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21

Faye dormida solo puede ser descrita como encantadora.

Usualmente ella es cálida y abrazable, sosteniéndome cerca de su cuerpo aún en su estado inconsciente, pero aunque ahora es un poco diferente, se ve adorable. En nuestra desnudez, Faye debió sentir mucho calor en medio de la noche y se movió lejos de mí, a su lado de la cama. Está acostada boca abajo con su cabello esparcido por la almohada, sus hombros de porcelana, los músculos definidos de su espalda tensos al estar agarrando la almohada con sus manos mientras sueña. Pero lo que es lindo son los pequeños balbuceos que salen de su boca y como se mueven sus párpados. Tiene su cara hacia el lado contrario de mí, pero no puedo evitar sostenerme en un codo y mirarla mientras duerme. Tal vez es raro, pero es difícil no hacerlo.

Estiro el brazo y le acaricio el cabello, deslizando los dedos entre sus mechones, masajeando su cabeza, sonriendo para mí misma mientras lo hago. La noche en que nos reconciliamos después de la pelea por Engfa fue hace un par de días y esta es la primera vez que se queda a dormir desde esa vez. No puedo hacer más que sonreír por lo perfectas que están las cosas entre nosotras ahora. Anoche fue tan increíble como cada una que hemos pasado juntas, sino es que más, con su nueva confianza.

Ayer por la mañana tuvimos una reunión en la escuela de Nong. Faye y yo finalmente tuvimos la oportunidad de hablar con la maestra y los padres de sus abusadores. La mujer de ojos esmeralda se suponía que tenía que trabajar, pero llamó y fingió estar enferma, con tal de tener la oportunidad de decirle algunas cosas a los padres de los chicos. Y algunas cosas les dijo. Al principio fuimos bastante civilizadas, discutiendo con la maestra sobre lo que ha estado pasando con nuestra hija, los padres enterándose del comportamiento de sus hijos. Eso fue hasta que los Garrison defendieron el comportamiento de sus hijos que Faye se puso de pie y se cuadró ante el hombre. Yo la seguí, haciendo lo mismo, agarrando su brazo para alejarla del hombre, pero fallé cuando él también estaba alterado y quería enfrentar a Faye. Su esposa y yo tratamos de calmarlos, la maestra de Nong a un lado con pánico, pero nada funcionaba. Faye es muy apasionada en lo que respecta a defender a nuestra hija y nuestro estilo de vida y el mente cerrada misógino de Ross Garrison sintió toda esa pasión... y su puño, que colisionó con su mandíbula, noqueándolo de vuelta a su silla. Él y su mujer se fueron de la escuela después de eso.

A Faye no le importó haber herido al hombre, ni que la denunciaran, solo le importó el hecho de que yo fui testigo de su violencia, lo que la llevó a disculparse durante horas, finalmente dejándolo cuando le di la noticia de que fue jodidamente caliente y sexy verla tan furiosa y protectora. Eso la llevó a continuar siendo controladora y apasionada por el resto de la noche, levantándome y poniéndome contra la pared de mi cuarto, tirándome después a la cama para hacerme suya otra vez ahí.

No he vuelto a tocarla como lo hice hace días, pero fue increíble experimentar su confianza y su actitud dominante, sabiendo que fui yo la que la hizo sentirse tan cómoda. Cuando tomé su miembro en mis manos para ponerle el condón esa noche que nos reconciliamos, Faye se congeló. Su cuerpo se tensó y sus ojos evidenciaban su pánico, pero pronto lo calmó con un beso, quitando mi mano para penetrarme. No la vi, ni la complací de la manera que quería, pero es un progreso que me diera la oportunidad de tocarla. Ayer también me la dio, permitiendo que mis manos exploraran su cuerpo y manteniendo la luz encendida, pero no la tomé, queriendo que Faye quisiera que la tocara, que se sintiera confiada en controlar cuándo lo haga. Ahí es cuando voy a complacerla de la manera que espero hacerlo; cuando Faye decida que quiere que lo haga, cuando lo necesite.

No había notado que estaba tan distraída con mis pensamientos que paré de acariciar su cabello, hasta que Faye a ciegas busca mi mano con la suya y la lleva otra vez a su cabeza para que continúe con el masaje. Me río al pensar en ella pretendiendo estar dormida para disfrutar de mis caricias. Continúo hasta que ella también se ríe y se convierte en una infecciosa carcajada entre las dos.

Faye finalmente se da vuelta para estar de frente a mí, haciéndome sonreír.

— Buenos días, hermosa. —Me saluda con dulzura.

Bajo mi codo y me acuesto a su nivel, inmediatamente acunando su mandíbula para besarla. Cuando me acomodo bajo las sábanas otra vez, Faye se acerca más a mí y sostiene mi cuerpo desnudo en sus brazos, sus manos rápidamente encontrando mi cintura, acariciando la piel de ahí y deslizándose hasta mi culo.

— Buenos días para ti también. —Digo sin aliento cuando comienza a besar el punto en mi cuello donde siente mi pulso, sus manos empezando a apretar mis nalgas. La erección de Faye contra mi muslo no hace nada para calmar mi excitación, enredo mis piernas en su cadera y la muevo para que se acueste sobre mí—. Estás de un buen humor esta mañana.

— Hmm. —Murmura, llevando sus labios a mi pecho, su lengua deslizándose por cada centímetro de mi piel y rodeando mis pezones—. Soñé contigo. Me hizo desear estar probándote de verdad. —Mi cuerpo se sobresalta con sus palabras combinadas con sus dientes mordiendo ahora los costados de mi estómago y sus dedos pellizcando mi culo—. Y amo probarte.

Y lo hace... Faye no se molesta en provocarnos, en vez de eso, su boca va directo a mi sexo. Su lengua me acaricia entre mis pliegues y tomando mi clítoris entre sus labios, lo succiona.

— Te has hecho tan jodidamente buena en esto. —Halago entre gemidos, retorciéndome.

La atención de Faye en mi parte más sensible me tiene moviendo mi cadera contra su cara y me hace temblar cuando me penetra con la lengua. Sus manos sueltan mis muslos y se van a mi trasero para sostenerme contra su rostro. Sus dedos entre mis nalgas tocan un punto que me sobresalta y que no sabía que disfrutaría que me tocaran. La punta de sus dedos tocan algo que nadie me ha tocado antes y me pregunto si disfrutaría que otra parte suya me diera atención ahí también.

Darme atención con su incansable lengua nunca ha fallado en llevarme a lo más alto y esta vez no es la excepción. Mis muslos se tensan y tiemblan sobre sus hombros y una última lamida de su lengua en mi clítoris y un apretón a mi trasero hacen que mi cuerpo se arquee. Faye finalmente me suelta el culo y limpia mi orgasmo con su lengua.

— De verdad te has hecho muy buena en eso. —Alabo, jadeando, riéndome de su expresión de orgullo cuando sube besando todo mi torso con una sonrisa de satisfacción.

— Es toda la práctica que me has permitido tener. —Sugiere, guiñándome y tomando mis labios en los suyos, su lengua entrando en mi boca, compartiendo mi sabor. Abro más mis piernas para acomodar su tembloroso cuerpo al sentirla acariciándome con su erección... hasta que una distracción familiar se escucha a través de la puerta cerrada de mi habitación.

¡Ma!

+++

¿Entonces paso por ti a las 7? —Me pregunta Faye, inclinándose sobre el mostrador de la cafetería para besarme.

Después de alistar a Nong para la escuela y nosotras para el trabajo, Faye, con nuestra hija, me acompañaron a mi trabajo antes de irse a la escuela.

— Mhm. —Murmuro en sus labios. Una sonrisa todavía en mi boca cuando ella acuna mi mandíbula y recibo pequeños besitos de sus carnosos labios—. Te veo esta noche.

— Bueno. Y sí, te veo esta noche. —Finaliza con otro beso, el sonido de nuestros labios resonando ante mis compañeras de trabajo—. ¿Todavía estás de acuerdo en pasar la noche? —Nada podía parar la afirmación a esa pregunta—. Vamos entonces, princesa. —Se gira y sostiene la mano de nuestra hija—. Dile adiós a mamá.

— ¡Adiós mamá! —Se despide de mí con entusiasmo, caminando fuera del café de la mano con su madre, la mujer que simplemente se ríe de nuestra hija, viéndose hermosa al hacerlo. Continúo despidiendo de ellas con una mano y me sonrojo cuando Faye me guiña antes de salir.

— Es tan linda.

— ¿Faye o Nong? —Escucho a las dos mujeres con las que trabajo discutir detrás de mí, riéndose entre ellas. Sorpresivamente no estoy celosa de oír su interés en Faye, en su lugar, me alegra cuando la gente reconoce lo hermosa que es mi familia—. Pero en serio Yo, Faye es tan buena con ella.

— Lo sé. Le sale natural. Y la hace muy feliz. —Todavía estoy sonrojada y sonriendo, viéndolas alejarse por la acera, Faye aún sosteniendo la mano de Nong y cargando su mochila en un hombro.

Por dicha, el tiempo vuela en mi trabajo y antes de que lo supiera, ya me estaba dirigiendo a casa para mi ritual de pre-cita. Faye se ofreció a recoger a Nong del pre escolar durante su hora de almuerzo y se la llevó a su trabajo, la traerá a casa cuando venga a recogerme a mí. Nong quería pasar tiempo con ella y visitar su casa.

Me quito el uniforme y voy al baño para tomar una ducha caliente. Me lavo el cabello con el shampoo con aroma a fresa que Faye ama que use y con una toalla enredada en mi cuerpo me voy a la cocina por un bocadillo, a pesar de tener (sin duda) una gran cena con Faye en un par de horas.

— ¿Una banana? ¿En serio? ¿Es práctica para más tarde?

Sigo la voz y veo a Marissa mirándome desde la entrada de la cocina, sonriendo por su comentario y luego haciendo un gesto sugerente con su mano y su boca.

— Oh, cállate. Tú sabes que no es así. —Le recuerdo, riendo, comiendo otro bocado de la fruta.

— Oh, no es así, pero apuesto a que te depilaste. Todo, presumo.

Sus ojos recorren mi área cubierta y sonríe con satisfacción.

— Solo por si acaso, sí. Bueno, casi todo. A Faye le gusta un poquito de vello ahí.

— ¿En serio?

— Sí, porque ella no tiene nada de vello en su cuerpo. —Le informo, recordando lo que Faye me había dicho, usándolo como explicación. Bueno, creo que es por eso que le gusta. Que por eso es que es tan atenta a todo lo demás ahí, ella no tiene lo mismo para explorarse.

— Perra suertuda. —Gruñe, Marissa, sin decir nada más sobre los detalles de la condición de Faye.

— Lo sé.

Teniendo la boca llena, con la mano le indico a Marissa que me siga a mi habitación, pasando por un lado de Mei que está desparramada en el suelo de la sala, habiéndose quedado dormida mientras coloreaba un libro.

— Ooh, linda ropa interior. —Halaga cuando ve la lencería negra en mi cama.

— Gracias. Ella casi siempre me ve de blanco y aunque dice que le gusto mucho en ese color, pensé en variar un poco.

— Y el negro es más zorresco.

— Sí, gracias Marissa. —Cojo la ropa interior de sus manos y me pongo las bragas por debajo de la toalla, luego me giro y la dejo caer para ponerme el sujetador. Marissa asiente aprobándolo cuando me doy la vuelta.

— Hablando de zorradas, recuerda estos. —Marissa se estira a través de la cama y saca las cajas de condones de mi mesita, ella sabe que los guardo ahí ahora. Y luego revisa cuál paquete está abierto—. ¿De los grandes? Maldición chica, ¿qué tan grande lo tiene?

Me tomo un segundo para calmar la temperatura que subió a mi rostro y tomo nota de su traviesa sonrisa otra vez.

— Sabes que aún no se lo he visto. —Respondo con una sonrisa, todavía sonrojándome.

— Lo has tenido dentro de ti, así que sabes.

¿Por qué si quiera trato de calmar mi sonrojo si ella me avergüenza continuamente?

— No lo sé con exactitud. Ella dijo que nunca se ha medido, así que no estoy segura de que ella lo sepa tampoco. —Miro la siguiente banana que acabo de pelar para una indicación y comparación de su tamaño, sintiéndome avergonzada conmigo misma por hacerlo—. Un poco más grande que esto, unas 8 pulgadas quizá. —No noto la manera en que los ojos de Marissa se amplían y continúo hablando—. Pero no lo sé. Ayudaría si lo viera, pero esa es solo una suposición.

Ella se aclara la garganta y ahí es cuando noto el gesto en su rostro. Yo sabía que Faye está bien dotada, ¿pero por qué su tamaño es tan sorprendente?

— ¿Ella te dejaría verlo?

— Tal vez algún día. No sé cuándo estará lista, pero no la voy a presionar. La comodidad de Faye es lo más importante para mí, no si he visto su pene o no. Ella casi entra en pánico cuando la toqué, pero se distrajo besándome, y luego follándome, no sé cómo reaccionaría si la miro.

— ¿Se sintió extraño tocarla? —Pregunta con curiosidad, probablemente recordándome que soy lesbiana y nunca en mi vida había tocado un pene.

— Ni siquiera sabía que lo estaba haciendo. Yo solo quería que se apurara con el maldito condón. —Marissa se ríe y luego se estremece incómoda cuando doy otra gran mordida a la banana, por el hecho de que acabo de usar la fruta para comparar el pene de Faye—. Pero solo fue por un par de segundos, por lo que realmente no pensé en lo que estaba sintiendo.

Aparte de la cicatriz. En el momento en que la toqué, sentí la cicatriz. Una de varias, parece. Mi dedo rozó lo que se sintió como una cicatriz razonablemente gruesa y ligeramente larga en la base de su miembro. No podría saber si Faye se estremeció porque la toqué en general, o por saber que toqué su cicatriz, pero eso es algo que prefiero discutir con ella en algún momento, no con Marissa.

Una hora después, finalmente decidí qué ropa usar. O, Marissa decidió lo que yo iba a usar esta noche. Sé que Faye hizo reservaciones para nosotras en un restaurante algo elegante, así que Marissa y yo nos decidimos por un vestido blanco con encaje que compré hace un par de años y no había tenido la oportunidad de usar hasta ahora. El vestido tiene doble tela, haciéndolo lo suficientemente grueso para no revelar mi oscura ropa interior, algo con lo que quiero sorprender a Faye más tarde. Es de manga larga, combinado con un par de tacones. Me siento algo sofisticada por atender a un restaurante de clase con Faye.

Justo a tiempo, Faye tocó la puerta con nuestra hija, quien me llenó de besos tan pronto me vio mientras yo silenciosamente esperaba que Faye estuviera igual de entusiasmada. Sin embargo sí obtuve un beso. Uno en la comisura de mis labios para no arruinar mi fresco labial y luego otro en el dorso de mi mano cuando me encaminó al auto. Como en la mayoría de ocaciones que he visto a Faye fuera, no se decidió por un vestido, en vez de eso, está sorprendentemente hermosa con pantalones negros y un bralet de encaje, el blazer encima acentuando su sofisticación.

Con una mano en mi espalda baja, Faye me guía dentro del restaurante y hacia la mesa en la esquina que nos indicaron. El lugar estaba abarrotado de clientes, mas la mesa que Faye aparentemente había pre-elegido para nosotras está perfectamente aislada. Nuestro asiento es una banca de cuero y hay velas proveyendo una luz tenue. Las dos nos deslizamos en la banca por extremos opuestos, yo me muevo hasta el centro buscando estar más cerca de ella y ella sin saberlo hace lo mismo, causando que choquemos muslos en medio de la banca.

— Lo siento. —Murmura, riendo, moviéndose para darme más espacio, yo hago lo mismo, pero no mucho, manteniéndonos muy cerca. Poco después, Faye ordena el especial mientras yo ordeno lo que sé que voy a disfrutar, una lasagna, para diversión de ella. De todas las opciones que pude haber elegido, opto por lo que pido en cada restaurante al que voy—. Dime si estoy siendo entrometida, aburrida o lo que sea, ¿pero cómo va todo con el dinero ahora? Sé que estabas teniendo problemas. ¿La situación está mejorando?

— Las cosas están un poco mejor. Solo se puso muy difícil por un momento —tomo un sorbo de la champagne que Faye ordenó—, pero luego tú ayudaste con eso. —No se necesitaba ser un genio para saber de dónde había venido el dinero extra para ayudar a pagar la renta. Marissa trató de decirme que fue Ton, pero con una historia poco convincente supe que tuvo que ser Faye. Primero estaba un poco enojada porque ella y Marissa actuaron a mis espaldas, pero luego me recordé que ella ayudó con buenas intenciones—. No tenías que hacerlo, por cierto. Nosotras podíamos manejarlo.

— No, lo sé. Sé que puedes cuidar de ti misma, pero yo también puedo ayudar. Puedo ayudar a ver por nuestra hija y aunque no necesito velar por ti porque haces un buen trabajo por ti misma, me gustaría ayudar tanto como pueda.

— Bueno, gracias, Faye. Sí ayudaste mucho. Toda la renta para un par de meses está resuelto, así que el dinero que estoy ganando será para las cuentas y para Nong. Pero estoy haciendo menos horas ahora para cuidar de ella porque no creo que estuviera muy feliz con lo mucho que yo estaba trabajando antes.

— No lo estaba porque te ama. Pero lo entendía. —Faye se ríe de la sonrisa que toma mi rostro al escuchar que mi hija me ama. Claro que lo sabía, pero siempre es lindo escucharlo otra vez.

— En realidad estaba pensando en buscar otro trabajo. —Anuncio—. Algo con mejor sueldo para no tener que trabajar tanto y poder pasar más tiempo contigo y Nong.

— ¿Qué tienes en mente? —Pregunta con genuino interés.

— No estoy enteramente segura, pero siempre he pensado en abrir una panadería. Orm y yo hemos discutido la posibilidad, pero por supuesto sería muy difícil porque no habrían ingresos hasta que esté lista y funcionando.

— ¿La abrirías con Orm?

— Es algo que las dos hemos querido hacer desde hace tiempo. Las dos amamos hornear y es algo que las dos disfrutaríamos. Dudo que vaya a pasar pronto, pero sí he estado pensando en ello. Ya estoy ahorrando dinero para eso, queda mucho por hacer aún.

— Sin embargo es una gran idea. Si es algo que vas a disfrutar, definitivamente estaré ahí para apoyarte en todas las formas que pueda. No estoy tratando de interferir ni nada, es tu vida, pero piensa en ello y si es algo que las dos quieren hacer, yo puedo ayudar con fundar su comienzo.

— No, Faye. No podría pedirte que hagas eso. Que ayudes con Nong es suficiente para mí. Aprecio mucho que hayas ayudado con la renta, pero no debería ser algo regular. Eso sería demasiado. Después de todo-...

— ¡Hola, chicas!

Faye y yo buscamos la interrupción y vemos a su hermano Gap de pie junto a nuestra mesa, vestido elegante y de la mano con Engfa. Ambos solo nos sonríen hasta que Faye finalmente los saluda.

— ¡Hola! —Faye se levanta, le da un abrazo a su hermano y vuelve a sentarse a mi lado. La cara de Engfa se cae al no obtener un abrazo también. No reconozco si Faye la ignora intencionalmente por mí, o si no la abrazaría de ninguna manera, pero eso no frena mi sonrisa de satisfacción al ver que Faye prefiere sentarse conmigo otra vez que saludarla a ella apropiadamente—. ¿Qué hacen aquí?

— Acabamos de cenar con mi jefe y algunos otros chicos con los que trabajo. Se avecina un gran ascenso, así que él quiso juntarnos a todos para ser amigable, antes de dividirnos para darle a uno de nosotros un ascenso. Pero fue gratis, no puedo quejarme. —Gap guiña y le sonríe a Faye que solo se ríe de él—. Da gusto verte de nuevo, Yoko.

— También es un gusto para mí verte otra vez. Es un gusto verlos a ambos otra vez. —Agrego, ofreciendo una sonrisa apretada a Engfa que me responde con una igual de falsa.

— Y tú, ¿cómo va todo, Faye?

— Increíble, en realidad. —Responde la ojiverde con entusiasmo, mirándome y sosteniendo mi rostro para besar la comisura de mis labios—. Grandioso.

— Suena genial, estoy feliz por ti. —Dice Gap, inclinándose para abrazar a Faye otra vez, su rostro iluminándose genuinamente al ver a su hermana mayor tan feliz—. Será mejor que nos vayamos, disfruten la cena. Nos vemos, Yoko.

Nos despedimos de los dos y Faye me mira con aprehensión.

— Lo siento tanto, no sabía que estarían aquí. —Toma mis manos y las pone en su regazo, sosteniéndolas con seguridad.

— Sé que no, no es tu culpa. —Observo sus preocupados ojos y la beso suavemente, esperando erradicar sus nervios y dudas—. Sin embargo ella no paraba de mirarte. Después de oír de su pasado, me puso algo incómoda, para ser honesta.

— Lo siento. No sé qué es, pero hablaré con ella. Le diré que se aleje porque somos oficiales ahora y no quiero que te moleste o te haga sentir de esa manera.

— ¿Ella todavía te escribe o te llama?

— No lo ha hecho desde la pelea que tuvimos tú y yo. De verdad pensé que yo había arruinado todo entre nosotras, me enojé y me descargué con ella. La llamé y peleé con ella. No ha tratado de llamarme o escribirme desde entonces. Lo prometo.

— Te creo.

Nuestra comida llega y cada plato es colocado frente a nosotras.

— Gracias por confiar en mí. —Dice otra vez, inclinándose para besarme con suavidad, su pulgar acariciándome la mandíbula y luego mis labios cuando se separa.

Sí confío en ella, pero no puedo dejar de pensar en lo que ella significa para Engfa y en lo que esa mujer pudo significar para Faye.

— ¿Puedo preguntarte algo?

— Por supuesto, Yo, lo que sea. —Toma otro bocado de su comida y espera mi pregunta.

— El día en que finalmente terminaste con ella, fue la mañana en que la descubriste tocándote, ¿cierto? —Ella asiente en respuesta y come otro bocado. Continúo—. Que ella te tocara sin tu consentimiento, ¿no es abuso? —Pregunto cuidadosamente, no queriendo enfadarla o asumir nada.

— Supongo, en algunas situaciones. Pero estábamos medio en pareja y esas cosas pasan. Ella me estaba tocando, pero no empezó a hacer nada más, ella no hubiera hecho nada mientras yo dormía. Ella quería que yo estuviera cómoda y pensó que lo estaba, significando que ella probablemente pensó que estuvo bien hacerlo.

— ¿Y estuvo bien?

— No, porque yo no estaba lista. Y por eso terminé con ella, porque yo no estaba cómoda. Pero ella pensó que lo estaba. Nunca hablé con ella sobre mis inseguridades, por lo que no se le puede culpar por pensar que estaría bien. Ella solo pensó que yo no estaba lista para el sexo y quiso ayudarme a estarlo, no sabía que yo tenía un problema con ser tocada o vista. Me enojé, por supuesto, pero ella no lo sabría.

— Tenía un problema.

— ¿Qué? —Pregunta adorablemente con las cejas fruncidas y la boca llena de comida.

— Dijiste "tenía un problema". ¿Estás más cómoda ahora o todavía tienes un problema con ser tocada?

— En definitiva estoy más cómoda contigo de lo que lo he estado nunca. Aun conmigo misma. Ya no me doy asco porque sé que me aceptas. He dado pasos contigo que jamás pensé que daría y eso significa todo para mí. significas todo para mí. Así que diría que todavía hay algunos obstáculos, pero tú ya me has ayudado a traspasar los más grandes. —Faye termina su comida y empuja el plato junto al mío para que los retiren antes de moverse más cerca de mí—. Ya no tengo problemas con ser tocada, supongo que solo estoy nerviosa.

— ¿Me dejarías tocarte así? —Pregunto en voz baja, buscando su mirada para ver la respuesta también en sus ojos—. Quiero hacerte sentir tan bien como tú me haces sentir a mí. —Susurro otra vez, esta vez lo suficientemente cerca de su oreja y puedo escuchar su aliento atorarse en su garganta y sentir su cuerpo removerse. Tal vez reaccionó de esa manera porque con mi susurro, mi voz cayó varias octavas y resonó con seducción contra su piel. O tal vez porque mi mano cayó a su muslo. En la parte alta de su muslo.

— Eso me gustaría mucho. —Responde, en voz baja pero no susurrante. Su tono cargado de sinceridad y nervios. Toma una de mis muñecas que está en su regazo y acaricia mi pulso mientras contemplo si quiere que mueva mi mano o no. Deja de mirarme y mira su regazo, observando lo cerca que está mi mano de su paquete, decidiendo hacia dónde quiere moverla. Eventualmente pica mi mano con su meñique, empujándola a encima de su miembro. Inmediatamente contiene la respiración y quita la mirada de la escena, viendo al resto de personas en el restaurante, recordándonos que todavía estamos aquí y no en la privacidad de su casa.

Observo su rostro mientras mi mano se mueve suavemente. Trazo el contorno de su semi erección sobre sus pantalones y veo cuánto le cuesta mantenerse quieta, su cuerpo tratando de distraerse a sí mismo con sus ojos mirando todo lo que nos rodea, menos mi mano entre sus piernas. Con la confianza de su aprobación, la toco firmemente con mi palma, escuchando cómo gruñe en respuesta y es cuando me doy cuenta de que no deberíamos estar haciendo esto aquí.

— ¿Por qué nos nos vamos a tu casa, Faye? —Sugiero suavemente, deslizando mi mano hacia su estómago e inclinándome para besarla con ternura.

Rápidamente después de mi sugerencia, Faye deja un par de billetes de 100 dólares en la mesa, toma mi mano y me guía fuera del restaurante y hacia su auto. Noto su estado de excitación y la ahora más grande erección en sus pantalones y recuerdo nuestra primera noche juntas. Lo nerviosas que las dos estábamos. Ahora es solo anticipación. Claro, Faye está probando nuevos límites por ella misma y está muy nerviosa, pero no como lo estaba aquella noche. Ahora solo anticipamos ansiosamente cada pequeño detalle que puede mejorar lo que tenemos.

Y distinto a nuestra primera noche juntas, estamos riéndonos y provocándonos. Yo la provoco sobre estar impaciente y ella me provoca sobre ser demandante. Cierto, las dos estamos calientes, eso es muy obvio, pero no nos basamos en eso. Cada momento que pasamos juntas es divertido y emocionante, y en ratos como este, sigue siendo así. Cuando finalmente llegamos a su casa, Faye sale del auto con prisa y me lleva a la puerta principal, las dos riéndonos como tontas. Solo compartimos una botella de champagne, por lo que ambas sabemos que no se debe a la bebida.

Con un intenso beso, Faye me presiona contra la pared, atrapándome fuera de guardia con su rudeza, pero le devuelvo el beso con el mismo fervor. El beso es un desastre, pero Faye lo controla bien con su demandante e impaciente lengua. Esa es otra cosa en la que se ha vuelto muy buena. Nuestro primer beso se sintió relajado y tímido de su parte, pero con práctica, se ha vuelto una increíble besadora. Su sabor y su control me ponen débil cada vez. Sus manos levantan el final de mi vestido hasta mi cintura y luego se agarra de mi trasero, apretando y masajeando mis nalgas, presionando mi cadera contra la suya.

— No creo haberte dicho lo mucho que me encanta este culo. —Mi jadeo se convierte en risa cuando sorpresivamente mete una mano en medio, calentando mi piel y enviando escalofríos a mi centro.

— No lo habías hecho, pero me alegra que lo apruebes. —Murmuro sobre sus labios antes de agarrarla de la mano y llevarla escaleras arriba, sin molestarme en bajarme el vestido, así que se queda enredado en mi cintura, dejando mi culo a su vista mientras caminamos.

— Estás haciendo eso a propósito. —Giro mi cabeza para ver a la mujer que solo está mirando mi trasero, observando cómo se mueve mientras camino escalón por escalón—. Y esta es hermosa, si debo decirlo.

Antes de que pueda confundirme mucho con lo que habrá querido decir, su dedo se engancha a mi tanga y tira de ella, soltándola para que golpee contra mi piel.

Llegamos al segundo piso y meto a Faye a su habitación.

— Esperaba que te gustara.

Faye baja el zipper de mi vestido y lo baja por mi brazos hasta el piso.

— Definitivamente me gusta. —Halaga de nuevo, acercándome a su cuerpo y uniendo sus labios a mi cuello, mordisqueando la piel. Mis manos van a sus hombros para sacarle el blazer y trabajan en quitarle el bralet, exponiendo su cremosa piel y sus senos para mí.

— Y a mí definitivamente me gustan estos. —Digo risueña, atacando su boca con rudeza y apretando sus senos. Entre risas y frenéticos besos, Faye finalmente me quita mi ropa interior. Nos acostamos en el colchón y nos arrastramos hasta las almohadas. Desabotono sus pantalones y los deslizo por sus piernas, cambiando mi mirada entre el prominente bulto en sus bóxers y sus mejillas rojas—. También me gusta mucho esto. —Susurro contra sus labios cuando con confianza comienzo a tocarla sobre la delgada tela.

— Me gusta que me toques. —Susurra, sus ojos conectados con los míos, sin tensarse como las otras veces que la toqué brevemente. Luego de algunos segundos, siento a Faye bajarse el boxer, manteniendo sus ojos en los míos. Los miro dilatarse y oscurecerse en el momento en que mi mano toca su miembro desnudo, sosteniéndolo en mi palma y mis dedos al empezar a masturbarla. Trato de sobrellevar cualquier ansiedad que tenga al hacer eso recordándome que es ella la que tiene todo el derecho de estar ansiosa, no yo.

Mis labios van a un lado de su cuello cuando tira la cabeza hacia atrás, mirando hacia el techo. Con una mano acaricia mi cabello y con la otra me guía con la técnica y el ritmo que le gusta en su pene. Al mordisquear su cuello, siento temblar su muslo que está bajo mi otra mano. Con eso, su pesada respiración y su miembro tenso, sé que está cerca y mi mano se acelera en respuesta, usando su lubricación natural para ayudar a mis movimientos. Faye manipula mi mano una vez más, bajando la velocidad y mi dedo índice roza la cresta justo debajo de la punta de su miembro.

— Justo ahí. —Instruye, y con un fuerte y femenino gruñido, se libera y llena mi mano en el proceso.

— Tus piernas siguen temblando. —Susurro contra sus labios después de un momento. Ninguna de las dos se ha movido. Su ahora flácido pene está fuera de mis manos, pero las mantengo en sus regazos, acariciando suavemente la base, una vez más sintiendo su piel bajo mis dedos. Ella no dice nada, solo asiente como sabiendo el efecto que tiene un orgasmo en ella. Faye se sienta despacio y se inclina para alcanzar su boxer y limpiarme la mano con el y luego su miembro—. ¿Crees que puedas hacerlo de nuevo? —Pregunto, insinuando sobre su tiempo de recuperación para volver a erectarse. Faye tira su boxer de vuelta al piso y ataca mis labios otra vez, apretando mi cadera.

— Creo que puedes causarme estar lista muy rápido cada vez. —Dice, riendo, moviendo sus labios por mi cuerpo, uniéndolos a mis senos—. No tienes idea de lo hermosa que eres.

Y me muestra lo hermosa que soy. Sus labios y manos explorando cada centímetro de mi cuerpo mientras se aventura hacia el sur donde ya es familiar para ella, descubriendo un nuevo territorio al hacerlo.

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