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"La decisión que lleva a un nuevo amanecer"
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El viaje de regreso a la ciudad, se le había hecho más corto o quizás simplemente los nervios de que finalmente haría lo que debió haber hecho desde hace años. De todas formas, hoy sería el día en que dejaría a Donovan de una vez, le dejaría bien en claro todo, le diría lo que por años mantuvo en silencio por seguir viviendo su esperanza e ilusión de amor por él.
Pero antes de tener su encuentro con Donovan, pasó por su trabajo en la Editorial. A pesar de que había hablado con su jefa Samantha sobre que se tomaría unos días por una situación personal, quería decirle personalmente que estaba agradecida con ella por haber sido tan comprensiva en ese momento.
Al entrar en la oficina de Samantha, Dalia sintió una oleada de energía. Se sentía llena de determinación, como si finalmente hubiera encontrado su camino. Samantha la recibió con una sonrisa cálida.
- Dalia, qué bueno verte de nuevo, siendo sincera pensé que tomarlas más días - le dijo Samantha aún sorprendida - Pero es una alegría verte de nuevo, te ves mucho, tienes aura muy diferente.
- He tomado los días que necesitaba y también me alegra verle de nuevo Sra. Rivera - respondió Dalia siendo amable.
- Debo admitir que te he extrañodo nadie de esas incompetentes asistentes te llega a los talones - habló con sinceridad Samantha se sentía conforme con Dalia - Pero ahora que has regresado tu lugar te esta esperando.
Dalia asintió cordialmente - También he extrañado estar trabajado para usted - respondió - Y ahora que estoy renovada mañana mismo estaré aquí cumpliendo mi deber.
- Me alegra escucharlo eso - se levanto de su asiento y camino hacia la joven - Ahora, imagino que no sólo estas por eso aquí, ¿qué te trae por aquí?.
Dalia respiró hondo. - Yo quería agradecerle haberme dado la oportunidad de trabajar junto a usted y por su comprensión durante esos días.
Samantha negó mirándola - No tienes por que agradecerme Dalia, la primera vez que entraste por esa puerta supe que tenías algo especial y no me equivoque contigo - le diría sinceramente - Dalia, eres una gran trabajadora, y una gran persona. Siempre me ha impresionado tu profesionalidad y tu dedicación. Estoy muy contenta de tenerte en el equipo.
- En verdad muchas gracias, no sabe cuanto significa para mi escucharlo - dijo Dalia con una gran sonrisa en sus labios.
- Bueno, ya dejemos el sentimentalismo, te espero aquí mañana - volvió ponerse en su modo de jefa - Y Dalia, si necesitas algo, no dudes en contactarme."
- Estare aquí puntualmente y nuevamente muchas gracia Sra. Rivera.
Dalia se despidió de Samantha y salió de la oficina. Se sentía reconfortada por la conversación que habían tenido. Samantha siempre había sido una gran jefa y una gran amiga. Dalia se sentía afortunada de tenerla en su vida.
Ahora, estaba lista para ver a Donovan. Se sentía llena de energía y determinación. Había pasado unos días en Woodstock, había recuperado su fuerza, y ahora estaba lista para poner fin a su relación con Donovan de una vez por todas.
Antes de dirigirse al complejo, Dalia decidió pasar a buscar a su hermana a su casa, así que le había enviado un mensaje para avisarle de que pasaría por ella y lo que haría. Cuando llegó a la casa Dhelia ya la estaba esperándo afuera de la entrada, rápidamente en cuanto la vio se subió en el coche, con una mirada de preocupación en su rostro.
- Dalia, ¿estás muy segura de que quieres hacer? ¿Es serio que le pondrás fin de una vez? - preguntó preocupada y curiosa Dhelia.
- Lo estoy, enserio estoy demasiado segura - respondo llena de seguridad - Tengo que ponerle fin, Dhelia, porque he comprendió que eso no es amor y él ya me ha lastimado demasiado.
- Estoy orgullosa de ti - la abrazo suavemente - De lo fuerte y determinada con tu decisión, estoy segura de que encontrarás a un hombre que te valore de verdad.
- Gracias, Dhelia - dijo Dalia correspondiendo el abrazó - Sinceramente estoy tan agradecida contigo, nunca te alejaste de mi, incluso cuando yo lo hacia por la culpa de Donovan.
Dhelia se alejo de Dalia - Somos hermanas incluso aunque me alejes siempre estaré para ti... Ahora vamos por ese desgraciado.
Dalia condujo hasta el complejo donde se encontraría con Donovan. Mientras se acercaba, sintió un nudo en el estómago. Sabía que esto sería difícil, pero estaba decidida a hacerlo. Estacionó el coche frente al complejo, cuando vio que Dhelia se preparaba para bajarse del coche junto con ella, la detuvo.
- Quédate, esto es algo que debo hacer yo sola - dijo Dalia decidida - Tengo que ir yo.
- ¿Que? No, iré contigo, no te voy a dejar sola con él - hablaría con un tono de preocupación.
- Por favor, solo quedate, es mi decisión y tienes que respetarla - la tomó de la mano - Te prometo que si te necesito, te lo haré saber.
Dhelia suspiro y asintió - Esta bien, solo ten mucho cuidado.
Dalia respiró hondo y salió del coche. Caminó hacia el complejo con paso firme, con la cabeza en alto. Sabía que tenía que ser fuerte. Entró al departamento con paso lento. Sabía que Donovan estaría allí, por que siempre se tomaba ese día libre para estar en casa. Antes, ella solía justificar su indiferencia con el cansancio del trabajo, pero ahora podía ver la triste realidad: allí no había nada más que un vacío sin sentimientos.
Donovan estaba sentado en el sofá; al verla, su mirada se volvió fría y llena de reproche. Se levantó enseguida y caminó hasta ella. El olor a incienso que ella siempre usaba colmó sus sentidos, recordándole noches de pasión que ahora sólo le causaban amargura. La tomó con fuerza del brazo.
- ¿Se puede saber dónde rayos has estado? Te he estado buscando por todos lados - habló con un tono de voz amenazante - . Y ni siquiera tuviste la decencia de contestar mis mensajes y llamadas.
Ella no le respondió. La imagen de él, ebrio y gritando, la noche que prometió cambiar, se le grabó en la retina. No podía creer que por años había estado con una persona así y haber estado tan ciega para no verlo como era en realidad.
- ¡Respóndeme! -exclamó Donovan enojado al ver que Dalia no respondía - . De acuerdo, ya que parece que no hablarás, entonces tendrás que escucharme tú a mí.
Dalia se soltó del agarre de Donovan y lo miró con una expresión impasible. Negó con la cabeza.
- No, no quiero escuchar, ¿entiendes? Ya no quiero escuchar lo que sale de tu boca - lo enfrentó con la mirada, manteniendo su postura firme -. Estoy cansada, Donovan, cansada de esta relación, pero en especial estoy cansada de ti... Se acabó. Debió acabarse hace mucho tiempo, pero en serio tenía esperanzas de que cambiarías - la mirada de Dalia lo analizó de arriba a abajo -. Pero tú nunca vas a cambiar, siempre serás el mismo egoísta y manipulador.
En ese momento, la expresión de Donovan cambió por completo. La furia se desvaneció, reemplazada por una sonrisa encantadora, sus ojos brillando con una falsa ternura. Su voz, antes áspera, se suavizó.
- Dalia, mi amor, no digas eso. Sabes que no lo digo en serio. Estaba preocupado, eso es todo. No quise asustarte. Ven aquí. - Extendió la mano hacia ella con dulzura -. Hablemos de esto con calma.
Dalia lo observó, impasible. Recordó el perfume que él le regaló, un perfume que ahora le recordaba a la mentira y a la manipulación, a las noches de insomnio y a la constante ansiedad. El encanto que antes la hubiera hechizado ahora le parecía una actuación barata. Esta es la última vez, pensó. No volverá a controlarme.
- No, Donovan -dijo con firmeza, retrocediendo un paso - . Ya no funciona. He aprendido a reconocer tus juegos, Donovan. He aprendido que merezco algo mejor. Se acabó, Donovan. Esta vez, no me buscarás más.
Dalia salió del departamento, y al estar fuera, el aire fresco acarició su rostro con una suavidad desconocida, relajando los músculos tensos por la angustia. Su corazón, antes roto, ahora latía con fuerza y vitalidad. Miró los árboles que se mecían con el viento, sus hojas danzando a su alrededor como si celebraran su huida. Los colores vibrantes de las flores, antes opacos a sus ojos, ahora explotaban con una alegría contagiosa. Cerró los ojos y respiró profundamente, llenando sus pulmones con la dulce libertad del aire fresco. Soltó el aire en un suspiro de alivio. Caminó con una ligereza etérea, como si sus pies apenas tocaran el suelo. Y ella, como un pájaro escapando de una jaula, extendió sus alas hacia un cielo infinito. La opresión que la había aprisionado durante tanto tiempo se desvaneció, y por fin pudo volar libre.
Con una sonrisa radiante, Dalia caminó hacia su hermana. Dhelia la estaba esperando fuera del coche. Al verla, corrió hacia Dalia con los ojos llenos de lágrimas de alivio y las manos temblorosas.
- ¡Dios mío, Dalia! ¡Por fin sales! - exclamó Dhelia, abrazándola con fuerza- . ¡Me tenías muerta de preocupación! Tanto que ya estaba a punto de subir a buscarte. ¿Estás bien?
- Dhelia, calma - respondió Dalia, con su sonrisa radiante - . Mejor que nunca. Se acabó. De verdad. Siento una liberación enorme.
- ¡Ay, Dalia! ¡No sabes cuánto me alegra oír eso! - Dhelia la soltó, mirándola a los ojos - . Confiaba en que podías hacerlo. Dios, te miro y ya no veo a la Dalia apagada de antes. Ahora veo a una Dalia llena de vida, es como si hubieras vuelto a renacer.
- Sí - afirmó Dalia, con un brillo en sus ojos - . Exactamente. He vuelto a nacer, a respirar, a vivir nuevamente. Como una nueva versión de mí misma.
- ¿Y ahora? ¿Que hará la nueva Dalia 2.0? - Pregunto con humor Dhelia.
Dalia río mirando a su hermana - No lo se - respondió Dalia siendo sincera - Pero de algo si estoy segura, de que viviré mi vida a mi manera...
Dos años despues
Dalia se miró en el gran espejo de cuerpo entero, con un marco de madera tallada que había heredado de su abuela. Una sonrisa iluminó su rostro, reflejándose en el cristal. Llevaba un vestido azul celeste, suave como la seda, que realzaba el brillo de sus ojos. Dos años. Dos años desde que se liberó de las cadenas que la ataban a Donovan. Dos años dedicados a perseguir sus sueños, a reconstruir su vida pieza por pieza. En su reflejo veía a una mujer realizada, segura de sí misma. Su libro, Renacer, una novela valiente y conmovedora donde narraba su experiencia con Donovan, estaba a punto de ser publicado. La portada, con una mariposa emergiendo de un capullo, descansaba sobre la cómoda junto a un ramo de lirios blancos, su aroma dulce inundando la habitación. Había convertido su dolor en una herramienta para ayudar a otras mujeres, un testimonio de resiliencia y superación.
El apoyo de Samantha, su jefa en la editorial "Palabra Viva", había sido fundamental. Samantha, quien antes solo la veía como su asistente personal, ahora la admiraba como escritora. Había creído en su historia, en su talento, y la había guiado en el proceso de publicación, celebrando con ella cada pequeño logro. Recordó el día en que Samantha le comunicó que el libro sería publicado, las lágrimas de emoción, el abrazo fuerte y sincero.
Su familia también había sido un pilar fundamental en su recuperación. La distancia que Donovan había creado entre ella y sus padres, Renée y Xavier, se había desvanecido. Había recuperado la cercanía y el amor incondicional, las llamadas diarias, las cenas familiares los domingos. Con Dhelia, su hermana, la complicidad era más fuerte que nunca. Habían compartido risas, confidencias y momentos inolvidables, como el día de la boda de Dhelia en la playa, con el sonido de las olas como música de fondo, donde Dalia, con un vestido rosa palo, fue su dama de honor.
Y entonces llegó Víctor, el cuñado de Dhelia, un chef de sonrisa cálida y manos mágicas que creaba platos exquisitos. No era solo su atractivo físico, sino la forma en que la miraba, con ternura y admiración, la escuchaba con atención, la apoyaba en cada paso que daba, celebrando sus éxitos y consolándola en sus momentos de duda. Recordó la primera vez que Víctor le cocinó su plato estrella, un risotto de mariscos con un toque de limón, y cómo sus miradas se cruzaron por encima de la mesa, creando una conexión invisible pero poderosa. Víctor cumplía sus promesas, estaba a su lado en los buenos y malos momentos, y la amaba con una intensidad que Dalia jamás había imaginado. Con él, había descubierto un amor sano, un amor que la hacía sentir completa, segura y profundamente feliz.
Dalia se apartó del espejo, con la mirada llena de ilusión y el corazón rebosante de gratitud. El suave tacto de la alfombra bajo sus pies descalzos la conectó con el presente. Había recorrido un largo camino, un camino lleno de obstáculos y desafíos, pero finalmente había encontrado su lugar en el mundo. Era dueña de su vida, dueña de su historia, y estaba lista para escribir un futuro brillante.
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