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10

De vuelta en la recepción, Faye nos enseñó cómo podemos "adoptar" a uno de los animales. Pagas una contribución mensual para el bienestar de los animales y a cambio te dan fotos y cosas relacionadas con ellos. Faye también le dio a Nong la oportunidad de nombrar a un tigre recién nacido que está enfermo y está recibiendo tratamiento. Al final lo adoptó, Faye pagó la cuota.

Nuestra pequeña está sentada en su silla en el auto, mirando el paquete de fotos e información del tigre, Leonard, expresando "aww" con cada imagen.

— Es tan lindo, mamá. Mira esto. —Me giro para ver la foto que está sosteniendo, es una de Faye con el tigre en brazos, el cachorro con apenas minutos de nacido envuelto en una manta.

— Es muy lindo, Nong. —Concuerdo con ella y me giro hacia Faye—. Tú también te ves muy linda.

La mujer de ojos verdes piensa un segundo sobre cuál foto estoy hablando y sonríe sonrojándose cuando la recuerda.

— Bueno, escuchen —Faye olvida la pena y se dirige a Nong y a mí—, nos vamos a detener a cenar más o menos dentro de una hora y haremos algo divertido, después nos vamos a casa. ¿Está bien?

— Sí, mami. ¿Puedes poner Disney otra vez, por favor?

Faye y yo nos reímos de la impaciencia de Nong, y le da play a la segunda parte de la playlist.

— ¿Te parece bien a ti también, Yo?

— Por supuesto. —Respondo simplemente. Algo que sorpresivamente no reconozco comienza a sonar en el sistema de sonido—. ¿Qué es eso? —Le pregunto a la mujer que se está moviendo al ritmo de la canción.

— Gospel Truth. —Responde en tono obvio. Aún no tengo idea de lo que es y levanto las cejas para que se explique más—. De Hércules.

— Nunca la he visto.

— ¿QUÉ? Fuera. Fuera de mi auto. —Apunta hacia la puerta del copiloto, Nong y yo nos reímos de su reacción.

— Apégate a los clásicos, Faye.

— Hércules es un clásico, ¡impostora! Actuando como si conocieras las películas de Disney. —Esnifa cómicamente—. No eres tan perfecta después de todo.

— ¿Perfecta? —Pregunto burlona, causando que se sonroje otra vez—. Aww, ¿oyes eso, Nong? Tu mami cree que soy perfecta. —A modo de broma muevo la cabeza sacudiéndome el cabello hacia un lado. Faye se ríe de mí con las mejillas aún rojas.

— Es porque lo eres, mamá.

— Aww, bebé. —Me giro a mi hija, beso la punta de mis dedos y toco sus labios con los mismos. Nong también besa mi mano—. Te amo.

— También te amo, mamá, pero mami también necesita ese beso. —Dice Nong obviamente. Pongo mi mano en la boca de Faye y ella me la besa en respuesta.

Nuestro viaje se vuelve silencioso después de eso. Faye concentrada en conducir, Nong escuchando la música y tratando de leer un libro que trajo, y yo me tomo el tiempo de reflexionar.

Anoche Faye y yo la pasamos increíble juntas, desde las risas que compartimos en el club hasta la intimidad después. Nunca había experimentado nada igual antes. Ella tiene esta forma de ser tan sexy y segura, transformándose en alguien tan peculiar y risueña y luego volviéndose extremadamente tímida y vulnerable. Todo eso la hace tan deseable para mí.

Quiero descubrir todo lo que la hace convertirse en todas esas cosas; cuál de esas personalidades es la suya en realidad y cuál hará que me enamore de ella.

Anoche vi lo desesperada que estaba ella por tener intimidad. Nunca me había sentido tan deseada bajo la mirada lujuriosa de alguien, y Faye no estaba tratando de ser discreta sobre lo mucho que estaba apreciando mi cuerpo y lo mucho que quería tocarme. Pero ella también estaba nerviosa. Su inexperiencia era evidente en la duda de sus acciones, pero eso no importó. Ella es increíble. Me hace sentir increíble. Sé que no será la última vez que me hará sentir así, y espero que con tiempo y paciencia, yo también pueda hacerla sentir así.

El melódico canto en voz baja de Faye a mi izquierda me saca de mis pensamientos. Colors of the Wind, de Pocahontas, es la canción. Descanso mi cabeza en el respaldar del asiento y absorbo el hermoso sonido. Después los clásicos de El Rey León comienzan a sonar y Faye y Nong cantan apasionadamente, dejándome sin más opción que unirme a ellas.

Llevarnos bien y disfrutar nuestra compañía es algo que se nos dio fácilmente a las tres desde el principio, algo que probablemente no esperábamos, pero por lo que estamos muy agradecidas. No toma mucho esfuerzo para reírnos cuando estamos juntas simplemente porque todas lo único que sentimos es felicidad. Aún cuando no estamos tratando de entretener a Nong, siempre estoy feliz estando cerca de Faye.

Entre la alegría y la emoción que brota de nosotras con la música, no he sentido ningún tipo de tensión entre Faye y yo. Considerando lo íntimas que fuimos la noche anterior, no hemos permitido ninguna clase de incomodidad o vergüenza entre las dos, ni siquiera antes de empezar el día con Nong. Pero la tensión siempre encuentra la manera de colarse si un pequeño factor cambia la situación.

La canción por ejemplo.

Faye y yo no cantamos la siguiente canción, solo intercambiamos pequeñas miradas, las dos muriendo por decir algo. Solo Nong canta (trata) cuando comienza a sonar Kiss The Girl de La Sirenita. No se sabe la letra, pero ella piensa que sí. Faye y yo nos reímos de lo adorable que es nuestra hija, pero cuando coincidieron nuestras miradas, no pudimos resistir seguir mirándonos.

Espero que ella quiera besarme tanto como yo quiero hacerlo. Sé que ninguna dará el paso ahora porque Nong está presente. Besarnos frente a ella la confundiría y haría preguntas para las que no tenemos respuesta.

No me da tiempo de pensar en la tensión o el hecho que en serio quiero hacer algo que sé que no puedo ahora, pues justo cuando termina la canción, Faye se estaciona frente a un gran complejo. Letreros afuera anunciando tiendas y restaurantes dentro.

Una vez más Faye rodea el vehículo para abrirnos la puerta a mí y a Nong, ayudando a la pequeña a bajarse. Nong se agacha para amarrarse los zapatos que se había quitado en el auto. La estoy mirando, observando la determinación en su rostro, cuando Faye une sus labios con los míos.

Antes de poder tomarme el tiempo de disfrutar la suavidad de su boca, ella se aleja, su mano aún acunando mi mejilla y su pulgar acariciando mis labios. Me da otro beso rápido y se asegura de que Nong siga distraída con sus zapatos. Se agacha frente a ella y vuelve a enseñarle cómo hacerlo.

+++

— ¿Fabricar un oso? ¿Tu otra sorpresa era fabricar un oso? —Le pregunto a Faye ante su sonrisa aniñada cuando bio el gran letrero de la tienda.

— No es cualquier Build-a-Bear, Yo. Este es el mejor y el más grande de América. Oh, y además hay una increíble pizzería a lado, ¡así que sssh!

— Eso suena genial, Faye. —Sin pensarlo me inclino y le beso la mejilla. Las dos nos sorprendemos con mi gesto frente a nuestra hija.

— Bueno —me sonríe tímidamente y toma la mano de Nong—, entonces vamos, princesa. ¡Vamos a fabricar un oso!

Una vez que entramos a la tienda, Faye rápidamente desaparece, andando de aquí para allá, buscando materiales para hacer el oso de peluche perfecto.

— Mamá, ¿crees que a ella le gustará?

— Creo que lo amará, bebé. —Refiriéndonos al tigre vestido con un overall que hicimos para Faye—. ¡Tal vez lo llame Gerard!

Ella no lo llamó Gerard.

Cuando le dimos el animal de felpa, su sonrisa genuina nos hizo sonreír a nosotras. Decidió nombrarlo Tigre. La creatividad claramente no es uno de sus puntos fuertes.

Nong una vez más feliz por la reacción de su madre, y aún más cuando Faye reveló un lindo osito teddy color rosa diseñado para que luciera como una princesa, con el nombre de Nong escrito en su pecho.

— Para ti, princesa. —Le da el osito a nuestra hija, que lo abraza fuerte y le da las gracias una docena de veces—. Ahora —toma la mano de la pequeña—, vamos a hacer algo para mamá.

— No, Faye, no tienes que hacer eso.

— Sí que sí. ¿Por qué no vas y nos buscas una mesa en la pizzería de a lado? Una de afuera, adentro debe estar todo lleno. —Apunte hacia las mesas visibles desde aquí—. Y nos veremos pronto. —Me guiña y guía a nuestra hija por toda la tienda.

Admitir que su guiño me agita no es algo que yo haría, pero no puedo negar lo sexy que se ve cuando es arrogante y segura de sí misma. Salgo de la tienda, diciéndoles adiós y me voy a buscar una mesa. Escucho mi celular sonar, lo miro y es Marissa quien me llama.

— ¡Hola! —Respondo, feliz.

Hey, pantalones locos. ¿Qué te tiene tan de buen humor?

— He tenido un muy buen día. ¿Por qué preguntas?

Solo me preguntaba si tenía algo que ver con haber pasado la noche con Faye. —Dice, sugestivamente. Sé que tiene una sonrisa de satisfacción en su rostro.

— ¡Marissa!

¿Qué? No te vi esta mañana antes de que Faye te secuestrara de nuevo. ¿Cómo estuvo?

¿Cómo estuvo qué, Marissa?

La follada, obvio.

— Obvio. —Murmuro, sarcásticamente—. No hicimos eso.

¡Mientes!

— Marissa, no lo hicimos. Hicimos cosas, pero eso no.

Todo es lo mismo. Al menos obtuviste algo de amor, tal vez así ya no estarás tan impaciente.

— ¡Oye, yo nunca estuve impaciente! Deja de implicar que estaba frustrada sexualmente. —Digo lo último casi susurrando, pues estoy en público. De todas maneras me aseguro de que la gente más cercana no me haya escuchado.

No has tenido nada en años, desde «cómo-se-llamaba». Desde que conociste a Faye tu frustración empeoró. ¿Entonces que pasó?

— Nada de tu incumbencia.

Yoko...

— Te lo diré cuando llegue a casa. Igual iba a hacerlo. Sabes que siempre te cuento todo, y además tengo que hablar con alguien sobre eso porque no sé cómo manejar la situación.

Es justo. Lo discutiremos esta noche. ¿Y qué estás haciendo ahora?

Levanto la mirada y veo a Faye y Nong pagando por los tres peluches. La pequeña aún abrazando el que su madre le regaló, saltando contenta y hablando animadamente con la mujer de ojos verdes. Faye se inclina hacia ella para poder escuchar bien todo lo que le dice.

¿Yo?

Lo siento, M. Estamos por comer pizza. —Le respondo, olvidando que me hizo una pregunta.

¡La chica sí que sabe cómo meterse en tus pantalones! Alcohol anoche y pizza hoy, ¡para la próxima semana ya estarán follando!

— ¡Marissa! Voy a colgar. —Cuelgo justo cuando llegan Faye y nuestra hija a sentarse conmigo.

Las palabras de Marissa agitándome y avergonzándome una vez más.

— ¿Estás bien? Te ves algo roja. —Observa Faye, cuestionando con sinceridad.

— Estoy bien, estaba hablando con Marissa, quería saber cómo iba nuestro paseo.

Faye me sonríe y yo mantengo mi mirada fija en ella, mi cara probablemente enrojeciendo más al imaginar lo que Marissa dijo. Comienzo a pensar en los besos desesperados que compartimos anoche y en cómo me tocó tan inexperta, pero maravillosamente. Logró hacerme sentir cosas que nunca había sentido y eso fue solo producto de sus devoradores ojos y la exploración de su lengua. Dudo que alguna vez estaré preparada para la manera en que me hará sentir cuando su confianza crezca más y me ofrezca más, también. Pronto, imágenes de ella penetrándome invaden mi mente y decir que estoy agitada ni siquiera se acerca a lo que estoy sintiendo.

— ¿Mami, podemos ordenar ya?

Una vocecita interrumpe mis pensamientos y no puedo evitar que me bañe la vergüenza, sin duda mi rostro evidencia lo culpable que me siento.

— Por supuesto. Yo, ¿sabes lo que quieres? —Me pregunta Faye inocentemente. Asiento nerviosamente y ella llama al mesero. Miro a Nong y ella me está mirando cuestionante.

Estaba pensando en sexo mientras mi hija está sentada junto a mí.

Soy una mala persona.

+++

— Es hora de tu regalo, Yoko.

Acabamos de ordenar las pizzas y Faye no me da tiempo a que se calme el sonrojo de mis mejillas antes de dirigirse a mí otra vez. Sus hipnotizantes ojos verdes dándome toda su atención. Busca dentro de la bolsa y saca otro animal de peluche, pasándoselo a Nong.

— Mamá, ¡te hicimos un Simba! Es muy lindo. —La pequeña se estira y simula que el peluche me da un beso en la mejilla.

— Es adorable. —Lo agarro—. Gracias chicas, me encanta.

Sostengo el peluche frente a mi cara e imito un rugido de león, agradecida por haber recibido la adorable risita de Faye como respuesta y no una cara de "¿pero qué carajo?" como la que Nong me está dando.

— Bueno, tengo a Nala en casa, así que pensé que te gustaría tener a Simba. —Añade Faye, mirando sus manos con una pequeña sonrisa, sonrojándose.

— Él es muy dulce, gracias. Aunque creo que cuando Marissa lo vea, sin duda lo va a secuestrar.

Poco después llegan nuestras pizzas. Faye y Nong comparten una y yo tengo la mía para mí sola, hawaiana. Muerdo una rebanada y observo a Faye cortar una en pedazos pequeños para Nong. Es el esfuerzo que emplea ella en satisfacer a nuestra hija lo que me toca el corazón todo el tiempo, tanto como si es algo simple como cortar su pizza o algo extravagante como llevarla a pasar la tarde con tigres.

— Gracias, mami. —Agradece la pequeña, comiendo uno de los pedazos.

— De nada, princesa.

Faye lamiendo salsa de sus dedos no debería excitarme tanto como lo está haciendo durante un momento tan inocente entre las dos, pero los recuerdos de su talentosa lengua me ensucian la mente una vez más.

— Tienes una familia muy hermosa.

Levanto la mirada para ver a una mujer mayor hablándole a Faye. La chica de ojos verdes sonríe enormemente, haciéndome sentir culpable otra vez por tener estos pensamientos en la inocente presencia de las dos.

— Gracias. — Interrumpe Nong, comiendo otro pedazo de pizza y provocando risa en las adultas.

— Gracias. Las dos son muy hermosas. —Responde Faye, pero mirando a Nong, inclinándose para besarle la frente suavemente.

La mujer mayor se va poco después, tocando el hombro de Faye y sonriéndole animadamente a las dos. Faye no para de sonreír durante toda la cena, ya sea para sí misma cuando estamos en silencio, o a Nong cuando la pequeña inicia una conversación.

Después de la cena, compramos helado para el camino a casa. Faye pagó otra vez, a pesar de mis protestas. Nong tiene su oso de peluche asegurado en su regazo, tratando de no dejar caer helado sobre él, y yo estoy sosteniendo mi helado y el de Faye. Nong rápidamente termina de comer el suyo y me pasa el vasito vacío, el cual pongo a mis pies en el piso del auto.

Igual que con los sandwiches más temprano, de vez en cuando le doy a comer a Faye un poco de su helado, solo que esta vez observo con atención la manera en que sus deliciosos labios envuelven la cuchara, quitándose luego el exceso con la lengua. Su inocencia no le permite darse cuenta de mi insistente mirada, su atención dirigida completamente a la carretera.

— Ya se durmió. —Murmura, bajando el volumen de la música de Disney que ahora estaba sonando algo de Enredados.

— ¿Eh? —Dejo de mirarle los labios cuando noto su movimiento.

— Nong. Tan pronto como se le acabó el helado, se durmió. —Se ríe para sí misma por lo adorable que se ve nuestra hija ahora mismo. Tiene la cabeza hacia atrás, la boca abierta y sus pequeños brazos abrazando al oso—. Se ve tan linda.

— Muy linda. —Murmuro aún mirando a la pequeña. Me giro y veo a Faye mirándome con la misma adoración que le mostré a nuestra hija.

— ¿Hay más helado?

Me río y agarro más en la cuchara para dárselo en la boca. Esta vez cuando como yo una cucharada, siento sus ojos en mí. Hago un show de eso, rodeo la cuchara con la lengua y luego me chupo los labios.

Regresa su atención al camino y le doy la última cucharada que queda, asegurándome de fallar un poco a propósito, cubriendo más sus labios de helado antes de que lo tome en su boca. Después de que Faye lame el exceso, noto que le quedó un poco en la esquina de la boca. Me inclino y beso el punto, mi lengua lamiendo el helado. La veo tragar grueso por mi atrevimiento, removiéndose en su asiento.

— Provocadora. —Me dice.

Me río suavemente de su falsa molestia y luego la beso delicadamente en los labios, Faye me responde rápidamente antes de volver su atención al camino. Quiero tomarme el tiempo de apreciar su perfil, desde sus prominentes pómulos a sus cejas gruesas y sus carnosos labios. Pero su celular comienza a sonar, no está conectado al manos libres y no es muy ruidoso como para despertar a Nong.

— Disculpa, Yo, ¿puedes ver quién es?

— Sí. —Alcanzo el celular para ver la identificación de quien llama. El nombre inmediatamente dispara olas de celos en mi interior—. Es Engfa. —Faye tose nerviosamente.

— Déjalo, entonces, después le regreso la llamada.

Rechazo la llamada y pongo el celular en donde estaba.

Engfa.

Faye nunca ha mencionado a una Engfa. Honestamente no ha mencionado mucho de su vida. Algunas cosas sobre su familia, pero nada sobre sus colegas o amistades. No está bien de mi parte sentirme así, pero sé por qué lo hago. Faye ya es tan importante para mí que el pensar que hay alguien más igualmente importante que yo en su vida, me entristece. Me enoja un poco, pero más que todo, me angustia.

Miro por mi ventana y puedo ver mi reflejo mordiéndose las uñas nerviosamente y frotándose la frente con cansancio. Hay más movimiento en el reflejo cuando veo otra mano acercándose a la mía, quitándola de mis labios y sosteniéndola con seguridad.

Giro mi atención hacia Faye, está alternando su mirada entre el camino y yo. Miro nuestras manos entrelazadas, ella me acaricia con su pulgar. Poso nuestras manos en mi regazo y me inclino para recostarme contra ella, mi cabeza en su hombro y mi mano libre acariciando su bicep. El estirón para estar cerca de ella es algo incómodo, pero su calidez y la suavidad de su piel lo hacen aguantable. Tan aguantable que después de darle un beso en la mejilla, me duermo en esa posición, mi mano derecha todavía enganchada a su bicep.

+++

— Yo. —Oigo una suave voz a mi lado—. Yoko. —La voz habla otra vez. Abro los ojos y los esmeralda de Faye son lo primero que veo, su suave mirada tornándose divertida cuando reconoce el trance en el que estoy.

— ¿Mmm?

— Estamos aquí.

— ¿Dónde es aquí?

— En tu casa, tontis. —Ríe ligeramente. Yo me froto los ojos, tratando de despertar.

— ¿Qué hora es?

— Como las 10. No es muy tarde, pero tenemos que meter a la pequeña en la cama. —Asiento y trato de salir del auto, evitando los vasos de helado en el piso.

— Espera, Yo. —Faye rápidamente sale del auto y llega a mi lado para abrirme la puerta y darme la mano. Me sostiene cuando por fin salgo, mi cansancio causando que casi me caiga—. ¿Sigues adormilada? —Faye acuna mi rostro, dirigiendo mi atención a sus ojos. Yo asiento. —Aww, amor. —Siento sus labios presionarse suavemente contra los míos y ella vuelve a alejarse.

El aire frío y Faye llamándome "amor" me despiertan un poco más. La veo sacar a Nong del auto, sigue dormida en los brazos de su madre, con el oso entre ellas. La mujer cierra el auto y comienza a caminar hacia el apartamento. Yo la sigo, agarrándome de su bicep otra vez.

Marissa nos abre la puerta y nos saluda en voz baja. Faye lleva a Nong a su habitación para meterla a la cama.

— ¿La pasaste bien?

— Mhm, fue un día grandioso.

— Me alegro. —Dice Marissa sinceramente—. No sé cómo vas a tomar esto, pero Ling está aquí. —Me susurra y apunta hacia la sala.

— Es un poco tarde, ¿por qué está aquí?

— Tuvo una discusión bastante grande con Orm y vino aquí porque no sabía qué hacer. Apenas acaba de parar de llorar.

— Oh. —Aunque haya tratado mal a Faye, me siento mal por ella. Su relación no ha estado muy bien y siempre cada una se va por su lado. Marissa y yo siempre terminamos con alguna quejándose de la otra. Voy hacia Lingling y la abrazo, ella me da una pequeña sonrisa. —Siento que la cosas sean una mierda, Ling.

— Yo también. Solo quiero hacer que todo mejore.

— ¿Está todo bien?

Las tres miramos a Faye que acaba de reaparecer en la sala, simpatía en sus ojos al ver las mejillas de Lingling mojadas por lágrimas.

— Estoy bien, las cosas solo se salieron de control. En realidad creo que ya debería regresar. —Se levanta del sofá, Marissa y yo la seguimos—. ¿Podrías llamarme un taxi? —Me pide.

— ¿No viniste en tu auto? —Pregunta Marissa.

— No, no podía dejar a Orm sin auto en caso de que lo necesitara.

— Puedo llevarte si quieres. —Propone Faye. Las tres la miramos sorprendidas, ninguna esperaba su amigable ofrecimiento después de la forma en que Lingling la ha tratado—. Tú decides.

— No tienes que hacer eso, Faye.

— Sé que no, pero me ofrezco. De todas maneras ya me voy, podría llevarte, si no es problema.

Todas miramos a Lingling por una respuesta y ella todavía parece en shock por lo amable que Faye está siendo con ella.

— Eso sería muy amable de tu parte. Gracias, Faye.

Marissa y yo sonreímos, notando que Lingling está haciendo el esfuerzo de superar cualquier cosa que pensara de Faye y tratando de hacer las paces. Faye siendo la completa dulzura aquí, pero Lingling igualmente tratando.

Realmente no sé cómo despedirme de Faye con ellas dos aquí. No la besé cuando me despedí esta mañana, pero deseé haberlo hecho, y ahora tenemos público. Puedo ver su duda también cuando Marissa y Lingling se abrazan despidiéndose y ella me mira con nervios y casi emocionada.

— Gracias por un gran día, Faye. Fue increíble y Nong lo amó. Ella siempre está muy feliz cuando está con nosotras y no te puedo agradecer lo suficiente por eso. —Digo suavemente, acercándome para estar justo frente a ella.

— ¿Me estás agradeciendo por hacer a nuestra hija feliz? No hay necesidad. Hacerlas a las dos felices es mi obligación... y amo esa responsabilidad. —Responde, risueña, haciéndonos reír a ambas.

— Bueno. Gracias por esforzarte, Faye. Realmente lo aprecio.

— Es mi placer. —Casi susurra, las dos inconscientemente acercándonos más—. ¿Puedo besarte antes de irme? —Pregunta en voz aún más baja, su aliento caliente me hace cosquillas en la oreja.

Se separa de mí y asiento rápidamente, la ronquera de su voz reduciéndome a la simple acción, en lugar de palabras. Nuestros labios se unen suavemente y ella acuna un lado de mi cara. El beso se mantiene relativamente casto hasta que ella succiona mi labio, pidiendo silenciosamente que profundice el beso. Nuestras lenguas se enredan entre ellas, encontrando un ritmo experto, pero Faye baja la velocidad otra vez y se separa.

Mira a las dos mujeres y se ríe claramente avergonzada al verlas en shock y entretenidas.

— Eh, Lingling, ¿lista para irte?

— Sí, ¿y tú? ¿Quizá quieres otro beso para el camino? —Faye recibe un guiño de Lingling y una sonrisa pícara de Marissa antes de caminar hacia la puerta. Yo la sigo.

— Buenas noches, Marissa. —Le dice a la aún sonriente chica en la sala—. Buenas noches, Yoko.

— Buenas noches, Faye.

Me besa la frente y luego se va con Lingling, ofreciéndome una sonrisa tímida en su salida.

Cierro la puerta y me recuesto contra esta, pensando en el beso. En todos los besos. Los subidos de tono y los inocentes. Me han encantado todos los besos con ella y espero que podamos compartir más. Me siento en el sofá a lado de Marissa, sabiendo por su sonrisa que tendremos esa conversación ahora mismo.

— Cuéntame todo.

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