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Maratón 1/4
Sus ojos dorados habían escaneado la habitación por completo, pasando desde los Malfoy, quienes con aquella mirada brillante no parecían la familia aristócrata que conocía, los sangre pura de siempre. Algo había pasado, algo lo suficientemente sorprendente como para alterar su siempre tan bien puesta máscara.
Sus ojos nuevamente pasaron al hombre de negro, quien a pesar de la seriedad de su rostro, en sus ojos notaba cierta diversión... no, era felicidad mal contenida, se preguntó, se preguntó qué causaría tal felicidad en el hombre como para que estuviera de esa manera, un pinchazo de dolor cruzó por su pecho, mientras hacia una especie de gruñido con su garganta.
-¿Para qué me llamaste, Severus? - susurró el hombre, pero aún así su voz se escuchó por toda la habitación.
-Por favor, tome asiento, señor Lupin- fue el mismísimo Lucius Malfoy quien, al ver los ojos de su mejor amigo, y reconociendo las intenciones de éste, Lo invitó con... cordialidad a sentarse. El licántropo, con gran sorpresa asintió ocupando un gran sillón individual junto al hombre de negro y frente a los dos rubios.
-¿Qué hago aquí? - preguntó, nuevamente, ésta vez no recibió una respuesta clara, solo le fue entregado un pergamino viejo por parte del pocionista, quien lo miraba con una intensidad inusual en sus bellos ojos negros.
-Léelo en voz alta y entenderás - mencionó Severus y el castaño asintió, comenzando a leer y agrandando los ojos con la primera línea. "TESTAMENTO DE LOS SEÑORES JAMES Y LILY POTTER".
Tanto Remus como los señores Malfoy estaban sorprendidos. No todos los días tenías en tu posesión un testamento que jamás había sido revelado, y a medida que el hombre lobo iba leyendo su sorpresa iba aumentando, así como su enojo. Al término de su lectura, Remus Lupin yacía con el ceño fruncido y con el característico color de ojos dorados de los licántropos, su magia pura fluía con enojo moviendo varios adornos en la sala. Alterando incluso a los dueños de la mansión, pero sorprendentemente fue Severus quien se levantó a dar una palmada en el hombro del castaño.
-Como el hombre inteligente que sé que eres, es mas que obvio que te has dado cuenta de las intenciones de Dumbledore - comenzó sigiloso el hombre de negro, Lucius notó hacia donde iba todo aquello y con una simple mirada le comunicó a Narcissa qué debía hacer.
No pasó mucho para que el llanto de la mujer se hiciera escuchar, uno verdadero, un llanto de rabia y frustración, sus ojos inyectados de furia harían vacilar hasta a el más valiente de los aurores.
-¿Cómo pudo hacer algo como eso? Harry tenía tantas personas con las cuales quedarse, incluso nosotros, y ese maldito director decidió ir en contra de la voluntad de sus padres y mandarlos con esos muggles... ¡Que lo maltrataban!- Lucius ya recuperado de su sorpresa fue a consolar a su mujer, por otro lado, Remus seguía en silencio.
-Remus, la profesora McGonagall advirtió a Dumbledore la clase de muggles que eran los tíos de Harry, éste igual no hizo caso y lo dejó allí - la rabia del hombre aumento así como la de la mujer, quien ya sabía la historia pero aun así no podía evitar que la afectara.
-Desde que fue dejado, fui encomendado por ella a ir a visitar lo todos los días en la espera de que Dumbledore apareciera en la visitas que prometió, pero...- Severus titubeo un poco sin saber cómo seguir, pues la rabia del hombre lobo iba en aumento.
-Nunca apareció - término Lucius con el ceño fruncido y el hombre de negro sólo asintió suspirando.
-Los maltratos hacia Harry continuaron y cada día iban en aumento hasta que, hizo magia accidental... Sus tíos no soportaron su "anormalidad" y lo dejaron abandonado en un orfanato - los adornos nuevamente comenzaron a temblar y Severus decidió que lo mas prudente era no acercarse al castaño, por lo que se alejó dos paso hasta volver al sillón.
-Se lo comenté a McGonagall y ella le pregunto al director, como imaginarás, tuvo el descaro de mentirnos en nuestras narices y decir que hacía dos días había visitado a Harry y estaba en perfectas condiciones cuando, hacia cinco que el chico estaba en un orfanato - Remus no aguantó más y en un gruñido lastimero expulsó magia pura de su cuerpo haciendo estallar al menos dos jarrones del lugar.
Su Harry; su pequeño, su cachorro, en esa casa, con esas personas que lo tenían peor que un animal, no podía soportarlo, varias lágrimas de rabia bajaron por sus mejillas, ¿Por qué Dumbledore haría algo así? , se suponía que debía protegerlo. ¿Qué le había hecho el pequeño Harry para que le hiciera aquello? Un destino peor que la muerte.
Y las familias que podrían quedarse con él, habían tantas, quizás él no era alguien confiable por su condición de licántropo, pero ¿Y los demás? Eran Buenas personas, con magia, que jamás harían daño a un niño mago cuando, en efecto al ser niños su magia era la más pura que existía, debiendo de cuidarla y manteniendo sano su cuerpo... Su contenedor.
Quizás aquellos muggles no lo alimentaban bien, lo golpeaban, cerro los ojos ante la imagen de un bebé lleno de moretones, no quería ni siquiera imaginarlo.
-Tranquilo Remus, con ayuda de McGonagall pudimos dar con él y ella decidió que me hiciera cargo adoptan...- fueron interrumpidos por los fuertes y rápidos pasos que venían por uno de los pasillos.
Un muy enojado Harry venía corriendo con Draco tras él y se pusieron cada uno frente a sus padres respectivamente.
-¿Quién eres y por qué quisiste hacerle daño a mi padre?- preguntó fuertemente el niño, con sus ojos color Avada fulgiendo de enojo hacia el desconocido que liberó magia.
Por otro lado, Remus estaba sin habla, reconocería esos ojos a donde quiera que vaya, un poco mas vivos que los de Lily, pero igualmente bellos, aunque el cabello era lacio y negro, y no tenia la tez dorada de James, sino una mas pálida, como la de...
-Tranquilo hijo, el tío Remus sólo se sorprendió un poco por eso liberó tanta magia, por que no vas a saludarlo - dijo el hombre de negro, cambiando su fría actitud de siempre a una mucho más amable y cariñosa, una que Lupin jamás había visto y estaba encantado de poder observarla, miro nuevamente al pequeño sorprendido pues este le sonreía.
-Lo siento tío, es que me preocupé mucho por papá, no quiero quedarme sin familia otra vez- murmuró lo último, aun así siendo escuchado por todos, Draco fue el primero en ir corriendo hasta su lado.
-Tu jamás te quedaras sólo de nuevo, Harry, tienes a tu padre y los míos, a mí que soy tu hermano y al tío Remus, ¿no es así, tío? - preguntó el rubio menor, quien dejo extasiado al castaño, quien sonrió y asintió para luego cargarlos a ambos en su regazo y empezar a hablar con ellos y presentarse, ignorando el como Lucius parecía ahogarse con su propia saliva al oír como su hijo decía "tío" a aquel hombre y como Narcissa sólo reía en vez de ayudarlo y Severus.... bueno, el hombre de negro sólo miraba a su hijo, su ahijado y al hombre con una sonrisa delatora en los labios.
-Bien niños, dejen al tío en paz, tenemos cosas de adultos que hablar, no se preocupen, se quedará a cenar- dijo al ver como los niños ponían una idéntica mirada de "cachorro" al ver como les pedía que dejaran respirar a su nuevo tío; para rápidamente asentir y despedirse de todos para correr nuevamente y perderse en uno de los tantos pasillos de esa casa.
-Harry... mi pequeño cachorro, ¿Cómo hiciste para tenerlo?- preguntó el castaño aunque ya tenia una idea de como mas o menos iba la cosa.
-Lo adopté, tanto muggle como mágicamente, hoy fuimos a Gringotts, y nos enteramos de otras cosas, a parte de lo te testamento- mencionó y el ceño del licántropo nuevamente se frunció, aunque esta vez controló mejor su magia, puesto que ya estaba seguro de que Harry se encontraba bien y sano.
-Te escucho - mencionó, y Severus se acomodó mejor en los sillones puesto que la información esta vez iba también para los rubios.
-Estuvo sacando de la cuenta personal de Harry varios miles de galeones para su supuesta manutención, sin contar que robó una reliquia antigua de los Potter de su bóveda familiar- Lucius arrugó el entrecejo.
-Esa cabra manipuladora...- murmuró por lo bajo Lucius, pero cierto oído lobuno logró escucharlo, más no dijo nada.
-A parte de eso, creo que tiene secuestrado a alguien...- los ojos de Remus se abrieron considerablemente, la lealtad que tenia hacia Dumbledore iba cayendo a pedazos y lo peor es que no hacía nada para detenerlo, no cuando le había hecho esas cosas a Harry, indirectamente sí, pero él las había hecho.
-¿Quién? - se atrevió a preguntar el lobo, el semblante de Severus cambio radicalmente y supuso que era alguien muy importante para él.
-Regulus Black- el lobo de Remus aulló al oír el apellido y lo hizo aún más al ver la mirada triste de Severus, aunque también sintió una leve incomodidad, ¿Por qué no quería que Severus se tomará tanta importancia para con el hermano de Sirius?. No lo supo, no hubo ninguna respuesta coherente o razonable para todo aquello.
-Queremos que nos ayudes a traerlo de vuelta Remus, ya le había hablado a Harry de su tío Regulus y él desea conocerlo, encontrarlo- había sido una jugada sucia, lo sabía perfectamente, incluso sus amigos rubios podían ver una razón oculta tras esa petición, excepto Lupin. Sin duda los Gryffindors eran unos sentimentales.
-Yo... yo haría lo que fuera por Harry- mencionó el castaño ido, había tanto anhelo en la petición de Snape, un anhelo que lo llenaba de alegría por alguna razón. El hombre de negro se levantó del asiento y se acercó a él, para luego darle un apretón en el hombro.
-Nosotros también haríamos lo que fuera por el bienestar de Harry - habló Snape en un tono bajo pero aun aún si audible para todos los presentes por el silencio de la sala.
-Después de todo somos familia- mencionó esta vez Lucius con una amabilidad nunca antes vista. Narcissa le sonrió de forma agradable.
-La única que le queda, por eso debemos mantenernos juntos- la voz de Narcissa se había oído tan maternal como siempre fue, una voz que jamás había sido mostrada a nadie más que el padrino de su hijo y el propio Lord oscuro antes de que este se escapara, una voz que Lupin sabía era un gran honor el escuchar.
El lobo sonrió con la amabilidad que le caracterizaba, tanto al hombre de negro como a la pareja de rubios.
-Estoy de acuerdo con ustedes, no podemos dejarlo sólo, no cuando aún tiene magia pura dentro suyo- mencionó y los adultos frente a él asintieron.
-Hasta el momento todas las deficiencias físicas han sido tratadas a excepción de su horrible vista, y una que otra poción nutritiva para recuperar su peso y estatura adecuada para su edad- los rubios sonrieron.
-No esperábamos menos de ti, Sev - comentó la rubia, viendo como se mejor amigo se sonrojaba ante aquel apodo que hacía años le había puesto. El hombre de negro tosió y asintió haciéndose el desentendido.
-Como sea, lo importante aquí es su mente, no se que le hayan dicho esos muggles cuando aún estaba con ellos, pero estoy seguro no fue nada bueno- mencionó, y todos nuevamente adoptaron una pose seria.
-Esos asquerosos muggles...- para sorpresa de nadie fue Lucius quien habló, Severus supiró y Narcissa miró fijamente a Remus.
-Muéstrale- ordenó más que pedir Narcissa, dirigiéndose a Severus, quien la miraba con seriedad.
-¿Qué cosa?- preguntó Lupin, siendo cruelmente ignorado por el trío de serpientes, quienes se lanzaban miradas claramente discutiendo algo que sólo ellos sabían.
-Si quiere proteger a Harry, cuidarlo, y no abandonarlo, debe saber por lo que luchamos, contra quien estamos peleando - la mujer se veía imponente desde su lugar, sentada, cruzada de piernas y con sus delicadas manos sobre su regazo. Severus supiró.
-¿Tu pensadero sigue en la biblioteca, Lucius?- preguntó Snape y el rubio asintió mientras se paraba y tomaba con suavidad las manos de su pareja.
-Narcissa irá a cuidar a los niños y yo iré a mi despacho, piensa bien que decisión tomar Lupin, si estar con un embustero manipulador, o con tu familia... nos vemos en la cena- sin más, salio por uno de los pasillos seguido de su mujer, dejando a un boquiabierto Remus Lupin quien se preguntaba qué carajos le sucedía al mundo para que Lucius Malfoy le dijera que era parte de su familia.
Eso era de locos.
O... mas bien, qué sucedió en el pasado que no querían que pase con Harry para que desearan tantos aliados como pudieran de su lado.
-Sígueme -ordenó Severus, ondeando su capaz al compás de su rápido caminar, y todo pensamiento razonable de Remus se fue al retrete, siguiendo al hombre frente a él como un perro fiel sigue a su dueño.
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