Capítulo 8: El Rescate
La felina la empujó con fuerza dentro de una bodega de insumos, para caer de rodillas al suelo, soltando sus amarras al fin. Amy volteó a ver a su opresora, quien la vio con desdén y de forma amenazadora.
–Quédate aquí, él vendrá tan pronto yo tenga a mi amigo– ordenó la felina con seriedad.
Amy bufó molesta –Esto no funcionara– habló la eriza empuñando sus manos –El emperador te matara a ti y al líder de la resistencia– dijo cual condena.
–Sonic no murió antes... no morirá ahora– dijo por último cerrando la puerta de golpe.
Cerró aquella puerta de metal dejándola sola en la oscuridad. Amy se levantó casi por inercia lanzándose contra la puerta golpeándola con sus puños un par de veces en un vano intento de abrirla. –¡Sáquenme de aquí!– gritó un par de veces, pero era inútil, no había nadie que la escuchara.
Se recostó sobre la puerta, resignada para dejarse caer lentamente sobre la puerta de metal. Ahora tendría que esperar a que él llegara por ella. Encogió sus piernas rodeándola con sus brazos para recostar su frente sobre sus rodillas; tenía miedo. Amy cerró sus ojos con fuerza en un intento para no ser presa del pánico, él vendría por ella, la sacaría de ahí y todo estaría bien o eso quería creer.
–No me olvides...Sonic– musitó con tristeza. Levantó su cabeza rápidamente abriendo sus ojos de golpe provocando que aquellas pequeñas lágrimas fueran esparcidas en la atmosfera como pequeños destellos de luz. –¿Qué... qué fue lo que dije?– murmuró sin tender –S-Sonic?– repitió sin entender, entonces recordó, era el nombre que ella le había dicho, el nombre del rebelde.
Recordó nuevamente aquel erizo azul quien la había visto con incredulidad ante su presencia, como si de un fantasma se tratase. Su cabeza se llenó de miles de pensamiento, algunos era sobre imágenes de él siendo el fiero asesino sin piedad que el Emperador Eggman siempre le había dicho y otras preguntas sin respuesta alguna, preguntas sobre ese erizo y cómo conocía su nombre. –¿Él sabrá sobre mi pasado?– se cuestionó. Por un momento el silencio volvió a asentarse junto a ella, y con aquel semblante pensativo y una mirada seria, en silencio se hizo una promesa: Ver a ese erizo una vez más.
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Esperó en aquel jardín impaciente, contando los segundos en su mente, y antes de lo que esperaba la vio llegar a aquel lugar con sigilo; el cual él notó que ella observó brevemente con asombro.
–¿Dónde está mi amigo?– preguntó ella cortando el silencio abrumador entre ambos.
–Tú amigo está en una de las celdas de máxima seguridad de aquí– explicó indiferente –Yo puedo accesar libremente, pero que me vean contigo sin duda representa un problema, deberás de esperar...
–Por el bien de tu princesa espero que soluciones ese problema– interrumpió ella autoritaria –Pues iré contigo.
–¡Si vienes conmigo activaras las alarmas de todo este edificio!– explicó él –¡Es imposible que pases la seguridad de ahí!
–Y si no voy contigo tu princesa se muere de hambre.
La ira se apoderó de él, y sin poderlo evitar se abalanzó contra ella, para tomarla del cuello haciéndola chocar de espaladas contra la pared. La vio iracundo sintiendo como intentaba empujarlo lejos de ella, provocando que él pegara todo su cuerpo contra el de ella, en un intento de contenerla.
–Escúchame bien– dijo en grave voz –Si algo le llega a pasar a Amy juró que te mataré a ti y a ese rebelde más rápido de lo que puedas decir traidor– gruñó –¿Haz entendido?– susurró a su oído.
Se estremeció ante su palabras, aunque sabía que no había sido por la amenaza en sí. Blaze lo vio a los ojos los cuales la miraban de forma iracunda, aquellos ojos penetrantes que él tenía sin duda le daban escalofríos pues sentía como podían ver a su alma desnuda y frágil tras aquella falsa mirada de ira que ella intentaba demostrar con tanto afán. Su cuerpo yacía inmovilizado por el de él, sintiendo su tórax definido aprisionar su pecho y su pierna yacer en medio de su entrepierna. Le desvió la mirada mientras su ser no podía evitar sentir el calor abrumador de su cuerpo sobre el de ella. Sus mejillas se sonrojaron con rapidez por la ola de sensaciones que no podía evitar sentir. Blaze cerró sus ojos con fuerza, en un vano intento de borrar aquellas sensaciones que la inundaban de repente. Apretó sus puños con fuerza, y con toda la fuerza que logró reunir lo empujó tan lejos de ella como le fue posible.
–¡Aléjate de mí!– exclamó iracunda, sintiendo sus mejillas arder por el breve momento que acaban de compartir –¡No te atrevas a ponerme nuevamente una mano encima! ¡¿Haz entendido?!– gruñó molesta.
Silver cayó torpemente sobre el césped, impresionado por la fuerza de esa mujer. Silver observó a la felina, quien se miraba extraña, no se miraba seria y autoritaria como de costumbre, ni tampoco tenía una expresión intimidante como había querido brindarle antes. Parecía molesta y... ¿avergonzada? Distinguió sus mejillas sonrojadas de manera incandescente; la felina le desvió la mirada para colocar ambos brazos en forma de cruz sobre su pecho, casi como intentar ocultarse de él. Parecía que había invadido su espacio personal, su espacio de mujer. Silver desvió la mirada, avergonzado.
–...Lo siento– murmuró.
Ella lo volteó a ver sorprendida por sus palabras, como si hubiera sido demasiado cortez para ser enemigos mortales. Ella podrías ser una rebelde, pero aún así era una mujer; eso lo hizo recordar la cercanía de sus cuerpos de un momento atrás, sentir su pecho aprisionando el de ella, en un intento que reconociera su autoridad, y sentir sin duda la diferencia tan marcada que sólo una mujer podía tener provocó que un rubor indeseable manchara sus mejillas de carmín. Su ojos la vieron una vez más notando las finas curvas de la rebelde frente a él, haciendo que se parara rápidamente para darle la espalda ocultando su rostro de ella.
–Bien, es mejor ir por tu amigo lo más rápido posible– habló Silver sin verla en ningún momento, recordándole lo que hacían ahí juntos.
–Pensé que dijiste que sería detectada rápidamente si iba contigo.
–Lo sé, no sé cómo... a menos que...– calló por un momento para ver la fuente frente a ellos –¡Tengo una idea!
Silver salió corriendo a toda velocidad del jardín para ser seguido por la felina, quien no entendía qué estaba pasando hasta que llegaron a lo que le pareció una planta de reciclaje de robots. Blaze observó a los alrededores distinguiendo varias partes de robots destruidas por doquier.
–Te disfrazaremos– habló Silver con un amago de sonrisa para tomar un brazo robótico.
–¿Esperas que use esto?– preguntó con desagrado.
–Será la única forma que logres entrar conmigo, o me esperas a fuera. Es tu decisión– citó con fastidio.
–...Bien– asintió resignada.
Con un poco de esfuerzo lograron hacerla parecer como un robot de Eggman, a pesar de que se sentía un poco incomoda y le dificultaba moverse, al menos podría pasear por las instalaciones sin ser detectada.
–Bien, entonces vamos por tu amigo.
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Sonic examinó la celda donde se encontraba intentando encontrar un punto débil, después de todo él había estado muchas veces en las instalaciones de Eggman antes, salir de ésta no debería ser un problema, o eso pensó, pero por más que intentó encontrar alguna forma de abrir o escapar no parecía haber alguna oportunidad, no sin terminar rostizado.
–Yo me encargaré de aquí en adelante– escuchó Sonic decir a la distancia. Se asomó tanto como pudo a la entrada electrificada para lograr distinguir al erizo plateado que había estado con Amy con anterioridad.
–Perfecto– musitó esbozando una sonrisa triunfante.
Silver caminó hacia los adentros del lugar para llegar a la única celda habitada; ahí detrás de una puerta eléctrica lo vio sentado con su cabeza baja, y una expresión de derrota grabada en su rostro. Silver suspiró pesadamente para verlo con desdén –"Ahora entiendo por qué perdió la guerra"– pensó al ver lo que antes había sido un gran héroe. Sin postergar más el asunto marcó un código de seguridad para desvanecer el campo eléctrico
Silver se adentró a hurtadillas con su vista sobre su hombro para prevenir que alguien lo descubriera –Bien, escucha, yo...– silenció al darse cuenta que el erizo ya no estaba en su celda –¿Dónde...– calló al sentir como un brazo lo aprisionaba fuertemente por la garganta dejándolo sin poder respirar.
–No, tú escucha– escuchó decir a sus espaldas para distinguir al erizo azul –Harás exactamente lo que te diga o terminaré con tu patética vida en este mismo momento, traidor.
–¡Espera, detente!– escucharon gritar, provocando que ambos voltearan a ver a un robot rojo corriendo hacia ellos. – ¡Deja eso Sonic!– ordenó Blaze quitándose aquel casco improvisado –Él me está ayudando a sacarte de aquí.
Sonic vio al erizo plateado, quien tenía ambas manos sobre su brazo en un intento de prevenir que hiciera más presión sobre su cuello. Lo soltó rápidamente retrocediendo un par de pasos, confundido por la nueva situación.
–Está bien, él me está ayudando a sacarte de aquí–tranquilizó Blaze.
Silver pasó su mano sobre su cuello, aún sintiendo la presión del brazo de aquel erizo, frunciendo el ceño para dirigir su mirada a la felina –Bien, yo cumplí con mi parte del trato– recalcó –Ahora tú cumple la tuya.
–Lo sé, ahora te guiare hacia tu princesa.
–"¡Amy!"– pensó Sonic con rapidez –¡¿Tú sabes dónde está ella?!– le preguntó a la felina.
–Sí, yo la aprisione para que me ayudara a liberarte– respondió Blaze indiferente.
–¡Llévame con ella!– ordenó Sonic tomándola de los hombros con fuerza.
–¡NO!– negó el erizo plateado –Sólo dime donde está, iré solo, no necesito que ella lo mire a él nuevamente.
Sonic lo vio intensamente con una mirada de ira tan expresiva que provocó un escalofrío en el erizo plateado. Se abalanzó nuevamente sobre él para tirarlo al piso, inmovilizándolo con su brazo sobre su cuello, cortándole la respiración.
–Escúchame bien maldito traidor, esa no es tu decisión...– farfulló iracundo –Iré a verla con o si tu aprobación, y tú ni nadie van a impedírmelo.
–¡Sonic, detente!– intentó tranquilizar Blaze, sabiendo que en cualquier momento el erizo plateado podría atacar con sus asombrosos poderes.
–E-Eso será... únicamente sobre mi cadáver...– retó Silver con dificultad al no sentir el suficiente oxígeno.
–Eso se puede arreglar– amenazó poniendo más presión sobre el cuello de aquel traidor.
Silver empezó a sentir como se quedaba sin aire poco a poco, él realmente pensaba cumplir su amenaza. Sus ojos empezaron a brillar gradualmente, él no sabía con quien se estaba enfrentando; no sabía por qué le interesaba tanto su princesa, pero él no se la entregaría, ni muerto. –¡Dije detente!– escuchó decir para ver al erizo azul ser lanzado al otro extremo de la habitación. Silver aspiró una bocanada de aire sintiendo expandir sus pulmones; dirigió su mirada a donde yacía el erizo azul aún aturdido por el golpe que se le había propiciado mientras su playera blanca humeaba. Regresó su mirada a la gata que yacía a un par de metros de él con el ceño fruncido y su mirada en el erizo azul. Su mano aún expelía vapor, sin lugar a duda ella lo había rescatado, aunque no estaba seguro si era a él o al erizo azul a quien había salvado, después de todo ella conocía sus habilidades.
–Te dije que era suficiente– habló con imposición –Sabes perfectamente lo que tenemos que hacer aquí y ya hemos perdido demasiado tiempo. Deja a la princesa en donde está, este es su lugar.
–...No– dijo levantándose con dificultad –Ella no pertenece aquí.
–¿Acaso no lo entiendes?– cuestionó Blaze acercándose a él, molesta –Ella cree que tú debes de morir y de pagar por estar en contra del emperador– recalcó al recordar las palabras de la eriza –Ella te odia... como todos los traidores.
–No...–murmuró sintiendo como se forma un nudo en la garganta –Ella...
–Hazle caso rebelde– se involucró Silver –Para la princesa no eres más que el causante de la masacre de años atrás– completó poniéndose en pie.
–¡Esa no fue mi culpa!– se excusó el erizo azul.
–¡Tú perdiste contra Eggman, esto es culpa tuya!– exclamó molesto –Tú nos abandonaste, abandonaste a este planeta. Te escondiste en las profundidades de la tierra y los que quedamos afuera no te importamos. Nosotros moríamos de hambre, moríamos de sed, ¡éramos masacrados por el emperador mientras tú cómodamente te ocultabas en el desierto!– dijo encerrando su puño y con una mirada que expresaba tristeza e ira –Y aún así dices que no es tu culpa.
Un silencio perpetuo llegó a ellos, mientras la tensión se acrecentaba. Blaze dirigió su vista al erizo plateado con asombro por sus palabras, para pronto entender que él, al igual que ella, había sido un rebelde. Blaze le desvió la mirada, el entendía el odio que sentía, pues ella había visto a muchos de sus seres queridos morir a manos de Eggman o bien por la falta de alimento y agua; ella mejor que nadie sabía que todo lo que él decía era cierto. Blaze regresó su vista al erizo azul, quien permaneció en silencio con su mirada perdida en el suelo, sin expresión alguna, con su mirada en penumbras.
–¿Dónde está?– insistió imperturbable el erizo plateado.
–Ella...– murmuró aún con su mirada fija en Sonic –Ella está en una bodega de lado norte– completó.
–Si no se han marchado para cuando me reúna con ella activaré todas las alarmas del lugar. Así que váyanse de una buena vez– ordenó caminando a la salida –Y no vuelvan...
Blaze lo vio salir de las celdas, sabiendo que cumpliría su palabra. Caminó hacia al erizo azul lentamente para colocar una mano sobre su hombro. –Tenemos que...– el brusco movimiento del erizo azul para alejarse de su tacto la hizo callar.
–¿Eso piensas tú también?– preguntó Sonic de pronto. Blaze lo vio con sorpresa, entendiendo que se refería a las acusaciones del erizo de plata.
Suspiró pesadamente, desviándole la mirada –¿Acaso eso importa ahora?– murmuró sin ánimos.
–Tu eres de afuera, la única de la villa que realmente ha vivido en el mundo que Eggman creó– dijo pensativo –¿Eso piensan afuera?
–Escucha, no tenemos tiempo para esto, ahora debemos...
–¡Respóndeme!– gritó molesto.
Blaze le desvió la mirada para suspirar con pesadez y asentir lentamente con la cabeza y al fin responderle: –Algunos...
–¿Qué pasa con los que no?
–Algunos te miran como la última esperanza, aún hay quienes que confía en ti... Quienes creen en ti.
–¿Qué hay de ti? ¿Tú crees en mí?– inquirió para verla al fin con desesperanza.
–No lo sé...– respondió un tanto hastiada de las incómodas preguntas –Dime, ¿debería de creer?– preguntó obteniendo un silencio como respuesta –Dime algo Sonic, ¿Acaso tú crees en nosotros?– inquirió la felina. Sonic la vio con sorpresa por la inesperada pregunta. –No somos tan débiles como tú piensas– recalcó –Escucha, no importa quienes creen en ti, o si yo lo hago, pero afuera hay muchos queriendo, no, rogando por un milagro y si creen o no, no es importante, lo que importar es ayudarlos– lo sermoneó –¿Así pensabas antes, no es cierto?
–Sí...
–¿Aún lo crees así?
Sonic recordó la acusación que Tails le había dado aquella noche –"Si sólo piensas ayudar a aquellos que estén contigo...Entonces has tomado la mejor decisión al no participar"– vino a su memoria con pesar. Tal vez no era que no creyera en ellos, tal vez, era que él ya no creía en sí mismo.
–No lo sé...– respondió al fin –Creo que... ya no creo en mí mismo– confesó avergonzado.
–Si tú no crees en ti mismo, ¿cómo esperas que nosotros lo hagamos?– espetó Blaze duramente.
Ella tenía razón, todo este tiempo su inseguridad lo había privado de hacer lo que se requería, de tomar las decisiones correctas, no sólo para él y su gente, sino también para el resto del mundo. Si antes había perdido la fe en sí mismo por la muerte de Amy, ahora que sabía que estaba con vida, no encontraba mejor oportunidad para recuperarla.
Sonic dirigió su mirada a la salida de aquella prisión. Con una posición imponente y una mirada decisiva sabía que era momento de dejar sus inseguridades atrás y hacer lo correcto.
–Es hora de terminar está misión– comandó con seguridad. Blaze esbozó una sonrisa asintiendo con la cabeza.
–Andando– dijo la felina para caminar a la salida.
–"Amy, prometo rescatarte, aunque sea lo último que yo haga".
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Silver se dirigió al lugar que ella le había dicho, y efectivamente encontró la bodega en donde pudo vislumbrar la herradura electrónica averiada, alguien había derretido el mecanismo automático para abrir la puerta.
–¡Amy!– llamó acercándose a la puerta –¡¿Estás aquí?!
–¡¿Silver?!– escuchó del otro lado de la puerta –¡Silver, sácame de aquí!
–Aléjate de la puerta– ordenó.
Amy retrocedió tanto como pudo en el confinado espacio y así observar como la puerta frente a ella empezaba a ser estrujada hasta desprenderse de su lugar escuchando el sonido del metal chirriante al doblarse frente a ella. La silueta de Silver se apreció al la puerta retirarse para que unos ojos incandescentes brillaran en las penumbras.
–¡Silver!– llamó con emoción y así correr para abrazarlo con fuerza –Regresaste por mí...– murmuró sintiendo sus ojos llenarse de lágrimas.
–¿Te encuentras bien, te lastimó?– preguntó preocupado.
Amy lo soltó lentamente para verlo a los ojos y negar con la cabeza –No, estoy bien– respondió más calmada.
–Me alegra escuchar– dijo Silver aliviado.
–¿Dónde está ella?– preguntó Amy buscando a la felina por los alrededores –¿La has encarcelado junto al otro rebelde?
–No...– respondió desviándole la mirada –Hice lo que acordamos.
–¿Te refieres a que ambos andan libres por aquí?– aclaró con temor.
–No por mucho– repuso decidido –Regresa a tu habitación y no salgas de ahí. Yo iré por ellos.
–Pero...
–Haz lo que te digo, no quiero que te lastimen.
–De acuerdo– asintió Amy –Ten mucho cuidado. Esperare por ti.
Silver asintió con la cabeza para sonreírle con calidez, con un ademan de mano se despidió de ella, y así, correr de regresó a las celdas donde los había dejado. Si aún se encontraban en las instalaciones, él se encargaría de aprisionarlos a ambos. Siguió su carrera para notar un luz roja resplandecer a la distancia deteniendo su carrera. Fijó su vista al pasillo adyacente, era la dirección opuesta de las celdas. Bufó molesto para desviarse de su ruta previa y dirigirse a la luz roja, al llegar se percató que era el cuarto de seguridad. Entró con lentitud a lo que antes había sido el cuarto que se encargaba de toda la seguridad de Robotropolis; chispas y cables sobresalían de los tableros de control, monitores hechos pedazos o fundidos. Ellos habían estado ahí. Silver empuñó sus manos iracundo, ahora entendí el por qué de la visita de los rebeldes. Sin seguridad, la base de Eggman era un lugar perfecto para un ataque.
Caminó por los restos que quedaban del lugar evaluando el daño mientras el sonido de las chispas haciendo corto circuito y el olor a plástico y metal fundido se impregnaba en su nariz. Siguió así hasta que entre los restos destruidos logro visualizar un monitor aún funcionando. Se acercó apresurado para ver una pantalla que apenas propiciaba una imagen lo suficientemente clara debido al daño, pues las distorsiones iban y venían. Silver buscó el teclado que había quedado intacto, y así, tecleó diferentes comandos y acceder a las cámaras de seguridad, en segundos aparecieron diferentes recuadros de las cámaras que aún funcionaban. Examinó cada cuadro hasta que logró ver dos siluetas familiares que se movían a toda velocidad por los pasillos. Enfocó las cámaras para tener una vista más clara y así logra distinguir a la felina lila, quien parecía indicarle algo al erizo azul, y así, guiarlo a un lugar fuera del enfoque de la cámara. Silver tecleó nuevamente, y al hacerlo vio a ambos entrando al hermoso jardín de la Princesa Amy.
–"Los tengo"
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Sonic admiró los alrededores y ver plantas que hace años pensó que habían desaparecido de la faz de la tierra. Cerró sus ojos por un par de segundos para recordar las hermosas praderas que él solía recorrer, las cuales ahora eran sólo dunas de arena o tierra árida, sin vida.
–Es hermoso– musitó el erizo azul.
–Si el Emperador puede hacer esto, creo que nosotros podríamos también– dijo Blaze con una amagó de sonrisa.
–Tienes razón– sonrió para tocar delicadamente una de las hermosas rosas que florecían ante él –Pondré a Tails a...– pero calló al recordar que él no era ya más quien daba las órdenes –Le hablaré a Shadow sobre esto– corrigió alejando su toque de aquella flor.
–Creo que Tails te ayudaría si sólo se lo pidieras– incitó la felina –Olvídate del erizo negro– dijo al fin con una sonrisa divertida.
Sonic la vio con cierta sorpresa para devolverle la sonrisa y asentir con la cabeza –Tienes razón– dijo divertido –Estoy seguro que Shadow ya tendrá bastante trabajo el solo.
El sonido de un lento aplauso los alertó a ambos, disipando el momento de alegría y empatía. Ambos dirigieron su vista a la entrada del jardín para ver al guerrero de plata en la entrada aplaudiendo con ironía.
–Fue una brillante idea lo de destruir el cuarto de seguridad– dijo al fin –No lo habría imaginado, debo felicitarlos– concluyó para adentrarse al lugar y cambiar aquella expresión irónica por una amenazante –...Se los advertí y no quisieron irse. Bien, entonces me temo que debo de prolongar su estancias, permanentemente.
–Me gustaría verte intentarlo– retó el erizo azul en posición de pelea.
Silver esbozó una sonrisa iluminando sus ojos y con el movimiento de su mano lanzar un ataque psíquico hacia su oponente –¡No Sonic, él...– pero la advertencia de Blaze llegó demasiado tarde pues fue lanzado contra una de las paredes con gran fuerza, aboyando el metal.
–¡Sonic!– llamó la felina al verlo caer.
–Es una lastima– habló Silver para ver al erizo yacer en el suelo, aturdido –El líder de la resistencia es más débil de lo que imagine.
Blaze corrió hacia donde Sonic yacía, sin embargo el erizo plateado volvió a atacar, esta vez contra ella, provocando que chocara por igual contra la pared de frente y haciendo que cayera pesadamente sobre sus espaldas.
–Supongo que con eso basta– dijo Silver con un dejo de aburrimiento en su voz.
–¿Bromeas?– habló el erizo azul para ponerse en pie con una sonrisa divertida –Esto apenas empieza.
Silver iluminó sus ojos nuevamente, pero está vez el erizo azul desapareció de su vista, dejándolo perplejo. Sintió su presencia detrás de sí para voltearse al acto y toparse frente a frente con el erizo azul –Este truco no te funcionara dos veces– sentenció Silver elevando al erizo azul del suelo lanzándolo contra la pared de metal y caer de bruces contra el suelo. Sonic tosió pesadamente sintiendo como un hilo de sangre recorría su labio. Un dolor intensó abrazó su cuerpo sintiendo como una que otra herida de su vieja pelea en el desierto se abría por el impacto. –Maldición– murmuró adolorido y así ver a su compañera yacer inerte sobre el suelo. Se acercó a ella a rastras y al llegar a ella notó una expresión de lo que se le asemejó era dolor, pues mantenía sus ojos cerrados con fuerza y mordía su labio inferior intensamente.
–Blaze, ¿Te encuentras bien?– preguntó preocupado mientras colocaba una mano sobre su cuerpo, la cual retiró inmediatamente al sentir el gran calor que emanaba de ella. –¿Blaze?– llamó turbado.
–S-Sonic– masculló ella para abrir sus ojos de golpe, los cuales brillaban de un anaranjado incandescente –Huye– ordenó por último mientras las llamas empezaban a cubrirla.
Sonic se levantó torpemente colocando una mano sobre sus costillas, adolorido. Caminó con cierta dificultad hacia la salida para voltear a ver a la felina una vez más, quien era cubierta por las flamas, las cuales empezaron a consumir los verdes pastos a su alrededor. –Oh no...– musitó olvidando por completo el dolor de sus heridas. Corrió tan rápido como pudo hacia la salida, en donde vio al erizo plateado escribir un tipo de código en uno de los aparatos adyacentes a las puertas; Sonic se abalanzó sobre él para hacerlo salir fuera de la habitación y caer con fuerza al suelo.
–¡¿Acaso no has tenido suficiente?!– exclamó Silver forcejeando contra el erizo azul quien yacía sobre él.
–¡Corre!– advirtió para levantarse velozmente y alejarse tanto como podía de aquella habitación.
Silver observó al erizo azul alejarse para regresar su vista al jardín de Amy y ver una ola de fuego consumir todo a su paso. Se quedó paralizado, anonadado por las llamas que consumían e iluminaba todo a su alrededor. Silver sintió como alguien lo jalaba del brazo para alejarlo de las flamas abrazantes. –¡Arriba!– la voz del erizo azul lo tomó por sorpresa, haciéndolo reaccionar. Ambos observaron el fuego extenderse a los pasillos, consumiendo todo lo que estuviera en su camino. Silver corría lo mejor que podía mientras intentaba seguir el paso del erizo azul, quien aún lo sostenía del brazo para alejarlo de las llamas y luego todo el edificio se estremeció al sentir una explosión provocando que ambos cayeran al suelo. Todo el piso empezó a arder en llamas.
Humo negro los envolvió junto a las llamas que empezaban a dispersarse a su alrededor. Sonic sacudió su cabeza mientras un intenso zumbido habitaba sus oídos. Aclaró su vista para ver al fuego realizar su mortal danza a su alrededor. Parecía haber entrado al mismo infierno. –No... Blaze...– murmuró asumiendo lo peor, ¿acaso ella podría haber sobrevivido a esto? –¡Blaze!– llamó entre el humo y las llamas tosiendo con fuerza. De repente, de entre las flamas vio una silueta asomarse lentamente para distinguir a felina lila caminar hacia él con una expresión de cansancio y andar entorpecido. Sonic corrió hacia ella, intentando que el humo no lo cegara según caminaba entre los escombros.
–¡¿Blaze?!– llamó aliviado para verla caer lentamente, exhausta. Sonic la tomó de prisa antes de caer al suelo –Hey, ¿estás bien?
–Lo lamento...– murmuró somnolienta.
–Está todo bien– tranquilizó para tomarla entre sus brazos y cargarla lejos de las llamas.
Silver estaba aturdido por la explosión. Abrió sus ojos pesadamente para ver las flamas consumir todo a su alrededor. El humo le dificultaba vislumbrar correctamente dónde se encontraba. Se puso en pie para toser por la falta de oxígeno, caminó a tientas hasta que dentro de la espesura gris vio al erizo azul caminar hacia él con la gata lila en sus brazos. Silver frunció el ceño, sabiendo que ella había tenido algo que ver.
–¿Qué demonios pasó?
–Eso no importa ahora– respondió Sonic sofocado. Dirigió su mirada hacia el techo, en la espera de que cayera agua de las alarma contra incendios. –¿Por qué demonios las alarmas contra incendios no funcionan?
–Ustedes desactivaron toda la seguridad del edificio– respondió Silver con dificultad para respirar –Todo se consumirá por las llamas.
–Tenemos que salir de aquí– comandó el erizo azul. –¡Ahora!– ordenó caminando en dirección contraria al fuego, sin embargo, el erizo plateado no lo siguió. Lo vio de pie con su mirada perdida entre el pasillo que ahora yacía envuelto en llamas –¿Qué sucede?– preguntó Sonic percatándose de la mirada de preocupación del erizo plateado.
–Amy– respondió con un trago pesado.
Sus pupilas se contrajeron al escuchar su nombre, sintiendo como un nudo se formaba en su garganta. Por un momento se había olvidado que ella también se encontraba ahí. –¡¿Dónde está?!– exclamó el erizo azul.
–En su habitación, debo de ir por...– pero antes de que pudiera completar su frase se escucharon varias explosiones más en diferentes puntos del edificio, haciendo que éste se tambaleara nuevamente.
–No hay tiempo, no eres tan rápido– espetó autoritario –Toma– dijo entregándole a Blaze en sus brazos –Yo iré por ella.
–¡¿Estás totalmente loco?!– vociferó molesto con la felina en brazos –¡¿Qué te hace pensar que te dejaré acercártele?!
–¡Tú nunca llegarás a tiempo, y aunque lo hagas ten por seguro que no podrás salir!– argumentó. Silver permaneció en silencio, sabía que no podía competir con su velocidad–Yo iré por ella y la traeré a salvo. Llévate a Blaze fuera de aquí, salgan del edificio– indicó –Te veré ahí, con ella.
–Su habitación esta siguiendo este pasillo a mano derecha, es la tercera puerta– reveló con molestia –Y si ella no sale... tu amiga pagará las consecuencias.
–Ella saldrá– respondió por último.
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Un humo negro empezó a colarse bajo su puerta, así que en contra de las indicaciones de su caballero salió de su habitación sólo para encontrarse con un infierno en el pasillo. –¡Silver!– llamó Amy asustada sin poder distinguir nada. Empezó a caminar lejos de las llamas tan rápido como pudo, pero el humo no la dejaba respirar o ver; su pecho ardía por el aire contaminado y rápidamente empezó a sentirse mareada, provocando que cayera de rodillas al suelo.
La desesperanza llegó como un acompañante recurrente, uno que siempre llegaba en sus mejores galas para verla caer a sus pies. Amy sabía que no podría salir de ahí, y entre tanta oscuridad y calor sofocante sintió cómo alguien tomaba su mano. Abrió sus ojos de golpe sin poder distinguir nada más que una mano sobre la suya. Un sentimiento familiar la recorrió de pronto, una calidez que la abrumó como nunca antes. Tomó aquella mano de regreso, sin pensarlo, para ser guiada de entre las sombras. Entre el humo pudo distinguir una silueta familiar –¿Silver?...– murmuró con dificultad, sin obtener respuesta, pero no importó. Amy sintió cómo era guiada a través de las brasas, sin embargo, cada vez le costaba más mantener el paso hasta que soltó la mano de su guía cayendo al suelo con pesadez.
–¡Amy!– escuchó gritar. Ella conocía esa voz, era la voz de su sueño. Un recuerdo vino a ella, uno en donde corría en un edificio que caía a pedazos, donde alguien tomaba su mano con firmeza.
–No me abandones...– murmuró para que todo se volviera negro.
¡GrAcIaS pOr LeEr!
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