Estaba devastada, me había metido a algo que no tenía ni idea. ¿Cómo se me pudo ocurrir semejante decisión? Es completamente diferente escaparte de tu casa a meterte en trafico de drogas.

Justin pasó su mano por delante de mi vista perdida—¿Escuchaste lo que dije? —negué— Dije que una vez que entras ya no puedes salir.

—Justamente estaba pensando en eso —levantó la ceja mientras se recargaba en la silla del comedor en la que estaba sentado.

—Estabas pensando en Jonathan —rodeé los ojos. Era en lo que menos quería pensar—. Bien, perdón por romper "su momento" —hizo comillas con los dedos—, pero quería que supieras que él no te quería de verdad. Me preocupas, eres mi hermanita.

Lo miré incrédula—Eres un maldito hipócrita Justin —me levanté. A él no le preocupaba más que él mismo—. Iré a encerrarme en la habitación, me pusiste de malas —el rodó los ojos y sonrió de forma burlona. Salí a grandes pasos del cuarto. Sólo me quedaba una sola cosa por hacer para salir de lo que me acababa de meter. 

Una vez en la habitación, tomé mi mochila para guardar mis cosas, como no había nadie tome un poco de dinero de la mochila de Henry y las llaves del auto de Jonathan—¿Qué estás haciendo? —la voz del chico ya mencionado provino desde el marco de la puerta.

—Me largo de aquí —guardé todo lo que tomé y me encaminé a la puerta, sin embargo, Jonathan seguía inmóvil sin dejarme pasar. Lo miré mientras hacía una mueca.

—¿A dónde se supone que vas?—me encogí de hombros— Lisa, necesitamos hablar, esto no se puede quedar así.

—Claro que se pude quedar así, ahora déjame salir —acomodé la mochila que estaba un poco pesada y comenzaba a calar en mi espalda.

—Lisa, lo que tu hermano quiere es romper nuestra amistad —rodeé los ojos.

—Esto ya esta más que roto —dejé caer mis brazos a los costados de mis muslos—. No puedo perdonarte y tu tampoco. Aunque sé que me dolió mas a mí que a ti —desvió la mirada sin saber que decir. Se hizo a un lado para que pasara. 

Decidida, caminé casi corriendo hasta la salida de la casa. Pero Justin me detiene con su irritable voz—¿A dónde vas con tanta prisa? —me giré sobre mis talones dándole una sonrisa muy fingida— ¡Ohh! ¿Victor ya te dijo? —fruncí el ceño— Espera, déjame darte lo que tienes que entregar —sin esperar repuesta de mi parte se metió a la cocina y al cabo de algunos minutos salió para entregarme un maletín. Lo tomé—. Ten esto —me tendió un celular—... y esto —abrí mis ojos mirando el arma que me había tendido—. ¡Oh vamos! No me digas que tienes miedo.

—No, no soy cobarde —se la arrebaté para esconderla entre la orilla de mi pantalón—. Me voy —ahora si casi corrí hasta el carro que estaba a punto de robar por segunda vez. Aventé mi mochila y el maletín en el asiento trasero y me puse en marcha.

Una vez ya en la carretera a lo lejos vi de nuevo al policía, mientras este hacía señas para que me detuviera. Rodeé los ojos, disminuí la velocidad y me orillé. Con una amable sonrisa, el oficial se acercó a la ventana—Muy buenas señorita, estoy haciendo inspección, podría bajar del auto por favor —le sonreí falsamente mientras asentía. De mala gana salí. El policía comenzó a revisar la parte delantera de éste y reaccioné cuando abrió la puerta trasera—. ¿Qué tiene ese maletín, señorita? —tragué saliva, mi corazón comenzó a acelerarse y mis manos a sudar.

—Ah... —sólo eso salió de mi boca. Él se volteo para empezar a inspeccionar la maleta. El miedo me nubló los pensamientos. Saqué el arma que traía en el pantalón y le apunté— ¡No se mueva! —se giró hacia mí y levantó las manos.

—De acuerdo, cálmate —no quiero dispararle, no lo iba a hacer, yo sólo quiero irme de aquí—. ¿Qué hay en el maletín? —negué. En un movimiento rápido sacó su arma, me asuste tanto que apreté el gatillo sin querer y cerré los ojos al instante. Los abrí al sentir un dolor insoportable en mi brazo izquierdo, miré al hombre que estaba tirado y después a mi brazo. Toda mi sudadera estaba cubierta de sangre proveniente de la nueva herida que me había hecho el policía al dispararme también el brazo.

Solté el arma para poder cubrir mi herida que dolía a horrores. Miré a todos lados esperando a que no pasara ningún carro. Sin saber que hacer, traté de sacar el teléfono que Justin me había dado de mi mochila, por suerte logré conseguirlo  y a pesar de la sangre en mis manos busqué cualquier contacto para llamar.

—Diga —la voz de Victor sonó al otro lado de la linea. Di gracias al cielo de que fuera él.

—¡Victor, tienes que ayudarme! —hablé desesperada, mientras lloraba. Sentía como si me fuera a desmayar.

—¿Lisa? ¿Qué pasa? —vi la escena una vez más, no sabía como describir todo esto.

—Tienen que venir por mí en cuanto antes —comencé a sollozar—, estoy a unos pocos kilómetros. Por favor no tarden. Creo que maté a alguien —no esperé a que hiciera preguntas y colgué. Me dejé caer en el suelo, cerré los ojos sintiendo el ardor y las punzadas. ¿Qué demonios he hecho?

JONATHAN

—Nosotros iremos a buscar a Lisa —Victor apuntó a Justin—, ustedes quédense aquí.

—Iré con ustedes —Justin negó—, no les estoy preguntando, estoy afirmándolo —salí ante cualquier reniego de los dos hombres

Terminamos poniéndonos en marcha, miramos por todas partes hasta que hubo algo que captó nuestra atención. Un auto parecido al de mi madre estaba orillado. Al acercarnos más logramos ver a alguien tirado, era una chica, era Lisa. Mi preocupación aumentó al verla en tal situación. Salí del auto tan rápido como pude, corrí hasta llegar a su lado. Su sudadera estaba empapada de sangre en la parte izquierda de su brazo—¡Lisa! —ella abrió los ojos y me miró preocupada.

—Por favor, dime que esta vivo —se enderezó y sin importar su herida, se arrastro hasta el hombre que yacía también en el suelo—¡Oh por dios! ¡Lo maté! —colocó sus manos en su cara y comenzó a llorar. A los pocos segundos se levantó y empezó a buscar algo, al hallarlo se agachó y recogió el arma del suelo— No puedo cargar con algo así, esto ya es demasiado para mí —Victor y Justin llegaron hasta mi lado mientras veían extrañados la situación.

—¡¿Qué estás haciendo Lisa?! —Justin intentó acercarse a ella pero le apuntó con el arma e hizo que dejara de caminar. El miedo me impidió siquiera decir su nombre. Se llevó el artefacto a su cabeza. Los dos hombres le gritaban que no lo hiciera, yo simplemente no sabía que hacer y reaccione cuando vi que apretó el gatillo.