Capítulo 15: The Punishment
Este es el último capítulo POV de la historia, esta vez con los POV de Amy Silver. Espero les guste.
(Silver)
Llegamos a la Robotropolis por la mañana y de nuevo sentí que volví a vivir el momento en que pise esta ciudad por primera vez; recuerdo que sabía que ahí moriría, y ahora siento lo mismo; sé que Eggman no me perdonara el hecho de que la princesa haya salido, y peor aún, que ahora sepa la verdad.
Buscó a Amy con la mirada, y a lo lejos logró ver aquel vestido azul y sus ojos... o rayos, esos ojos que no parecen tener vida alguna; siento que la mate y lo que traen ahora es lo que alguna vez fue Amy.
Un suspiro me acompaña mientras camino hacia lo que asumo será donde se encuentra Eggman. Las enormes puertas se abren, y ahí, sentado al final con una cara de pocos amigos lo miro a él. Jet me empuja para que siga caminando, yo no tengo ánimos la verdad, no quiero caminar hacia la horca.
–Me alegra tenerte de regreso Silver– me dice Eggman con una sonrisa llena de maldad. Guardo silencio en espera de mi sentencia –Sabes, cuando viniste a este gran salón por primera vez fui muy compasivo contigo y te di una oportunidad de cuidar a lo que sin duda es mi mayor tesoro. No todos los rebeldes han contado con esa suerte, ¿sabes?
Aprieto los puños con una ira que sólo yo sé que existe. ¿Suerte? Llama a vivir encerrado y condicionado a muerte ¿suerte? Yo jamás pedí esto, yo sólo quise ser libre y tener una vida, yo quería encontrar la villa de los refugiados y... a ella. El recuerdo de los rebeldes viene a mí, y el de Blaze se queda en mi cabeza. Si las cosas hubieran sido diferentes ella y yo nos hubiéramos conocido en términos agradables, quizás pudimos ser amigos. Estoy seguro que me hubiera llevado bien con ese tonto erizo azul, quien, no voy a mentir, me hizo reír un par de veces, en especial cuando hablaba con ese equidna, aunque claro jamás lo demostré; y el nuevo líder, estoy seguro que hubiera sido un gran compañero de batalla y todos aquellos demás individuos de la villa con quienes sin duda me hubiera relacionado muy bien. Por un segundo imagine mi vida con ellos, las risas y los momentos de tensión que pudieron existir... pero no fue así. El destino me preparó una broma cruel y me trajo a este palacio de metal que se convirtió en mi prisión ¿Por qué?... ¡¿Por qué demonios?!
–Emperador, la princesa viene– dijo un sirviente, y entonces recordé porqué decidí quedarme.
–¡Amy!, me alegra tanto ver que estás bien– saludó Eggman con una amplía sonrisa –¡Robot! Una silla para la princesa.
La vi entrar con una seriedad absoluta y pasó a la par mía como si jamás me hubiera visto en su vida, tal vez eso quería. Sé que jamás me perdonara por no haberle dicho la verdad, desearía tanto hablar con ella una vez más y decirle cuanto lo siento, y del por qué lo hice, pero sé que no escuchara. Ahora ya es muy tarde para arrepentirme, pues sé que esta tarde moriré a manos de Eggman.
(Amy)
Me dicen que debo de ir a reportarme con el emperador Eggman y la verdad no quiero ni moverme. Me siento tan triste en este momento que lo único que quiero es cerrar los ojos y no despertar jamás en esta pesadilla. Entro al gran salón y ahí, veo que yace Silver de rodillas en el piso con la cabeza baja al menos hasta que escucha mi nombre, lo cual parece revivirlo para voltearme a ver expectante. Camino a su lado sin desviar mi mirada del emperador, si lo hiciera sé que lloraría. Tomó mi lugar a la par del Emperador Eggman como siempre, y de nuevo sin poderlo yo evitar, mi mirada se dirige hacia mi regazo.
–Sé que conociste a personajes muy particulares estos últimos días– empezó a hablar Eggman, sé que habla de los rebeldes. Quiere información.
–Sí– respondo con una voz apagada y sin poder verlo a él o a nadie más.
–Y dime... ¿Cómo eran?
–Eran todo lo que me dijiste que era... y peor...
–¿En serio?– sonrió ante mi respuesta. Como si fuera divertido.
–Sí...
–¿Y qué te pareció el erizo azul, Sonic?–. Mis ojos se abren de par en par, pero sé que mi cabello cubre mi rostro lo suficiente para que él no se diera cuenta de esta reacción. Con mis manos sujeto el faldón de mi vestido para estrujarlo con fuerza.
–Es sólo un rebelde, nada más. Es como todos... es...– no pude seguir al sentir que un nudo se formaba en mi garganta.
–¿Un asesino?– me preguntó con tanta seriedad que me dio miedo.
–Sí– respondí. Al fin de cuentas, él me mató años atrás.
–¿Quién eres tú?– me preguntó de pronto, y sé la razón. Necesita reafirmar que no sé la verdad.
–Soy la Princesa Amy– respondí para verlo al fin. Me sonrió complacido.
–Muy bien princesa, y dime ¿cuál será el mejor castigo para tu caballero?
Regrese mi mirada a Silver quien me vio directo a los ojos. No quiero que muera, si ese fuera mi deseo hubiera dicho la verdad desde que vine, y no hubiera salido al saber que Jet tenía a Silver en sus manos cuando me buscaron en la villa. Sé que si el emperador se entera de lo que sé lo condenara a muerte, y yo no quiero eso, al final de cuentas es mi caballero, o lo era cuando aún me consideraba una princesa.
–No deseo que permanezca a mi lado como mi caballero nunca más– dije con tanta rabia y dolor que note como le rompía el corazón. Esa es la misma mirada que yo puse al momento de saber que me mintieron todos, es el mismo sentimiento de dolor... Escondo mi mirada en penumbras y me ausento de todo y todos nuevamente.
–Es una excelente idea– aprobó con una sonrisa.
–Amy...– me llamó Silver suavemente con un dejo de tristeza en su voz. Pronto sentí como mis ojos se inundaron de lágrimas.
–Robots llévenselo a las celdas. Tengo que hablar con él después.
Escuche como se lo llevaron a rastras sin él emitir sonido alguno para así dejarnos a solas. El emperador vio mis ropas sucias con una expresión desaprobatoria.
–Será mejor que te cambies, no quiero que la princesa parezca una rebelde.
–Sí...
–Creo que un vestido rosa podría ser más...
–No– le corte –Azul, lo quiero azul.
(Silver)
Sentí que mi corazón se partió en mil pedazos cuando ella no me quiso como su caballero; ¿pero qué podía esperar? Sé que mintió sobre todo para salvarme la vida. Creo que con eso quiso pagarme lo que me debía... no lo sé.
Me tiraron en una de las celdas de máxima seguridad cual sucia rata callejera. Al verla una sonrisa se esboza en mis labios, pues sé que es la misma donde estuvo Sonic cuando yo lo encarcele. Me siento en una esquina y veo hacia el techo las luces blancas pensando en nuestra derrota. No puedo creer que hayamos perdido, al final, mis poderes no fueron nada contra ella. Wave es la mejor en mecánica de todo este lugar, a excepción por Eggman claro está. No fue tonta al irnos a buscar, o bien, tal vez Eggman ya había planeado esto desde hace un buen tiempo. Recuerdo que Wave tenía un arma algo extraña, al principio no le tomamos importancia ninguno de nosotros tres, pero luego del primer golpe, deshabilitó por completo mis poderes, apenas si podía moverme. Creo que eso fue lo que le hizo al equidna. Es extraño, es como si un trueno te cayera encima y te desconectara por completo.
Me tumbo boca arriba, sintiendo que por fin podía descansar. Al fin de cuentas estoy muy cansado. Cierro mis ojos recordando la pelea para repasarla una y otra vez en mi mente. Al principio sólo eran ellos tres y tenían al equidna como rehén, quien apenas si podía moverse. El erizo negro empezó a combatir con Jet, y me asombre del buen peleador que era; mientras, Sonic corrió a una velocidad impresionante contra Storm, pero si bien Storm no es rápido o listo, es muy fuerte y con un golpe lo lanzó al otro lado de aquel cañón; ahí me involucre yo. Ataque a Storm con mis poderes e hice que soltara al equidna, quien de igual manera no se movió; pero fui un tonto. Storm había sido sólo una distracción, pues fue cuando Wave atacó por primera vez con aquella extraña arma para hacerme caer al suelo al igual que el equidna a penas con movilidad.
La volteé a ver y ella me sonrió y estoy seguro que me dijo algo sarcástico que no logre escuchar; me encontraba muy aturdido como para usar algún sentido. Logre vislumbrar un botón rojo, sin entender cuál sería su uso hasta que vi que ella lo presionaba llamando así a los robots cazadores quienes aparecieron poco tiempo después en grandes cantidades. Logre ver como al erizo azul y negro regresaban rápidamente a la villa al ver a los cientos de robots que llegaban, seguramente irían a advertirles a todos. Me puse en pie con esfuerzo y cuando quise pelear con mis poderes no pude, y ahí fue cuando ella me dijo: –"¿Crees que vendríamos sabiendo de lo que eres capaz?"– me sonrió divertida –"Esto te hace un ordinario erizo, nada asombroso. Te quita más de la mitad de tu fuerza y sin duda tus habilidades"– me explicó mientras movía aquella arma de un lado a otro. Corrí hacia ella, pensando que no necesitaba de mis habilidades para vencerla, pero los robots me detuvieron y atacaron, haciéndome perder el conocimiento. Sé que me llevaron a la villa, mientras yacía semi inconsciente en las manos del albatros. Escuche gritos y vi el fuego provocado por los misiles de los cazadores consumir la villa; recuerdo a Sonic y a aquel erizo negro intentar pelear, pero Wave... Wave los detuvo como lo hizo conmigo. Luego la vi a ella y... ¡Demonios Blaze!, ¿Por qué salió? La atacaron a ella también.
–Destruyeron todo– me digo con tristeza. Abro los ojos de nuevo recordando el rostro de la felina purpura, y su expresión de tristeza al verme capturado. –Blaze... cuídate.
–Es hora de que tú y yo hablemos– escuchó una voz resonar por todas las instalaciones y me levantó al acto. Es Eggman.
–Me decepcionas Silver– dijo llegando a mi celda –, pero debes agradecerle a Amy que te salvara, ya que si ella supiera quien es, sé que debería de destruirte– me dijo cual amenaza –, pero mi querido Silver, no pensaras que el quitarte el título de caballero es tu único castigo.
–Nunca lo creí.
–Bien. Sabes hay algo que estuve preparando para otro erizo en particular, que creo que ya tuviste el placer de conocer; pero estás de suerte, te daré el honor de probarlo tú primero.
–¿De qué habla?– cuestione caminando hasta la entrada de mi celda para verlo confundido.
–Preparen la cámara tortura para nuestro amigo Silver– dijo con tanta maldad que creo que en mi rostro una expresión de terror se asentó sin poderlo evitar –Esto te enseñara a no irte jamás...
(Amy)
Han pasado dos días desde que regresamos a Robotropolis y no he puesto un pie fuera de mi habitación. Quise ir a ver mi jardín, pero el emperador me dijo que gracias a aquella gata de ojos miel ahora solo era cenizas... lo único bueno de por aquí ya no está.
No sé qué ha sido de Silver, pero sé que está vivo, o eso fue lo que me dijo mi nuevo caballero; no es realmente alguien que yo hubiera elegido, pero no tuve mucha opción. Storm the Albatros será ideal, o eso me dijo el emperador. No me importa realmente, no lo miro casi nunca... no es como Silver.
Me desplomó en mi cama y miro hacia el techo con una tristeza que nadie podría cargar. Sé que mi pasado fue el de una rebelde, sé las fechorías del emperador, pero sé también que no puedo cambiar este destino cruel. Las lágrimas empiezan a rodar por mis mejillas, y mi vista se nubla. Cierro mis ojos y él viene a mi mente, su sonrisa, su voz... sus labios. ¡NO! ¡Basta! Esto es lo que soy ahora, una traidora, no puedo cambiar esto... el destino nos separó y es obvio que no nos va a juntar de nuevo.
Buscó debajo de mi cama para sacar mi pequeño tesoro. Me cercioró que no haya nadie cerca y cierro mi habitación con llave para así, en la soledad de mi habitación admirar de nuevo aquella imagen que nadie sabe que tengo que en mis manos.
–El equidna, el zorrito, la murciélaga, la coneja, Sonic y yo– señaló a cada uno de ellos en la foto arrugada en mis manos. Me miró tan feliz y él se ve tan hastiado de mí. ¿Así éramos antes? ¿Cómo era mi vida con él? ¿Por qué parece que no me quiere a su lado? –¿Por eso te olvidaste de mí aquí?– le preguntó al vacío. La imagen se moja con mis lágrimas y sollozó en la oscuridad de mi habitación para estrujarla nuevamente sintiendo mi pecho dolor. –Te odio... odio haberte conocido– empeora mi llanto –¡TE ODIO!– grito al cielo abrazando su fotografía con fuerza... no sé por qué.
–¡Princesa!– escuchó del otro lado de mi habitación. Es Storm. Olvide que jamás estoy sola.
–Enseguida voy– anunció para secar mis lágrimas rápidamente y esconder aquella imagen otra vez. Intento borrar cualquier rastro de dolor en mi mirar para así abrir la puerta. –¿Qué sucede?
–¿Todo está bien?
–Umm... sí, pero tengo hambre ¿puedes traerme algo?– finjo una sonrisa en un intento de deshacerme de él.
–¡Claro!, ya vengo– me dijo para correr en dirección a la cocina. Doy un suspiro de alivio, engañarlo es demasiado fácil.
Veo los pasillos ausente y sé que necesito salir antes de que enloquezca dentro de mi habitación. Regresaré a mi vida normal y olvidare todo, al final de cuentas, no es como recuerde mucho.
Empecé a caminar como de costumbre y con el aire a jugar sola, sé que... "Ven Amy, vamos a jugar" Una imagen viene a mí. El recuerdo de una conejita sonreírme y hablarme acompañada con algo azul que vuela, una extraña criatura... ¿qué es eso? Recuerdo la imagen de mi habitación y sé que es esa conejita con el nombre de Cream.
–Olvídalo Amy... eres una princesa, nada más. Tú ya no eres esa– me regaño para intentar encontrar paz en mi mente.
–Eso le enseñará a ese traidor– escuchó decir en uno de los pasillos continuos, y por inercia me escondo detrás de una pared para escuchar mejor.
–Sí, no quisiera ser el erizo a quien le preparó todo aquello.
–Sí, sé de qué hablas– escuchó que las voces se empiezan a alejar hasta perderse.
–¿De qué están hablando?– me cuestionó desconcertada, hasta que una pregunta viene a mí cual estruendo –¿Dónde está Silver?
Esa pregunta empieza a acecharme y empiezo a correr, y a correr y a correr. Lo buscó con desesperación. Sé que me lastimó, sé que no lo quiero cerca de mí... pero no quiero... no quiero que sufra.
–¡SILVER!– grite sin importarme qué. No sé a dónde ir, y entonces paró de golpe, como si supiera la respuesta a esta duda. –Las celdas– dije cual epifanía. Sé dónde están, y sé que puedo entrar sin problemas. Corro en la dirección contraria y empiezo a sentir como la desesperación me empieza a consumir. Me he resignado a esta vida de traidora, me he resignado a no verlo nunca más, a estar prisionera en este palacio de metal, pero no me he resignado a perderlo a él.
Llegó a las celdas y con gran velocidad marco el código de seguridad para entrar. Las puertas se abren y no veo más que oscuridad del otro lado, pero no me importa. Entró con cautela y algo me asusta; la puerta que se cierra detrás de mí. Conforme camino las luces del pasillo se empiezan a encender. Veo a diferentes direcciones, pero todo parece estar vacío, debido a que el emperador Eggman no mantiene vivo a los prisioneros por mucho tiempo. Siento que la desesperación me volverá loca cuando logro distinguir una celda activa para correr hacia ésta, pero no estaba preparada para ver lo que vi en ese momento.
–Sil... ¿Silver?– murmuro con temor. Me acerco con sumo cuidado para observar sobre el suelo un erizo mal herido. Su pelaje alguna vez plata ahora está teñido de rojo; su mirada está vacía y sus ropas rasgadas. –¡Silver!– exclamó desesperada al verlo así –No te preocupes, yo te sacare de aquí, yo te...
–Este no es el lugar de una princesa– escuchó decir a mis espaldas, obligándome a callar. Me quedó congelada del miedo, sin poder moverme, sin poder hablar. Conozco esa voz. –¿No querrás terminar como él, cierto?– pregunta a mi oído... yo no digo nada. El miedo me ha dominado.
–Silver... él...– intento decir, pero estoy demasiado asustada como para articular correctamente las palabras.
–Mi misión aquí es cuidar a los máximos traidores– veo la sombra de él en la pared frente a mí haciéndome temblar. –El emperador me puso esa misión ahora ¿no te parece adecuada para mí?
–Yo... yo...
–¿O de nuevo quieres verme actuar, princesa?
–¡NOOOO!– grite con un terror que sólo aquellos condenados a muerte han experimentado.
Me volteó rápidamente y veo aquellos ojos azules y aquel pelaje verde. Observo mi reflejo en el cristal de aquellos anteojos negros y caigo sentada de la impresión. Lo veo acercarse a mí y sonreírme con aquellos dientes afilados. Cierro los ojos y sé que las lágrimas empiezan a rodar por mis mejillas.
–Detente– escuche detrás de mí, era Silver. –Ella no te ha hecho nada... Scourge– habló agonizante.
–¡Hmph!– exclamó molesto y acto seguido sujetarme del cuello de mi vestido y levantarme de un tirón.
–¡Lo siento, lo siento, lo siento!– me disculpó aterrada. Me quiero ir, sólo me quiero alejar de él.
–¡Basta!– suplicó Silver y vi que se paró como pudo para acercarse a aquella puerta eléctrica.
–Sólo porque sé que el emperador la quiere viva– masculló entre dientes.
Él me llevo a rastras fuera de ahí. Ya no vi a Silver después de eso. A Scourge jamás le importó el título que Eggman me había dado, sólo sé que me odia con todo su corazón, y que yo le temo con el mío. –¡Vete de aquí!– gritó después de sacarme de las celdas y echarme como si fuera algún tipo de perro haciéndome caer al suelo. Levante mi mirada que contenía mis lágrimas para verlo al rostro que me miraba con desprecio. –Pero, Silver...– me atreví a decir. Mala idea. Lo vi acercarse a mí molesto y retrocedí hasta topar con la pared de metal. Se hincó enfrente de mí y me vio de manera escalofriante mientras yo temblaba del miedo.
–Agradece que no te puse a ver lo que le hice a él, pero aún le quedan dos días más de diversión conmigo– me sonrió retorcidamente –¿Deseas un asiento de primera fila de nuevo?
–¡NOOOOOO!– grite poniendo ambas de mis manos sobre mis orejas para no escuchar... para no recordar.
–Entonces vete de aquí– me dijo mientras se levantaba y caminaba de regreso hacia donde Silver yacía para castigarlo por mi desacato. –Esta es la vida de un traidor, es la vida que ambos eligieron. Acostúmbrate de una buena vez– dijo por último. Lo vi regresar al interior de las celdas y ser absorbido por la oscuridad. Me quede sentada sobre el frío suelo de metal con mi mirada perdida frente a la puerta frente a mí y de nuevo mi mirada se vacío sin luz alguna.
Esto es lo que somos, traidores; es lo que elegimos ser y no hay vuelta atrás. Una vez que tomas esta decisión no hay vuelta atrás, no va haber héroe que me salve de mi destino. Yo morí hace cinco años, y este es mi infierno...
¡GrAcIaS pOr LeEr!
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