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Amante Bandida

—¡Qué haces aquí!

Sí, esa fue más una exclamación de asombro que una pregunta.

Tres de la madrugada, ni una sola alma despierta en Piltover salvo la intrépida jefa de la guardia de Zaun que no ha perdido su complejo de ladrona y su hermosa "novia no novia". Hay ciertas costumbres que las personas nunca dejan, solo evolucionan.

—Siendo tu amante bandida, Cupcake.

Cailtyn soltó una risita tonta producto del nerviosismo. Retrocedió unos pasos para permitir que Vi entrara a su cuarto por la puerta del balcón, frustrando su deseo de ingresar como una bandida y sorprender a Cait (en la cabeza de Vi, esto parecía algo sumamente romántico), sin embargo, pese a ser descubierta, la tranquilizó saber que no era fácil entrar a la habitación de su chica y pasar desapercibida. Sabía muy bien que la gente que solía entrar por los balcones raramente tenía buenas intenciones y, para ser honestos, ella tampoco las tenía.

Caitlyn se cubrió con la delgada bata de satén porque el viento llegó hasta ella cuando la puerta del balcón se abrió, erizándole la piel.

—¿Por qué te alejas?, no crucé toda la ciudad para verte de lejos.

Vi estiró su brazo, cerró la ventana con algo de brusquedad valiéndose del talón y Caitlyn colocó su dedo índice en sus labios con una expresión seria. Esa puerta había hecho demasiado ruido al cerrarse pero Vi se encogió de hombros a modo de disculpas cuando su chica la regañó diciéndole "Mis padres están dormidos".

—Te he extrañado —susurró entonces, suavizando su expresión y acercándose al cuerpo de su amada Vi, para que éste le devolviera esa sensación de calidez y de seguridad que a ella tanto le gustaba. Abrió la bata que llevaba puesta y dejó que se deslizara hasta dejar sus hombros al descubierto en una actitud muy provocativa. Le enseñó a su chica el hermoso conjunto de ropa interior de color violeta oscuro con detalles plateados y luego confesó con timidez: —Algo me decía que vendrías.

Vi sonrió y deslizó sus manos por la estrecha cintura de Caitlyn, disfrutando de su piel blanca y suave. Inclinó un poco la cabeza para que su nariz se perdiera en la curva del cuello de su chica mientras sus ojos bajaban lentamente y grababan en su retina la deliciosa imagen de las cimas gemelas envueltas en las copas violetas del sujetador.

—Me hacía falta mi dosis de azúcar, ya era hora de venir por ella.

Aun siendo melosa le gustaba. Con su extraño sentido del humor, ella le estaba haciendo saber que la había extrañado y que necesitaba de sus besos y del suave toque de sus manos. 

Se veían seguido a causa de los cargos que ostentaban, sin embargo, no podía tocarla así; al contrario, solían tratarse de manera fría y estrictamente profesional y eso era sexy al principio, pero luego se volvió desesperante. 

Los pezones de Caitlyn se pusieron duros contra el sujetador y Violet se dio cuenta. Conocía bien el cuerpo de su novia.

Cait dejó que la bata se deslizara por sus brazos y luego lanzó la prenda sobre la cama. Vi, siendo fiel a ella misma se deshizo de su ropa y dejó que cayera a sus pies una mezcla de cuero, tela y acero. Cuando estaba con Caitlyn se despojaba de su coraza con toda confianza y sus manos, siempre listas para golpear, se volvían mimosas y hábiles para darle ilimitado placer.

Las hombreras cayeron de forma ruidosa, sin embargo, esta vez Caitlyn no la regañó. Es más, se sintió feliz de que Vi se liberara aunque fuera por un momento de su pesado equipamiento. Ahora, como jefa de guardia de Zaun, portaba un uniforme que consistía en una armadura ceñida a sus generosas curvas, nos obstante, cuando tenía que cumplir misiones secretas- que, particularmente, incluían andar trepada en los lugares más insólitos, o saltar de techo en techo-, prefería portar la menor cantidad de acero posible y reemplazarlas por prendas de cuero, lo que, según Caitlyn, también la hacían ver absurdamente sensual. 

Vi siempre lucía absurdamente sensual con cualquier cosa puesta, y desnuda lo era todavía más.

De súbito, se acercó a Caitlyn agarrándola por la cintura y la levantó del suelo, dejándola sobre la pequeña mesa junto a la puerta del balcón. La habitación estaba demasiado oscura y ella quería apreciar la piel marmolada de su novia a la luz de la luna. 

Cuando sus manos se fueron a las piernas de Cailtyn se dio cuenta de que su chica ya las había separado sin que se lo pidiera. Sonrió deslizando sus ásperas palmas por los muslos de Cait y jaló de la ropa interior hacia abajo.

Se lamió los labios y su mirada en seguida subió recorriendo el abdomen, los pechos y finalmente los ojos oscurecidos de Caitlyn. Sin decir una sola palabra, bajó y le comenzó a chupar la parte interior del muslo derecho, Cait iba a decir que sentía cosquillas, pero un gemido salió de su boca cuando Vi llegó al centro y su compañera bajó la mirada para verla con la nariz pegada a su hendidura, sintió la lengua lamiendo sus húmedos pliegues y enseguida echó la cabeza hacia atrás, volviendo a gemir. Sus manos se aferraron a las finas hebras de cabello rojo y Violet, en respuesta, tomó la pierna de su novia y la colocó sobre su hombro, volviendo a mirarla mientras lamía; luego le agarró el clítoris entre los labios y chupó sin descanso para posteriormente darle lengüetazos. Vi alzó la vista, encontrándose con la mirada de su compañera y, tras hacerle un coqueto guiño, continuó saboreando a un ritmo abrasador. 

"You're so sweet, cupcake", no tenía que decirlo con palabras. La conocía y sabía que eso se moría por decir. Caitlyn se estremeció con unas profundas descargas de placer.

Vi no le dio descanso. Hundió primero uno y luego dos de sus dedos dentro de su chica y empezó a meterlos y a sacarlos en un cadencioso vaivén mientras continuaba en su afanosa tarea con su boca. Caitlyn no pudo evitar que brotara desde el fondo de su garganta otro gemido y luego se cubrió la boca al volver mínimamente en sí para darse cuenta de que jamás en la vida habría imaginado que estaría comportándose de ese modo. Ni siquiera sentía remordimientos por estar disfrutando del sexo en la casa de sus padres, con ellos durmiendo apenas unas habitaciones más allá.

Los muslos de Vi estaban resbaladizos producto de su propia humedad. No había nada más embriagador que disfrutar de los fluidos, el ardor y los gemidos de Caitlyn, sin embargo, todavía faltaba prestar atención a las dos cimas gemelas de que también ansiaba saborear. Subió la mirada y Caitlyn entendió. Era hora de deshacerse del sujetador.

Llevó sus manos a su espalda y en un rápido movimiento soltó el broche de su sujetador.

Mientras lanzaba al suelo la prenda pasó a llevar con su brazo un jarrón blanco, grande y lleno de lilas que cayó, rompiéndose en varios pedazos. Se quedaron quietas por un momento, mirándose sin saber qué hacer. Vi sonrió, le dio sus más sinceras condolencias por el jarrón y se inclinó un poco con claras intenciones de continuar en lo que estaba.

—Hey, hey, hey, más despacio, velocista —la detuvo su novia tratando de juntar sus muslos—. Mis padres seguro vendrán a ver qué pasa.

—Has estado gimiendo como loca y nadie ha venido a ver qué te pasa, ¿crees que lo harán por ese jarrón?

—Costó caro... —argumentó Caitlyn, solo por el placer de discutir.

—Tu padre despertará gritando "¡Ese jarrón que se acaba de quebrar costó 20 mil!" y tu madre vendrá a apuntarnos con una escopeta por segunda vez, porque seguro ya me está culpando. Da igual lo que sea, es culpa de Violet, como siempre.

—¿Acaso no lo es?

—Yo me desvestí sin romper nada —alegó Vi, alzando las cejas en falsa actitud retadora.

—Si vienen, nos encontrarán desnudas.

—Para empezar, ¿No es mejor solo poner seguro a la puerta y ya?

Sin esperar la respuesta de Caitlyn, la jaló por los brazos y la obligó a ponerse de pie, la puso en dirección hacia la puerta y le dio una fuerte nalgada, logrando que soltara un grito y caminara, acatando la implícita orden.

Esa ofensa no le iba a costar barata, por supuesto. Cait la miró por encima de su hombro con aire seductor y caminó hacia la puerta, pavoneando su esbelta cintura y unas curvas peligrosas y delicadas en las que Vi simplemente se mató.

¿En qué mundo podría haberse resistido a semejante tentación?, Si Caitlyn pensaba que podía provocar a su chica y salirse con la suya, estaba muy equivocada. Siempre que se paseara desnuda y la mirara de esa manera Caitlyn debía saber que eso iba en sexo, así tuvieran a la madre de la Sheriff justo en frente.

Apenas alcanzó a girar el botón de seguridad cuando Vi la agarró por la cintura y consiguió que la espalda de su compañera impactara bruscamente contra la puerta. Dolió, más no se quejó. La agresividad controlada de su chica la excitaba. Vi llenó sus palmas con el trasero de Cait, la besó, deslizando su lengua entre esos labios rosados y Caitlyn respondió. Joder. Su mente no dejaba de repetir lo dulce que era ese cupcake.

Se rozó contra ella. Sus pechos se rozaron, su mano pasó de palpar su propia humedad a la humedad de su novia. Caitlyn gimoteó y se retorció contra ella, su compañera alzó la mano para probar el sabor de ambas y chupó uno de sus dedos sin dejar de ver a su compañera. Caitlyn levantó su pierna y la envolvió en la pierna de Vi. Sus cuerpos se acoplaron como una enredadera. Su deseo carnal pudo más que su preocupación por la irrupción de su madre en su habitación. La necesidad de volver a saborearla y darle placer se elevó a la decima potencia mientras Caitlyn le demostraba que se sentía exactamente igual al hundirle las uñas en los hombros cada vez que los dedos y la lengua de su chica paseaban por un área especialmente sensible.

Los labios de Vi se posaron en los de su novia, el sabor dulce le devolvió la necesidad de saborear su piel y también su clítoris.

Caitlyn envolvió sus brazos por el cuello de Vi. También quería más. Más. Su lengua se enredó con la de Violet y se besaron lentamente, deleitándose la una a la otra.

Otro orgasmo. Y luego otro. El sexo con Vi siempre era así. Nunca había probado el sexo con otra persona, pero ahora, en sus brazos, con sus manos bailando por todo su cuerpo y sus besos, sentía que tenía el cielo ganado.

Llevaron su diversión hasta la cama. Solo por el hecho de haber puesto seguro a su puerta, se olvidó de sus padres y tuvo la libertad de seguir gimiendo para deleitar a su insaciable novia. Luego de varios orgasmos, esperaba toques suaves y mimos de parte de Vi, sin embargo,la sorprendieron gratamente unos fuertes golpes en su trasero desnudo. Una punzada de dolor la sacudió, seguido por la pasión ardiente. El gritó que soltó la hizo recordar a su padres, probablemente ese era el jueguito que quería seguir Vi, por lo que Cailtlyn esquivó la siguiente nalgada.

—Hey, no te muevas.

—No me golpees —traducción: Aunque me guste, no me hagas gritar.

—No sabes lo que me encanta ver mis manos marcadas en tu trasero.

Caitlyn soltó una risa ronca entremezclada con un gemido. Vi entendió dos cosas: Una, que debía dejar de jugar, y dos, que su chica quería mimos. Su mano rápidamente se deslizó entre las piernas de su novia, introduciendo un dedo en su interior sedoso.

—Me pides que no te golpee, pero estás jodidamente empapada —susurró, metiendo y sacando sus dedos en movimientos suaves y rítmicos, los muslos de Caitlyn se abrieron como pétalos y sus paredes internas se apretaron, codiciosas, mojando los dedos de su chica. Presionó su cadera contra su mano, acoplándose a sus movimientos. Vi de pronto sacó sus dedos. El frío golpeó los pliegues calientes de su compañera.

Violet se incorporó, quedó se rodillas en la cama y jaló las piernas de su chica para acercarla más a su boca y sus piernas a sus hombros. Arqueó la espalda cuando la atravesó una oleada de placer mientras su chica lamía y chupaba con ansias. Vi la miró hacia arriba con el clítoris entre los dientes y le guiñó el ojo, Caitlyn pudo ver todo esto entre sus pezones endurecidos y los vellos de la piel completamente erizados.

—Por favor... Por favor, no te detengas.

Vi introdujo dos dedos en la vagina de Caitlyn mientras su boca continuaba teniendo el clítoris de su chica prisionero. Se estremeció con la extraña sensación de que otro rodeaba la entrada de su trasero. Levantó la cabeza, sorprendida con la intromisión en esa zona, pero su compañera fue más rápida, quitó su dedo y le mordió el clítoris para atraer su atención, y lo logró. El fuerte gemido rasgó la garganta de Caitlyn mientras un orgasmo más potente que el anterior estremeció su cuerpo.

—Todavía no he terminado...

—Eres una bestia. 

—Gracias, me halagas. 

Dulce y sumisa, todo lo que Vi siempre había anhelado. Cayó al lado de su novia y su mirada fue a dar con los ojos nublados y melosos mientras se notaba que a Caitlyn todavía le costaba moverse e incluso respirar.

Ahora venía lo más difícil. Aunque Cait intentó distraerla y retenerla en su cama a costa de besos y caricias, Vi se levantó apenas empezaron a notarse los primeros indicios del alba.

—Ok, prepárate porque voy a ponerme muy cursi —Caitlyn se sentó en la cama y tomó el brazo tatuado de su chica antes de que esta se alejara.

—Ok, cupcake, ya estoy lista, venga —susurró con una sonrisa, sentada al borde de la cama.

—Odio que tengas que irte. Mi mayor deseo es despertar a tu lado y pelear por el espejo todas las mañanas antes de ir a trabajar. Odio que tengas que huir como si fueras una delincuente.

—Para tu madre lo soy —susurró Vi en un triste intento por ser divertida.

—Eres la jefa de la guardia de Zaun —le recordó Caitlyn —Todos confían en ti, eres la mano derecha de Viktor, Jayce también destaca tus habilidades, y ni se hable de mí, pero tú dices que mi opinión no cuenta porque es imparcial. Ya no eres una delincuente, Violet.

Vi siempre le decía eso, pero, la verdad, es que le importaba muchísimo más la opinión imparcial de Caitlyn que las opiniones objetivas y llenas de adulaciones del resto.

—Algún día tu deseo se cumplirá —prometió Vi a la ligera.

—Algún día, cuándo —apremió una frustrada Caitlyn. Se sentó en la cama y cubrió con la sábana sus pechos desnudos y llenos de marcas que le había dejado la boca de Vi. Odiaba sentir que arruinaba un momento como este, pero tenía que hacer saber a su novia que se proyectaba con ella y que no le gustaba la idea de fingir ante sus padres, ante las guardias y ante los ciudadanos de Piltover y Zaun que no se llevaban bien cuando la realidad es que se amaban locamente la una a la otra—. Estoy harta de esto, llevamos un año fingiendo indiferencia y hasta competitividad entre nosotras para que la gente no murmure y nos respete, pero quiero ser egoísta por una vez y dejar de pensar en la gente, quiero pensar en mí.

Violet la miró atentamente, sin comprenderla mucho. Caitlyn había luchado mucho por ganarse el respeto de todos aquellos que la subestimaron por ser una mujer delgada, de apariencia débil y nacida en cuna de oro. Le había costado mucho trabajo y esfuerzo lograr la aprobación de la guardia tras la muerte de Grayson y Marcus. Nadie creía que se mereciera realmente su lugar como jefa y se sentían con el derecho a juzgarla solo por creer que Jayce la había puesto ahí porque eran amigos.

A ella le gustaba su trabajo, le gustaba haber roto el estereotipo de la delicada mujer adinerada, le gustaba el hecho de haber marcado la diferencia. 

Violet sabía la mujer poderosa y fuerte que tenía por novia, pero el resto no tenía idea y eso la llenaba de ira y pena a la vez.

—Está bien —susurró. —La próxima vez que nos reunamos me lanzaré a tus brazos y te plantaré un beso en público, ¿eso es lo que quiere mi consentida? —preguntó Vi con voz dulce y estirando la mano para acariciar la mejilla de Caitlyn.

Ella se rió y movió la cabeza. 

—¿Puedes tomarme en serio?

Violet estiró la mano y acarició el cabello de su chica.

—De acuerdo. El beso puede esperar, pero prometo que al menos intentaré mirarte —continuó bromeando.

—Ya no fingirás que no existo. Qué alivio —contestó Caitlyn con sarcasmo, pero finalmente rio con resignación.

Vi acercó su rostro al de su chica y se besaron. Las palabras dejaron de ser necesarias.

La jefa de la guardia de Zaun terminó de vestirse y se fue por donde vino. Caitlyn se hundió en las sábanas todavía algo húmedas. Poco a poco, comenzaban a perder el calor y el aroma amaderado de su fuerte novia. Pensó que tal vez lo mejor era dormirse rápido antes de que la esencia de Vi se desvaneciera del todo y le dejara solo frío y un poco de desilusión.

Despertó abruptamente cuando alguien puso una almohada en su cara e intentó ahogarla con ella. 

Si Vi no se hubiera ido esto no estaría pasando, sin embargo, Vi no estaba. Solo era ella y esta identidad misteriosa tratando de asesinarla. 


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