8
Después de salir del banco, y con una gran sonrisa, Harry se prendió de la mano de su padre -saboreó la palabra en su mente- y ambos fueron caminando por el callejón, siendo los ojos del niño atrapado por cada artefacto desconocido, por cada pieza brillante, por cada animal mágico, se dirigieron a Madame Malkin, Túnicas para toda ocasión, en donde una amable bruja le tomó sus medidas, mientras Severus hablaba con la mismísima Madame Malkin.
-Quiero unas túnicas de gala, de diario, un par de pijamas también, pantalones de vestir y casual, así como camisas y camisetas- exigía Severus, mientras observaba sin real interés las telas que habían por todo el lugar. La mujer sonrió.
-¿Guardaropa nuevo para el pequeño?- medio afirmó medio pregunto la mujer a la par que el hombre de negro asentía y comenzaba a elegir algunos colores, la mayoría de colores fríos y oscuros.
Destacándose entre las telas los colores verdes, vino, negro, cobre, borgoña, grises y azules, una perfecta escala en esos matices, también algunas blancas y otras con ciertos detalles, como bordados de rosas en hilos de oro y plata, así como otro tipo de estampados, para las pijamas escogió una de hilogrifos y dragones para las que utilizaría ahora, puesto que las demás cambiaban de tamaño para cuando creciera el pequeño mocoso.
Una vez fueron tomadas todas las medidas del pequeño, Severus pidió también un par de túnicas negras, azules y verdes para él y algunas levitas de color vino tinto y violeta, salieron con el pretexto de ir a hacer otras compras prometiendo regresar en unas horas, fue entonces que pasaron a la mensajería, allí había decenas de lechuzas, podías alquilar una por una semana y hasta por mes, así como simplemente podías pedir un pergamino, escribir una carta y mandarla con alguna de esas lechuzas por si no tenias una a mano.
Eso mismo fue lo que hizo Severus, escribió una corta misiva y la sello con un poco de cera y la marcó con su anillo, quedando así el escudo de la noble casa de los Prince, se la dio a una de las lechuzas y susurro algo a un costado de su cabeza, donde suponía quedaba sus oídos, rápidamente el animal marchó, pagando la suma correspondiente salieron del lugar. Harry lo miraba atento y curioso.
-¿A quien enviaste una carta, padre?- preguntó Harry, quien caminaba con la mirada en alto al lado de él, el hombre de negro infló su pecho de orgullo.
-A un viejo conocido Harry, estoy seguro de que querrá conocer a mi hijo- dijo, tomándole de la cintura y cargándolo lo que quedaba de camino hasta la librería, una vez dentro del lugar los ojos de Harry brillaron con emoción mal contenida.
-¿Recuerdas las materias que hay en Hogwarts? - pregunto el mayor, el chico asintió rápidamente con la cabeza.
-Elige un libro de cada materia, serán tuyos, ya es hora de que comiences a tener una biblioteca propia como yo la tengo- y Harry ya no escucho más, directamente fue a la sección de pociones y el hombre de negro sonrió orgulloso, un pequeño pocionista se estaba formando, avanzó hacia una sección cualquiera buscando también un libro que leer, cada vez que Harry se decidía por algún libro se lo llevaba a su padre quien ya lo esperaba en la caja leyendo tranquilamente un libro sobre defensa contra las artes oscuras, el dueño de la tienda simplemente sonreía viendo como el mocoso traía cada tanto libros y se los dejaba al hombre frente a él.
-¿Es su hijo?- preguntó el dueño, Severus levantó la vista de su libro y observo a Harry corretear hacia el con tres pesados libros en su brazos, sonrió.
-Sí, lo es- respondió, ayudando a cargar los libros al muchacho quien apenas se liberó de su carga fue como alma que lleva el diablo hasta la sección de Criaturas Mágicas.
-¿Cuántos años tienes? Se ve muy pequeño para leer este libro- observó el dueño de la tienda un libro de pociones avanzadas, Severus simplemente reprimió una sonrisa.
-Tiene seis, pero yo soy maestro en Hogwarts, así que está bien, desea aprender mucho- su vista se desvió a su hijo, quien trataba de alcanzar un libro peludo en un estante más alto que el, entonces pudo observar como fruncía el ceño, y con concentración miraba el libro, que en un brusco movimiento cayó, sobre los brazos de Harry, ese era el último libro y había asombrado tanto a Severus por ese control de su magia sin varita, definitivamente enseñaría de pequeño al mocoso a hacer fluir su magia.
Con tranquilidad Harry avanzó hacia ellos y dejó el ultimo libro sobre los demás, mientras que su padre se dirigía al dueño, quien seguía mirando asombrado como el chico había hecho magia sin varita, Severus acarició los ahora suaves cabellos de su hijo y miró al dueño.
-¿Cuánto costará? - pregunto, rápidamente observó el otro hombre como había más de diez libros, haciendo una cálculo rápido miro al hombre.
-87 galeones y nueve knuts- Severus busco en su pequeño bolso dentro de su levita los galeones mientras el dueño lo ponía todo dentro de un bolso sin fondo y con un hechizo peso pluma para que el menor no se esfuerce y se lo paso a Harry mientras Severus dejaba la cantidad de galeones sobre la mesa.
-Gracias... ¡vuelvan pronto!- dijo el hombre, y por la sonrisa que el pequeño le había dado supo que... efectivamente se verían muy a menudo.
Al salir, con cuidado Severus había tomado a Harry y caminaron al callejón Knockturn, en donde Severus compró algunos ingredientes para eliminar los rastros de la miopía en los ojos de su pequeño, esos ojos color Avada no merecían esconderse tras esas horribles gafas, debían mostrarle al mundo lo hermoso que era, ya saliendo del callejón vieron una pequeña tienda de libros, y prometiendo a Harry que volverían nuevamente la próxima semana salieron en dirección a Madame Malkin a retirar las prendas que le había encargado, con un montón de bolsas reducidas se encaminaron al Caldero Chorreante, en donde viajaron con polvos flu a la casa, esta vez Harry disfruto un poco más el viaje pero aún aguantó la respiración.
Mientras iba guardando cada una de las túnicas y la ropa de Harry en el armario de su habitación, Severus le pidió que fuera al cuarto de baño y que empieza a asearse en lo que él escogía una ropa adecuada para visitar a sus primos. El pequeño corrió a bañarse mientras que el retrato de su madre miraba con ojo crítico todo lo que le había comprado a su pequeño nieto.
-¿No crees que son colores muy oscuros para Harry? - preguntó su madre, el hombre de negro tuvo la osadía de rodar los ojos ante lo dicho por la mujer quien simplemente lo miró sería.
-La elegancia ante todo, madre, ¿crees acaso que Harry se vería serio, elegante y formal si vistiera una túnica verde vómito? No lo creo, es por eso que he elegido estos tonos- dijo escogiendo un conjunto de pantalones bancos, camisa gris y túnica gris azulada para ir de visita con los Malfoy, todo eso junto con los pequeños mocasines negros que compró mientras Harry era medido por las costureras de la tienda de túnicas.
-Buena elección- a premió la madre del hombre de negro y este asintió, para después ir junto a su hijo, quien ya se hallaba sumergido en el agua tibia, Severus se quitó la ropa, quedando simplemente con unos ajustados bóxers e ingresó a la bañera, para darse un baño con su hijo, al menos media hora estuvieron jugando, Severus con su varita hizo aparecer pequeños muñecos de tritones y sirenas, que empezaron a jugar con Harry en el agua, mientras el se dedicaba a lavar el ahora largo y negro cabello de su hijo, casi parecido al suyo propio. Se quedaron en la bañera hasta que el agua se hizo fría y salieron, ambos envueltos en una gruesa toalla y comenzaron a secar sus cuerpos y sus cabellos.
Severus se encargó de vestir y peinar al muchacho en el baño, mientras que una vez terminada, se dirigió a su habitación, en donde miro cada una de las túnicas que había comprado hoy, ¿A qué venía tanto empeño de verse bien hoy? Bien, pues había enviado una carta a cierto hombre para hablar con el en la mansión Malfoy, pero eso no era lo que los inquietaba, sino el insistente golpeteo de su corazón a su caja torácica, ¡Merlin! Solo era un hombre.
"Qué vio tu lado débil"
Mencionó una voz traicionera en su mente, a la que quiso golpear, se fijo en las túnicas, había una habitual túnica negra, una azul con detalles en cobre, y otra verde con detalles plata y unos hermosos bordados de rosas.
Finalmente suspiro y se decidió por el conjunto más feo, la túnica verde, por que claro, esa túnica no impresionará a nadie, se dijo a sí mismo y a su dignidad, que no quería verse lastimada al buscar llamar la atención de otro hombre.
Suspiró, ¿Acaso era un adolescente hormonal buscando la atención de su nueva conquista?
"No, eres un hombre buscando la atención de su nueva conquista"
Volvió la maldita voz y quiso golpearse a sí mismo, se preguntó si eso de las voces ocurriría a todos los padre. Anotó aquello mentalmente escribiendo una carta en sus pensamientos: "Querida revista semanal Yo el padre Mago: ¿Es normal que a los padres primerizos y solteros le aparezca una voz mientras elige una túnica para visitar a los tíos de su hijo? ¿No es ninguna enfermedad mental? ¿O es solo el shock de verse uno mismo como padre de mocosos sentimentales y llorosos que dejan la túnica de uno con sus mocos? ¿Viene dentro del paquete de mortífago mano derecha la esquizofrenia? Y a todo eso... ¿Ser mortífago impide ser buen padre? ¿Se necesita algún boleto especial para acceder a un curso completo de Cómo ser padre y no matar a tu hijo en el intento o con un soborno considerable ya esta uno dentro? Sin mas espero una respuesta pronta, Severus Snape"
En definitiva se había vuelto loco, suspirando salió de la habitación atando sus largos cabellos con un pequeño listón negro y llevando uno color blanco para atar los de su pequeño hijo.
Una vez listos, se acercaron nuevamente a la chimenea, en donde el fuego verde los envolvió y los llevo hasta una chimenea mucho más grande y ostentosa que la suya propia.
Se adentraron al gran salón en donde tres figuras rubias los esperaban, el patriarca Malfoy se encontraba sentado en una silla con las piernas cruzadas, tras él, Narcissa Malfoy se alzaba imponente, orgullosa y hermosa tras su marido, y al lado de su padre, su pequeño heredero mantenía la mirada sería, pero con un brillo de emoción en sus ojos, al igual que sus padres.
-Buenas tardes- saludó Severus con educación y en un tono casi amable, se dijo Harry, mientras era bajado por su padre y quedaba de pie frente a la familia Malfoy, los tres rubios lo escanearon con la mirada, notando el ligero parecido a Severus, comprendiendo que se trataba de una adopción mágica, Harry de pronto se sintió intimidado, pero rápidamente recobró la compostura al sentir la cálida mano de su padre en su hombro, le sonrió a los presentes.
-Buenas tardes, mi nombre es Harry James Snape Peverell, hijo del Lord Prince Snape- dijo inflando el pecho de orgullo, el primero en acercarse fue Draco quien con una sonrisa lo abrazó.
-Hasta que al fin nos vemos, hermano- Harry se tensó ante la repentina muestra de cariño, pero rápidamente se relajo, contestando al abrazo de Draco con unas pequeñas lágrimas en los ojos.
-Lamento tardar- susurró, aun así siendo escuchado por los mayores quienes sonrieron enternecidos, ellos sabían a lo que Harry se refería, Draco después de haber perdido a su hermano se sintió tan solo, sólo esperaba a alguien quien llenará ese vacío, y ese fue Harry.
Se separaron y el pelinegro menor se acercó a los Malfoy mayores. Narcissa fue la siguiente, quien se hincó hasta la altura de Harry y acarició sus mejillas con ternura maternal, era casi parecido a las caricias de las hermanas del orfanato donde estuvo, pero este se sentía más cercano.
-Hola, soy Narcissa, tu prima, pero puedes decirme tía Cissy si lo deseas- el pequeño sólo asintió y sin evitarlo enterró su rostro en el cuello de la mujer abrazandola, la mujer no soportó mucho antes que gruesas lágrimas comenzarán a caer en cascadas sobre sus mejillas a la par que acariciaba con suavidad la espalda del niño quien había comenzado a llorar. Poco a poco se separaron y Harry miró al último miembro de la familia Malfoy con cierto temor, pues este lo miraba con seriedad.
Iba a pasarle la mano, saludando como un hombre, pero no contó con que el rubio lo hubiese tomado del brazo para también abrazarlo y acariciar con suavidad sus largos cabellos.
-Ahora ya estamos completos en la familia- le susurró al chico, para que nuevamente este se echará a llorar con aún más fuerza, Severus sólo miraba la escena enternecido con Draco y Narcissa. Al separarse Harry los miró con todo el amor que su bellos ojitos color Avada podían y supo que lo que dijo el hombre era cierto. Estaban en familia.
-Bueno Harry, yo seré tu tío Lucius, Draco por que no le enseñas a tu hermano tu habitación y juegan juntos, los llamaremos para la hora de la cena- dijo el patriarca Malfoy, mientras que el niño asentía y tomaba la mano de Harry, este último miró a su padre, quien al ver que asentía sonrió y fue corriendo hacia donde el pequeño Draco le guiaba.
-Es un niño muy educado- comentó Lucius, todos asistieron.
-Pero tan falto de cariño y amor- declaró Narcissa con lágrimas en los ojos, la mirada dolida de Severus no paso desapercibida para ninguno.
-Pero no hay duda de que has hecho un buen trabajo, Severus, se lo ve feliz...- el hombre de cabellos negros sólo sonrió y se sentó en un sillón doble frente a ellos.
-Hoy fuimos al banco y realizamos la adopción, descubrimos muchas cosas de Dumbledore pero hay algo más resaltante...- comentó Severus, mientras recibía la taza de té que Narcissa le daba, probando un poco, tratando de tranquilizarse, habían sido muchas emociones por un solo día.
-¿Qué? - inquirió Lucius nuevamente, el otro hombre se mantuvo callado y en un susurro llamó a Pinky, esta apareció haciendo una reverencia y saludando a los tres magos.
-Ya es hora- le dijo a la elfina y esta asintió y desapareció del lugar nuevamente, Severus se quedó mirando impasible a los rubios.
-Regulus Black está vivo- dijo, la sorpresa era palpable en el rostro de matrimonio, siendo Narcissa quien se lleve las manos a la boca, tratando de ahogar un grito de sorpresa.
-Tendremos visitas, alguien a quien traeremos de nuestro lado y... parece que ya llegó- dijo, observando cómo Pinky había vuelto con él.
Sus ropas parecían menos desarregladas que de costumbre, su rostro se encontraba en mejores condiciones pues la luna llena ya había pasado y sus cicatrices ya parecían estar curadas. Sus ojos dorados se pasearon por la habitación quedando estos fijos en Severus.
-Buenas, Lupin, ¿Cómo has estado? - preguntó, mientras un brillo de deseo se prendía en sus ojos y escondía una sonrisa mientras tomaba el té al saber que... lo único que miraba Remus Lupin era su persona.
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