III
Durmió en su cómoda cama cuando había llegado a la casa, seguía pensando en todo lo dicho por la rubia, no conocía del todo a los humanos, no era emun experto en esa especie así que quizás Annie tenía razón en lo que le había aconsejado.
"Aprovechó y aprendo sobre los humanos, me servirá para cuando gobierne éste sucio mundo."
Abrió los ojos con el pensamiento de que tendría aquella alma como diera lugar.
Bajo para hablar un poco con sus padres, no necesitaban comer en ningún momento, sus cuerpos (Aunque se asemejara a los humanos.) sólo podían digerir almas humanas como cuando estaban aun en el inframundo. Cuando ya estaba por cruzar la puerta de su casa, tronó los dedos para que su uniforme se ajustara más a su cuerpo, los pantalones negros ahora se moldeaban a cada curva que tenía, recordó a un chico que había visto el día de ayer que tenía un arete color negro en el lóbulo de su oreja e hizó que un arete negro apareciera también en su oreja izquierda y finalmente ocultó el peculiar collar que tenía una llave adentro de su camisa, se miró al espejo por última vez, estába analizandose a sí mismo y finalmente decidió hacer que sus pestañas fueran más largas y eso se logró al tronar de nuevo sus dedos.
Al llegar a la preparatoria, esta vez todos lo miraban, muchos con lujuria, otros con envidia y algunos sólo lo miraban sorprendidos, le encantaba ser el centro de la atención. Al llegar a su salón, inmediatamente la gente lo rodeo con intención de ser sus amigos pero Eren sólo se dirigió a un chico de cabello azabache que miraba un libro de portada gruesa.
—Hola, quería presentarme adecuadamente ya que ayer no nos conocimos de la mejor forma. —Intentó sonar formal pero no tanto para no incomodar al otro, como le había dicho Annie. —Mi nombre es Eren ¿Y tu eres...?
—¿Puedes molestar a otro tipo? No quiero un moco detrás de mi. —Respondió con fastidio para seguir leyendo su libro.
Eren fingió una sonrisa para volver a su asiento de forma frustrada, puso su barbilla en su mano como si formará un puchero y miraba hacia el frente sin saber que por el rabillo del ojo, un azabache lo miraba.
En las primeras horas de clase enseñaban historia y matemáticas, cosas que a Eren no le importaban en lo más mínimo puesto que eso estuvo estudiándolo durante cinco años en el inframundo gracias a que creía que debía saber lo básico sobre cómo sobrevivir en el mundo, no quitaba sus ojos del pizarrón pero no era porque le interesará, sino que sólo estába pensando en su siguiente movimiento.
El descanso llego, todos estaban comiendo o jugando algún deporte para entretenerse y muchos estaban acompañados por distintas personas y ese era el caso de Eren: Muchas personas lo seguían y eso comenzaba a desesperarlo de una manera extrema hasta que se encaminó al baño donde apenas entró, le cerro la puerta en la cara a todos sus "admiradores" miró a cada esquina del baño hasta toparse con una ventana relativamente grande, corrió hacia ella y dió un salto para sujetarse en ella hasta que luego de dos minutos pudo salir del baño por medio de esa ventana y aterrizó en la azotea de uno de los pequeños edificios que acompañaban la gran escuela. Muchos se hubieras roto las piernas al aterrizar desde esa altura pero ese no fue para nada el caso del castaño.
Comenzó a mirar la azotea con curiosidad, nunca había llegado hasta ese lugar pero su mirada se topó a una persona peculiar que parecía dormir mientras que estaba sentado en el suelo y recargado en el barandal que se encargaba de proteger a los estudiantes que subieran. Eren se acerco lentamente y con curiosidad para sorprenderse de ver al azabache que tanto quería encontrar.
—¿Qué tanto miras, mocoso? —El chico levantó la cabeza para mirar a Eren con fastidio pero eso fue lo que menos le importo al castaño cuando vió el estado del azabache: Tenía un moretón en la mejilla y su labio estába roto.
—¿Pero que demonios te paso a ti?
—Eso no te importa. —Giró la cabeza hacia la izquierda.
—Sino me importará, no te habría preguntado. ¿Qué te paso? —Esperó unos minutos pero siguió sin recibir respuesta, dió un suspiro con resignación. —Sino me quieres decir, está bien. —Camino hacia la salida para entrar de nuevo al edifício, dejando al chico de corte militar solo quien pensó que ya estaría solo pero luego de unos momentos, Eren volvió a atravesar la puerta peroa hora con su mochila.
—Está bien que no quieras decirme, pero al menos debo curarte. —El menor se agacho a la altura del otro para buscar algo en su mochila.
—¿Y qué? ¿Me vas a curar con magia? —Se burló pero no podía sonreír gracias a que su labio roto le dolía aun y eso se notó cuando mostro una mueca de dolor.
—Claro que no... Eso sólo los arcángeles pueden hacerlo. —Dijo en un susurro casi inaudible que para el otro paso desapercibido. Eren comenzó a sacar medicinas para el dolor y pomadas de su mochila cosa que sorprendió al otro.
—¿Tienes todo un botiquín de primeros auxilios en tu mochila?
—Es porque soy muy torpe y debo cuidarme. —Se excusó, no podía decir que hizó mágia para que esas cosas aparecieran en su mochila. Agradecía internamente que su padre era médico en este mundo y que un par de veces lo vió curar personas así que sabía lo básico de las cosas que se necesitaban y cómo aplicarlas.
Acercó su mano a una pomada que comenzó a poner en la mejilla del azabache, estaba tan concentrado curandolo que le sorprendió que éste le hablará de repente.
—Levi. —Dijó de repenteel azabache, ganándose una mirada desconcertada de Eren. —Mi nombre es Levi Ackerman.
El castaño sonrió ante la confesión, estába feliz y eso lo demostró cuando sonrió, esta vez era una sonrisa sincera, sin ninguna muestra de querer tener algo a cambio. Levi solo pensaba que nadie lo había curado o preocupado por él, no pudo evitar darle su nombre a Eren porque parecía que era lo que buscaba mucho.
Nunca creería que Eren quería más que su nombre.
Cuando terminó de curarlo, guardo todo de nuevo en su mochila para levantarse con sus manos en los bolsillos al igual que Levi. —Bien, te veo mañana aquí. —Dijo con una sonrisa.
—Sólo porque sepas mi nombre, no significa que seamos amigos.
—Lo sé, pero que me hayas dejado tocarte y que me dieras tu nombre es un gran avance para mi ¿No crees? —Y Eren salió por la puerta de la azotea.
Levi sonrió.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro