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— ¡Nong! ¿Puedes ir con las niñas a buscar algunas de las cosas más ligeras para tu cuarto y traerlas a la casa? Tus tías van a sacar las cosas de la camioneta por ti. —Le grito a mi hija que continúa corriendo por la casa, tratando de saltar sobre las cajas. Ante la idea de ayudar, las tres pequeñas, incluyendo a Mei y Joy, rápidamente asienten y van hacia la camioneta estacionada afuera donde Marissa y Lingling están bajando todo.
Faye dijo que yo no debía levantar nada pesado y que solo diera órdenes. Y aunque fue divertido por un momento, darle órdenes a Marissa y a los demás pronto se me hizo aburrido. De las cajas que las mujeres habían bajado de la camioneta, Orm y yo decidimos meter a la casa las menos pesadas, dejándolas en las respectivas habitaciones. Camino por el pasillo de mi nueva casa hacia la sala con una caja llena de libros pesados, pasando junto a Luca y Ton por el camino, que entre los dos están cargando una mesa grande de comedor para la cocina.
A los 6 meses de embarazo Faye en medio de una cena elegante en un restaurante elegante me dice que Nong y yo nos mudaremos a su casa para que ella pueda estar cerca de nosotras, y que no aceptaría un "no" por respuesta. No habían pasado ni dos semanas cuando Luca consiguió una camioneta prestada en su trabajo para pasar todas las cosas de Nong y mías de nuestra casa con Marissa a nuestro nuevo hogar con Faye. Nuestras cosas incluyendo los mueles que compramos en un caro viaje a IKEA.
No lo había notado las primeras veces que estuve en casa de Faye, pero luego de un tiempo me di cuenta de lo vacía que estaba. Ella claramente no había gastado mucho tiempo ni esfuerzo en convertir su casa en un cómodo hogar familiar. Primeramente porque ella pensaba que nunca viviría aquí con su propia familia. Faye ya había convertido una de las habitaciones en el cuarto oficial de Nong para cuando nos quedábamos a dormir. Esa era la única habitación decorada y amueblada apropiadamente.
Después de aceptar su oferta de vivir con ella, rápidamente decidimos tratar lo mejor posible de convertir esto en un hogar familiar que apreciaríamos. Reemplazamos su sofá blanco por uno más práctico ya que vamos a tener niños traviesos corriendo por todos lados. Tuvimos que comprar una unidad de entretenimiento para que todos los cables de su televisión y consola de juegos no fueran una amenaza para todos. Estamos en proceso de convertir su casa de soltera en la casa familiar que ella siempre quiso. De todas maneras ella nunca fue una solterona.
— ¡Ah, yo llevo eso! —Interrumpe la voz de Faye, encontrándose conmigo en la entrada a la sala, quitándome la caja de las manos y dándome un beso en los labios—. Relájate, cariño. No tenses tu cuerpo con cajas pesadas.
— Faye, son libros.
— Son libros pesados. Carga los cojines. —Dice con un guiño, tomándome de las manos después de dejar la caja sobre las otras en la sala—. ¿Cómo te sientes? —Me hace esa pregunta unas 10 veces al día más o menos. Es igualmente encantador y molesto. Pero ella es amorosa y protectora, no lo puede evitar.
— Estoy bien. La bebé está pateando mucho hoy. Tal vez está tan emocionada como yo por venir a vivir contigo. —La abrazo por el cuello y le doy un beso.
— Bueno, ya somos tres. —Sonríe y posa su mano en mi barriga, riendo sobre mis labios al sentir una patadita contra su mano. Ante el sonido de pequeños pies corriendo por las escaleras y la risa contenta de nuestra hija, Faye corrige—: cuatro.
— ¿Quieres que empecemos a llevar el viejo afuera, Fa? —Paro de besarla para que le prestemos atención a los dos hombres de pie a lado del sofá blanco a punto de ser reemplazado. La relación de Marissa y Luca se ha fortalecido en los últimos meses al punto de que él se va a mudar a mi antiguo hogar con ella. La interrogación que le hicimos Faye y yo al parecer no fue suficiente, pues tuvo que enfrentar otra por parte de Ton. No había manera de que él dejara a su hija Mei vivir con otro hombre al que aún no conocía bien.
Los dos hombres rápidamente se hicieron amigos y junto con Faye, los tres salen juntos, compran comida para llevar y miran juegos de cualquier deporte al que están enganchados. Aparentemente los chicos la están convenciendo de que juegue golf con ellos. Que Dios no permita que diga que sí.
— Eso estaría bien, chicos. Yo les ayudo. —Ellos asienten y buscan de dónde agarrarse bien del sofá—. Te veo pronto, amor. No levantes nada pesado, yo haré eso. —Con un beso en la frente y una caricia de su pulgar a mi barriga, Faye se aleja a ayudar a los hombres.
Nong, Mei y Joy parecen haber abandonado su tarea de llevar las cosas de la camioneta a la habitación cuando miro por la ventana y las veo corriendo en el jardín trasero. Mi hija nunca tuvo un jardín, y ahora tiene uno gracias a Faye.
Al terminar de bajar las cosas y meterlas a la casa, todos nos sentamos a comer las pizzas que Faye pidió. Una manera de agradecer a nuestros ayudantes, y una manera de satisfacer mis antojos. Si no puedo tenerla a ella, pizza es mi segunda opción. Aunque nada es mejor que el amor de Faye Malisorn.
Las mujeres nos ayudan a desempacar las cajas, dejando cosas por todo el lugar para que Faye y yo las pongamos en su lugar. Con toda su ayuda, la mudanza fue mucho más fácil de lo que hubiera imaginado, para alivio de Faye. Ella quería que Nong y yo viviéramos con ella, pero hizo todo lo posible para evitar causarnos estrés a mí y al bebé. A las 10pm todavía hay cajas por ahí, todo lo necesario ya fue puesto en su lugar, dejando el resto sin desempacar. Los ayudantes se van con niñas dormidas en sus brazos, y mientras Faye lleva a Nong a su cama, yo me acomodo en la cama de Faye, que ahora puedo llamar nuestra.
— Se durmió de inmediato. Creo que estaba exhausta por correr todo el día. —Dice Faye entrando al cuarto, yendo al baño interior para cepillarse los dientes.
— Lo sé. Puedo ver que ella está muy contenta por vivir aquí. Ella ama ese jardín.
— Me alegra. No es enorme, pero es lo suficientemente grande para un set de columpios, tal vez. ¿Qué opinas?
— A ella le encantaría. O sea, una piscina estaría bien también, pero me quedo con los columpios. —Respondo con un guiño.
— Tal vez algún día, Yo. —Faye sube a la cama momentos después, quitándose los pantalones y la camisa. Ella ya nunca usa sostén y me encanta—. ¿Estás cansada? —Sus cejas se alzan y me sonríe traviesa, colocándose casi encima de mí, con una mano encontrando lugar en la parte baja de mi vientre.
— Un poco. ¿Por qué? —Sé por qué lo pregunta. Normalmente soy yo quien lo hace.
— Solo pensaba en hacerle el amor a mi hermosa mujer, madre de mis hijos, en nuestro nuevo hogar. Un tipo de celebración. —Sus labios encuentran el borde de mi cuello, su lengua y sus dientes mordiendo y succionando juguetonamente mi piel.
— No estoy segura de estar de humor para eso. —Provoco, haciendo la cabeza hacia a un lado, dando más espacio a su boca. Yo siempre estoy de humor.
— ¿Estás segura? —Su mano desciende entre mis piernas, frotando suavemente y con propósito, mis piernas abriéndose en respuesta—. Yo creo que sí estás de humor.
— Nope.
— Lo estarás pronto. —Dice con determinación, apretando mis muslos.
Me río ligeramente cuando lleva sus labios a mis pechos y ella se ríe cuando me retuerzo en respuesta, tirando de su cabello para separarla de mi piel sensible. La adorable risa de Faye resuena por el resto de mi cuerpo al continuar regando deliciosos besos por cada centímetro disponible para ella. Trato de quitarme y mi risa llena la habitación. Sus labios llegan a mi pelvis y ahí es cuando el bebé decide despertar y ordenar servicio al útero.
— Ooh, amor. Antes de que hagas eso, ¿puedes traerme mangos?
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— Fa, ¿qué piensas de este? ¿Faye? —Me giro con la cara compungida para averiguar por qué me está ignorando, y la veo con sus mejillas infladas, ojos muy abiertos y bailando las cejas mientras mira a nuestra hija. La pequeña se ríe desde su asiento en el carrito de compra, mirando a su madre y tratando de imitarla. Nong está teniendo uno de sus días de diva, pero su mami siempre encuentra la manera de hacerla reír. Aún si eso significa ignorarme por completo—. Faye, por favor presta atención. ¡Esto es importante!
— ¡Estoy prestando atención! —Desinfla sus mejillas, relaja los ojos y resalta su labio inferior de forma lastimera.
— Nong, ¿tu madre me está prestando atención?
La pequeña mira de una a la otra, de mi firme mirada a la de cachorrito de Faye, con los ojos entrecerrados con concentración. Una sonrisita burlona aparece en el rostro de Nong.
— No.
— ¡Soplona!
— Ya, ya, niñas. —Nong y yo nos reímos del gesto de cachorrito que lleva Faye todavía, sollozando ligeramente para ganar la simpatía de nuestra hija—. No estés triste. No es tu culpa que Nong sepa que yo siempre tengo la razón.
La abrazo por el cuello y me paro de puntitas para darle un beso. El gesto en su rostro se mantiene por un rato, haciendo que nuestra hija ría más, encontrando el sonido muy encantador como para no reír también. Le doy un beso en la mejilla, con mi barriga presionada contra su abdomen. Con una lista en mano de todo lo que necesitamos para el bebé, continuamos caminando por la tienda; Faye tomándose el tiempo de tocar y hacer sonar todos los juguetes que encuentra, para entretenimiento de Nong.
— ¡Oh, Faye! ¡Deberíamos comprar ese! —Digo emocionada, señalando a un cochecito de bebé encima de una de las unidades. Faye viene unos metros atrás, aún haciéndole caras graciosas a Nong y empujando el carrito ya lleno. Al menos esta vez sí me está escuchando.
— ¿El gris con negro?
— Mhm. Iré a buscar a alguien que lo baje por nosotras para verlo mejor. —Me da un besito cuando paso por su lado en camino a buscar a algún empleado de la tienda.
Hemos estado aquí por varias horas ya y espero que ya estemos terminando. Faye ha estado preocupada por mantenerme de pie todo el día, sugiriendo que a los 7 meses de embarazo debería estar en casa con los pies elevados. Pero no podía dejarla comprar todo a ella sola, ella volvería a casa con todas las cosas de color negro.
Rápidamente doy con un empleado y juntos nos dirigimos de vuelta hacia Faye y Nong. Sin embargo ellas no están solas y conforme me acerco, veo a una delgada y hermosa rubia con su mano posada en el bicep de Faye. Apresuro el paso, ya enojada porque no le ha dicho a esa extraña que se vaya, mas pronto veo que no es una extraña. Es Engfa.
— Él no es el Malisorn que yo quería y creo que ambas sabemos eso.
Los ojos de Faye van de ella hacia a mí —una mujer furiosa y embarazada— y se alarma, quitando las manos de Engfa de su cuerpo y poniéndose en medio de las dos. Ella me agarra por la cintura, mis manos se apuñan, mis dientes se aprietan y mi cara se ilumina con ira. La ojiverde me mira suplicante, rogando en silencio que no me enoje con ninguna de las dos. Los segundos pasan y la persona que no quería escuchar hablar, lo hace de todas maneras.
— Felicidades por el bebé, Yoko. —Ofrece una mínima sonrisa y se va con prisa, sin molestarse en mirar a Faye de nuevo. Faye no la ve irse, pero yo sí. Cuando Engfa está fuera de vista, miro a Faye e ignoro por completo al hombre que traje a ayudarnos.
— ¿Qué mierda fue eso, Faye?
— Nada, amor. Lo prometo. Ella solo estaba en la tienda por su hermana, me vio y decidió venir. —Sus manos siguen en mi cintura y me atrae más hacia ella, alarmándose cuando me resisto y alejo sus manos. Justo cuando todo va perfecto, una perra aparece y me pone de un humor de mierda.
— La última vez que te pregunté por ella me dijiste que no era "nada", y ahora las dos sabemos que fue una mentira.
— En serio, Yoko. ¿Qué pudo haber pasado en los segundos que no estabas? Ella vino y me saludó, eso fue todo. —Intenta explicar, con los ojos todavía alarmados y suplicantes.
— La escuché decir que no quería a Gap, sino a ti. ¿Qué carajos es eso? Eso no es solo saludar para mí, ¿y pensé que hacía meses que no hablaban? De pronto te cruzas con ella y te dice eso.
— No es así, Yoko. Sí, ella dijo eso, pero solo porque dijo que terminó con Gap. Mi familia no me había dicho eso. Gap no me lo dijo. Pero ella no sabía que vamos a tener un bebé, Yo, y no lo sabía porque ya no está con Gap para enterarse. Ella solo se puso algo celosa.
— ¿Y ella rompe con tu hermano y su motivo es que siempre te ha querido a ti? Faye eso está jodido. —La rodeo y agarro el carrito de compra, besando la cabeza de Nong que está callada y triste por haber presenciado mi discusión con Faye, y me dirijo a la caja—. Está muy jodido. —Murmuro al tener que pasar por su lado otra vez, la mujer inmóvil sosteniendo su cabeza con sus manos.
La cajera sigue escaneando los objetos cuando Faye finalmente nos alcanza en la caja, cargando el cochecito que me gustó. Mantengo mis brazos cruzados y el rostro arrugado aún cuando ella me da un beso en la mejilla y me rodea para pagar por todo con su tarjeta. O bueno, nuestra tarjeta, ya que Faye nos abrió una cuenta conjunta.
— Puedes ignorarme todo lo que quieras, Yoko, pero no me voy a disculpar. Yo no hice nada malo.
No he hablado con ella desde que llenamos el auto y solicitamos el envío de las cosas que no cabían. Su mano descansa en mi muslo y por todo el viaje tengo que pretender que no siento su piel caliente sobre mí. Faye elige no decir nada tampoco y no me gusta el hecho de que está jugando mi mismo juego. Prefiero obtener respuestas que ganar nada por mi silencio.
— ¿Y entonces por qué Gap no te dijo que terminaron? —Pregunto suave, pero firmemente, decidiendo que quiero esas respuestas aunque sigo enojada.
— Engfa se lo dijo. Lo que tuvimos ella y yo. Probablemente él no quería hablarme de ella.
— ¿Pero él no tendría que estar enojado o algo? Le hablaste hace unos días y él se veía bien.
— Pensé que lo estaría. O sea, no es como si ella lo hubiese engañado conmigo. Yo salí con ella primero. Pero sí, pensé que él estaría enojado por no habérselo dicho. Lo llamaré después, me disculparé y le preguntaré por qué no me lo dijo.
— Seguro que es como tú dices, él solo no quería hablar contigo sobre ella. Tu familia te ama demasiado y él no iba a empezar una pelea contigo por alguien como ella. Si mencionaba la ruptura, hubiese tenido que explicar por qué, y para hacerlo tendría que explicar que sabe lo de ustedes. No creo que ninguno de ustedes hubiese querido tener esa conversación.
— Sí, probablemente tienes razón. —Responde con un suspiro.
— Yo siempre tengo razón.
Faye murmura algo entre dientes y luego sonríe. Aún sigo un poco enojada, pero sonrío de todas maneras, mordiéndome el labio para ocultarlo.
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— Feliz cumpleaños, princesa.
Nong acababa de soplar las velas cuando Faye dice esas palabras que la hacen sonreír todavía más. Las dos amamos cuando esa mujer nos llama "princesa". Nuestra hija aplaude contenta cuando comienzo a partir el pastel, dándole a ella la primer porción y sirviendo más en otros platos para los invitados. Los niños rápidamente se reúnen alrededor de la mesa para agarrar uno; Faye y Marissa incluidas.
Aunque es muy cerca de mi fecha de parto, Faye y yo aún queríamos hacer una fiesta para nuestra hija. La ojiverde mayor estaba muy emocionada con la idea. Alquiló un castillo inflable para Nong y sus amigos, mas fueron ella y Marissa quienes pasaron más tiempo jugando en el. Mientras Orm y yo hacíamos el pastel, Faye pasó las previas semanas buscando regalos perfectos para nuestra hija en internet. Faye no ha parado de sonreír desde esta mañana cuando la pequeña abrió los regalos como la niña más feliz del mundo. Como madre, es la primera vez que está presente en un cumpleaños de su hija, y si no estuviera sonriendo, estaría llorando.
Casi al final de la fiesta con algunos invitados comenzando a marcharse, miro por la ventana de la cocina y veo a Faye saltando con Nong en el castillo, las dos riendo tan fuerte que puedo escucharlas desde donde estoy. Me agarro la barriga en ese momento y me quejo de un ligero dolor.
— ¿Estás bien? —Me giro y veo a Marissa metiendo platos y vasos sucios al lavavajillas.
— Sí, estoy bien. Es solo que el bebé está pateando mucho hoy. No ayuda mucho que mi espalda está matándome.
— Tal vez deberías sentarte. —Dice Marissa, sacando una silla de comedor y ayudándome a sentarme—. No querrás que Faye se de cuenta que estás dolorida, pero sigues caminando sin hacer nada al respecto. —Sonrío al saber que todos nuestros amigos saben lo protectora que es Faye.
— Sí, no sería lo mejor. Aunque si me ve incómoda, tal vez me dé otro masaje. —Digo, guiñándole a Marissa. Ella se ríe.
Los masajes se han convertido en nuestra nueva cosa favorita; de mis pies a mis muslos, mi espalda y mi cuello. Faye ama hacerlo y es casi, casi tan bueno como el sexo.
— Esa mujer muere por ti.
— Lo sé. Soy muy afortunada, ella es increíble. —Estiro el cuello para tratar de verla por la ventana y veo que ahora está acostada en el castillo, con Nong atravesada en su torso, las dos hablando, sonriendo y riendo. Deseando estar ahí con ellas, comienzo a quejarme un poco más de mis pies y mi espalda, esperando que los invitados, incluyendo a Marissa, entiendan que quiero que me dejen sola con mi familia. Los amo a todos, pero la casa está desordenada, los niños molestos y yo solo quiero estar con mi familia.
Pronto se van y yo voy al jardín, encontrando a Faye y Nong donde las vi por última vez, volviendo a acomodarse como estaban después de despedirse de nuestros amigos y familia. Nuestra hija se sienta en el estómago de Faye, riendo cerca de su cara. Siento otra punzada de dolor en mi barriga, pero me recompongo con sus risas y me siento junto a ellas en el castillo.
— ¿Por qué están tan risueñas? —Pregunto. Me costó un poco, pero conseguí acostarme junto a Faye, sosteniendo a mi hija por la espalda para que no vaya a resbalarse.
—Le dije a mami que mi hermanita va a tener esta marca de aquí. —Señala la adorable peca por la ceja de Faye—. ¡Porque yo no la tengo, así que ella debe tenerla! ¡Y es rara! —Nong ríe de nuevo.
— ¡Hey! No es rara. Tú tienes esta. —Faye toca el lunar en al frente de Nong que es igual al mío. —Y normalmente no heredamos lunares específicos de nuestros padres, así que no creo que pase. ¡Tú solo tuviste suerte! —Explica. Me mira y sonríe, arrugando la nariz al halagar disimuladamente la marca que ya me ha dicho que le encanta.
— ¿Qué es menerar?
— Heredar, princesa. Significa algo que obtienes de parte de tus padres.
— Como esto. —Nong se inclina y acaricia el pico de cabello en la frente de su madre, siendo esta la segunda vez que lo comenta desde que se conocieron—. Yo también lo tengo.
— Exactamente. ¡Lo obtuviste de mí! —Dice Faye emocionada. Yo me sostengo sobre un codo solo mirándolas hablar. Ellas siempre están tan felices cuando están juntas. A menos que Faye tenga que castigarla cuando se porta mal, entonces Nong la evita como a una plaga por un par de horas—. Pero la razón por la que eres hermosa, es porque eres idéntica a tu mamá. —Dice, tocándome con el codo.
— Eres tan dulce. —Nong ríe emocionada cuando me inclino a besar a Faye en los labios, quedándome cerca para continuar dándole pequeños besos.
— Yo quiero besar a mami. —Nuestra hija se une y entre las dos llenamos sus labios y mejillas de besos. Faye se ríe de esa manera aniñada que me encanta, callándose solo cuando me separo con un poco de dolor, agarrándome la barriga.
— ¿Estás bien, cariño? —Pregunta con rapidez, sentándose con Nong aún en su regazo, mirándome asustada.
— Mhm. Solo que mi barriga y mi espalda duelen un poco.
— ¿Un poco o mucho? —Pregunta con prisa, sosteniendo una de mis manos y acariciándome el vientre. Nong se desliza fuera del regazo de su madre para permitirle acercarse a mí. Faye pasa un brazo por mi espalda baja y continúa acariciándome. La tensión persiste y ninguna posición es cómoda cuando me inclino contra Faye por apoyo. No he sentido estas en un tiempo—. ¿Desde hace cuánto sientes dolor?
— Hace unos minutos.
— ¿Te dolía más antes?
— Hace unos 20 minutos con Marissa en la cocina. Y una hora antes de eso. He estado teniendo pequeños periodos de dolor todo el día. No duelen mucho, no creo que sean contracciones porque fueron peor que esto cuando tuve a Nong.
— ¡Que no sea doloroso no quiere decir que no sean contracciones! Voy a llamar a mi papá, ver si puede regresar y cuidar a Nong unas horas mientras vamos al hospital. —Faye corre a la casa y yo me quejo un poco más, el calambre intensificándose al llegar al punto máximo.
Mi hija se preocupa adorablemente, me besa la cabeza y me deja descansar en su hombro. Faye regresa con el celular en su oreja y nota mis lágrimas. Se alarma y se pasa una mano por el cabello, arrodillándose a mis pies, acariciando mis piernas y mi vientre bajo.
— Está bien, papá, por favor date prisa. —Faye nota que el dolor ya pasó, pero igualmente me mira con preocupación, acariciando mi barriga, mi mejilla y mi mano—. Nong, ¿puedes correr arriba y traer el bolso que está a los pies de la cama de mami? Es un poco pesado, así que solo arrástralo, ¿está bien? —La pequeña asiente y sale corriendo. Faye toma su lugar a mi lado para que yo me recueste en ella, dejándome descansar la cabeza en la comodidad de su cuello.
— No creo que tengamos que ir al hospital, cielo. Seguro que no es nada.
— Me importa una mierda. Tienes dolor y podrías estar teniendo contracciones. Vamos a ir.
— ¿Segura que a tus padres no les molesta cuidar a Nong? Llamaría a los míos, pero ellos no llegan a casa hasta después del recital de Prigkhing esta tarde.
— Claro que no. No tardarán mucho en llegar, no estaban muy lejos. Papá dijo que se quedarán aquí con ella para no tener que llevarla hasta su casa y luego traerla de nuevo. Nosotras vivimos más cerca del hospital.
— No quiero ser una molestia para ellos, Faye, en serio. —Ella me calla con un beso. No la dejo alejarse cuando lo intenta, es un beso jodidamente bueno. Tomo su lengua y la masajeo con la mía, separándome cuando la tensión y el dolor en mi estómago regresa. Me remuevo lejos de Faye y mi cara se arruga de dolor. Ella me sostiene cerca, alentándome a besarla de nuevo para concentrarme en otra cosa. Faye acaricia mi lengua con la suya y sus manos me acarician el vientre, consiguiendo distraerme.
Nong regresa poco después, habiendo dejado el bolso que Faye le pidió cerca de la puerta. Con su presencia ahora para distraerme, Faye se levanta para llamar a la doctora e intenta explicar el dolor que estoy sintiendo.
— ¡Oh mierda!
— ¡Mamá se orinó!
Bueno, mi fuente se rompió, pero es lo mismo.
Faye deja el celular, más alarmada que antes.
— Nong, ve a la cocina y busca las llaves del auto. Luego abre la puerta para la abuela y el abuelo, ellos ya deben estar llegando. —La pequeña lo hace, corriendo más rápido que antes. La sensación es poco familiar aunque ya la he experimentado antes y me incomodo con la humedad—. ¿Estás bien, amor? —Pregunta Faye, nerviosa.
Con una mano alrededor de mi espalda, Faye me ayuda a levantarme y vamos hacia la puerta principal, justo a tiempo para ver a Apinan y Um entrar apresurados.
— ¿Estás bien, cariño? —Pregunta Um mientras Apinan toma a Nong en sus brazos. Asiento y le ofrezco una sonrisa. A veces duele, la mayoría del tiempo es incómodo, pero aún así una sonrisa aparece en mi rostro y no creo que vaya a desaparecer pronto—. ¿Necesitan ayuda con algo?
— Si pueden solo cuidar a Nong, eso sería genial. —Responde Faye, colgando el bolso del hospital de su hombro, volviendo a tomarme de las manos—. Yo me encargo de esto.
Las dos besamos a Nong y a sus abuelos y después Faye me guía con cuidado hacia al auto, abriéndome la puerta y ayudándome a sentarme.
Faye sostiene mi mano nerviosamente en nuestro camino al hospital. El viaje de 40 minutos va rápido para mí, pero probablemente muy lento para ella por sus nervios. Los dolores vienen seguido, durando más y aumentando más rápido después de cada uno. Faye ya empezó a tomarles el tiempo. Mientras conduce, llama a Marissa, poniéndola en altavoz, cosa que la mujer repite del otro lado de la línea para que Lingling y Orm también puedan escuchar. Mientras Marissa y Orm aseguran que estoy bien, llenándose de pánico entre ellas y diciéndonos que les informemos de todo lo que pase, Lingling se concentra en Faye, dándole el mejor consejo para ayudarme.
Faye seguramente no escucha nada, solo conduce echa un desastre nervioso y sudoroso.
+++
— ¡Faye, estoy bien!
No sé cuántas veces he tenido que decir eso desde que llegamos al hospital. Han pasado 4 horas y a pesar de las contracciones cada media hora más o menos, nada ha pasado. Nada se está movimiento. Al parecer estoy en trabajo de parto. Solo que en uno jodidamente lento.
— Bueno al menos una de las dos lo está.
Faye ha llamado a todos los que conoce. Familia, amigos, compañeros de trabajo. Todos. Mis padres van a venir, pero no llegan hasta dentro de unas horas, algo por lo que estoy agradecida. Con Nong, Marissa fue la que me acompañó en el proceso de parto, a pesar de estar embarazada ella también, y mi madre estuvo ahí en cada etapa, lo que me encantó. Esta vez solo somos Faye y yo. Claro, ella está más ansiosa y sudorosa, pero no la cambiaría por nadie.
Me quedo sentada en la cama con mis cubitos de hielo y jugando al Candy Crush en el celular de Faye con ella a mi lado; que está jugando con sus pulgares, mirando su reloj, y haciendo preguntas cada vez que la enfermera entra. Es como si no fuera mi cuerpo y yo no supiera lo que me está pasando. No, la enfermera tiene todas las respuestas, según Faye.
— Vamos a tener que limpiar ese castillo inflable antes de devolverlo. —Dice de la nada, y aunque es un poco gracioso, me sonrojo. Realmente espero que sus padres no decidan ir a jugar en el con Nong, eso sería asqueroso.
Un par de horas después, mis padres llegan. Apresurados, porque hablaron con Faye, y de acuerdo con ella, todo era más serio y emocionante de lo que en realidad era. Yo solo estoy sentada esperando lo inevitable. Faye está enloqueciendo, lo que afectó a mis padres y les hizo pensar que ya estaba pariendo. Se preocuparon por mí un momento hasta que se dieron cuenta de que sí, estoy en trabajo de parto, pero Faye solo estaba siendo dramática.
Son testigos de algunas contracciones, incluyendo una en la que empujé a Faye fuera de la cama porque estaba invadiendo mi espacio. También son testigos de que al parecer no tengo que esperar mucho más. Nos dan privacidad a mí y Faye y se van a cenar en la cafetería, para después quedarse en la sala de espera. Sin que les dijéramos nada, ellos sabían que nosotras queríamos que esto fuera algo solo entre Faye y yo.
Ese "no tengo que esperar mucho más", se convierte en más horas. Mi papá se durmió en la sala de espera y mi mamá se molestó. Faye volvió a sentarse en la cama conmigo, sus nervios desapareciendo, pero su impaciencia creciendo.
— Me estoy cansando de esperar, Fa. Creo que deberíamos hacer algo para acelerar el proceso.
— Pues ya hemos hecho los ejercicios que nos dijo la Dra. Matthews. Te di de comer las cosas que ayudan, también. No hay mucho más que podamos hacer.
Faye se encoge de hombros y vuelve a prestar atención a su Sudoku. ¿Quién demonios trae un libro de Sudoku cuando su pareja va a parir? ¿Y por qué no le trajo uno a su pareja? La miro por un momento, y aunque me saca de quicio, es algo hermosa.
— Me gustaría que me follaras, pero creo que nos meteríamos en problemas.
— Sí, es probable.
Ni siquiera levantó la mirada del Sudoko, solo se rió por un segundo. ¿Qué pasó con la siempre excitada y muy inexperimentada Faye que se sonrojaba y tenía una erección cuando mencionaba la palabra "sexo"?
— Tal vez deberíamos solo besarnos. Eso le funcionó a Ross y Rachel. —Ella se inclina para besarme, pero se separa antes de que pueda disfrutarlo bien. La atraigo a por más besos, succionando su lengua para alentar más agresión, pero ella no me lo da—. No, cariño, necesito un poco más.
— No quiero que me arresten.
— ¿Qué tal si vamos al baño? —Pregunto emocionada, tocándola sobre los jeans.
— Yoko, tienes como 8cm de dilatación. Creo que tienes que quedarte quieta y no meter nada por ahí. Podría asustar al bebé y mantenerlo ahí dentro mucho más tiempo.
— No la vas a asustar. Tienes un pene hermoso.
También tiene una risa hermosa.
Faye se ríe incontrolablemente a mi lado, causando que sus mejillas y su cuello se sonrojen. A ella solía darle asco cuando yo mencionaba su paquete, y ahora solo lo acepta. No con tanta seguridad como a ambas nos gustaría, pero ella continúa trabajando en ello y eso es lo importante.
Su risa se detiene cuando me ve arrugándome otra vez, tirando con fuerza de las mantas en mi agonizante dolor. Comienzo a gritar y Faye se levanta con prisa a llamar a la Dra. Matthews. Antes de que pueda procesar lo que está pasando, ella regresa a mi lado. Me sostengo con fuerza de su mano y vuelvo a gritar, esta vez contra su pecho. Ella me abraza. Hace calor y empiezo a sudar, mis piernas tiemblan sin control y la fuerte presión en la parte baja de mi cuerpo duele más de lo que ha dolido antes.
Ni siquiera me repongo por completo de esta, cuando otra contracción me golpea. Miro a Faye y la encuentro llorando. Escucho gente moviéndose y ajustando la cama, levantando los estribos para mis piernas en caso de que los necesite.
— Yoko, tienes 10cm y vas a comenzar a pujar en tu siguiente contracción.
— Santa mierda.
Faye se ve como si estuviese apunto de desmayarse, se quita el cabello de la cara y hace lo mismo conmigo. Me acaricia la cara y me mira mientras respiro profundo y trato de no llorar.
Cuando me piden pujar, trato un poco más y lo dejo. Lloro y Faye llora conmigo. Sudo. Mis piernas siguen temblando y ninguna posición es cómoda. Aunque las horas pasadas estuvieron bien, no recuerdo que esta etapa me haya dolido tanto con Nong.
Me muevo hacia el borde de la cama. Las enfermeras la ajustan para que mis pies tengan dónde apoyarse. La Dra. Matthews le dice algo a Faye, pero mi palpitar es muy fuerte y no la escucho. Sin embargo la siento. Sube en la cama detrás de mí, y a pesar del horrible calor que tengo, me recuesto contra su calidez.
Me recuerda respirar y practica las técnicas de respiración aprendidas conmigo. Una de sus manos me da un masaje en la espalda baja y la otra me sostiene de una pierna cuando me piden pujar. El resto pasa dolorosamente borroso. Lloro, grito. Faye llora, pero no creo que grite.
El bebé grita por ella, llegando al mundo ejercitando sus pulmones.
Faye me rodea con sus brazos y me acerca más a ella. Soy un desastre acalorado y sudoroso, pero no tengo la energía para alejarla. No quiero alejarla.
— Felicidades, tienen un niño.
Esconde su rostro en mi cuello y llora más. Me besa torpemente cuando giro la cara hacia ella y lloramos juntas. Dirigimos la mirada al frente y finalmente vemos a nuestro hijo. No pensé que Faye podía llorar tanto, pero lo hace el doble. También sonríe el doble de grande, lo que me hace llorar más a mí.
— ¿Te gustaría cortar el cordón? —Faye asiente rápidamente con los ojos muy abiertos y sale de la cama. La observo, su ternura y entusiasmo compitiendo.
— Es tan hermoso. —Susurra. Una enfermera se lleva al bebé, pero antes de cuestionarnos por qué, lo trae de regreso, revisado y envuelto en una manta.
Faye vuelve a la cama conmigo en la posición de antes, permitiéndome relajarme contra su cuerpo. Sostengo a mi bebé por primera vez y Faye me rodea con sus brazos para sostenerlo también, inmediatamente acariciándole la mejilla y luego su mano, mientras él abre los ojos por primera vez. Las lágrimas de Faye me mojan el cuello, pero no me importa. Giro la cabeza y miro su amorosa sonrisa cuando nuestro hijo se agarra de uno de sus dedos.
— Y bien, ¿lista para pujar otra vez?
— ¡¿Qué putas?!
Silencio.
Y luego la Dra. Matthews y sus colegas se ríen ligeramente, tragando asustados después.
¡¿Qué carajo?!
— Perdón. Faye nos preguntó si podíamos decir eso.
Esa perra.
— Lo siento, mi amor. Se los dije hace horas porque pensé que sería gracioso.
Jodidamente chistoso.
— Sí, será mejor que lo sientas. —Miro a mi niño y el enojo desaparece. Sonrío otra vez.
— Hubiese sido gracioso hace unas horas. ¡No sabía que esto del parto se ponía tan intenso! —Me río suavemente de sus intentos por explicarse. Ella se une a mí cuando se da cuenta de que en realidad no estoy enojada con ella. Sin embargo se merece una cachetada por asustarme así. Sostengo a mi hijo contra mi pecho y le doy un manotazo a Faye, nada fuerte, en su brazo. Ella finge dolor y luego nos sonríe a mí y al bebé.
— Ahora, entiendo que querían usar el cordón umbilical para donarle sangre a la señora Um Malisorn, ¿es así? —Pregunta la Dra. Matthews después de que limpian todo y ya no estoy sentada en un desastre asqueroso.
— Sí, correcto. —Respondo sabiendo que Faye no lo hará, porque está ocupada acariciando y sonriéndole a nuestro pequeño. Investigamos que la transfusión de sangre de un cordón umbilical ha ayudado efectivamente a pacientes con anemia falciforme después de que otros tratamientos han fallado. Considerando que a Um ya no la tienen como prioridad en el registro para recibir donaciones de sangre, Faye propuso que intentáramos esto. Las células madre del cordón pueden reemplazar las anormales de la enfermedad, y esperamos que le funcione a ella.
Um lloró cuando Faye y yo le contamos nuestro plan. Realmente creo que a Faye le gusta ver a sus padres llorar.
— Genial. Lo guardaremos y nos encargaremos de que lo reciban en el departamento correcto. Ahora las dejaremos a solas.
Ambas le agradecemos a la Dra. Matthews y sus colegas y los despedimos con una sonrisa antes de que nos dejen solas.
Faye está llorando de nuevo.
Me muevo un poco para no estar directamente en los brazos de Faye, ella se queja porque pensó que me alejaría por completo. Con un poco de trabajo y dolor, giro mi cuerpo para poner a nuestro ahora dormido hijo en sus brazos. Lo sostiene con inexperiencia, pero con un poco de apoyo extra, lo hace de maravilla.
Faye y yo nos lo quedamos para nosotras solas un rato más hasta que mis padres piden entrar, junto con Um, Apinan y una muy adormilada Nong. Mis padres debieron llamarlos. Nong va hacia Faye y mi papá la alza para que pueda ver bien al bebé. Lo mira cuidadosamente, pero no dice mucho. Faye la anima a tomarlo de la mano y cuando lo hace, sonríe justo como su madre.
Marissa, Luca y Prigkhing también nos visitan. Todos quieren sostener al pequeño, a lo que no puedo hacer nada más que observarlos con una sonrisa cansada, viendo que todos lo adoran. Y Faye tiene problemas en dejarlo ir cada vez que se lo devuelven y alguien más pide alzarlo.
Es casi la 1am cuando todos se van. Nong quería quedarse, pero nuestros padres le prometen traerla después de que todos duerman un poco. Habiendo parido después de media noche, Nong está feliz de no tener que compartir su cumpleaños con su hermanito. Aunque al parecer él fue el mejor regalo de cumpleaños que le han dado.
Hace unos meses Faye y yo hablamos de que voy a darle pecho al bebé. Lo hice con Nong y me encantó. Lo dudé un poco esta vez porque quería que Faye se involucrara en cada aspecto de la vida de su hijo, incluyendo su alimentación, pero ella me alentó a hacerlo. Una enfermera nos ayuda al principio, pero rápidamente mi hijo y yo lo conseguimos con el apoyo de Faye, quien se sonroja cuando la enfermera le dice que me masajee el seno.
Faye continúa sentada detrás de mí en la cama, ambas solo nos movemos para ir al baño y regresamos rápido para recuperar nuestras posiciones con nuestro hijo ya sea en mis brazos o en los suyos. Me recuesto contra su suave y cálido pecho mientras observamos al pequeño succionar mi seno. Tampoco hemos dejado de sonreír.
— Es tan perfecto, Yo. Gracias. —Sigue llorando, sus ojos no se han secado por completo desde hace horas. Nos besamos suavemente y regresamos la atención al bebé.
— Creo que debemos llamarlo Apinan. Ap o An para acortarlo. ¿Qué opinas?
Las lágrimas caen una vez más. Faye me mira con amor, y casi incredulidad, como si estuviese preguntándome si estoy segura. Los tres nombres funcionan. Me gustan todos para nuestro pequeño. Ella asiente y me susurra lo mucho que me ama. Continuamos sosteniéndolo y haciéndole cariñitos.
El pulgar de Faye juega con el aro plateado en mi dedo y las sonrisas vuelven a nuestros rostros.
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