45- yuletide blues
Draco se despertó a la mañana siguiente sintiendo un dolor como ningún otro. No podía afrontar las próximas vacaciones sin ver a Aurora primero.
Al levantarse, tomó la decisión de acercarse a ella antes de que regresaran a Londres. Se disculparía y la tomaría en sus brazos.
El solo pensar en abrazarla lo hizo vestirse más rápidamente. Había sido un idiota por haber esperado tanto. Sin embargo, cuando bajó al Gran Comedor a desayunar, ella no estaba a la vista.
Miró frenéticamente a su alrededor.
No había señales de los Weasley, ni tampoco de Potter.
— ¿No escuchaste, hombre? — Dijo Blaise, mientras mordía una rebanada de pan tostado — Se rumorea que Potter tuvo una visión sobre el padre de los Weasley. Aparentemente, casi muere o algo así, así que todos se fueron anoche. Incluida Aurora.
No no no no. Maldito Potter.
[...]
Así que estábamos de vuelta en el lúgubre número doce de Grimmauld Place.
Me sentí incómoda al estar de regreso, recordando el dolor que había soportado la última vez que estuve aquí.
Arthur iba a estar bien, afortunadamente. Pero él iba a pasar la Navidad atrapado en San Mungo, así que decidimos quedarnos en la casa de Sirius para estar cerca.
La ventaja adicional es que también visitaría a mi papá en Navidad.
la visión de Harry significó que nuestro beso fuera empujado al fondo de nuestras mentes. Aunque sin duda Harry intentará abordarlo de nuevo cuando la conmoción se haya calmado.
Me había decepcionado desesperadamente no poder reconciliarme con Draco antes de Navidad. Pero después del beso con Harry, me pregunté si podría siquiera animarme a enfrentarlo de nuevo.
La culpa que siento es inmensa. Le había devuelto el beso a Harry. Lágrimas calientes de vergüenza picaban detrás de mis ojos cada vez que pensaba en ello.
Harry no era el chico al que quería besar. Yo quería a Draco. Lo extrañaba tanto que me dolía.
Sufría por su toque, sus besos y su amor. Lo necesitaba como mis pulmones necesitaban aire. Sentí que no podía respirar sin saber si estaríamos bien.
Fueron las dos semanas más largas de mi vida.
Pasamos el día de Navidad en San Mungo visitando a Arthur. Fred y George vinieron conmigo a visitar a mi papá mientras estábamos allí, pero lamentablemente no tenía nada que decir.
Ni siquiera parecía darse cuenta de que yo estaba allí, porque se había vuelto loco de dolor.
— Te amo, papá — le susurré, besando su mejilla. El parpadeó, pero no respondió.
Después de que salimos de la habitación, rompí a llorar. Fred me sostuvo mientras yo colapsaba contra su pecho, sollozando incontrolablemente.
Lloré por mi papá, que no podía decirme "te amo". Lloré por mi hermano, que nunca vivió para ver esta Navidad. Y lloré por Draco, a quien siento como si ya lo hubiera perdido.
— Estamos aquí para ti, Aurora — murmuró Fred en mi oído, abrazándome con fuerza. — Siempre estaremos aquí para ti.
Excepto que no lo estaría por mucho más tiempo.
Ellos también me dejarían, al igual que todos los que amaba eventualmente lo hicieron.
[...]
— Aurora, ¿podemos hablar?
Me detuve a la mitad de las escaleras ante el sonido de la voz de Harry. Me acababa de disculpar para ir a la cama. Había sido un día largo y emotivo y estaba exhausta.
— Está bien — tragué, sin poder mirarlo a los ojos.
Me siguió al dormitorio que compartía con las chicas y cerró la puerta detrás de él mientras yo me sentaba temblorosa en el borde de la cama.
— Sobre la otra noche- — comenzó mientras yo cerraba los ojos con la vergüenza recordada.
— Harry, por favor. Fue un error. Estaba molesta. No debería haberte devuelto el beso. Yo amo a Draco.
— Pero el ni siquiera te habla — dijo Harry, acercándose a mí — Eres miserable por él-
— ¡Soy miserable porque lo extraño! ¡Soy miserable porque me siento tan sola! — Lloré. — Perdí a todos los que había amado Harry, ¡y tú no estás ayudando!
— ¡Pero podemos amarnos el uno al otro! Yo te cuidaré, Aurora. ¡Te cuidaré de una manera que Malfoy nunca pudo!
— ¡Detente, Harry! Solo detente ahí, por favor. No te amo. Amo a Draco.
— Pero ese beso — imploró Harry, parado frente a mí, dolido — Fue hermoso. Lo sentí.
— ¡Estaba pensando en Draco! — Dije, las lágrimas caían de mis ojos — Lo extraño mucho, Harry.
Harry suspiró profundamente, como si se diera cuenta de que era inútil. Se giro en el acto y caminó penosamente hacia la puerta.
— Solo te va a romper el corazón, Aurora — Dijo con tristeza, y luego se fue.
[...]
Draco camino todo el tren en busca de ella mientras los llevaban de regreso a Escocia.
Pero ella y los Weasley no parecían estar a bordo.
El gimió de frustración, pasando su mano por su cabello.
— Relájate, hombre, probablemente haya viajado por un camino diferente — Blaise se rió cuando Draco se arrojó malhumorado en el asiento frente a él.
— Fue una Navidad de mierda — Draco suspiró, golpeando agitadamente la mesa entre ellos — La extraño.
— Bueno, agradece que Pansy no esté aquí. Aparentemente se quedó en Hogwarts todo el tiempo — Murmuró Blaise, mirando el asiento vacío donde solía sentarse. — ¿Me pregunto qué hizo en el castillo? Al parecer, casi nadie se quedó este año.
Draco se encogió de hombros. Le importaba una mierda Pansy. Solo había una chica en su mente y estaba ansioso por tenerla de vuelta en sus brazos.
El alivio lo inundó cuando vio a Aurora sentada en la mesa de Ravenclaw al entrar al Gran Comedor más tarde esa noche.
Pero su alivio se convirtió inmediatamente en preocupación cuando vio lo rota que se veía. Frágil, pálida y exhausta. El anhelaba tomarla en sus brazos.
Comió su cena lo más rápido posible, sin apenas apartar los ojos de ella.
Casi hizo volar la mesa cuando ella se levantó para irse. La siguió, casi corriendo para alcanzarla.
— ¡Aurora! — dijo cuando la alcanzó en el vestíbulo de entrada desierto.
Ella se detuvo al pie de la escalera de mármol y se giró lentamente para mirarlo. Su corazón se detuvo ante el dolor en los ojos de ella.
— ¿Aurora? — Murmuró en voz baja, caminando rápidamente, cerrando el espacio entre ellos.
Fue a cogerla en sus brazos pero ella se apartó de su alcance.
— Aurora, lo siento mucho — dijo, el pánico comenzaba a burbujear en su pecho — Te he extrañado mucho.
— Draco- — comenzó, pero luego se le escapó un fuerte sollozo y las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas.
El corazón de Draco se contrajo. De repente se sintió aterrorizado.
— Aurora, por favor dime qué pasa. Déjame ayudarte-
— Harry me besó.
Draco se quedó quieto. Esto era lo último que esperaba que dijera. Trató de asimilar sus palabras, pronunciándolas una por una en su propia cabeza, tratando de darles sentido. Pero ella no había terminado.
Y fue lo que dijo a continuación lo que le hizo sentir como si alguien le hubiera abierto el pecho y le hubiera arrancado el corazón.
—... y le devolví el beso.
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