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Capitulo 15

Ha pasado una semana desde que vi a mi mamá y todavía no he hecho lo que dijo. No he hablado con Valentina sobre nuestra relación, ni de mis problemas de dinero. Aunque le dije a mamá que lo haría, no puedo evitar seguir pensando en lo peor. Sé lo que Valentina haría en ambas situaciones; tendría una relación conmigo si eso es lo que yo quiero, o no lo haríamos oficial si eso es lo que yo quiero, y ella me daría mucho dinero si eso es lo que yo necesito. Ella no hace mucho por ella misma, todo lo que hace es satisfacer a otras personas. Algo que no me sorprende por lo cariñosa y bondadosa que es, pero es tan desinteresada que no sé cómo hablar con ella. Por eso me acobardé. La vi esa misma noche y ella estaba sonriendo, luciendo hermosa como siempre, no quise arruinarlo hablándole de algo que ella resolvería desinteresadamente sin importarle nada más. Tal vez mencione algo este fin de semana. El fin de semana en el que no he dejado de pensar.

Desde la noche que Valentina me invitó a irme con ella por un fin de semana, la única vez que ha vuelto a mencionarlo fue cuando Malena le pidió fotos del lugar en que nos quedaremos. Es una hermosa casa de playa en Cape May. Se ve costosa, pero por supuesto que Valentina nunca me dirá el precio. Tiene una piscina privada, jacuzzi, balcón y terraza, también al parecer tiene 6 cuartos, aunque solo seamos nosotras tres las que nos quedaremos ahí. Sin embargo no me importó lo extravagante que parece, claro que Malena lo amaría porque no está acostumbrada a algo así, pero a mí me da igual. Podríamos pasar una semana acampando y aunque usualmente me molestaría, no me importaría porque tendría a mis dos chicas conmigo.

Tampoco significa que no disfrutaría la extravagancia. Todo fue idea de Valentina y no es que no me haga feliz que ella gaste dinero en nosotras, es solo que no es necesario. Pero la verdad no he estado tan emocionada por algo en mucho tiempo. Desde Malena. O al conocer a Valentina, pero esa vez estaba más nerviosa que emocionada. Este fin de semana será increíble. Sin duda Malena no va a parar de sonreír, pasar el tiempo con Valentina y conmigo además de estar tan cerca de la playa, la dejará extasiada. Y luego está Valentina. Los momentos entre las tres son simplemente perfectos, pero luego está lo que pasa entre ella y yo cuando estamos solas. El afecto y la ternura, luego la lujuria y la pasión, todo es tan irreal.

La emoción y la calidez en mi corazón me abandonan tan pronto llego al salón de Malena para recogerla de la escuela y me encuentro a mi pequeña niña toda gruñona y malhumorada.

- Hola, bebé. ¿Cómo estuvo la escuela? -Le pregunto de todas maneras, arrodillándome a su altura e inmediatamente notando el mal gesto en su rostro-. ¿Qué pasa?

- ¡Nada! -Malena me empuja, casi haciéndome perder el equilibrio y se va. Rápido recupero la compostura y la sigo.

- Malena, no te alejes de mí. Te hice una pregunta. ¿Qué pasa? -Y ella ni siquiera me mira. Mi hija camina un par de metros adelante de mí, hacia las puertas de la escuela, su enojo forzando a sus piernas a caminar más rápido de lo normal, pero no tanto como para que no pueda seguir su ritmo-. No me ignores, Male. ¿Qué pasó? ¿Te hicieron bullying otra vez?

- ¡No!

La mañana del lunes, después de que Valentina me dijo de los problemas en la escuela, fui a hablar con la maestra. Le pregunté si estaba enterada de la situación -que sí lo estaba- y por qué no me habían informado. Al parecer dos pequeños niños la han estado molestando, preguntándole dónde está su papá y que por qué está tan feliz de tener dos mamás, cuando no debería estarlo. Valentina y yo estábamos muy enojadas de que no nos hayan dicho nada, en vez de eso, la maestra había hablado con el padre de los niños sobre el problema y lo alentó a que hablara con sus hijos. La maestra pensó que había funcionado y no había notado que estaba pasando de manera más silenciosa y secreta, hasta que hablé con ella y empezó a prestar más atención. Acordamos una reunión de padres para la próxima semana, para hablar, Valentina estableciendo que ella estará ahí para conocer al "bastardo homofóbico" que es el padre de esos niños.

- ¿Los chicos siguen molestándote? -Malena no responde, solo continúa con la cabeza en alto, el mal gesto todavía en su rostro-. Tenemos que comprar algunas cosas en el supermercado, Male, traje el auto. -Le digo cuando veo que continúa caminando por la acera. La interrumpo sabiendo lo que va a decir-. Y no te quejes.

Todavía no entiendo por qué odia viajar en auto conmigo, pero cuando está con Valentina, todo está bien. Lo ignoro porque es una posible discusión de la que no tengo ganas.

Honestamente, hoy no puedo lidiar con la mierda de Malena. Normalmente, ella se porta bien y es una alegría tenerla cerca, pero a veces puede ser muy demandante y malhumorada y lidiar con eso en días como hoy, es algo que no se puede hacer sin perder la cordura. Lucia y yo recibimos otra notificación sobre la renta de este mes y la urgencia de pagarla es algo por lo que nunca antes habíamos pasado. Usualmente la pagamos de inmediato, pero acá entre nos, ahora no tenemos el dinero para hacerlo. El hecho de no poder trabajar el fin de semana por el viaje con Valentina tampoco ayuda porque significa que todo debe estar listo antes de irme, y a este paso, no tendremos dinero suficiente a tiempo.

Después de una silenciosa caminata con una hija irritada, entramos al supermercado. Agarro una pequeña canasta para llenarla con la compra. Esa es otra cosa que se ha vuelto difícil, solo podemos comprar lo necesario, porque el dinero extra tiene sus prioridades. No estaría comprando ahora si no lo necesitara.

- Mamá, ¿puedo llevar esto? -Oh, ahora sí quiere hablar conmigo. La miro y veo que está sosteniendo una bolsa grande de algodón de azúcar, una amplia sonrisa en su rostro al pensar en comerlo.

- No, Male, no puedes. -Y aquí vamos.

- Pero, mamá, ¿por favor? -Malena corre hacia mí con la bolsa en sus manos, mas en lugar de poner los ojos de cachorrito que normalmente recibo y que heredó de Valentina, solo se ve frustrada-. ¡Quiero esto!

- Pues qué mal, no puedes tenerlo.

- ¡Tú nunca me compras dulces!

- Porque es malo que pequeñas niñas como tú coman mucho dulce. Ponlo donde estaba.

- ¡No!

- Male -hago un movimiento para quitarle la bolsa, pero ella la aprieta más en sus brazos y se aleja un paso de mí. Cierro los ojos y me froto las sienes, sintiendo un creciente dolor de cabeza. Cuando vuelvo a abrirlos, veo a Malena con la cara roja y los labios fruncidos con frustración-, Male, dale el dulce a mamá.

- ¡No! -Se estira para poner la bolsa en la canasta. Cuando la muevo para evitar que lo haga, pisotea fuerte el suelo y dobla los brazos.

- Malena, sé una niña buena y no hagas un berrinche ahora mismo. Pon el dulce donde estaba y te cocinaré algo cuando regresemos a casa. -Propongo.

- ¡No!

- Male, voy a llamar a tu madre y ella va a regañarte. -La advertencia de acusarla con Valentina no calma su enojo como normalmente lo haría. Usualmente se rendiría porque nunca quiere que Valentina se enoje con ella, pero hoy no estamos de suerte. Malena se tira al piso y cruza los brazos sobre su pecho, dejo de mirar a la reina del drama y me doy cuenta de que hay otros compradores mirando con desaprobación. Después de algunos intentos de levantar a mi hija del piso con palabras y físicamente, noto mi temperamento hacia ella y todo se intensifica cuando me limpio las lágrimas que derramé. Busco mi celular y llamo a Valentina.

- Hola, amor. -Saluda al tercer timbrazo-. ¿Cómo va todo?

- Necesito tu ayuda. -Digo casi patéticamente, sin hacer intento de volver a limpiarme las lágrimas.

- ¿Qué pasa? ¿Estás bien?

- Estoy bien. -Digo y miro a mi hija otra vez, quien ahora en realidad me está mirando con tristeza, aún desde el piso-. Malena está portándose mal, ¿puedes hablar con ella, por favor?

- Por supuesto, cielo, ponla al teléfono. Y Juls, por favor no llores.

Murmuro un pequeño "ok" y le paso el celular a la pequeña niña tirada en el piso. Malena alza el brazo para tomarlo, como si esto fuera lo más normal del mundo.

- Hola mami. -No escucho nada de la conversación, aparte de a mi hija explicando lo que pasó. Malena solo tararea y concuerda con lo que sea que Valentina le está diciendo, la niña empezando a verse derrotada y arrepentida. Cinco minutos después, se levanta del suelo y me devuelve el celular, ya despidiéndose de su otra madre, sin darme chance de volver a escuchar su voz-. Lo siento. -Dice mi pequeña. Me limpio la cara, tomo su mano, aseguro la canasta con la otra y camino hacia la caja.

- Mami dice que saldrá temprano del trabajo para darme un tiempo fuera. -Murmura Malena en su silla mientras conduzco de regreso a casa. Respondo con un débil "ok" y me froto otra vez el fuerte dolor detrás de mis ojos.

Diez minutos después me estaciono en el pequeño parqueo, bajo a Malena de su silla y entro con ella y la bolsa de compra al apartamento. Valentina se paró del sofá tan pronto entramos, dándole a nuestra hija una mirada de desaprobación antes de mirarme a mí con empatía.

- Puse la silla de los mal portados viendo hacia la pared de la cocina y quiero que te sientes ahí cinco minutos. ¿Bueno? -Le indica Valentina a la niña. Malena asiente y se va rezongona a la cocina-. Ven aquí.

Valentina me envuelve en sus brazos y me quiebro por segunda vez en una hora. Su calidez y su aroma esta vez no hacen nada para calmar mi estrés y solo me desarmo en sus brazos, humedeciendo su chaqueta de cuero con mi silencioso llanto, no queriendo angustiar más a Malena que podría escucharnos desde la cocina.

Pronto dejo de llorar, pero me mantengo abrazada a Valentina. La dos ahora en el sofá, yo prácticamente en su regazo, aunque no recuerdo en qué momento caímos en esta posición.

- ¿Estás bien, mamá?

- Ella está bien, princesa, solo cansada. ¿Por qué no vas a tu cuarto y te cambias el uniforme por otra ropa? -Responde Valentina por mí, probablemente sabiendo que no querría que mi hija me viera la cara como la tengo ahora-. ¿Qué pasa, mi amor? -Me pregunta con dulzura, abrazándome fuerte y besando mi cabeza-. Sé que no es por Malena, tú no actúas así cuando ella se convierte en la Diva Valdez. Hay algo más. ¿Qué pasa? -Niego contra su pecho.

- Solo quiero concentrarme en nuestra sesión de hoy y en el fin de semana. ¿Podemos no hablar de esto ahora, por favor? -No le doy la respuesta que ella quiere.

- Juliana, por favor habla conmigo. -Me susurra. Se me rompe el corazón por no ser honesta con ella, pero no puedo dejar caer todos mis problemas en una mujer que tiene que lidiar con los suyos propios.

- Solo dile. -Interrumpe una tercera voz. Lucia entra a la sala con una canasta de ropa-. No la dejes por fuera, solo sé honesta.

- ¿De qué está hablando? -Pregunta Valentina, tratando de apartarse de mi agarre, pero yo solo la abrazo más fuerte y mantengo la cabeza segura en su pecho. Lucia resopla y se sienta frente a nosotras.

- Estamos teniendo problemas de dinero. Macario tiene una pequeña cirugía dentro de poco, lo que significa que necesita dinero. Dinero que usaría para pagar este lugar. Así que ahora tenemos que conseguir el dinero para la renta, las cuentas, las niñas y algunos otras cosas. Jonathan ya no nos puede dar más y nuestro trabajo no paga muy bien. No sabemos qué hacer, Vale.

Pensé que al menos sería lo suficientemente madura y responsable para decírselo a Valentina, pero no pude. Mientras Lucia hablaba, ella trataba de empujarme ligeramente para tener mi atención, pero yo me abracé a ella todavía más, escondiendo la cara en su cuello para evadir preguntas.

- ¿Por qué no me lo dijiste?

Sigo sin responder.

- Ella no quería preocuparte. Podemos manejarlo, es solo que ahora es difícil y está tratando de superar esta pequeña piedra en el camino.

Siento a Valentina asentir en respuesta a Lucia y supongo que yo estoy un poco aliviada de que una de nosotras pudo ser honesta con ella.

- Ojalá me lo hubieras dicho, Juls.

- Lo siento.

- Pude haber ayudado desde hace tiempo.

- No necesitamos tu ayuda, es solo que todo me está poniendo muy emocional. No quería preocuparte.

- Estoy aquí para ti. Para todas ustedes. Por supuesto que me voy a preocupar, pero ayudaré de todas las maneras que pueda. Lo vamos a resolver, lo prometo, amor. -Valentina me besa la cabeza y yo me aparto titubeante de ella al escuchar pequeños pasos corriendo hacia la sala.

- Perdón por ponerte triste, mamá. -Susurra Malena lo suficientemente fuerte para que las tres adultas podamos escuchar.

La niña rápidamente sube al pequeño espacio entre Valentina y yo cuando ambas le damos una tímida sonrisa. De inmediato me abraza por la cintura. Cierro los ojos y disfruto del cariño de mi hija, prefiriendo mucho más este lado de ella que el irritable de hace rato.

- Bebé, tu mamá y yo tenemos que salir dentro de unas horas y tú te vas a quedar aquí con la tía Lucia, ¿está bien? -Ni siquiera fue una pregunta, porque tan pronto Malena trató de protestar, Valentina la calló con una mirada autoritaria. Alzó las cejas y le dijo: "yo no discutiría si fuera tú"-. No tardaremos mucho, ¡y luego nos tendrás todo el fin de semana!

La emoción de Malena fuerza una sonrisa de vuelta en mi rostro, una vez más asegurando que las tres realmente necesitamos este fin de semana.

- ¿Y qué harán ustedes dos todo el fin de semana? -Cuando Malena empieza a divagar sobre todas las cosas divertidas que quiere hacer, veo a Lucia apuntando una sugestiva mirada a Valentina y a mí, moviendo las cejas y sonriendo de lado. El calor en mi rostro es nada comparado al fuego que consumió el de Valentina.

Unas horas después, luego del incómodo momento con Lucia y una sorpresivamente deliciosa comida hecha por Valentina, la ojiazul y yo nos encontramos en una cálida sala de espera fuera de la oficina de su terapeuta. Valentina estuvo nerviosa durante el viaje en auto, pero sé que ella estará bien, se lo dije y eventualmente lo creyó. Se calmó un poco y dejó de tamborilear sus dedos contra el volante, para sostener mi mano. Esto se ha hecho un hábito cuando estamos juntas en el auto. Ella siempre entrelaza mi mano con la suya y las descansa sobre mi regazo para que Malena no pueda ver el gesto, lo hace aun cuando ella no está con nosotras. Si hemos estado dándonos la mano durante un rato, luego me la suelta y me sostiene por la cara interna del muslo. Valentina nunca haría algo más mientras estamos viajando, para ella solo es un cariño inocente, pero si siempre estás excitada como yo cada segundo que paso con ella, ninguna caricia cerca de mi centro podría ser inocente.

Similar a eso, está sosteniendo mi mano en mi regazo mientras esperamos en la sala. Yo descanso mi cabeza en su hombro y mi otra mano en su bicep. Minutos después un hombre sale de la sala, diciéndole a Valentina un "hola, otra vez" al pasar, luego la recepcionista llama.

- La Dr. Whitley quiere ver solo a la señorita Carvajal por el momento, ella llamará a su acompañante dentro de un rato.

Valentina se asegura de que estoy bien con quedarme esperando y besa mis labios suavemente antes de entrar al consultorio. Juego con mis pulgares y miro alrededor de la sala, tomando nota de varios certificados enmarcados, folletos y posters explicando todo tipo de problemas. Hago esto durante unos 15 minutos hasta que la puerta se abre y Valentina se asoma con una sonrisa.

- ¿Quieres entrar ya, Juls? -Asiento y me apresuro a la puerta, Valentina toma mi mano y me guía dentro, cerrando la puerta tras nosotras-. Juliana, ella es mi doctora, Rebecca Whitley. -Señala a la mujer de unos 50 años de edad, de cabello grisáceo y suaves ojos azules tras sus anteojos-. Y esta es Juliana.

Valentina posa una mano en mi espalda baja y yo le doy la mano a la mujer mayor, correspondiendo su sonrisa.

- He escuchado muchas cosas lindas de ti, Juliana.

- Igualmente. Valentina habla muy bien de usted. -Halago mientras la Dra. Whitley vuelve a sentarse en su silla de cuero. Valentina me guía a sentarnos en el sofá opuesto-. Ella es maravillosa y considera que mucho de lo que es ahora es producto de lo que usted ha hecho para ayudarla, así que gracias.

- Yo debería agradecerte a ti. Tú las estás haciendo muy feliz. -Me sonrojo ante las palabras de Rebecca, haciendo que las dos se rían-. Aunque debo decir que me recuerdas mucho a mi hija. Además de que las dos se ven muy similares, ella también es una linda chica que habla muy bien de Valentina. Puedo ver por qué te has hecho tan importante para ella.

Sonrío y miro a la ojiazul que no ha hablado más y no me devuelve la mirada, en un incómodo estado. Ignoro su rareza y vuelvo a dirigirme a la doctora.

- Eso es dulce, ¿cómo se llama ella?

- Charlotte. -No puedo explicar por qué, pero mi corazón cayó a mi estómago al escuchar ese nombre. Valentina nunca ha hablado de ella, pero veo que siempre recibe mensajes de texto o llamadas de una Charlotte, y se ve casi culpable cada vez que eso pasa cuando estamos juntas-. Usualmente ella es la recepcionista, pero recientemente no ha estado muy bien. Es una pena porque ella realmente quería conocerte.

- Lástima. -Valentina rápidamente gira su cabeza ante mi brusquedad, culpabilidad en su rostro una vez más-. Digo, hubiera sido lindo conocerla y sí es una pena. -Me encubro con una falsa sonrisa a Rebecca Whitley.

- Mejor comenzamos, estoy segura que ninguna quiere que las haga perder el tiempo. -Se ríe antes de continuar-. Juliana, Valentina ha sido mi paciente por varios años, como ya sabes, y las sesiones se han hecho más frecuentes desde que ustedes se conocieron, concentrándonos en su comodidad con algo en particular. -Asiento, sabiendo que se refiere a nuestra relación física y a por qué Valentina buscó más ayuda-. Y estoy segura de que tú estás enterada de qué es ese algo. -Continúa con ligera diversión, pero sin burla en su voz.

Me río torpemente y miro a Valentina, sus mejillas rojas y ojos evadiendo, me dicen que está tan avergonzada como yo.

- Vamos Valentina, no te pongas tímida conmigo otra vez. -Se dirige la terapeuta a ella-. Ella hace eso cada vez que su relación física es mencionada. -Me susurra lo suficientemente alto para que Valentina nos mire en shock y nosotras nos riamos de su respuesta.

Ella tal vez tiene una putilla de hija que no puedo esperar por conocer, pero es una señora encantadora.

- No lo hago. -Valentina resopla como una niña, cruzando los brazos y evadiendo contacto visual otra vez.

- Ahora, entiendo por qué Valentina tiene estas inseguridades y entiendo por qué quiere superarlas, hemos estado trabajando para traspasar esos límites un paso a la vez. Por lo que me ha dicho, eso es lo que han estado haciendo y eso está excelente. Entiendo que Valentina está progresando y teniendo más confianza cada vez, quizá superando estos obstáculos más pequeños. ¿Cierto?

- Lo ha hecho, sí. Estoy muy orgullosa de lo lejos que hemos llegado. -Tomo la mano de Valentina. La terapeuta sonríe.

- Grandioso, al menos no me ha estado mintiendo. -Esta vez todas nos reímos y Valentina y yo nos sentimos más relajadas. Quizá estamos hablando de sexo, pero claramente es algo que ambas necesitamos discutir y decidimos que tenemos que ser adultas en esta situación-. Creo que tú has manejado muy bien las cosas, Juliana. Según Valentina, has sido persistente y has estado muy atenta a sus emociones y cómo se está sintiendo con cada barrera que enfrentan, eso definitivamente las ha ayudado. Tu honestidad también ha sido muy importante, hablar sobre los problemas que tenías con la incomodidad de Valentina es algo que la ha animado a trabajar más en ella, creo que eso fue necesario. -Ahora se refiere a Valentina-. Creo que necesitamos establecer cuál es ese último límite. Solía ser la comodidad contigo misma, pero has discutido tu condición abiertamente con Juliana. Ella sabe de tu condición y no te distancias físicamente en lo que respecta a ella sabiendo que está ahí. Aceptas más el hecho de que en esas situaciones, ambas necesitan liberación sexual y mientras el foco continúa en Juliana, tú no niegas completamente que tus propias necesidades también deberían ser atendidas.

He notado eso en Valentina. Aunque es ella la que siempre me satisface a mí, he notado cambios en cómo se trata ella misma en esos momentos. Nuestra primera vez juntas y la vez que me dio placer en el sofá, Valentina no permitió que la tocara de ninguna manera, ni tocarse ella misma, ni fricción entre nosotras. Pero recientemente ha estado menos distante respecto a ser tocada en esa área. Cuando se queda a dormir conmigo, ahora solo duerme en boxer, y la delgada tela me permite sentir casi cada centímetro de su miembro tocándome cuando me abraza y ha permitido que esa parte de ella me sienta a mí también. O se toca tímidamente mientras me satisface, frotando su pene sobre sus jeans o hasta bajándoselos para aliviar presión. Estando distraída pensando en nuestras experiencias sexuales, no me había dado cuenta de que la doctora seguía hablando hasta que empezó a resumir.

- Entonces sabes que Juliana sabe de tu condición y tú estás bien con eso. ¿Con lo que no estás bien es con hacerlo real, mostrárselo y permitirle que te de placer?

- Ella sí me da placer. -Establece defensivamente. Las mariposas en mi estómago enloquecen sorpresivamente y no detengo la pequeña sonrisa que crece en mis labios.

- El último obstáculo es permitirte a ti misma experimentar el placer que ella siente. -Me sonrojo y pienso que Valentina también, pero cuando la miro, ella se ve asustada otra vez. Frágil, casi-. ¿Valentina, qué es lo que más te asusta?

Valentina parpadea rápidamente, como evitando llorar.

- Que ya no le gustaré más si ella lo ve.

- Ya, ¿y qué tal si en vez de verlo, lo siente? -Miro en shock a la terapeuta ante esas palabras. La doctora no se detuvo ante la insegura confesión de Valentina, más bien fue rápida en sugerir una alternativa.

- No estoy segura de lo que quiere decir.

Mi aún shockeada expresión va de una a la otra, siguiendo la conversación.

- Parece que te concentras en el aspecto visual. "Si ella lo ve, no le va a gustar porque el defecto se hace obvio si puedes verlo físicamente". ¿Pero por qué no concentrarse en el tacto? Juliana no necesita verlo para que las dos experimenten placer. -No puedo evitar sentir emoción cuando dice eso, miro la curiosa expresión de Valentina y una parte de mí piensa que esta puede ser la forma de ayudarnos-. Normalmente nos concentraríamos en el problema psicológico para identificarlo y superarlo. Hemos identificado que tu problema es temerle a lo visual, y en lugar de lidiar con eso ahora mismo, vamos a comenzar una nueva ruta para alcanzar el mismo destino, y ese es llegar a estar cómoda mental y sexualmente con Juliana.

- ¿Sugieres que busquemos la manera de... -parece casi avergonzada antes de continuar- dar ese paso sin exponerme completamente?

- ¿Eso ayudaría? -Responde la doctora Whitley, pensativa.

- Sí, tal vez. -Valentina me mira por primera vez desde que la terapeuta comenzó a hablar de nuestro problema-. Yo sí quiero hacerlo contigo, pero ni siquiera puedo verme yo misma al espejo cuando estoy desnuda y no creo estar lista para que tú veas todo de mí así-. Sin darme cuenta agaché la cabeza al pensar en ella todavía incómoda y negándose al consejo. Ella me levanta la cara con sus dedos en mi barbilla-. Pero sí quiero intentar satisfacerte en más maneras de las que me gustaría pensar que ya he hecho, si me lo permites. -Asiento rápidamente y ella se ríe de mi ansiosa respuesta. Se acerca más y presiona sus aún sonrientes labios contra los míos. Nos besamos delicadamente por unos momentos, las dos ahora riendo suavemente. Valentina me mira a los ojos y me dice seriamente-: Gracias por ser tan paciente conmigo.

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