32
-¿Hasta qué punto puede llegar la perversión de un hombre, tío?- la voz de Harry rompió el silencio de la habitación, su mirada vagaba por la figura pequeña de su amiga, habían pasado ya unos días y las palidas muñecas de Hermione comenzaron a pintarse de azul, al igual que varios cardenales aparecieron en su cuello.
-Llega hasta donde uno lo deje- el menor apretó los labios.
Desde que llegaron al hospital no se habían marchado más que para ir a la mansión a darse un baño y luego volvían.
Sorpresivamente Lucius dejó que Severus y Sirius se encargaran de todo el aspecto legal del caso; quizás fue por que vio a la niña tan indefensa, o tal vez por que cuando había apartado a esos infelices lejos de ella en esa fatídica noche lo miró con tanto agradecimiento y no dudo en saltar hacia él, sin siquiera pensar en que podría hacerle daño también. Lucius cerró los ojos, no quería pensar en eso, su corazón dolía de solo imaginar lo que hubiera pasado si Harry no le hubiera dado el collar.
-Papá... Harry- la voz de Draco se escuchó, había llegado con Lady Malfoy a observar a la niña. Era la primera vez que el rubio menor veía a la chica en el hospital; cuando se enteró que la sabelotodo de Gryffindor era la supuesta espía de Harry sintió curiosidad más que nada, cuando Cástor les contó lo que le había sucedido esa noche se sintió entre asustado y nervioso. Hoy fue el día que su madre por fin decidió que debían ir. Iban a hacerse cargo de la chica ''temporalmente'', pero como veía a su padre... Draco sonrió apenas, casi resignado.
Ahora entendía un poco la conversación de Harry en el tren.
Ésta niña sería su nueva hermana y no podría luchar contra ello, realmente no podía y no quería; solo lo aceptaría, así como aceptó a Cástor y Póllux, como aceptó a Neville y a ese raro pero buen chico de Pucey.
Su madre invocó una silla para ellos y se sentó al lado contrario de su padre, con algo de vacilación tomo delicadamente la mano de la chica, mirando con pena los morados que marcaban su piel; una dama no debería ser tratada de esa manera.
Harry volvió a suspirar, su expresión ilegible; sin embargo sus ojos prometían sangre.
La noche del incidente, Albus Dumbledore sintió su magia vibrar, convaleciente como se encontraba desde antes del término del año escolar no pudo hacer nada cuando las barreras en la casa de su mocosa favorita cayeron durante unos segundos antes de volver como si nada. Quería enviar una carta a los padres de la chica, saber qué había pasado; ¿Había nuevamente desafiado a sus padres esa hermosa leona? ¿O era algo de lo que debía preocuparse?, sin embargo no lo hacía, las cartas eran fácil de interceptar, fáciles de usar en su contra, debía salir rápido de ése hospital, aunque no veía eso muy cerca. Seguía sin poder hablar, el adormecimiento de su cuerpo cada vez era menor, pero no podía comer, no podía beber; lo alimentaban con hechizos pero no era lo mismo, tenía horribles fiebres y dolores que lo dejaban en cama por horas y horas nadando en la inconsciencia. ¿Quién se había atrevido a envenarlo? ¿Y con qué?
De lo que pudo oír de las enfermeras era un veneno nunca antes visto, una mezcla de muchas, hasta ahora solo veían los efectos del veneno de acromántula y éso de por sí ya era de peligroso. Maldito aquél que se atrevió a ponerse en su contra, lo mataría, mataría a sus padres si éstos aún vivían, violaría a sus hijos si es que los tenía. Quien sea que lo haya envenenado lo pagaría y con creces.
La fiebre comenzaba a volver y la inconsciencia lo reclamaba, vagamente vinieron a su mente los recuerdos de Hermione; sus pechos apenas abultados, su piel tersa aún con suavidad infantil, su rostro dormido sin saber lo que le haría, aquello era lo más excitante antes de comenzar.
Sonrió apenas, más tarde hablaría con los padres de la chica, no quería recurir a las cartas pero quizás una visita de la pequeña a su cama en San Mungo lo ayudaría a mejorar.
Pobre infeliz. Ni siquiera sabía dónde se metía.
La reunión del Wizengamot se estaba alargando y nadie quería permanecer un minuto más dentro de aquella sala; sin embargo no estaban llegando a ningún lado, la primer orden del día había sido la toma de sus asientos de Lord Prince; más de uno sintió cierto pavor al ver al tan famoso murciélago de las mazmorras de Hogwarts ingresando y recitando su juramento. Sus prendas como siempre eran negras, sin embargo para ésa ocasión utilizó unas más elegantes; no las que siempre utilizaba para la enseñanza.
-Caballeros y damas presentes- la voz aterciopelada de Severus resonó en todo el salón. Todos parecieron guardar silencio, la lengua viperina del hombre era conocida y ahora que estaba en un posición de poder no sería conveniente -para nadie- estar de su lado malo, sobre todo ahora que sus ojos negros tenían un brillo casi animal. ¿Sangre de criatura tal vez? No estaban realmente muy lejos de la realidad.
-No estamos llegando a ningún lugar. En San Mungo una niña está siendo atendida por sanadores y psicomagos por haber sido violada, ¿Entienden siquiera lo que eso significa? Yo conocía a ésa niña, era mi alumna, era compañera de sus hijos, de sus nietos. Les pido... no, más bien les exijo como un miembro de esta comunidad que se atrape a este monstruo- un peso se instaló en el estómago de cada uno de los presentes, si Severus Snape decía que era malo, entonces debía ser muy malo.
-Jefe de Magos Interino Rosier, podemos, por amor a Merlín dejar pasar a los Aurores que llegaron a la residencia Granger la noche del suceso- Lord Sirius Black había interrumpido y el jefe de Magos llamó a los cuatro aurores que esa noche habían ido y éstos dieron un asentimiento hacía Severus y los Black's.
-Podrían relatar lo sucedido aquella noche- pidió Amelia Bones, y el líder del grupo de aurores dio un paso al frente. La sala nuevamente quedó en silencio mientras los hombres relataban lo sucedido, más de uno jadeó ante la sola mención de que tal vez un mago estaba tras todo esto.
-Pedimos a los sanadores que realizaran pruebas en los padres de la niña- el auror en jefe habló.
-Deberían haberse enviado en un archivo a su oficina señor Ministro-
-También pedimos a Gringott's que enviaran a un experto en maldiciones a que revisara las protecciones que había en la casa, el informe también debería haberle llegado- Cornelius parecía un horrible sapo asustado, hizo una seña a su horrible secretaria —también cara de sapo— y ésta le pasó los archivos con las pruebas.
-Aquí dice que los Granger estaban bajo los efectos de pociones controladoras y que continúan bajo compulsiones- más de uno se estremeció en el salón.
-Lord Prince ayudó a los sanadores identificando las pociones con las que fueron drogados los Granger- mencionó uno de los aurores, que hasta ahora no había hablo. El hombre de negro lo reconoció con un asentimiento. Siempre era bueno tener contactos en el Ministerio, sobre todo en el departamento de Aurores.
-En efecto, Sr. Lewis, ahora, aunque con las pociones no se pueden ver quién las administró, los hechizos de compulsión son diferentes; no sólo por que estén prohibidos, la firma mágica del que lanza el hechizo queda impresa- utilizaba esa voz susurrante, ésa que utilizaba con sus estudiantes alcornoques cada vez que explicaba algo obvio.
-Señor Ministro, ¿Podría decirnos quién lanzó las compulsiones en los Granger?- los ojos de Cornelius parecieron saltar de sus cuencas.
-Albus Dumbledore...- fue apenas un susurro, el jadeo generalizado de las familias de Luz fue casi cómico de ver para sus contrapartes oscuras y/o neutrales.
-¿Está diciendo que Albus Dumbledore hechizó a los padres muggle de esa niña y la violó?- un hombre, demasiado cercano al viejo chocho casi rió de lo absurdo que sonaba, sin embargo las caras de Lord Prince y el mismo Ministro de Magia permanecían serios.
-Debe ser una mala broma- volvió a decir el hombre, escucharon un gruñido casi animal y supieron que se trataba de Sirius Black.
-Ministro, ¿Podría darnos los detalles de las protecciones?- los aurores se sentían como pequeños niños en medio de adultos que peleaban entre sí, incómodos y tratando de hacerse más y más chiquitos a medida que los Lores alzaban la voz.
-Protecciones de sangre- la voz del Ministro ya se oía sombría y oscura.
-Ésa es magia antigua, calificada como oscura- Bedelia Rosier fue la que habló, desde el estrado; su esposo asintió constatando que lo dicho era verdad y la tensión aumentaba a medida que cada palabra era dicha.
-¿También realizó el Señor Dumbledore las protecciones?- preguntó de nuevo Madame Bones, su característica seriedad siendo reemplazada por una máscara imperturbable que exigía ferozmente justicia para la pequeña Hermione. Cornelius; raramente serio asintió. Entonces las puertas de los tribunales se abrieron con fuerza un auror de rango menor venía corriendo con una carta en sus manos.
-Di-Disculpen las molestias, un elfo doméstico llegó a las mazmorras hace nada con una carta para los muggles de allí- Severus miró detenidamente al joven mago, se parecía mucho a uno de los veteranos que vinieron primero.
-Tu nombre, muchacho- Severus le llamó la atención; parecía que el hombre de negro había tomado el papel de liderazgo para el caso de Hermione; más valía, nadie parecía tomarle en serio en un principio. El joven mago se puso firme.
-Auror aprendiz Pietro Lewis- Severus asintió y miró al más grupo más antiguo.
-¿Su hermano?- preguntó, Lewis mayor asintió y se dirigió nuevamente al chico que había llegado.
-Se le agradece que se haya acercado con rapidez con ésta pieza de evidencia Señorito Lewis, ¿Podría leernos la carta, a quién está firigida y quién es el remitente?- un brillo de orgullo cruzó los ojos del hermano mayor por unos segundos antes de volver a su rostro plano. Digna máscara sangre pura.
-El remitente es el Director Albus Dumbledore, va dirigida a Jane Granger, la madre de la pequeña que está en el Hospital- aclaró, mirando el sobre de manera superficial. Realizó unos hechizos sobre el el papel aún sellado e hizo una mueca.
-Tiene un y hechizo de rastreo- un fuerte murmullo se alzó entre los lores y el Ministro pidió orden. Por primera vez Cornelius Fudge se veía serio y ligeramente intimidante.
-Lord Black, usted fue un auror muy capacitado antes de ser encerrado en Azkaban por una muy descuidada equivocación de mi antecesor- Comenzó el hombrecillo.
-¿Usted cree poder deshacer el hechizo?- preguntó, Sirius permaneció en silencio, sin embargo minutos después asintió y bajó hacia el pequeño joven aprendiz de auror.
-¿Me permites?- se dirigió a Pietro Lewis y el joven asintió dándole la carta, Sirius le sonrió casi paternalmente.
-Ahora mira y aprende- le susurró, observó bien como los hilos de magia se tejían dentro del sello y susurraba suavemente el hechizo como para que el chico lo oyera y se lo aprendiera. Entonces Sirius pudo romper el sello y nada pasó.
-Le cedo los honores Sr. Lewis- Sirius volvió a su lugar al lado de su hermano y pareja y la voz chico llenó la sala del tribunal y a medida que continuaba su ceño iba frunciéndose y una mueca de asco aparecía en su rostro.
-''Querida Jane, hace unos días he sentido que las protecciones que había puesto alrededor de la casa estaba siento dañada. Quiero que me digas qué sucedió, si hay algún daño, si los hechizos están fallando necesito saberlo. Las pociones para la señorita Granger estarán pronto, solo debo pedirlas a un amigo que se apure a hacerlas. Si notas algo fuera de lo común con mi pequeña sabes lo que tienes que hacer. Si llega a haber marcas utiliza la pomada que te di, elimina los hematomas, si llegas a realizar una herida debes darle la poción amarilla.
En estos momentos me encuentro en el Hospital de nuestro mundo, nada de qué preocuparse querida. Sin embargo, quiero recibir alguna visita de la pequeña Hermione; los jueves por la noche los enfermeros no aparecerán hasta las tres de la mañana, te enviaré un traslador y vendrás con ella, luego de que termine de cuidarme podrás llevarla nuevamente.
Espera mi próxima carta con el traslador dentro de los próximos días, ya sabes que no deben responder.
Albus''- el asco que sintió el menor de los Lewis fue evidente, se acercó a entregar la carta al Ministro y permaneció junto a los demás aurores.
-¿Cómo saber que esa carta realmente proviene de Dumbledore?- el hombre que no había creído nada desde el principio volvió a hablar. Varias miradas airadas le fueron lanzadas.
-Aparte del sello que obviamente le pertenece, las impresiones magia dejada en la carta debido al hechizo y de que es la letra de Dumbledore... ¿Qué más prueba quieres?- Lady Zabini estaba en representación de su casa ya que su anterior marido había muerto... nuevamente.
-Disculpen- llamó la atención el menor de los aurores Lewis. Muchos pares de ojos se dirigieron a él y tragó duro.
-Una elfo fue quien dejo la carta, era de Hogwarts creo, tal vez si la llaman podrían saber quién realmente la mandó- fue su propuesta, Severus lo miró asientiendo.
-¿Cómo era la elfo?- preguntó, y el joven dio una vaga descripción de como lucía, y el hombre de negro supo de inmediato de quien se trataba.
-¡Winky!- llamó con fuerza, su voz retumbó en la dala callando a todos, una tambaleante elfo apareció, sus ojos amarillos se veían tristes y agachaba la mirada al verse rodeado de tantos magos.
-¿Qué puede hacer Winky por el amo Maestro de Pociones, señor?- preguntó tímidamente la pequeña elfo.
-¿El director Dumbledore te mandó enviar una carta a unos muggles?- preguntó con voz más suave el pocionista.
-El director siempre manda a Winky con cartas para los amos muggles, a veces también pociones- los susurros volvieron a alzarse dentro de la sala del tribunal.
-Gracias Winky, puedes volver a tus tareas- la pequeña asintió antes de desaparecer con un chasquido de dedos.
-¿Hay alguna otra duda en cuanto a quién es el responsable de éste suceso?- la voz de Augusta Longbotton se oyó por primera vez. Nadie dijo nada, sin embargo luego de unos segundos de tenso silencio el Ministro habló.
-Lo que debería importar ahora es el estado de la chica- más de uno le dirigió una mirada sorprendida.
-Mi querido primo político Lucius está cuidándola en el hospital con mi ahijado en estos momentos- Sirius fue quien tomó la palabra.
-Debido a que la noche del suceso tanto Lord Malfoy como Lord Prince y el joven Harry Black fueron los primeros en aparecer; el señor Lucius Malfoy pidió tener la custodia de la niña en lo que el juicio tiene lugar- el líder de los aurores habló.
-¿Lucius Malfoy pidió la custodia de una hija de muggles?- se escuchó decir a alguien del fondo con todo el sarcasmo que pudo cargar en su voz.
-Hermione Granger es amiga cercana tanto de mi ahijado Harry como de mi sobrino Draco, desde luego que nos pidieron hacer algo por la pobre niña. Lucius fue quien la salvó, creo que fue éso lo que causó que se apegara a la niña de esa manera, está pensando hacerse padrino de la jovencita si es que sus padres quedan en libertad. Sino, una adopción le parece correcta- Sirius continuó hablando. Los murmullos continuaban.
-La niña debe quedar con sus padres- fue dicho por el defensor de Dumbledore. Severus hizo una mueca de desprecio puro.
-Claro, vamos a dejarla con ellos, con aquellos que son diferentes a la niña, ni siquiera sabes si todo lo que hicieron fue por temor a la magia. Discúlpame por diferir de tan estúpida idea, esa niña necesita atención médica, enseñanzas de su mundo, estar cerca de personas que conozca y en quien confíe ¿Por qué privarla de eso?- más de uno en la habitación asintió de acuerdo.
-Hermione Granger quedará a cargo de la casa Malfoy hasta que se decida qué hacer con los padres de ésta- la decisión de Cornelius fue contundente y nadie se atrevió a contradecirla.
-¿Qué sucederá con Albus Dumbledore?- Augusta Longbottom nuevamente hacia acto de presencia, con una mirada tan dura como siempre y claramente buscando hundir al hombre.
-Que se lo despoje de su título como Director de Hogwarts, un pedófilo no puede permanecer cerca de nuestros hijos- Sirius habló con firmeza, acariciando las manos de su hermano que se veía visiblemente afectado.
-Dumbledore ya cuenta con un sumario debido a mi injusto encarcelamiento, sumario que ha sido retrasado debido a sus contactos dentro del Ministerio- Sirius continuaba y el defensor del viejo hombre sentía la ira bullir dentro suyo.
-¿Aquellos a favor de la destitución del hombre como Director de Hogwarts y que se comience de inmediato las investigaciones en su contra?- solo cinco personas no levantaron la mano, Severus casi sonrió con suficiencia, sin embargo decidió poner de su parte en esta tonta reunión.
-Propongo que nosotros mismos eligiéramos a los aurores a cargo de la investigación, es de conocimiento público que tiene amigos cercanos dentro del departamento de aurores- Severus; con su voz tan sedosa y mortal comenzó a hablar, miró de reojo a los Black sonrió de medio lado.
-¿Tiene ya a alguien en mente, Lord Prince?- Madame Bones estaba curiosa de saber a quién recomendaría el hombre.
-Los aurores aquí presentes han demostrado tener unos grandes valores, confío plenamente en que ellos podrían realizar esta investigación sin dejarse llevar por influencias externas, cada uno de ellos, incluido el joven y valiente aprendiz que ha venido a entregarnos esta muy importante y esclarecedora carta- el más joven de los Lewis saltó en su lugar y comenzó a sonrojarse, Sirius tosió por lo bajo escondiendo su risa.
-Comprendo, pueden retirarse aurores, enviaremos un mensaje al jefe de departamento informando la decisión de este Tribunal- los cinco aurores asistieron antes de marcharse. El Ministro Fudge suspiró cansinamente.
-Ya que se ha decidido la destitución de Albus Dumbledore como Director del colegio Hogwarts.... ¿Alguna propuesta para un director interino?- preguntó.
-¿Acaso Minerva McGonagall no puede?- preguntó Lady Zabini.
-¿Sabes qué edad tiene? Ella ya tiene suficiente, es sub directora, jefa de casa y maestra de transfiguraciones, no podrá con tanta carga horaria sin caer desmayada al menos dos veces al día- Severus casi rodó los ojos ante tal pregunta tan tonta. Sin embargo, de reojo vio la sonrisa canina de Sirius aparacer.
Eso ya debía haberlo alertado.
-Entonces, si lo que necesitamos es a alguien joven... creo que tengo al candidato perfecto- la voz de Sirius llenó la sala nuevamente, andaba muy hablador en la jodida reunión; pensó frustrado el hombre de negro.
-...No lo hagas, no lo hagas, no lo hagas...- murmuraba entre dientes Severus, Sirius sonrió.
-Creo que Lord Prince está más que capacitado, tiene la suficiente experiencia como maestro, la sensibilidad de un jefe de casa justo- Severus casi se carcajeó ante eso último y no fue el único.
-Podría ser un excelente director, diez meses al año le confío la seguridad de mi ahijado y no me ha decepcionado jamás- la sala permaneció en silencio. Y nunca antes Severus había sentido tantas ganas de estrangular a alguien.
-Te odio- había dicho el hombre de negro una vez salían de la sala de tribunales, iba a continuar pero dos figuras conocidas le cortaron el paso.
-Señores Lewis... ¿Hay algo que pueda hacer por ustedes?- ambos chicos se pararon firmes ante él antes de hacer una notable reverencia. Regulus y Sirius se mordían los labios intentando no reír y Severus tenía unas ganas asesinas que le hacían picar los dedos por tomar su varita.
-Queremos agradecerle Señor. Pese a ser un buen aprendiz, nuestros superiores no querían que mi hermano ascendiera a auror oficial. Gracias a sus palabras; ahora Pietro por fin pudo cumplir su sueño- comenzó el hermano mayor.
-Le agradezco en verdad Lord Prince, por favor dejenos devolver su amabilidad, en cualquier cosa que pudiéramos hacer... lo ayudaremos señor, tiene nuestra eterna gratitud y lealtad- Severus suspiró, no podía gritar a estos chicos, eran buenos, y podrían ser útiles en el futuro, así que solo se acercó a cada uno y le revolvió los cabellos a los hermanos.
-Son demasiado serios, niños. Les tomaré la palabra, pero ustedes también pueden acudir a mí en cualquier caso, tengo enemigos en su departamento así que cuidence, sobre todo de Alastor- ambos tragaron fuerte y asistieron para poder marcharse.
Albus no tenía idea que había cavado su propia tumba, pero ni siquiera éso lo salvaría de la ira de Harry.
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