25
— ¡¿Estás qué?!
Cierro mis ojos ante la confesión, tratando de formar una barrera contra mis lágrimas. Los abro y encuentro un par de confundidos ojos azules mirándome directamente. Y como lo esperaba, mis lágrimas cayeron.
Trato de refugiarme en mi propio cuerpo, cubriéndome la cara con mis brazos. Milk envuelve sus brazos alrededor de mi cuerpo y yo me abrazo incómodamente a la calidez de su cuerpo. Lentamente comienza a acariciar mi cabello, pero no como Faye lo hace. A Milk le gusta el largo, siempre le ha gustado, y le gusta peinarme con sus dedos. A Faye le gusta la suavidad y siempre usa sus dedos para masajear mi cabeza.
Su cuerpo tampoco es como el de Faye. Milk es alta y delgada, su figura siempre ha gritado "modelo". Faye es perfectamente imperfecta. Yo no cambiaría nada de su cuerpo aunque asumo que ella sí cambiaría mucho.
Faye.
Mi corazón se dispara.
Mi mente siempre regresa a Faye, mi increíble novia. Mi increíble novia que no sabe nada de lo que le estoy diciendo a mi ex novia. ¿Qué tan jodido está eso?
Me alejo de Milk cuando dejo de llorar. Pensar en Faye y la actual situación me pone más sorprendida que triste. Me limpio la piel bajo mis ojos cuidadosamente, recordando el maquillaje que me puse esta mañana para el cumpleaños de mi hermana. El maquillaje que sin duda está esparcido por toda mi cara por mis jodidas lágrimas. Faye casi consigue convencerme de no usar maquillaje. Yo nunca haría eso, especialmente en una reunión social donde además estaba muy bien vestida, no se vería bien. Pero con pequeños besos y palabras de pura adoración, casi me convence de que me veo hermosa al natural. Pero luego vi lo hermoso que se maquilló ella y solo pude llamarla hipócrita, golpearla suavemente en el pecho y marchar hacia mi habitación para maquillarme, dejando a la mujer y su adorable risita en la cocina.
— Estabas llorando hace un minuto y ahora estás sonriendo. ¿Qué bicho te picó?
— Milk, estoy tan jodida.
Se lo dije. Le dije algo que solo había podido decirle a Marissa. Me río ligeramente de mi propia jodida situación y me paro de la silla, camino hacia al mostrador y colapso con mis brazos sobre la superficie. Milk me sigue y descansa su mano en mi espalda baja, acariciándole lentamente para animarme a levantarme.
— No es que no esté también en shock y algo afligida si te soy honesta, ¿pero por qué estás enloqueciendo por esto? ¿Es porque le pusiste el cuerno a Faye?
— ¿Qué? ¡Yo no engañé a Faye!
Tal vez no pensé mucho en mi explosión de palabras. Escucho la acusación de que fui infiel y de inmediato salto a defenderme. Yo jamás engañaría a Faye. Pero por supuesto que eso es lo que parece que hice y explicarle la condición de Faye no es una opción.
— No, no engañé a Faye. Hace un par de meses habíamos roto y yo me emborraché y me acosté con un tipo. —Trato de explicar. Mis palmas sudan con la mentira. Ella es mi ex novia, por Dios, ella sabe que soy gay.
— ¡Tienes que haber estado demasiado ebria!
— Sí, gracias. —Digo con irritación, todavía limpiándome los ojos.
— ¿Y entonces qué? ¿Faye no acepta el embarazo o está más enojada porque dormiste con cualquier tipo?
— Faye no lo sabe.
Sorpresivamente, Milk no me regaña por eso como Marissa lo hizo. La chica solo asiente con entendimiento, como si ya lo supiera y entiende por qué no se lo he dicho. Marissa por otro lado, estaba lívida. Me consoló cuando no podía parar de llorar después de decírselo. No lloré cuando me hice la prueba, solo me congelé. Quería que fuera una mentira. Marissa no. Ella entendió por qué yo estaría angustiada, pero al final ella estaba feliz. Yo no entendí por qué. Y cuando dije que Faye aún no lo sabe y que si fuera por mí no lo sabría hasta que ya no pudiera ocultarlo, sentí la ira de su temperamento.
— ¿Entonces por qué estás tan triste? ¿Crees que a Faye no le gustará?
Para alguien a quien no le gustaba la idea de Faye y yo juntas, en este momento parece que Milk se preocupa por mi situación; indagando sobre Faye para asegurarse de que yo estaré bien. Ella no solía ser tan considerada.
— No sé que vaya a pensar Faye. —Sí sé que va a pensar Faye, ella amaría la noticia, y es exactamente por eso que no puedo decirle. Yo no podría esconder mi aflicción frente a su alegría y al final haría lo que ella quisiera. Pero no puedo hacer eso. No puedo pretender estar feliz por algo cuando no lo estoy—. No sé, solo sé que yo no estoy lista.
— Estuviste lista para tener a Nong cuando no tenías dinero, ni educación estándar y estabas soltera por romper conmigo. Estás en una mejor situación ahora, ¿no?
— ¿Económicamente? Eh, un poco mejor. ¿Pero todo lo demás? No mucho. Estoy ahorrando para abrir mi negocio, dejar esta mierda y hacer lo que realmente me gusta. El embarazo y cuidar de un nuevo bebé se interpondría en mi camino. ¿Sobre la relación? Sí, estoy con Faye, y sí, soy feliz con ella, pero todavía hay tanto en lo que estamos trabajando. Solo somos honestas entre nosotras cuando nos sentamos y nos hacemos preguntas a las que no podemos mentir. Ha pasado seguido últimamente que nos ocultamos cosas. No tenemos suficiente seguridad para algo como un bebé para complicar más todo. Demonios, ni siquiera estoy segura de que Faye esté lista para otro niño. Acaba de empezar a ser madre de Nong.
— Sí, pero Nong no es su hija.
— Claro.
— Yo, entiendo que es una gran cosa. Y siendo honesta, todas esas preocupaciones me convencen de que no estás lista para otro bebé. No soy tú, ni soy Faye. Este es tu bebé, es tu decisión. Si no estás lista, entonces no lo tengas. No te fuerces a hacer algo por el bien de tu novia. No es su bebé, ella realmente no tiene nada qué opinar al respecto.
Faye sí tiene palabra. En su bebé también. Y eso es exactamente por lo que me está costando decírselo. Ella diría cosas que no quiero escuchar.
— ¿Faye estaría de acuerdo en que no es el momento adecuado para ambas? ¿Que tu nuevo trabajo, el dinero y su relación no es muy fuerte aún?
— Probablemente no. En otro escenario, sí, ella lo entendería. Pero sé que decidir si quedarme con el bebé o no, ella haría que todo esté perfecto.
— ¿A ella le gustaría tanto un hijo que se mentiría a sí misma y pretendería que todo está bien aunque no lo esté?
— Probablemente. La familia es importante para ella. Dudo que considere mis preocupaciones si supiera que hay un bebé en juego. Ella amaría la idea de otro bebé.
— Suena egoísta de su parte, honestamente.
Miro a Milk y niego con la cabeza, sintiendo un peso en mis ojos por las lágrimas aún presentes.
— Ella no es egoísta, simplemente sabe lo que quiere.
Milk no dice nada, solo vuelve a abrazarme. Me sostiene por un momento y casi se siente lindo. Casi. Ella huele bien y es reconfortante, pero no es cálida ni me acurruca como Faye. Está silencioso, aún dentro de mi cabeza, hasta que ella habla de nuevo.
— Sugiero que te limpies esas lágrimas. Un auto acaba de estacionar y aunque solo la he visto una vez, sé que es Faye. —Rápidamente me alejo de su abrazo, casi demasiado rápido, como si no quisiera que me viera abrazándola. Era inocente. Los ojos de Milk se mantienen en la ventana detrás de mí. Me limpio los ojos con las mangas de mi camisa para que no haya evidencia de mi episodio llorón—. Definitivamente Faye.
La campana de la cafetería suena y me giro para ver a una igualmente descorazonada Faye, mirando entre Milk y yo antes de bajar su mirada al piso, espera unos momentos y vuelve a mirarme a mí.
— ¿Estás lista para irte? —Me ofrece una sonrisa. No es una de sus cálidas y abiertas sonrisas, como la que se parece a la de nuestra hija. Ni tierna y cerrada como cuando está siendo reservada. Solo se ve sombría.
— Por supuesto. Solo voy por mis cosas. —Respondo con un tono ligeramente alegre evidentemente falso para Milk y voy hacia Faye. Me inclino y le doy un pequeño beso en sus labios y pasando por un lado de Milk, voy por mi cosas al cuarto de atrás.
Al regresar, Milk está parada con su abrigo y bolso sobre su hombro y Faye jugando nerviosamente con el dobladillo de su camisa manchada. Claramente había regresado a casa a cambiarse la ropa de fiesta con la que fue a casa de mis padres por sweatpants y una camisa de alguna banda, que no importa cuántas veces lave, siempre tendrá una mancha de salsa boloñesa en el frente. A lado de Milk que aunque solo está usando jeans, parece salida de un desfile de moda, sé que Faye se siente como una vagabunda ahora mismo.
Pero es mi vagabunda, así que está bien.
— ¿Lista? —Le pregunto a mi novia que continúa rascando otra mancha que encontró en su camisa, probablemente de ketchup. Me mira y asiente cuidadosamente, con una sonrisa solemne. Mis ojos casi se llenan de lágrimas ante la evidente tristeza en su rostro, así que dirijo mi mirada a Milk que parece tan incómoda como mi novia—. Fue bueno verte de nuevo. —Le digo a la mujer, moviéndome para ir a darle un abrazo. No veo cómo la cara de Faye se cae con el gesto.
Milk se marcha mientras yo cierro, Faye espera por mí junto al auto que estacionó a centímetros de la puerta. Conociéndola, aparcó tan cerca por la pesada lluvia que yo no sabía que estaba cayendo, no queriendo que me enfríe y me moje mucho. A pesar del tiempo, Faye me espera mientras cierro para abrirme la puerta del copiloto. Segundos después, corre y salta a su asiento a mi lado, llevando sus manos a su boca y soplando aire caliente, secándolas y calentándolas. Hace lo mismo con mis manos cuando me ve frotándomelas, ofreciendo otra dulce y tímida sonrisa a su propio gesto. Faye enciende el auto y comienza a conducir el corto camino hacia mi departamento.
— ¿Y qué estaba haciendo Milk ahí? —Pregunta, finalmente rompiendo el razonable incómodo silencio.
— Solo quería hablar. —Le quito importancia con una encogida de hombros, hablando simple para no decir muchas cosas para las que no tengo respuestas después.
— Una hora inusual para hablar.
— Sí, supongo. —No soy tan callosa con la respuesta, sorpresivamente. Sé que está afligida y sé que quiere hacer preguntas y a pesar del obvio secreto que sé que tengo que esconder, no puedo mentir sobre muchas otras cosas. Faye continúa con un obvio conflicto sobre lo que sea que está pasando por su cabeza y no dice mucho por el resto del camino. Miro por la ventana y reconozco dónde estamos, solo a un par de minutos de casa. No debería mentirle sobre nada más. Ella merece la verdad, pero tal vez esa no por ahora.
— Milk me besó.
Tal vez no debí ser tan honesta.
La mujer a mi lado se tensa. No es visible hasta que la veo desanimarse físicamente.
Sus manos pierden agarre en el volante y le quita presión al gas, causando que desaceleremos considerablemente. Su mirada se mantiene en el camino frente a nosotras y no piensa en los autos detrás de nosotras hasta que uno suena el claxon. Se encoge ante el sonido y recobra su normalidad al conducir. Estira los músculos de sus hombros. A pesar del desanimo, su cuerpo está tenso.
Comienzo a odiarme mucho antes de que una lágrima caiga por su perfecta mandíbula. Dejar que Faye se enterara por sí misma nunca iba a ser una opción, yo iba a ser honesta con ella sobre esto de inmediato. Pero tal vez no fue justo. Se ve tan derrotada.
— No significó nada, Faye. Yo no lo correspondí y se detuvo tan pronto como empezó. Yo jamás te haría eso.
Ella asiente tristemente como respuesta, mordisqueándose el labio.
Mi pecho está imposiblemente apretado y casi me congelo al asiento cuando finalmente llegamos a la entrada. ¿Ella me cree? Entiendo que está triste, pero al menos no mentí. No correspondí el beso. Hice todo lo que ella hubiera querido que hiciera en esa situación.
Mas entre todo lo que ella quisiera, no creo que alguien besando a su novia sea una de ellas.
El apartamento estaba en silencio cuando finalmente llegamos a casa. Marissa y las niñas ya están dormidas, solo la televisión estaba encendida a bajo volumen; Faye sin duda la dejó así antes de ir a buscarme por el familiar programa de crimen y drama en la pantalla, el que sé que a ella le encanta.
Una luz tenue brilla por el final del pasillo y camino hacia allá con curiosidad, reconociendo la locación como el baño principal, pero sin saber la fuente. Abro la puerta del baño despacio, Faye siguiéndome.
— Pensé en disculparme por hablarte feo hoy en casa de tus padres. —Explica cuando mis ojos observan la simple, pero hermosa decoración. La luz principal está apagada, pero la bañera está iluminada por muchas velas alrededor, sobre el lavatorio, las encimeras y en el piso—. Le pedí a Marissa que le estuviera agregando agua tibia mientras iba por ti. Debería estar a una buena temperatura.
— Se ve hermoso, Faye. —Me giro hacia la mujer detrás de mí y veo que sus ojos no se molestaron en ver mi reacción, en su lugar, están fijos ausentemente hacia el piso. Su mirada igualando el tono solemne en su voz.
— Disfruta tu baño. —Dice con más propósito, se acerca a mí y al darme un tierno beso en la frente, se aleja y se dirige hacia la puerta.
— Faye, ¿a dónde vas?
— Me voy a casa, Yoko. Me duele un poco la cabeza, solo quiero irme y relajarme.
— Relájate aquí. —Animo, tomando su mano y atrayéndola más dentro del baño conmigo—. Dijiste que te quedarías esta noche. Relájate aquí. ¿Comparte este baño conmigo?
— No lo sé, Yoko. Creo que necesitamos un respiro por el momento, el día de hoy está molestando mi cabeza un poco.
Faye cierra los ojos y se frota la frente, un intento subconsciente de aliviar un dolor de cabeza que no está ahí.
— Podemos relajarnos y tomar un respiro aquí.
No puedo dejar que Faye se vaya, no ahora. No cuando se ve tan desorientada y triste. Ni siquiera puedo cuando está feliz. Odio cuando me deja.
Me inclino y presiono mis labios contra los suyos. Sus suaves y carnosos labios, no con brillo y formados como los de Milk.
Prefiero besar los de Faye.
Nos desvestimos solas, no mutuamente como lo haríamos normalmente, y Faye todavía no dice nada. Espío su cuerpo, admirando su confianza cada vez que se desviste frente a mí. Cuando me inclino para quitarme las medias, la miro salir de sus boxers, con una mano aún cubriendo sus partes mientras camina a la bañera. Faye finalmente entra al agua y se sienta y me mira expectante, preguntándose por qué todavía no estoy desnuda y en la bañera con ella. A pesar de su obvia tristeza, los ojos de Faye se amplían y se muerde el labio más enfáticamente cuando engancho mis dedos a mi ropa interior y la deslizo por mis piernas, quedándome completamente desnuda ante ella y camino en su dirección.
Faye estira una mano para ayudarme a entrar. Sus piernas se abren bajo las burbujas y yo me siento entre ellas, relajándome contra su cuerpo y sus manos rodeándome con seguridad. Nunca habíamos hecho esto, Faye siempre temió que yo sintiera su pene contra mí y en momentos como este en que no estamos llenas de lujuria, que yo me sentiría asqueada. Pero no. Jamás sentiría eso.
La temperatura del agua está perfecta, la atmósfera es tierna y relajante por las velas y la mujer que amo me está abrazando con tanto amor y calidez. ¿Pero entonces por qué sigo tan triste?
Sé que Faye está triste. Tal vez eso es. Vi lo infeliz que estaba cuando me vio en la cafetería con Milk, cuando le di el abrazo de despedida. Y definitivamente vi eso convertirse en miseria cuando le dije sobre el beso. Se desarmó. Solo pequeñas lágrimas, pero todo su cuerpo se entumeció. Lo vi.
Nuestros labios se tocaron por un segundo. No fue un beso real. Una vez que se tocaron y yo no correspondí, Milk se alejó. Ella se alejó porque supo que yo lo iba a hacer. Por supuesto que yo quería arruinar el momento, no quería que ella intentara besarme de nuevo, pero no sé por qué le dije lo del embarazo. Ella no merece saberlo. Faye sí. Faye merece saberlo, lo sé. Solo no estoy lista para que lo sepa.
Pensar en criar un segundo bebé me aterroriza, pero pensar en afligir a Faye y sentirme forzada a tener a este bebé porque eso es lo que ella quiere, me aterroriza aún más.
Faye no experimentó la parte difícil de criar a un niño. No estaba ahí para estar despierta toda la noche o las madrugadas; los gritos y el llanto; la constante preocupación de que algo está mal con tu bebé, pero no puede comunicarse y decirte qué es. Faye es preocupona y también protectora. La desarmaría pensar que hay algo mal con su hijo y no puede ayudarlo. Ella lloró en mis brazos el día que se enteró de que el bullying a Nong empeoró y sus acciones no ayudaron. Eso la quebró. Pero Nong empieza su nueva escuela el lunes, y Faye está orgullosa de haber presionado el traslado tan rápido.
¿Qué tal si Faye no puede manejar todo el drama y las dificultades que vienen con tener un recién nacido? ¿Qué tal si ni siquiera puede manejar la etapa de embarazo? Las complicaciones con el embarazo, los síntomas, las precauciones. ¿Qué tal si no está lista?
Solo ha experimentado la parte divertida de ser madre. Claro, Nong tiene temperamento y Faye puede calmarla rápidamente, pero nuestra pequeña tiene personalidad. Es divertida, habla, quiere jugar, y ama a Faye. Tener un recién nacido puede ser divertido también, pero honestamente es jodidamente difícil.
Sé que está mal de mi parte asumir que no puede manejarlo. Y está mal de mi parte esconderle un secreto tan grande. Pero ella no escucharía, sé que no. Se plantearía firme que juntas podemos manejarlo. Se plantearía firme que no arruinaría nuestra relación. Cuando Faye quiere algo, lo deja muy claro. Si se entera del embarazo, no me dejaría cuestionarme si el bebé sería bueno para nosotras o no, ella me diría que sí. Y como dijo Milk, es tanto mi decisión como la de ella. Solo quiero tomar la mía antes que ella.
Inconscientemente me muevo hacia un lado, manteniéndome entre sus piernas, pero de manera que pueda acurrucarme en su pecho. Todo este tiempo ella no me ha hablado. Pero yo tampoco a ella. Ya no puedo hablar más sobre el beso, a ella no le gustaría. No puedo hablar del embarazo, no estoy lista para eso. Pero francamente, esas son las únicas cosas en las que puedo pensar en este momento.
Le doy un beso en el pecho y me abrazo más a su cuerpo; envolviendo un brazo alrededor de su cintura y escondiendo mi cara en su cuello. Casi puedo quedarme dormida, y eso hago, mi respiración se relajada y profundiza. Pero no antes de que ella rompa el silencio y me susurre algo que lo cambia todo.
— Te amo, amor.
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