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Capítulo 19: My Powers


Se movió con sigilo entre las sombras, tal cual su nombre hacía mención. Escuchó las explosiones de la pelea que se estaba generando por un pequeño número de miembros de la villa, todo como distracción claro, mientras él se adentraba en donde Eggman se encontraba. De nuevo vio a aquel gigantesco edificio, el cual ahora estaba reforzado con guardias robóticos que iban y venían. Shadow los evadió sin problema alguno y así como había llegado, el erizo negro se adentro sin ser notado.

Caminó por los pasillos con el único objetivo de encontrar a Eggman, pero sabía que eso sería más fácil de decir que de hacer. Eggman seguramente estaría escondido en el centro de las instalaciones o buscando la manera de irse encubierto, aunque realmente no era el estilo de él. Eggman por lo general se quedaba hasta el final o al menos hasta que las cosas fueran más de lo que él podía manejar.

–Mira quién decidió acompañarnos el día de hoy– escuchó decir a sus espaldas.

Un golpe certero hizo que el erizo negro fuera lanzado con la fuerza suficiente como para atravesar una de las paredes del lugar y caer en el cuarto continuo. El halcón verde lo vio intentarse poner de pie torpemente, aturdido por el golpe. Jet chasqueó los dedos cual tirano dictador para darle la señal a Storm, quien se abalanzó en contra del erizo negro, pues sabía que darle la más mínima ventana de oportunidad para recuperarse sería un serio problema.

Shadow apenas logró ver venir al albatros con sus enormes puños para detenerlos con ambas manos, colocando una rodilla en el piso por la enorme presión generada por la fuerza de su oponente. Debía de levantarse si deseaba no ser aplastado por el enorme albatros o bien eludirlo para poder siquiera sacar sus armas para pelear mejor, hasta que un fuerte dolor a su costado lo hizo ceder ante la fuerza de la inmensa ave sintiendo como los puños de su contrincante aplastaban sus costillas contra el pavimento cual cucaracha, impidiéndole respirar. Escuchó un chasquido nuevamente y el albatros tomó su distancia.

Su boca se llenó de sangre mientras el aire dejaba su cuerpo; vio con esfuerzo de reojo al halcón verde, quien entre sus dedos sostenía un par de plumas esmeraldas, inofensivas a primera vista, hasta que pudo distinguir un brillo afilado en el borde de las mismas; eso había sido lo que había causado aquel dolor punzante en su costado provocando que cediera con la fuerza del albatros.

–¿Te gustan?– inquirió el halcón exhibiendo aquellas plumas –Tan suaves al tacto y tan mortales si se lanzan adecuadamente.

–E-Eres una criatura patética– habló Shadow adolorido limpiando la sangre de su boca, poniéndose de pie con dificultad.

–¡¿Patético, yo?!– explotó el halcón –¡Yo no soy el que apenas puede sostenerse en pie!

Shadow lo vio con arrogancia para bufar divertido –Estás hablando con la última forma de vida perfecta– le recordó sacudiéndose el polvo levemente –Esto es tan sólo un juego de niños– habló por último y así sacar velozmente las armas a sus costados y disparar.

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Silver la tomó de la mano y se dio a correr; diciéndole que debería de esconderla lo más pronto posible. Amy estaba un tanto confundida por la urgencia de Silver de alejarla de ahí.

Mientras corrían por los pasillos miraba movilizarse a cientos de robots a sus alrededores y la sensación de haber vivido lo mismo la invadió rápidamente. Amy dirigió su mirada al frente para ver la espalda de Silver mientras él sostenía su mano con fuerza para no dejarla atrás, era una imagen que por momentos se le hacía conocida, casi podía ver la espalda del erizo azul y verse ella misma corriendo, pero eran momentos que así como venían desaparecían, confundiéndola. –"Esto lo viví hace cinco años"– pensó con nostalgia sintiendo un nudo en el estómago; sin embargo, un ardor en su mano despejó todo pensamiento provocando que soltara a su caballero para tropezar con aquel pesado vestido. Amy sujetó su mano con fuerza observando una cortada en la misma, la cual empezó a sangrar profusamente. Confundida, volteó a ver a los lados para observar una navaja incrustada en la pared en el otro extremo.

–¿No piensas irte tan pronto o sí princesa?– el sonido de su voz la heló y con miedo volteó a ver a aquel erizo que ahora salía de las sombras –Tú vienes conmigo– comandó Scourge para acercarse a ella.

–¡Aléjate de ella!– vociferó Silver alejándolo con una onda telequinetica.

Lo vio estrellarse con fuerza a una de las paredes metálicas hundiéndola por la presión. Su mirada incandescente se mantuvo fija en él, mientras la rabia y la ira lo consumía; Silver deseaba con cada fibra de su ser quedarse ahí y hacerle exactamente lo que Scourge le había hecho a él durante esos últimos días hasta que el sonido de su voz logró alcanzarlo: –Silver...– llamó Amy con un dejo de temor en su voz. No podía quedarse, si lo hacía condenaría a Amy. Dio un pesado suspiro ahogando nuevamente toda la rabia que lo carcomía para bajar su mano lentamente, casi en contra de su voluntad y ver a la eriza rosa que lo miraba con temor.

–Andando Amy– ordenó.

–Sí, pero... ¡Silver, cuidado!

Silver volteó a ver a sus espaldas para ver a Scourge golpearlo con fuerza para chocar contra la pared opuesta y mantenerlo en contra ésta, inmovilizándolo. Silver intentó separarse de aquel metal frío, pero el más mínimo movimiento hacía que su adversario lo aprisionara con más fuerza.

–¿No creerías que sería así de fácil?– inquirió el erizo verde con una sonrisa maliciosa –Una vez me deshaga de ti tu querida princesa será la siguiente en mi mesa de juegos– le susurró macabro.

Amy observaba todo como un mal espectador sin saber qué hacer, quería ayudar a Silver, pero su fuerza sin duda no se podía comparar con la Scourge, si tan sólo tuviera algo que la ayudara, algo que... y entonces un recuerdo vino a su mente cual epifanía: –El martillo– susurró para así, y rememorar aquel martillo que había usado contra el erizo negro en la villa de los rebeldes. Estiró su mano e intentó concentrarse en la imagen de aquel martillo y hacer que éste apareciera; cerró sus ojos suspirando pesadamente, y luego de un par de segundos, los abrió nuevamente para ver sus manos vacías para resoplar frustrada. El grito ahogado del erizo verde llamó su atención para ver a Scourge volar por los aires mientras Silver se ponía en pie y corría hacia ella.

–Es hora de irnos– dijo apresurado. Amy esbozó una sonrisa de alivio al ver a Silver libre cuando de repente observó una mueca de dolor en su rostro para caer con una rodilla al suelo sin explicación aparente, hasta que vio a Scourge de pie detrás de Silver con una sonrisa macabra. Amy retrocedió al ver la escena, sin saber exactamente lo que había pasado.

–A-Amy...– escuchó decir a Silver con dificultad –Corre.

–Pero...– intentó decir con su voz quebrantada y un miedo imposible de ocultar.

–¡Vete!– ordenó el erizo plateado y con un ágil movimiento sacar el puñal incrustado en su espalda y voltearse contra su adversario abalanzándose contra él.

Scourge eludió el ataque para golpear fuertemente al erizo plateado por la espalda haciéndolo caer con pesadez al suelo. Rió macabro para así ver a de reojo a la eriza quien ahora corría a prisa por el pasillo –Esto va a ser divertido– sonrió lamiendo maliciosamente sus labios.

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Corrió por los pasillos buscando aquello que una vez perdió en ese mismo lugar cinco años atrás. Temía por Amy, temía que Eggman ya la tuviera en sus manos y decidiera matarla; no podría soportar su muerte una segunda vez. –¡Sonic!– escuchó su nombre ser pronunciado. Sonic detuvo su marcha para buscar con la mirada de dónde había provenido el sonido, hasta que vislumbró a Blaze correr en su dirección. Una expresión de sorpresa se grabó en su rostro; se miraba tan diferente con aquellas ropas extrañas y limpias, sus ropas eran señal de que Eggman la había dejado quedarse, como traidora.

–Blaze, estás bien– señaló con una sonrisa, obviando el hecho de que ahora era una de ellos. –"Sigues con vida"– pensó con alivio.

–¡Debes de irte!– ordenó la felina con su respiración agitada al llegar a donde él se encontraba.

–¿De qué hablas?– inquirió confuso.

–Vamos, vete– insistió empujándolo en un vano en un intento de hacerlo regresar por donde había venido.

–¡Espera un momento!– detuvo Sonic para soltarse de su agarre –¿Qué pasa contigo? Este era nuestro plan desde un principio, ¿recuerdas?– reclamó molesto ¿Era posible que ahora fuera una traidora?

–Tú no entiendes, tú debes...

–Veo que encontraste a un rebelde– escucharon decir para que Blaze acallara.

Sonic dirigió su mirada al final de aquel pasillo para distinguir a la misma golondrina púrpura que lo había derrotado en su villa. Una expresión de enfado se hizo presente al recordar su villa entera quemarse. –...Vete– suplicó Blaze empujándolo casi imperceptiblemente. El erizo azul no entendía qué era lo que estaba pasando, pero le tomó tan sólo un segundo ver el brillo de lágrimas acumuladas en los ojos de aquella intrépida guerrera. Algo malo estaba pasando y tenía que ver con Blaze.

–Blaze ¿Qué sucede?– preguntó para verla consternado.

–Lo siento...– dijo sin tener ningún sentido para él.

Sonic la vio sin entender hasta que vio como su cuerpo empezaba a cubrirse en llamas provocando que se alejara rápidamente de ella para no quemarse. –Juguemos un poco– habló a la ave purpura y a continuación un grito de agonía y descontrol por parte de la felina inundó los pasillos; una onda de fuego fue emitida por la gata obligándolo a tirarse al suelo y evitar que ésta impactara con él, sintiendo únicamente el calor abrasante y escuchar el crepitar de todo aquello que era absorbido por las flamas. Escuchó una explosión a sus espaldas para ver con asombro lo que las habilidades de la felina podían hacer; Sonic regresó su mirada hacia Blaze, quien yacía con una rodilla en el suelo, exhausta.

–¡Blaze!– llamó Sonic para correr hacia ella, pero al intentar colocar una sobre ella su cuerpo humeante lo alejó por el calor del mismo.

–¿No te gusta mi nuevo juguete?– inquirió sonriente la pájara morada.

–¿Juguete?– repitió el erizo sin entender.

–Sí, es de mi propia inventiva. Ni tu amigo el zorro sería capaz de hacer algo tan maravilloso como lograr controlar el poder de otro ser vivo.

–¿Controlar?– repitió en baja voz dirigiendo su vista de nuevo hacia la gata, quien no se movía de su lugar. –Por eso te dejo con vida...

–Claro, el Emperador Eggman jamás hubiera dejado vivir a una rebelde que obviamente ya había tenido contacto contigo.

–¡¿Qué demonios le hiciste?!

–Nada que un microchip y un poco de conocimientos en neurocirugía y robótica no hagan- dijo orgullosa.

–¡Vas a pagar por...

Otra llamarada por parte de la felina hizo lo obligó a callar, eludiendo por poco el ataque. Observó en el rostro de la felina la impotencia ante lo que sucedía. Él no podía herir a Blaze, no era culpa de ella todo aquello, pero a la vez no sabía cómo ayudarla.

–Bien, probemos que tan fuerte eres– habló Wave con una sonrisa.

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Vio caer aquella bala en dos, admirado por la puntería y precisión del halcón, sin embargo, eso sólo lo hacía más interesante.

–No creías que tus patéticas armas serían rivales contra mí ¿verdad?– dijo Jet burlesco.

–Déjame golpear al erizo jefe, yo también quiero divertirme– pidió permiso el inmenso albatros.

–Oh está bien, juega con él– accedió sin interés el halcón.

Shadow apretó sus puños con fuerza, molesto por la manera en que se le era considera inferior; él no era cualquier erizo, él era la última forma de vida y ellos dos conocerían su poder. Shadow soltó sus armas y éstas cayeron al suelo provocando un ruido seco. Observó al albatros sonreírle maliciosamente, como si de un juego se tratase luchar con él; Storm corrió nuevamente hacia su dirección con aquellos enormes puños, lo vio alzar sus manos al aire para golpearlo nuevamente, sin embargo, esta vez él vio venir el ataque de manera predecible. Saltó velozmente y desde el aire patear al albatros para que éste cayera pesadamente sobre el frío suelo, agrietándolo. El erizo negro saltó una vez más y con una mano lanzó pequeñas lanzas doradas de sus manos a la vez que pronunciaba el nombre del ataque –¡Chaos Spear!– exclamó, las cuales impactaron contra el halcón provocándole cientos de cortas por todo el cuerpo.

Jet intentó defenderse del ataque del erizo negro, sin éxito sintiendo como pequeñas heridas se abrían en diferentes partes de su cuerpo. Maldijo por lo bajo mientras miraba sus heridas sangrar; vio al erizo negro sonreírle de forma triunfante haciéndolo enojar ante su prepotencia. Jet siempre supo que él no sería un adversario fácil de derrotar, pero no esperaba que tuviera más ataques que su fuerza física o sus armas, como siempre había luchado.

–Ahora, es hora de demostrarte de que es capaz la última forma de vida de este planeta– habló para nuevamente usar otro Chaos Spear, el cual el halcón evadió velozmente.

–¿No creerás que ese ataque funcionaria dos veces seguidas?– cuestionó con una sonrisa –Eres fuerte, Shadow the Hedegehog, pero no eres nada sin tus preciadas esmeraldas caos.

–No necesito de ellas para derrotarte.

–Yo creo que sí.

Shadow sintió un fuerte golpe en la parte trasera de su cabeza, perdiendo todo equilibrio y así caer de rodillas mientras la sonrisa victoriosa del halcón se graba en su mente antes de que todo se volviera negro.

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Caminaban con sigilo por las instalaciones, evadiendo a cuanto robot vieran. Tenían una misión especial, una misión que Sonic les había impuesto. Sonic estaba seguro que Eggman los esperaría, al menos a Shadow y él, pero no se esperaría de nadie más; razón por la cual Tails estaba encargado de generar la distracción en la ciudad, según Shadow les había instruido; sin embargo, Sonic tenía planes ligeramente diferentes a los del líder de la villa, dándoles ordenes diferentes a Knuckles y a Rouge, ordenes que no dudaron en acatar.

–Las bases de Eggman siempre han sido demasiado grandes para mi gusto– se quejó la murciélaga.

–Debemos de encontrar a Amy lo más pronto posible– habló el equidna.

–No entiendo para qué nos quiere Sonic aquí, pensé que él estaba aquí por ella.

–Eggman mandara lo mejor de lo mejor contra Sonic, no podía arriesgarse a ir solo– explicó Knuckles mientras se escabullían de pasillo en pasillo –Además tú siempre has sido buena para encontrar tesoros y cosas así.

–Sí, eso es cierto– habló Rouge con un suspiro de resignación –Pero no entiendo, ¿para que habrá querido que tú vinieras? Al fin de al cabo no puedes ganarme ni en una simple pelea, eres más un estorbo que ayuda– se mofó despectiva.

–¡¿De qué demonios hablas?!– vociferó Knuckles exaltado –¡A diferencia tuya yo si puedo cuidar tesoros importantes, no los doy al mejor postor!

–Pues al menos me quedo con una ganancia– dijo divertida Rouge.

–Hmph, por seres como tú es que perdimos la guerra– musitó el equidna molesto.

–¡¿Por seres como yo?!– reclamó indignada -–Tú tampoco pudiste hacer un buen trabajo o no hubieras perdido la Master Emerald!

La expresión del equidna cambio al escuchar su acusación desviándole la mirada para que un silencio reinara entre ambos. Rouge mordió su labio inferior sintiendo como aquel horrible sentimiento que odiaba que la invadiera la abraza con fuerza, la culpa. Rouge sabía que ese era un tema sensible para él, al final de cuentas, él había sido el guardián de la más hermosa y poderosa gema nunca antes vista. Resopló molesta consigo misma por la falta de tacto de sus palabras ante el guardián, pero no por eso planeaba disculparse. No era propio de una dama retractarse de sus palabras, o al menos así lo pensaba ella.

–Eggman le quitó muchos tesoros a muchos– dijo la murciélaga al fin, en un intento de apaciguar su dura acusación previa.

Kncukles bufó molesto para dirigirle una mirada intensa –Ninguno que ayudara a destruir al mundo– recalcó.

–Bueno, Sonic perdió las Esmeraldas Caos, al menos gran parte de ellas.

–Sí, y gracias a eso ese maldito logró tomar la Master Emerald ¡Y destruyó todo a su paso junto con ellas!

–¡Deja de hacer ruido o...

El sonido de pisadas a la distancia provocaron que ambos acallaran de golpe, para así esconderse detrás de una de las paredes. Ambos asomaron su rostro al pasillo continuo y distinguir a alguien correr hacia su dirección. Una eriza rosa vistiendo un elegante vestido azul corría rápidamente hacia su dirección –...Amy– musitó el equidna al reconocerla, para salir de su escondite y dejarse ver provocando que ella detuviera su marcha.

–Amy– llamó Knuckles al ver a la atemorizada al reconocerlo –Amy, venimos por ti.

–Tú...– balbuceó intentando recuperar el aliento –¡Tú eres muy fuerte, ¿cierto?!

–Sí– se involucró la murciélaga para dejarse ver por igual –Más fuerza que cerebro– dijo burlona.

–¡Debes de ayudarme!– suplicó Amy corriendo hacía él y halarlo del brazo con fuerza.

–Hey tranquilízate, para eso estamos aquí, cariño– habló Rouge en un vano intento de calmarla –Venimos para sacarte de...

–¡No!– interrumpió ella –Silver, él... Scourge, ellos...

–¿Hablas del erizo plateado que llegó contigo a la villa?– inquirió Knuckles.

–Sí, debes de venir conmigo, debes de...

–Por fin te encuentro princesa– una voz en el pasillo la hizo callar. Amy volteó su cabeza temerosamente para ver al erizo verde cubierto por salpicaduras de sangre ocasionando un grito ahogado. –Eres realmente difícil de seguir– habló divertido para luego distinguir a Rouge y Knuckles –¿Más rebeldes?– inquirió para formar una sonrisa retorcida –Bien, parece que tendré mucho para jugar.

–¡¿Dónde rayos está Silver?!– gritó Amy con desesperación.

–No lo sé– respondió alzando los hombros con señal de desinterés –Cielo, infierno, yo no creo en ningún al final de cuentas– sonrió maliciosamente.

–¡Tú...– masculló la eriza con su ira contenida. Sus ojos se llenaron de lágrimas, pero no de dolor, sino de una rabia más fuerte que cualquier temor que antes hubiera sentido. Amy estiró una mano y sin realmente pensarlo, aquel martillo gigante rojo apareció en sus manos para sostenerlo con fuerza –¡Lo vas a pagar muy caro!– exclamó para correr hacía él y agitar su martillo y con fuerza golpear al erizo verde, quien con ambas manos detuvo su ataque sin inmutarse por el mismo.

–Vaya, vaya, pero quien lo diría– dijo divertido –Tienes más trucos de los que imaginaba– habló con una sonrisa macabra –, pero...– silenció para que un semblante lúgubre y fiero se hiciera presente en el rostro del erizo verde –¿Recuerdas lo que hablamos?

Amy abrió sus ojos de par en par, para que Scourge tomara aquel enorme martillo y así levantarlo junto con ella lanzándolos con una fuerza formidable por los aires. Knuckles vio a la eriza rosa volar por los aires e impactar contra la pared al final de aquel largo pasillo.

–¡Amy!– exclamó Rouge para volar hacía donde yacía la eriza.

–Te dije que te mataría si volvías a tocarme– citó con una expresión estoica el erizo verde.

–¡Si quieres pelear, pelea con alguien de tu tamaño!– retó Knuckles para correr hacía él.

Scourge vio de reojo al equidna dirigirse hacia él, rodando sus ojos en señal de exasperación y bufar molesto –Ni con una escalera podrías llegarme siquiera a los talones– se mofó el erizo verde para voltearlo a ver –Tú no eres un rival para mí.

Knuckles apretó sus puños con fuerza y con un grito iracundo abalanzarse sobre él, para que el erizo verde lo esquivara sin problemas, provocando que cayera de bruces al suelo.

–Eres demasiado lento, equidna– dijo Scourge con un bostezo –Sí deseas pelear, el bobo albatros sería un mejor oponente.

–¡Sólo necesito de un golpe y será todo!– gruñó molesto.

–Sabes, una vez conocí una equidna parecida a ti. Tú especie es testaruda y les gusta hablar mucho– habló con desdén –, pero claro, todo eso cambia cuando empiezan a sentir el frío por la perdida de sangre o después de dos o tres horas de tortura– habló con un brillo de emoción y ambición en sus ojos –Déjame enseñarte cual es mi especialidad aquí– dijo para sacar una pequeña navaja de su cinturón.

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Sintió de nuevo como su cuerpo era consumido por las llamas sin ella poderlo controlar, y con cada ataque Blaze podía sentir como un poco de su vida se iba con éste. Blaze jamás usaba sus poderes a toda su capacidad, pues sabía lo peligroso que podía ser tanto para su oponente como para su vida misma; a pesar de eso, Wave no podía controlar cuánto poder deseaba utilizar, únicamente sabía como activarlo sin control aparente.

Cayó de nuevo rendida en el suelo para observar a Sonic quien a penas podía sostenerse en pie por las quemaduras superficiales de las flamas que no había podido esquivar. Blaze cerró sus ojos con fuerza conteniendo las lágrima traiciones de la impotencia; pronto el porqué había resultado en enfermería junto con Silver parecía estar más claro que nunca, pues Blaze no tenía memoria de nada después de ver a el Emperador Eggman en aquel gran salón, ya que Wave la había noqueado poco después de su audiencia con Eggman con el mismo aparato que había usado en la villa de los rebeldes. Blaze se maldijo por sus adentros, pensando lo estúpida que había sido al pensar que Eggman la dejaría vivir después de saber que ella había estado con Sonic y más aún, después de haber invadido su fortaleza con Shadow.

–¿Qué sucede erizo, ya no eres tan fuerte?– inquirió Wave en forma burlesca.

–¡Si quieres pelear conmigo está bien, pero déjala a ella fuera de todo esto!– ordenó Sonic con molestia.

–Tú tienes tu métodos de pelea y yo los míos– respondió indiferente ante su fiero comentario –Pero esto ya me empezó a aburrir y tú no eres mi misión– dijo mostrando nuevamente aquel control con una expresión irascible –Hasta luego, Sonic the Hedgheog...


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