27
Yoko POV
Siempre es interesante observar una sala llena de personas. Con solo mirar el rostro de alguien, se podría identificar su edad, etnia, aspectos socioeconómicos si eres muy analítico, pero más que todo, su emoción.
Las caras de todos en la sala de espera de la doctora tienen diferentes emociones. Algunas nerviosas. Otras emocionadas. Parejas sonriéndose entre ellas, otras ignorándose por completo. Todos aquí saben o piensan que van a tener un bebé y yo puedo ver quién está feliz y quién no. Me pregunto qué emoción refleja mi cara.
Probablemente tristeza, pues estoy aquí sola. Marissa no quiso venir conmigo, diciéndome que alguien tenía que cuidar a nuestras hijas, pero sé que es porque aún está decepcionada. Aún decepcionada porque no se lo he dicho a Faye, que le he ocultado tal secreto por casi tres semanas. Me tomó horas decírselo a Marissa. Una semana decírselo a Milk. Tres semanas después de hacerme una prueba y enterarme de mi segundo embarazo, mi mejor amiga y mi ex lo saben, pero mi novia, la mujer que más amo, no.
Ella dijo que no quiere que nada cambie entre nosotras. Pensé que se lo iba a decir esa misma noche que se lo dije a Milk, pero no pude. No después de que dijo que no quiere que nada cambie entre nosotras. Eso lo resolvía para mí. Posponer la noticia tanto como podía hasta tomar mi decisión sobre el embarazo, pero no pude. Ella me ama. Faye me ama.
Yo por supuesto quiero estar segura de estar embarazada antes de decirle a mi novia. No puedo revelar algo tan grande como eso para después darnos cuenta de que las cuatro pruebas caseras que me hice estaban mal. Pero eso no es común. ¿Cuatro pruebas? Cuatro pruebas positivas. Sin duda estoy embarazada, pero aún necesito esa certificación, ese golpe de realidad.
Supongo que si alguien aquí estuviera analizando mis emociones como yo lo hice con ellos, verían nervios, pero verían que estoy bien. Todo embarazo siempre va a originar nervios, a pesar de que es la segunda vez que voy a pasar por este proceso de reunirme con mi obstetra, por supuesto que estaría nerviosa. Por la salud del bebé, por Faye, por la reacción de mi cuerpo al embarazo de nuevo, por Nong. Sola en la oficina de la doctora eso es todo en lo que puedo pensar.
— ¿Señorita Lertprasert? —Aparto la mirada de una joven visiblemente nerviosa que está sentada junto a su entusiasmado novio hacia una cara familiar. Se asoma por una de las puertas con una sonrisa cálida que devuelvo con una felicidad similar antes de pararme y caminar con ella. Me pregunto si Faye compartiría un entusiasmo igual al del joven de allá afuera—. Un gusto verte de nuevo. ¿Cómo va todo? —Empieza la Dra. Matthews.
— Muy bien, gracias. ¿Y tú? Han pasado cinco años desde que nos vimos por última vez.
— Sigo en una profesión que amo, así que no me quejo. —Responde con una leve risita. Ella siempre ha amado su trabajo—. Bueno, vamos a ello. Este es tu segundo embarazo, 5 años de diferencia del primero. ¿Hay algo que ya sientes que es diferente del primero?
— Esta vez no he tenido nauseas mañaneras, afortunadamente. Pero estoy de mal humor todo el tiempo y mucho más sensible, con todo, comparado a mi primer embarazo. También continúo teniendo mi período, así que esperaba que pudieras revisar eso y decirme que no tengo nada de qué preocuparme.
— Seguir teniendo tu período durante el embarazo es poco común, pero no imposible. Tampoco va a durar mucho, tal vez solo el primer par de meses. Acuéstate aquí, vamos a revisarte. —Instruye la Dra. Matthews, señalando la mesa de examen.
Después de varias pruebas bastante incómodas para asegurarnos de que no tengo que preocuparme por el sangrado, me da instrucciones de bajarme el jeans a la cadera y subirme la camisa sobre el pecho. Tenso el abdomen anticipando el gel frío.
— Felicidades —giro mi cara hacia mi doctora quien una vez más está sonriendo contenta—, definitivamente estás embarazada. —O su sonrisa es contagiosa o la confirmación de que estoy esperando un bebé de Faye otra vez es más abrumador de lo que pensé. Mi vista se pone borrosa y mis mejillas se mojan, siendo mi llanto un signo obvio de felicidad—. Diría que estás de casi 12 semanas.
— ¿12 semanas? ¿Estás segura? —No puede ser que ya tenga 3 meses de embarazo.
Nuestra primera vez fue hace casi 3 meses. Faye me embarazó durante nuestra primera vez juntas. Mi inseminación para Nong también fue exitosa al primer intento. Tal vez Faye y yo de verdad somos muy compatibles. O su esperma es jodidamente efectiva.
— Estoy segura. Felicidades otra vez.
Mi doctora habla de las medidas de mi bebé, ampliando las imágenes para revelar que él o ella se ve perfectamente sano y se está desarrollando normalmente. Sé que ella está escribiendo todo eso. Ella sabe que como todas las madres, estoy muy concentrada en la imágenes en el monitor. Observo todo, desde la forma de su cuerpo hasta una pequeña nariz de botón. Contrario a presenciar este mismo scan para Nong, las lágrimas no se encharcan en mis ojos, estas caen delicadamente cuando pienso en Faye. Ella debería estar aquí, pero nunca le di la oportunidad. Entonces el latido de su corazoncito suena a través del sistema y lloro más fuerte, pensando en que soy una maldita perra por no experimentar esto con Faye.
Media hora después de haber entrado a la oficina de la doctora, me voy con las mejillas humedecidas y la primer foto de mi bebé.
De camino a casa recibo una llamada de Marissa, disculpándose por no haber ido conmigo. Ella sabe por su embarazo de Mei que los scans, especialmente los primeros, siempre asustan porque siempre está la posibilidad de no recibir buenas noticias. Pero acepto su disculpa inmediatamente, estando de acuerdo con todo lo que dijo. Sé que debí decírselo a Faye y se lo voy a decir a Faye. Mas sé que si pudiera devolver el tiempo, no cambiaría nada, porque a pesar de mi culpa, sigo asustada de darle la noticia a mi novia. Respondo todas sus preguntas sobre el scan e ignoro la culpa por un momento, concentrándome en la felicidad de Marissa por Faye y yo y recordándome a mí misma que yo también estoy muy emocionada. A pesar de sentirme culpable, nada detiene mi sonrisa, ni siquiera la ridículamente larga fila en mi pizzería favorita.
Decidiendo desviarme del camino a casa, me quedo en la fila y ordeno una pizza grande esperando sorprender a Faye en el trabajo durante su hora de almuerzo. No es el momento correcto de decirle sobre el bebé. No sé cuándo es el momento correcto, pero sé que lo haré pronto. Solo no durante el almuerzo. Es una distancia corta de la pizzería a su trabajo, aunque nunca la he visitado, ella me dijo dónde es exactamente en caso de que Nong o yo la necesitáramos. Hablo con el joven en el escritorio de enfrente, quien se ríe suavemente al ver la pizza aún caliente y me dirige a la oficina de Faye. Un elevador a solo el segundo piso y camino frente a lo que parecen como una docena de habitaciones hasta que finalmente llego a la puerta que dice Faye Malisorn. Aún desde afuera, su oficina se ve más grande que las que acabo de pasar y me enorgullezco de su rango en el negocio a pesar de que ella ni siquiera disfruta lo que hace, su perseverancia casi admirable.
— Adelante. —La familiar voz ronca suena desde el interior después de tocar. Con la pizza en mi mano, lentamente abro la puerta y sonrío inmediatamente ante la vista de Faye sentada tras su escritorio, escribiendo en su computadora con un biscuit entre los dientes. Su rostro se ilumina con mi entrada y en segundos está fuera de su silla, rodeando el escritorio para saludarme apropiadamente. Con una mano en mi nuca atrae mi cara a la suya y me besa con ternura—. Esta es una hermosa sorpresa, mi amor, ¿qué haces aquí?
— Pensé en traerte algo de almuerzo. —Digo dulcemente, mostrándole la pizza y riéndome de cómo su genuina sonrisa la hace ver como una niña emocionada. Ella continúa sonriendo y exhala con satisfacción cuando abre la caja de pizza en su mesa de café, sentándose en el sofá tras esta, dándome espacio para sentarme junto a ella.
— Bueno gracias, cariño. Esto es perfecto.
Ella me da otro beso, este un poco más profundo y mi cuerpo duele con su pasión. Faye, sin saber que ella puede calentarme con solo un beso, rompe el contacto y dirige su atención a la pizza, tomando dos rebanadas y dándome una. Me remuevo en mi asiento para componerme, silenciosamente reprendiendo a Faye por ser tan buena besadora, y a mí misma por ser receptiva. Ese fue el primer síntoma que noté cuando pensé que podría estar embarazada: lo sensible que estoy. Siempre lo he sido, pero esto es ridículo. Un beso apasionado de Faye Malisorn y soy un desastre caliente apunto de derrumbarme.
Ella me distrajo un poco con conversación, hablando de su trabajo, mi trabajo, nuestras ambiciones por su nuevo trabajo y finalmente de Nong. Siempre quiere hablar de Nong cuando no está con ella y el prospecto de ella estando así de emocionada por nuestro nuevo bebé enciende un fuego en mi corazón. Faye con niños siempre es una cosa hermosa, ¿pero verla amando a un niño tanto como ama a Nong? Eso es algo que nunca voy a superar.
— Disculpe, señorita Malisorn. —Continuando con nuestras porciones de pizza, las dos nos giramos hacia la interrupción para ver a un joven muy bien vestido de pie en el espacio entre la puerta y la oficina. Me toma un momento, pero lo reconozco. Chan Kwong. Él le informa a Faye de los emails que le han sido enviados recientemente sobre el trabajo de sus colegas para el periódico y poco después, luego de reconocerme también, se despide educadamente.
— Tienes razón, está siendo cordial contigo ahora. —Digo cuando la puerta se cierra por completo, cuidadosamente calmando mi enojo contra él con más pizza, sabiendo que a Faye no le gustaría que hiciera una escena.
— Te lo dije. Han cambiado. Claro, fueron un dolor cuando recién comenzaron a trabajar aquí, pero cuando los senté y les dije que maduraran de una jodida vez, comenzaron a tratarme con respeto.
— Probablemente se dieron cuenta de que nada de lo que dijeran podría arruinarte. Tú eres hermosa, exitosa y feliz. Palabras idiotas de personas que no significan nada para ti jamás deberían derrumbarte.
Faye sonríe otra vez, pero con un sonrojo, mirando hacia la servilleta en sus manos después de limpiarse la grasa de la pizza.
— Tú eres perfecta. Te amo tanto.
Faye tira su servilleta a la mesa y con una sonrisa en sus labios se mueve para besarme de nuevo. Me recuesto en el sofá arrastrando a Faye conmigo, ella mueve una mano a mi muslo por balance y la otra continúa en mi cara, manipulando la forma en que mis labios se mueven contra los suyos. Animo el beso con mi lengua, eróticamente jugando con la suya y explorando su boca. Gruño en su boca cuando la pálida mano aprieta mi muslo. Sabiendo que estamos en su oficina durante horas de trabajo y que probablemente no deberíamos estar haciendo esto, la lógica de Faye opaca su lujuria y ella comienza a alejarse.
Pero yo nunca soy lógica en cuanto a Faye. Especialmente cuando estoy embarazada con su bebé y no podría importarme menos dónde estamos.
Vuelvo a atraer a Faye hacia mi cuerpo y ella gruñe con mi fuerza, sus labios siguiendo mis órdenes y permitiendo que profundice nuestro beso. Con una impaciencia que no sabía que había alcanzado, tomo sus manos y las llevo al botón de mis jeans. — Joder. —Murmura ella sin aliento contra mis labios al darse cuenta de lo que le estoy diciendo que haga. Sin pensarlo mucho, Faye rápidamente saca el botón y baja el zipper.
Una de mis manos regresa al rostro de Faye, separándola de mis labios, pero manteniéndola cerca. Nuestros ojos se oscurecen y nuestras bocas se abren cuando desliza una mano bajo la tela de mi tanga y de inmediato encuentra mi clítoris para frotar, agregado a una indudablemente copiosa cantidad de humedad entre mis piernas. Un simple contacto me tendría gimiendo, pero el rudo palpar de sus dedos hace que mi cuerpo se tense y con mi otra mano me agarro fuerte de su bicep. Trato de mantener mis ojos fijos en los suyos, pero no puedo cuando sus dedos medio y anular entran en mí, y mi cabeza cae al respaldar del sofá, aprieto mis párpados y separo las piernas para darle más espacio, pero no tanto para que no apriete el espacio entre su mano y mis jeans. Debí habérmelos quitado y acostado desnuda en su escritorio.
Por el apretado ángulo, sus dedos no encuentran profundidad, pero encuentran un punto que hace que mis piernas tiemblen. Me corro gloriosamente en la palma de su mano mientras sus dedos continúan estimulándome. Cansada, levanto la cabeza para verla otra vez y encuentro sus ojos mirándome; mirando la manera en que me retorcía debajo de ella, corriéndome con su habilidad. Gruño de nuevo cuando saca sus dedos y cierra mis jeans, limpiando suciamente sus dedos en la piel expuesta de mi cadera y cintura antes de llevárselos a la boca y chuparlos.
— No puedo creer que acabamos de hacer eso en mi jodida oficina. —Dice Faye, riendo un poco, recostándose en el sofá. La sigo y me recuesto a ella perezosamente.
— ¿Necesitas ayuda con eso, amor? —Susurro en su oreja cuando palpo el bulto en sus pantalones. La cabeza de Faye se tira hacia atrás con mi agarre y su cadera empuja hacia mi contacto—. ¿La puerta está bloqueada? —Faye niega con la cabeza y gruñe cuando quito mi mano de su paquete y me levanto a bloquear la puerta, sabiendo que habrían más consecuencias si alguien viera a Faye con los pantalones abajo que a mí con los míos abajo. Aunque eso también estaría bastante mal—. ¿Dónde estábamos?
Busco los labios de Faye nuevamente cuando me arrodillo a su lado en el sofá, mi mano rápidamente acogiendo su erección otra vez. Nada podría superar el gruñido de Faye en mi boca cuando la toco con confianza, frotando su miembro sobre su pantalón. Su cuerpo tiembla cuando abro el botón y baja el pantalón a sus rodillas, bajando también el boxer. Los labios de Faye no pueden besarme bien cuando mi mano comienza a masturbarla, así que los dejo y uno mis labios a su cuello, lamiendo y mordiendo hasta su clavícula.
Faye dura más de lo que yo duré, pero no mucho. Solo minutos después sus jadeos se convierten en gemidos de placer, corriéndose no solo en mi palma, sino salpicando también la mesa de café.
— Joder, cariño. Qué bueno estuvo. —Aprecia, besándome otra vez, mezclando perezosamente su lengua con la mía.
Rompo el beso y alcanzo otra servilleta, limpiando nuestros dedos y la mesa. La ojiverde se acomoda la ropa con una sonrisa en su rostro. Faye probablemente nunca imaginó que alguien que no fuera ella misma la masturbaría en su oficina.
— ¿Estás satisfecha, Fa? —Pregunto divertida, sabiendo cuál será la respuesta.
— Pizza, tú, y un orgasmo. Estoy más que satisfecha. —No paramos de sonreír en medio de un beso—. Y ahora, voy a hacer el día aún mejor. Me voy a tomar la tarde libre y pasar el tiempo viendo una película contigo, o resolviendo algunas cosas para esa panadería tuya. —Me besa otra vez cuando mi cara se ilumina con sus sugerencias—. Podemos tener tiempo en familia con nuestra hija, terminar los últimos asuntos para su primer día en la nueva escuela el lunes, ¿y tal vez esta noche tú y yo podemos repetir los eventos de esta hora de almuerzo? —El guiño que me da hace que me ría en el beso. Siempre estaré abrumada de amor por esta mujer: la madre de mis hijos.
Muchos besos y agarrones juguetones después, Faye y yo finalmente dejamos su oficina mano en mano y nos vamos a nuestros autos. El camino a casa es sorpresivamente cómodo. Suave música de una playlist que Faye me hizo y saber que voy a pasar tiempo con ella pronto otra vez, calman cualquier sentimiento que sentí respecto al embarazo y el hecho de que aún no se lo he dicho. La mujer se las arregla para seguirme durante todo el camino a casa, sin quedarse detrás de otros autos, ni teniendo que parar en los semáforos que pasé. Se quedó conmigo todo el tiempo. Miraba por el retrovisor cada vez que paraba en el tráfico y siempre encontraba la misma sonrisa en la mujer detrás de mí en su auto, Faye siempre alzando la mano para saludar cuando se percataba de mi mirada.
Un auto conocido está estacionado fuera de mi apartamento, y a pesar de querer pasar tiempo con solo mi familia, sonreí feliz de ver a dos mujeres que no he visto en un tiempo. Le informo a Faye y cuando entramos al apartamento, de inmediato veo a Lingling y Orm con Marissa en el sofá, las tres disfrutando de una botella de vino.
— ¡Mami! —Grita una vocecita y Nong salta a los brazos de Faye. Ella le llena la cara de besos y se balancea con nuestra hija. Mei y Joy dejan de dibujar por un segundo y se ríen al ver a su amiga tratando de soltarse de Faye, aunque todas en la sala sabemos que le encanta.
— Chicas, ¿a qué se debe el placer de su visita? —Provoco, caminando por detrás del sofá y envolviendo los brazos alrededor de nuestras invitadas, besándolas a ambas en la cabeza.
— Solo pensamos en darles una visita a nuestras chicas favoritas. —Habla Lingling, sonriendo—. Y luego esta sacó la botella de vino y decidimos quedarnos un rato más. —Dice refiriéndose a Marissa quien solo se sienta ahí, burlona, tomando otro sorbo de su vino.
— ¿Bebiendo cuando se supone que debes estar cuidando a las niñas? Qué irresponsable. —Provoca Faye, guiñándonos antes de sentarse en el suelo con las tres niñas, de una vez agarrando un lápiz y el cuaderno de dibujo—. ¡Esto es increíble! ¿Quién dibujó esto? —Dice, entusiasmada, enseñándonos a todas un dibujo de sabrá Dios qué, coloreado con una jodida combinación de pinturas.
— Yo lo hice. —Dice Mei con dulzura, sonrojándose bajo la mirada de Faye. La pequeña todavía no supera su crush.
— ¡Genial! —Halaga Faye otra vez, pasando la página a una hoja en blanco. Las tres madres y yo observamos entretenidas, negando con la cabeza por la manera en que interactúa tan fácilmente con las tres niñas.
— ¿A alguien le gustaría una copa? —Ofrece Orm, alzando la botella y lista para servir en las dos copas vacías que ya habían puesto para nosotras.
— Yo no, gracias. —Declina Faye con una sonrisa, regresando al cuaderno de dibujo. Normalmente yo bebería, y las cuatro mujeres lo saben... pero no puedo, y solo Marissa sabe por qué.
— Para mí tampoco. Creo que solo tomaré jugo o algo. —Todas me miran, sorprendidas, y sé que tengo que dar alguna explicación—. Saben que Faye ya no bebe casualmente, no sería justo.
Las chicas saben que después del historial de Faye con abuso de alcohol, y después de ver a su terapeuta, ella solo bebe en ocasiones especiales, así que pensé que sería una buena excusa. Hasta que recordé lo solidaria que es la ojiverde.
— Solo porque yo no beba no significa que tú no lo hagas, Yo. Disfruta.
— No, no. Está bien, de verdad. Jugo está bien para mí. ¿Faye quieres que te traiga un poco?
Ella no se ve muy convencida. Sus cejas están fruncidas, pero no insiste.
— Sí, claro. Gracias.
No era exactamente una mentira que no quería beber por Faye. Claro, no acepté el vino principalmente porque no es bueno para el bebé, pero en algunas ocasiones anteriormente sí he elegido no beber frente a Faye. Ella nunca dijo que no debería, siempre dijo que estaba bien si lo hacía, pero a veces simplemente no es justo. Ver a sus viejos estudiantes trajo de vuelta algunas de sus inseguridades y ella quiso beber más libremente otra vez. Solo duró como una semana y luego se recompuso, pero el alcohol siempre ha sido su manera de lidiar con la ansiedad y la inseguridad. Desde que nos encontró a Nong y a mí, ella no ha sentido la necesidad de beber. En lugar de eso, solo pide acurrucarnos cuando las cosas se complican.
Algunas horas después y luego de haber terminado la cena que Orm y yo preparamos para ellas, las niñas continuaron jugando. Luca trajo comida china para nosotras, pues fastidié bastante a Marissa para que se lo pidiera. ¡Es lo que el bebé quiere! Es la segunda vez que él y Faye se ven y se llevan de maravilla. Ella le dio "la charla" la primera vez, amenazándolo si llegaba a lastimar a Marissa o a causar cualquier disturbio con la gente en la casa. Cuando él se paró y dijo lo mismo sobre mí, lo acordaron con risa y se han estado actuando como buenos amigos desde entonces.
Marissa, Luca y Faye hablan junto a las niñas, riendo y bromeando sobre cualquier tontería que haya salido de sus bocas. Los observo con diversión y luego con felicidad cuando Faye se desliza de su asiento en el sofá a un espacio en el piso junto a Nong, atrayendo a nuestra hija a su regazo y solo acurrucándose con ella.
— Realmente creo que podríamos tener este lugar listo dentro de un año. ¿Qué piensas, Yo? —Rápidamente regreso mi atención a las otras dos mujeres con las que estoy sentada. La pregunta de Orm me saca de un sueño despierto sobre Faye con niños.
— Disculpa, ¿qué?
— La panadería. ¡Creo que podemos hacerlo y tenerla funcionando dentro de un año! —Dice Orm, entusiasmada, cambiando entre el montón de papeles frente a ella, enlistando formularios de arrendamiento, acciones, y nombres potenciales para el lugar—. ¿Tienes las hojas sobre mercadeo y proveedores?
— ¡Ah, sí, las tengo! Están en mi bolso. —Respondo, y también comienzo a revisar los papeles. Ella va a pararse para traerlos, pero Lingling la detiene con un beso, ya en pie para ir a buscar en mi bolso. Segundos después la miro para ver por qué no ha regresado. La mujer está ahí parada, con mi bolso en una mano, y una fotografía en la otra. Me confundo por un momento hasta que recuerdo que no he guardado el scan del ultrasonido. Desesperadamente niego con la cabeza cuando sus ojos se fijan en los míos, confusamente.
Momentos pasan y sé que ella me está mirando. Lingling, preguntando en silencio por lo que encontró en mi bolso. Trajo las hojas para Orm y yo miré hacia los otros adultos en la sala, notando que nadie más vio a Lingling con mi bolso, ni lo que encontró en el.
— ¿Yoko, hay más vino? —Pregunta, disimuladamente señalando hacia la cocina.
— No lo sé. Vamos a ver. —Al pasar por el lado de Faye, ella toma mi mano y le da un beso. Sus hermosos ojos me observan mientras entro a la cocina y me pierdo de vista.
— ¿Ella sabe? —No se necesita un genio para entender lo que me está preguntando. Culpable, niego—. Yo, ella merece saber.
— Lo sé. Ahora lo sé. Estaba asustada antes, pero apenas obtuve el scan hoy, se lo diré pronto.
Ella asiente con una mirada como si quisiera gritarme y decirme que debí decírselo cuando me enteré.
— ¿Estás feliz? ¿El bebé está sano?
Sonrío nuevamente al pensar en mi muy sano, y ya muy hermoso bebé.
— Sí, perfecto. Y estoy feliz. Estaba muy asustada y supongo que todavía lo estoy, pero creo que estoy feliz. Creo que voy a estar más feliz cuando se lo diga a Faye y ella esté feliz también.
— Ella estará feliz, ella te adora. Y Nong también. —En ese momento, Nong entra a la cocina para unirse a nosotras, con una gran sonrisa en su rostro—. Hola, pequeña. ¿Qué haces aquí? —Pregunta Lingling mientras yo solo miro a mi hija con curiosidad. ¿Por qué demonios está sonriendo tanto?
— Tengo un secreto que decirte. —Dice mi pequeña niña, emocionada. Me inclino y ella se acerca a mi oreja, tan emocionada que casi chocamos cabezas. A pesar de su intento de susurro, Lingling la escucha perfectamente.
— Mami dijo que eres hermosa.
Y luego se va corriendo. Escucho risas provenientes de la sala y sé que mi hija está tan complacida consigo misma como mi novia. Nada detuvo las sonrisas similares que aparecieron en la cara de Lingling y la mía.
Volvemos a la sala y veo que Faye está sentada en el sofá otra vez, dejando a las niñas jugar solas. Pongo mis brazos sobre sus hombros por detrás del sofá y a pesar del pequeño salto de sorpresa, ella se inclina hacia atrás y sube la cabeza. No me mantengo alejada de sus tentadores labios. Los beso, disfrutando de su suavidad, manteniéndolo tierno.
— Tú también eres hermosa, ¿sabes?
Sus ojos brillan y sé que llamarla hermosa es una de las experiencias más enriquecedoras. Ella se ve tan incrédulamente feliz cada vez. Me muevo alrededor del sofá y me siento en su regazo, envolviendo mis brazos alrededor de su cuello para besarla como ella merece ser besada. Los labios y la lengua de Faye fueron tan tímidos en nuestro primer beso, en este mismo sofá. Y ahora, a pesar del hecho de que yo inicié el beso, ella controla todo. El ritmo y velocidad de nuestros labios, la presión de nuestras lenguas; cada beso con ella es un producto de su propio deseo.
Suenan ruidosos silbidos por parte de los adultos en la sala. Lingling y Orm nos animan con entusiasmo mientras los otros lo mantienen simple. Nos separamos y veo a Luca sonriéndole a mi novia, arrullando cuando ella empieza a sonrojarse. Conforme la cara de Faye enrojece, mi sonrisa crece por lo feliz que soy con esta mujer.
+++
Más tarde, Faye continúa con sus ideas del almuerzo que tuvimos. Las Kwong se van y después de poner a las niñas a dormir, Faye y yo nos organizamos para el lunes. Yo voy a llevar a Nong a la escuela y Faye la va a recoger y a llevarla a su casa. Nos acurrucamos viendo una película mientras Marissa y Luca hacen lo mismo en otro sofá. No había visto a mi mejor amiga tan feliz con un hombre en mucho tiempo, su hija y sus amigos siendo las únicas personas que podían hacerla sonreír genuinamente.
Después de la película, Faye y yo nos despedimos de la otra pareja y nos envolvemos una con la otra en la habitación otra vez. Su talentosa lengua me lleva a espectaculares alturas dos veces rápidamente, lamiendo y succionando en maneras que siempre soñé al tiempo que sus dedos encontraron su lugar dentro de mí. Ella besó la cara interior de mis piernas, desde mis tobillos hasta mis muslos antes de llegar al área donde más la necesitaba. Me encargué de ella y traté de hacerla sentir al menos una fracción de como ella me hace sentir. Ella gruñe cuando me froto con el lado inferior, mis dedos masajeando la punta y luego la cicatriz en la base. Entre gemidos y maldiciones, Faye repetidamente susurra que me ama, después de lentos y agonizantes minutos de la mujer dentro de mí hasta que nos llega la liberación al mismo tiempo.
Yo también la amo, y se lo digo, una y otra vez. Ella sale de mí y me abraza contra su pecho, aún susurrando que me ama. Faye se duerme y momentos después me desenvuelvo de sus brazos, agarro mi bata y voy a la sala en busca del scan. Sostengo la foto en mis manos por un minuto, sonriendo sin saberlo. Estaba asustada antes, muy asustada. Pero ahora solo estoy feliz. Ni siquiera se lo he dicho a Faye todavía, pero estoy feliz.
A la mañana siguiente me despierto acurrucada con la mujer que -sorprendentemente- sigue dormida. Ella siempre se despierta primero que yo, pero hoy no. Es sábado y aunque no he hecho planes con Faye, sé que vamos a pasar cada momento juntas... con nuestra hija, en familia. Me levanto y me visto con sus sweatpants y una camiseta, sabiendo por las zapatillas que estaban junto a la puerta anoche, que Luca también se quedó a dormir. Esperando hacer de este un fin de semana que ella nunca olvidará, sonrío nerviosa y dejo el scan de embarazo en la almohada junto a ella. En momentos Faye va a despertar -ella nunca duerme hasta tarde, ni los fines de semana- y en momentos, mi novia sabrá que nuestra pequeña familia ya no será tan pequeña.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro