Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Captúrala

—¿Jayce que ocurre? —preguntó Caitlyn en cuanto entraron.

—Esas burbujas —comenzó a explicar el gobernador—. Son teletransportadores que funcionan con energía Hextech. Pueden programarse para teletransportar a los individuos a uno o varios lugares designados previamente.

"Este es mi descubrimiento" pensó Jayce, apretando los puños, sin embargo, no era el mejor momento para decirlo, ya que era un hallazgo que aún no probaba; era algo que seguía en sus notas, con esperanza y la mejor de las intenciones, ¡él y su madre fueron librados de morir gracias a ese poder!, ese hechicero de su pasado le salvó y él quería lo mismo para Piltover. 

Salvación. Y progreso. 

Jamás imaginó que alguien podría usarlo para una finalidad tan macabra.

—¿Tu hermana está detrás de todo esto? —espetó el gobernador de pronto, dirigiéndose a Vi.

—Debe haber una explicación —se defendió Vi. 

Ekko se acercó molesto. Floch y Ezreal dejaron de llorar y se levantaron. 

—Explícame entonces qué significa esto.

—Mira, niño bonito —dijo Ekko—. Antes de atacarnos, primero alégrate porque gracias a Orianna no te están recogiendo en pedacitos...

—Jayce, no tengo idea de qué está ocurriendo —insistió Vi, hablando muy en serio (acababa de llamar al gobernador por su nombre)—. Pero no culparé a mi hermana sin primero entender qué pasa.

—Tal vez tienes una idea equivocada de Jinx, Vi —dijo Caitlyn—. Jayce habla en base a lo que vivimos en el pasado a causa de ella. Es natural que busquemos culpables y tú... Estás hablando de lo que quieres creer, pero la realidad puede ser muy diferente. No te cierres a...

—¿Esto es en serio?  —Floch alzó la voz—. Chica, te encontré metiendo la lengua en la garganta de mi jefa...

—No voy a tolerar tu falta de respeto hacia mi sheriff —lo detuvo Jayce con seriedad.

—No le hablo a la sheriff, le hablo a la amante de Violet, quien es mi jefa —insistió el joven—. Cómo puedes dudar de quien da todo por ti y darle esta puñalada, c'mon man, ¡deberías apoyarla!

—Ella no está obligada a nada...

—No se trata de obligarla, ni siquiera se trata de hacer lo correcto, señor. Solo mire a la señora Talis, que apostó todo por alguien como usted...

Touché.

—Floch, basta —lo detuvo Vi. 

Podía adivinar lo que sus amigos estaban pensando. "Las relaciones entre piltovianos y zaunitas siempre acaban mal, Vi" "Te lo dijimos y no nos escuchaste". No estaban molestos con ella, ni indignados. La estaban compadeciendo. 

—Mi hermana no tiene nada que ver —insistió Vi entre dientes, inusualmente calmada, el acero de sus guanteletes estilizados tintineó cuando apretó los puños.

Hubo un silencio que solo aumentó la tensión. Caitlyn prefirió alejarse y se acercó a un grupo de personas que permanecían sentados en los escalones del salón que daban a la segunda planta. Ellos todavía tenían en sus cabezas las sangrientas imágenes de los individuos que fueron teletransportados y luego devueltos totalmente destrozados. Acababan de perder amigos, hijos, padres y hermanos de la peor manera. En el interior de todos ellos solo cabía el dolor, el miedo y el fuerte deseo de justicia. Nadie les traería a sus seres queridos de vuelta, pero esperaban a que Jayce encontrara a los responsables y los condenara por sus abominables actos. Caitlyn fue como la llovizna que aplacó las llamas de la desolación y la ira. Abrazó a una mujer que lloraba de manera desconsolada y la estrechó con amabilidad hasta que su llanto cesó.

Jayce la siguió y también consoló a sus pares. Subió unos escalones hasta estar más arriba que el resto y de este modo ser visible para todos. 

—Esto no va a quedar así, Piltover —alzó la voz—. Sean quienes sean los culpables, los encontraré y se pudrirán en prisión así sea lo último que haga, no permitiré que sigan torturándonos y llevándose la vida de quienes apreciamos. 

Había seguridad y credibilidad en su voz. Rondaba la desconfianza y la falta de optimismo, pero la voz de Jayce se oía segura. Iba a lograr lo que decía. Su alianza dorada brilló en su anular izquierdo cuando cerró su puño con fuerza y determinación. Él haría de Piltover una ciudad segura. Todo lo que había hecho por la Ciudad del Progreso en el pasado fue movido en gran parte por sus ansias de grandeza y su deseo de lograr que su apellido fuera reconocido entre los pueblos. Ahora tenía la motivación más grande y sincera que puede tener un hombre.

Su familia. Sus hijos. 

Ignoró las expresiones de desprecio de Floch y Ekko, quienes tenían su propia opinión al respecto y hubiesen sido perfectamente capaces de echar por tierra la imagen de héroe de Jayce, pero prefirieron callar, fulminándolo con la mirada cuando el gobernador pasó por el lado de ellos en dirección a Caitlyn.

—Toma todo lo que necesites, todo; pero encontremos a quien hizo esto —le ordenó a la sheriff. 

Caitlyn dudó. No fue necesario que Jayce continuara porque ella lo conocía y sabía lo que habría dicho sino hubiera estado rodeado de las personas menos indicadas. 

"Si quien hizo esto es Jinx. No importa qué, captúrala y tráela."

Captúrala.

Captúrala y tráela. Las palabras comenzaron a dar vueltas en su cabeza como si cayera en una espiral.

Una parte de ella quiso voltear a ver a Vi, pero su rostro atemorizado permaneció fijo en Jayce. Ya había lastimado a su chica, no quería seguir hiriéndola, quería creer en ella, no obstante, su instinto le decía que debía encontrar a Jinx, aunque eso significara sacrificarse a sí misma e ignorar sus propios sentimientos y los de Violet. 

"Perdóname" pensó, aún sin tener la fuerza para mirarla a los ojos. 

Perdóname.

"Todo es tan maravilloso cuando estamos a solas, pero somos un desastre para el resto y vernos juntas para todos es una locura" recordó fragmentos del pequeño momento tan íntimo que compartieron en el baño. 

"Vamos a decirle a todos que estamos juntas, Cupcake, que sepan que nos amamos y si el mundo tiene que arder, pues que arda." 

Esta no era la manera en la que debía arder, maldita sea. 

Caitlyn tomó una bocanada de aire y luchó contra el llanto inminente. Ellas definitivamente no estaban listas para decirle al mundo que tenían una relación. Remar unidas hacia una misma dirección se veía ahora como un sueño difícil de cumplir mientras pertenecieran a bandos condenados a ser enemigos.  

—¿Caitlyn? —presionó Jayce. Esto también era difícil para él, pero sentía la presión de las miradas de su pueblo sobre sus hombros. 

Vi comenzó a caminar hacia la salida. No quería oír lo que Caitlyn tenía que decir, porque ya imaginaba la respuesta. Se lo estaba pidiendo el maldito Jayce Talis. Caitlyn nunca le decía que no a Jayce Talis.

¿Sería esta la ocasión?, ¿la chica correcta se rebelaría por primera vez a todo lo que se esperaba de ella? Enlenteció el paso para oír la respuesta con esperanza.  

—¡Sí, señor! 

Mierda. Qué tonta. Apretó los dientes para no llorar y sin perder un solo segundo más salió corriendo, esquivando las burbujas que ya habían disminuido en número y habían humedecido el suelo como una llovizna inofensiva. 

A ella no le importaba saber si Powder había provocado todo eso. Solo quería asegurarse de que estaba bien, luego ya verían. Aceleró sus pasos, quitó sus tacones y echó a correr por las calles desiertas. 

Pronto las burbujas dejaron de caer. La celebración de la boda también acabó de forma definitiva. Jayce reunió al consejo y, todavía en trajes de fiesta, se dispusieron a trabajar tomando sus lugares de manera improvisada en una de las mesas redondas del banquete. El gobernador no se molestó en cambiar su traje de novio y cuando uno de los consejeros le preguntó si llevaría a cabo la luna de miel así como estaban las cosas, casi lo asesinó dedicándole una mirada que le dijo"¿Usted es imbécil?". 

Afuera todavía estaban cayendo partes de cuerpos diseccionados, los vigilantes estaban reuniendo restos a medida que amanecía y las familias de Piltover estaban despertando y abriendo sus ventanas para encontrarse con ese escenario carmesí. Había cuerpos desmembrados por doquier rodeando la manzana del edificio de ceremonias. Costaba creer que un espectáculo que comenzó de manera tan espléndida se hubiera transformado en un carnaval macabro.

—Esto es una pesadilla —susurró Jayce apoyando la frente en la ventana, luchando contra las náuseas. 

Culpa, horror, miedo, ira. Mel no estaba a su lado para posar una mano en su espalda, ni tampoco estaría en la reunión extraordinaria del gobernador y el consejo. Mel estaba priorizando su labor de madre. Aun era pronto para hacer una medición del daño provocado a su ciudad y las vidas humanas que esta mala broma había costado. Nadie lo decía en voz alta, pero todos lo pensaban y la idea conjunta se alzaba entre la multitud como una niebla densa: La boda de Jayce y Mel Talis siempre sería recordada como una boda sangrienta. Los registros la condenarían como una de las tragedias probablemente más horrendas en la historia de Piltover.


—¡NONONO!

Jinx no dejaba de gritar jalando su cabello mientras veía la tragedia que acababa de desencadenar con los fuegos artificiales. Corrió de un lado a otro tratando de impedir que algunos tubos explotaran, sin éxito. 

No sabía por qué rayos estaba ahí sola rodeada de fuegos artificiales a punto de explotar. Ella amaba las explosiones y el fuego y caos, pero no así, no esto. 

Esto era una puta carnicería, una masacre, una atrocidad. 

Los humanos se iban en burbujas y luego sus restos llegaban en burbujas. Brazos, piernas, manos y cabezas mutiladas caían en el estrecho. Qué locura.

¿Qué tenían estos malditos fuegos artificiales?, debió haber imaginado que no eran pirotecnias comunes, pero ni siquiera recordaba cómo había llegado ella hasta ese lugar. Sus ojos, ahora claros, se empañaron con lágrimas de desesperación. 

Solo sabía que si la encontraban ahí, estaría en serios problemas. 

—Fue un error, fue un error, yo no lo hice, se los juro, Mylo, Claggor, no, no, Vander, Silco, perdónenme. No. Mierda. Mierda. ¡NO! 

Miró hacia todos lados en busca de alguien a quien pedir ayuda o a quien culpar por lo sucedido, sin embargo, estaba sola. Solo ella y sus voces. 

Recordó que no había tomado su medicación. Vi la regañaría por eso. 

"Esto era lo que querías ¿no, Jinx? Solo das mala suerte, pequeña basura" le dijo la voz de Mylo, que cada vez se oía más distorsionada y terrorífica a medida que pasaba el tiempo. 

—Mierda. Yo no pude haber hecho esto. Jamás querría ver a toda esta gente morir así. 

"No finjas remordimiento, querida Jinx" le dijo otra voz. Silco. "De lo hecho no hay vuelta atrás"

En un intento desesperado por impedir que la pirotecnia siguiera convirtiéndose en esas burbujas asesinas sacó las dos pistolas que colgaban de su cinturón y disparó hacia los tubos, dándole a los que seguían cargados como a los que ya estaban vacíos. Logró desviar la dirección de un par y las burbujas se perdieron en las aguas del estrecho. Se calmó luego de acabar con sus balas disparando al azar, soltó un sollozo mientras su pecho subía y bajaba con cada respiración profunda y desesperada. 

El silencio que vino después le ayudó a darse cuenta de que aún quedaba un último por explotar. Corrió hacia él y se lanzó sin titubear con una daga en su mano, dañó el diseño de algunas runas talladas y desactivó el efecto de las burbujas. El tubo se estremeció con fuerza y vibró entre sus brazos. Finalmente explotó, pero la lluvia de luces no se convirtió en un desfile de burbujas mortales. Jinx se quedó en el suelo, todavía rodeando el tubo con sus brazos. Se quedó de rodillas, jadeando angustiada. 

—¿Powder? 

La chica no levantó la mirada, pero reconoció esa voz. 

Mierda. Mierda. Mierda. Era la voz de su hermana, que para colmo no se oía precisamente contenta. 

Se aferró al tubo dorado con más fuerza, no quiso ver la cara de decepción que seguramente Vi traía. 

—Powder.

Esta vez Jinx sintió la voz justo detrás de ella y la pronunciación de su nombre viniendo de los labios se Vi se sintió como un balde de agua fría en su espalda. Respiró profundo, tomó valor y se puso de pie para afrontar los hechos. 

—¿Tú hiciste todo esto? —le gritó Vi. 

Los ojos asustados de Jinx revolotearon entre Vi y Ezreal que parecían ser los únicos que habían llegado hasta ella, no recordaba lo sucedido con Ez y no se explicaba cómo la habían encontrado, pero agradecía a todo lo divino que así fuera. Abrió la boca para explicar que no sabía cómo había llegado ahí y porqué todo había terminado así, pero Vi no le dejó siquiera comenzar a hablar. 

—¡Tú hiciste todo esto!

Jinx vio la incredulidad en los ojos de su hermana, pero también vio la decepción. Estaba convencida de que ella lo había hecho y no parecía muy dispuesta a querer oír lo contrario. Alzó sus brazos para cubrirse el rostro al ver como su hermana levantaba la mano para abofetearla. Violet se detuvo justo a tiempo, porque su lado racional le recordó que los guantes de acero como mínimo le volarían un par de dientes a Powder. 

—Mucha gente murió, Powder, ¿te das cuenta?

Agarró a su pequeña hermana por los brazos y la zarandeó.

—Es mi culpa, Vi —susurró Ezreal—. Debí haberme quedado hasta impedirlo. 

Violet lanzó al suelo a Powder y esta se golpeó la cabeza con la caída. 

—Violet, perdóname —suplicó Jinx tocando su cabeza. 

Su llanto se había vuelto descontrolado, como el de una niña, trató de ponerse de pie sin éxito. No se consideraba culpable, solo pidió perdón porque supuso que eso calmaría a su hermana. Su nariz comenzó a sangrar y comenzó a arrastrarse penosamente para llegar hasta los pies de Violet. 

Vi gritó y dio un golpe furioso al aire antes de darle la espalda. Se contuvo a sí misma porque sabía lo bruta que podía ser estando tan enfadada y asustada. 

—Powder, maldita sea, maldita sea.

—No tenemos de decírselo a nadie, Vi, ¡yo no hice nada!—susurró Jinx. 

—Powder no me mientas. ¡Ezreal te vio!

—¡Es la verdad!, no sé qué cómo llegué aquí. 

—Levántate, tenemos que regresar y hablar con Viktor —le extendió la mano para ayudarla a ponerse de pie. 

Guardó silencio tratando de decidir cuál sería la mejor decisión, los sollozos de Jinx no la dejaban pensar con claridad y luego definitivamente ese plan se vio truncado cuando, en menos de un minuto, se vieron rodeadas por los vigilantes de Piltover armados y equipados con sus trajes especiales. 

Jinx se lanzó a los brazos de se hermana buscando protección cuando los cañones de las armas apuntaron a los tres zaunitas. Los vigilantes mantuvieron las armas apuntando a los jóvenes, pero la formación dejó un espacio en medio para que la jefa pudiera pasar. Caitlyn también estaba usando su uniforme de combate, negro y ceñido a sus curvas. Su cabello tomado en una coleta aún conservaba algunos rizos de su peinado para la boda. Sus manos enguantadas de cuero negro sostenían una escopeta calibre doce. Su favorita para cazar a criminales peligrosos. 

—Jinx, tenemos que llevarte ante el consejo, se te juzgará por tu presunta responsabilidad en este ataque terrorista. 

—Vi, no —comenzó a sollozar cuando los soldados se acercaron a ellas para separarlas—. Diles que yo no hice nada, tú sí me crees, ¿verdad? ¿Vi? —Violet se mantuvo enmudecida—. ¿Tú sí me crees verdad?

—Powder...

—¿Por qué dudas? —chilló. 

"¡Ella te entregó a Piltover!" le gritaron las voces desde su cabeza. 

Vi solo atinó a negar con la cabeza. Las palabras simplemente no salían. Aferró sus manos a los hombros de su hermana porque así se lo ordenó su instinto de protección, sin embargo, Jinx hizo a un lado las manos de Vi con brusquedad. 

—Tú me entregaste a ellos. 

—No, Powder...

Caitlyn regresó con las hermanas luego de ordenar a sus hombres que tomaran fotografías de la escena que los rodeaba. Solo quedaban los cartuchos vacíos y los tubos dorados llenos de simbología tallada en ellos. 

—¡Vi, no dejes que me lleven por favor! 

Dos hombres la agarraron de los brazos y la apartaron con brusquedad de los brazos de Vi y, cuando la tuvieron inmovilizada, comenzaron a registrar sus bolsillos encontrando varias municiones, cartuchos, una pistola, un encendedor y tiras radioactivas para activar la pirotecnia. 

Caitlyn no hizo comentarios al respecto, solo miró a Vi.

—La llevaremos a declarar. El consejo de ambos distritos decidirá si recupera su libertad o no —explicó. 

—El consejo de Piltover no descansará hasta condenarla.

—No depende de mí, Vi, depende de que tan rápido logren llegar a un consenso ambos consejos. Floch también debe ser enjuiciado. 

Vi dio dos pasos hasta quedar frente a Caitlyn sin importarle que estuviera armada. Pese a todas las cosas que habían vivido juntas, la sentía distante, casi como una perfecta desconocida. 

—No finjas que no quieres verla en prisión.

—Eso no es cierto —Caitlyn entrecerró los ojos, ofendida. 

—Mi hermana dice que no lo hizo y adivina qué, ¡le creo!, haré lo que sea para liberarla y demostrarte a ti y a todos los demás lo equivocados que están. 

—Vi, hay pruebas que la incriminan. 

—Debe haber una explicación.

—Mi deber es hacer justicia sin importar qué. 

Vi se sintió como una estúpida, vio el rostro de su hermana por ultima vez mientras la esposaban. Escuchó las súplicas de Powder sabiendo que eran vanas. Aunque quisiera ayudarla, no había nada que pudiera hacer en ese instante más que recriminarse a sí misma por ser una pésima hermana y jefa.

—Vi, ayúdame... Vi...

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro