duerma.
Ella hace puchero, pero no discute. Principalmente porque Yoko le está dando "la mirada", una manera discreta de decir "no respondas". Y Nong y yo sabemos que no debemos discutir con ella.
Más tarde, luego de que todos estamos alimentados y bañados, Yoko y yo nos acomodamos con An en nuestra cama mientras Nong termina de vestirse. Mi esposa está terminando de amamantar a nuestro hijo, sosteniéndolo contra su pecho. Ella hizo un comentario sobre lo hermosos que son sus ojitos verdes. Yo dije que debe ser familiar para ella tener un par de ojos verdes mirándola mientras le chupan los pechos. Ella no se rió, solo me dio esa mirada probablemente diciéndome que me callara.
Iba a decir que yo me haría cargo del otro pecho, pero sin duda me hubiese ganado un codazo en la polla.
Nong llega antes de que pueda decir nada más, se acomoda entre nosotras en la cama y descansa la cabeza en mi hombro al tiempo que le doy play a "Buscando a Nemo", considerando que no la pudimos ver anoche con ella. Se trajo a Sunny con ella y me pidió que lo levantara para que durmiera al pie del colchón. Mi esposa se limpia, y como es usual, An no está listo para dormirse; en lugar de eso se revuelca por toda la cama, balbuceando y riéndose solo.
- Mami, haz que An se calle. Quiero ver la película. -Se queja mi hija. Vuelvo a ver a Yoko y la encuentro sonriendo, a punto de reírse.
- Faye, dile a Nong que haga silencio. Estoy tratando de ver la película.
La pequeña le da una de sus miradas a su mamá, y me intriga y me aterra a la vez tener mujeres tan poderosas en mi familia. Yoko toma a nuestra hija en su regazo, de todas maneras, Nong lucha contra ella, pero eventualmente deja de resistirse y se acurruca contra su pecho. Me inclino a por An que está a una vuelta más de caerse de la cama, y lo atrapo entre mis piernas. Él escupe su chupeta y se lleva mi mano a la boca en su lugar, babeándome. Se acomoda y usa mi pierna como almohada, quizá decidiendo descansar ya. Peino su ya ondulado y oscuro cabello, sonrío ante cada pequeño sonido que él hace, y ya no le presto atención a la película.
En la mañana al despertar me encuentro con mis hijos todavía en la cama con Yoko y yo. An en mi pecho y Nong abrazada a su madre a mi lado. Sunny también sigue dormido al final de la cama, con la punta de la lengua sobresaliendo de su hocico. El menú del DVD de "Buscando a Nemo" sigue proyectándose en la televisión, todos nos quedamos dormidos antes de apagarlo. Me froto los ojos y me siento en la cama, manteniendo a An en mi pecho, y observo a mis chicas dormir.
Jamás podría haber imaginado esta vida para mí. Esta felicidad, rodeada de personas que me aman. Dile esto a mi yo más joven y me hubiesen acusado de ser una soñadora.
La llamada de Yoko cambió todo para mí. Después de conocerla a ella y a mi hija, decidí que haría todo por mantenerlas en mi vida. Era mi única oportunidad de ser feliz y me aferré fuerte a ella, con las dos manos.
Entonces tenía una novia. Ahora un segundo hijo, y una esposa. Tengo una familia. He experimentado ver esa familia crecer. Después de perderme la etapa del embarazo con Nong, estoy muy agradecida de haberlo experimentado todo con ella con An.
Él pateó por primera vez cuando su madre y yo estábamos haciendo la compra en el supermercado. Las dos teníamos las manos en su barriga, lágrimas en nuestros ojos, y curiosos mirándonos con sonrisas de felicidad. Ellos no sabían nuestra historia, solo que estábamos esperando un bebé, y nunca había deseado que unos extraños supieran nuestra historia más que en ese momento. Quería que todos supieran todo lo que había superado para ser así de feliz y lo maravillosa que es mi esposa. Y fue ahí cuando me di cuenta de que mi condición ya no me importa una mierda, ni las cosas por las que pasé. Solo quería que todos supieran que soy feliz con lo que soy.
An tenía un mes de nacido cuando celebramos juntos la navidad. Pasamos todo el día con nuestros amigos y familia. Yoko y yo nunca paramos de sonreír. Ella trajo a Sunny como un regalo de navidad principalmente para mí. Era un cachorro o un loro. Pero aparentemente es muy riesgoso tener un loro en una casa con individuos malhablados como Yoko y yo. Nosotras tenemos cuidado alrededor de los niños, pero el loro no lo tendría. Fue un día increíble y lo terminamos nosotros cuatro y Sunny a solas; el bebé An dormido en brazo de su madre mientras nosotras bebíamos chocolate caliente y jugábamos juegos de mesa. Fueron las cosas simples las que me hicieron apreciar la vida. La vida que Yoko y yo creamos.
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A los 10 meses An dijo "mamá".
Todos estábamos en el jardín una tarde. Yoko y yo estábamos en el césped con nuestro hijo, jugando con los juguetes de Sunny (a él no le gustaban los suyos) cuando lo dijo. Tuvimos algunas falsas alarmas antes de eso, principalmente de mi parte, diciendo que An había hablado, pero Yoko no estaba convencida, seguían siendo solo balbuceos. Pero las dos escuchamos "mamá". No sabemos a cuál de las dos se estaba refiriendo, pero no importó.
Experimentar estos acontecimientos en la vida de tu hijo es abrumador, y yo lloré con cada nuevo logro.
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Justo después de su primer cumpleaños, An caminó. Yoko y yo estábamos hablando de las vacaciones que estábamos planeando cuando llegó Nong, sosteniendo las manos de su hermanito al ayudarlo. Jadeé y me levanté del sofá, abriendo los brazos para mi hijo que fue liberado del agarre de su hermana. Cayó a mis brazos cuando me alcanzó, en shock por lo que había hecho, pero luego se rió y se aferró a mi cuello. Yoko había grabado todo.
Unos meses después, mi familia y yo estamos disfrutando unas vacaciones en las Bahamas. Acepté el puesto en noticias VICE y con trabajo duro, rápido me convertí en la directora. No tenía mucho tiempo libre, pero me ofrecieron dos semanas de vacaciones lejos del trabajo y pasar ese tiempo con mi familia era una oportunidad imperdible.
A veces llevo a Nong a nadar mientras mi esposa cuida de An. Uso shorts en la piscina y en la playa, algo que Yoko señaló que era muy diferente a la primera vez que fuimos. No usaba shorts cuando nadaba, a menos que fuese una piscina privada, porque temía exponer mi condición. Pero Yokl me compró shorts de compresión para usar bajo mi ropa de baño, así que todo lo que necesitaba era un poco de confianza en mi cuerpo y todo estaría bien.
Y la tenía. Yoko me dio esa confianza. Ella me hizo amarme a mí misma.
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Deslizo las manos por la espalda de mi esposa, rodeándola para acunar sus pechos. Ella empuja más su culo hacia mi cara. Yo también hago que Yoko se ame a sí misma. Ella abre más las piernas y muerde la almohada cuando chupo su sensible nudo desde atrás. Ella nunca se había sentido cómoda en esta posición. Tampoco nunca se había sentido cómoda con la idea de arrodillarse ante alguien, pero esa es una ocurrencia común en nuestra relación ahora. Nunca sabré por qué tardé tanto el introducir mi miembro en su deliciosa boca.
Con dos de mis dedos penetrándola y mi lengua explorando territorio aún virgen, ella gime en la almohada y yo sonrío con su problema para mantenerse en silencio. Con su torso cayendo primero, ella colapsa en el colchón.
- ¿Realmente te cuesta guardar silencio, no? Tenemos dos niños tratando de dormir en la habitación de a lado, qué desconsiderado de tu parte.
- Cállate, Faye.
Yoko se acurruca en la cama, con una sonrisa de satisfacción en su cara. Joder, es tan linda. Le sonrío, aunque puedo ver sus ojos cerrados. Acabábamos de poner a An a dormir su siesta de la tarde, y Nong se le unió, cansada del sol y del ejercicio que hizo cuando Yoko la estaba persiguiendo por la playa. Cuando ambos finalmente se durmieron, ataqué el cuerpo de mi esposa.
Su figura me había estado provocando todo el día, vestida con un traje de baño negro. Su culo se veía increíble.
- ¡No! Lávate la boca, primero.
Intenté besarla y lo que recibí fue una mano en mi cara.
- Solo dame un beso. -Provoco, amenazando con inclinarme de nuevo hacia ella. Me da aquella familiar mirada y sé que lo mejor es que me vaya a lavar o no tendré más besos por el resto de la noche-. Tú me pediste que lo hiciera.
- No en esta ocasión.
Su sonrisa todavía es evidente desde el baño, donde hago gárgaras con el enjuague bucal.
- ¿Te estás quejando?
Salto a su lado en la cama, girándola para que me mire.
- Nunca.
Mi esposa me guiña y se mueve para darme un beso, enreda su lengua con la mía, y se separa todavía sonriendo de oreja a oreja. Tener a An solo fortaleció nuestra relación. Nos amamos locamente. Nuestra vida sexual se ve amenazada, pero siempre encontramos tiempo para nosotras. La intimidad siempre ha sido importante en nuestra relación. Tener intimidad con ella fue lo que me hizo crecer. Me hizo aceptarme a mí misma, por ella y por mí.
- ¿No estás preocupada por él?
Ahora estoy en camiseta y en shorts, en caso de que seamos interrumpidas por nuestra hija. Mi esposa descansa en mi pecho, con la cara en mi cuello.
- ¿Por An? ¿Por qué?
- No creo que sea hereditario, pero aún hay posibilidad de que termine siendo como yo.
- ¿Y crees que me preocupa que termine siendo una persona increíble?
Yoko acaricia mi abdomen al tiempo que me da un beso en medio del pecho.
- Yo, él pasaría por mucho. No quiero que sufra.
- Entonces lo protegeremos. Lo amaremos. Estás asustada, pero no tienes razones para estarlo. An será muy feliz. Lo ayudaremos de todas las maneras que podamos y estaremos ahí en cada paso del camino. Después de todo lo que tú has pasado, lo conseguiste. Eres feliz.
- Soy feliz después de años de miseria. -Le beso la cabeza y acaricio un costado de su cuerpo-. Eres la primera persona fuera de mi familia que me aceptó por mí. No le podemos garantizar a nuestros hijos que van a conocer a alguien tan increíble como tú.
- Faye, eso no importa. Lo criaremos bien y él será perfecto. Todos lo amarán como todos te aman a ti. Dijiste que tu condición no es hereditaria, así que no creo que debas preocuparte tanto. Pero te prometo, sin importar cómo se desarrolle, que él nos tendrá a nosotras, a nuestra familia, a Nong. Él será amado por todas las personas importantes para él.
- No es hereditario, pero es simplemente un mal funcionamiento de los genes. Le puede pasar a cualquiera, pero tal vez él sea más susceptible y...
- Sí, tal vez. Pero va a estar bien, amor. Lo prometo. -Una lágrima salada cae de mi ojo. Yoko la seca con su pulgar y sus suaves labios besan los míos-. Estoy muy orgullosa de ti. Has llegado muy lejos y ser testigo de tu crecimiento ha sido increíble. ¿Verte así de feliz y ser feliz yo también? Eso es un sueño hecho realidad.
Los ojos de mi esposa están llenos de nada más que amor. Sus palabras hacen eco a mis propios votos en nuestra boda:
La felicidad era un sueño distante. Yo era una pesimista furiosa. Dudaba de mí misma y dudaba de los demás. Me segregaba a mí misma de una vida ya solitaria. Pero todo eso cambió cuando te conocí; cuando conocí a nuestra hija. Sabía que tú eras la indicada para cambiar mi vida. Con tu brillante sonrisa y tu felicidad. Tu emoción y tu amor. Pero nunca pensé que yo sería así de feliz. Tengo la vida que pensé que solo soñaría con tener. Pero he crecido contigo. Por una vez en la vida de verdad me amo a mí misma, y te amo a ti. Me permití amar. He explorado la fuerza de mi amor y el tuyo. He explorado lo que es ser feliz y eso es por ti. Considérame una exploradora, Yoko. Y tú eres mi descubrimiento favorito.
- Te amo, Faye.
Beso la boca de mi esposa y acuno su rostro en mis manos. En otro beso, la puerta se abre y entra nuestra hija, bostezando y frotándose los ojos. La pequeña ojiverde nos sonríe y sube a la cama con nosotras, abrazándose a su madre.
- Yo también te amo, Yo. Me diste la vida que siempre soñé. La vida que nunca pensé que merecía... hasta ahora.
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