Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

YEAH, THAT'S ME

—Con que solo me usaste —espetó Jinx. Renata soltó una carcajada burlona, parecía estar disfrutando de ver a Powder decepcionada—. Ahora mi hermana cree que soy una loca psícopata. 

—¿Eh?, disculpa, eso es lo que eres. 

—Qué no lo soy —intentó buscar entre su ropa alguna de sus bombas o un explosivo similar, pero solo palpó tela húmeda del uniforme. 

En esa estancia hacía un calor insoportable. Parecía estar rodeada de acero y moho, pero con un calor asfixiante, sentía la garganta seca y los ojos le ardían. A juzgar por el aroma diría que se debía a la emanación de una especie de gas que esperaba no fuera nocivo. 

Solo llevaba puesta la ropa que le habían dado en Piltover. Una especie de uniforme blanco fabricado con algún tipo de tecnología ultraligera y cómoda, más una capa blanca con detalles dorados en las mangas muy al estilo de la alta alcurnia. Pero solo era eso. Ropa fina. No llevaba armas, no portaba cuchillas, no podía valerse de esos explosivos extravagantes que siempre la habían caracterizado. 

Tenía que buscar la forma de sobrevivir. 

—No soy una criminal, puedo ser muchas cosas, pero jamás una asesina. 

—¿No? —Renata volvió a reírse al recordarlo. —Volviste locos a todos cuando ocurrió el atentado contra la sheriff. No culpes a los caramelos que te di solo porque te dieron el valor para hacer aquello que tanto quería hacerr.

—¡Mientes! —exclamó Jinx, pateando el suelo. Renata dejó de reír abruptamente, temiendo que la mocosa sacara una bomba de la nada.

—La droga no provoco en ti nada que ya no sintieras en el fondo de tu corazón. Todo tu odio hacia Caitlyn no venía con la droga. 

Jinx abrió los ojos como platos. Le dio la espalda a su tía y se cubrió las orejas para no oír lo que sdabía que dirían. 

—¡Basta! —Gritó Jinx sintiendo como las voces se empezaban a exacerbar.—Eso que supuestamente produce tu droga, no es nada que no llevemos escondido dentro de nosotros, yo no la odio. 

—¿Por qué te empeñas en negar que muy dentro de ti odias a Cailtyn Kiramman?, digo, yo la odiaría, primor, te robó toda la atención de tu hermana, de lo único que tienes; piensa en todo el tiempo que pasarían juntas si ella no anduviera como perrito faldero mendigando el amor de esa.

—¡Mentira!

—No te engañes a ti misma. 

—No me engaño. Todos tenemos un lado de nosotros que permanece oculto, porque oculto se debe quedar....


Ekko apoyó los pies y luego las manos en el tejado luego de saltar. No era un obstaculo difícil de surcar, pero debía reconocer que siempre le había costado, nunca se le había dado tan bien como a sus amigos. Como a Vi o como a Mylo. Luego conoció a Floch y la historia se había vuelto a repetir, ya que el guerrillero resultó ser como un gato. Trepador, astuto y arisco en partes iguales. 

—Vaya, creo que alguien está perdiendo la costumbre —comentó Floch, liderando el equipo de rescate de Jinx que se dirigía a casa de Renata—. ¿Sabes? creo que en realidad naciste para ser un Pilti, o tal vez provengas de ahí, ¿quién sabe?

—No digas tonterías —Ekko se puso de pie de un salto, ofendido. 

—¿Qué te hace pensar eso? —pregunto Ezreal, enderezándose también. 

—Porque tiene rasgos de niño bonito, y la pinta de un innovador, como el Pilti ese, el gobernador. Además de que ambos cometen la gran ironía de ser muy inteligentes y a la vez muy ingenuos. 

—Yo provengo de Piltover —dijo Ezreal, limpiandose el polvo de la ropa luego de deslizarse por una pared para caer de pie. 

Floch lo miró con una expresión divertida. 

—Sí, pero tu tendencia insana a buscar aventuras demasiado arriesgadas para ser rubio te hace muy Zaunita—frunció los labios reprimiendo una sonrisa, escaló al último tejado antes de estar por fin frente a la fachada principal de la casa Renata. 

—¡Oye! —dijo Ezreal, cuando por fin pareció entender la broma—Eso es ofensivo —Floch le guiñó el ojo en respuesta. 

Ekko hizo un leve esfuerzo por abrir la ventana del balcón de Renata, no la forzó de manera salvaje como quería Floch, ni hizo explotar la cerradura como quería Ezreal; simplemente tomó una de finas pinzas con las que reparaba sus relojes, se trataba de una de sus herramientas más preciadas, una reliquia, un recuerdo preciado de Benzo, su mentor; era de las únicas cosas que le iban quedando que creía que valía la pena atesorar.

La ventana se abrió de par en par y fue entonces cuando aparecieron en el balcón Vi y Caitlyn, aterrizando frente a ellos al mismo tiempo. Ekko y Ezreal prestaron atención a las recién llegadas, solo Floch se mantuvo alerta, levantando su arma para responder frente a cualquier ataque, ya que no sabían con lo que se podían encontrar. 

La estancia estaba vacía, pero el futón plateado neutro de renata había caído hacia atrás. Lo demás parecía intacto, excepto por un pequeño detalle:

Burbujas.  

La habitación estaba llena de burbujas que flotaban suspendidas en el espacio que abarcaba la habitación.

—¡Se llevó a Powder! —exclamó Vi, entrando a la habitación a paso firme, seguida del resto. 

—Wait, wait, ni siquiera nos has dicho cómo llegaste aquí —preguntó Ekko. 

—Acabo de llegar, pero Víktor me contó todo lo que Orianna descubrió. 

Todos la entendieron, después de todo, estaban en ese lugar por la misma razón. Orianna les había abierto los ojos y por fin habían logrado ver quién era en realidad Renata y lo equivocados que habían estado al confiar en ella. Vi sobretodo, estaba arrepentida y se sentía muy culpable por haber confiado su hermana a esa mujer. 

Vi tomó la mano de Caitlyn y la miró a los ojos. Todos volvieron sus ojos hacia la sheriff con desconfianza, sin embargo, la jefa no soltó la mano de su amada, se volvió hacia ella, alzó sus manos juntas y le dejó un tierno beso en los nudillos. 

—Debo ir a dónde sea que estas burbujas me lleven, cupcake. Ahí me espera Powder, no la puedo dejar. 

—Yo iré contigo —le dijo Caitlyn, sin titubear. 

Vi quiso negarse, pero Ekko le tomó el hombro. 

—Sé lo que estás pensando. Yo la protegeré, si es que ella así lo necesita. Sí, también iré. 

—Ez y yo te ayudaremos a encontrar a esa loca —dijo Floch— También iremos. 

Su otra mano se posó en los dedos de Ekko apoyados en su hombro y sonrió conmovida. 

—Hey, muy lindo discurso de compañerismo, pero creo que debemos darnos prisa antes de que las burbujas desaparezcan. 

Todos dieron un paso al frente y eligieron una esfera trasparente para poder tocar. Caitlyn y Vi tocaron al mismo tiempo la misma, y al segundo siguiente ya no hubo nadie en la habitación.


Acabaron sobre una especie de edificación muy mal iluminada con luz artificial demasiado opaca. Su reflejo contra las paredes de ladrillomarrón le daba a la habitación una coloración rojiza que le daba una apariencia aterradora aunque por lo visto, trataba de imitar la iluminación de The Last Drop. 

Todos acabaron en el mismo lugar, se agruparon con cautela y formaron un círculo cubriéndose las espaldas. Alzaron sus armas, Vi apretó los puños haciendo que sus guanteletes se activaran, Caitlyn ensambló su escopeta y la posó cargada sobre su hombro. 

Avanzaron lentamente, por alguna especie de acuerdo tácito comenzaron a seguir a Vi, ya que era ella la interesada en buscar a su hermana. Caitlyn le tocó el hombro para que su compañera no deseperara y ella en respuesta le sonrió levemente, posó su mano en los dedos de su amaba con toda la suavidad del mundo pese a llevar los pesados guanteletes. 

Continuaron por un pasillo con una pronunciada curva cuyo otro extremo no se podía distinguir en la oscuridad. La iluminación en ese punto era peor. Vi se paró en seco y los tres hombres chocaron contra su espalda en cadena. Se detuvieron frente a una puerta. Ekko se colocó a la izquierda, Vi y Caitlyn a la derecha. Vi tomó aire antes de empezar a girar el pomo, para su sorpresa este cedió sin necesidad de llave y comenzó a abrirse. 

Detrás de esa puerta había un calabozo amplio y con muchas celdas ocupadas por indiviuos que habían sucumbido a la esclavitud de la Sadcris Lúnula. Monstruos cuya piel se estaba comenzando a tornar grisasea y sus ojos negros acuosos y perdidos. 

Ezreal abrió la boca con la inocencia que lo caracterizaba.

—Debe ser una jodida...

—¡Callate, mierda! —espetó Floch a Ezreal con la voz apagada, pero fue demasiado tarde. 

Todos los monstruos se aferraron a los barrotes con sus manos huesudas y sus uñas llenos de sangre, prestando atención a la voz de Ezreal. Parecieron despertar de estado de ensoñación, estirando sus brazos y enseñando sus dientes maltrechos y afilados. Una sola mordida bastaría para traerles problemas. 

Retrocedieron algo temerosos al ver como los adictos separaban los barrotes valiéndose de la fuerza de sus manos. El primero en salir se avalanzó a toda velocidad contra Caitlyn, con las uñas en garra y a una agilidad casi animal. Antes de que la sheriff terminara de preparar su arma para disparar, Vi lo derribó de un solo golpe con uno de sus puños y logró que ese cuerpo grisaceo se estrellara contra la pared. Caitlyn ya estaba lista para disparar por si otro se acercaba, pero al desviar la mirada se dio cuenta de que Floch, Ezreal y Ekko ya estaban derribando a sus propios atacantes, defendiéndose con sus propias habilidades. 

—Cómo lo hacen —preguntó Ezreal en voz alta, tratando de no pisar los restos que iban quedando desperdigados por el suelo—...Para no pensar en la persona que hay detrás. 

—Llámalo... no lo sé, ¿Supervivencia? —le dijo Ekko. 

—Exacto —continuó Floch, tirando la cabeza de uno de sus enemigos contra el piso de piedra, no tan fuerte, pero lo suficiente como para salpicar el suelo con un poco de sangre, dándose cuenta de que no era púrpura— aunque, dado su estado, puede que aun estén en un nivel en el que se pueda hacer algo. Por lo que sé, esta droga te consume como un maldito parásito.

—Sé que Jayce encontrará un antídoto —comentó Caitlyn, dandole un culatazo en la nariz a una chica drogada que tenías varias zonas del cráneo ensangrentadas y sin cabello. Era muy probable que se lo hubiera arrancado ella misma. 

Vi, aun preocupada de proteger a Cait y al resto del equipo y de encontrar a su hermana, todavía tuvo tiempo de despertar dentro de ella el bichito de los celos. 

"¡Vi!"

—¿POWDER? —exclamó, mirando a su alrededor mientras se quitaba de encima a otro de sus adversarios—. ¿Escucharon eso?, Es Powder, sabe que estoy aquí.

Como si le hubieran leído la mente, apareció por el pasillo otro grupo de drogadictos en masa para impedirles avanzar. Vi gruñó y apretó los puños una y otra vez, deseando que la impaciencia no le hiciera una mala jugada porque sabía que terminaría golpeando demasiado fuerte a alguno de esos individuos. No quería seguir perdiendo más tiempo y suspuso que solo se trataba de distractores que le impedían llegar al verdadero lugar en donde estaba su hermana. 

—Nosotros seguiremos aquí, Vi, ¡ve por Powder! —le dijo Floch, golpeando en la nuca con su codo a uno de sus atacantes mientras agarraba por el cabello a otro, más el sujeto se le escapó porque no le importó dejarse el medallón rojo en el cuero cabelludo si eso le hacía escapar del agarre de Floch.

La primera reacción de Vi fue la de volverse hacia Caitlyn. Quería ir con su hermana, pero tampoco quería dejar a su amada sola. 

—Ve por Jinx, estaremos bien —aseguró la sheriff. 

—Ve tranquila, nosotros cuidaremos de tu pastelito —le dijo Ekko, propinando una patada. 

—En realidad, creo que el pastelito nos está cuidando a nosotros —dijo Ezreal haciendo alusión a la pesada arma de gran calibre que portaba Caitlyn y que por supuesto no dudaría en usar si alguno de los amigos de Vi lo necesitara. 

La sheriff hizo un gesto afirmativo con la cabeza y esto terminó de convencer a Vi. 

—¿Confías en mí?

—Claro que sí, Cupacake —afirmó sin dudar.

—Aguantaremos todo lo que podamos conteniendo a esta gente y te alcanzaremos. 

Vi esquivó a sus adversarios, se abrió paso entre ellos a costa de noquearlos con sus puños, luego atravesó las celdas y salió a una especie de gran salón. Se dio cuenta de que estaban dentro de una casa grande, pero oscura y parecida a un laberinto y a la vez a un búnker que trataba de simular muy mal el estilo doméstico e inofensivo. Cruzó la enorme sala, saltó por encima de una mesa larga y rectangular tomando impulso con una mano y continuó a toda prisa, dirigiéndose hacia lo que le esperaba detrás de una puerta doble al otro lado de la habitación. 

Llegó a la puerta y agarró el picaporte. Esta vez lo encontró cerrado, no le importó, si eso la ponía más cerca de Powder, supo que no le habría importado destruir toda la maldita casa. Cerró los puños acorazados y golpeó el pestillo. Las puertas se abrieron de par en par. 


—¿Escuchan eso? —preguntó Floch, jadeando. 

—Really, man? —exclamó Ekko, igual de cansado— Acabamos de noquear al último hombre. 

Todos comenzaron a ponerse tensos. Un inusual murmullo proveniente desde la dirección en la que Vi se había ido se iba acercando a ellos, seguido de pasos, pasos métalicos y pesados. No era un humano lo que se acercaba, era una máquina de gran tamaño. Un intenso escalofrío bajó por la garganta de Cait, sintiendo genuina preocupación por Violet. El pánico comenzó a cortarle la respiración, pero no había tiempo para comprobar qué había ocurrido con Vi, ya que lo que sea que fuere venía acercándose a paso rápido hacia ellos. 

—¡Abajo! —exclamó Ekko. 

A través del pasillo apareció una criatura corriendo. Era grande e intimidante, hecha de acero, con ojos amarillos y brillantes, de su boca salía vapor y un murmullo escalofriante, como el aliento del averno. Tenía forma antropomórfica y a la vez bestial. 

Los cuatro alcanzaron a agacharse antes de que una rafaga horizontal morada y brillante pasara por encima de ellos. Todos intentaron ponerse de pie todavía confundidos por lo que acababa de pasar, fue entonces cuando la máquina abrió sus fauces y un rugido retumbó por las paredes, recorriendo el pasillo a una velocidad irreal, sacudió los oídos de los guerreros hasta el punto de hacerlos gritar, seguido de una ráfaga agresiva que los hizo rodar por el piso. Caitlyn trató de empuñar su arma, pero no pudo, la fuerza de la criatura la obligó a aferrarse con fuerza a la superficie rocosa del suelo mientras la fuerte rafaga revolvía su cabello.

El viento sopló sin cesar por el pasillo, les congeló hasta los huesos, les entumeció los oídos. Luego la extraña bestia golpeó el suelo con toda la fuerza de sus manos y todo empezó a temblar. La estructura se estremeció por completo y del techo comenzaron a caer grandes nubes de polvo. Los cuatro temieron morir bajo los restos de un edificio desplomado. 

De pronto Ezrael logró sobroponerse, Floch le sostuvo un tobillo para que lograra equilibrarse. Cait fue la siguiente y sin ayuda de nadie apuntó hacia la criatura con su arma. Ambos dispararon casi al mismo tiempo, sin embargo, el ataque no pareció surtir efecto alguno. Ezreal disparó de nuevo antes de caer de espaldas otra vez. Nada. La maquina frente a ellos apenas se abolló y por supuesto, dejó de funcionar ni dejó de acercarse a ellos; es más, cerró sus fauces y pareció concentrar su energía en un nuevo rugido. 

Los cuatro guerreros se taparon los oídos y cerraron los ojos, preparándose para un nuevo retumbar, sin embargo, en su lugar hubo una especie de... ¿explosión?

—Dioses, ¿sigo vivo? —preguntó Ezreal tendido boca abajo en el piso y cubriéndose la cabeza.

Cait y Ekko fueron los primeros en levantar la cabeza hacia el monstruo para verlo caer desplomado y con solo la mitad de la cabeza. La otra mitad se había reducido a un montón de hojalata repartida por todas partes junto a los cuerpos de los drogadictos. En ese espacio de la cabeza ahora había un gran agujero chorreante de líquido púrpura brillante. 

—¡Ja! es bueno saber que no he perdido mi puntería —dijo una voz cantarina con mucha energía. 

Esa voz. 

Powder. 

Ahí estaba la mismísima Jinx, vistiendo un crop top amarillo con verde, la chaqueta blanca de alta alcurnia la llevaba atada a la cintura y en el hombro sostenía la culata de una bazuca enorme aunque bastante... común. A todos se les hizo extraño que su arma no tuviera una forma caricaturezca en un vago intento de hacerla ver menos intimidante y destructiva de lo que realmente podía ser. 

—¡Jinx! —exclamaron todos al mismo tiempo. 

—YEAH, THAT'S ME, ¿me extrañaron?

Cait se puso de pie casi de inmediato, preocupada al no ver a su compañera junto a Powder.

—¿Viste a Vi?

—¿Vinieron con mi hermana? —los ojos de Jinx se iluminaron. 

—¡Ella vino por ti! —confesó Ekko. 

—Nosotros solo la seguimos —confesó Ezreal. 

—Salió a buscarte por... 

—Por favor díganme que no atravesó esa puerta detrás del pasillo.

Los cuatro comenzaron a darse miraditas acusatorias entre ellos. 

—¡Debemos ir tras ella!, AHORA —exclamó Jinx. 







Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro