13
— Mamá.
...
— Mamá.
...
— Mamá, despierta.
Despierto cuando el susurro es dirigido justo a mi oído, abro los ojos y veo a mi hija parada junto a la cama.
— Hola, bebé. ¿Qué haces despierta? —Consigo decir en medio bostezo mientras mi hija espera pacientemente a que me despierte por completo.
— Mamá, ¿por qué mami está en la cama contigo? —Susurra Nong otra vez.
Miro hacia abajo y veo el brazo de Faye rodeándome y siento lo apretado que está su cuerpo contra el mío. Joder.
— Ella se quedó a dormir, ¿recuerdas?
— Pero tú dices que ella duerme en el sofá. ¿Mami tuvo un sueño feo? —Pregunta con empatía.
— ¡Sí! —Concuerdo rápidamente, usando su sugerencia como una excusa razonable del por qué Faye está en la cama conmigo. Nong aún no sabe de lo cercanas que nos hemos hecho—. Digo, sí, eso fue. —Trato de quitarme el brazo de Faye de encima y sentarme para sacar a Nong de la habitación, pero la mujer aprieta su agarre y me atrae más contra ella—. ¿Quieres subir a la cama con nosotras, Nong?
Nong asiente y salta a la cama, su rodilla me golpea en el estómago y gruño de dolor.
— Perdón, mamá.
Me las arreglo para acostarme boca arriba y aunque continúo en brazos de Faye, ella reconoce movimiento y trata de pegarme más a su cuerpo. Nong se sienta en mi estómago, afortunadamente sobre la cobija porque aún estoy solo en ropa interior y la erección de su madre sería difícil de explicar.
— ¿Cómo dormiste, bebé? —Le pregunto a mi hija que parece estar completamente despierta y luciendo una de las sonrisas más dulces que le he visto.
— Muy bien.
— ¿Por qué estás sonriendo tanto? —Le pregunto de manera juguetona, picando su estómago para hacerle cosquillas. Nong niega que lo esté haciendo y esconde su cara en mi cuello para que no vea su sonrisa que pronto se convierte en una fuerte y adorable risa al sentir mis cosquillas. Mi hija se remueve encima de mí, tratando de pelear contra mis manos. Sus piernitas patalean y consigue despertar a Faye.
— Buenos días. —Saluda su voz ronca, sus ojos se abren lentamente, revelando el par iguales a los de Nong—. Y buenos días para ti, princesa. —Estira un brazo y le acaricia la mejilla, haciéndola sonreír todavía más.
— Mamá dijo que tuviste un sueño feo —las cejas de Faye se fruncen con confusión y me mira interrogante—, y por eso estás en la cama con ella—. Sus ojos se abren cómicamente al darse cuenta de que nuestra hija nos atrapó juntas en la cama—. ¿Ya estás bien?
— Muy bien, gracias.
Faye abraza a nuestra hija por la cintura y la acerca a ella, acostándola en el nuevo espacio creado entre ella y yo. Nos acostamos de lado para poder darle la cara a la pequeña que continúa sonriendo.
— ¿Vas a decirme qué te tiene tan risueña esta mañana? —Insisto. Se sonroja y vuelve a esconderse.
— Porque mami está aquí con nosotras y me gusta tenerlas a las dos conmigo. —Responde al fin.
— A mí también me gusta que tu mami esté con nosotras. —Le susurro y ella vuelve a reír.
El tierno momento entre las dos es interrumpido por un celular sonando. El mío esta vez. Faye se para y me lo alcanza, junto con una camisa. Me visto y salgo a contestar al pasillo.
— ¿Hola?
— Yoko, hola, vamos a necesitar que vengas al trabajo. Estamos cortos de personal y recuerdo que dijiste que necesitas más horas.
Le había prometido a Nong que no iría a trabajar este fin de semana, pero tengo que hacerlo. Realmente necesito las horas extra. Esperaba pasar todo el fin de semana con mis chicas, pero por supuesto tengo que arruinarlo yendo a trabajar.
— Sí, está bien. Estaré ahí en una hora.
Cuelgo y me quedo fuera de mi cuarto por un minuto, escuchando la hermosa risa de las dos chicas del otro lado de la puerta. Joder, ellas me hacen tan feliz. Tan pronto entro al cuarto con una sonrisa apretada, ambas saben que tengo que ir a trabajar. Faye lo aclara con una pregunta.
— ¡Pero mamá, tú dijiste que no tenías que ir!
Nong golpea sus puños en el colchón, apenas evadiendo la entrepierna de Faye. Los ojos de la mujer se abren mucho diciéndome que sabe lo cerca que estuvo la niña de golpearla, o algo como: "wow, nuestra hija es una fiera".
— Lo sé, bebé, pero tengo que hacerlo. Igual te dije que tendría que ir a trabajar más seguido—. Faye frunce el ceño como preguntándose por qué necesito más horas—. Lo siento, Nong, pero te lo compensaré.
Nong esnifa fuerte para dramáticamente dejar muy claro lo molesta que está. La primera vez que hizo eso, Faye rápidamente la abrazó y le aseguró que obtendría lo que quería. Luego se dio cuenta de lo dramática que nuestra hija puede ser.
— ¿Quizá podamos desayunar en tu trabajo? —Propone Faye. La cara de Nong se ilumina al escuchar que todavía puede hacer algo con sus dos madres... y por saber que Faye le va a comprar su waffle favorito.
Justo una hora después, las tres casi acabamos de comer todo lo que había en nuestros platos. Faye y yo ayudamos a Nong porque como lo asumimos, una niña tan pequeña no podría comer tanta cantidad. Nong superó su rabieta de antes y está contenta de pasar el día con su madre. Faye igualmente feliz de cuidarla, nos pone un puntito de crema batida en la nariz a la niña y a mí. En eso, otra mujer se aproxima a nuestra mesa y yo me limpio la nariz con el dorso de mi mano.
— ¿Milk?
— Yoko Lertprasert. —Me sonríe—. Tanto tiempo sin verte. —Su encantadora sonrisa fuerza una similar en mis labios—. ¿No me vas a dar un abrazo?
— Claro. —Me río y me levanto para rodearla con mis brazos, incómodamente. Milk me aprieta fuerte antes de permitirme volver a sentarme. Me aclaro la garganta y nerviosamente comienzo una charla sin sentido—. La última vez que viste a Nong, ella solo tenía unos meses de nacida, ¿no?
— Sí. —Milk se abre campo en la esquina de la banca de Faye y se sienta. La ojiverde se remueve en su lugar—. ¿Cómo estás, lindura?
Nong mira entre los tres pares de ojos que la están observando, murmura un "bien" y vuelve a su waffle.
— Y esta es mi... amiga, Faye. —La señalo. Milk la mira de pies a cabeza y vuelve a mirarme a mí.
Faye inmediatamente dirigió su mirada de decepción hacia la comida en el plato de Nong cuando la palabra "amiga" salió de mi boca. La familiar pelinegra debió de haber notado mi duda cuando me referí a la ojiverde y la mirada que le da es una de celos, no de juicio.
— Faye, ella es mi ex novia, Milk.
— Un gusto. —Dice con madurez, sonriéndole a mi ex.
Casi de inmediato, Milk se pone de pie y me ofrece su perfecta sonrisa otra vez.
— Será mejor que me vaya, pero volveremos a vernos, Yo. Pasamos muchos momentos grandiosos, tal vez podríamos revivirlos en algún momento. —Su sugerencia me hace sonrojar—. Y ahora que ya sé dónde trabajas —mira mi ropa—, puedo hacerte algunas visitas espontáneas—. El coqueto guiño que me da antes de irse, intensifica la incomodidad que sentí durante todo el rato.
Milk y yo estuvimos juntas por 3 años durante el colegio y revivimos una vieja llama poco después de que Nong nació, pero nunca funcionó. Mi hija se convirtió en mi prioridad y ella nunca lo entendió. No la había visto desde la noche en que terminé con ella, pero así ha sido siempre entre nosotras: salir, discutir, romper, volver, y sexo. La única mujer con la que había estado; la única persona con la que había estado. Volver a cruzarme con ella siempre será incómodo, pero no esperaba la presencia de Faye en ese momento también.
— Nosotras también deberíamos irnos. —Sugiere Faye cuando ve a Milk salir del lugar—. ¿Estás lista, princesa?
— Sí, mami. —Nong se limpia la boca con una servilleta y yo me paro de la banca para que ella puede salir.
— Dale un beso a tu mamá, bebé. —Faye la alza y la sostiene en su cadera. La niña se inclina y me toma de los hombros, frunciendo los labios para que se les bese. Las acompaño al auto, entre las dos aseguramos a Nong en su silla—. ¿A mí no me das un beso? —Faye cierra la puerta del auto y recuesta su cuerpo contra esta. Cruza sus brazos y me mira.
— Nuestra hija puede vernos.
— Mi cuerpo cubre su ventana por completo, no puede ver nada. —Engancha sus dedos en mis jeans y me atrae a su cuerpo, haciéndome caer a sus brazos—. Nong va a pensar que solo estamos hablando. —Une sus labios a los míos de manera hambrienta. Descanso mis manos alrededor de su cuello, una posición muy alta como para que Nong lo vea. Mis rodillas se debilitan con la manera en que nuestras lenguas danzan juntas. Faye devora mis labios por completo, apretando fuerte mi cadera. Mis piernas tiemblan cuando no para de besarme, mi cabeza da vueltas por la falta de oxígeno y las emociones que me produce. Mis piernas no resisten y me dejo caer, ella me atrapa. Sus labios todavía insistentes, hasta que consigo romper el beso. Descanso mi frente en su clavícula, respirando y tratando de encontrar energía para mover mis extremidades.
— ¿A qué se debió eso? —Pregunto, agitada. Todavía mareada y presionada firmemente contra su pecho. Ella me besa la cabeza y sus dedos acarician mi cadera.
— No quiero que revivas esos momentos con tu ex.
— ¿Por qué?
— Tú eres mía, Yoko Lertprasert.
Mantengo mi cabeza en su pecho, con los ojos cerrados, dejando que sus palabras me llenen. Mía. Eso es algo a lo que definitivamente podría acostumbrarme. También es algo que no sabía lo mucho que realmente necesitaba escuchar.
— Y tú eres mía, Faye Malisorn. —Levanto la cabeza y le doy un suave beso en los labios—. Ahora ve a divertirte con nuestra hija. Te veré esta noche. —Susurro lo último en su boca y ella visiblemente traga grueso con anticipación.
+++
FAYE POV!
No es el beso lo que ha estado acosando mi mente desde que me despedí de Yoko. Es la razón por la cual la besé de esa manera. Milk me dio celos. Por supuesto que me dio celos. Yoko nunca la había mencionado, pero yo sabía que ella tiene exes y sabía que esas exes serían atractivas y encantadoras, porque Yoko no debería conformarse con menos. Lo que no sabía era lo celosa que me pondría el pensar en alguien más tocándola. Estoy segura de que Milk la tocó de manera similar a como yo lo he hecho, pero siempre hay este tipo de misterio entre Yoko y yo que estoy segura no lo tenía con su ex y que probablemente es lo que prefiere.
Sé que Yoko quiere más. Ella quiere que yo esté cómoda y segura con ella, ella quiere que yo sea quien realmente soy y quiere que le confíe algo que no le he confiado a nadie más. Estoy segura de que Milk no era así. Yo no quiero ser así. Y le voy a probar a Yoko que yo puedo ser tan abierta y honesta como cualquiera.
— Mami, no me siento bien. —La voz de mi hija me interrumpe. Me giro para mirarla rápidamente y veo que se está frotando la barriga.
— ¿Qué tienes, bebé? ¿Qué pasa?
— Me siento descompuesta. —Joder, ella no se tomó la pastilla contra el mareo.
Aunque son más un truco psicológico para convencer a los niños de que estarán bien durante el viaje, Nong debió recordar que olvidó tomarse una.
— Lo siento, no te di la pastilla, ¿cierto? —Ella niega, frotándose la barriga—. ¿Quieres que me detenga? —Asintió. Solo hemos estamos viajando por 20 minutos hacia un nuevo mall que acaba de abrir, pero ahora me estoy desviando hacia un área más tranquilo para detenerme. Me estaciono en medio de la nada y salgo del auto para ir por mi hija—. ¿Estás bien, princesa?
— No, mami. —Esconde su cara en mi cuello y mi corazón se rompe al escucharla llorar suavemente.
— ¿Crees que puedas aguantar otro par de minutos mientras encuentro algún lugar donde podamos detenernos a comer y beber algo?
— En un rato. —Repito su respuesta y comienzo a llenarle la cara de besos, mi pequeña eventualmente se ríe en vez de llorar.
— ¿Ya estás bien para volver al auto? —Ella asiente y con cuidado vuelvo a asegurarla en su silla. Miro seguido por el espejo retrovisor y conduzco hasta lo que parece ser un sitio de campo. Me estaciono y voy por mi hija otra vez. La tomo de la mano, cierro el auto, y comenzamos a andar por un camino que nos guía a través del bosque—. Vamos a caminar un rato por aquí, esto debe llevarnos a un sitio de campo donde podríamos comprar algo de comida y relajarnos un momento. ¿Eso está bien?
— ¡Yay! —Me río de su entusiasmo y ella ríe también.
El tiempo que paso con Nong es perfecto. La veo tan graciosa y malditamente adorable que todo lo que hace me hace sonreír. Igual que Yoko. Me río de todo lo que dice y caigo por todo lo que hace. Aunque amo pasar tiempo con mi hija, creo que a las dos nos hubiera encantado que ella estuviera aquí con nosotras.
Ha pasado un tiempo desde que las tres pudimos ir a algún lado juntas porque Yoko siempre tiene que trabajar. Amo cuando me llama y me pide que pase el día con Nong, pero amo mucho más cuando puedo pasar el día con mis dos chicas.
— Nong, ¿qué piensas de que tu mamá esté trabajando tanto últimamente? —Ella se encoge de hombros antes de responder.
— Está bien. Me gustaría más que ella viniera con nosotras, pero sé que tiene que trabajar. La tía Marissa lo dijo.
— ¿Qué dijo tu tía exactamente? —Trato de descubrir por qué Yoko ahora trabaja más que antes.
— La escuché a ella y a mamá decir que las dos tienen que trabajar más. Mamá dijo que tal vez consiga otro trabajo porque necesita el dinero por una razón que yo no sé. —Frunzo el ceño. Yoko nunca ha mencionado que necesita dinero—. ¡Pero está bien porque puedo pasar tiempo contigo!
— ¡Yay! —Comparto su emoción, tirando los brazos hacia arriba para hacerla reír.
¿Por qué Yoko necesita más dinero? ¿Están teniendo problemas? Nunca ha dado ninguna pista sobre buscar otro trabajo o que necesita dinero.
— ¿Te gusta estar con mamá y yo? —Pregunta Nong con curiosidad, su cabeza girándose hacia un lado.
— ¡Claro que sí, tontis! ¿A ti te gusta estar con mamá y conmigo?
— ¡Sí! Me encanta. ¿Tú y mamá están juntas ahora? —La repentina interrogante causa que me tropiece con una piedra, pero evito caerme. Nong no se ríe, ella solo quiere una respuesta.
— No sé, bebé. A mí me gustaría que estuviéramos juntas. ¿Eso estaría bien para ti? —Pregunto dudosa, admitiéndole por primera vez a alguien además de a mi terapeuta que verdaderamente me gustaría tener una relación con Yoko. Y ese alguien resulta tener una boca balbuceante y estoy segura de que su otra madre se enterará pronto de esto.
— Tú la miras como si ella fuera Jasmine.
— ¿Jasmine?
— Síp. Y tú eres Aladdin. —Miro a mi audaz y observadora hija mientras ella continúa mirando al frente—. ¡Y tú puedes llevarnos a mamá y a mí en tu alfombra voladora a un lugar estupendo! —Nos reímos en sincronía y absorbo su madurez ante la situación.
Tan pronto como entré al auto después de mi intenso besuqueo con Yoko en medio de la calle, Nong preguntó por qué su madre y yo estábamos paradas tan cerca cuando estábamos hablando. En su voz se escuchaba un ligero tono de acusación.
— Oh, eso me recuerda, ¿crees que a tu mamá le gustaría si nos fuéramos a pasar el fin de semana a otro lado? No este fin de semana, sino el siguiente.
— ¿Puedo ir?
— ¡Por supuesto!
— ¡Entonces sí, ella lo amará y ella te amará!
— Eso espero. —Murmuro, emocionada y esperanzada por preguntarle a Yoko que se vaya conmigo por el fin de semana.
— ¿Mami? Me duelen las piernas.
Sin pensarlo, tomo a Nong en brazos y la animo a subir hasta mi espalda, sus brazos y piernas me envuelven con seguridad. Caminamos por otros 10 minutos hasta que el parque se abre y hay casi una fiesta pasando entre los campistas, con barbacoa y buena música. Ordeno un hotdog y un plato de papas fritas en un pequeño puesto que tiene uno de los campistas. Es dudoso que una pequeña como Nong disfrute algo de una barbacoa, así que las papas son principalmente para ella, junto con una manzana que compré en otro puesto y corté en pedazos pequeños para ella. Algunos campistas estaban comentando lo tiernas que somos.
Caminamos un poco más a través del campo, hacia un lago donde algunos otros campistas están disfrutando de la vista. Encontramos un espacio en el césped y nos sentamos frente a frente con las piernas cruzadas. Nos quedamos en relativo silencio por un rato, Nong alternando entre sus pedazos de manzana y sus papas. Pronto comenzamos a compartirnos las tres comidas entre las dos. Nong abriendo la boca en silencioso pedido por un bocado del hotdog que yo estaba comiendo, ketchup pegándose a sus labios con cada mordida. Riendo, saco un pañuelo y ella frunce los labios, sabiendo el desastre que estaba haciendo.
— Mamá dijo que eres especial.
— ¿Ah, sí?
— Mhm. Traté de explicarlo en la escuela, pero no lo entienden.
— ¿No entiende qué? —Pregunto con curiosidad a mi hija que está evadiendo el contacto visual conmigo, mirando su comida.
— Dicen que necesito un papá y que es raro tener dos mamás. —Dice con tristeza.
— Eso es porque es más común ver a un niño con una mamá y un papá. No es muy común verlo con dos mamás o dos papás. Pero no es nada raro. Como no es tan común, es bastante hermoso, en realidad. ¿Tus compañeros no te están molestando, verdad? ¿O sí? —Mi hija se encoge de hombros y mi corazón se estruja con agonía y enfado al pensar que le están haciendo bullying a mi niña—. ¿Tu mamá lo sabe? —Nong niega y cuando finalmente me mira, lágrimas inundan sus ojos, pero rápidamente se los frota y evita que salgan.
— Eres una niña muy fuerte y valiente, Nong. A mí me hicieron bullying cuando estaba en la escuela y fue horrible. Solo quería llorar, pero tú estás siendo muy fuerte. —Ella asiente y pasa por encima de la comida para sentarse en mi regazo. Su cabeza descansa en mi pecho, pero no llora—. Tú eres fuerte porque vas a la escuela cada día con una sonrisa en tu rostro. Mantienes la cabeza en alto y enfrentas a los abusadores. No te estoy llamando fuerte porque no estás llorando. Está bien llorar. Y está bien hablar sobre eso. Gracias por decírmelo, pero creo que mamá también merece saberlo, ¿bueno? —Asiente silenciosamente otra vez—. ¿Vas a decirle o quieres que lo haga yo?
— ¿Puedes hacerlo tú? —Murmura en mi pecho.
— Sí puedo, pero ella va a querer hablar contigo. ¿Está bien?
— Mhm.
— Buena niña. —Abrazo su cuerpecito y le beso la cabeza repetidas veces, justo como había hecho con Yoko esta mañana.
Después de terminar de comer, nos quedamos un rato mirando el lago; conversando sobre cosas relevantes y también sin sentido. Al volver al auto, Nong se durmió, quitándome la preocupación de que pudiera descomponerse otra vez. Miro el reloj y me doy cuenta que hemos estado fuera por horas, casi las 4 en punto, una hora después de que Yoko salió de trabajar. Pensar que Yoko ya está en casa, pone una sonrisa en mi rostro. Una que no dura mucho, pues recuerdo que tengo que decirle que nuestra hija está sufriendo bullying.
Cuando llego, con cuidado saco a Nong del auto y la cargo hasta la puerta del apartamento donde sorpresivamente pude tocar sin despertarla. La puerta se abre y me recibe una Yoko muy agitada, con sudor en su frente y vestida con shorts de correr y un top deportivo.
— ¡Hey! —No reconozco que me estaba hablando hasta que me toca un hombro. Estaba muy ocupada devorando con mis ojos su piel sudada y apreciando lo apretada que le queda esa ropa. Le ofrezco un saludo silencioso cuando hacemos contacto visual y ella abre más la puerta para apresurarme a entrar—. ¿Cuánto tiempo lleva dormida? —Una vez más estaba muy ocupada mirándola, esta vez a su trasero cuando se giró a cerrar la puerta—. ¿Faye?
— Eh, unos 20 minutos.
— Bien, puedes llevarla a la cama si quieres y la despertaremos dentro de un rato.
Llevo a Nong a su cuarto después de que Yoko le besa la frente y dice lo adorable que se ve cuando está dormida. Luego de acostarla, regreso a la sala, pero no encuentro a Yoko. Sigo el sonido de un suave canto y llego hasta la cocina, donde está ella de espalda a mí, agregando más ingredientes a lo que sea que esté cocinando.
Inicialmente, quería hablar con ella sobre cosas serias: Nong, ir de paseo un fin de semana, lo que pasó esta mañana, y potenciales problemas financieros. Pero se ve tan jodidamente sexy.
Trato de calmar mi respiración al tiempo que mis ojos se pasean por su figura, su palida piel brillando con sudor, su pequeña cintura, la generosa curva de su trasero que nunca falla en excitarme y sus largas, tonificadas piernas por la pequeña cantidad de tiempo que dedica cada día al yoga o alguna otra forma de ejercicio. Tan pronto como veo que Yoko echó todos los ingredientes a la olla de cocimiento lento, me acerco a ella y rudamente la pego a mi cuerpo, causando que suelte un pequeño chillido de sorpresa.
Absorbo la deliciosa mezcla de sudor y loción corporal que emana de su cuello y adelanto cualquier provocación anticipada cuando acuno su sexo firmemente por encima de sus shorts.
— ¿Dónde están Marissa y Mei? —Susurro en su oreja.
— Fuera. —Murmura sin aliento.
— Bien. —Nos giro y la aprisiono contra el mostrador de la cocina—. Eres tan sexy. —Susurro en sus labios antes de atacarlos con los míos, nuestras lenguas encontrándose de inmediato—. Y tan jodidamente hermosa.
La levanto con gentileza y la siento en la isla en medio de la cocina, bajando sus shorts de una vez. Yoko se acuesta y se cubre la cara con los brazos cuando beso la coyuntura entre su muslo y su tanga, muevo el ofensivo material hacia un lado y le ofrezco una incitadora lamida a su centro, la punta de mi lengua acariciando entre sus pliegues y su clítoris.
Mi intención de provocarla tiene un similar efecto en mí. Ella es tan jodidamente deliciosa que es una tortura saber que no la voy a devorar de inmediato. Continúo con el tratamiento de jugar con su sexo y moviendo la tanga de un lado a otro, hasta que su impaciencia la hace sostenerse en un codo y quitarse la prenda ella misma. Y ella es tan jodidamente sexy cuando toma el control. En ese momento Yoko se concentra más en quitar su ropa interior que en mi toque, la penetro con dos dedos, la sorpresa haciendo que vuelva a acostarse y termine de sacar la tanga de su pierna.
La cantidad de humedad que siempre encuentro entre sus piernas nunca falla en sorprenderme y excitarme y siempre me llena de orgullo el saber que yo puedo ponerla así. Pero algo que no puedo superar es cuando introduzco mis dedos en su sexo y ella aprieta las paredes alrededor de ellos. No puedo evitar imaginar cómo se sentiría en mi pene. Cuando curvo mis dedos en el punto que siempre la hace temblar y sobresaltarse, ella aprieta más mis dedos y sin pensarlo mucho, abro mis jeans y los bajo a mis muslos. Cuando la punta de mi lengua toca su clítoris y ella comienza a perseguir su orgasmo, me agarro el pene sobre mis boxers, disfrutando la sensación. No recuerdo cuándo fue la última vez que me toqué así.
Observo el arco de sus senos volverse menos profundo y su respiración se desacelera, sus piernas solo sufren espasmos, no tiemblan como antes. Saco mis dedos y suavemente deslizo mi lengua por todo su sensible centro, probando cada gota de su liberación. Suelto mi duro pene y tomo ventaja de su estado para explorar su anatomía otra vez, usando mis dedos para separar sus pliegues y mis labios para besar y mordisquear cada uno y cada detalle expuesto a mí.
— ¿Qué haces? —Pregunta suavemente, tratando de sentarse. Yo suelto la piel que tenía entre mis dientes y la miro inocentemente.
— Nada. —Respondo, mis rojas mejillas actuando de nuevo.
Ella mira hacia abajo y ve que mis jeans están por mis rodillas y que solo mis boxers cubren mi miembro ahora solo medio duro. Yoko malvadamente se inclina hacia adelante y engancha sus dedos a la cinturilla de mis boxers, descansando la palma de la otra mano en mi pene.
— No parece nada.
Quito sus manos de mis boxers y las pongo firme en el borde del mostrador. Yoko ríe ligeramente.
— Acuéstate otra vez. —Empujo su barriga juguetonamente y ella vuelve a acostarse—. Estaba explorando.
— Siempre estás explorando. —Responde rápidamente con otra ligera risa.
— Y tú eres mi descubriendo favorito. —Engancho una de sus piernas a mi hombro y beso la rosada piel otra vez—. ¿Te incomoda que lo haga?
— Debería, porque estoy muy expuesta y momentos como este no son particularmente sexy, por lo que no tengo esa lujuria para cegarme.
— ¿Momentos como este no son sexy?
— Lo que acabamos de hacer fue sexy. Esto es más inocente y lindo.
Yoko de pronto se sienta, yo me paro recta para que mi cara pueda ver la suya. Ella engancha un dedo al cuello de mi camisa y tira de la tela, asomando su cabeza para ver qué hay debajo. Suelta mi camisa y me sonríe.
— Bueno... —¿Por qué hizo eso?
— Lo siento, es solo que no he visto tus pechos aún y tú ves los míos todo el tiempo.
— Ah. Pero ahora yo no estoy viendo los tuyos tampoco y eso me molesta. —Sin decir nada más, tiro de su top deportivo y lo subo por encima de sus senos, revelando los pequeños montes que amo. Yoko me empuja cuando le beso los pezones y se ríe fuerte diciendo que le da cosquillas. Las dos nos miramos y solo nos reímos de lo ridículas que nos vemos ahora mismo.
El culo desnudo de Yoko está sentado en el mostrador de la cocina mientras su top solo cubre la mitad de sus senos. Y yo estoy de pie entre sus piernas con mis jeans ahora alrededor de mis tobillos, tratando de no tocar la pared del mostrador porque la fría superficie me endurecería el pene otra vez.
— ¿Quieres irte conmigo por un largo fin de semana? —Pregunto repentinamente antes de besarla por un momento—. Tú, yo y nuestra hija. Una casa de playa en algún lugar. Solo nosotras tres. —Yoko asiente rápidamente y me besa más fuerte como respuesta.
— ¿En cuál fin de semana estás pensando?
— No este, sino el otro. ¿Del 13 al 15 de octubre? —Ella gime en mi boca cuando volvemos a besarnos.
— Suena perfecto. —Nuestros labios y lenguas se exploran mutuamente otra vez a un ritmo lento y estable. Suaves gemidos y caricias inocentes distrayéndonos a las dos.
Ahora solo necesito prepararme para ese fin de semana, desde ya sabiendo cómo hacer mi cumpleaños muy especial para las dos.
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