THE DEVIL
Los demonios son malos, crueles y retorcidos. Pero, sin duda, no hay nadie como él.
***
—¡La bruja! ¿Dónde está la bruja? Busquen por todas partes. Hay que dar con ella para quemarla. Alguien que genera tantas desgracias no puede seguir con vida.
Iria temió por su vida mientas permanecía escondida tras un árbol. Su corazón no dejaba de latir contra su pecho cuando sentía los fuertes pasos de todas esas personas que iban tras ella. ¿Qué mal había hecho? Toda su vida se la había dedicado a la iglesia. Le había entregado su vida a Dios siendo monja, y le había prometido ayudar a las personas, incluso cuando había sido tan desdichada al ser abandonada por sus padres...
Ella solo quería hacer el bien. ¿Por qué todos se habían vuelto en su contra?
—Es una mujerzuela. Sedujo al padre de la iglesia que le dio tanto amor...
La gente no mentía, pero ese hombre había intentado poner sus manos sobre ella de una forma indebida, y aunque le debía todo, no pudo evitar darle una bofetada para luego escapar. No era la primera vez que se le había insinuado, pero sí la primera en que parecía que no iba a parar. Ella tan solo estaba rezándole a Dios, pidiendo un poco más de bien en el mundo, cuando ese hombre vestido de negro se puso tras ella y no la permitió ponerse de pie.
Estaba adorrillada, y frente a la figura de Jesús con un hombre metiendo sus manos bajo la tela de su ropa. No había sido capaz de permitir que siguiera.
Comenzó a correr cuando la luz de las linternas se comenzó a ver con mayor intensidad. Estaba en medio del bosque con una espesa oscuridad y sin saber a dónde ir. Las ramas y hojas de los árboles chocaban contra su cuerpo. El suelo cada vez estaba más difícil de transitar y, de repente, ya ni siquiera había un lugar al que seguir. Había llegado a un principio, y las personas estaban pisando sus talones con lo cerca que estaban.
—Perdóname, Dios —susurró en un hilo de voz. Y sin pensarlo más, se dejó caer al vacío.
—No te perdono.
Iria, de forma inesperada, apareció entre los brazos ajenos de una figura que comenzó a subir entre raíces oscuras hasta estar nuevamente a la altura de todas las personas que habían visto como acababa con su vida.
—¡E-es el diablo! —tan solo bastaba con ver sus ojos y su figura que provenía desde las profundidades para saber de quién se trataba.
—Buenas noches a todos. Lamento la interrupción en esta noche tan bella, pero, ya saben, soy el diablo y después de todo, la noche es una de mis aliadas más preciadas —esa sonrisa gentil no podía esconder más intenciones detrás—. Y pensar que ustedes, humanos, han salido a cazar una mujer cuando la luna está tan linda. Cuando me enteré estaba en shock. No sabía que podían ser tan entretenidos. Incluso me recuerdan a mis diablillos, sí... Siento que podría hasta aprender de sus acciones.
Pareció que nadie se atrevía a siquiera emitir el más mínimo suspiro.
—En el fondo parece que conocen a la perfección las alegrías que pasan los hijos del mal. Aún sabiendo que esto está mal, no les importa seguir ciegamente a quienes quieren cometer este crimen —soltó una risa que dejó a todos congelados—. Ustedes, criaturas inferiores, dejen que les enseñe una lección.
🔖
Iria despertó sintiéndose rara. ¿Había llegado al cielo a pesar de su pecado? Todo era tan hermoso y brillante. Nunca en su vida había visto algo así. La cama en la que estaba era enorme, y las mantas se sentían muy suaves al tacto.
—¿Cómo te sientes?
Un hombre guapo la miraba desde el costado de la cama.
—¿Acaso eres un ángel?
El diablo se quedó en silencio un momento sin saber qué responder.
—Estoy muerta, ¿no? Por ello supongo que tú eres un ángel. ¡Ah! Tal vez seas Dios. En ese caso me disculpo por mis palabras.
—Espera, detente un segundo. No soy Dios, soy...
La mirada de Iria era tan dulce, que incluso tratándose del Diablo, no podía evitar querer ser amable con ella.
—Un ángel, sí. Es un placer conocerte.
—¡Lo sabía! Nunca había visto a alguien con tanta belleza, pero claro, eres un ángel. No me tendría que dejar deslumbrar tanto.
—Sí, hum... Cambiando de tema. Fuiste acusada de ser bruja, pero sé que no lo eres y también sé todo lo que has hecho hasta ahora. Tuvo que ser muy difícil para ti, pero ya no tendrás que preocuparte por eso.
—Eh, sí, eso... Muchas gracias —una lágrima se escapó, logrando que otras le siguieran—. Perdón, mis lágrimas no quieren parar.
El diablo, siguiendo sus instintos, dio un suave beso en dónde las lágrimas nacían hacia las suaves mejillas. Iria se sintió rara, su cuerpo repentinamente estaba caliente; como si estuviera hirviendo.
—Ah, discúlpame. Mi saliva tiene un efecto afrodisíaco en los humanos. No esperaba que te afectara por un toque tan pequeño.
—¿Tu saliva?
—Quizás esto sea parte de la redención. Sí... Siento que es el caso. Puedo ayudarte a olvidar todos esos recuerdos desagradables que tienes.
—¿Lo que duele? No es que duela exacta... Ah...
—Eso es un alivio. Pero dime, ¿qué se siente ser tocada por alguien más? ¿Se siente bien?
El diablo, quien tenía literalmente manchadas sus manos, había aprovechado el momento para levantar el camisón de la muchacha y llevar sus dedos hasta ese recóndito lugar que nunca había sido tocado por alguien más. Iria era virgen en tantos sentidos...
—S-sí. ¿Por qué se siente bien?
—Qué adorable eres... ¿Sabes cuántos dedos hay en tu interior?
—Uh... N-no.
—Concéntrate en las sensaciones. Te haré sentir mucho mejor... Pondré más dedos dentro, adivina cuántos serán.
El Diablo tenía habilidad con sus dedos e Iria lo supo cuando suaves suspiros comenzaron a escapar desde el fondo de su garganta. Él acariciaba su cabello, besaba sus pechos y hacía alguna clase de magia dónde sus piernas se juntaban. Pero sentía culpa, ¿qué estaba haciendo con un ángel?
—Ya metí tres dígitos en tu interior. ¿Lo sientes? Deberías mejor verlo por ti misma.
—No... Esto se siente como si... Como si algo viniera pronto. En serio se siente muy extraño.
Su rostro estaba colorado, y del extremos de sus ojos parecían querer escapar pequeñas lágrimas. La mano del Diablo se movía hacia atrás y luego arremetía, a la vez que sus dedos se movían de forma extraña en su interior.
—No es del todo raro... Ugh. Intenta decir: "Estoy por venirme". Se sentirá mucho mejor, te lo prometo. Ah... En serio estás por venirte. Mírate, prácticamente a nada de llegar al climax.
Iria sintió que algo explotó en su interior mientras los dedos del Diablo seguían acariciando la zona sensible. Su cuerpo se sentía raro y su mente parecía estar en la nubes. Estaba... Adormecida.
—¿Estás bien? Lograste llegar al climax, eh —parecía que sus palabras estaban bañadas en miel—. ¿Cómo te sientes? ¿Ya has bajado de él?
—Eso... Eso se sintió sanador.
—Tu alma no estaba satisfecha y eso repercute en tu cuerpo. Si quieres puedo hacerme responsable de esto. Como ángel también es mi deber, claro, siempre que lo quieras y lo permitas...
—Está bien. Muchas gracias —el Diablo la sorprendió con un beso—. Señor ángel, que...
—Jungkook.
—¿Eh?
—Llámame Jungkook. Así me llaman todos por aquí.
Otro choque de labios resonó entre las paredes de la habitación. Cuando se separaron, Iria le quedó observando.
—Como soy tu ángel, esto no está mal.
🔖
—¿Mi señora, qué está haciendo?
Una figura alta y con cabellera rubia hizo presencia en la sala de estar. Era el ayudante del Diablo.
—Estoy haciendo medicina. Es un pasatiempo que me gustaba mucho hacer. Ayudar a los demás me hacía muy feliz.
—Ya veo... ¿No prefiere tomar un té en vez de seguir con eso? Mi señor me dijo que me asegurara de que tuviera una estancia cómoda aquí, si la descubre trabajando, de seguro me reprenderá por permitirlo.
—Es que... No tengo nada más que hacer. Esto es lo que me entretiene.
—Si ese es el caso, permítame poner al tanto al señor. Espéreme aquí, mi señora.
¿Realmente se había convertido en la esposa de aquel ángel? Iria no podía dejar de darle vueltas al asunto. ¿Los humanos se podían casar con los ángeles tras la muerte? Y sobre todo... ¿Se podía estar con alguien cuando se conocían hace tan poco? Nada era muy claro, pero si de algo estaba segura, era de que Jungkook era muy amable y bueno con ella. Tal vez demasiado, e incluso en ese tipo de situaciones en donde... ¡No! Sus pensamientos no se podían ir por ese rumbo, si hasta el calor de sus mejillas le avisó.
Ella misma iba a preguntarle qué más podía hacer. Tenía la voz buena para hablar, por lo que no entendía la razón por la cual siempre tenía que haber un intermediario. Las voces de Jungkook y su ayudante se escuchaban más fuerte a medida que se acercaba por el pasillo. ¿Estarían discutiendo por su culpa? Esperaba que no.
—Y creer que de estar entre cadenas y hornos, ahora me la paso tras una humana por todo el castillo. Llega a ser embarazoso.
—Solo quiero que no siga sufriendo...
—Vaya, el demonio de los demonios yendo tras una simple humana y ocupando sus poderes. Qué escándalo.
Iria, lamentablemente, ingresó a la habitación en el momento preciso para escuchar la última parte de la conversación. ¿Jungkook no era un ángel? Había estado todo este tiempo engañada y creyendo en su mentira. No podía seguir ahí... Estar tan cerca del Diablo solo le traería problemas, incluso más catastróficos que los que ya había experimentado.
—Espera.
Un fuerte humo negro acompañado de raíces apareció frente a ella, quien se vio obligada a detener sus pasos cuando entre todo eso apareció la figura de Jungkook, quien ante sus ojos ya no se veía como un ángel. Era la viva imagen del Diablo, y recién lo notaba.
—No te acerques.
En su bolso llevaba una pequeña cuchilla con la cual se apoyaba al momento de hacer medicina, pero que sin embargo, en las manos de un creyente era un arma mortal para los demonios. No dudó en apuntarla hacia la figura frente a ella. Sus manos temblaban, pero intentó ser lo más firme que podía.
—Esto no es lo que parece... Yo... Uh... Yo solo quiero ayudarte.
—"No te tragues las palabras dulces del Diablo, es el primer paso hacia la destrucción". Hasta un niño sabría eso —su mirada era dura, Jungkook tan solo la observó—. ¿Desde cuándo empezó esto, acaso cuando me acusaron de ser bruja? ¿Era tu plan mimarme para después dañarme?
—¿Eso es lo que piensas? ¿Que eso es lo que un Diablo como yo quiere hacerte? —su mirada se volvió más oscura— ¿Piensas que te voy a ahogar en agua, vino o medicina? ¿O quizás que te utilizaré como una ofrenda de sacrificio?
—N-no lo sé, pero si ese es el caso, ya no tengo donde ir, tan solo me queda el lugar al que en tuve que terminar tras mi pecado.
La punta del filo acarició su cuello. No había otra opción... Toda su vida la había pasado en la iglesia, y ya nada volvería a ser como antes. ¿Ir a un lugar nuevo? No, eso no existía para alguien como ella.
—Deja de bromear —sus manos manchadas fueron a parar una a su rostro y otra sostener el filo para que no penetrara su piel—. Siempre estuviste esperando vivir una vida bendecida bajo la mano de Dios, ¿pero en qué resultó? Simplemente decides renunciar a tu vida humana, así que supongo que no está mal si yo tomo desde ahora el rumbo de lo que te pase. Sí, tuve que haber hecho esto desde el principio.
De repente ya no estaban en el medio del pasillo. De alguna forma habían terminado en la habitación del Diablo, con Iria recostada sobre la cama como esa primera vez que había abierto los ojos en medio de una brillante habitación.
—¿Qué vas a hacer?
—Mírate, siendo tan hermosa... ¿Sabes lo que quiero? Quiero introducirme en ese adorable agujero. Empujarme dentro y fuera hasta hacerte un lío. Sin duda te follaré hasta que no te quede ningún un fluido —sus ojos estaban inundados por el deseo—. Te haré olvidar todo lo malo que pasaste. Esto es "redención", solo que la versión del Diablo.
—Tal vez tendríamos que hablar primero.
—Eres una monja y yo el Diablo. Ya es increíble pensar qué había que hablar algo entre nosotros en primer lugar.
—Lo siento tanto. En serio lo siento...
Jungkook tomó su mentón al ver su mirada suplicante y llena de congoja.
—¿Con quién te disculpas? ¿Acaso con Dios por haber caído ante el Diablo? —la mano manchada se fue deslizando por el centro de su pecho— No te culpo, eso significa que tu racionalidad todavía sigue intacta, al menos hasta ahora.
La mano del Diablo fue reemplazada por su boca, no sin antes haber terminado de apartar la tela que cubría la suave piel. El húmedo músculo se fue deslizando hasta pasar por el estómago y siguió el recorrido bajando un poco más. Iria quiso empujar esa cabeza que ya estaba entre sus piernas, pero sus manos atadas por la raíces de antes se lo impidieron. No se había percatado de ese detalle entre todo el ajetreo.
Su lengua estaba llena de saliva y sus manos se sentían calientes. Mientras una la sostenía de la cadera, la otra se encargaba de acariciar ese punto que la primera vez le había hecho sentirse perdida. Y nuevamente se sentía así, con la mente nublada y la sensación de que algo estaba por venir. Cuando empezó a succionar sus ojos se abrieron de golpe por la impresión, pero no duró mucho así, ya que los cerró enseguida al sentir esa sensación demoledora como si se tratase de una explosión.
—Impresionante. Esta vez incluso llegó a mi rostro —su lengua se paseó por la comisura de su boca que había quedado más manchada. Sus dedos no tardaron en volver a introducirse—. ¿Puedes oírlo? Está tan pegajoso aquí abajo.
Iria lo sentía, pero no podía responderle por mucho que quisiera. De su garganta solo salían gemidos al sentir sus largos dedos acariciándola en cada terminación nerviosa que era posible. Ni siquiera era un movimiento brusco, pero bastaba con el hecho de que frotara sus dedos en el interior para que sintiera chispas por todas partes.
—Uh, n-no chupes, por favor.
Todo su cuerpo estaba sensible. Cuando la mojada lengua fue a parar a uno de sus pechos se sintió perderse entre la niebla de su mente otra vez. Su respiración era inestable. Todo estaba caliente. Todo se sentía bien. Y Jungkook tan solo estaba acariciando suavemente su interior, pero eso era suficiente para sentir que otra oleada de placer vendría en poco tiempo. Y así fue, la mano del Diablo no tardó mucho en quedar brillosa y empapada por los fluidos de la pobre mujer.
La sensación de que algo vendría parecía no querer acabar...
—¿Ya llegaste a tu límite? Pero si este es el principio.
El Diablo, quien hasta el momento estaba con su ropa, de un momento a otro quedó totalmente desnudo. Gateó hacia Iria lentamente a través de la cama, y con unos suaves toques en los labios rojos de la fémina, logró que abriera sus ojos. Iria nunca había visto el miembro de un hombre. En su vida llena de castidad, con suerte había tenido interacciones con alguien del sexo opuesto si se trataba de ayudarlo con alguna medicina o si era el padre de la iglesia.
—¿Quieres una probadita?
—N-no lo sé. Yo...
—Tendré cuidado. No te preocupes.
El Diablo regresó a su posición entre las piernas de la monja. Su mirada estaba encendida en lujuria y deseo. Tomó su miembro comenzando a introducirlo, e Iria no se atrevió a detenerlo. Todo lo que hacía lograba hacerla sentir muy bien.
—Mira... Está entrando lentamente. Te estás abriendo de a poco. Estoy seguro de que lo sientes, ¿es así?
Claro que sí. Iria lo sentía en su interior y era... Grande. Eso la asustó un poco.
—Mmm... Este lugar me está succionando —sacó su miembro del interior y lo comenzó a frotar en la entrada llena de fluidos de la propia chica—. Qué adorable.
—Se siente incómodo. No creo poder... Más adentro no...
—¿Qué se siente incómodo? Vamos, termina la frase, por favor.
—Tu... Uh, tu miembro.
—¿Qué tiene?
—Es muy grande... Me da miedo que... no entre bien y me haga daño.
Jungkook soltó una risa mientras se volvía a introducir de a poco. Apoyó sus manos al lado de la cabeza de Iria y dejó sus rostros a tan solo unos cuantos centímetros. Algunos de sus cabellos acariciaron la frente de la chica provocándole cosquillas.
—Lo estás haciendo muy bien... Mira... Me puedo meter sin problemas. Estás tan empapada. No hay forma de que no se deslice, tú misma me llevas hacia el interior —volvió a su posición de rodillas mientras ponía sus manos sobre las rodillas de Iria para separar un poco más sus piernas. Salió y se volvió a introducir con un poco más de fuerza—. ¿Te parece si pruebo volver a acariciar este punto?
—¡No! Siento que me voy a venir otra vez...
—Déjalo salir. Vamos, puedes soportarlo.
Y pasó, Iria nuevamente sintió que algo explotaba en su interior. Sus espalda formó una bonita curva, y Jungkook la sostuvo a la vez que una nueva oleada de fluidos cubría otra vez su miembro. Él estaba plenamente encantado y se acercó para depositar suaves besos en su rostro mientras otra vez volvía a arremeter en su interior. Sus cuerpos rebotaban en la cama y estaban todos sudados. Iria se sentía casi morir, nunca había experimentado ese nivel de placer tantas veces seguidas. Solo podía gemir mientras se agarraba a las mantas ya húmedas. Hace un rato se había soltado de los amarres en sus manos, pero no tenía la fuerza suficiente siquiera para alejarlo un poco.
Llegaba al climax una y otra vez sin parar. Y los besos del Diablo iban aumentado su intensidad. No había parte en su cuerpo que no tuviera humedad, y entre su visión algo borrosa, podía asegurar que el lugar se estaba llenando de un suave vapor.
—No puedo... Que alguien me salve...
—Ay, Iria, hasta Dios te abandonó. ¿Crees que alguien vendrá en verdad? Vamos, sé buena y date la vuelta para apoyar tus brazos en el colchón.
Su cuerpo parecía ya ni siquiera ser suyo. A pesar de todo el agotamiento que tenía, lo obedeció y alsó su trasero esperando ser penetrada otra vez. Jungkook estaba muy entretenido con su reacción y decidió darle un pequeño descanso, pero no se alejó del caliente cuerpo que tenía delante de él, tan solo empezó a juguetear un poco frotando su miembro contra la resbaladiza hendidura. Pero la tentación era grande, y mucho más si se trataba del Diablo, así que muy a su pesar, introdujo tan solo la punta. De esa forma repitió la acción, balanceando suavemente su cadera hacia atrás y delante.
—Como ya sabes, mi saliva tiene un efecto afrodisíaco que sin duda ya conoces —su rostro se fue acercando hacia la nuca de Iria, quien podía sentir el caliente susurro que le hacía temblar todo—. Pero los efectos del semen son mucho más fuertes. Una vez que llegue al útero, te hará volverte loca. ¿Quieres probar?
Jungkook empezó a introducirse un poco más, y ante la falta de respuesta, dio una fuerte estocada que provocó un sonido húmedo en el silencio de la habitación.
—No... ¡Ah!
Los gemidos de Iria no se hicieron esperar. El Diablo parecía viciado por entrar en ella lo más profundo que se podía. Había estado asustada al principio, pero a diferencia de lo que creía, tan solo podía pensar en lo bien que se sentía cuando su cuerpo era empujado. Sus brazos dolían, pero nada de eso importaba. Esas manos manchadas que se aferraban a su cintura se sentían correctas en ese momento.
—Mmh... Me voy a venir. Aguanta un poco —cuando el semen empezó a salir, la sostuvo contra su cuerpo evitando que se moviera. Así estuvo un par de segundos, hasta que el chorro se detuvo—. Lo voy a sacar ahora, ¿si?
Iria suplicó en un susurró que no se moviera. Todo estaba pegajoso y sentía demasiado rara. Estaba tan sensible que podía sentir cada centímetro moviéndose para salir. Cuando finalmente el miembro de Jungkook llegó a la entrada, dio un respingo que la hizo ponerse todavía más sensible al rozar su piel toda mojada por los fluidos de ambos ya mezclados. Un gemido desde lo más profundo de su garganta nació sin que lo pudiera detener, y le siguieron unos cuantos gimoteos por el repentino vacío en su interior.
—Vaya, qué gemidos más impresionantes —su rostro estaba ligeramente más rojo, e intentaba regular su respiración tras toda la acción—. ¿Qué significa esto? ¿Acaso quieres más?
—Sí... Dame más, por favor —sus ojos estaban llorosos y su mente incluso había superado esa barrera de neblina. Estaba totalmente cegada por el deseo.
Jungkook la observó en silencio. Su cuerpo estaba completamente sudado y desde su posición podía ver sin problemas su propia esencia escurrir por esos pliegues que había estado penetrando. ¿Iria era así de preciosa, o es que él mismo estaba sufriendo los estragos por todo lo que habían hecho?
No siguió esperando más, y con ojos amables se encontró con la mirada nublada de Iria.
—Está bien.
¿5 minutos después? ¿O tal vez 10? El paso de tiempo ya ni siquiera tenía relevancia o sentido. Los gemidos de ambos sonaban con fuerza en la habitación, especialmente los de Iria, quien ya parecía sollozar por el placer que había invadido su cuerpo. Estaba desesperada por sentirlo más. Con las pocas fuerzas que tenía tiraba de sus muslos para que Jungkook volviera a introducir su miembro incluso si había acabado otra vez. Ante una súplica tan clara, hasta el mismo Diablo podía ser algo benevolente. La tomó por Detrás de sus rodillas y se volvió a introducir, la fuerza del impacto solo logró salpicar un poco más de los fuidos de ambos.
—Te lo daré todas las veces que quieras.
—Sí... Se siente tan bien...
Sus lenguas se volvieron a frotar en un beso obsceno, y aunque lágrimas cayeron de los ojos de Iria, no podía sentirse mejor.
Otro par de minutos pasaron y cambiaron de posición. Iria nunca había montado a alguien, pero al parecer el efecto de la saliva y el semen eran lo suficiente fuertes como para que lo quisiera intentar, y mucho más si ya estaba todo mezclado.
—Ah... Ahí viene otra vez...
—¿Qué cosa?
—Esa sensación tan... Ah, perdón. Se salió —una sonrisa embobada apareció en su rostro.
Jungkook dio una suave risa al verla, y le dio unas palmaditas a su muslo para que no se sintiera mal por lo que había pasado.
—Está bien, fue un pequeño error. Deja que yo lo sostenga para que puedas bajar —Iria hizo uso de todas sus fuerzas para resistir de cuclillas con sus manos apoyadas en los muslos del Diablo. Ya con la aprobación de Jungkook, empezó a bajar para montarlo nuevamente—. ¿Se siente mucho mejor?
—Mucho... Muchísimo mejor...
Luego hubo otro cambio de posición. Iria estaba entre las piernas de Jungkook sostienendo su miembro mientras lo introducía en su boca para juguetear con su lengua. El Diablo la miraba con ojos oscurecidos. Era una de las escenas más preciosas que había visto en toda su existencia.
—¿Sigues queriendo más?
Iria tan solo se apartó un momento para responderle.
—Sí, por favor.
La pobre había perdido toda su racionalidad. No sabía dónde estaba ni como se llamaba, tan solo quería ser tomada por él. Sentir sus dedos a lo largo de su cuerpo, el sudor deslizándose hasta dar con las mantas ya completamente sucias. Algo, muy en el fondo de su cabeza, le decía que tenía que parar, pero no podía. Incluso cuando sus manos iban a sostener las muñecas de Jungkook, tan solo podía sujetarse para lloriquear por un poco más. El sonido vulgar de sus cuerpos chocando encendían una chispa que no se apagaba por más que acabaran de llegar a la cúspide del placer. Estaba sedienta por sentirlo en cada instante y el Diablo no se quedaba atrás.
—Mierda... Yo también me voy a venir. Halagame más, hazlo...
—Jungkook... Ugh, está saliendo. Lo siento muy profundo. N-no dejes que se salga... No lo dejes... Lo quiero todo...
El impacto de sus pieles era tan fuerte que probablemente cada rincón del castillo estaba enterado de lo que estaban haciendo. Iria pasó sus brazos por detrás del cuello de Jungkook intentando tener algo de apoyo mientras su cuerpo entero temblaba gracias a la última estocada que había hecho estragos en su ser. El Diablo no quería alejarse, pero tan solo unos segundos después los brazos de Iria cayeron a su lado en señal de agotamiento total, y aprovechando el momento, se hizo atrás retirando su miembro completamente empapado por los fluidos de ambos.
—Ah... Está goteando mucho desde dentro. Eres todo un lío ahora, eh —Iria no mostró ni la señal más mínima de querer moverse, hasta su parpados se habían cerrado debido al cansancio extremo—. Y pensar que fuiste profanada por un hombre como yo. Qué lamentable...
🔖
Mientras Jungkook la observaba tras limpierla y ponerle ropa nueva, recordó el pasado.
Nacido entre llamas, con garras afiladas y temor a la luz del sol y el agua bendita. Incomprendido y apartado. Viviendo una vida de soledad vagando por las oscuras noches entre la espesura del bosque. Unas de esas noches es que había encontrado a un lobo herido, estando ambos en soledad lo quiso ayudar, pero lamentablemente sus poderes nada tenían que ver con eso.
Los poderes de su especie eran fuertes, pero tenían que pagar el precio de llevar la piel manchada con quemaduras y un olor repugnante para cualquier ser vivo. Sin duda, era una maldición asquerosa que los condenaba a la soledad eterna. No existían los derechos para un ser de su calidad. No había absolutamente nada.
—¡Lobito! Te he traido la ración de carne de hoy.
Era la misma chica que años después estaría en su cama completamente desnuda y siendo consumida por el placer.
Aunque estaba condenado a la soledad, por alguna razón en ese momento se atrevió a acercarse a ella luego de que hubiera terminado de curar la pata del lobo. Pensó que se asustaría y se marcharía aterrorizada, pero en su lugar, observó sus vendas y su piel llena de quemaduras.
—¿Duele mucho? Tienes unas quemaduras bastante feas. Si quieres te puedo ayudar...
—No, no es...
—¡Estoy segura de que traigo conmigo medicinas para quemaduras! Te ayudarán, lo prometo.
—La medicina no hace efecto en mí. No te preocupes por eso —Iria se acercó un poco más a él—. Tampoco te acerques mucho...
—¿Por qué?
—Mi piel incómoda a las personas, no es agradable de ver. Es asqueroso...
—No es así, o por lo menos yo no opino eso, pero respeto tu posición —se acercó más hasta envolver una de sus manos que estaba llena de vendajes y le regaló la sonrisa más dulce del mundo—. Por favor, prueba esta medicina más tarde. Estaré rezando para que funcione y te recuperes.
Y funcionó.
Su piel mejoró casi por completo, tan solo dejando sus manos con las manchas de su oscuro pasado. Para Jungkook, Iria en ese momento fue una verdadera santa, y sin poder olvidar el trato tan amable hacia alguien como él, decidió que velaría para que esa preciosa sonrisa nunca desapareciera de su rostro. Era imposible que un ser como él la tuviera, pero al menos cuidando de ella se podía sentir más tranquilo.
Sin embargo, las cosas no fueron como esperaba. Por lo que a fin de cuentas, alguien como él ni siquiera era capaz de velar por su bienestar. En algún punto... Esa sonrisa se esfumó.
***
Los demonios son malos, crueles y retorcidos. Pero, sin duda, no hay nadie como él.
Recurrió a lo más bajo para corromper a una humana. Y aunque la trataba como a una princesa, no dudó en encadenarla para que no se fuera de su lado.
E Iria nunca se lo iba a perdonar.
05/03/23
No sé qué hice pero lo hice 🤙
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