
Capítulo VII: Consagración
Cuando la última firma fue dibujada sobre el papel, la sonrisa victoriosa de Charlie se alzó mientras miraba al resto de los señores demoniacos que yacían a su a su alrededor. El pacto de no agresión finalmente había sido firmado, así como el reconocimiento universal de la reina Charlotte Morninstar como la máxima soberana de aquel reino. Y así, no solo todo el infierno reconocía el ímpetu de su reina, quien había reforzado su poder en los siete anillos, sino que una vez las negociaciones fueron concluidas, se pudo respirar la paz por primera vez en muchos siglos dentro del infierno.
Era un cambio abismal del que muchos tenían dudas y ciertas preocupaciones, pero desde una esquina, aplaudiendo la ocasión que se celebraba, Alastor podía decir que no había nada porque temer, pues la fortaleza de su reina lograría superar todo, incluso la inclemencia del cielo.
Fue así, que desde el fallecimiento del rey Lucifer y la reina Lilith, se celebró un banquete de celebración en el palacio interior, aquel que había sido exclusivamente de los reyes originales y que la reina Charlotte no se había atrevido a utilizar debido al sentimiento que este le confería. Pero ese momento era diferente. Un cambio de era significaba dejar todo dolor atrás y celebrar los buenos recuerdos con cariño, por eso cuando la reina ingreso por aquel intrincado pasillo, decorado de vidrio, oro y diamante, pudo sentir como un par de manos se inclinaron en sus hombros, como dándole ánimos y felicitaciones por sus logros alcanzados.
Charlie se volteó mirando para ambos lados, cuando un sentimiento cálido de instalo en su pecho, logrando que un par de lágrimas sinceras se formaran en sus ojos.
—¿Lista?
Con rapidez, se limpió los ojos, sonriendo con firmeza mientras lo tomaba de su mano, rompiendo por completo el protocolo.
—Siempre —contesto.
Y ambos entraron al salón tomados de la mano. Un fuerte aplauso los recibió cuando ingresaron. Muchos demonios, grandes señores y lores supremos se encontraban entre los presentes reverenciando la providencia de su reina quien les sonrió campante, disfrutando de la celebración que dio inició con un elegante baile. La música comenzó a entonarse de parte de la orquesta, y casi de inmediato, Alastor extendió su mano hacia su reina para tomar la primera pieza de baile, siendo aceptado al instante por Charlie, quien se afianzo a él, feliz y contenta de ser merecedora de dichas atenciones.
Ambos caminaron hasta el centro del salón, la mirada atenta de todos los presentes sobre ellos mientras ambos solo se veían directo a los ojos. Aunque era un acto formal, las risas y las sonrisas seguían aflorando en sus expresiones, así como las muestras de cariño y sensualidad típicas de una pareja enamorada.
Todos los veían, nadie dudaba de su relación, la cual era reverenciada por muchos como la más impresionante después de los primeros reyes del infierno. Y Charlie gozaba de esas apreciaciones, porque adoraba el hecho de ser reconocida como la amante del demonio de la radio. Sin embargo, ella quería más, no estaba conforme con solo ser una amante, quería darle una mayor formalidad, pero no podía hacerlo. Protocolarmente y casi como una norma tacita, era el hombre que debería dar el paso, pero ya había pasado más de un año de aquellas palabras tan trágicas que la llevaron a su máxima batalla hasta la fecha. Había salido invita de la guerra, pero no había recibido las palabras correctas de su misma boca.
Y aunque había tratado de esperar, darle su espacio para acomodar los asuntos pendientes, Ángel se había desesperado en el camino, casi gritándole que debía orillarlo a que le pidiera matrimonio, que, si seguían a ese paso, trascurrirían otros eones más sin una propuesta adecuada. Por ello, este confecciono un plan para buscar el tan esperado anillo, y como una propuesta en la cama era demasiado rebuscado y poco romántico, Charlie espero al día del baile en el palacio. Se había vestido de un maravilloso vestido escarlata como los ojos de Alastor, y dejado su cabello suelto y con ondulaciones, tal como el adoraba. Se había preparado para orillarlo incluso si era necesario, lo que no espero es que luego de algunos saludos oficiales y conversaciones banales, no lo encontrara por ningún lado.
—¿Han visto a Alastor? —pregunto a Ángel y a Vaggie que estaban rodeando la mesa del banquete, atiborrándose de alcohol y aperitivos.
—Se fue a la terraza hace un momento —le respondió la polilla sin mucho interés.
Charlie asintió, siguiendo su camino hasta la terraza que se encontraba despejada de cualquier otro ser viviente y no viviente. Muchas sombras estaban despejando el perímetro, ahuyentando a cualquier otro ser que quisiera ingresar, dándole una favorable privacidad al wendigo que se encontraba fumando un cigarrillo en ese momento.
—Deberías estar afuera, también eres parte importante de la celebración —le recordó.
La sonrisa tenue de Charlie se sumó al gesto desinteresado del consejero, que apago el cigarro en su presencia, tomando su mano de inmediato para besar su dorso.
—Tú debes ser la máxima protagonista hoy, dulzura. Ya acaparé los focos del público por mucho tiempo —comento divertido y Charlie casi ríe en respuesta.
—Es extraño que lo digas, siempre quieres ser el centro de atención —expreso, dándole un codazo suave en el hombro, este compartió el gesto, pellizcando juguetonamente su mejilla izquierda.
—Solo si es tu atención —respondió, y con esa coqueta respuesta, Charlie casi se siente caer, obligándose a ponerse firme para seguir con su cometido.
—Mi atención siempre esta puesta en ti —le dijo, buscando su mirada.
En ese instante Charlie no sabía cómo podría resultar todo, un miedo indiscriminado y sin sentido se apodero de su estómago, gritándole que había posibilidad que él no la viera como algo serio y por ello nunca le había pedido formalizar nada.
Pero Alastor no continuo con sus palabras, frenando el gusano de la ansiedad que estaba gestándose en su cabeza.
—Es verdad, y estoy en verdad agradecido por ello, mi encantadora y bella demonio —susurro, besando su frente, dándole el impulso que ella necesitaba para seguir.
—Es extraño—comento de repente, viendo el horizonte de la ciudad—. Ya ha pasado todo un año de aquella batalla y siento como si hubiera si un siglo...
Hubo una pausa silenciosa, la brisa de la noche soplando entre ellos, iluminados por las luces del salón tras de ellos. El recuerdo de aquel encuentro, el momento en el que ella dejo todo, arriesgando su propia vida para ir a salvarlo.
—Tú no sueles dejar las cosas a medias, Alastor —le dijo, siendo precisa con sus palabras, el trasfondo de ellas expresado. Y ciertamente, eso era algo que al wendigo no le gustaba a hacer—, y hay una conversación pendiente que todavía tenemos que ajustar luego de esa batalla.
Casi había pasado un año desde la guerra en el círculo de la envidia. Un año desde que Alastor infundo el más grande temor a todo aquel que osase a levantar sus manos en contra de la reina y exactamente un año, desde que la reina Charlotte se impuso con todo su poder, destruyendo por completo cualquier atisbo de rebelión en su contra. Lo que vino después no fue igual de sencillo, la mentalidad aun con tales hechos era difícil de cambiar, pero una vez entrado en el dialogo, las cosas fluyeron en un solo resultado que era el esperado.
Aun así, sin un descanso apropiado y atendiendo asuntos de mayor importancia, las conversaciones personales tuvieron que esperar, llegando a ese momento.
—Sí, tienes razón —concordó, su gesto tranquilo se matizaba con la suave brisa, y aquella sonrisa solo se incrementó al voltear a ver a la persona que tenía al lado—. Debo disculparme de antemano, fue un momento inoportuno y para nada apropiado para lo que en verdad usted se merece.
Algo espontaneo quizás hubiera bastado, una simple conversación y una afirmación certera pudiera haber pasado como algo entendible, pero Alastor no quería nada de esto. Una reina como ella no merecía menos que una declaración de su calibre, con todo el honor y la dedicación que un ser tan hermoso en cuerpo y alma merecía. Ella no era solo su reina, era el demonio más encantador y bello que pudo haber tenido el placer de encontrar, y aunque el proceso había sido complejo y lleno de baches, al final todo termino en ese momento.
—Usted no solo es la señora a la que he jurado mi eterna lealtad, sino alguien a quien estimo demasiado —comenzó a decir, tomando toda la atención de Charlie—. Me atrajiste a ti desde el primer momento, con tu suave forma de ser y la inocencia de tu mirada. El encantador tono de tu voz, así como su sonrisa fueron los que hicieron quedarme a tu lado, y aunque tuve el fatal error de traicionar tu confianza, puedes tener la fe de que primero moriría antes de apuñalarte nuevamente por la espalda.
Charlie contuvo las lágrimas en sus ojos, uniendo sus manos sobre su rostro cuando Alastor se arrodillo ante ella, de su gabardina extrajo una diminuta caja de terciopelo rojo el cual escondía un anillo de zafiro y oro, tan gradual y brillante como el color de sus ojos.
—Charlotte Morningtar, mi reina —la llamo, tomando su mano—. Charlie ¿me harías el honor de casarte conmigo?
Al final del día, allí estaban los dos. Él arrodillado ante ella como el fiel caballero que cernía su lealtad infinita, consagrando su corazón y su cuerpo de forma única para la única persona que era digna de tenerlo. Porque le había entregado a su vez su corazón y su cuerpo, dejando mostrar su verdadero ser cuando estaba oculta tras una máscara de hierro, luchando sola contra todo el mundo que amenazaba con consumirla.
Solo un te amo no era suficiente para dignificar todo el amor y devoción que el demonio tenía hacia su reina. Y no había mejor forma para él que unirse por el resto del tiempo, traspasado por los eones y la materia, superando cualquier tipo de adversidad.
—¡Dile que si por dios! —grito Ángel esperando con Vaggie al borde de la entrada a la terraza. Ya se estaba desesperando por saber el desenlace de todo eso, aunque la respuesta ya todos la tuvieran.
Ignorando a los dos infiltrados por completo, Charlie salto de alegría, casi sin poder evitar abandonar cualquier rastro de reserva o tranquilad, demasiado feliz y conmovida como estaba por las palabras del wendigo.
—¡Si, si, si! —chillo ella, lanzándose a sus brazos—. Por supuesto que me casare contigo, Alastor.
Ese era solo como un sueño feliz que la soñadora reina jamás pensó obtener, y fue tan hermoso verlo frente a ella, volviéndose realidad. Anunciándose como el final feliz de un cuento de hadas, haciéndole volver a esos momentos de paz cuando era niña, y aun sus padres estaban con vida.
Verse a ella bailar al lado de Alastor, celebrando el anuncio de su matrimonio le recordó tanto las tardes de Jazz que tenían sus padres, disfrutando de sus momentos a solas, sonriéndose tan cálidamente y disfrutando del calor del otro mientras eran infinitamente felices. Era algo tan maravilloso luego de tanto dolor, de tanta dificultad y desdicha.
Y en ese punto Charlie estaba segura que, si no hubiera contado con su apoyo, todo hubiera sido tan diferente, hubiera quedado sola y sin aliados, muerta en el peor de los casos. Olvidada en lo más profundo de la nada.
Pero estaba allí gracias a él, y era por él que estaba nuevamente disfrutando del calor de una familia, de unos hermosos hijos que se convertirían en el legado de todo lo que ella y sus antecesores habían construido a fuerza de lágrimas y sangre. Pero no había nada que temer, porque ella era la reina demonio, que estaba dispuesta a volver a luchar en las profundidades del infierno si ameritaba hacerlo. Solo para proteger y mantener feliz a su amada familia.
Buenas noches mis corazones, lamento la tardanza y en mi defensa, aun no son las 12 en mi pais, pero casi. Bueno, fue un gusto en verdad haber traido este fic corto para ustedes, tenia esta idea hace tiempo pero la semana Charlastor2023 me hizo sacarla adelante, en verdad, espero que ustedes la hayan disfrutado tanto como yo al escribirla.
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