Capítulo 24: Reconstruyendo Vidas
Dirigió su mirada hacia el cielo y los tonos azules de ese día le indicaban que sería un día soleado. Sintió la brisa de aquella mañana soleada y las hojas volar con el viento. Silver cerró los ojos para sentir la calidez del sol sobre su pelaje cuando una dulce sensación sobre sus labios lo hizo saber que no estaba solo, no más. Entreabrió los ojos para ver a la felina que ahora se separaba de él. Blaze le sonrió con dulzura sentándose a su par y así observar el cielo por igual. Contempló su belleza en silencio, observando como el viento jugaba con su cabello observando aquella expresión de paz.
–Es muy hermoso, ¿no es cierto?– murmuró Blaze con su vista en el cielo.
–Sí, es casi un sueño.
Blaze lo volteó a ver ampliando su sonrisa con calidez permaneciendo en silencio. El ambiente fue absorbido por el sonido de las cigarras de verano y el suave mecer de las ramas y hojas de los árboles al ser acariciadas por el viento.
–¿Te quedarás conmigo?– cuestionó Silver con una mirada de suplica.
La sonrisa de Blaze se borró lentamente para desviar su mirada a su regazo y así responderle con un suave movimiento de cabeza: –No– musitó cual trago amargo –Yo ahora estoy en otro lugar, muy parecido a este.
–¡Llévame contigo!– pidió con desespere para tomar su mano, obligándola a verlo.
–Lo lamento– negó la felina soltándola suavemente –No puedo– respondió seriamente –Ahora tú tienes un misión.
–¿Una misión?– repitió confundido –No me interesa, yo quiero ir contigo– insistió.
Blaze silenció ante la petición de él para ponerse en pie. Extendió su mano para ayudarlo a ponerse en pie por igual a lo que él accedió sin protestar. Caminaron en silencio hasta que ella se detuvo en lo que parecía el inicio de un desierto árido y sin vida.
–Tú puedes hacer que esto desaparezca– indicó Blaze para señalar el desierto frente a ellos –Y que todo florezca otra vez.
–¿Cómo?– inquirió Silver para verla confundido.
–Con esto– habló creando en su mano una pequeña esmerada roja con forma cuadrada –Ahora tu serás el guardián– asignó –Ellas te encontraran a ti, no te preocupes.
–¿Pero cómo sabré usarlas?
–Sólo escucha a tu corazón– respondió con una sonrisa
–Pero...
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-.-.-
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–¡¿Estás bien?!
Silver abrió sus ojos de golpe al escuchar aquella voz llamándolo. Observó unos ojos color esmeralda verlo muy preocupado. Movió su cabeza a los lados desubicado, observando arena hasta donde la vista alcanzaba. Intentó sentarse, pero le fue casi imposible.
–No te preocupes todo estará bien– habló la voz de Amy para verla nuevamente sintiendo como su visión empezaba a nublarse –Rouge fue por ayuda– dijo por último.
Cerró sus ojos pesadamente soltando un suspiro, trayendo el rostro de ella nuevamente a su mente –Un sueño– pensó obligándose a dormir para poder estar con ella nuevamente y así perder el conocimiento.
De nuevo los sonidos regresaron poco a poco para abrir sus ojos nuevamente y distinguir una especie de cueva con gente mal herida a sus alrededores. Silver se sentó con algo de esfuerzo, reconociendo a varios miembros de la villa –¿Rebeldes?– murmuró confundido. Se puso de pie sin pensarlo cuando las heridas por la batalla se hicieron presentes de golpe para así perder el equilibrio cuando alguien lo sostuvo para no caer. Silver vio como Amy lo sostenía con esfuerzo para apenas reconocerla; vestía una camiseta blanca, unas botas cafés y un short del mismo color. Aquella diadema celeste con broches dorados que indicaban que era de la realeza había sido remplazada por una de color tierra.
–¿Amy?– cuestionó con asombro al verla tan diferente.
–Siéntate– ordenó –Aún no estás bien.
–Te ves diferente– dijo tomando asiento nuevamente.
–Si bueno, esto era lo único que tenían– habló un tanto avergonzada –No podía andar con ese vestido por aquí...
–Te luce bien– le sonrió Silver con un dejo de tristeza; su princesa se había desvanecido para ahora ser una chica común.
–Silver– llamó Amy para verlo intensamente –¿Dónde está Sonic?
Abrió sus ojos de par en par. Por instinto buscó con la mirada al erizo azul entre los demás refugiados, sin verlo en los alrededores. Vio a Amy nuevamente, en sus ojos se notaba la tristeza y deseo implacable de llorar.
–Tampoco está Shadow– murmuró ella cabizbaja.
–Oh... sí– dijo bajando su cabeza para así ver al piso.
Amy sintió las lágrimas recorrer su rostro; desplomándose de rodillas al suelo y morder con fuerza su labio inferior –¡A-Amy!– exclamó Silver consternado para bajarse de aquella cama improvisada y caer sentado frente a ella. Ella sabía que significaban sus palabras, ellos habían muerto en la guerra contra Eggman, no podía ser nada diferente. Recostó suavemente su cabeza en el pecho del erizo plateado, quien pareció tensarse ante la sutil acción de ella y así sollozar en silencio. –Amy...– murmuró Silver y con suavidad abrazarla, permaneciendo en silencio, como siempre lo había hecho.
–Amy– llamaron para ella sentir como alguien tocaba su hombro.
Se separó de Silver lentamente para así ponerse de pie mientras restregaba con su brazo aquellas lágrimas de tristeza. Amy se volteó para ver a Tails parado detrás de ella con una expresión de devastación y culpa en su mirada. Frunció el ceño al acto y sin pensarlo dos veces con su mano golpeó la mejilla del zorrito haciendo que el sonido del golpe resonara por toda la cueva; un silencio de muerte se apoderó del lugar.
–¡Tú lo abandonaste!– acusó, soltando aquel dolor en forma de lágrimas –¡Él...
–¡Amy!– interrumpió Silver molesto al ver la reacción de ella. Se puso en pie con esfuerzo para lanzarle una mirada de desaprobación a la eriza y así decirle: –Sonic no murió en batalla.
La expresión dura y de reproche desapareció para que unos ojos de asombro se abrieran de par en par por parte de la eriza rosa y del zorrito. Silver abrió la boca en un intento de explicarles el mal entendido, pero se detuvo al ver a toda la villa reunirse de poco en poco a donde él estaba con su mirada sobre él.
Todos esperaban respuestas, pues él era el único que había estado en la guerra contra el emperador y había regresado con vida después de que ésta acabara.
–¿Dónde está Sonic y Shadow?– inquirió el equidna con un aspecto intimidante, haciéndose paso entre la multitud.
–Dinos que sucedió– pidió Tails con apuro.
Silver desvió su mirada al suelo al recordar al erizo negro, soltando un pesado suspiro.
–Shadow, bueno, él...– murmuró con un dejo de tristeza en su voz –Él no lo logró– completó al fin.
–¿Y Sonic?– insistió Amy haciendo caso omiso al obvio duelo del erizo plateado y demás presentes.
–No lo sé– respondió negando con la cabeza para verla al din –Salimos de la ciudad cuando...– silenció al venir el recuerdo de Blaze. Un nudo en su garganta le impidió proseguir.
–¿Cuándo qué?– retomó Tails.
–Cuando...– intentó decir apretando sus puños con fuerza –Cuando Blaze destruyó el control neuronal– completó con una voz ronca y unos labios temblorosos.
–Eso quiere decir que esa última explosión...– musitó Tails con asombro y a su vez un dejo de tristeza –Quiere decir que ella...
–Silver ¿qué pasó con Sonic?– interrumpió Amy el balbuceó del zorro. No le interesaba nadie más, ni su vida ni su muerte.
–Corrimos por el desierto– rememoró cual vago recuerdo –...yo llevaba a la murciélago y luego escuchamos un estruendo– dijo con su mirada perdida –Una explosión se escuchó para que una tormenta de arena azotara el desierto y nos mandara a volar por los aires– completó con tristeza –No recuerdo nada más después de eso; lo primero que vi al abrir los ojos fue a ti.
–¿Quieres decir que él sigue allá afuera?– parafraseó la eriza fijando su vista a la entrada de la cueva.
–Entonces ya murió– escucharon decir a Rouge, haciendo que todos en la villa fijaran su vista en la murciélago quien yacía sentada sobre una gran roca con una expresión desinteresada –Eso fue hace más de tres días, y tanto Silver como Sonic ya no tenían energías– explicó –Si le pasó lo mismo, él seguramente ahora es comida de los carroñeros.
–¡¿De qué demonios estás hablando?!– explotó molesto el equidna.
–¡Es la verdad y tú lo sabes!– debatió Rouge con una mirada sumida en tristeza.
–¡No, si Sonic...
La pelea acalló cuando un sonido molesto y alarmante empezó a resonar por toda la cueva.
–¡¿Qué está pasando?!– gritó Silver mientras tapaba sus oídos con fuerza con ambas manos intentando que su voz se escuchara sobre el barullo.
–¡Es la alarma!– respondió Tails –¡Tenemos intrusos!
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Llevaban varios días caminando sin rumbo por el desierto, su hogar había sido destruido y ahora el hambre empezaba hacer estragos en ellos, en especial a su corpulento amigo. Jet había escuchado sobre otro tipo de refugio que los rebeldes tenían cerca de las laderas, pero no había nada más que tierra y polvo, o eso pensó hasta que ocultó entre las rocas, logró ver algún tipo de elevador y una sonrisa de alivio se formó en su rostro.
–¡Lo encontramos!– sonrió el albatros –¡Jefe mire!– señaló hacía el elevador al escucharse funcionar éste.
El elevador empezó a subir y dentro de éste se asomaba un zorrito de dos colas, seguido de la princesa y su caballero. Tails se llevó una gran sorpresa al ver a un halcón y a un albatros en la entrada de su refugio.
–¿Jet, Storm?– llamó Amy confundida.
–¿Los conoces Amy?– inquirió Tails volteándola a ver.
Amy asintió con la cabeza –Ellos trabajan para el emperador– explicó.
–Trabajábamos– corrigió Jet.
–¡Ustedes!– vociferó Silver iracundo –¡Voy a...–calló su amenaza tambaleándose, obligándose a poner una rodilla en el suelo para evitar desplomarse.
–¡Silver!– dijo Amy alarmada para colocarse a su nivel.
–Tranquilízate ¿Quieres?– habló prepotentemente el halcón –No vine aquí a pelear.
–¿Qué demonios quieren?– inquirido Silver entre dientes.
–Venimos por refugio– puntualizó Jet para que Tails frunciera el ceño ante el cinismo del halcón.
–¿Qué les hace pensar que...
–Además– interrumpió Jet al zorrito, para que la mirada arrogante se desvaneciera –Tenemos a una herida...
–¡Sí!– gritó con preocupación Storm –¡Wave necesita ayuda!
–¡¿Qué?!– vociferó eufórico el erizo plateado, quien sin pensarlo dos veces se abalanzó contra el halcón tirándolo al suelo –¡Ella mató a Blaze!– reclamó mientras su ira nublaba su mirada –¡Si la llegó a ver juro que...
–¡E-Espera!– interrumpió Jet mientras forcejeaba con el erizo plateado -¡Tenemos algo que les interesa!– dijo aprisa.
–¡No necesito nada de...
–¿Ni al líder de la resistencia?– tentó el halcón esbozando una media sonrisa, triunfante.
–¿Eh?– exclamó Silver borrando cualquier rastro de ira o rencor de su mirada. Sintió como Amy corría hacia ellos para separarlo del halcón y quedar frente a frente del mismo.
–¿Lo encontraron?– inquirió con una expresión de desesperación y esperanza a la vez.
–Sí, el erizo está con Wave– asintió con la cabeza –Ambos están mal heridos y necesitan atención– indicó para ponerse en pie nuevamente –Ustedes ayudan a nuestra amiga y yo les devuelvo al erizo.
Silver frunció el ceño ante la artimaña del halcón.
–Si crees que...
–Hecho– interrumpió Amy obviando el alegato de su caballero.
Silver vio a la eriza un tanto conmocionado por su respuesta. Amy sintió la mirada dura y desaprobatoria a sus espaldas, sin embargo, aunque entendí su molestia, Blaze ya no estaba y nada de lo que hicieran la traería de vuelta a diferencia de Sonic. Si era necesario salvar la vida de Wave para recuperar a su amado lo haría, sin importarle si ella sola debía de ir a atenderla con tal de verlo una vez más.
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Tails tomó un par de Extrem Gears para deslizarse por el desierto y así ir en busca su amigo y de aquella ave; al igual que Amy, él estaba de acuerdo en ayudar a Wave con tal de recuperar a su mejor amigo, a pesar de que ambos sabían de las horribles cosas que era capaz de hacer. Nadie aparte de Silver objetó nada en la villa.
–¿Listos?- preguntó el zorrito a Jet, Storm y Amy.
–Sí– hablaron todos al unísono.
Amy dirigió su vista al halcón que empezaba a alistarse, deteniéndose al sentir su mirada.
–Si esto es una trampa...– masculló Amy estoica –Se mueren.
–Ya no hay más guerra, ahora todos somos refugiados ¿no?– respondió Jet indiferente ante la amenaza.
Amy no respondió; no le agradaba pensar que ahora todos estaban en el mismo bando, a pesar de que ella jamás realmente perteneció al bando contrario a los Babylon Rogues, siempre lo sintió de esa manera.
Se montó en el Extrem Gear, para así navegar junto Tails por el desierto en busca de su líder.
Después de un par de horas llegaron a un pueblo fantasma. Amy reconoció el lugar al instante, era el pueblo donde habían parado con Sonic a descansar la primera vez que había salido de Robotropolis. Sintió sus ojos llenarse de lágrimas para así borrarlas rápidamente con su antebrazo.
–"Pronto estaré contigo, Sonic"– pensó con emoción.
–Es por aquí– guió Jet. Entraron a una pequeña casa de madera apolillada y podrida. En la oscuridad de aquella casa en ruinas se podían distinguir dos siluetas.
–¡Sonic!– llamó Amy alegría para correr hacia él, hasta que algo la detuvo de golpe. Aquella sonrisa que se había formado empezó a desvanecerse.
–¿Amy, qué sucede?– preguntó Tails llegando hasta ella.
–No es...
Tails no entendía a qué se refería hasta que a quien vio descansando a la par de Wave era el erizo negro. Shadow había sobrevivido. Lo observó incrédulo pues se miraba muy mal herido y no estaba seguro de cómo es que había sobrevivido todo ese tiempo sin atención médica. Tails se hincó a la par del erizo y notó que su respiración era leve, pero constante.
–Es el líder, ¿no?– cuestionó Jet.
–Lo era– masculló Amy molesto.
–Bien, yo cumplí con lo acordado– señaló Jet –Sea o no el líder es miembro de su villa, eso lo sé bien.
–Sí– afirmó Tails –Nuestro pacto sigue en pie.
Al igual que Amy, él también estaba decepcionado de que no fuera Sonic a quien habían encontrado, pero no por eso iba a dejar a Shadow solo; él los necesitaba.
–Bien, entonces andando.
Jet tomó a Wave con suma gentileza y la subió sobre su Extreme Gear para así poderla llevar al refugió de los rebeldes, al menos con eso lograrían salvarla, o eso espera él. El halcón dio un suspiró un tanto pesado para luego recobrar la compostura y caminar hacia el zorrito y la princesa.
–Bien, con eso será todo– habló Tails mientras terminaba de asegurar a Shadow en el Extream Gear –Regresemos antes de que...
–Yo tengo algo que hacer– interrumpió la eriza rosa –Regresaré después a la base– dijo Amy caminando en dirección contraria a la del refugio.
–¡Espera, Amy!– dijo Tails al ver la conducta errática de la eriza.
–No te preocupes, regresare antes del anochecer.
–Pero...
–Estaré bien– le sonrió dulcemente la eriza, intentando disipar la preocupación del zorro.
Tails no estaba realmente convencido de que ella vagara sola por el desierto, pero parecía que ella necesitaba estar un tiempo a solas; asintió con la cabeza mientras ella le regalaba otra sonrisa.
Amy tomó su patineta borrando la sonrisa previa para salir de aquel pueblo fantasma.
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Empezó a estirar sus músculos y por momentos un dolor agudo le impedía seguir, pero su recuperación estaba siendo tan rápida como lo usual. Silver sonrió aliviado ante eso, pronto podría levantarse y ser de nuevo un miembro útil.
–En poco tiempo podrás correr por todo el desierto– escuchó decir a sus espaldas para ver a la murciélago sentada plácidamente, observándolo fijamente.
–Yo no corro– corrigió Silver sin interés mientras continuaba con sus ejercicios de estiramiento.
Sentía la mirada intensa de la chica murciélago sobre él. Parecía que quería hablar con él o eso se le asemejó al ver que no lo dejaba solo. Detuvo su estiramiento soltando un pesado suspiro, no quería realmente estar con nadie; a pesar de que aquella alianza con Eggman había acabado, aún sentía aquel desprecio por los rebeldes, cuando en su interior él siempre fue uno de ellos. Silver vio de reojo a la murciélago, quien seguía con su mirada sobre él.
–¿Tienes algo que decirme?– preguntó Silver, rompiendo el silencio.
–¿Te molesta mi presencia?– cuestionó Rouge con una ceja arqueada.
–A decir verdad sí– respondió para verla de reojo –Deseo estar solo.
–Cariño ¿no has visto a tu alrededor?– dijo la murciélago divertida para con un ademan de mano mostrarle los alrededores –Aquí no hay mucha privacidad.
–¿Y puedo saber por qué, de todos los lugares, deseas estar aquí conmigo?– insistió Silver con fastidio.
–Tengo algo que decirte.
–¿Qué sería...– dijo arrogante para voltearla a ver al fin.
–Gracias por sacarme de Robotropolis– respondió en baja voz, desviando su mirada.
Silver se quedó un tanto asombrado por sus palabras; no estaba realmente acostumbrado que nadie le diera las gracias, nadie aparte de Amy. Suavizó sus facciones y su mirada desdeñosa y con una amago de sonrisa responder:
–De nada– dijo continuando con sus estiramientos. Ignorando su presencia otra vez.
–Por cierto– habló Rouge nuevamente –Lamento mucho lo de la felina.
Se detuvo de golpe. En su mente aún vagaba el recuerdo de aquel último beso que ellos habían compartido antes de que las flamas cubrieran su cuerpo. Cerró los ojos con fuerza, como si esa simple acción pudiera alejarla de su mente, pero no era así.
–¡Regresamos!– escucharon a Tails entrar al lugar.
Todos los refugiados se pusieron de pie, viendo con expectativa la entrada, esperando ver a Sonic, pero en su lugar observaron como un erizo negro era llevado con sumo cuidado junto a ellos.
–¡Shadow!– llamó Silver para correr hacia él y revisar su condición, la cual parecía grave –¿Está con vida?– cuestionó perplejo.
–Sí, los Babylon Rogues lo encontraron.
Silver sintió como si un balde de agua fría hubiera caído encima al escuchar ese nombre –Hola Silver– escuchó decir a Jet. Fijó su mirada en el halcón y el albatros, quienes lo miraban con aquella mirada prepotente, haciéndolo molestar, pero aquello pareció insignificante cuando vio a Wave, quien yacía inconsciente en los brazos del albatros. Sintió como la ira se apoderaba de él nuevamente y su primer impulso fue ir hacia ella, pero Tails se interpuso en su camino
–Ya no somos más enemigos– le habló firmemente.
Silver gruñó molesto por la actitud del zorrito, ellos no podrían ser sus enemigos, pero para Silver convivir bajo el mismo techo que el de esa asesina era imposible. Fijó su mirada al cielo de esa tarde, suspirando profundamente para así tranquilizarse. Silver asintió con la cabeza, provocando que Tails esbozara una sonrisa en el zorrito
–Me voy– dijo Silver por último para empezar a caminar fuera de la cueva.
–¡Espera! ¿Adónde vas?– preguntó Tails para seguirlo.
Silver se detuvo ante su pregunta, pues él sabía que afuera no había nada, sólo arena y muerte. Observó de nuevo el cielo y como el sol acariciaba la tierra árida e infértil; recordando aquel sueño con Blaze y el hermoso sonido de los árboles al ser tocados por el viento. Esbozó una sonrisa ante el recuerdo.
–Yo tengo una misión– respondió al fin para voltearlo a ver.
–¿Una misión?– preguntó el zorrito.
–Vivir.
Tails no supo qué responder para verlo seguir su camino. Se elevó por los aires y así tomó vuelo alejándose de ellos y esa vida. Lo siguió con la mirada, hasta que por fin lo perdió de vista.
Tails suspiró pesadamente, ahora que Sonic no estaba y Shadow no estaba en condiciones para ser el líder, el único encargado sería...
–Bien, ya saben que hacer– habló Knuckles, para darles entrada a los Babylon.
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–"¡Corre!"– pensaba ella mientras sentía todo a su alrededor arder.
Miraba la espalda del erizo verde delante de ella mientras corría tan rápido como podía, pues todo se estaba desmoronándose. Un estruendo se escuchó por el edificio, para hacer que todo temblara y así hacerlos caer a ambos al piso. Escuchó como el techo empezaba a caerse en pedazos y protegió su cabeza con ambas manos para evitar ser lastimada. Wave levantó su cabeza y vio que el erizo verde ya estaba en pie; ella empezó por levantarse por igual cuando escuchó un sonido chirriante. Volteó su cabeza para ver como los gigantescos pilares de metal empezaron a colapsar para así obstruir la salida. Se paró velozmente y vio a Scourge correr rápidamente a la puerta antes de que esta fuera obstruida casi por completo. Se acercó a los escombros y empezó a removerlos mientras a sus espaldas sentía el calor abrasante, pero no era tan fuerte o rápida como para hacerlo a tiempo. En el pequeño espacio que aún quedaba sin ser obstruido por los escombros divisó a Scourge del otro lado, quien miraba a diferentes direcciones para buscar la mejor salida.
–¡Scourge!– le gritó –¡Ayúdame!– dijo para estirar su mano por el pequeño agujero.
Scourge le sonrió burlesco –Mi querida Wave, este infierno lo creaste tú ¿recuerdas?– dijo para sentir como un sudor frío recorrió su espalda –Y como tal ¡mereces quemarte en él!– le dijo de último con aquella sonrisa para así golpear él la pared haciendo que más escombros cayeran, tapando su única salida por completo.
–¡No, Scourge!– suplicó golpeando los escombros con lágrimas en sus ojos –¡No me abandones!– pidió en vano, él no la salvaría. Vio a sus espaldas y vio el fuego caminar con aquella danza mortal hacia ella. Lo supo, sería su fin. –Lo lamento... Jet– murmuró aceptando su destino cuando escuchó otro derrumbe en las cercanías cubriéndose la cabeza con ambas manos.
–¿Alguien dijo mi nombre?– escuchó hablar al halcón, para así levantar lentamente la cabeza y ver a Jet. –Hmph, te dije que teníamos que irnos...
–Jet– susurró con un nudo en la garganta y alivio en su alma, para así, escuchar otra explosión y ver el techo ceder por fin y desmoronarse por completo.
–¡JET!– gritó para levantarse de golpe y verse en una cueva con cientos de rebeldes –¿Eh?
–Quien lo diría– escuchó a una voz familiar –Parece que soy el halcón de tus sueños ¿no es cierto?– le sonrió Jet pícaramente.
–¿Dónde estoy?– preguntó Wave sintiendo un sonroje intenso.
–¡Wave!– gritó el enorme albatros –¡Estás bien!
–Sí– espetó desconcertada.
–Estamos con los rebeldes-–respondió Jet a su pregunta. Wave abrió los ojos de par en par, sin entender cómo ellos podrían ayudarlos de cualquier forma.
–¿Cómo conseguiste que ellos...
–Antes de dejar Robotropolis– interrumpió Storm –El jefe vio al líder de la resistencia y decidió rescatarlo por si lo necesitábamos.
–Desde cuando te volviste tan generoso para rescatar a las almas en pena– se burló Wave con una sonrisa.
–Desde que mi compañera se volvió una– reclamó molesto.
Un silencio incómodo se presentó en el ambiente entre ellos. Sin importar que él la hubiera rescatado, aún seguía molesto porque ella los había abandonado por Scourge o por Eggman, sin importar por quien haya sido, los había traicionado.
Ella lo vio a los ojos y aquella mirada molesta permanecía en el halcón. Suspiró pesadamente, sabía que les debía su vida a sus amigos, pues de no haber llegado con ella en ese momento, ahora sólo sería un cadáver más en Robotropolis.
–Lo lamento– susurró de pronto la golondrina.
–¿Ah?– exclamó Jet para verla.
–Hmph, no harás que te lo diga de nuevo– habló molesta mientras cruzaba sus brazos sobre su pecho.
–Pues por haber salvado tu vida deberías hacer un mejor esfuerzo que ese– reprochó Jet molesto.
–Acéptalo, sin mí este equipo andaría a pie– le sonrió.
–Aún no he dicho que eres parte de los Babylon Rogues otra vez– le dijo fríamente el halcón, borrando la sonrisa de la golondrina.
–Pero...
–Hay una condición.
–¡Jet the Hawk si crees que voy a volver a disculpar, estás...
–No nos abandones de nuevo– musitó con un tono de voz serio y una mirada un tanto entristecida.
Eso la tomó por sorpresa. Wave esbozó una pequeña sonrisa y con un sutil movimiento de cabeza asintió. Estaba feliz de regresar.
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Llegó por fin a su destino y observó de lo que quedaba de su preciosa ciudad. Amy entró con cautela y vio las cenizas de su antigua vida. Un sentimiento de nostalgia la invadió velozmente. Sólo quedaban escombros de lo que alguna vez había sido Robotropolis, y a pesar de los días transcurridos desde el incidente, aún habían fuegos aislados por toda la ciudad. Escuchó el crepitar de los escombros por el fuego según como caminaba por el lugar y sus ojos se llenaron de lágrimas. Ya no había nada. El fuego lo había borrado todo...
Amy fijó su vista a lo que alguna vez había sido su palacio, el cual ahora era sólo una pila de escombros. La guerra contra el emperador había terminado después de que Blaze carbonizara todo a su paso; el gigante de acero ya no existía más, en su lugar sólo una marca negra de gran tamaño que era fácilmente visible en la mitad de Robotropolis, estaba en su lugar. La felina había dado su vida para que todos ellos vivieran, la gran última explosión que había azotado a toda la tierra; incluso los rebeldes refugiados a cientos de kilómetros de ahí habían sentido el estrepitoso temblor de la última batalla; el humo y el fuego de aquel último ataque había alumbrado y tapado el cielo durante todo un día y una noche antes de que poco a poco este empezara a ceder.
Caminó con cuidado por los restos carbonizados de la ciudad de plata y paró enfrente de su amado castillo. Amy siempre quiso dejar todo atrás, huir y ser libre.
–"Ahora lo soy"– pensó con tristeza, pues la libertad no es lo que ella alguna vez imaginó que sería.
No tenía nada ya, no reconocía a sus antiguos amigos, pues si bien los recordaba, aquel cariño no estaba más o en dado caso aún no lo sentía de regreso; ya no tenía a su caballero, quien ahora ya no se dedicaría más en protegerla, pero sobre todas sus perdidas, estaba Sonic. Sintió de nuevo sus ojos llenarse de lágrimas y la soledad la abrazó con fuerza. Una lágrima recorrió su mejilla mientras el aire de la desolación acariciaba su rostro y jugaba con sus púas haciendo una danza bajo el cielo azul.
–El destino al final...– habló para sí misma –...no nos quería juntos– dijo por último para así de pantaloneta sacar de uno de sus bolsillos dos broches dorados, los cuales alguna vez habían adornando su cabeza. Suspiró pesadamente y sobre aquella pila de escombros de lo que alguna vez había sido su castillo los posó delicadamente, como si adornara la más hermosa de las tumbas –Adiós... Sonic– dijo por último para caminar por donde había venido.
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