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Capítulo 2: La Resistencia


–Será fácil, como cualquier batalla con Eggman– habló Sonic con presunción.

–De acuerdo, entonces iré contigo.

–¡¿Qué?! Debes de estar bromeando.

–No te dejaré solo, además, todos irán– insistió con una expresión de molestia –Me quedaren con Tails en todo momento– prometió con una sonrisa dulce y unos ojos de suplica.

–Bien... – aceptó resignado –, pero quédate con Tails, no quiero que nada malo te pase.

–No te preocupes Sonic, además, si algo malo llegará a pasar sé que tú me ayudarías– dijo con confianza –Ven, es hora de irnos.

–¡NO, NO VAYAS!– gritó al despertar.

Abrió los ojos de golpe para notar que estaba de regreso en casa. Sonic yacía sobre aquel viejo colchón maltrecho cubierto por aquellas ya familiares sábanas apolilladas. Colocó una mano sobre su cabeza cerrando sus ojos con fuerza, repitiéndose a sí mismo que todo había sido un mal sueño... un mal recuerdo.

–¡Sonic, ¿qué pasa?!– preguntó Tails entrando a toda prisa. –¿Todo bien?

–Sí, todo bien– respondió esbozando una imperceptible sonrisa, las pocas que aún mostraba.

–¿Soñaste con...– pausó por un segundo – ...con ella?– completó febril.

Sonic borró aquel amago de sonrisa para desviarle la mirada, era obvio que era algo que no pensaba hablar. –Dime, ¿Dónde está Shadow?– inquirió cambiando el tema y recordando prontamente lo último vivido –¿Y cómo llegue aquí? ¡¿Están todos bien?!

–Tranquilízate, claro que sí– asintió el zorrito –Shadow vino contigo cargándote en su espalda. Perdiste el conocimiento en batalla.

–Recuerdo que estábamos acorralados y luego los cazadores empezaron a explotar y...

–Eso fue por la chica que vino con Shadow– interrumpió el zorrito –Cuando...

–¡¿Cuál chica?!­– le cortó abruptamente para verlo alarmado.

–Es una felina, ella...– calló al verlo ponerse de pie con una expresión de dolor en su rostro –¡Espera Sonic, tú aún...

–¡Hazte a un lado!– ordenó para caminar torpemente hacia la salida.

Salió de la casa para buscar con la mirada a alguien nuevo en la oscuridad de la noche, y ahí, con la más inocente de todos, estaba una felina de pelaje lila quien vestía unos shorts color caqui, una blusa blanca sin mangas con unas botas estilo militar, pero, de todo su atuendo, por sobre todo un par de armas sobresalían, las cuales yacían posicionadas de lado a lado de sus muslos. Sonic caminó tan bien como sus heridas se lo permitieron hacia donde se encontraba la coneja.

–¡Cream, aléjate de ella!– ordenó llegando a su lado.

–¿Sonic?– dijo la pequeña coneja, quien no obedeció el comando del erizo –¿Qué sucede?

Sonic se paró tan bien como pudo enfrente de ella en una manera de protegerla de la extraña forastera para verla desafiante. La felina de ojos miel arqueó una ceja sin entender qué era lo que estaba pasando y más aún, por qué es que él estaba actuando de esa manera.

–¡¿Quién eres?!– cuestionó autoritario.

–Mi nombre es Blaze, Blaze the Cat– respondió inexpresiva –También luchó contra el Emperador Eggman.

–¡¿Y porque tú lo dices se supone que he de creerte?!– exclamó a la defensiva.

–Porque no te calmas de una vez por todas– escuchó la voz de Shadow en la oscuridad. Lo buscó con la mirada, para verlo recostado sobre una pared con aquella actitud preponte. –De no haber sido por ella ahora estarías muerto.

Sonic gruñó molesto; Shadow sabía que estaba estrictamente prohibido recibir forasteros sin verificar primeramente que no ayudaban a Eggman en ninguna manera.

–¡Sabes que está en contra de todo lo que creemos traer forasteros aquí a...

–Querrás decir contra lo que tú crees– le cortó él –Es hora que empieces a superar tus temores faker, en esta guerra no nos podemos dar el lujo de ser tan cautos.

–¡Yo te enseñaré a...– detuvo su amenaza al dar el primer paso hacia el erizo negro y caer así con una rodilla al suelo, sintiendo nuevamente un dolor intentos en su pecho.

Shadow lo vio con desdén para bufar molesto –Si deseas pelear contra mí primero recupérate– dijo arrogante –Y sí, me encargue de verificar su historia– aclaró para dar media vuelta y caminar hacia su morada, aunque no lo aparentaba, él necesitaba descansar por igual. –No es un peligro– le dijo por último mientras se perdía en la oscuridad de las calles de la villa.

–¡Sonic!– exclamó Cream al verlo en el suelo.

–Tienes una herida interna, será mejor que descanses– habló la gata lila con una postura de indiferencia al ver al erizo que yacía en el suelo.

El erizo azul la vio adolorido a los ojos, sin decir nada por su consejo. Se puso en pie tan bien como pudo, para así regresar a su hogar tambaleante; Tails corrió hacia él al verlo en su estado, sin embargo, Sonic no permitió que lo ayudara. –Estaré bien, sólo necesito dormir– dijo mientras marchaba –Los guardianes cuidaran las entradas hoy; hazlo saber– ordenó para que el zorrito asintiera con la cabeza aún con aquella expresión preocupación, y sin decir nada más regresó a sus aposentos cerrando la puerta detrás de sí.

–Cream, ¿Puedes estar pendiente de él?– pidió Tails.

–Sí– asintió la coneja con aquella misma mirada de consternación –Iré con mamá para traer unos medicamentos y regresaré.

–De acuerdo, gracias.

La pequeña coneja se despidió con una rápida reverencia de la felina y así correr en dirección a su hogar. Tails se acercó a la forastera, quien parecía algo confundida por como las cosas se manejaban en aquel lugar.

–Hola, soy Tails, creo no nos había presentado– saludó con una sonrisa.

–Me parece que tu amigo no me quiere por aquí– habló molesta con su mirada fija a la puerta por donde había salido el erizo, ahora cerrada.

–No, no es eso, es sólo que...– calló por un momento viendo de reojo la morada del erizo azul –...Sonic sólo quiere protegernos a todos, eso es todo.

–Pues infórmale que no tengo intenciones de lastimar a nadie– dijo Blaze ofendida.

–¡Lo sé!– respondió rápidamente –Pero él siente que es el responsable de todos así que es un poco desconfiado.

Blaze permaneció en silencio para desviar su mirada al cielo nocturno sobre ellos. Ella había caminado durante varios meses para poder llegar ahí, al lugar más seguro y difícil de encontrar de todo Mobius, ya que ni siquiera el Emperador Eggman estaba al tanto de donde se encontraba. Aún no podía creer que lo había logrado.

–Ummm... supongo que has de tener hambre ¿Verdad?– habló el zorrito en un intento de cortar aquel silencio incomodo.

La gata regresó su vista en el zorrito al escuchar eso para sentir a su estómago rugir al mencionar la comida, ruborizándose avergonzada; después de todo había estado vagando por el desierto por bastante tiempo. Blaze asintió con la cabeza a manera de respuesta provocando que el zorrito sonriera amenamente. –Genial, ven conmigo– indicó para guiarla por las calles de tierra iluminadas por las flamas de las antorchas hasta llegar a una casa que en primera instancia le pareció más como un bar-restaurante del viejo oeste. Blaze podía escuchar la música y ver mesas redondas de madera y pequeñas lámparas rojas que iluminaban el lugar.

–¿Qué es este lugar?– cuestionó admirando los alrededores.

–Bueno, aquí es donde cada miembro de la villa recibe su ración comida.

–¿Y cómo es que consiguen esta comida exactamente?– cuestionó intrigada –Eso es un lujo en estos días, aún más en el desierto.

–Bueno, la verdad no es nada fácil– confesó Tails mientras tomaba una silla para tomar asiento –Los recolectores se encargan de irla buscarla.

Blaze arqueó una ceja confundida tomando asiento frente a él para así preguntar: –¿Qué son los recolectores?

–Son los encargados de, bueno, recolectar la comida.

–¿Tú eres un recolector?

–Oh no, yo soy del área de mecánica.

–¿El área de mecánica?– repitió extrañada.

–Sí, me encargo de todo lo que tiene que ver con la tecnología por aquí. Cream y yo somos los únicos miembros.

–Oh, entiendo– asintió pensativa –¿Y exactamente cuántas áreas hay?

–Déjame ver...– calló con una expresión abstraída –Sería: el área de defensa, de ataque, de recolección, de mecánica, de exploración y de salud. Son seis en total.

–¿Y cada miembro de la aldea está involucrada en una de estas áreas?

–Así es. Por ejemplo, Shadow es del área de ataque, su mejor peleador, por consiguiente su miembro más importante; Knuckles, por otro lado, es un guardián y es del área de defensa, por sólo mencionar a algunos.

–Knuckles es el equidna que vi en la entrada cuando llegue aquí, ¿verdad?

–Sí, es su miembro más importante.

–¿Y qué me dices del erizo que se hace llamar Sonic?– indagó ella curiosa.

–Bueno, Sonic es miembro de casi todas las áreas.

–¿No está en sólo una?

–No. Está en el área de pelea, de defensa, de exploración y si es necesario de recolección. Él es quien formó este lugar y por consiguiente es el líder, el que toma las decisiones.

–Eso explica su pésimo comportamiento– reclamó aún molesta por la bienvenida.

–Sé que puede parecer un poco...

–¿Grosero?– completó Blaze.

–No, más bien, sobreprotector.

–Hola Tails– llegó Vainilla a la mesa donde se encontraba él y una felina –¿Quién es tu amiga?

–Hola Vainilla, ella es Blaze, es nueva– explicó brevemente –Vino desde muy lejos para encontrarnos.

–Oh, bueno, pues bienvenida seas– saludó la coneja adulta con una sonrisa –Imagino que has de tener hambre, ¿No es así linda?

Blaze la vio observó extrañada, no entendía por qué la trataba como si ella fuese una niña.

–Sí– respondió Tails por ella al notar la obvia incomodidad –¿Puedes darnos algo de comer?

–Claro, en seguida les traigo algo que sé que les gustará– asintió para así marcharse.

–Ella es Vainilla, es miembro del área de recolección y de salud– explicó Tails.

Al poco tiempo Vainilla llegó con un par de sopas enlatadas, nada ostentoso. Ninguno de los dos dijo nada más, para así dedicarse a comer. Tails tenía mucha preguntas para la forastera ¿Cómo había llegado ahí? Y más aún ¿Cómo es que había sobrevivido a la guerra? Preguntas que no guardaría por mucho.

–Dime algo Blaze– habló al final el zorrito, provocando que ella sólo levantara la vista del plato de comida –¿Cómo supiste de este lugar, es decir, de nosotros?

–Todos los sobrevivientes saben de ustedes– respondió sin mayor interés.

–¿Quieres decir que hay más?– preguntó sorprendido.

–No son muchos, pues gracias a lo que el Emperador Eggman ha hecho con todos sus robots es muy difícil que cualquiera forma de vida pueda sobrevivir; tú mejor que yo sabe que casi todo el planeta ahora sólo es un gran desierto. La mayoría de bosques ahora sólo son árboles muertos y muchos de los ríos se volvieron casi pantanos si es que no se han secado.

–Sí, lo sé– afirmó cabizbaja.

–Y aún así, tiene este tipo de manjares en una época como esta– dijo para ver el plato de sopa frente a ella –¿Cómo es posible?

–Te lo dije, los recolectores son los encargados de eso– respondió Tails sin interés –Ellos van a Robotropolis y...

–¿Te refieres a la Robotropolis en donde habita el Emperador Eggman?– cuestionó asombrada.

–Sí– respondió él sin mayor interés.

–¡¿Pero cómo logran entrar ahí sin ser capturados?!– preguntó entusiasta.

–No tengo todos los detalles, como te dije, esa no es mi área; pero si quieres saber al respecto podrías preguntarle a un recolector.

–Déjame entender esto, ustedes pueden infiltrarse a la base del Emperador Eggman y nunca han intentado...

–No te equivoques– interrumpió al entender hacia donde iba su enunciado –Nosotros no vamos al corazón de la ciudad, sólo a las afueras de ésta. Es muy peligroso adentrarse más.

–¡Pero podrían hacerlo!– recalcó.

–Está prohibido– sentenció el zorro.

–¡¿Qué?!– exclamó poniéndose de pie indignada –¡¿Quién haría algo como eso?!

–Sonic, él es quien...

–¡Si se supone que él es el líder de la resistencia ¿cómo puede prohibir algo así?!– interrumpió sulfurosa.

Tails exhaló un pesado suspiro, para fijar su vista a su plato a medio comer. No era la primera vez que se enfrentaba a una reacción así por parte de alguien de la aldea. –Sé que tú no lo entiendes...– murmuró por lo bajo –, pero después del día negro muchas cosas cambiaron... él cambio.

–¿Día negro?– repitió confundida.

–El día en que Eggman ganó la guerra.

–Bien, perdimos contra él, pero esa no es una razón para...

–Tú no entiendes– acalló para verla severamente –Ese día, nosotros perdimos más que la guerra...

–Creo que sigo sin entender.

–En aquel día, Sonic perdió contra Eggman no por ser débil o porque Eggman fuera muy fuerte, no más de lo normal; ese día, Sonic la perdió a ella...

–¿A ella?

–Amy Rose– respondió con nostalgia –Fue un terrible accidente en donde Sonic no pudo salvarla... nadie pudo. Fuimos muy confiados a la batalla, pero Eggman esta vez fue astuto, supo como debilitarnos a todos, supo que una herida emocional sería peor que una física y gracias a eso no pudimos vencerlo– recordó con pesar –Después de eso Eggman empezó a conquistar ciudad por ciudad, nación por nación hasta que muy pronto él se convirtió en su dueño. Muchos murieron y Eggman se volvió cada vez más fuerte; Sonic decidió no pelear, sino proteger, y en su momento realmente funcionó, ya que si no lo hubiera hecho muchos más hubieran muerto pero...– calló de pronto, absorbiéndose en sus propios pensamiento

–Pero...– insistió la felina.

–Pero el problema es que nunca ha dejado de hacerlo– completó –Él ya no pelea a menos que sea por necesidad; creo que nunca pudo superar lo que pasó... lo de Amy.

Blaze no dijo nada al respecto. Realmente no sabía mucho sobre lo que había acontecido en la guerra, sin embargo, años después de que el Emperador Eggman había conquistado el mundo ella se enteró del nombre de aquel guerrero que perdió contra él: Sonic the hedgehog; se rumoraba que él tenía una villa en donde se encontraban a salvo de los cazadores y podrían encontrar comida y refugio; muchos lo culpaban por lo que había pasado y en cierto punto lo detestaban, otros lo buscaban para protegerse, ¿Ella? No tenía opinión sobre él, sólo sabía que donde hubiera una pequeña resistencia ella se uniría.

Blaze no estaba conforme en cómo se hacían las cosas ahí, pero sabía que si quería lograr derrocar al emperador necesitaría ayuda y para eso necesitaba el permiso de Sonic, así que debería de conseguirlo.

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Llegó la mañana para sentir los rayos de luz colarse a través de su ventana. Sonic observó la mesa de manera que yacía a la par de su cama para ver las diferentes medicinas que Cream le había llevado la noche anterior con el propósito de ayudarlo con sus múltiples heridas. Sonic se sentó sobre el colchón para ver las vendas sobre su brazo derecho y saber que por un tiempo no podría moverlo si no quería que la herida volviera abrirse. –Bien, hay trabajo que hacer– dijo para obligarse a salir de la cama. Se puso su típica playera blanca, la cual ocultaría las vendas y heridas más notorias. Caminó más despacio de lo usual, aún sintiendo en diferentes áreas de su cuerpo dolor, sabía que en los próximos días realizar sus tareas habituales sería todo un desafío.

Sonic abrió la puerta de su hogar para ver del otro de la calle, recostada sobre una pared de barro y metal a la gata morada de la noche anterior. Frunció el ceño inconforme, aunque confiaba en Shadow y su revisión, aún había algo en él que no le gustaba de ella.

–Buenos días– saludó ella para estirarse con pereza, parecía que lo había estado esperando. –Estaba esperándote– indicó dándole razón a su corazonada.

Sonic arqueó una ceja desconfiado. –¿Por qué?– cuestionó.

–Bien, eres el líder de la resistencia, ¿no es así?– respondió parando frente de él –Y contigo debo de abocarme para hacer cualquier cosa ¿no es cierto?

–Así es– respondió sosegado; el hecho de que ella reconociera su autoridad lo hacía sentirse más cómodo con su presencia.

–Quiero adentrarme al corazón de Robotropolis– soltó sin titubear –Quiero hacer una expedición de reconocimiento.

Sonic quedó tan asombrado con su petición que lo único que pudo hacer fue reír como no había hecho en mucho años ya. Blaze lo observó molesto para clavarle una mirada iracunda, mientras el parecía disfrutar hilarante de sus absurdas palabras.

–¡¿Qué te parece tan gracioso?!– preguntó la felina molesta.

–Debes de estar bromeando– habló entre risas intentando, recuperar el aliento –Yo jamás aprobaría algo así.

–¡¿Por qué?!– retó –¡¿Tienes idea de cuantas cosas se podrían aprender con algo como eso?!

Sonic borró aquella sonrisa previa endureciendo sus facciones. La vio con intensidad, causando que la ira inicial de ella se apagará de pronto ante la amenaza.

–No arriesgaré la vida de nadie por algo así.

–Pero...

–Vete olvidando de eso– le cortó él –No lo haré, es demasiado peligroso.

–¡¿A qué le temes?!– insistió Blaze frustrada por la terquedad del erizo azul.

–Dije que no– puntualizó con una voz amenazadora –Y si quieres permanecer en esta villa es mejor que olvides esa idea– ordenó para seguir con su camino, alejándose de ella.

–¿Es una amenaza?– preguntó la gata atragantándose su ira.

–Es un consejo– respondió para verla de reojo y seguir su camino.

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El sol se ocultó para así traer la noche y con ésta el valor para quebrantar un mandato que se le había dado y empezar una nueva aventura. Blaze guardó algunas cosas dentro de una mochila que había logrado conseguir y salió de la morada que amablemente Vainilla le había brindado. Salió en sigilo por la villa tarde esa noche, en donde en las oscuridad de las calles desiertas las estrellas eran su único acompañante y el silencio su único testigo. Blaze pronto llego a la entrada principal, y como cuando entró, vio al equidna rojo cuidando de la misma.

Chasqueó la lengua en señal de molestia. No necesitaba que Sonic se enterara que ella había salido a hurtadillas o eso podría causarle muchos problemas; y regresar por donde había venido sabía que no era una opción.

–¿No sabes como eludir al guardián?– escuchó una voz entre las sombras. Blaze desenfundo las armas que llevaba sujetadas en amabas piernas apuntando a la silueta que pudo distinguir entre las sombras. –Tienes buenos reflejos, los necesitarás– dijo para hacerse notar el erizo negro de la noche anterior.

–¿Qué haces aquí?– inquirió ella aliviada, guardando sus armas nuevamente –¿Piensas detenerme?

–No, pienso acompañarte.

Su sorpresa fue obvia. Blaze estaba casi segura que todos en la villa tenían el mismo pensamiento que el erizo azul –¿Por qué?– logró preguntar con desconfianza.

–¿Qué te puedo decir? Me gusta llevarle la contraría al erizo azul– respondió con una sonrisa prepotente, ocasionando que la felina lo viera con sospecha – Y porque si te infiltras a Robotropolis y sales con vida, quizás haga que ese cabeza dura escuche razones para hacer un ataque interno– completó.

–Si realmente estás a favor de esta expedición ¿por qué nunca los has intentado antes?– indagó la gata aún insegura.

–Porque para esto se necesita más de uno– explicó seriamente.

–Tres diría yo– escuchó decir de las alturas. Blaze elevó su vista he intentó para ver a una murciélaga aterrizar frente a ella.

–¿Y tú eres...?

–Soy Rouge the Bat– se presentó la murciélago con un dejo de arrogancia –Yo pertenezco al grupo de recolección y exploración, es un gusto.

–¿Tú nos guiarás?– preguntó la felina sin entender la razón de su participación.

–No– espetó a prisa –Yo seré más bien la distracción.

–¿Distracción?

–Ella distraerá al equidna– explicó el erizo negro, parecía que había sido idea de él involucrarla también –Si desaparecemos más de dos miembros de la villa el erizo azul no estará feliz.

–Entiendo– asintió Blaze –¿Acaso no te buscará a ti?

–Nunca lo hace– respondió sin interés. –Y aunque lo hiciera Rouge se encargará de darme tiempo. Si todo sale como lo planeado bien valdrá la pena.

–Bien, aunque esta charla está amena, será mejor que empecemos- ordenó Rouge ya aburrida de la palabrería.

Esa noche, después de años de haberse formado Robotropolis, un grupo iría en su expedición, una expedición que podría significar la muerte de ellos o el inicio de una nueva guerra. Sin embargo, en contra de todos los pronósticos, ellos se adentrarían a la ciudad.


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