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Capítulo 25: Aguas Nuevas


–Te espero...

Abrió los ojos con lentitud mientras sus sentidos parecían despertar junto con él. Escuchó la dulce melodía de las cigarras del verano inundar el ambiente de aquella mañana. Suspiró tranquilamente y movió su cabeza para ver así la vegetación frondosa por lo que se le asemejó era una ventana. No estaba seguro dónde estaba, sólo sabía que ahí estaba. Sonic cerró sus ojos nuevamente y sólo quiso dormir y descansar, estaba ya muy cansado.

–Debes de despertar– escuchó decir, para abrir los ojos nuevamente y ver unos ojos amarillos intensos verlo fijamente.

–Estoy cansado– respondió somnoliento.

–Debes de despertar, aún queda mucho por hacer– regañó la felina.

–Yo... sólo quiero dormir– respondió adormitado aún.

–Sonic, ellos aún te necesitan– la escuchó reclamarle.

La vio de nuevo y ella se miraba tan seria como la primera vez que la vio en la villa. Realmente su mente parecía dormida en un sueño tan profundo como sólo Morfeo podría ofrecerle.

–Blaze– musitó con suavidad –Déjame dormir...

Cerró poco a poco sus ojos mientras la mirada de ella parecía entristecerse y así asintió con un pesado suspiro la felina y él ya no vio más. Se dejo llevar al mundo de los sueños, en donde no debería de darle cuentas a nadie, en donde podría descansar.

–Yo... yo te espero– escuchó decir con tristeza.

–Pensé que no me querías cerca ya más– recordó con dolor.

–Te extraño Sonic, por favor... Regresa...

–Amy– llamó adormitado para abrir los ojos lentamente y esta vez toparse con una mirada curiosa muy cerca de él. Sonic exclamó un grito de sorpresa para así levantarse de golpe y sentarse sobre la cama. –¿Eh?– exclamó desubicado viendo a los alrededores. –¿Dónde estoy?

–Por fin despertaste, pensé que dormirías por siempre– le sonrió ella amenamente.

–¿Te conozco?– preguntó el erizo azul arqueando una ceja.

–No lo creo– le respondió con aquella cálida sonrisa, para así caminar hacía una pequeña estufa del otro lado de la pequeña habitación y tomar una tetera para servir té en una taza –Pero yo a ti sí, Sonic the Hedgehog.

–Bien– murmuró desconfiando –¿Y tú eres...

–Mi nombre es Tikal– le respondió para darle en sus manos aquella taza de té –Toma esto, te hará bien.

–Ah... gracias– dijo para tomar la taza y ver su reflejo en el agua provocando que una expresión dura se posara en su rostro –¿Dónde estoy?– preguntó para verla nuevamente.

–En mi casa, por supuesto– respondió sirviéndose té por igual, provocando que el erizo rodara los ojos en señal de exasperación.

–Dejando a un lado el punto obvio ¿Podrías decirme cómo termine aquí?– cuestionó un tanto molesto.

–Alguien me pidió que fuera a buscarte y te trajera aquí, y eso hice– indicó con una expresión desinteresada.

–¿Alguien?– repitió sin entender –¿Quién?

–Era una felina de ojos color ámbar.

–¡Blaze!– gritó para contraer sus pupilas. Los recuerdos de los últimos días parecieron despertar en ese momento, la guerra, Eggman, los rebeldes, sus amigos... Amy. –¡¿Está ella bien?!– gritó acelerado por la conmoción –¿Dónde está Blaze? ¿Qué pasó con...

Tikal colocó su dedo índice en los labios obligándolo a callar. –Tranquilo– dijo serenamente para quitar su mano del rostro del erizo –Debes de relajarte, ya has peleando durante mucho tiempo– le sonrió.

–Quiero ver a Blaze– comandó frunciendo el ceño.

–Me temo que eso no será posible– dijo con una expresión de tristeza.

–¡¿Por qué no?!– exclamó Sonic molesto.

–Ella me visitó en un sueño, a veces lo hace– respondió –Supongo que la diosa de la luz le ha dado autorización– continuó sorbiendo un poco más de té –Después de todo, su muerte ha traido vida a este planeta– habló con una sonrisa

–Entonces ella no lo logró– musitó con una expresión de tristeza en su rostro.

–No estés triste, ella está bien– le sonrió otra vez –Simplemente pasara algún tiempo antes de que se junten otra vez.

Sonic suspiró con tristeza, pues se sentía responsable de su perdida. Su misión siempre fue proteger a cada miembro de su villa y en algún punto sentía que le había fallado. Aún recordaba aquella despedida entre Silver y Blaze, y aquella tristeza absoluta en la mirada de él al dejarla atrás sabiendo que no la vería más, era algo que sin duda le rompería el corazón a cualquiera.

Su mente se quedó en el recuerdo de sus últimos momentos en Robotropolis, en el momento de la gran explosión. Sonic aún podía sentir el azote de la arena sobre su piel después de aquella última explosión, el momento en el que Blaze se había sacrificado. Después de eso todo se le hacía muy vago, pues recordaba haber perdido a Silver de vista e intentar buscarlo, pero no lo encontró a él ni ningún camino que lo dirigiera de regreso a los suyos; deambuló, así, sin rumbo hasta que por fin cedió ante el cansancio para perder el conocimiento en el desierto.

–¿Quieres ver lo que ella hizo?– preguntó Tikal para sacarlo de sus pensamientos.

–¿Ver?– repitió Sonic confuso.

–¿Puedes ponerte en pie?

–Sí... creo que sí.

–Entonces acompáñame.

Se puso de pie con algo de esfuerzo para que ella lo encaminara a una pequeña puerta de madera. Tikal se detuvo por unos instantes para verlo de reojo, como si con la mirada quisiera transmitirle algo, o prepararlo para lo que iba a ver. Sin decir nada, abrió la puerta dejando entrar la luz la cual, lo encegueció hasta que poco a poco sus ojos se acomodaron al brillo. Sonic salió lentamente, pero paró de golpe al ver lo que había afuera.

–¿Estás segura que ella no está aquí?– preguntó Sonic atónito, si poder desviar la mirada.

–¿Eh? Sí, ¿Por qué?-–cuestionó curiosa la equidna para verlo.

–Porque tuve que haber muerto, esto es...

Tikal río por lo bajo y caminó hacia afuera.

–Ven– pidió con amabilidad.

Sonic vio a sus alrededores y por primera vez en años vio plantas, árboles y flores. Escuchó el sonar de las cigarras y el cantar de los pájaros inundar todo el ambiente. Sintió la brisa y la frescura de un día de verano; escuchó el crujir de las ramas y vio a las hojas de los árboles volar libremente en el viento. Ya no había arena, no había muerte, ahora había vida.

–¿No es hermoso?

–Es por lo que pelee durante todos esto años– murmuró con una sonrisa que empezó a desvanecerse poco a poco. Ahora estaba confundido, ¿cómo era posible que con la muerte de Eggman todo de repente hubiera vuelto a la vida? Dudaba mucho que las plantas se negaran a crecer porque Eggman se había autoproclamado el emperador. –No entiendo– habló otra vez –¿Cómo se hizo todo esto en tan pocos días?– curioseó confundido, para así ver a la equidna, quien por primera vez cambió aquella expresión relajada y alegre por una más seria –¿Qué?

–Sonic...esto, pues...– silenció desviando su mirada a sus pies.

–¿Qué? ¿Qué pasa?

–Verás, esto no se hizo en pocos días– explicó con una mirada triste.

–Creo que no entiendo qué tratas de decirme.

–Sonic, esto se hizo en lo siguiente tres meses después de la guerra.

–¡¿Qué?!– exclamó alarmado –¡Eso es imposible!, eso significaría que yo...

–Sonic– interrumpió Tikal su enunciado –Llevó cuidándote estos últimos meses, pensé que no despertarías.

–No, eso no puede ser eso– balbuceó para retroceder un par de pasos y así sujetarse del marco de la puerta. Todo le daba vueltas y sentía que en cualquier momento caería al suelo ¿Acaso había permanecido dormido tanto tiempo?

–Es cierto– respondió con tristeza –Te encontré en el desierto moribundo casi dos días después de que la tormenta de arena cediera– explicó –Te traje aquí y cure tus heridas, las cuales sanaron bastante rápido, pero aún así tú no despertabas. Blaze me dijo que necesitarías descansar, y que todo estaría bien, pero...– calló por un breve momento –También me dijo que te negabas a despertar...

–¿Ah?

De pronto el recuerdo de haberla visto hablándole no parecía tan descabellado, o simplemente un sueño extraño. Ella había intentado despertarlo, se lo había repetido, pero él sólo quería dormir y descansar, no tenía energías; había peleado durante tanto tiempo y por fin sentía que podía descansar después de tantos años, o al menos eso pensaba en sus sueños cuando la vio.

–Ambas temíamos que preferirías dormir a enfrentar el mundo otra vez.

Sonic suspiró pesadamente y vio de nuevo los árboles enfrente de él, que parecían tan despreocupados de la vida cuando se movían con el viento, como él alguna vez fue. No es que él no quisiera despertar, simplemente no sabría qué hacer una vez que lo hiciera, es decir, por muchos años su vida había sido la lucha de Eggman, la protección de todos, el velar, el liderar, el trabajar por todos...

–¿Vas a regresar?– preguntó Tikal para sacarlo de sus pensamientos; provocando que su mirada se posara en ella.

–¿Regresar?– repitió.

–Sí, sé que tienes amigos afuera– le sonrió

–No sé donde están– respondió para ver hacia el cielo.

–Puedes buscarlos, sé que no te llevaría mucho tiempo.

Sonic no respondió ante eso. Una mohín de seriedad y una mirada estoica yacían en su rostro. Por un momento ninguno de los dos dijo nada; Tikal se mantenía a la expectativa de su respuesta, pero el parecía absorto en su mente.

–Voy adentro– habló al fin –Deseo descansar– le dijo inexpresivamente para que ella asintiera con una mirada un tanto triste, a la cual él no le prestó atención.

Sonic caminó de regreso a aquella pequeña casa de campo y se desplomó sobre aquel colchón sobre el cual había yacido dormido todo ese tiempo que pareció eterno. Cerró sus ojos y su mente se aíslo del mundo y con éste de los problemas. Su cabeza fue bombardeado por miles de preguntas que parecían florecer como el mundo allá afuera; ¿En todo ese tiempo nadie lo había buscado? ¿Acaso nadie se había preguntado si él había sobrevivido, o simplemente lo habían dado por muerto? ¿Silver había podido regresar? Y si lo había hecho ¿qué les había dicho de él? O bien, quizás Silver no había tenido su suerte... pero ¿Blaze no le daría preferencia a Silver antes que a él? ¿Por qué Tikal no fue por Silver si él tampoco regresó? Las preguntas parecieron seguir llegando una tras otra sin posibilidad de descanso, las cuales nunca tendrían respuesta.

Entreabrió los ojos para ver nuevamente aquel árbol asomándose por la ventana, para acallar sus pensamientos. Los cerró con lentitud a manera de que aquella imagen de paz se quedara en su cabeza y así suspiró con tranquilidad, una que no había saboreado en tanto tiempo. "Puedes buscarlos, sé que no te llevaría mucho tiempo" de nuevo el recuerdo de la voz de la equidna resonó en su cabeza, pero tal vez, tan sólo tal vez... él no quería regresar.

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Había pasado mucho tiempo desde que todo lo que ella alguna vez conoció fue borrado por las insaciables flamas. Ya no era más una princesa, ya no era más una traidora, ahora era simplemente ella... y a pesar de eso, ese, hasta el día de hoy, había sido el papel más difícil de interpretar en esa absurda tragedia, vestida de ironía, llamada vida.

Esa vida, como una normal y regular eriza, había sido como despertar de un sueño profundo o como Scourge en algún momento le llamó, una pesadilla continua. Su mundo se había vuelto tan irreal al percatarse de todo lo que había perdido, de que él no regresaría a su lado, y para empeorarlo todo su caballero se había marchado también sin darle previo aviso.

Al Amy regresar aquella noche al refugió se vio sola, sin nadie que ella pudiera llamar amigo, pues aunque recordaba a Tails, Knuckles y los demás, ese cariño que les tuvo en algún punto no había regresado con sus recuerdos. Llegó a sentir que había perdido su identidad en el momento en que le quitaron su título de realeza, le gustara o no, tal y como Silver alguna vez se lo había dicho, eso era todo lo que ella siempre conoció.

Se vio en el reflejo del agua cristalina y aquella mirada triste parecía invadirla de nuevo. El río con sus aguas que corrían era envidiado por ella, ¿por qué el río, sin sentimientos, puede seguir su rumbo y no pensar en donde estuvo? Ella por su parte parecía quererse aferrar a lo que alguna vez conoció, parecía querer aferrarse a él. A un beso silencioso, a una frase inconclusa, al simple toque de su mano sobre su piel, la cual ahora era fría sin su calor, sin su abrazo. Sintió de nuevo sus ojos humedecerse poco a poco y como el agua incolora le recordaba su dolor. Amy prometió dejarlo ir y olvidarlo todo en el momento en que dejo Robotropolis por última vez, pensó que sería fácil ¿Pero cómo podía renunciar al amor que ella tenía hacia él? Como cuando perdió razón de sí misma en aquel accidente y olvidó todo, todo menos aquel sentimiento de amor a un ser que sólo escuchaba en sueños. Ahora, como en aquel entonces, aquel amor seguía ahí; pues el sentimiento de volverlo a ver siempre se mantuvo con ella, fue lo único que la hacía quedarse con aquellos seres extraños que desconoció durante tanto tiempo, pues de no haber sido por la esperanza de un día verlo llegar con aquella sonrisa desinteresada y aquella dulce mirada, ella también se hubiera ido, como Silver.

Amy le dio la espalda aquel río de aguas turbulentas y elevó su mirada para fijarse en el cielo pintado de azul inmaculado que aquella mañana posaba sobre su cabeza; estiró sus brazos y con el más profundo de los suspiros sintió su cuerpo caer hacia atrás en cámara lenta. Según como el vértigo se apoderaba de cada extremidad de su cuerpo sintió por un breve momento como su cuerpo parecía suspenderse en el suave y cálido aire que ofrecía aquel día de verano. Cerró sus ojos para luego sentir el agua helada rodearla y abrazarla en un abrazo tan frío como la misma tristeza que yacía dentro de ella.

Amy sintió como su cuerpo caía lentamente, cual pluma dejada en libertad, al fondo de aquel río. Entreabrió los ojos para ver a varios peces pasar en un rápido nado mientras la corriente seguía su transcurso; fijó su vista hacía arriba para así ver como sus púas flotaban cual nube en el cielo para así jugar con el agua a su alrededor. Ahí en el agua todo parecía desaparecer, como si el mundo en donde ella yacía fuera tan ajeno como el respirar mismo. Cerró los ojos nuevamente y la sonrisa de él vino a ella, y aquel cálido beso que pareció durar por siempre, fue la única sensación cálida que la acompañó durante esos minutos que parecieron eternos. El río, conocido como fuente de agua de cambios, parecía lavar sus problemas, y a la vez llevarse aquellas lágrimas traicioneras que soltaba para mezclarse el agua dulce con la salada, como la alegría y la tristeza que ella sentía al recordarlo.

Amy salió a la superficie para con una bocanada de aire respirar nuevamente. De nuevo su mundo se llenó de sonidos diversos. Fijó su vista al cielo y vio a las nubes pasar con delicadeza; aún no creía que ese fuera el mismo cielo que atestiguó la guerra de tres meses atrás. Sin darle ya mayor importancia caminó de regresó a la orilla para así acostarse sobre su espalda en la grama verde esmeralda y mantener su vista fija en las nubes que flotaban en libertad.

–Sabía que te encontraría aquí-–dijo una conejita de ojos castaños obstruyendo su vista.

–Sí...– murmuró sin ánimos.

–Amy, ¿Por qué sigues viniendo a este lugar?– preguntó Cream para sentarse a la par de ella.

Volteó su cabeza a un lado y así desvió su mirada de la curiosa de ella. Cream era la única que sabía sobre lo que ella hacía, no porque ella así lo quisiera, sino por un gran mal entendido.

A pesar de que ella le había dicho que algún tiempo fueron grandes amigas, eso pareció dejar de ser importante una vez que vino la guerra. Amy poseía aquellos recuerdos de lo que hacía con la conejita en su otra vida, cuando era esa otra Amy, pero ahora, como una rebelde sin sentido, no podía concebir en su cabeza volver a mantener una relación parecida, al final de cuentas ella seguía siendo una niña; cómo ella podría realmente entender lo que su corazón acallaba para ser expresado únicamente en lágrimas.

–Porque...– habló casi en susurro –Es lo único que me ayuda a soportar su ausencia.

Cream la vio fijamente y un suspiro fue exhalado. Amy ya no era su amiga de pasteles y bromas, ahora era alguien distante y reservada. Durante esos últimos tres meses se refugió en ella misma al sentir que no contaba con nadie, a pesar de sus duros intentos por hacerle entender que no era así. Aún recordaba la primera vez que la había visto saltar hacia aquel río, pensando que ella intentaría suicidarse, pero no podía esta más equivocada; ese día se dio cuenta de lo muy poco que conocía a esa nueva Amy.

Cream la vio nuevamente y como el agua que cubría su pelaje rosa brillaba tenuemente con la luz del sol, mientras que sus ropas arrugadas se le pegaban al cuerpo; Amy llevaba sólo una camiseta blanca y una pantaloneta del mismo color. Para Cream parecía que lo que hacía era un acto casi de purificación de tiempos remotos.

–¿Y qué haces aquí?– preguntó la eriza para sacarla de sus pensamientos y verla al fin.

–¡Ah! Lo había olvidado– respondió velozmente para ponerse en pie –Tails quiere que vayamos al taller, hay algo importante que tiene que decirnos– indicó para empezar a caminar con aquella típica sonrisa de regreso –¡Vamos, Amy!– exclamó para correr en dirección al valle.

La vio correr de regreso al valle, como le decían a la pequeña villa donde vivían ahora. A diferencia de su energética amiga ella no movió ni un músculo, no sabía qué podía ser tan importante como para ir, pues ya se había cansado de correr hacia aquel taller con la esperanza de verlo de regreso. Fijó su mirada en sus pies descalzos y de nuevo se tiró al césped para sentir los rayos de luz calentar su cuerpo. Cerró los ojos pensando en la cálida sensación que la rodeaba. Iría... más tarde.

–¿Amy?– escuchó decir de pronto sintiendo como un escalofrío recorría su cuerpo. Esa voz, ella conocía esa voz. Abrió los ojos se golpe y giró sobre si misma para voltearse y verlo parado ahí, a unos pocos metros de distancia.

Amy se quedó atónita, anonadada de lo que sus ojos incautos miraban enfrente de ella. Se puso lentamente de pie, como si pararse demasiado a prisa fuera a despertarla de algún tipo de sueño. Sintió como sus ojos empezaban a llenarse de lágrimas, para que así él le regalara una dulce sonrisa.

–Tiempo sin vernos, ¿verdad?– le murmuró con un esbozo de sonrisa. Ella corrió hacia él para saltar hacia sus brazos –¡Espera Amy!– gritó él, pero fue muy tarde.

Cayó al suelo junto con ella, mientras aquel mar de lágrimas empezó a brotar sin control. Él le sonrió y le correspondió el abrazo, pues realmente la había extrañado tanto; al irse no se pudo despedir de ella, de su mayor tesoro por tanto tiempo.

–¡Silver!– gritó entre sollozos.

–Hola Amy– saludó mientras palpaba su cabeza con su mano y una sonrisa cálida se posaba en su rostro.

–¡Te extrañe tanto!– aseveró mientras ella sin poderlo evitar sumergía su rostro en su pecho y lloraba sin consuelo.

–Yo también.

Por un momento ambos callaron y ella pareció aferrarse con más fuerza hacia su caballero, por primera vez en mucho tiempo se sentía en casa. Silver la abrazó con aquella gentileza acostumbrada y acarició su cabeza mientras las lágrimas de ella empapaban su camiseta.

–¿Por qué Silver?– rompió el silencio –¿Por qué te fuiste sin decirme nada?– reprochó Amy viéndolo a los ojos –¿Acaso ya no era importante para ti?

–¡No, Amy, no fue así!– corrigió velozmente –Es que...– calló pensativo.

Amy se separó de él y secó sus lágrimas con aquel guante blanco para así sentarse a su lado; mientras dirigía su mirada al suelo. Realmente estaba feliz de verlo, una felicidad que había olvidado que existía, pero no por eso significaba que había olvidado que él la había dejado ahí sin decirle nada. Suspiró con tristeza y lo vio de nuevo a esos ojos color ámbar, los cuales no podían sostenerle la mirada.

–Fue por Wave ¿Cierto?– le preguntó seriamente.

–Fue más que eso– respondió suavemente.

–¿Entonces?

–Ven conmigo, déjame enseñarte– pidió con una sonrisa para ponerse de pie y estirar su mano.

Amy lo vio con desconfianza y así asintiendo con la cabeza. Estiró con cierta desconfianza su mano para así sujetar la de él y ponerse en pie.

Silver le sonrió y así la jaló hacia él para tomarla en brazos y así elevarse por los cielos dejando el valle atrás. Desde el cielo Amy vio que aún había gran parte de desierto inhóspito y árido, pero éste poco a poco parecía desaparecer ante los pastos verdes que parecían parches en el caluroso panorama. Sonrió ante eso. Amy fijó nuevamente su vista al frente y vio que según como avanzaban los árboles eran cada vez más grandes y frondosos, y la vegetación parecía estar en su máxima expresión. En el valle había vegetación, pero palidecía a comparación de ésta. Después de cierto tiempo por fin empezaron a descender en un pequeño claro en donde vio algo parecido a un altar.

–¿Dónde estamos?– le preguntó Amy para fijar su mirada al cielo en un intento de ver las copas de los árboles, las cuales parecían desaparecer en lo más alto.

–Por esto me fui tanto tiempo– explicó Silver caminando hacia el altar seguido por ella. Según como subían las gradas de granito Amy distinguió a alguien conocido en la cima.

–¿Knuckles?– llamó Amy confundida, parando su marcha.

Después de que Silver se fue muchos de los rebeldes empezaron a irse con el tiempo. Los primeros fueron los Babylon Rogues, quien después de que Wave despertó no tardaron mucho en irse, al final de cuentas ese no era su lugar; luego fue Shadow, quien al despertar pareció tan confundido como ellos al verlo llegar vivo de regreso, estuvo por un pequeño tiempo y luego un día ya no estaba, pero no fue algo que sorprendiera a los rebeldes, así era él. El recuerdo, sin duda, más claro que Amy tenía era cuando Knuckles había decidido marcharse, diciendo que tenía que hacer algo referente a la Master Emerald, lo cual a todos les pareció extraño pues sabían que la Master Emerald ya no existía. Después de eso no lo volvieron a ver.

–¡¿Dónde rayos te habías metido?!– regañó el equidna molesto.

–¿Eh?– exclamó Amy, sin entender su molestia.

–Lo siento, me desvié– respondió Silver sin interés mientras seguía su marcha.

–¡Aún te faltan encontrar tres más y sabes que no hay tiempo que perder!– le recordó Knuckles irascible.

–Creo que no entiendo– habló Amy confundida parada en aquel escalón –Por cierto... ¿Aquí es donde habías estado, Knuckles?

–Sí– afirmó secamente, sin prestarle mucha atención a su presencia –Recuerda que yo soy un guardián.

–Sí pero Eggman destruyó las esmeraldas caos.

–Estoy aquí como mentor– explicó sin interés, para dirigirle una dura mirada al erizo plateado –y estaré aquí hasta que él pueda hacerlo correctamente.

–¿Mentor?– repitió Amy arqueando una ceja.

–Amy– llamó Silver captando su atención –Es por esto que no pude quedarme–. En sus manos llevaba una esmeralda cuadrada, muy parecidas a las esmeraldas caos.

–Eso es...– acalló fijando su vista en la gema radiante.

–Es una Sol Emerald– completó el erizo plateado –Gracias a ellas el mundo poco a poco ha vuelto a ser lo que alguna vez era.

–¿Es por esto que la vegetación empezó a crecer otra vez?– inquirió Amy admirando la gema en las manos de Silver, quien asintió con la cabeza –Pero ¿Cómo sabías que...

–Blaze– interrumpió con una mirada estoica –Ella fue quien me volvió su guardián.

–¿Cómo?

–No lo sé realmente– dijo para caminar de regreso y colocarla en su lugar –El día que me fui sólo quería alejarme de todo y buscar respuestas... pero realmente no encontré nada. En el camino la sentí a ella, no sabría cómo describirlo, pero sentí su presencia. Así encontré la primera, la esmeralda roja, con sus poderes y la ayuda de Knuckles he podido hacer lo que ves ahora.

–Entonces es por ti que todo ha vuelto a florecer– habló esbozando un amago de sonrisa.

–No– corrigió moviendo su cabeza suavemente a los lados –Es por Blaze. Ella sabía que se necesitarían para poder reconstruir el mundo que Eggman destruyó.

–Entre más se tengan mejor será el progreso– se involucró el equidna –¡Por eso te digo que no pueden haber más retrasos–- reclamó molesto nuevamente. Silver rodó sus ojos y se limitó a callar.

–Pero explícame algo– obvio el reclamo del equidna –¿Cómo terminaste ayudando a Silver?– preguntó Amy confundida –Y más aún ¿cómo es tú terminaste aceptando su ayuda?– dijo refiriéndose al erizo plateado.

–Nos encontramos por casualidad– respondió Knuckles alzando los hombros con desinterés –Como él, yo sentí algo muy parecido a la energía de la Master Emerald, y esta presencia me guió hacia una de las esmeraldas, poco después llegó Silver y como era de esperarse hubo una pelea.

–La cual yo gane– continuó Silver con una sonrisa arrogante.

–¡Eso fue sólo suerte!– se defendió Knuckles molesto.

–¿Quieres apostar?– retó el erizo plateado con una media sonrisa.

–¡Basta!– detuvo Amy molesta –Díganme algo, ¿Cómo rayos terminaron trabajando juntos para buscar las esmeraldas?

–El supuesto guardián no sabía cómo usar las esmeraldas, por lo tanto aunque las recolectara no podría hacer nada con ellas– explicó Knuckles.

–Y el gran guardián no podía usarlas, por más que lo intentara así que tenerlas no le harían bien a nadie– devolvió Silver.

–Entonces...– dijo Amy mirando a ambos en espera de la respuesta a su pregunta.

–Él me enseñaría a usarlas– indicó Silver.

–A cambio él debería de regresar el mundo a lo que alguna vez fue– completó Knuckles.

–Oh ya veo– asintió Amy pensativa –Eso explica muchas cosas– les sonrió cálidamente.

–Amy...– llamó Knuckles borrando la actitud molesta de antes para que una nostalgia se posara en sus ojos y una voz triste se escuchara –¿Él regresó?

Amy sintió una punzada de dolor en su corazón con esa pregunta; por un momento había logrado olvidar aquel dolor incesante que parecía no quererla dejarla. Volteó su cabeza a un lado haciendo que sus púas ocultaran su rostro parcialmente y la inminente tristeza que yacía en éste.

–No– respondió dándole la espalda y empezando a descender.

Knuckles sintió un suave golpe detrás de su cabeza provocado por Silver, quien movía la cabeza de lado a lado desaprobatoriamente. Silver había llegado al taller de Tails antes de juntarse con Amy, y él sabía que Sonic nunca regresó a ellos... con Amy. Incluso él, en sus viajes por la búsqueda de la esmeraldas, había intentado encontrarlo a él, con la esperanza que estuviera aún con vida en algún lugar, pero no fue así.

–¿Qué?– preguntó Knuckles al erizo plateado al sentir su mirada desaprobatoria –Tenía que saber si...

–Debes de olvidarlo– escucharon hablar a Amy, quien yacía a los pies del altar de granito interrumpiendo al equidna –Él jamás va a regresar.

Silver la vio adentrarse sola al bosque y por instinto gritar su nombre con el afán de detenerla, sin embargo, al sentir la mano de Knuckles sobre su hombro supo que tenía que dejarla ir. Ella necesitaba estar sola.

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Sentía el viento soplar en libertad y en paz. Era agradable poder estar afuera y descansar bajo el sol sin tener que estar al tanto de máquinas asesinas. Ya había pasado una semana desde que había despertado y se había adaptado bastante bien a convivir con Tikal, a pesar de que los primeros días se dedicó a dormir y descansar, ahora se dedicaba a correr y explorar ese nuevo mundo.

–Veo que esta vez no saliste– escuchó Sonic decir para abrir sus ojos y ver a la equidna de ropas antiguas sentarse a la par de él.

–No, esta vez quise dedicarme a descansar y disfrutar del día.

–Sonic– llamó la equidna con aquel tono de preocupación –¿Por qué sigues aquí?

–¿Te molesta mi presencia?– preguntó el erizo para verla de reojo.

–Sabes que no me refiero a eso.

Sabía de qué hablaba, ya habían tocado ese tema varias veces, y en cada oportunidad él lo evadía o simplemente se iba a algún lado dándolo por terminado así. Ella no parecía entender que no estaba listo aún para ver a sus amigos, no se sentía preparado ¿era malo querer descansar de la responsabilidad que conllevaba ser un líder a tiempo completo? Tikal no entendía eso, pues ella jamás tuvo gente a su cargo o vidas de las cuales ser responsables.

Sonic suspiró pesadamente y se limitó a callar, no era algo de lo que volvería hablar con ella, no estaba realmente de humor para debatir nada en ese momento. La escuchó suspirar también y fijar su vista en el cielo como él, parecía que por fin había desistido.

–Quiero preguntarte algo – o tal vez no –¿Quién es Amy?

Sintió un extraño dolor punzante en su pecho al Tikal pronunciar su nombre. Su expresión tranquila pasó a ser de sorpresa y su mirada se fijó en la equidna, quien seguía con sus ojos en el cielo con aquel semblante de tranquilidad y de serenidad.

–¿Cómo conoces ese nombre?– espetó le erizo estoico.

–Tú lo dijiste.

–¿Qué? ¿Cuándo?

–Antes de despertar– explicó para verlo con aquella sonrisa –Tu pronunciaste su nombre, creo que soñabas con ella.

"Te extraño Sonic... Regresa"– rememoró. Aún recordaba aquella voz de tristeza que lo llamaba en sus sueños ¿Acaso Amy enserio quería que regresara? Sonic aún recordaba su última conversación a solas, y ella quería olvidar todo, olvidarlo a él –"Lo que pasó en la villa...Olvídalo"

–¿Quién es ella?

–Ella es...– calló mientras un trago amargo recorría su garganta.

Cuanto deseaba decirle que no era nadie importante, que era uno más de sus amigos... pero no pudo. Esa simple pregunta parecía haber despertado en él miles de recuerdos y sensaciones que había olvidado con el sueño en el que estuvo sumergido durante tanto tiempo. Sonic se puso de pie fijando su vista al horizonte, en donde aún podía ver en la distancia parte del desierto. Él sabía que ella estaría allá.

–Parecía ser importante para ti– le sonrió Tikal.

–Sí... lo es– murmuró cabizbaja

–Lo era– corrigió –Ahora hay cosas más importantes ¿Verdad?

–¡¿Qué?!– exclamó el erizo azul molesto –¡Claro que no! Toda la guerra lo único que hice fue para evitar que lo que le pasó a ella se volviera a repetir, el pensar que la había perdido me carcomió el corazón durante años y cuando la encontré...–. Sonic acalló por un momento para recordar aquella sensación al haberla visto por primera vez con aquel hermoso vestido azul –Me prometí que no la perdería otra vez...

–Eso es un poco contradictorio ¿No te parece?

–¿De qué hablas?

–Porque tú estás haciendo todo lo posible por perderla otra vez.

–¿Qué? Claro que n...

–Claro que sí, te rehúsas a regresar, a volver a su lado– interrumpió la equidna. Sonic le desvió la mirada y de nuevo aquel silencio abrazador inundó el ambiente. Tikal dirigió su mirada a una pequeña flor blanca que yacía solitaria en el pasto. –El amor es algo hermoso– habló de nuevo para tocar aquella margarita con la yema de sus dedos –Pero necesita ser cuidado para crecer y florecer... o de lo contrario muere.

Sonic fijó nuevamente su vista al desierto que se miraba más allá de las praderas. Era él único lugar que realmente no había explorado, de alguna manera presentía que ahí se encontraban sus amigos. Ella.

–Ve con ella– escuchó el susurro de Tikal, quien ahora yacía parada detrás de él.

–¿Cómo sé si aún espera por mí?– le cuestionó viendo al suelo –¿Cómo sé que no prefiere que no regrese para así olvidarme como ella dijo?

–Nunca lo sabrás si no regresas a su lado– le respondió –Además, creo que allá te espera más que sólo ella.

Vio de nuevo al horizonte y la imagen de Tails, Knuckles, Cream e incluso la Shadow se quedó fija en su mente. Sus amigos seguramente lo extrañaban, posiblemente Shadow no, pero sabía que los demás sí; ese pensamiento lo hizo sonreír. Vio una vez más a Tikal quien le dedicó una sonrisa y de nuevo su mirada se fijo en el horizonte de llanuras áridas.

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Escuchó a Silver llamarla e intentar detenerla, pero no hizo caso. Lo que empezó como una marcha rápida se volvió en un trote, para luego volverse una carrera. Amy huía de un acechador invisible, huía de una verdad que la abrazaba con fuerza para hundirla en la más profunda de las tristezas.

Corría sin realmente rumbo alguno, como si con eso lograra dejar todo atrás, como si el hecho de poner un pie delante del otro la hiciera dejar sus recuerdos y su dolor. Miraba hacia el frente mientras las lágrimas empezaban a nublar su vista para hacerla tropezar una y otra vez, pero no por eso se detenía; Amy se ponía de pie nuevamente para así reiniciar su carrera en contra de sí misma, en contra de la Amy que sólo quería rendirse y llorar sentada ante la cruda realidad que por fin parecía más clara que nunca.

–"Él jamás va a regresar... porque murió hace tiempo atrás"– esas fueron las últimas palabras que no pudo pronunciarle al equidna.

Siguió su rumbo mientras las ramas de aquellos árboles la lastimaban con sus puntas punzantes y retorcidas hasta que de nuevo aquellos pies descalzos tropezaron con una de las cientos de raíces que sobresalían de la tierra por los enormes robles y sauces que rodeaban aquel altar de granito y que crecían gracias a las esmeraldas que su caballero había reunido; pero esta vez no se pudo poner en pie nuevamente... En el suelo sintió como sus lágrimas caían a la tierra suave para así ser absorbidas y alimentar a los árboles con su tristeza. Sollozó sola en aquel lugar mientras la cruda realidad por fin pareció alcanzarla, la muerte de su ser amado era imposible de negar más. Ella conocía a Sonic, si hubiera sobrevivido hubiera ido en su búsqueda, él jamás la dejaría atravesar por todo ese dolor a menos que el ahora ya no estuviera más.

–Bien... es hora– escuchó decir a la distancia. Levantó su rostro de aquella tierra húmeda y a lo lejos logró divisar un claro el cual era bañado por los rayos del sol, a diferencia de la espesa arboleda sumida en la penumbra en donde ella se encontraba. Se sentó sobre sus rodillas para así restregar sus ojos y secar sus lágrimas –...Ya no puedo esconderme más– habló él nuevamente. Se sintió tan desubicada que por un momento pensó que seguramente había golpeado alguna rama muy fuertemente y había perdido el conocimiento. Amy se levantó del suelo y caminó con cautela para ver a una figura familiar con su mirada hacia el horizonte.

–¿Sonic?...– murmuró atónita.

Su voz pareció retumbar en el bosque cual sonido ensordecedor. Sonic escuchó la voz de ella resonar por la madera de los árboles y sintió como la emoción lo invadió. Fijó su vista a en los adentros del espeso bosque para verla parada con aquella mirada inexpresiva, como tiempo atrás ella le dedicó.

–Amy...– musitó Sonic casi inaudible.

Ambos se vieron fijamente sin decirse nada el uno al otro; dejando al susurro del viento hablar por ellos, como si aquellas hojas que volaban en libertad transmitieran todo aquello que por tanto tiempo anhelaron decirle uno al otro.

Él le sonrió suavemente, como si hubiera estado ausente por tan sólo unos cuantos días. Amy sintió de nuevo sus ojos humedecerse poco a poco y aquel nudo en la garganta le impidió pronunciar sonido alguno. Amy vio como con un movimiento sutil él dio el primer paso para caminar hacia ella y sin pensarlo dos veces ella retrocedió un paso para adentrarse de nuevo aquella arboleda, provocando que él se detuviera. Aquella dulce sonrisa que él le dedicó se desvaneció lentamente, para que una expresión de confusión se posara en su rostro. Sus ojos verdes la vieron fijamente y por un momento pudo ver aquella cara manchada sutilmente por la tierra y aquellos ojos de tristeza absoluta reflejados en los de él.

–Am...

–¿Escondido?– repitió Amy tan sutil que pensó que había sido sólo un pensamiento fugaz de su mente.

–¿Qué?– exclamó Sonic con asombro, haciéndole entender que no había sido sólo un pensamiento aquella pregunta que ahora rondaba su mente como un tren sin freno alguno.

–Todo este tiempo– murmuró Amy para sentir el rodar de sus lágrimas lavar su rostro –Yo te esperaba... y tú...

–No, Amy– dijo Sonic con rapidez –No es lo que parece, déjame expli...

–¡No!– vociferó con rabia, mientras sentía aquel flujo de lágrimas fluir tan libremente como aquel río de aguas heladas en donde tantas veces ella había estado –¡Vete entonces!

Se dio la media vuelta y de nuevo corrió por aquel bosque de robles y sauces. No quería entender, en su cabeza no cabía razón alguna por la cual él permitiera que ella sufriera tanto por su ausencia. Miles de preguntas sin respuestas llegaban como puñales a su corazón según como corría; en la distancia escuchaba la voz de él resonar por los troncos como un eco incesante. Amy cerró sus ojos y siguió su curso sin un rumbo fijo, tan sólo quería dejar esa tristeza atrás, dejarlo todo tan sólo quería poder volver a olvidar.

Sintió como la luz del final de la tarde golpeaba su rostro, pero no fue hasta sentir el agua cálida rodear sus pies que realmente se detuvo. Abrió sus ojos y sintió la suave brisa acariciar su rostro, para ver por fin en donde desembocaban todas sus lágrimas. Un lago. A diferencia del río en donde tendía a mantenerse, el agua de ese lugar era cálida y agradable al tacto. Dirigió su vista a sus pies descalzos y vio como estos eran lavados de la tierra por la cual había corrido; haciéndola sentir limpia.

Amy dirigió su vista hacia el ocaso, en donde podía ver como él sol empezaba por fin a ocultarse, como si la tierra se lo tragase; para ese momento las estrellas ya empezaban a adornar el cielo en lo más alto, mientras los tonos violetas y naranjas empezaban a ser lavados por el color negro de la noche que se aproximaba.

–Es un hermoso ocaso ¿No te parece?– lo escuchó decir a sus espaldas. Amy se volteó para sentir de nuevo aquel sentimiento entre rabia y nostalgia al escuchar su dulce voz... tanto tiempo añorando aquel sonido –Amy– llamó el erizo azul quien la miraba parada en las orillas del lago.

–Vete– ordenó la eriza con una voz quebrantada para así ocultar su mirada en la penumbra.

–¿Eso quieres?– preguntó Sonic con seriedad.

Se mordió el labio inferior mientras las lágrimas traicioneras recorrían su rostro nuevamente. Apretó los puños con fuerza y sin el valor para verlo habló de nuevo:

–Sí... si todo este tiempo estuviste escondido para evitarnos, entonces no tienes nada que hacer aquí.

Sonic desvió la mirada ante la acusación de ella. No quería estar oculto simplemente no sabía cómo empezar de nuevo, cómo enfrentarlos a todos después de saber que no había podido llevar de regreso a Blaze y a Silver, quien hasta donde él sabía bien podría estar muerto por igual. ¿Cómo hacerle entender que su única razón para regresar fue para estar a su lado?

–Bien...– respondió en forma de susurro para cortar el silencio que la noche, que por fin había surcado todo los cielos, empezaba a traerles –Pero necesito que sepas algo, es la razón por la que regrese.

Amy elevó su vista para verlo de reojo. La luna, quien por fin había aparecido en todo su esplendor, era la única fuente de luz que ambos poseían. Se escuchaban a los pequeños grillos tocar aquella canción que siempre acompañaba a la noche y las pequeñas luciérnagas, despiertas al fin, empezaron a volar por los alrededores como pequeñas estrellas andantes. Amy escuchó como la apacible agua empezaba a moverse con derroche, para así voltearse y verlo caminar hacia ella sobre los pequeños guijarros de aquel lago.

–En Robotropolis– empezó –Yo no puede...- dijo con cierto nerviosismo –No pude terminar de decirte algo importante.

Por instinto quiso retroceder un paso pero el agarre de él la hizo parar. Sintió su mano sobre la de ella y no pudo evitar que cierto sonroje se apoderara de sus mejillas. Aquel cálido tacto de su mano sobre la de ella era una sensación que pensó jamás volvería a sentir. Amy desvió su mirada, pues no podía verlo a los ojos sin sentir el deseo de correr hacia él y llorar en sus brazos.

–¿Qué?– preguntó Amy con curiosidad.

Sonic le sonrió y con un suave movimiento de su mano tomó su mentón para que así ella lo viera a los ojos. Sonic vio sus ojos vidriosos que se hacían más notorios por la luz plateada que la luna les ofrecía esa noche; esa era la Amy que él recordaba.

–Amy...– dijo en un suspiro –No es que no quisiera regresar a tu lado, jamás pensé... es decir...

–Me dejaste sola todo este tiempo– reclamó con su voz quebrantada.

–Pensé que no me querías de regreso– habló con cierta tristeza.

–¡Eso jamás!– respondió con rapidez para tomar su mano con fuerza–-¡Yo siempre...- pero calló de golpe, sin poder continuar su enunciado.

–¿Tú siempre qué?– cuestionó curioso.

–Sonic– susurró –Yo siempre te he esperado– confesó un tanto apenada– Sin importar el tiempo, sin importar donde esté... siempre lo he hecho– dijo con sonroje –Y a pesar de todo eso... a pesar de saberlo, tú aún así te vas– reclamó molesta para soltarse de su agarre con brusquedad y darle la espalda nuevamente. –Huyendo de todos, huyendo de mí– dijo con cierto resentimiento en su voz. De nuevo su vista se fijó en el cielo despejado y con un suspiro volvió a hablar –Sé que jamás he sido una prioridad para ti, y eso lo entiendo... yo...

Amy calló abruptamente al sentir como él con fuerza la rodeaba con sus brazos. Sintió sus mejillas sonrojarse intensamente opacando el brillo de la luna. En su rostro la expresión de asombro era imposible de ocultar y sin decir nada, ambos se quedaron en aquel lugar sintiendo el respirar del otro. –Tú siempre has sido mi prioridad Amy– le susurró al oído con aquella voz quebrantada. Sintió sus lágrimas correr nuevamente sin ella poderlas detener, pero no eran por aquella tristeza que durante muchos años pareció abrazarla para hundirla en el seno más oscuro, esta vez era por algo diferente. Amy sintió como la soltaba con lentitud para así tomar su mano y hacerla voltearse hacia él.

–Porque yo te amo

Una simple frase fue suficiente para olvidar todas aquellas lágrimas que por tanto tiempo derramó en su ausencia. El sonroje invadieron sus mejillas, sin él poderlo evitar. Sonic desvió sutilmente la mirada al sentir aquel calor irradiar todo su cuerpo, pues era la primera vez que él pronunciaba esas palabras, incluso para él mismo. Amy le sonrió con dulzura para así abalanzarse hacia él y abrazarlo con fuerza haciéndolo tambalear y caer junto con él a aquel lago cristalino.

–¡Amy!– reclamó en el momento en que logró sacar su cabeza del agua.

–¡Yo también te amo!– gritó con una emoción que olvido que alguna vez conoció. Lo vio de nuevo y aquella expresión de sorpresa y sonroje en el rostro de él le hizo pensar que había dicho de más –Ah... lo siento– se disculpó un tanto avergonzada para separarse de él –Yo...

Un beso cortó aquella frase absurda e innecesaria para sumirse en la emoción que con palabras no podía ser explicada. Por primera vez en tres meses Amy se sintió viva y llena de felicidad, aquella felicidad que sólo existe en los labios del ser amado. Sintió como con sutileza el se separó de ella, para así verla con aquella mirada dulce, que sólo en sus ojos había podido conocer.

–Lamento haberte hecho esperar...

Después de una guerra que dividió al mundo en dos bandos, y destruyó casi toda la vida del planeta, por fin había terminado para empezar a vivir en libertad. La historia de dos corazones que va más allá del tiempo y espacio permanecería guardaba como la más hermosa de todas, por el sacrificio hecho para la libertad de su amado; y el sentimiento abnegado de dos erizos que estaban predestinados de estar juntos in importar los obstáculos sería el nuevo inicio de aquel planeta, que al igual que sus habitantes se recuperaba poco a poco de las heridas de guerra.

Por fin el despertar del sueño más oscuro había llegado...

FIN



¡Gracias a todos por estar pendiente de esta historia! Muy pronto subiré más, hasta entonces, su autora se despide. Kat fuera.

¡GrAcIaS pOr LEeR!

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