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35

Ginebra Weasley era, —de todas las personas horribles que había conocido Harry— la peor. Con su odio por cualquier niña de su edad, su envidia por aquellas consideradas más bonitas que ella y sus celos por aquellos que podían acercarse con intimidad a Harry, solo daba una imagen aún más lamentable a la ya muy desdichada familia de la Luz.




Con su madre pronta a salir de Azkaban tras su muy demasiado corta condena por el uso de una de las imperdonables; fue incluso más mimada por el resto de sus hermanos y su padre, habiendo sido criada por su madre con las ideas estúpidas que les daba el estúpido Dumbledore sobre ser la próxima señora Potter, la pequeña y malcriada niña odiaba a todo aquél que le robara la atención de su futuro esposo.



Siendo Hermione Granger, o como era conocida ahora, Cassiopeia Malfoy —que la pequeña sangre sucia sabeloto era ahora una Malfoy, es más una Malfoy de Gryffindor; había sido la noticia que recorrió todo el mundo mágico, Porque... ¿Una Malfoy en Gryffindor? ¡Qué escándalo!— había sido la primera adicción femenina al selecto grupo de seguidores de Harry, conocida por ser la protegida de Cástor Black, dentro y fuera de la torre de los leones, nadie se metía con ella. A excepción nuevamente de Ginebra Weasley. Quien tenía un impresionante odio hacia la otra niña.



—Mírala— murmuraba a su mejor amiga, un tal Sasha o algo así.

—Siempre rodeada de ellos, chicos hermosos, con dinero, la élite— gruñía por lo bajo mientras la observaba ir y venir con Cástor a la mayoría de sus clases y con Harry y los demás a aquellas que compartían.





No la soportaba, le robaba todo lo que era suyo, la atención de sus hermanos, ¡Esos traidores! Inteligentes, sí pero seguían siendo unos traidores, ¡Debieron llevarla a ella también! Ella debía ser mimada, llenada de lujos y regalos, debía estar siempre con Harry.






Definitivamente aquella tarde la rabia había cegado el poco juicio que le quedaba a la pelirroja, por que convencer a unos chicos de su año para acorralar a la chica en los baños del segundo piso no era una buena idea por donde fuera que se lo mire.




Lo peor de todo era, que Cassiopeia aún no hablaba normalmente, solo algunas palabras susurradas o unos hechizos, ni siquiera podía hablar de manera normal, mucho menos gritar o pedir auxilio, y eso era algo que Ginny había investigado con anterioridad, por lo que ahora la veía, atada a una silla que sus ''amigos'' habían traído y con unas cuerdas que pidieron a unos de cursos mayores que hechizaran la ataron.

—Tú... tonta niña— comenzó la pelirroja con un discurso que parecía de villano de caricatura de bajo presupuesto, o al menos esa impresión dio a Cassiopeia, no que viera muchas caricaturas, pero era una niña que vivió toda su viva con muggles, maldita sea.

La rubia rodó lo ojos —recuerden que Cass es rubia como Narcissa—.




—¿Te crees mucho, no? Robando la atención de Harry, siendo protegida por esos traidores de Ron y Percy, mimada por Draco Malfoy— a medida que hablaba, sus mejillas iban poniéndose del mismo horrible tono rojo que el de su cabello e incluso su respiración se aceleraba por el enojo.



—Debería matarte, deshacerme de ti y pedirle a estos buenos muchachos que lleven pedazos de tu cuerpo a las criaturas del bosque o al calamar gigante— los chicos que ayudaron a Ginny se miraron entre ellos asustados, definitivamente no querían ensuciarse las manos, ¡Merlín bendito! Tenían once malditos años, no era pequeños psicópatas en busca de venganza.

Bueno, tal vez la niña Weasley lo era, pensaron los tres.



—No estamos haciendo ésto— dijo uno de los tres niños, el parecía el líder, era grueso como Crabbe y Goyle, incluso rubio de ojos claros, los otros dos niños negaron con la cabeza, serios pero con una pizca de miedo al ver la melena pelirroja girar con brusquedad hacia ellos.

—No puedes hacerme ésto ahora, Frederick— comenzó la la chica, apretando fuertemente la mandíbula con enojo mientras hablaba.

—Esto no es lo que dijiste, no es divertido y nos castigarán, o peor, nos expulsarán— dijo otro niño, éste era alto y de color. Sus ojos se veían temerosos, y la voz de Cassiopeia no hizo sino aumentar ese temor cuando dijo:



—Eso si no te matan por lo que me hicieron— su voz era tan suave, el tono exacto de un arrullo, pacífico, tierno, pero los cuando todas las miradas se dirigieron a la chica sentada; un estremecimiento de terror les llegó, por que esa sonrisa tan pura solo presagiaba una cosa... muerte.




—Tiernes razón, hermanita— la voz de Draco Malfoy hizo dar un salto a todos los presentes.



El rubio, junto con Harry, Póllux y Cástor impedían cualquier tipo de escape, pues se habían instalado frente a la puerta,  del otro lado, Pansy Parkinson, otra de las nuevas en el círculo de Harry, quedaba como campana, un patrón de golpes a la puerta significa que debían salir, apurarse o desaparecer en la cámara.




La varita de Harry se levantó y sin siquiera pronunciar palabra, la pelirroja salió disparada hacía los lavados, su cadera golpeó uno de ellos y un agudo grito de dolor cortó el silencio abrumador que llenó el baño de niñas, los secuaces de Ginebra se acercaron entre ellos con el terror pintado en sus rostro y el de ojos verdes se acercó a ellos a paso tranquilo.



Cástor quedó en la puerta en la espera de cualquier advertencia de Pansy, y Draco junto con Póllux se acercaron con rapidez a Cassiopeia.


—Tranquila, ya te sacaré ésto— murmuraba una y otra vez el rubio a su hermana, que una vez libre de sus ataduras se lanzó a abrazarlo, escondiendo su rostro en el pecho del niño. Póllux solo dejaba suaves caricias en el hombro de la niña y en la cintura de su amigo.



Los sollozos de Ginebra continuaban pero nadie la tomaba en cuenta, los niños de primer año ahora se enfrentaban a la ira fría que parecía querer desbordarse de los ojos verdes de Harry, que los miraba en absoluto silencio mientras temblaban.




—Pansy dice que nos demos prisa— alertó el mayor del grupo, Cástor. Harry permaneció inamovible hasta que enseñó con furia sus dientes hacia los niños menores, quiénes dieron un brinco del espanto, quizás también un sollozo ahogado de parte de uno.



—Una sola palabra de lo que sucedió— comenzó el de ojos verdes —Un comentario a un profesor, un estudiante, un fantasma, una maldita mascota, lo que sea... y créanme, la muerte será un alivio para ustedes— los tres menores comenzaban a temblar descontroladamente.



—Váyanse— susurró y los chicos comenzaron a correr hacia la salida del baño, una vez fuera se encontraron con una bonita niña de cabello negro y ojos verdes oscuros que les sonrió a todos.


—Los estaremos vigilando— pronunció con su cantarina voz antes de darle un último vistazo e ingresar con los demás al baño de niñas.



















—Pansy, revisa a Cass, empezaré a abrir la cámara— habló Harry, mientras agarraba con fuerza de los cabellos a Ginebra y comenzaba a hablar en parsel a uno de los lavados.



Harry intenta no mirar con fascinación insana los ojos horrorizados en el rostro de la niña al saber que habla parsel, sin embargo le sonríe antes de estirar con mas fuerza de su cabello.



—Intenta no morir en la caída— pronuncia, y antes de que siquiera capte la importancia de la oración, la chica es arrojada al vacío.


—Recuérdame no meterme contigo— murmura Pansy rodando los ojos, Harry también lo hace mientras sisea algo y unas escaleras aparecen.


—¿Listos?— pregunta, todos asienten, mira medio segundo más a Cassiopeia que se masajea los lugares donde la cuerda apretó de más.


—Bien, entonces veremos que hay abajo y de acuerdo a ello nos dividiremos las tareas— otro asentimiento de respuesta y uno por uno comenzaron a bajar tras Harry hacia la legendaria Cámara de los Secretos, a lo lejos continuaban escuchando los gritos y sollozos de Ginebra pero era nuevamente ignorado por todos.




Fue entonces que una vez todos estuvieron abajo, las escaleras volvieron a desaparecer en la pared y la puerta se cerró, el baño continuó igual de normal para cuando tres niños de primer año y la profesora Sprout llegaron al lugar diciendo que un grupo los había amenazado.


Los tres niños marcaron su sentencia de muerte, pues Levi, la serpiente de Harry había quedado como vigilante del lugar.










El grupo de niños de segundo año sin embargo, se hallaba con ojos increíblemente abiertos, observando el lugar mientras lo recorrían. El grupo de Draco, Cass y Póllux se había hecho más y más cercano, por lo que ellos juntos comenzaron a explorar los rincones oscuros de la izquierda, Pansy hablaba hasta los codos con Cástor en un rincón a la derecha, y Harry muy sonriente avanzaba hacia la gran puerta de serpientes arrastrando a la única niña de primer año por los cabellos. La escena era tan irreverente que algunos simplemente no podían evitar reír, sobre todo Póllux, quien siempre había sido ignorado en la familia Weasley por culpa de Ginebra.


Los ojos azules de la chica se enfocaron en los bicolores de quien alguna vez fue su hermano, lo miró con todo el odio que podía y el chico solo le sonrió, provocando un grito de pura frustración en la menor.



—Traidor, traidor, ¡TRAIDOR!— gritó la niña, fue entonces lanzada hacia el frente a un charco de agua, dentro de la cámara. Se escuchó el gritillo indignado de la niña antes de caer en cuenta donde se encontraba.



—Bienvenida a la Cámara de los Secretos Ginebra— comenzó Harry, su sonrisa era malvada y sus ojos fríos no hicieron más asustar a la pelirroja que comenzó a retroceder aún en el piso. La sonrisa de Harry se amplió.


—¿Quieres ver qué monstruo alberga la cámara?— 






































En la sala común de Slytherin se encontraban Neville, Blaise, Theo y Adrian sentados frente s la chimenea, un hechizo de silencio lanzado al rededor de ellos mientras de reojo observaban los movimientos de Daphne Greengrass.


—No puedo creer que hayan perdido clases solo para emboscar a esa mocosa— decía Pucey que, claramente se veía enfadado.

—En realidad solo Cassi y Cástor perdieron clases, nosotros tenemos hora libre— Blaise comentó encogiéndose de hombros, Pucey entrecerró los ojos en su dirección y Theo arrugó la nariz, a ninguno le gustaba que perdieran clases, era sospechoso.


—Atraerán atención innecesaria a ellos— dijo Neville, su compañeros asintieron a excepción de Blaise, el muchacho se cruzó de brazos ofuscado.

—Con esa actitud solo demuestran que no confían en Harry, yo lo hago, estuvo planeando ésto desde que esa acosadora comenzó a seguirnos— gruñó el italiano.



— No pudo ingresar a la cámara por su culpa, y ahora será bocadillo de basilisco por éso— una pequeñísima sonrisa salvaje apareció en su rostro y los otros lo imitaron. Blaise tenía razón, nada podría salir mal, meses de planeación no podían fallar.







Y de hecho no lo pudo, por que cuando Cástor llegó a la dirección —en plena junta de maestros— diciendo que había buscado a Cassiopeia por todos lados sin encontrarla, la chica iba saliendo del bosque prohibido frente a un montón de personas, iba con parte del uniforme rasgado y sucio, tenía sangre goteando de su brazos y lágrimas ensuciaban su rostro. Miró pidiendo auxilio a un muchacho mayor de Ravenclaw antes de fingir desmayarse.

























En la enfermería todos estaban como locos, Lucius Malfoy estaba a nada de lanzar hechizos, Draco fingía lo mismo, Harry y Póllux a su lado intentaban ''calmarlo'', Cástor estaba sentado al lado de la niña tomando su mano mientras se disculpaba por no cuidarla, Severus Snape estaba presente como Director y Minerva como sub directora y jefa de la casa de la niña.


—¿Por qué demonios se disculpa, joven Black?— mencionó ya harto de escuchar al mocoso de Sirius el hombre de negro, los adultos ni siquiera tenían idea de lo que los niños habían tramado, ni siquiera Tom, quien seguramente sería informado después de los sucesos.


—Yo...— Cástor miró a Cassiopeia quien le asintió apenas, el chico mayor se mordió los labios antes de suspirar.

—A Cassi la intimidan dentro de la torre, tanto por ser una Malfoy como por estar siempre con Harry y otros Slytherin— comenzó el chico.


—Fue por eso que siempre la acompañaba a sus clases, entonces... tenía que ir a su clase profesora, y yo realmente iba tarde, por lo que Cass dijo que iría sola, y yo realmente no quería dejarla ir, pero ya he llegado bastantes veces tarde a su clase y no quería que se volviera una costumbre— hablaba sin parar, dio una profunda inhalación antes de mirar con sus ojos aguados a la sub directora quien suavizó su expresión. Harry reprimió una sonrisa, y sus ojos brillaron al ver a su papi mirarlo seriamente. Como si no creyera nada en lo absoluto.


—Entonces me fui, pero vi que también llevaba la cartera de Cassi, por que me detuve para volver con ella y entregársela, no había ido muy lejos, solo estabamos dos pisos alejados, pero no la encontré— Póllux se acercó a su hermano tratando de consolarlo.



—La busqué por todo el castillo, pedí ayuda a Harry, Draco y a mi hermano ya que me encontré con ellos en dirección a la biblioteca, ellos buscaban en los pisos inferiores y yo en los superiores, no encontramos nada, cuando fui a la dirección ya estaba desesperado— su hermano menor daba palmaditas en su espalda y Draco se acercaba también a su hermana.


—Señorita Granger, ¿Usted conoce  la identidad de sus agresores?— la chica dio un asentimiento tras bajar la mirada.


—¿Podrías decirnos quiénes son, hija?— Lucius se adelantó a la pregunta de Severus y miró con todo su cariño a la niña quien con ojos vidriosos respondió.


—Ginebra Weasley junto con tres niños de primero— el susurro de la chica dejó un pesado silencio que nadie se atrevió a llenar, pequeñas lágrimas comenzaron a caer del rostro de la niña que no dudo en alzar sus brazos hacia su papá.




Con cuidado, Lucius la cargó en sus brazos abrazándola con fuerza, los pequeños bracitos de la niña rodearon el cuello del rubio y dio un bajo sollozo, los ojos glaciares del Lord de la casa Malfoy prometían sangre. 

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