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Capítulo 14: Mentiras


Su equipo dormía después de días de búsqueda de la escurridiza princesa de Eggman. Jet yacía exhausto también por igual, sin embargo, explosiones a la distancia lo despertaron. Observó el cielo estrellado, y a una distancia considerable, distinguió llamaradas iluminar el cielo nocturno, muy parecidos a los de la felina del video de seguridad que Wave había podido rescatar.

–"¡Bingo!"– pensó torciendo su sonrisa. –¡Es hora de moverse, los encontramos!– gritó a sus compañeros, despertándolos de golpe y empezando a recoger sus pertenencias.

–¿Qué pasa Jet?– preguntó Wave en un bostezo, de mal humor por la interrupción de su descanso.

–¡Mira!– señaló al cielo excitado.

–¿Luces?– se dijo a sí misma, esbozando una sonrisa macabra –Parece que alguien ha sido descuidada.

–¡Bien andando! Hay que recuperar a la princesa.

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Corría, pero no sabía a donde. Sólo quería correr. Se iría de la villa si fuera necesario. Todos le habían mentido desde que tenía memoria, todos habían tejido aquella red de engaños y mentiras, pero ¿por qué?, ¿para qué? En eso escuchó una voz que intentó detenerla –¡Princesa!– gritaron en la noche escuchando sus pisadas detrás de ella. Era Silver, ella lo sabía, pero lo último que deseaba en ese momento era hablar con él. Amy siguió su carrera en un fallido intento de escapar, pues él la alcanzó hábilmente y la tomó del brazo para detenerla al ver que ella no lo hacía.

–¿Princesa?– dijo nuevamente una vez que ella se hubiera detenido. Amy se volteó con su mirada sumida en la ira que la carcomía por dentro, para así con su mano golpear la mejilla de lo que alguna vez había sido su caballero. Aquel golpe seco pareció resonar por toda la villa y un silencio sepulcral llegó a ellos. La marca roja en su mejilla parecía brillar en la oscuridad. Silver se quedó inmóvil, sorprendido por su reacción viéndola con sorpresa.

–Amy ¿Qué sucede?– pronunció a baja voz para colocar una mano sobre su mejilla lastimada.

–¡Mentiroso!– acusó en grito par que lágrimas traicioneras llenaran sus ojos.

–¿De qué hablas?– cuestionó sorprendido por sus palabras.

–¡Me mentiste!– vociferó iracunda –¡Todos estos años yo confié en ti y me mentiste!– recordó para sentir como su voz empezó a quebrantarse y las lágrimas empezaron a brotar sin control para mojar sus mejillas –¿Por qué?...– sollozó en la oscuridad –¿Por qué Silver?

–Princesa, no sé...

–¡Deja de llamarme así!– interrumpió frenética –¡Yo no soy ninguna princesa y eso lo sabes! ¡Deja de mentir!

Los gritos que pretendía desahogar el dolor y la traición que su corazón roto despertaron a los habitantes de la villa, quienes poco a poco salieron de sus casas para ver qué podía ser aquella pelea a esa hora de la noche. Junto a ellos, Sonic salió de su hogar para encontrarse a una Amy enfurecida con su rostro bañado en lágrimas, y a un erizo que no parecía qué saber al respecto.

–¿Qué está pasando aquí?– inquirió Sonic acercándose a ambos –¿Amy, qué sucede?

–¡Y tú lo sabías!– culpó la eriza señalándolo –¡¿No es cierto?!

–¿De qué estás hablando?– preguntó Sonic arqueando una ceja confundido.

–¡Sabías que yo soy Amy Rose!

Un silencio ensordecedor golpeó la aldea, sofocándolos. Sonic se quedó pronto, al igual que Silver, petrificado por sus duras palabras. Una expresión estoica se posó en el rostro del erizo, entiendo ahora cuál era el problema; los más grandes miedos de Silver se habían hecho realidad.

–¿Cómo lo averiguaste?– curioseó Sonic con una expresión seria.

–Aquella conejita... Cream– respondió en susurró, cabizbaja –Ella me enseñó una foto– recordó con un nudo en su garganta..

Sonic suspiró pesadamente asintiendo con la cabeza y decirle: –Sí, lo sabía.

–¿Por qué me mentiste?– insistió viéndolo a los ojos con una mirada vacía y desesperanzada.

–Amy, yo no quería, pero sabía que no podrías aceptar la verdad de lo que alguna vez fuiste– intentó explicar –Quería que lo descubrieras por ti misma, pensé que sería más fácil para ti.

–Amy– habló Silver de nuevo –Yo no quería que esto pasara. Yo...

–Tú eres el peor de todos– le cortó con su mirada enjaulada –Tú sabías que Eggman provocó la masacre y jamás me lo dijiste.

–Lo lamento, pero yo no...

–¡Basta! ¡No pienso volver a creerte nada!– vociferó errática.

–Amy, tienes que entender que...

–¡Y tú!– gritó Amy para ver al erizo azul que intentaba excusar a su antiguo caballero –¡Yo no soy aquella chica que tú conociste!– declaró de golpe –¡Jamás lo seré, pues yo no le tengo aprecio a ninguno de aquellos amigos de antes!– dijo para dirigir su mirada a Tails, Cream y Rouge, quienes habían salido como otros miembros de la villa a ver lo que estaba pasando –Pues los amigos de verdad no mienten– hablo resentida.

–Amy– musitó Tails quien observaba como silencioso espectador.

–Yo morí en aquel accidente años atrás– dijo con un dejo de crueldad en su voz –No los conozco y no me interesa hacerlo– habló prepotente para verlos de reojo –Yo los odio a todos... no significan nada para mí. En especial tú– señaló con desdén al erizo azul mientras sentía de nuevo las lágrimas acumularse en sus ojos.

Una punzada al corazón llegó para romperlo una vez más, permaneciendo en silencio. Observó a Tails y a Cream bajar la mirada, dolidos por las crueles palabras de la eriza, quien no tuvo reparos para decir todo lo que años de dolor y confusión habían cosechado en su corazón.

–¡Sonic!– la voz de Knuckles resonó por toda la villa, acallando la pelea –¡Sonic hay problemas!– advirtió corriendo hacia la multitud y restándole importancia de la razón de la misma.

Sonic asintió con la cabeza para así soltar su mirada de la dolida eriza y dirigirla hacia el equidna, quien llegaba con una verdadera expresión de preocupación. –¿Qué es lo que pasa?– preguntó el erizo azul, después se encargaría de lidiar con Amy.

–Nos encontraron.

Sus ojos se contrajeron al escuchar esas palabras, las más temidas en los últimos años. Sonic le dio una mirada a todos los miembros de su villa para que ellos asintieran con la cabeza en silencio y sin emitir palabra alguna empezaron a moverse y a correr en diferentes direcciones, cual ejército entrenado.

–¿Cuánto son?– inquirió el erizo azul a su amigo.

–Son tres– respondió Knuckles –Pero no son robots.

–¿Qué?

–Son tres aves que vienen hacia acá en unas patinetas voladoras, y vienen muy rápido.

–No puede ser cierto– habló Silver, provocando que la atención se volcara hacia él –Son los Babylon Rogues...

–¿Sabes quiénes son?– cuestionó Sonic.

–Es un equipo de Eggman, de búsqueda– explicó Silver –Y vienen por ella.

Dirigiendo su mirada a Amy, quien tenía su mirada en penumbras, ausente de todo a su alrededor. Sonic observó a Blaze en la distancia, desconcertada ya que ella era la única que parecía no saber qué hacer con la orden silenciosa que él había brindado; dándole una idea de qué hacer con el nuevo miembro de su villa.

–Blaze– llamó entre el alborotó –Tengo una misión para ti, necesito que cuides de Amy y te encargue que nada malo le suceda.

La gata arqueó una ceja, confundida por su petición. Estaba segura que podía hacer mucho más que ser la cuidadora de una traidora mimada. Disconforme preguntó: –¿Por qué yo?–. Sonic se acercó a ella para con una mirada de suplica responder:

–No creo que quiera a nadie de nosotros cerca– murmuró para ver de reojo a la eriza inmóvil –Por favor...

–De acuerdo. Lo haré.

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Se deslizaban sobre la arena después de horas de camino, pero por fin parecía que su búsqueda había tenido frutos. Jet divisó a lo lejos las pequeñas casas ocultas entre la formación rocosa del desierto, esbozando una sonrisa de victoria.

–¡Lo encontramos!– gritó Wave con emoción.

–Jefe, ¿Qué es eso?– preguntó Storm al ver a un equidna rojo parado en medio del desierto a unos cuantos kilómetros de la villa de los rebeldes

–El primer obstáculo– espetó con media sonrisa.

Knuckles los vio venir a toda velocidad hacia él, pero no por eso se intimidó; al final de cuentas él era el mejor del área de protección, y no permitiría que nadie pasara. Corrió a toda prisa hacia el halcón verde para un golpe certero en la punta del Extream Gear provocara que éste cayera al suelo rodando; una sonrisa victoriosa se posó en su rostro para ver el al halcón con una media sonrisa yacer en el suelo hasta que una onda eléctrica recorrió cual rayo su cuerpo para que su vista se tornara negra, perdiendo el conocimiento.

Wave se dejó ver detrás del equidna que caía a sus pies dejando ver una pistola eléctrica en manos. Caminó hacia donde yacía el halcón verde y lo vio desaprobatoriamente.

–Déjate de juegos Jet– lo regañó ella guardando su arma –Tenemos mucho que hacer.

–¡¿Crees que estoy jugando?!– vociferó para ponerse en pie en un salto.

–Jefe ¿qué haremos? seguramente hay más como él ahí– se involucró Storm.

–¿No me digas que tienes miedo Storm?– se mofó Wave.

–No, pero nosotros somos tres y ellos como... eee... como cinco ¡Y eso es mucho!

–Storm tiene un buen punto, para variar– habló el halcón sacudiendo la arena de su plumaje –Son demasiados para nosotros tres.

–Tal vez...– dijo Wave un poco pensativa para dirigir su mirada al equidna que yacía inconsciente –, pero a veces, un hombre hace toda una diferencia– completó con una sonrisa retorcida –Storm, tráelo.

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Sonic estaba parado a la par de Shadow y de su nuevo aliado por el momento, Silver. Los tres se encontraban en la entrada de la villa, mientras varios aldeanos se escondían en diferentes puntos esperando el momento de atacar si es que la situación lo ameritaba. Una calma insoportable se posó en aquella noche, con la tediosa espera de la pelea inminente.

A la distancia logran distinguir a un halcón de color verde caminar con una sonrisa un tanto confiada. Shadow se colocó en posición de pelea listo para el enfrentamiento inminente. –Espera... aún no es el momento– habló Sonic estoico. Algo no andaba bien, si Knuckles tenía razón y únicamente eran tres, deshacerse de ellos no debía de ser ningún problema y aún así no lo veía por ningún lado, a menos que hubieran llamado a robots cazadores para apoyarlos, de ser así, eso sería muy difícil.

–Pero que es lo que ven mis ojos– habló el halcón según se acercaba –Es el famoso Sonic the Hedgehog, el más grande perdedor de la historia– se mofó con prepotencia.

–Los tuyos no son bienvenidos aquí... vete– ordenó entre dientes el erizo azul.

–Pues no me parece de esa manera, pues verás, sé que ocultas a dos de los míos y...– calló al reconocer un rostro familiar –¿Silver?– dijo al reconocer al erizo plateado en la oscuridad –Vaya, vaya, ¿cómo has estado? Tiempo sin verte– saludó al erizo plateado, quien no respondió a su saludo –El Emperador Eggman te manda saludos.

Sonic volteó a ver al erizo plateado y pudo ver un claro estremecimiento ante las palabras del halcón; podría haber sido miedo. Era la primera vez que miraba al erizo plateado intimidado. Regresó su vista al halcón y se adelantó de Shadow y Silver para caminar hacia él; parecía que buscaba negociar en lugar de una pelea.

–Vete– ordenó nuevamente el erizo azul.

–Verás no puedo irme. Tú tienes algo que yo quiero, si deseas quedarte con ese traidor por mí está bien, pero si necesito a la princesa.

–¡Jamás!– vociferó Silver iracundo.

–Si no mal recuerdo tu misión era mantener a la princesa dentro de Robotropolis, no afuera.

–No, mi misión era protegerla, y eso es lo que pienso hacer.

–No pienso decirlo de nuevo– se involucró Sonic de nuevo –Lárgate de aquí.

Jet observó a Sonic con una intensa mirada bufando molesto –Bien– respondió –Si así lo quieren... ¡Storm!

El Albatros apareció de pronto caminando con el equidna sujetado del cuello. Knuckles intentaba librarse del antebrazo que aprisionaba su cuello para poder respirar, pero yacía sin fuerza, muy débil como para luchar por más tiempo. –¡Knuckles!– exclamó Sonic angustiado al ver a su amigo, para luego tomar al halcón del cuello en un intento de intimidarlo; logrando únicamente que el albatros apretara con más fuerza el cuello de su amigo, provocando que soltara al halcón al acto.

–Danos a la princesa, y te damos a tu amigo– sonrió Jet victorioso.

–Lo siento, pero eso no es posible– se involucró Shadow para acercarse a él imponentemente. –Verás, yo no negocio con traidores.

–Sí guerra quieres, guerra tendrás– amenazó el halcón con el ceño fruncido.

–Perfecto– sonrió arrogante el erizo negro.

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Yacían ocultas en la casa del erizo negro. Blaze se encontraba enfrente de la puerta, alerta en todo momento, con sus armas en manos lista para cualquier contingencia, y ahí, sentada detrás de una pequeña barricada improvisada yacía la eriza rosa con su mirada perdida.

–Parece que todo está bien por el momento– habló la felina en un intento de romper el ensordecedor silencio.

–Vienen por mí– murmuró Amy casi inaudible.

Blaze la vio de reojo, para notar la expresión de desolación en su rostro. –Lo sé– asintió –Ellos te protegerán, no te preocupes.

–Tal vez... no quiero que me protejan.

–¿Quiere regresar con el emperador?– inquirió Blaze para voltearla a ver con el ceño fruncido.

Amy no pudo responder a su pregunta. No sabía qué hacer ahora; ella era una rebelde, pero todo lo que ella conocía era a los traidores y su glamuroso mundo; y ahora debía de escoger al cuál deseaba pertenecer. Se sentía confundida, y esta vez no habría nadie que le dijera qué era lo que tenía que hacer.

Blaze la observó con cierta tristeza. Todavía recordaba aquellas duras palabras que les había dicho: –"Yo morí en aquel accidente. No los conozco y no me interesa hacerlo. Yo los odio a todos... no significan nada para mí. En especial tú"–. La imagen de Sonic al sentir la puñalada de sus duras e insensibles palabras sería algo que no podría olvidar nunca. Sonic al final había tenido razón, la verdad era más de lo que ella podía asimilar, o tal vez no era la verdad si no la mentira lo que ella no podía aceptar. Intentó decir algo para poder consolar su confundido corazón, pero un grito afuera cortó las palabras de Blaze. Se colocó en guardia nuevamente, y escuchó decenas de disparos mientras los gritos ahogaban el ambiente.

Un escalofrío recorrió su ser, y por un breve momento vio a Amy, quien parecía ajena a todo lo que estaba pasando. Estaba perdida en las sombras de su mente. Y luego el silencio se hizo presente sin razón aparente, un silencio que pareció durar una eternidad, hasta que una voz rompió con el mismo:

Princesa, es hora de regresar a casa– se escuchó desde afuera. Blaze la vio de nuevo y esta vez pareció reaccionar, pero no por eso se movió. –Princesa tengo algo que le podría ser de interés.

–¿De interés?– murmuró Blaze dirigiendo su vista a la puerta frente a ella para quitar el seguro a sus armas.

No...– se escuchó un suave murmulló –¡No salgas Amy!

–¡Silver!– exclamaron ambas al unísono.

Blaze salió corriendo sin pensarlo de aquel escondite y al hacerlo vio nubes de polvo por la aldea, dándole la sensación de una aldea fantasma. Cientos de robots de caza, tanto aéreos como terrestres invadieron la villa, que ahora ardía en llamas. Los recuerdos de la ciudad donde había crecido regresaron a ella, junto con las imágenes de muerte y destrucción; para sentir un nudo en su garganta y un escalofrío en su cuerpo.

De entre el polvo vio caminar a un halcón verde con una gran sonrisa, y a la par de él vio a una gran ave de color gris sujetar a Silver fuertemente del cuello. –¡Silver!– llamó Blaze y sin pensarlo dos veces sacó sus armas para disparar a su objetivo, pero los robots de caza se interpusieron entre las balas para dispararle por igual. Blaze se lanzó al suelo para evadir las balas y luego escuchar bombas explotar cerca de ella sin poder distinguir de dónde venían los ataques, pues apenas si podía ver con el humo que se levantaba. Intentó vislumbrar cualquier enemigo sin éxito para de pronto sentir como si un rayo le hubiera caído encima para caer nuevamente de rodillas al suelo, incapaz de moverse.

–¡Basta!– escucharon gritar. Amy salió de aquella casa improvisada con una mirada serena y sin brillo –Aquí estoy.

–Suéltalo– ordenó Jet para ver de reojo a Storm quien soltó al erizo plateado para que éste cayera al suelo tosiendo con fuerza en un intento de recuperar el aire.

–Princesa– llamó Silver casi inaudible.

–Iré contigo, pero deja de atacar– habló Amy con resignación.

–Como tú ordenes, princesa– habló con una sonrisa. –Es hora de irnos Wave.

Silver la vio caminar con pesar hacia donde Jet yacía para verla subir a un Extream Gear, y notar que no se dignó a verlo. –Amy– musitó en el suelo con pesar. Regresó su mirada para ver la felina mal herida con sus ojos entre abiertos, y de sus labios logró leer su nombre ser pronunciado. Ella había salido a ayudarlo.

–Traigan al traidor– ordenó Jet –Es hora de regresar con Eggman.

–¿Jefe, qué hacemos con los otros dos erizos?– preguntó Storm.

–Llevárselos al emperador.

–De acuerdo... ¿uh?, no están– respondió el albatros buscando por las calles, que parecieron vaciarse en aquel breve momento.

–No importa– habló sin interés –Quemen el lugar, sin un lugar donde refugiarse morirán pronto.

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Desde la lejanía y muy mal herido vio a su preciosa villa ser incendiada. Ahora ésta alumbraba el desierto con sus llamas las cuales contaminaban el cielo con aquel humo negro. Las estrellas no se miraban más y con los aldeanos que siempre lo apoyaron detrás de él su mirada se volvió dura y vacía.

–Esto es guerra Eggman– musitó el erizo azul mientras miraba arder su hogar.


¡GrAcIaS pOr LeEr!

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