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30

Era de madrugada cuando todos los jefes de casa fueron llamados con urgencia a las habitaciones privadas del director por Madame Pomfrey, era aproximadamente las tres de la madrugada; los maestros iban en sus batas de dormir, Severus iba sospechosamente despeinado. Pero todo ello quedó para después cuando vieron al director sufriendo de sudoraciones nocturnas, náuseas y vértigos, se encontraba sentado en su cama; bastante mareado antes de comenzar a vomitar. Severus desvió la mirada con asco antes de dirigirse a la enfermera.

-¿Qué está sucediendo?- preguntó con calma, casi desinteresado. Minerva se debatía seriamente entre sentirse escandalizada o reírse.

-Parece que algún tipo de animal con veneno lo mordió, pero en los hechizos de diagnóstico solo sale envenenamiento, no dice de qué-  con un hechizo de limpieza eliminó todo el desagradable vómito que el director había expulsado.

-Déjenme revisar- dijo Severus con una mueca de asco, mientras tomaba uno de los arrugados brazos de Dumbledore y comenzaba a inspeccionarlo minuciosamente.

-No hay nada en lo brazos- dijo, comenzando con los pies, tobillos, piernas y muslos.

-Tampoco aquí- murmuró.

-Director, ¿Siente dolor en alguna parte?- el viejo hombre parecía tan débil en esos momentos que Severus quería realmente felicitar a su bebé, aunque seguía preguntándose cómo hizo Harry para envenenar al director y con qué.

El viejo Albus solo señaló su garganta, entonces Poppy se acercó para verificar el cuello y pecho en busca de alguna mordida, no había nada, absolutamente nada. Eran ya casi las cuatro de la mañana, el tiempo pasaba y no sabían en qué momento el director del colegio recibió el veneno en su sistema, pero iban tarde. Severus entonces observó como en el cuello del anciano comenzaba a aparecer manchas oscuras, de mantuvo en silencio esperando a que alguien más se diera cuenta.

-¿Cómo es que una criatura venenosa pudo morderlo?- preguntó algo asustado Filius.

-No hay mordeduras- Dijo Severus, un silencio tenso llenó el ambiente. Minerva fue la primera en hablar.

-¿Qué es lo que tratas de decir, Severus?- el hombre de negro miró con seriedad fingida a los presentes.

-Probablemente alguien intentó envenenar al director, quizás en su comida o bebida- Poppy se escandalizó y con rapidez se acercó a revisar la boca del director; quien apenas podía mantener consciencia por culpa de la fiebre.

-¡Oh por Merlín!- susurró con voz rota la enfermera.

-¿Qué pasó, Poppy?- preguntó Pomona asustada. La enfermera comenzó a ir rápido a la chimenea más cercana.

-Hay necrosis en el tejido de garganta, comienza a entenderse en las amígdalas y hacía la epiglotis, si comienza a inflamarse no podrá respirar- echó polvos flú y rápidamente llamó a urgencias en San Mungo; no pasó mucho antes de que un par de sanadores lo llevaran.

-Yo iré con él, por favor; Severus y Filius; ustedes serían los más apropiados para hacerse cargo de la dirección- Minerva trató de no sentirse ofendida, y dejó que la enfermera se marchara entre las llamas. Un pesado silencio se formó.

-Sí, Bueno... ¿Quién tiene hambre?- preguntó Severus, los otros jefes de casa lo miraron escépticos.

-El directo acaba de ser envenenado, probablemente por comida ¿Y tu quieres comer?- Severus se encogió de hombros.

-No hay nada que podamos hacer por el director; ya está bajo los cuidados de los profesionales... y tengo hambre- Filius y Pomona simplemente negaron con la cabeza, para luego disculparse y marcharse a sus habitaciones privadas, mañana sería un largo y duro día.

-¿Tú sí me acompañarás, Minerva?- preguntó el hombre de negro, la jefa de Gryffindor asintió. Ambos salieron de las habitaciones del director para ir hacia las de Severus.

-Quiero saber la verdad Severus- dijo la mujer mayor mientras caminaban por los pasillos.

-En mis habitaciones, Minerva- el pocionista arrastró la voz arritado.  La maestra simplemente apretó los labios; suprimiendo su enojo.






















Al día siguiente, el rumor que corría por los pasillos era que Dumbledore había sido atacado por criaturas oscuras y que ahora estaba en San Mungo. Por otro lado, Harry se hallaba en su asiento en la mesa de Slytherin disfrutando de su desayuno bastante más alegre de lo normal; sus amigos se veían demacrados y cansados, probablemente por pasar la noche preocupados por el estado mental de su amigo.

-Blaise, gracias por prestarme tus notas, me sirvieron mucho para mi proyecto- un sonriente Harry le agradeció, todo bajo la atenta mirada de toda su casa y de su padre.

-Oh, de nada Harry- respondió dubitativo, y no hubo más charlas el resto del desayuno, claro; hasta que el hombre de negro lo llamó para tener una reunión en la dirección. Si alguno vio la sonrisa petulante de Daphne, nadie dijo nada; sin embargo el pequeño séquito de Harry ya comenzaba a trazar planes.


















-Profesor, Profesora... no esperaba encontrarla aquí- Harry la miró con cautela, en el despacho del director todos los cuadros estaban vacíos por seguridad; había un montón de hechizos de detección por si algo pudiera reproducir la conversación que tendrían.

El hombre de negro se sentó tras el escritorio y Harry frente a él con la maestra de transfiguración en una silla a su lado.

-Ahora Harry... me dirás qué fue lo que pasó- el jefe de la casa de las serpientes preguntó serio y Harry no pudo sino adoptar su misma postura y seriedad. Minerva veía fascinada el grado de parecido que tenían.

-No sé de lo que habla profesor, no sé qué quiere que diga aquí- su respuesta estaba clara entre líneas, no hablaría con una desconocida enfrente. Había sido cercana a la mujer; pero poco apoco fueron alejándose, y él había tomado la decisión de ir por Tom y ella ni siquiera tenía una idea de lo que todo ello acarreaba.

-Ella está de nuestro lado, Harry- dijo el hombre. El niño arrugó la nariz; justo como cuándo Severus oía algo realmente estúpido de sus estudiantes.

-¿Qué tanto?- preguntó refunfuñado, parecía casi estar haciendo pucheros. Desde luego que él jamás haría algo así frente a un desconocido.

-Todo lo que se pueda estar, Sr. Potter- entonces la pequeña serpiente lo miro por un largo tiempo; con esos vacíos ojos color avada tratando de perforar su alma.

-¿Qué es lo que quieres saber, padre?- preguntó más calmado Harry, el pocionista lo miró serio.

-¿Qué le diste a Dumbledore? ¿No era a Greengrass a quién perseguías?- directo al grano, ¡Ah! Minerva estaba fascinada con ésta clara guerra de miradas entre padre e hijo ¿Cómo podían parecerse tanto?

-Papá, generalmente no se mata a las marionetas cuando se tiene al titiritero muy cerca uno y continuamente te aprieta los cojones, fue un desafortunado accidente... el que no muriera- dijo, su rostro plano; sin ninguna sola emoción cruzando por él, o por sus ojos.

-¿Entonces no morirá?- Severus preguntó casi desilusionado, Minerva arqueó una ceja y el hombre de negro deliberadamente la ignoró.

-Ése placer no me pertenece; sin embrago tal vez quede sin voz... permanentemente. ¿Te imaginas? El gran mago de la luz mudo a causa de un trágico accidente, por que desde luego no saldrá a la luz la verdad; se vería demasiado patético cayendo una trampa tan fácil como lo es un simple envenenamiento- Harry comenzó a mirar sus uñas bien pulidas con esa sonrisita que tanto empezaba a odiar su padre. Una insana mezcla entre James y el propio Severus; una sonrisa simplemente perturbadora.

-¿Con qué lo hiciste?- hizo una nueva pregunta el hombre mayor. Harry cruzó miradas con él.

-Hace mucho que tenía este proyecto, un veneno que pudiera penetrar el sistema por simple absorción, una gota cayendo sobre cualquier parte de tu cuerpo y poco a poco tu sistema nervioso comenzará a fallar, la sangre comenzará a coágular en la zona provocando necrosis del tejido- el jefe de las serpientes seguía observando, éso no respondía para nada su pregunta. Y Harry solo pudo suspirar.

-Es una mezcla de varios venenos; hay de acromántula, de ashwinder, Bundimun, algo de piel de Erumpent para que sea difícil de aplicar una cura, veneno de mantícora también; ahora que recuerdo. Había muchas cosas, como dije, estaba experimentando- Severus se masajeaba las sienes, en definitiva ése mocoso quería matar al director, ¿Dónde rayos consiguió todos esos ingredientes?

-Entonces, estaba yo allí teniendo esta nueva y fabulosa creación cuando tengo ésta gran idea ¿Cómo reaccionaría éste veneno en contacto con la mucosa? Y papá, tú sabes que estoy en contra del maltrato animal, así que puse una dosis considerable dentro de un vial sin tapa y mandé a Finis con Levi a la habitación del director cuando ya estaba dormido. Levi se encargó de vaciar el vial en la garganta de Dumbledore- Harry sonrió con inocencia, Minerva se debatía entre el terror y la insana admiración.

-Harry...- comenzó Severus, pero fue interrumpido por el chico.

-No hay nada que pueda culparme, ni siquiera puse veneno de Levi por eso. Y Dumbledore no lo vio, demasiado ocupado intentando no atragantarse como para ver a la serpiente escondida entre sus sábanas- y Severus suspiró, porque realmente no podía ni quería hacer nada, así que solo abrió un cajón y sacó un pesado libro de allí.

-Me pediste las reglas del colegio, aquí está éste tomo. Lo mandó hacer Nigellus Black; así que por derecho te pertenece, Dumbledore la tenía guardada bajo muchos hechizos. Imagino que no quería devolverlo- la sonrisa de Harry se amplió y hechizó el libro para volverlo diminuto.

-Gracias papi, a éste paso conocerás a mi amiga mucho antes- Severus solo le dio una media sonrisa antes de despacharlo con un movimiento de mano. Harry se acercó a darle un beso en la mejilla antes de correr hacia la puerta de la dirección.

-Adiós profesora, me alegro de que esté con nosotros- y tan rápido como llegó, se fue, dejando a ambos adultos en silencio.

-Es sorprendente que haya podido crear algo así. Más aún que pudiera dárselo al director- el hombre de negro bufó.

-Es un inconsciente, éso es lo que es, mira que envenenar al director, esto seguro es obra de Tom- dijo refunfuñando, Minerva solo soltó unas risitas y ambos continuaron tomando de su té que habían olvidado debido al interrogatorio que tuvieron con Harry.

-Me pregunto cual será la jugada de Dumbledore tras ésto- la voz de la mujer perdió todo rastro de calor y su rostro se volvió neutro.

-No lo sé, pero enviaré a Bill a que hable con él, es su boleto dorado, no dudará en decirle sus sospechas a él- Minerva asintió y nadie más habló dentro del despacho. La mañana apenas comenzaba y ambos tenían clases hasta después del almuerzo; tenían mucho papeleo del director por hacer y mucho que husmear en la gran oficina.





















-¡Director! ¿Que le ha pasado? Mis padres me pidieron que venga a San Mungo a verlo ¿Se encuentra bien?- Bill Weasley había sido intensamente entrenado por Severus en el arte de la oclumancia.

El hombre de larga barba blanca lo miró con helados ojos azules, era la primera vez que el pelirrojo lo veía de esa manera, tan serio. Sus ojos brillaban con una sed de sangre tan impropia de su siembre bien puesta imagen de abuelo bonachón. Bill tragó grueso, no quería ni imaginar lo que le sucedería si se llegara a enterar del lado de quién se encontraba. Entonces el director hizo una grandiosa demostración de magia no verbal; y un vuela pluma comenzó a escribir en un pedazo de pergamino.

''Me atacaron anoche en mis aposentos Bill, creo que fue la misma persona que se llevó la piedra, continúa dentro del castillo. ¡Necesitamos reunir a todos los miembros de la Orden!''

Bill abrió los ojos sorprendido, no creyó; o no quiso creer lo que Severus le había dicho. Vamos, un niño de once años envenenando al mago más poderoso desde Merlín; era bastante difícil de creer.

-Yo... convocaré a todos apenas salga de aquí, Señor. ¿Pero qué haremos con Sirius? Tengo entendido que era él quien siempre ayudaba para la orden, ¿Cómo lo alejaremos de ésos asquerosos mortífagos?- Bill se sentía asqueado por todo lo que decía, los señores Black eran tan buenos; le permitían visitar y hablar con sus... hermanos (ya no lo eran, pero aún los consideraba) y el señor Malfoy era bastante cortés.

''Enviaré una carta a Sirius, no te preocupes por ello, por ahora necesito que te mantengas cercano a ellos. Que los vigiles y me digas qué pasa en su círculo de... malas amistades''

-Ellos me invitaron a una cena el día que los chicos regresan del colegio, dicen que es bueno que al menos no todos los Weasleys sean unos traidores, desde luego les seguí la corriente. Tengo miedo de que algo le hayan hecho a Ron y a Percy-  realmente se felicitaba por la gran capacidad de mentir que había desarrollado, le haría un altar a Snape por enseñarle oclumancia. Pero el sentimiento de sentirse sucio no lo abandonaba; no realmente ahora que sentía que las palmaditas que el director le daba en la espalda cada vez iban más abajo. Reprimió un escalofrío.


''Eres un muy buen hermano mi muchacho, es una virtud que valoro mucho en las personas. Mantenme informado de lo que suceda en esa cena, Bill. Yo hice todo de mi parte para protegerlos en el colegio, pero es difícil si no ponen de su parte''

Bill asintió 'conmovido' por sus palabras, y se mantuvo unas horas más haciéndole compañía al director.


''Bill necesito que me ayudes en algo''

-Haré todo lo que pueda director- Albus sonrió.

''Aún no encuentran una cura al veneno que tengo... sin embargo, estoy seguro de que si le explicas mi estado a Fawkes él te dará sus lágrimas, estoy seguro de que éso podrá curarme''

Bill solo asintió y comenzó a recoger sus cosas con rapidez. Sintió un suave tirón en su nuca y respiró profundamente. Las náuseas lo atacaron de repente.

-Iré ahora mismo director- dijo, no aguantando estar un minuto más con el hombre. Albus solo asintió y miró fijamente cada uno de sus movimientos. El pelirrojo se despidió y marchó con rapidez hacia la zona de apariciones. Y antes de que alguien lo notara, ya estaba frente a las rejas del castillo, corriendo hacia él en busca del maestro de pociones.

-¡Snape!- gritó cuando lo vio comenzando a subir las escaleras de caracol que llevaban a la oficina de la dirección. El hombre de negro se giró a verlo sorprendido y confundido en partes iguales.

-El Fénix, quiere que le lleve sus lágrimas. Intentó lanzarme un hechizo de compulsión- Bill se veía bastante exaltado y bastante pálido. Era horrible saber que querían hechizarte con una compulsión; se sentía casi violado.

-Tranquilo, ésta tarde ya nos encargamos de él- respondió en voz baja el pocionista. Bill se alarmó, no creían que fueran capaces de lastimar a una criatura casi mítica como lo era un Fénix, además; ¿Había siquiera una forma de matar a las aves de fuego? No quería creer que fuesen tan crueles...

-¿Percy?- preguntó, y la sola mirada de su antiguo maestro bastó para sentir el peso del alivio sobre sus hombros. Ni siquiera lo corrigió diciéndole ''Es Cástor no Percy''. Soltó todo el aire que había retenido y se acercó al hombre, debían charlar ésto en privado.






N/a: último cap del mes, les prometí dos por mes y lo hice; exijo estrellitas y comentarios como recompensa. Si algo me enseñó Full metal es que para que algo funcione; debe haber un intercambio equivalente.
Así que ya saben, voten y comenten, nos vemos en el siguiente cap ❤

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