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33

¿Qué era lo que más apreciaba Dumbledore? ¿Qué era lo que más temía? Ciertamente, para fortuna de Harry, la respuesta a ambas preguntas era lo mismo.


Su poder.

Tras mucho tiempo de investigación por parte del círculo interno, Harry supo de las reliquias de la muerte, el mismo sombrero le advirtió sobre ello.


''Tienes dos más cerca de lo que crees'', y las tenía, ahora iba en busca de la segunda. Agradeció a su padrino por brindarle la información necesaria de lo que ocurrió en el juicio llevado a cabo en los tribunales del Wizengamot, incluida la carta del director.



A pasos lentos pero decididos iba por los pasillos de San Mungo hacia una habitación que jamás había visitado. Era jueves por la noche, los enfermeros no aparecían hasta las tres de la mañana; recordaba que Dumbledore había escrito en esa sucia carta. ¿Quería que alguien lo visitara y lo cuidara? Ni siquiera tenía idea del tipo de cuidados que ansiaba darle.


Maldito enfermo.



Una vez dentro de la vacía habitación decidió que sería prudente aplicar cada una de las protecciones y hechizos de silencio que conocía, entonces giró a ver al hombre convaleciente, pálido y delgado, su varita descansaba sobre la mesita de noche.



Un rápido hechizo punzante y el hombre dio un pequeño salto en la cama, no pasó mucho antes de que lo notara en la oscuridad; desde luego que no sabría quién era bajo el potente glamour que llevaba.



-Te ves bastante bien, viejo- dijo con sarcasmo, no pudo evitar reír al ver como tomaba su varita.


-¿Qué crees que harás? ¿Lanzarme un hechizo? No eres tan poderoso si no puedes hablar, Dumbledore, sin tu voz apenas puedes hacer magia no verbal y desde luego mucho menos magia sin varita-  lanzó otro silencioso hechizo de cuerdas; ahora permanecía prisionero en su propia cama.




-He venido por algo mío Dumbledore. Tienes algo que me pertenece- conjuró una silla y tomó asiento al final de su cama, cruzó las piernas poniéndose cómodo; sus manos descansaban sobre sus rodillas con la varita en ellas.




-Me parece tan gracioso verte así- dijo luego de un largo silencio.


-Realmente fue una muy buena idea dejarte sin voz- pudo ver sus ojos abrirse con sorpresa y luego su mirada se volvió helada, sus fríos ojos azules solo reflejaban ira.




-Sí, yo lo hice, utilicé algo de mi propia creación, así que no tengas esperanzas de recuperar lo perdido. En definitiva te vez como deberías. Patético- el viejo hombre se removió con furia casi animal, lanzó un hechizo pero un protego rápido lo desvió, lo siguiente fue la luz rojiza de un expeliarmus y la varita de sauco iba directo a las pequeñas pero elegantes manos de Harry. El niño sonrió macabramente al sentir el material, el poder fluía en la madera reconociéndolo como su nuevo amo.



-¿Realmente creías que te convertirías en el amo de la muerte?- preguntó, ésta vez con curiosidad. Pudo ver la humillación brillando en sus ojos y aunque sus dedos picaban por utilizar su nueva varita quería saber, habría tiempo de sobra para poder darle su merecido.




-La muerte es romántica, Dumbledore- continuó Harry, su voz era bastante tranquila y estaba relajado en la oscuridad, aunque atento a cualquier indicio de peligro.



-Ella espera por ti toda tu vida solo para encontrarse al morir y acompañarte a tu descanso eterno- otro silencio se extendió y Dumbledore continuó luchando contra las cuerdas



-Trágico y aún así hermoso- volvió a hablar.



-Casi haber matado a tu amante no fue la mejor decisión cuando intentas convertirte en el maestro de la muerte. Sentimental ente aquél- se encogió de hombros e hizo un gesto con la mano.



-Habías sellado tu destino al enfrentarte a muerte con Ginderlwald, jamás poseerías las reliquias, ni siquiera la varita, solo la estabas guardando para mí- ver la rabia en las facciones del viejo mago era realmente gratificante.




-La estabas guardando para su legítimo dueño, para mí- volvió a decir y el glamour cayó; pudo ver la sorpresa en sus ojos, otra vez, luego el más puro y visceral odio.

Dumbledore estaba furioso, se sentía humillado y una parte retorcida de él aún creía que Harry era su arma; por lo que también se sentía traicionado.




-Lo peor de todo es que no podrás decirle quién soy a nadie- ésta vez la burla salía a montones en el tono del chico de ojos verdes.


-Nadie te creerá, no cuando tienes una investigación por obstaculizar la ley en el caso de mi padrino- Dumbledore quiso sonreír, sin embargo el chico se veía tan confiado que no pudo.

-También uno por violación- todo el color en el rostro del viejo desapareció y Harry se permitió una sonrisa torcida.


-Fue increíble como una carta esclarecerdora llegó al Wizengamot justo cuando se hablaba del caso de Hermione Granger- el mayor dejó de luchar contra las cuerdas, los ojos de Harry brillaban amenazadores y se encontraba en una gran desventaja.



-El Señor Oscuro se acerca, Dumbledore. Esa es la razón por la cual no voy a matarte, pero eso no significa que no podamos jugar un rato ¿No?... Después de todo, ¿No querías que un niño viniera a cuidarte los jueves por la noche?- una sonrisa amenazadora y el primer hechizo fue lanzado.



























Harry se hallaba ansioso, daba vueltas como un león enjaulado en la sala del ala este de la mansión Malfoy, Draco junto con los hermanos Black —los hijos— estaban con él, igual de nervioso puesto que todos los adultos se habían encerrado en las mazmorras para revivir al Señor Oscuro. El cuerpo de Quirrell poco a poco iba muriendo y había sido una suerte que aguantara hasta que se realizara el ritual.



Entonces allí estaban, esperando a que Lord Voldemort resurgiera nuevamente, sus padres estaban posiblemente en peligro de muerte por utilizar algo tan inestable como lo era la piedra filosofal y sus amigos temían que comenzara a destruir cosas con su magia tan alterada.





Aparentemente no fue necesario utilizar ningún hechizo adherente para que se sentara y se mantuviera quieto. Por que ahí, parado en el umbral de la puerta estaba el hombre más guapo que Harry había visto. Era pálido, pero no de un color enfermizo, tenía el cabello negro y solo un poco rizado con algunas canas comenzando a aparecer, tenía los ojos bicolores, uno azul glaciar y el otro rojo, e iba vestido solo con un pantalon de vestir y una camisa casi traslúcida que no dejaba absolutamente nada a la imaginación. Harry se sonrojó antes de sonreír y correr hacía él.



-¡TOM!- gritó antes de abrazarlo, cerró los ojos sintiéndose feliz al ser rodeado por el calor del cuerpo del mayor, el aroma ahora completamente suyo; una mezcla de hierba limón y sándalo.



-No tan fuerte Harry, aún duele- murmuró solo para que el chico lo escuchara, el chico levantó la cabeza para conectar su mirada con la bicolor.



-¿Ahora podré casarme contigo?- preguntó en un susurro, y no. En definitiva el Señor Tenebroso NO se había sonrojado.




-¡Por supuesto que no! ¡Mocoso insensato!- la voz de Severus se escuchó y tanto Harry como Tom dieron un casi imperceptible salto, los señores oscuros no temen al instinto maternal de los padres de futuro consorte.

Autopreservación. Éso era.



-¡Pero papá!- Harry sonaba como uno de esos niños mimados, lo cual en definitiva no era.



-Te casarás con quien quieras cuando seas mayor. Tu padre y yo ya hablamos con Tom, el sabe que puede estar a tu lado como un amigo, un tutor o lo que desees, recién a los catorce podrás tener novio, si aún quieres que sea Tom, lo será, hasta entonces, tres metros alejados el uno del otro- un movimiento de varita y ambos estuvieron alejados.




Remus se veía cansado pero divertido de los celos maternales de su pareja, Lucius se veía en las mismas condiciones y Narcissa había quedado protegiendo a su nueva pequeña en el hospital.




-Niños, les presento a Tom Riddle, ahora en su verdadero cuerpo- los chicos le sonrieron al hombre haciendo un saludo con la mano desde lejos. No querían arriesgarse a agarrar algún hechizo perdido de Snape... o de Harry.


-Es un placer volver a verlos- contestó el hombre.


-Bueno, ya que las presentaciones fueron hechas... otra vez- dijo Lucius, recordando que en Yule ya se habían conocido todos.


-Iré a descansar, por la noche iré a San Mungo, ¿Vas a acompañarme, Draco?- preguntó a su hijo, quien asintió rápidamente, hacía pocos días  la niña había despertado y el rubio rápidamente tomó el papel de hermano mayor; Hermione, aunque estuvo incómoda en un comienzo, poco a poco fue dejándose mimar por el chico y ahora eran inseparables. Parecía un final feliz, solo que el responsable de que la chica estuviera así aún no pagaba por sus pecados, al menos no ante la ley; Harry ya había jugado un poco con él.




-Cas, Póllux, a dormir. Mañana visitarán a Hermione- la voz de Sirius se oyó y los menores asintieron antes de despedirse y comenzar a correr hacia las escaleras en dirección a sus habitaciones.



-Bien, nosotros también iremos a la cama. Regulus usó mucha magia y está cansado- volvió a decir, dio un asentimiento a los demás adultos y desapareció por el mismo camino que habían tomado sus hijos.





Lucius y Draco se marcharon poco después, quedando solo Remus, Severus, Tom y Harry.

Todos decidieron sentarse frente a la chimenea y permanecieron en silencio durante unos minutos.


-¿Dolió?- preguntó por fin Harry, sus padres estaban sentado frente a él y Tom a su lado.



-Fue doloroso, sí. No solo para Tom- inconscientemente el menor buscó las manos del pelinegro, estaba pálido y un rastro de temor cruzó por sus ojos verdes.

Harry no sabía los detalles del ritual; solo que Regulus fue el encargado de las runas y su papi Sev de las pociones. Sirius y Lucius solo aportaban magia y él mismo había aportado su sangre.

En un principio querían usar la sangre de Dumbledore, sangre del enemigo tomada por la fuerza —el menor lo habría conseguido de su pequeña visita al anciano—, pero ciertamente Tom no fue el único asqueado ante la posibilidad de la sangre de ése cerdo dentro suyo.

Así que fue descartado siendo reemplazada por la sangre de su igual dada libremente.


Era un ritual bastante peligroso, no solo para los que lo realizaban, sino para aquél que quería volver; por ello estaba tan prepcupado y nervioso, sin contar que no había podido despedirse de sus padres.

Puesto que el ritual se había hecho desde la noche anterior —la cual había usado para visitar al asqueroso director—, así que sí, estaba bastante preocupado y asustado.



-Harry tenemos que hablar- dijo después de un momento Severus.

El menor se tensó visiblemente al lado de Voldy y bajó la mirada a sus manos entrelazadas sobre sus rodillas.


-Harry, no puedes andar por la vida matando o torturando a aquellos quienes no te agradan- ésta vez habló Remus en tono comprensivo, como si hablaran de molestar a otros niños o de no hacer la tarea.


-Tú te callas, Tom- Severus lo silenció incluso antes de que el heterocromático abriera la boca.

Por que él era un Señor Oscuro; y en efecto tenía el poder para matar a aquellos que no le agradaban y varias veces lo hizo, pero ése no era el punto. El punto era que Harry era aun muy joven para matar y torturar.

-Somos gente decente Harry- continuó Severus.

-Eso significa no asesinatos hasta los catorce, ya hablamos de esto-


-Muchas veces- agregó Remus.

-Sí papá, lo entiendo- dijo Harry en un susurro, bastante avergonzado de ser regañado frente a Tom.


-Si lo entiendes... ¿Por qué has ido a visitar a ese cerdo?- la voz de Remus era baja, pero tenía un muy marcado tono de peligrosidad, sus ojos incluso brillaban en oro por el enojo.

Lunático no estaba feliz de que su cachorro se pusiera en peligro.


-Yo... - Harry se mordió el labio.


-Dinos con exactitud qué hiciste- Severus dijo, dejando un suave apretón en las manos del lobo para calmarlo.


-Solo jugué un poco con él, el derecho de matarlo es de Tom- se excusó, pero aún no alzaba la mirada.


-Fui con un glamour, lo mantuve hasta que recuperé mi varita- dijo escogiéndose de hombros.


-¿Tu varita?- preguntó confundido Tom, entonces observó como el pequeño de ojos verdes sacaba de su túnica la que siempre consideró la varita del anciano.


-La varita de Sauco, una de las tres reliquias de la muerte, mía por derecho... bueno, nuestra- por fin decidió levantar la mirada y sonreírle al hombre.



-Espera... ¿Le quitaste la varita de Sauco a Dumbledore?- preguntó el pocionista intentando no entrar en pánico.


-¿...Sí?- Respondió dudoso, y el hombre de negro tuvo que comenzar a masajearse las sienes


-Nos estás ocultando cosas, Harry- el menor se estremeció al oír la voz del lobo y se encogió en su lugar asustado.




-Yo... tal vez haya dejado caer mi glamour a propósito luego de tener la varita, y tal vez le haya advertido que el Señor Oscuro está por volver- comenzó a jugar con sus dedos nervioso y Severus dio una fuerte respiración, como si pidiera paciencia a algún ente superior y divino.



-¿Hay más?- preguntó, y Harry se encogió de hombros.


-Supongo que hubo algunos crucios y un hechizo de castración, alguna que otra maldición cortante- hizo un gesto aburrido con la mano.


-Pero fueron en parsel, así como el imperio que utilicé para que hiciera un juramento inquebrantable conmigo, no puede reproducir lo que pasó en esa habitación por cualquier medio, ni siquiera pensarlo o sufrirá un dolor peor que el de un crucio... en la bolas-



-¡Lenguaje!- reprendió el pocionista y Harry lo miró con una cara de ''¿En serio?. El menor suspiró.






-Cubrí mi visita, nadie sabrá lo que le sucedió y tampoco buscarán saberlo por que es un jodido y enfermo pedófilo que violó a una niña- el enojo se filtró en su voz y más de un objeto decorativo en la habitación vibró con su magia alterada. Ambos padres suspiraron, mitad cansados mitad aliviados.





-Si cubriste tus huellas, está bien- dijo tras un silencio tenso Remus.



-Solo... al menos avisa cuando harás algo así- Severus se levantó de su asiento hasta llegar a Harry, poniéndose de rodillas para llegar a la altura del chico.



-Nos preocupas Harry- continuó Remus y Severus acarició las regordetas mejillas aún de infante del menor.






-Eres nuestro hijo, nos preocupamos por ti. Y si alguna vez planeas algo, lo mínimo que esperamos es que nos lo cuentes para así aconsejarte y si lo necesitas ayudarte, ¿Está bien?- los negros ojos de Severus brillaban con todo el amor que sentía por su hijo, pero también se veían tristes y decepcionados, aquello era lo que más le dolía a Harry.



-De acuerdo, lo prometo- susurró antes de abrazar al hombre de negro y luego rápidamente fue hacia el licántropo. También abrazándolo.




Esta imagen de Harry hizo darse cuenta a Tom de lo pequeño que aún era. Podría comportarse de forma madura e incluso tener una enorme vena vengativa, pero era solo un niño; que aún temía poner tristes a sus padres, que aún odiaba decepcionarlos.  Por ahora solo podría ser un amigo, un mentor, un hermano... lo que necesite, porque estaba seguro que una vez creciera sería un perfecto compañero.

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