11
Por segunda mañana consecutiva, un sonido consistente y molesto me despierta. Miro alrededor de mi cuarto, buscando la fuente de mi grosero despertar, pero no encuentro nada. Me siento en la cama y me froto los ojos, inmediatamente sintiendo el frío aire de una mañana de primavera. El frío no me sorprende cuando veo que casi no usé ropa para dormir. Con mi cansancio, apenas me quedé en ropa interior y subí a la cama, quitándome el sostén poco después por que, ¿quién puede dormir con sostén?
Escucho el sonido otra vez y reconozco que viene de la puerta principal, alguien está golpeando razonablemente fuerte, pausándose entre cada uno. ¿Quién carajos podrá ser? Salgo de la cama y agarro la bata que cuelga de un gancho en mi puerta; miro el reloj, las 9am... un domingo.
Que alguien me haya despertado tan temprano en fin de semana me molesta más que tener que levantarme de la cama. Rápidamente me amarro la bata, me apresuro a la puerta y veo por la mirilla.
Faye.
Por qué no me sorprende que sea su culpa que me haya despertado tan temprano los dos días libres. Me cruzo un brazo sobre mi pecho expuesto a través de la bata de satín y le abro la puerta a la chica.
— ¿Tienes idea de qué hora es? —Le pregunto con molestia.
Faye parece sorprendida primero por mi actitud y luego por mi apariencia. La bata transparente expone mi estómago y mi ropa interior.
— Eh, no realmente. Pero seguro que no es tan temprano.
— Son las 9... en domingo.
— Como dije, no es tan temprano. Solo pasé a traerte las cosas que dejaste en el auto. —Dejo de mirar su sonrisa encantadora y veo que trae mi iPhone, el Simba que me hizo y mi bolso que probablemente tiene dentro mi cartera y mis llaves—. Estabas muy cansada anoche y dejaste todo—. Se ríe de mí cuando sonrío con cansancio—. Pensé que ibas a necesitar estas cosas.
— A pesar de lo temprano que es, te agradezco por traérmelo todo tan rápido. Me habría dado un ataque de pánico si pensaba que había perdido mi celular y el bolso antes de recordar que los tendrías tú.
Agarro las cosas de sus manos, mi brazo deja de cubrirme el pecho, lo que no pensé que fuera gran cosa hasta que vi los ojos de Faye ampliarse y mirar mi pecho expuesto sin discreción. Es una parte de mí con la que nunca estuve muy cómoda debido a su pequeño tamaño, pero con Faye apreciándolos tan obviamente, por una vez me siento segura de mí misma. Sonrío y la dejo que me mire.
Me giro para poner las cosas en la mesilla de café, inclinándome a propósito para provocarla un poco más. Cuando vuelvo a ver a Faye, noto el rápido movimiento de su cabeza, viendo ahora hacia el pasillo, con la cara sonrojada, tratando de esconder el hecho de que me estaba mirando.
— ¿Tú qué haces despierta tan temprano, de todas maneras?
— Me desperté a eso de las 6 y fui a correr. Me duché y luego vine para acá. —Explica.
— ¿6? Faye, voy a repetirlo, ¡es domingo!
— ¿Sí? Los domingos son para hacer las cosas.
— No, esos son los sábados, o entre semana.
— No, los sábados son para divertirse.
— Faye, estás viviendo tus fines de semana de manera equivocada.
Ella se ríe, y por su falta de protesta, sé que gané esta discusión.
— Lamento haberte despertado tan temprano considerando que es un crimen en este hogar.
Me guiña y no puedo evitar pensar en lo malditamente sexy que se ve cuando hace eso.
— Va a tomar un poco más que eso para que te perdone. —Provoco, sonriendo de lado al ver cómo se le dificulta mantener su mirada en mis ojos. En su lugar, mira mi pecho cuando bajo mis brazos otra vez—. ¿Ves una película conmigo?
— ¿No querías regresar a dormir?
— Mírate, Malisorn, tratando de llevarme a la cama. —Ella ríe otra vez—. Pero no, ya me despertaste. ¿Quieres ver la película o no? Marissa y las niñas no se despertarán todavía. Ellas entienden la importancia de dormir los fines de semana.
— Oh, cállate y pon la película.
Sin molestarme en preguntarle cuál quiere ver, pongo The Amazing Spider Man 2. Faye se quita la chaqueta y se sienta en un extremo del sofá.
— ¿Cómo te fue con Ling anoche?
— No tan mal. Digo, algo incómodo y no hablamos mucho, pero ella parecía bastante agradecida conmigo por llevarla a su casa. Supongo que es un buen paso.
— Lamento mucho la forma en que te trató antes. Ninguna de nosotras sabe por qué actuó tan fría, pero lamento que hayas tenido que aguantar su mierda. —Le explico mientras me acuesto en el sofá, poniendo mi cabeza en sus piernas, pero mi cuerpo de frente a la televisión. Faye se tensa sorprendida por mi audaz movimiento.
— No fue tu culpa. Ni de ella tampoco. La gente se comporta así a veces, especialmente si algo es diferente y no lo entienden. Sin embargo espero que podamos llegar a llevarnos bien, porque no quiero que haya tensión entre tus amigas y yo. No quiero eso para Nong y tú. No sería justo.
Que Faye piense que Lingling siendo una perra no es justo para Nong y yo, en lugar de para ella, es loco. Faye no quiere que haya tensión por nuestro bien, no por ella ni por el hecho de que le están haciendo bullying. La manera en que ella logra desinteresarse de la discriminación que recibe, o ha recibido, es algo que sé que nunca voy a aceptar.
Pronto su mano comienza a peinar mi cabello, aplicando un gentil masaje. No paso por alto lo confundida que está ella sobre dónde poner el brazo izquierdo; sobre el respaldar del sofá, en su regazo detrás de mi cabeza, en el espacio entre mi cuerpo y el respaldar del sofá, o tocarme de alguna manera.
Me río de su obvia deliberación y tomo su brazo para ponerlo sobre mi cintura, su mano de inmediato entra en contacto con mi barriga desnuda. Mi sensible piel se pone de gallina ante su repentino y excitante toque.
Una vez que Faye también superó el shock de haber tocado mi piel desnuda, estira la palma y explora mi estómago, dibujando pequeños círculos con sus dedos. Silenciosamente gruño por lo tentador que se siente tu tacto en mi piel, despertando mis sentidos y mi desesperación.
Un pequeño subidón de confianza y su mano explora más piel, moviéndose más hacia el norte y también hacia el sur, apenas tocando mis costillas y luego el hueso de mi cadera. No me molesté en revisar, pero es obvio que mi bata se había abierto, dándole la oportunidad a sus dedos de explorar áreas que recientemente estaban cubiertas por la tela.
Tratando de ver la película, siento su mano decidir qué ruta tomar primero. Le toma un par de caricias en mi costado hasta que confiadamente posa su palma en la parte superior de mis costillas, sus dedos justo bajo mis senos. No hace ningún movimiento para acunar mi seno completamente, pero puedo sentir sus dedos en la pequeña curva.
Es como si ella fuera un adolescente hormonal tratando de conseguir tocar a su novia. Su titubeante movimiento de agarrar, o simplemente tocar mi seno, ya sea por nervios o por la tonta esperanza de que yo no me de cuenta de lo que está pasando. Trato de mantenerme quieta y ver la película para no avergonzarla, muchas chicas harían eso porque quieren que (usualmente chico) se aleje. Su prominente erección también añade razón a mi interpretación de un adolescente hormonal; quizá por la presión que mi cabeza le está dando, el hecho de que está tocando a una mujer semi desnuda, o porque está viendo una película en la que sale Emma Stone.
Cuando siento una ligera presión de sus dedos a un lado de mi seno, me sobresalto un poco y me río. Faye rápidamente baja la mano de vuelta a mi estómago. Sí, como si pudieras pretender que no estabas haciendo nada.
— Tengo muchas cosquillas, por si no lo habías notado. —Informo tímidamente, aún con miedo de avergonzarla y que deje de tocarme, porque estoy jodidamente excitada como para que se detenga.
— Solo ante la presión, parece.
Casi me giro a ella, confundida, pero ella me pellizca el costado, causando que me remueva. Murmuro una grosería y Faye se ríe en respuesta.
Con el cambio en la dinámica se me hace más fácil girarme y quedar acostada en mi espalda, con mi cabeza todavía en sus piernas y viendo la televisión. He querido acostarme así desde que su mano comenzó su exploración, y ofrecerle un lienzo más amplio a sus dedos, pero pensé que sería algo desesperado. Ahora la verdad no me importa si se ve desesperado. Dudo que a Faye le importe tampoco ahora que la nueva posición expone mis rosados pezones y mi estómago a través de la tela traslúcida de la bata.
Mi sospechas se confirman cuando su respiración se detiene a la todavía poco familiar vista. Claramente sabe que mi nueva posición es una señal para que continúe su exploración, lo que empieza a hacer otra vez. Cierro los ojos y me concentro en su mano deslizándose a hacia uno de mis pechos, acunando la curva y pasando su pulgar sobre mi pezón. Repite la acción en el otro seno con la otra mano y los toca firmemente. Gruñe satisfactoriamente.
— Son tan hermosas. —Tiemblo al escuchar su voz ronca.
Giro mi cara hacia el techo, manteniendo los ojos cerrados y solo concentrándome en su toque, mi respiración se vuelve pesada. Tomo su antebrazo y despacio la guío hacia el sur, mis piernas se abren inconscientemente en respuesta. Mi única prenda, la tanga blanca, está oficialmente húmeda para cuando su mano obedece a mi silenciosa petición.
No se toma el tiempo de jugar, en su lugar, traspasa el elástico y rápidamente encuentra su camino bajo la tela. Con la entrada inmediata a mis pantis, había asumido que Faye no me provocaría y me daría eso por lo que me ha puesto tan desesperada. Sin embargo, posa los dedos justo debajo de la línea, explorando el monte delicadamente, su forma, la manera en que se curva, y gentilmente tira de la corta línea de vello que encuentra ahí, haciendo que me sobresalte con el acto inesperado.
— Me gusta esto. —Me susurra. Su pulgar acariciando los cortos vellos mientras sus dedos largos rozan mis labios vaginales por encima.
Nunca he estado con alguien que explore los detalles más pequeños. Su tacto por supuesto ha elevado la sensibilidad, pero no es nada placentero, algo que no pasa muy a menudo y me sorprende recibir tan delicado tratamiento. Se me ocurre que su cuidadosa y curiosa exploración se debe a que tenemos diferente anatomía. Le da curiosidad una parte con la que debió haber nacido.
— ¿Sí?
Me aprieto un muslo con una mano, afectada por su torturadora lentitud. Mi otra mano en su antebrazo. Ella tararea feliz en respuesta y a pesar de la naturaleza sexual de la conversación, no puedo evitar pensar en lo adorable que es.
Faye se rinde ante mi impaciencia cuando mi cadera se levanta, alentando su mano a que baje más. El primer toque en mi punto más sensible y yo me aferro fuerte a su antebrazo, un suave gemido se escapa de mis labios. El repentino contacto fuerza mi pelvis a elevarse, buscando una mejor presión, mi clítoris siendo ahora presionado por su dedo medio.
Antes de que pueda sucumbir a los lentos y apretados círculos que dibuja, sus largos dedos buscan un nuevo objetivo. Faye me penetra con dos dedos, olvidando el ritmo lento de antes, tiro mi cabeza hacia atrás por la placentera sorpresa. El calor alrededor de sus dedos y la fricción agregada a su entrepierna causan que ella libere un gemido puro. Su evidente gran erección más obvia con la forma en que su cadera se levantó ligeramente por impulso.
Mis caderas se menean contra su mano, animando sin éxito a que sus dedos se estiren por territorio que no pueden alcanzar por su posición. Impaciente, saco su mano para protesta de mi cuerpo, y apresuradamente me quito la tanga y me siento a horcajadas sobre ella. Nuestras bocas se unen con fervor en un beso desastroso. Ambas manos de Faye ahora aprietan fuerte mis nalgas. Toma una y la pongo en su regazo, levantándole dos dedos. Las dos gemimos en nuestras bocas cuando desciendo y sus dedos me penetran otra vez, alcanzando más profundidad y dominancia. La boca de Faye se pega a mi pecho, succionando y mordiendo la piel que encuentra mientras su otra mano continúa apretando la generosa curva de mi trasero con rudeza.
Mi respiración se acelera y siento subir mi temperatura al acercarme al climax. Mi agarre volviéndose más apretado en sus hombros y cuello. Intentado corresponderle el placer a Faye, me muevo para que la mano que me penetra también intensifique la presión en su erección.
La frente de Faye cae a mi clavícula, jadea y gruñe con la creciente tensión en sus jeans antes de remover la presión. Con una repentina penetración dura, me deshago en sus brazos.
Faye espera un minuto antes de sacar los dedos, pero no se aleja de mí, acuna mi sexo con su mano cuando vuelvo a sentarme en sus piernas.
— Tan hermosa. —Me susurra, quitando mechones de cabello de mi cara.
Nos besamos desastrosamente otra vez. Nuestras lenguas muy perezosas para concentrarse, solo queriendo ese contacto. Aunque su mano está siendo una barrera entre su pene y mi centro, me muevo sobre ella instintivamente, buscando frotarla.
Todo es lento, ya no estamos apresuradas como antes. Es lento y tierno y mi corazón se llena de calor con la cercanía e intimidad que comparto con tan perfecta mujer. Cuando su pulgar comienza a rodear mi clítoris, sé que solo le importa mi placer, dejando su erección sin atención una vez más.
— ¿En serio? ¿Han visto lo temprano que es? —Salto ante la fuerte voz que sé que no salió de Faye y rápidamente me quito de encima de ella, amarrando mi bata mientras miro cómo la chica que nos interrumpió se cubre los ojos—. ¿Es seguro mirar?
Faye me lanza su chaqueta cuando nota lo mucho más reveladora que es mi bata ahora que no tengo nada debajo.
— Sí, Marissa, es seguro.
La mujer abre los ojos y ve que estoy sosteniendo la chaqueta de Faye fuerte contra mi pecho para cubrirme, mientras la otra chica sostiene su cara en sus manos, sonrojándose como nunca.
— Vaya, vaya, vaya. ¿Dos veces en un fin de semana, eh?
— Oh, Dios. —Faye se cubre la cara completamente y casi me siento mal por ella hasta que recuerdo que yo estoy bajo el mismo escrutinio.
Marissa se ríe de nuestra pena antes de dirigirse a nosotras otra vez.
— Ahora, primero; quiero que recojas tus calzones del piso y te vistas. —Dice apuntándome a mí—. Segundo; quiero que Faye se cubra con un cojín. —Faye rápidamente agarra uno y se lo pone en las piernas, mirando a Marissa con culpabilidad—. Y tres; Faye, te sugiero que te laves las manos antes de que vengan las niñas.
Marissa se va a la cocina y la cara de Faye se baña de temor y vergüenza.
— Dios, no puedo creer que nos atrapara. —Suspira. Hasta sus orejas se pusieron rojas.
— Debería ir a vestirme. —Faye asiente—. Y tú deberías lavarte las manos como dijo Marissa. —Asiente otra vez.
Dejo a Faye en estado de shock y me voy a mi habitación con una gran sonrisa en mi rostro ahora que no puede verme. Estoy avergonzada porque nos atraparon, pero no me siento culpable, nada podría quitarme la felicidad que siento ahora mismo.
Media hora después estoy duchada, vestida y con hambre. Las niñas despertaron hace 20 minutos, escucho su correteo en la sala. No sé bien qué está pasando ahí, pero la risa constante proveniente de las 4 chicas asegura una sonrisa estúpida en mi cara cuando me reúno con ellas.
Estoy usando los sweats que le robé a Faye y una camiseta. Regreso a la sala y veo a Marissa enganchada en una rutina juguetona con las niñas, cargando a cada una y lanzándola con cuidado al sofá una y otra vez. Las risas de las tres resuenan en mis oídos en mi camino hacia la cocina donde asumo que está Faye. La mujer está cocinando panqueques, como hicimos ayer en la mañana. No se mueve cuando me paro a su lado y deslizo una mano por su espalda baja.
— Se ven bien. —Le digo un cumplido. Mi mano todavía justo por encima de su trasero. Le doy un beso en la mejilla y me quedo muy cerca de ella.
— Y tú te ves bien con mi ropa. —Me besa la frente después de ver que estoy usando sus sweatpants—. El primer par para todas ya está listo, por si quieren comer. —Asiento y me giro para ir a avisarles a las demás y me encuentro con Marissa ya de pie bajo el marco de la entrada a la cocina, su sonrisa pícara reemplazada por una alentadora.
— ¡Niñas, vengan por sus panqueques! —Le grita a nuestras hijas. Pequeñas pisadas suenan llegando a la cocina.
Asegurándose de que las cuatro estuviéramos comiendo, Faye continuó cocinando algunos más, comiendo pedacitos del suyo mientras lo hacía. Nong y Mei están siendo ruidosas como lo son normalmente, y sorpresivamente, las tres adultas estamos muy calladas. Antes de que Faye viniera a la mesa con nosotras, Marissa no dudó en dirigirme miradas acusatorias y sonrisas burlonas para ponerme incómoda. Ella nos atrapó a Faye y a mí en una... comprometedora posición esta mañana y sabe que pasaron cosas entre Faye y yo el viernes por la noche.
Aunque se suponía que lo hablaríamos todo anoche, me quedé dormida tan pronto como me senté en el sofá. Marissa disgustadamente me ayudó a llegar a mi cama en mi estado semi inconsciente, quejándose porque no obtuvo los "detalles jugosos". Igual sé que esa conversación llegará.
— Lo siento, chicas. Odio tener que irme tan pronto, pero tengo que ir a trabajar unas horas. Algo que había escrito se borró por completo de la computadora y tengo que tenerlo listo para esta noche. —Interrumpe Faye mi monólogo interno cuando termina lo que había en su plato y se pone de pie, estirándose para tomar el celular que dejó en el mostrador de la cocina—. ¿Te molesta? —Me pregunta suavemente, probablemente notando la ola de tristeza que bañó mi cara.
— Claro que no, es trabajo. ¿Podemos verte en la noche?
— Sí, seguro. ¿Qué quieres hacer?
— En realidad —interrumpe Marissa—, anoche hablé con Ling y Orm y estaban diciendo algo sobre venir esta noche, traer a la pequeña y tener una maratón de películas.
— Oh, claro, no importa, entonces. ¿Puedo verte mañana después de que Nong salga de la escuela? —Propone Faye.
— No, estúpida. Obviamente estas invitada. Digo, cuando vengas esta noche eso será lo que estaremos haciendo, así que no hagas otros planes con Koko.
— ¿Quién es Koko? —Las cejas gruesas de Faye se fruncen con confusión.
— Esa sería yo. —Levanto la mano como una escolar—. Pero una maratón de películas suena bien. ¿Quieres venir? —Le pregunto con esperanza.
Pero no es ella quien responde.
— Sí, mami va a venir.
— Síp, Faye va a venir.
Todas alzamos las cejas a las dos niñas, ambas comiendo sus panqueques felizmente, interrumpiendo nuestra conversación sin importarles para responder por Faye.
— Supongo que voy a venir.
— Estábamos pensando en una maratón de Harry Potter, pero a las niñas solo les gusta las primeras dos. No es que las vayan a entender de todas maneras. ¿Empieza a las 6, podemos seguir viéndolas cuando ellas se duerman? —Se mete Marissa.
— Suena bien. —Confirma Faye, asintiendo firme una vez—. Bueno, te veo luego, princesa. —Se para detrás de Nong y se inclina para estar frente a ella, su cara ahora al revés. Le da un gran beso a la niña que no para de reír y se endereza otra vez—. Tú también, pequeña. —Se despide de Mei y le da un beso en la cabeza, aún causando que la niña se sonroje y se ría ligeramente.
— ¿Qué hay de mí, cariño? —Pregunta Marissa inocentemente al ver que Faye parece haber acabado con las despedidas.
Faye se ríe y se va hacia ella para despedirse también.
— Te veo luego, Marissa. —Como con Mei, le besa la cabeza y se aleja. Las dos niñas se ríen de su interacción.
Faye y yo vamos a la puerta principal, donde espero obtener una despedida apropiada esta vez.
— Gracias por lo de esta mañana. —Le digo, esperando conseguir un tono de seducción en mi voz.
— ¿Por los panqueques?
— Por esos también. —Le sonrío. Ahí es cuando se da cuenta de lo que estoy hablando. Obviamente no soné muy seductora cuando lo intenté.
— Tuve una buena mañana. —Faye me abraza por la cintura y me acerca más a ella. Yo inmediatamente la abrazo por el cuello—. Espero que ahora esté bien que te haya despertado. —Comienza a dejar suaves besos en mi mandíbula y yo tiemblo con su toque, mi cabeza cayendo hacia atrás con placer.
— Si me voy a despertar así siempre, entonces tú puedes despertarme cuando quieras.
— Eso se puede arreglar. —Susurra Faye contra mis labios que están ansiosos por que los bese.
— Eso espero. —Rozo mis labios con los suyos, alentando algo de movimiento—. Tal vez algún día yo pueda hacerte sentir tan bien como tú me haces sentir. —Mis músculos se tensan tan pronto como esas palabras se escapan de mi mente, temiendo su reacción.
— Hmm. —Roza mis labios también—. Tal vez eso también pueda arreglarse. —Faye toma mis labios apasionadamente en los suyos. Un caliente intercambio de labios, pero sin hacer ningún intento de incluir nuestras lenguas—. Te veo luego, mi amor.
Me besa suavemente una vez más y me aprieta la cintura, riendo en su camino a la salida por el sobresalto que me provocó por las cosquillas.
— ¿La donante puede ser una provocadora, eh? —El sorpresivo comentario de Marissa me sobresalta una vez más. Me llevo la mano al pecho por reflejo—. ¿Niñas, terminaron ahí? —Nong y Mei corren a la sala para mostrar que sí—. Tenemos que ir a comprar algunos bocadillos para la noche. Vayan a vestirse y juegan un rato antes de irnos. Yoko y yo tenemos que hablar en privado, ¿está bien? —Sin responder, ambas niñas se van corriendo a su habitación, contentas ya sea por jugar o por el prospecto de comer más más tarde—. Vamos a hablar.
Marissa y yo nos sentamos en el sofá. Ella me mira expectante y yo me pongo nerviosa y emocionada.
— El viernes en la noche no tuvieron sexo, ¿correcto?
— Correcto.
— ¿Pero hicieron cosas, cierto?
— Cierto.
— ¿Tú hiciste las cosas o ella hizo las cosas?
— Ella hizo las cosas.
— Lo esperaba. ¿Ella es buena con esas cosas?
— Sorpresivamente, sí.
— ¿Sorpresivamente?
— Definitivamente es virgen, Marissa.
— Lo esperaba, una vez más. ¿Ella no había hecho nada antes?
— No estoy segura. Probablemente besó a alguien, pero no había visto a una mujer desnuda antes.
— ¿Ella dijo eso?
— No.
— ¿Entonces cómo lo sabes?
— Solo digamos que fue horriblemente apreciativa. No tanto con palabras, pero sí con el tiempo que se tomó tocándome. Casi como si estuviera en un trance. Nerviosa hasta la mierda, también.
— ¿Se tomó el tiempo? ¿Qué quieres decir?
— O sea, con todo. Faye no empezó a tocarme inmediatamente en lugares que sabía que me gustaría o que serían placenteros, ella estaba como explorando.
— ¿Porque su cuerpo es diferente?
— Supongo. Eso fue lo que pensé.
— ¿Pero estuvo bien?
— Demasiado. Nadie había sido así nunca. La mayoría de la gente solo salta a eso y trata de hacer que te corras. Faye no sabía cómo hacerlo, así que se tomó el tiempo de apreciar cada pequeña parte de mí, lo que me hizo correrme más rápido. Y no me sorprende.
— Maldición. Sin embargo eso tiene sentido. Igual ella parecía saber lo que estaba haciendo esta mañana. —La sugestiva mirada de Marissa está de regreso.
— Lo de esta mañana fue extraño, porque ni siquiera fue una situación sexualmente tensa. Empezó con toques inocentes, una vez más Faye solo quería explorar, supongo. Y una vez más, terminó el trabajo bastante rápido. —Digo, sin poder creerlo.
Alcanzar el climax siempre ha sido bastante difícil para mí y Marissa lo sabe. Yo le cuento todo. Principalmente siento que mi problema era porque las chicas con las que estuve nunca captaron bien las señales. No podían ver por las reacciones de mi cuerpo lo que estaba disfrutando y lo que no y nunca estuve lo suficientemente cómoda con ellas como para compartir esos detalles. Con Faye, estaba cómoda con estar completamente desnuda ante ella. Y estaba cómoda con guiarla a donde la necesitaba. No sé por qué ese es el caso, solo sé que con Faye todo es diferente.
— ¿Ella dejó que la tocaras?
— El viernes, para nada. Se congeló completamente y me rompió el corazón ver cuánto le había afectado mi propuesta. No fui tan audaz cuando di el paso hoy. No me moví para tocarla de inmediato, usé su manera de darme placer para tratar de que ella recibiera algo también.
— ¿Por eso estabas sobre ella?
— Exactamente. Sabía que estaba tan concentrada en darme placer a mí, que la presión sobre ella no era su prioridad.
— Es probablemente una buena idea. Estoy segura de que está lo suficientemente cómoda contigo para que algo más pase, es solo dar el paso. Ella sabe que la aceptas por lo lejos que han llegado, solo tiene que confiar en tu opinión sobre eso.
— Entiendo completamente. Quiero pensar que ella está cómoda conmigo porque si no lo está, no se pondría en esas situaciones. Pero tienes razón, es la cuestión de la confianza. Sin embargo no voy a presionarla, le daré su tiempo.
— No tienes que presionarla, pero puedes alentarla.
— ¿Qué quieres decir?
— Si es solo falta de confianza, entonces tienes que probarle que estarás bien con eso. No estoy diciendo que la llenes de cumplidos sobre lo mucho que te gusta su polla —arrugo la cara ante su vulgaridad, pero es Marissa, no me sorprende—, pero coquetea con ella, provócala más. Pruébale que quieres que sus relaciones sexuales continúen y eventualmente ella confiará en el hecho de que eres la persona indicada para con la cuál compartir esa parte de ella.
— Joder.
— ¿Buena idea, no? La manera en que ella te mira, es obvio que le gustas, romántica y sexualmente. Solo necesita que se le anime un poco.
— ¿Y cómo hago eso?
— ¡Tu bata de zorra esta mañana hizo el truco! Pero en serio, ella es una mujer, así que no serán cosas simples y medio sexys lo que la exciten como lo harían con un tipo. Sin embargo es virgen, por lo que es probable que tampoco requiera mucho esfuerzo. Solo sé sexy, no zorra, y eso debería funcionar.
— Es más fácil decirlo que hacerlo.
— Créeme, si solo se trata de su falta de confianza -que así es-, el que tú seas una coqueta provocadora le probará que la deseas tanto como ella a ti. Lo prometo.
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