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II

Eren había llegado a su casa, una casa vacía a causa de que sus padres debían estár fuera buscando un alma que comer o practicando hechizos nuevos que podrían ayudarle más adelante. Subió a su habitación para comenzar a quitarse la ropa hasta quedar en bóxer y se miró en el largo espejo que colgaba en la pared.

—¿Que rengo de mal? Elegí el color de ojos más lindo que me dieron a escoger, mi piel es suave y atractiva, mis labios son esponjosos y rosas, también tengo buen cuerpo... ¿Qué me falto?

Siguió pensando el porqué aquel azabache que desconocía de nombre no le había hecho caso anteriormente hasta que el sol cayó para dar bienvenida a la noche y Eren decidió salir a buscar una respuesta en las calles de la ciudad. Estuvo dos horas caminando, miraba parejas agarradas de la mano, uno que otro asalto en callejones y personas que extrañamente paseaban a su mascota a esa hora de la noche. Estába apunto de resignarse para dar vuelta a su casa hasta que una música inundó sus oídos, volteó a dirección donde provenía el ruido para dar con un establecimiento que dejaba ver un par de luces de colores junto con esa buena música. Caminó a su dirección y cuando planeaba entrar, un hombre corpulento se interpuso.

—Identificación. —Pidió el hombre calvo.

Le reclamo a su amo internamente por haberle puesto esa edad de 17 años, ni siquiera tenía los 18 para ser legal en ese país. —Yo creo que esto se puede solucionar fácilmente ¿No lo crees? —Sus ojos se entrecerraron para mostrar lujuria y llevar una de sus manos al pecho del mayor quien con rapidez cambio su porte serio a uno lleno de picardía.

El guardia lo sujeto de su muñeca para guiarlo adentro del establecimiento, no pudo apreciarlo como quiso pero sabía que en unos minutos podría verlo bien. Entraron a una bodega que abrió el señor que aparentaba unos 40 años y el hombre se dirigió inmediatamente a sus labios pero Eren lo detuvo cuando lo sujeto de su cuello.

—¿Qué pas...? —La pregunta quedo en el aire cuando Eren apretó más sus manos y giró el cuello del tipo de una forma para nada normal.

Crack.

El hombre cayó al suelo como saco de papas y el castaño se dirigió a la puerta para abrirla. —Pude comer tu alma, pero no me gusta cenar porquerías. Te veo en el infierno, cariño. —Y salió.

Al fin pudo apreciar todo el lugar, había personas bailando un vaivén alborotado, meseras con poca ropa que atendía a los clientes y personas que simplemente conversaban mientras bebían. Eren no pudo evitar bailar un poco en la pista pero luego de un rato decidió setarse en la barra y pedir cualquier bebida, nunca había tomado algo de alcohol en su estadía en el mundo y tenía mucha curiosidad de hacerlo pero una rubia con un cabello desarreglado le habló.

—¿Es tu primera vez aquí, no?

—Si, ¿Cómo sabes? —Eren la miró mientras sujetaba el pequeño vasito de whiskey que le habían dejado al frente.

—Te ves muy novato. —Justamente cuando terminó de decir eso, Eren tomo el líquido del vaso para comenzar a toser. —¿Por qué te ves tan curioso? ¿Algo te carcome la duda?

—¿Eres adivina o algo parecido?

—No creo en esas cosas. Sólo tengo lo que dirían un "sexto sentido".

—Pues deberías de creer en estás cosas, pueden ser más reales de lo que crees. —Susurró Eren pero gracias a la música no fue escuchado. —Quiero respuestas ante ser rechazado.

La rubia soltó una risa un tanto tétrica mientras se sonrojaba un poco, quizás por el alcohol que había estado bebiendo desde antes de la llegada del castaño. —Ay, amigo, eres muy novato en la vida. Parece como si hubieras nacido ayer en este mundo.

"De cierta forma... "

—Tan solo aceptalo, no te quiere esa chica.

—Es un hombre, lo conocí hoy.

Nuevamente una risa fue desprendida de la chica. —Cielos, lo acabas de conocer y ya estás de lanzado con él, con razón te rechazó. Conozcance primero, hablen y digan sus gustos, conquistalo poco a poco.

Siguieron hablando del mismo tema y distintos puntos de vista del problema hasta que la rubia se levanto del banquillo.

—Debo irme ya. Por cierto, mi nombre es Annie. Hasta la próxima, chico.

—Mi nombre es Eren y fue un gusto conocerte. —Ambos sonrieron amistosamente.

La rubia se marchó del lugar y Eren notó la servilleta que Annie había dejado donde estaba apuntado su número de celular. Quizás le sirviera en el futuro.

Salió del establecimiento con todos los consejos que le había proporcionado Annie y decidio que iba a ponerlos en práctica el día de mañana porque ahora lo que más deseaba era comer una alma de calidad y estaba seguro de que aquel azabache sería la comida más exquisita.

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