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Capítulo V: Rescate

La envidia. Un sentimiento ajeno e irrisorio que Alastor no había sentido demasiado en su vida. Dante la había descrito como la tristeza ante el bien ajeno, ese no poder soportar que al otro le vaya bien, ambicionar sus goces y posesiones, así como también desear que el otro no disfrute de lo que tiene. Y quizás no podía llegarse a catalogar como lo que en verdad podía llegar a ser, porque ser el anillo de los traicioneros era ser demasiado condescendiente con sus habitantes tan patéticos, pero cuyo deseo era tal, que su poder los hacía ser demasiado insistentes para conseguir lo que deseaba, y para el Wendigo, eso comenzaba a ser molesto.

En este lugar no había un castigo para los culpables de malicia y fraude, pero si era pozo profundo que podía atrapar a los débiles, y otorgarle un inmensurable poder a los que tenían la fortaleza suficiente para asumirlo.

Entonces, ahora que se encontraban en pleno anillo de la envidia, se entendía el porqué la reserva de la reina Charlotte con relación a este anillo. El lugar donde el mismísimo Judas había sido castigado por el mismísimo Lucifer, era el lugar más amplio donde ríos y lagos de hielo sobresalían entre sus parajes, con ciudadanos impuros y prepotentes, que lo hacían uno de los anillos más problemáticos y cuyo conflicto con la corona del infierno había escalado a guerra casi desde del fallecimiento del rey Lucifer, solo que habían encontrado el momento idóneo para empezar su contrapartida.

Charlotte y Alastor no podían negarlo, Los Von Eldrich habían jugado muy bien sus cartas, aprovechándose de la supuesta debilidad de la reina, avanzaron en su ofensiva hasta que esta se convirtió en algo que no podían ignorar. Y la amenaza latente de una invasión al anillo del orgullo les hizo replegar sus fuerzas defensivas a las áreas circundantes del palacio, mientras que Alastor tomaba las escuadras demoniacas de Lucifer, llevándolas a la batalla contra el nuevo señor de la envidia.

Y eso es lo que ahora se enfrentaban, gigantes nacidos de pozos infernales de sulfuro y vapor, criaturas caídas hacia tanto, que podían estar mucho antes de la rebelión de Lucifer ante el cielo, y al mismo tiempo, estaban aquellos que trascendieron de la naturaleza humana, usurpando poderes que no habían nacido con ellos, como él mismo. Pese a su poco racionamiento, seguían a su maestro por instinto, y aunque Seviathan Von Eldrich permaneció en la retaguardia todos los días que llevaban en combate, la influencia de su poder aun llegaba hasta el campo de batalla. Eso los dejaba en una gran desventaja, puesto que el ejercito demoniaco liderado por Alastor comenzaba a retroceder y a ser masacrado ante el poderío de aquellos titanes que aun con sus cadenas, lanzaban piedras de gran tamaño contra la caballería, reduciendo a los soldados y retrasando el avance.

A cada nuevo momento que pasaba estaban en mayores aprietos, los refuerzos del circulo de la ira estaban demasiado lejos y tardarían en llegar, necesitaba darles tiempo para llegar o alcanzarían la entrada a la ciudad que les daba acceso al elevador del infierno. Un movimiento mal ejecutado, y la capital infernal estaría bajo su dominio.

—¡Señor, acaban de romper la última línea de defensa! —grito uno de los caballeros de infantería, chasqueando la lengua, Alastor se acercó al exterior del campamento.

—¡Puedo darme cuenta de eso! —respondió. Mierda, estaban en muy mala posición. No podía permanecer en la retaguardia de ese modo o morirían de igual modo—. Refuercen la caballería y los bordes, yo iré al frente —respondió, sacándose su saco favorito, aquel de rallas rojas y vino tintó, que le recordaba tanto a la sangre de sus víctimas. El mismo se encargaría de dibujarlos con ese color, el color puro de la sangre que estaba en todos.

Hacía mucho tiempo que no volvía su verdadera forma.

Desde la zona más lejana del campo de batalla, todos los demonios presentes oyeron un terrible gruñido. Uno profuso y escueto, similar al graznido de un cuervo, pero agonizante y silbón, capaz de helar la sangre, y deteniendo en un momento el enfrentamiento de las bandas enemigas. El ejercito de Von Eldrich se estremeció al momento de alzar la vista encontrando la figura extendida del wendigo, quien empezó a crecer en tamaño, sus hombros sobresaliendo, con el pelo brotando toda su extensión, sus piernas cambiando a las de un venado, con sus retorciéndose hasta convertirse en garras. A más de uno se le volvió a erizar el pelo, ante el reconocimiento del poder que exhumaba aquella criatura.

Un llamado hizo que las filas imperiales se replegaran dejando libre el camino, porque en esa condición, al demonio le era muy difícil diferenciar amigos de enemigos. Sin embargo, gracias a sus orientaciones iniciales, sus filas aliadas se replegaron a los lugares indicados, dejándole el paso libre para luchar sin preocupaciones.

Llevando el paso, se volvió para mirar atrás. Los Jinetes que le acompañaban parecían alzarse amenazadoras en lo alto de un cerro de hielo negro y macizo, logrando la reacción esperada sobre las filas enemigas, sembrando el miedo y la incertidumbre, debían darle la vuelta a la batalla. Las garras del wendigo se hundieron sobre sus primeras víctimas, destrozando todo lo que estuviera a su paso, hombres, caballería, demonios e incluso parte del terreno. Era una masacre exquisita, el premio necesario para la frustración que sentía en su pecho. No estaba dispuesto a dejarles pasar, no permitiría que llegaran a ponerle un solo dedo encima a su señora. Incluso si debía morir por segunda vez para protegerla, Alastor estaba más que preparado para sacrificarse si eso era lo que tenía que hacer.

Del mismo modo, a una distancia muy lejana del campo de batalla, Charlotte se encontraba en el palacio de infierno mordiendo su uña hasta hacerse una herida sangrante que no dejo de profundizar hasta que Ángel vino y le aparto sus manos de su boca.

—No lo hagas muñequita, te harás daño —le dijo.

Pero ella se apartó, siguiendo de igual forma. La desesperación y el desconocimiento de la situación le estaba volviendo loca, haciéndola pasearse de forma nerviosa por toda la sala de su despacho.

El palacio estaba rodeado y resguardado por las escuadras demoníacas de su padre, las de mayor rango y lealtad dentro de la casta demoníaca. Demonios tan poderosos como el rey Paimon y su hijo Stolas estaban dentro del palacio reforzando las barreras dentro de la ciudad, la defensa era buena y podía decirse que estaban seguros ante un posible ataque. Pero eso no quitaba el malestar que tenía Charlie en el estómago por todo lo que estaba sucediendo.

De inmediato, llegó ante el despacho un caballero emisario, este acerco y se arrodilló ante la reina con apremio.

—¿Cuál es la situación dentro del anillo de la envidia? -pregunto. Su tono y voz no disimularon la preocupación que se matizaba en su máscara de hierro, pero a este punto, ya nadie le importaba.

—No tenemos noticias de Lord Alastor, mi señora -contesto este con pena—. Seguimos esperando algún mensaje que aclare su situación.

Charlie chasqueo la lengua, casi despachando al caballero en cuestión, quien permaneció firme y arrodillado ante ella, esperando proseguir con su mensaje.

—Mi señora, también hay algo más que debe saber —comento—, Lady Vagatha se encuentra esperando por usted a puertas del castillo —expreso con reserva, captando la atención tanto de Ángel como Charlie.

Ambos demonios corrieron apresurados a la entrada sur del castillo, cuya puerta era únicamente conocida para aquellos que habían vivido y trabajado en el palacio.

Allí, ambas mujeres se miraron, una desviando la mirada primero por culpa de la vergüenza.

—¿Qué haces aquí? —apenas tuvo la fuerza para preguntar. No se sentía aun capaz de mirarla a los ojos, a diferencia de Vaggie, quien pudo mirarla por largo rato antes de contestar.

—He venido porque estaba segura que necesitarían de mi ayuda por lo critico de la situación —indico. Parecía cansada, su expresión llena de preocupación le hizo saber a Charlie que sus palabras eran sinceras.

No se habían hablado durante casi dos meses luego de su aparatosa ruptura. Tenerla de nuevo allí era un recordatorio de todas las faltas cometidas y todas las disculpas que aun debía. Pero saberla a su lado, nuevamente leal, era un satisfactorio alivio, porque no imaginaba lo mucho que la había extraño, pese a que sus sentimientos por ella fueran diferentes.

No existieron abrazos ni movimientos afectuosos entre ellas, todavía la distancia estaba demasiado marcada, pero si permitió la conversación sobre la situación actual del anillo del orgullo y el desconocimiento de lo que estaba pasando en el anillo de la envidia. A ese punto, había muchas cosas en juego y una gran amenaza latente en caso de que Alastor no pudiera frenar el avance de las tropas Von Eldrich, pero aun con toda la racionalidad pisando su cabeza, Charlie solo podía esperar que todo estuviera bien donde él estaba.

Las horas pasaron, el viento helado traspaso el cuerpo de Alastor quien bajo un suspiro tenso. A su alrededor, múltiples cadáveres reposaban sobre el austero terreno de hielo, el repiqueo de los caballos había cesado, así como los gritos de clemencia y dolor. Solo quedo una pequeña cúpula de soldados que se replegaron a su base, muy cercana al mar de sulfuro, cuando vieron que habían perdido su superioridad numérica.

Volviendo a su forma más humana, Alastor siseo por el dolor de una herida en su costado, sin saber en qué momento se hubo provocado. Sin perder el tiempo, alzo la mano para seguir con la avanzada, dando pie a que las ultimas de las escuadras siguieran el paso hasta el borde del mar. Allí se suponía estaba el ultimo atisbo de la rebelión, si lograban neutralizarla en ese lugar, no habría necesidad de seguir a un enfrentamiento superior, con solo tomar la cabeza de los Von Eldrich, todo el resto de la casta noble se vendría abajo.

Siguieron avanzando, el consejero liderando el camino, atento a cualquier amenaza que pudiera surgir. Siguiendo por el camino escabroso de pinos y arbustos, al wendigo le llamo la atención como de la nada los murmullos de los jinetes y caballeros cesaba de golpe mientras que todos los bosques y tierras de alrededor se desvanecían como en una niebla. De pronto, oyó el chapoteo del agua, que batía espumosa alrededor. Sintió como su instinto más profundo le advertía de un mal superior que se acercaba, y aunque dio un grito apresurado, no sirvió de nada.

Como una tormenta, un golpe de un millar de rocas azoto contra la zona donde se encontraban, que favorecido por lo inestable del terreno

En lo bajo del camino, un personaje a caballo se detuvo y dio media vuelta relinchando furiosamente. Había nueve Jinetes allí abajo, junto al agua, y Alastor se sintió enfurecer ante la amenaza de aquellas caras levantadas que se sentían seguras con las armas medievales que tenían entre sus manos. Frente a eso, se encontraba campante el líder de la rebelión: Seviathan Von Eldrich. Aunque su gesto de orgullo estaba presente, había un gesto en su expresión que parecía seguirle con precaución a pesar de todo el daño que sus hombres habían causado.

—Espera encontrarte aquí, demonio de la radio: Alastor.

—No espere que siquiera salieras de tu madriguera, serpiente ponzoñosa —bramo Alastor, ya cansado y herido. A ese punto, era inútil tratar de escapar por el largo e incierto camino que llevaba a los lagos de hielo. La cólera estaba comenzando a dominarlo, al haber caído en su trampa luego de haber avanzado tanto.

Seviathan hizo el gesto de querer reír, aunque solo pudo mostrarse como una tensa mueca. Aunque ninguno tenía a sus grandes ejércitos respaldándolos, era seguro que podían encontrarse en una situación más ventajosa para la facción noble.

—Si algo me has demostrado, humano, es que contigo no podemos desviarnos en trucos baratos, acabemos con esto de una vez por todas, Alastor.

Era una jugada arriesgada pero precisa, una vez el había ingresado al campo de batalla, la balanza de poder se inclinó a su favor, dejándolos en desventaja. Incluso con su verdadera forma y sus poderes, el cansancio de la guerra le hacía mella en su resistencia, dejándolo vulnerable ante un poder primigenio revestido de gran experiencia.

—Comencemos con nuestro verdadero enfrentamiento, demonio de la radio.

El delicado rostro esmeralda del demonio comenzó a convertirse en una mezcla amorfa de piedra y hielo. Aquella composición, similar a una estatua se movió y de allí, poco a poco fue abriéndose conforme abría la boca, esta se fue abriendo más, y más y más hasta romper por completo la figura antropomorfa de lo que Seviathan Von Eldrich, hasta soltar algo que yacía en su interior.

Aquel ser pegajoso y escurridizo, retrocedió como una serpiente hasta llegar al agua, momento en que toda la tierra empezó a temblar. En ese momento, algo dentro del consejero se removió en una mezcla de pavor y alerta, una señal de su propio cuerpo ante la amenaza sin precedentes que estaba por salir de aquel mar de sulfuro. Obligándose a no retroceder, clavo sus garras en sus propios brazos, buscando salir del shock que pudo llevarlo a un ataque de pánico. Aun cuando era un demonio completo, sus raíces humanas reaccionaban al mal originario, al ser heredero de las palabras del padre todo poderoso y que habían sembrado el final para dar un nuevo comienzo: ese era Leviathan.

Aquella serpiente Marina de Gran tamaño emergió de las profundidades para mirarlo con aquellos ojos dorados. Jamás en su vida imagino tener que enfrentarse a unos de los males más grandes del mundo, pero allí estaba. A puertas de la muerte, escuchando el sonido silbante de lo que fue alguna vez el heredero de los Von Eldrich. El olor a podredumbre y sangre era demasiado, al punto que podía notarlo demasiado.

Sacando una llave negra de su bolsillo, musito unas palabras que hicieron que el objeto se transformara en el adorable minino de un ojo. Este se erizo ante la presencia maligna que los amenazaba, pero Alastor lo invito a enfocarlo, precisando entregarle un mensaje urgente.

—Entrégale a mi señora estas palabras, es de vital urgencia que las escuche —dijo.

Le expreso su mensaje al familiar mágico quien pareció derramar una lagrima con lo último indicado. No supo porque, quizás como una señal de aprecio, pero Alastor lo acaricio antes de ordenarle que se fuera.

Y este, con premura, desapareció siguiendo sus órdenes. Volando entre los diferentes anillos como un haz de luz difuminada que evito todos los peligros para alcanzar finalmente el destino necesitaba. Kee Kee apareció de sorpresa sobre las manos de una estupefacta Charlie, quien se quedó impávida al tener al familiar entre sus manos. Aquella criatura era el último recurso de Alastor en caso de una situación fulminante y casi temblando, la reina acaricio la criatura que rozo su mejilla, dejándole oír en su mente el mensaje enviado por el wendigo.

—¿Qué dice el mensaje? —pregunto Vaggie, Ángel saltando en su espalda para escuchar también-

—¿Qué rayos dice? ¿Está muerto sonrisas? —grito este, siendo golpeado por la polilla para que se callara.

Sin poder evitarlo, las lágrimas comenzaron a rozar sus mejillas, al mismo tiempo que la energía restante de Kee kee lo abandonaba, la conexión espiritual se había cortado desde una de sus partes. Con desesperación, las palabras de Alastor se repitieron en su mente, como un mantra fúnebre:

"Le pido que no venga a por mí y procure mantenerse firme en cualquier circunstancia. Resistiré así sea lo último que haga, para impedir que den un paso fuera de este anillo. No llore por mí, mi reina. Su amor y bondad debe ser replegado a su pueblo, así como sus firmes acciones para unificarlo. Y mi amor por usted, será desplegado en esta última acción, con el fin de protegerla cueste lo que me cueste".

—Tengo que ir —fue lo primero que dijo apretando la llave contra su pecho—. Tengo que ir ¡No puedo dejar que muera así nada más! —grito desesperada, corriendo hacia la puerta, siendo detenida de golpe por Vaggie.

—¡No puedo dejar que vayas, es un suicidio! -le grito la demonio polilla con desesperación, le jalaba con fuerza del brazo, impidiendo que saliera corriendo del salón-.

—Vaggie tiene razón Muñequita, eres la reina, no debes moverte de aquí —le recordó.

Y tenían razón. Era un suicidio salir de esa forma. Tenía un deber, esperar y proteger ese lugar, el legado de sus padres, costara lo que costara. Alastor había cumplido su trato de lealtad hasta sus últimas consecuencias, y ella como reina debía estar conforme, manteniendo su deber hasta el final.

Pero en su interior, la débil y temblorosa Charlie se negaba a perderlo.

—Déjalo y ya, incluso si muere no deberías preocuparte por él, es mejor así —decía la polilla, pero el pánico terrible que inundaba el corazón de Charlie era implacable.

No podía, simplemente no imaginaba una vida sin Alastor de su lado, no podía dejarlo morir así como así.... No le importaba el peligro latente que pudiera significar, durante todos estos años luchando a su lado, no hizo más que ayudarla y escucharla, siendo el sostén que ella necesitaba en ese momento tan vulnerable para ella y siendo la voz de la razón cuando creía que todo estaba perdido. No podía simplemente dejarlo así.

Así que, cerrando los ojos, se soltó con suavidad del brazo de su ex amante y la miro. No sabía exactamente que había reflejado en sus ojos pero Vaggie se quedó congelada, soltándola con lentitud, casi obteniendo un reconocimiento implacable al mismo tiempo que Charlie soltaba su gabardina escarlata y caminaba hasta el salón interior de su oficina. Una vez dentro, exhibido en un gran pedestal de cristal, estaba la gran espada del fin de los tiempos, un arma sagrada, herencia de su padre y que no había sido empuñada desde su rebelión contra el cielo.

En ese momento, Lucifer se había alzado contra su padre, Dios, por una causa que no podía precisar, ni aun en su lecho de muerte, pudo saberlo. Pero ahora, ella tomaría esa espada por un fin que ella consideraba en verdad digno, y era salvar la vida de la persona que más le importaba.

Camino firme ante la mirada desconsolada de Vaggie, quien estaba acompañada de Ángel. Viendo a este con firmeza y suavidad, le dijo:

—Mantengan la barrera del castillo mientras estoy fuera, si ven algún problema, no duden en enviar a Kee Kee a avisarme —indico.

La temerosa Charlie había desaparecido de su expresión dejando a la implacable reina Charlotte Morningstar para tomar la fuerza que necesitaba para lanzarse a la batalla. Desde su sitio, viéndola a punto de partir, Vaggie la llamo en un hilo de voz.

—¿En verdad irás? —le pregunto, su expresión rota y su corazón rompiéndose en pedazos—, ¿En verdad irás a salvarlo aun a costa de tu propia vida?

Charlotte no sé volteo, sostuvo la espada de su padre firmemente entre sus manos y asintió en silencio, antes de marcharse del lugar con paso apremiante.

Casi desde su salida, las llamas tomaron su cuerpo y los rasgos demoníacos fueron expuestos con su mirada escarlata, de inmediato invoco un portal de color rosa que al atravesarlo la dejo en caída libre sobre un lugar rodeado de agua y mares. A lo lejos, pudo divisar la verdadera forma de Seviathan, como una serpiente marina de gran tamaño, sosteniendo entre su cola al wendigo que luchaba por salir de su agarre. Y fue ahí que noto la vibración de la espada, un palpitar enérgico y cálido que clamaba con ser desenvainada al estar en presencia de su objetivo.

Había llegado el momento.

¡Feliz noche! Los fallos de luz casi no me lo permiten (los que vivimos en Venezuela me entenderan) pero aquí esta, como les habia prometido. Disculpen la tardanza, he tenido todo en contra pero, gracias a dios, el capítulo esta listo y como esperaba, sinceramente, se llevo un largo esfuerzo y por ello tarde algo más, pero estoy satisfecha, espero que igualmente les haya gustado. 

Mañana espero tener los dos capítulos y que sean todo un cumulo de emociones para ustedes en esta recta final de la Charlastorweek2023

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