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chapter three.


━━ CAPÍTULO TRES

SHE'S MINE

⎽⎽⎽⎽⎽⎽⎽⎽⎽⎽⎽⎽⎽⎽⎽ Rivera.

— ¡no, por ahí no!— digo con una sonrisa e intento agarrar el objeto pequeño del chico pero él lo aleja más—. Rodrigo quédate quieto ya.

él niega con la cabeza y agita su mano preparando el dado, mientras lo hace observo a los otros dos. Osvaldo estaba dándole pequeños toquecitos a la madera del tablero e Iván tan solo miraba la escena con una pequeña sonrisa ladeada.

Rodrigo sigue con lo suyo y por fin tira ese dado, este da vueltas por el tablero hasta quedar mostrando cinco puntos. la pieza del chico puede salir de la cárcel y Rodrigo lo celebra moviendo su ficha roja hacia un lado y seguimos el juego.

intento parecer muy interesada ya que la carta que he leído no hace mucho tiempo me tiene pensativa e intrigada, sonrío y soy amable con ellos ya que parecen muy buenos chicos a pesar de sus aparentes enfermedades. digo aparentes porque en algunos momentos de la noche manifiestan algunas peculiaridades de ellas aunque intento no juzgarlos ya que años atrás todo el mundo lo hacía conmigo.

— ¿⎽⎽⎽⎽⎽⎽⎽⎽⎽⎽⎽⎽⎽⎽⎽? ¿te encontrás bien?— susurra Iván.

lo miro a los ojos al girar mi cabeza y él aparta mi cabello hacia atrás haciendo que un escalofrío agradable recorriera mi cuerpo. intento sonreír para no preocuparlos, Iván era el que me ha caído mejor ya que su personalidad es más abierta y creo que es con el que puedo tener más confianza.

Pero tan solo al pasar más de cinco segundo mirándolo a los ojos una angustia crece dentro de mi estómago al recordar la carta con la amenaza, suspiro y niego con la cabeza antes de levantarme del suelo para entrar a una especie de balcón cerrado que tiene este piso.

no mucho más tarde Iván aparece por la puerta detrás de una cortina antigua.

— oye, no es por ser chismoso ni nada pero llevábamos una buena noche pasándola re joya y...— el pelinegro suspira torciendo su sonrisa la cual desaparece de repente y me mira seriamente—. ¿has visto algo extraño allá afuera?

me cruzo de brazos y encojo mis hombros.

— yo no diría algo extraño pero tal vez... misterioso o acosador.— susurro y al final muerdo mi labio inferior un poco extraña por hablar de esa carta.

su ceño se frunce todavía más.

— ¿que cosa?

— una carta.— digo—. cuando terminé contigo fuí a ver la puerta 307 y pasó algo espeluznante, corrí hacia mi habitación y cuando llegué allí estaba.

Iván quedó unos segundos callado hasta que luego de unos largos segundos pasó su mano por su rostro suspirando un poco tenso.

— ¿qué decía esa carta?

— que debía de hacerle caso porque era... más poderoso y me amenazó de que no me acercara a tí.— intento recordar lo que estaba escrito en esa carta—. ah, también me llamó ángel.

Iván no responde y a juzgar por sus músculos tensos no le ha gustado para nada esa información, frota sus manos encima de su rostro como intentando pensar en algo, alguna conclusión o razón. desvía sus manos hacia su cabello y mientras agarra alguno de sus rizos, me mira.

— ¿v-viste a alguien?— murmura inseguro como si en realidad no quisiera que conteste.

niego con la cabeza un poco confundida a quién se refiere o teme a que me encuentre, Iván respira un poco más aliviado y cuando se da cuenta de mi confusión con su actitud muestra una leve sonrisa y se acerca a mí para abrazarme. quedo un poco sorprendida pero no dudo en rodear su cintura y apoyar mi cabeza en su pecho.

y al segundo sé que esa simple acción hace que nos unamos más.

— ¡Iván se ha abierto la puerta!— grita Rodrigo desde adentro.

el chico se suelta de mí y va corriendo hacia adentro preocupado por sus amigos, cuando entro yo después un poco asustada y confundida veo a Iván hablando con Osvaldo y Rodrigo mientras éste no paraba de mirar a su alrededor aterrorizado.

— ¿puedes hablar con más claridad, Rodrigo?— pregunta Iván calmando a su amigo.

el ojiverde asiente, mira a Osvaldo y después a Iván.

— oímos un ruido extraño proveniente de afuera y cuando fuimos a asomar la cabeza para ver qué era...— su voz se corta y pasa su mano temblando encima de su rostro—. Iván, su puerta se estaba abriendo y vimos su mano.

intento pensar y conectar los pocos puntos que llego a entender para dar con la conclusión sorprendente de que hablan del chico/paciente que vive en la habitación 307, no entiendo su tanto miedo pero dado a cabo lo que me había pasado con esa habitación podía entender un pequeño porciento de su temor.

— la concha de la lora, ¿intentaron asegurar la puerta?— cuestiona Iván jugando con sus manos nerviosamente.

— hemos hecho todo lo posible pero Iván él ahora es mucho más...

— poderoso, lo sé.— interrumpe el pelinegro a su amigo.

abro los ojos relacionando ese adjetivo con el mismo que decía esa carta.

¿es la misma persona que nos atormenta?

de repente las luces empiezan a parpadear y unas pisadas se escuchan entre medio de ese silencio, quedo paralizada y los chicos en esa oscuridad desaparecen. no llego a sentir que estoy sola ya que la gran mano de Iván agarra la mía y me arrastra a no sé dónde, tras segundos largos de oscuridad me hace entrar dentro de una especie de habitación pequeña con la iluminación de una bombilla.

él me hace entrar y una vez estamos los dos adentro cierra la puerta con mucha rapidez mientras sus manos tiemblan, un poco desorientada me limito a sentarme en esa cama sin mantas ni sábanas para poder pensar mejor la situación pero por más que intento encontrar razón alguna nada consigue satisfacerme.

— espero que estemos a salvo aunque sea hasta que pase todo.— susurra Iván mientras frota sus manos por los nervios que demuestra tener.

lo miro fijamente intentando que entienda que quería saber lo que ocurre porque aunque llevo tan solo un día el sitio está comenzando a darme escalofríos para ser honestos, Iván se acerca a mí sin sentir mis ojos clavados en él y se sienta junto a mí apoyando su espalda contra la pared. el ambiente queda en silencio hasta que alzo una ceja sin dejar de observarlo.

— ¿qué está pasando aquí Iván?— murmuro siendo directa.

el pelinegro suspira.

— escuchá, tan solo es tu primer día.— empieza a decir y frunce sus labios aguantando seguramente algunas lágrimas que de repente aparecen en sus ojos—. posta no quiero que te vayas sin conocerte aún.

intento esconder la pequeña sonrisa que se asoma en mi rostro y creo una línea fina con los labios.

— ¿por qué querría irme, Iván?— susurro y por primera vez dentro de mí no quiero que me responda la pregunta.

abre sus labios para contar algo pero antes de que eso pase la luz empieza a parpadear de manera terrorífica y unos golpes con bestialidad se escuchan contra la puerta, al no esperarme eso mi reacción es soltar un pequeño grito pero Iván llega antes de que se escuche nada y consigue tapar el sonido poniendo su mano encima de mis labios. se crean unos segundos de silencio hasta que unos arañazos contra la puerta resuenan por toda la habitación, cuando pasan los segundos se hace insoportable y cierro los ojos a la vez que mis manos intentan tapar mis orejas para anular el sonido.

no cuento cuánto tiempo me quedo en esa posición ni cuánto dura el sonido pero cuando lentamente abro los ojos los brazos de Iván me rodean protectoramente y ya todo se encuentra en un silencio sepulcral.

la puerta se abre de par en par dejando ver a un Rodrigo sudado con una herida en su mejilla con un poco de sangre brotando de ella y a un Osvaldo con cara de preocupación con un cuchillo en su mano. el primer nombrado se acerca a mí y me abraza dejándome sorprendida por su preocupación por mí.

quedo rígida pero agradezco por el abrazo inesperado de Rodrigo y él se separa con una pequeña sonrisa tímida.

— me alegro que estés bien.

— digo lo mismo.— susurro con una sonrisa no obstante después hago una mueca de preocupación viendo detalladamente sus pequeños cortes por su mejilla.

— ¿qué ha hecho esta vez?— cuestiona Iván y se levanta de la cama un poco temblando con Osvaldo al lado.

los dos chicos que han llegado ahora se miran entre ellos y luego sus miradas se dirigen hacia el rizado.

— tienes que ver esto Iván.

éste no pierde tiempo y sale de la pequeña habitación como un rayo para pararse en frente de la puerta con una cara que no gustaría ser la culpable nunca, con lentitud me acerco a ellos y un mal olor inunda mis fosas nasales.

— ella es mía.— leo lo que está escrito con lo que se supone que es sangre a juzgar por su olor y la textura espantosa que tiene.

sin siquiera saber quién ha escrito eso siento una pequeña corazonada de que está dirigido a mí, puede sonar estúpido o muy razonable ya que soy la única chica de aquí no obstante no le doy muchas vueltas por los nervios que se esparcen por mi cuerpo y el miedo que empiezo a sentir estando aquí.

— voy a matarlo.— gruñe Iván apretando sus puños con molestia.

— ¿a quién?— pregunto cruzándome de brazos intentando mantener el calor corporal ya que empiezo a sentir frío.

— callate Iván, es imposible.— dice Rodrigo ignorando mi pregunta por completo.

— ¿a quién no puede matar? ¿de qué va todo esto chicos?— comienzo a perder la paciencia viendo que ninguna opción que pienso no concuerda con nada que va pasando.

los tres se miran sin saber qué hacer o decir hasta que Osvaldo clava sus ojos en mí.

— ¿nos sentamos?

no muy convencida de la razón de por qué sentarnos, acepto sin ninguna otra opción y mientras todos van hacia donde nos encontrábamos antes de que pasara todo eso. encuentro un botiquín con pocas cosas pero con lo necesario, me encamino hacia ellos y sacando las cuatro cosas que hay adentro me siento delante de los dos chicos afectados.

— no lo vimos en ningún momento pero su presencia ya era suficiente para hacernos perder otra vez la cabeza.— ya han comenzado a hablar pero no dudo en escuchar lo que dice para intentar entender alguna cosa—. las heridas no son nada comparado con el dolor físico que nos ha hecho sentir, Iván.

la mirada del recién nombrado se desvía hacia el suelo y nos quedamos en silencio tan solo pudiendo escuchar el viento de afuera chocar contra las ventanas cerradas, de repente los ojos de Iván están fijos en los míos y mientras aprieta sus manos suspira frustrado.

— ¿entonces ella...?— empieza a murmurar con la voz un poco entrecortada.

— podría ser.— continua Rodrigo.

antes de que yo pueda decir algo o preguntar algo, Iván se levanta furioso con las manos hechas puños. este también iba a gritar pero Osvaldo alza una mano frenando sus palabras.

— es inútil tu actitud, ya sabes cómo es Iván.— le recuerda con ningún tipo de sentimiento en esa frase.

quedo desconcertada con la escena sintiéndome la protagonista de una historia que no tengo el derecho de saber ni el argumento ni su título.

— ¡pero no quiero que se la lleve! ¡no quiero que...!

— ¡Iván cuando digas una palabra más la dejarás a ⎽⎽⎽⎽⎽⎽⎽⎽⎽⎽⎽⎽⎽⎽⎽  en bandeja, callate ya!— le frena Rodrigo levantándose también con rabia que no pensaba que él tendría.

el pelinegro aprieta su mandíbula muy enfadado y sin siquiera mirarme, se aleja de nosotros desapareciendo por alguna de las puertas que tiene en su habitación. me levanto también sin entender qué acaba de pasar pero cuando Osvaldo y Rodrigo están apunto de irse, los paro enseguida.

— ¡esperen! ¿van a dejarme así? quiero saber qué ocurre conmigo.— exclamo desesperada para que me hablen, me avergüenzo de mi propia actitud y hago una mueca—. además no les he curado las heridas.

Rodrigo mira a Osvaldo y a continuación da un paso hacia mí para abrazarme unos dos segundos.

— otro día te lo contamos, ¿sí?— susurra y antes de que diera alguna respuesta los dos se van por la puerta y corren hacia sus habitaciones.

quedo en silencio sin saber qué hacer y es cuando mi cabeza se da cuenta que de seguro es muy tarde, el sueño cae encima mío como un cubo de hielo y decido que ya hablaré con Iván mañana ya sin tener el tema tan reciente. suspiro por todos los nervios pasados en un momento y con mucha valentía salgo de esa habitación, la mía queda un poco lejos y lo único que se me pasa por la cabeza es correr.

y así hago, mis zapatos se escuchan por todo el pasillo y eso me crea una ligera ansiedad. una vez delante de mi puerta intento meter la llave lo más rápido posible pero sin saber por qué no entra bien. frunzo el ceño con los nervios a flor de piel y de repente la sangre se me hiela al sentir un aliento frío detrás mío e intento olvidarme de ese detalle e intento forzar la puerta, a continuación el frío recorre mi brazo y justo al llegar a mi mano la puerta es abierta.

sin ni siquiera preguntarme por qué, entro a mi habitación literalmente petrificada y con un cansancio que solo cuando mi cabeza roza la almohada quedo en un sueño profundo.

2209 palabraaaas.
[actualizado 14/07/2023]

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