29
La paciencia era una de las pocas virtudes que Harry -Según él mismo- no poseía. Pero deben entender que él fue criado para ser una pequeña diva del mal; que tenía que tenerlo todo servido y a la orden de ¡Ya!. Sin embargo, en el transcurso de los siguientes meses tuvo que aprender a ser paciente a la mala. Por muchas diferentes razones; comenzando quizás por la búsqueda del pequeño y hermoso pedacito del alma de Tom. Aún sonreía al recordar cómo lo encontró.
Al día siguiente de la fiesta de Yule; Tom había ido a despertarle en su habitación, la reunión de la noche anterior se había alargado y su papi Sev solo había salido para mandarlo a dormir con el resto de los chicos. Le prometió que Tom estaría para el día siguiente y lo estuvo. Fue el despertar más bello que tuvo; se sentía como una de esas princesas de los cuentos de hadas, con la única diferencia que él no era una puta princesa, era la jodida reina. O éso se decía en su mente. En fin, esa mañana habían hablado mucho antes de bajar a desayunar; de sus horrocrux, de cada uno de ellos y dónde se hallaban, de cuál era el que debía recuperar. Se fascinó al saber que se encontraba tan cerca de él y cuál era. Nada más y nada menos que la tiara de Rowena Ravenclaw. Su futuro esposo era bien genial.
Encontró la tiara casi tres meses después, recurrió a la ayuda de Draco y Póllux; ya que sus demás amigos de su año se encargaron de investigar las reliquias, Pucey de vigilar a Dahpne y Cástor a su pequeña leona cuya identidad aún no revelaba a sus amigos. Solo a Cástor y él también guardaba el secreto.
Ésa misma noche; con la tiara asegurada en un cofre que el mismo Tom le había dado antes de volver al colegio. Harry marchó hacia la oficina de su padre. Sin embargo nada lo había preparado para la escena que se hayaba frente a él. Severus... su papi estaba siendo acosado por esa asquerosa pasa arrugada. Podía ver cómo el muy desgraciado de hallaba sentado al lado de su papi en el sofá; demasiado cerca, con una mano sosteniendo una taza de te y la otra sobre las rodillas del pocionista. Algo dentro suyo sintió hervir y comenzó a ver rojo; pero tenía que calmarse y pensar en frío, por lo que decidió inhalar una gran bocanada de aire e ingresar por completo al despacho del maestro.
-Profesor Snape... lamento interrumpir- lo dijo sin sentirlo realmente, el director por fin apartó sus manos del otro y fijó su mirada celeste en el chico.
-Joven Harry, que alegría verlo. ¿Nos acompaña a tomar el té?- preguntó como si nada el viejo desgraciado, Harry le regaló una sonrisa desagradable. Una de esas demasiado parecidas a las que Severus le daba a los Gryffindors.
-No- dijo bruscamente.
-Me temo que no puedo y el profesor Snape tampoco...- Harry se giró hacia el pelinegro.
-Hay un asunto en la sala común señor, lo estamos esperando- ignorando por completo al barbudo; Snape se levantó y se acercó al chico. Harry parpadeó muy suavemente, mirándolo a los ojos. Snape supo de inmediato que no era algo grave.
-Director, creo que tendremos que posponer nuestra pequeña reunión de té- Severus ni siquiera se giró a ver al hombre. Dumbledore frunció levemente los labios, inconforme.
-¿Algo mal, Severus?- preguntó, impaciente por saber. El hombre de negro apenas y se giro a verlo sobre el hombro.
-Solo una pequeña reunión de alumnos que solicitan mi presencia director. Yo me encargaré- fue lo único que dijo, si Albus no estuvo conforme con su respuesta; Severus no lo vio, pues se concentró en ocultar la sonrisa burlona de su hijo del director.
Con lentitud caminaron hasta la entrada de la sala común, ingresaron yendo directamente a la habitación del menor. Claro todo esto bajo la atenta mirada azulina de cierta rubia entrometida, pero nada que Harry no haya previsto por lo que apenas ingresó a su cuarto cerró con todos los hechizos que podía. El pelinegro menor se sentó en su cama esperando a que su papi se sentara también en la cama siguiente.
-¿Y bien, de qué querías hablar?- preguntó el pocionista, Harry mordió sus dientes. Fue entonces que Severus lo notó; sus ojos llorosos.
-Te... T-Te, te estaba t-tocando- Harry explotó en lágrimas y Severus con rapidez se acercó a él y lo abrazó; envolviéndolo en la calidez de sus brazos.
-Tranquilo- comenzó a acariciar sus cabellos.
-Shhh... ya todo pasó, estoy acostumbrado, Harry. Y nunca pasó a mayores- el menor se tensó en el abrazo.
-¡PAPÁ NO PUEDES ACOSTUMBRARTE! ¿Qué crees que pasaría si no llegaba?- Harry se había separado por completo del hombre de negro, temblando y abrazándose a sí mismo. Severus apretó los puños sintiendo sus ojos picar, desvió la mirada de su hijo.
-Debo soportarlo Harry... no lo hago porque quiera- fue un simple susurro, pero bastó para que el chico escuchara. Con el dolor y la culpa pintados en sus facciones se acercó para rodear el cuerpo de su padre en un abrazo. Escondiéndose en el pecho del pocionista.
-Lo siento, lo siento, lo siento- murmuraba negando con la cabeza. Sus manitas de apretaban con fuerza la túnica negra de su padre y antes de que ambos se dieran cuenta las lágrimas caían por las mejillas de ambos.
-Descuida, sé que quieres protegerme Harry; pero aún eres solo un niño. Hay cosas que sólo yo puedo hacer, cada uno ha tomado su papel en ésta guerra. Tú también has tomado el tuyo- con el cariño que solo podía tener con su hijo; limpió todo rastro de tristeza de su rostro. Dejó un suave beso en la frente de su niño y ambos volvieron a sentarse en la cama del de ojos verdes.
-Sé que estás preocupado por mí, Harry. Pero de verdad crees que no aprendí nada estando al lado del Señor Tenebroso, puedo defenderme y si algo sucede tu papá ni siquiera lo pensará dos veces. Dumbledore ni siquiera sabrá lo que pasó- un pequeño rastro de sonrisa apareció en el rostro de Harry y se acurrucó un poquito más contra el cuerpo de su padre.
-Papá en serio lo mataría, pero no dejemos que suceda algo para que eso ocurra. Dumbledore es de Tom, él debe matarlo- un suave suspiro salió de los labios del mayor.
-Tendré más cuidado, sí. Acepté esa reunión por que hacía mucho que no iba a su despacho, comienza a desconfiar de todos desde que la piedra desapareció. Bill me informó que hará una reunión en la madriguera el día después del término de clases; que buscan hablar con Sirius. Al parecer fue muy bien informado por alguien que Bill fue invitado a la fiesta de víspera de Yule de los Malfoy. Bill es su pequeño comodín; según él- Harry soltó un bufido. Pero no dijo más, durante algún tiempo permaneció en silencio, simplemente tranquilizando sus respiraciones.
-Cástor me comentó que nuestra pequeña espía aprende rápido; aunque le cuesta un poco la oclumancia. Le sugerí algunos ejercicios antes de dormir, como los que me enseñaste- comentó de repente, los delgados y largos dedos de Severus peinaban el cabello de Harry con suavidad.
-¿Cuándo tendré la dicha de conocerla?- preguntó, Harry soltó un leve suspiro.
-No lo sé, pero probablemente antes de lo pensado. Comienza a sospechar de sus padres, cree que están bajo la influencia de Dumbledore. Cástor ya tomó medidas contra eso y le enseñó algunos hechizos reveladores, pero ella tiene miedo- durante unos segundos ambos permanecieron en silencio. Severus preguntándose qué hacer con la niña si es que algo sucedía. Harry comenzando a planear cosas. Necesitaba un libro de reglas.
-Papá, ¿tienes las reglas de Hogwarts?- preguntó el niño, el pocionista asintió confundido.
-Sí, ¿Por qué lo preguntas?- Harry escondió su sonrisa en el pecho de su papi.
-Comienza a formarse un plan genial dentro de mi mente. Necesito el libro de reglas- Severus rodó los ojos... seguro sería un plan totalmente desquiciado, pero funcionaría. Como todo lo que ése mocoso planeaba.
-No preguntaré, no aún. Pero cuando sea el momento quiero ser el primero en saberlo- Harry se separó de su padre y asintió con una suave sonrisa. Entonces fue a su baúl, sacando el pequeño cofre que Tom le había dado.
-Ya lo encontré papi- dijo abriendo el cofre, dentro, la brillante tiara descansaba con un remolino de magia oscura rodeando toda su extensión.
-No esperaba menos de ti, hijo- el orgullo en la mirada del mayor llenaba de un calorcito el pecho de Harry y volvió a sonreír, ésta vez con más intensidad.
-Quiero entregárselo a Tom yo mismo- Severus lo miró con duda, pero finalmente aceptó.
-También quería decirte que nuestra pequeña serpiente traicionera se reúne con Dumbledore una vez al mes- el pocionista frunció el ceño.
-¿Desde cuándo?- preguntó, sabía que el director planeaba enviar espías a su hijo, aunque jamás pensó que de su propia casa. Pero Harry ya le había dicho que todo estaba bajo control.
-Casi desde el inicio del año- respondió el chico.
-Intentó comprarme con algunos libros de dudosa legalidad, pero todos saben que nadie en ésta casa da algo sin esperar otra a cambio- nuevamente esa pose de diva del mal; mirando sus uñas pulidas con esa expresión arrogante. Una combinación del cerdo de su padre James y el mismo Severus, era simplemente aterrador para el pocionista.
-¿Quién?- por fin se aventuró a preguntar, si era algun seguidor debía evitar que sepa del regreso del Lord.
-Greengrass- fue su respuesta, ésta vez perdiendo todo rastro de diversión en su rostro. La tensión en la habitación era casi palpable.
-Su padre está en las filas, sin embargo; desde la primera guerra que busca entrar al círculo. Pero no ha tenido éxito- Harry asintió, quedando pensativo por unos instantes.
-Aún no hemos planeado nada contra ella. No ha escuchado nada y cada vez está más frustrada. Pero papi, quiero simplemente avisarte que, si llega a hacer algo que dañe a alguien que aprecio, morirá- Severus que, ya se imaginaba ése tipo de reacción asintió dejándolo ser.
-¿Cómo van los planes del círculo?- Harry preguntó mientras guardaba el cofre con la tiara dentro, volvió a lanzar los mismos hechizos sobre su baúl.
-Todo en Orden, Sirius y Regulus ya encontraron sus partes, los demás continúan buscando. Tu amigo Blaise está próximo a tener un nuevo padrastro- Harry sonrió emocionado.
-Blaise habla mucho de eso, está emocionado por que el Jefe de Aurores pase tiempo con él en las vacaciones- Severus rodó los ojos, niños; se dijo. Dejándose influenciar por ''heroicas'' acciones de un montón de inútiles que solo se lucen con un par de hechizos medianamente difícil. No podía decir lo mismo de Scrimgeour. Pero el resto eran madera del mismo árbol.
-Tu padre es quien trata con las criaturas mágicas, ésta noche vendrá al castillo. Ya que tuvo contacto con los Centauros buscando a tu tío; irá a hablar con ellos- Harry arrugó un poco la nariz, confundido.
-Ellos nunca aceptarán trato con un mago- fue la respuesta obvia del menor.
-Él no irá a pedirle que se unan, simplemente irá a decirles que la guerra se acerca. Que probablemente el otro bando irá a verlos en unos años. Pero que esperábamos que al menos se mantuvieran neutrales- Harry asintió, más convencido, entonces una gran idea le surgió.
-He oído que hay acromántulas allí, creo que si le ofrecen los cuerpos de los caídos en batalla se unirán- Severus sopesó la idea unos momentos.
-Se lo mencionaré a Tom- Harry sonrió, sabiendo que probablemente el Señor Oscuro lo apruebe.
-¿Algunos avances con las reliquias?- preguntó su padre. El semblante de Harry cambió considerablemente.
-Solo sabemos que los hermanos de la historia son los Peverell; es obvio que debemos investigar sus líneas familiares. Pero casi no hay registros, no en la biblioteca- su ceño volvió a fruncir. Se cruzó de brazos frustrado y casi pateó el piso, pero solo suspiró.
-Ahora mismo solo debemos pensar en encontrar todas las partes... pero le diré a Tom que nos eche una mano. ¿Está bien?- Harry asintió, volvió a abrazar otro ratito a su padre y lo dejó marchar, sabiendo que probablemente Dumbledore ya se marchó de su despacho. Una vez que el hombre de negro salió de la sala común todo se volvió frío dentro. Los alumnos que se hallaban en el lugar; esparcidos entre los sillones y cerca de la chimenea voltearon a verlo y muchos de ellos sintieron terror puro, otros pocos se preocuparon. Y es que cómo no estarlo. Harry con la expresión en blanco caminaba con lentitud hacia el cuadro de Morgana Le Fay que colgaba sobre la chimenea; quien miraba con curiosodad al chico, a medida que avanzaba; cada adorno dentro su rango en la sala común vibraba con la magia que escapaba de él; furiosa, oscura, sedienta de sangre. Sus amigos intentaron acercarse, más se encontraron alejándose con delicadeza del chico de ojos verdes; aquellos que no eran cercanos y simplemente no apreciaban su vida y se metían en su camino... ellos salían volando en alguna dirección desconocida con bastante fuerza.
-''Necesito de tu ayuda Le Fay''- habló con el cuadro en parsel. La bella mujer pálida, de cabellos oscuros y ojos violáceos lo miró en silencio durante algunos minutos, hasta que asintió en su dirección; notando el temblor en las palabras del chico. Apenas y controlando su furia.
-''Depende, pequeña serpiente. Primero dime qué desató tu ira''- el cuadro respondió, los objetos dentro de la sala común vibraron con mayor intensidad; sus ojos parecían pequeñas llamas verdes a punto de convertirse en una enorme hoguera.
-''Dumbledore''- fue lo único que escupió. La mujer en el cuadro asintió, la respuesta fue más que suficiente para ella.
-''¿En qué puedo ayudarte, pequeña serpiente?''- Harry sonrió de una manera tan aterradora que incluso algunas niñas creyeron conveniente escapar por las escaleras hasta los dormitorios.
-''¿Hay alguna manera de que me avise cuando el viejo esté durmiendo?''- todos, a pesar del miedo no podían moverse; era aterradoramente interesante el oír al niño hablando parsel y solo lo habían escuchado diciendo unas frases al inicio del año.
-''La hay sí, de hecho tiene una rutina bastante aburrida que casi no rompe, pero descuida, cuando sea media noche vuelve aquí y te diré si está o no dormido''- Harry asintió.
-''Gracias''- fue su escueta sonrisa, entonces se giró hacia su grupo de amigos, señaló con la cabeza a las escaleras y caminó hacía allí, con sus amigos siguiéndole el paso. El resto de los alumnos por fin pudieron respirar con tranquilidad.
-¿Qué demonios pasó allí afuera?- Draco fue el primero en preguntar apenas habían ingresado a la habitación de ellos. Fue entonces allí cuando notaron a Harry; estaba tan pálido como el Barón Sanguinario, temblaba con fuerza y sus ojos brillaban sospechosamente, sin contar su pesada respiración.
-¿Harry, estás bien?- preguntó ésta vez Póllux; el de ojos bicolores casi saltó del susto cuando la mirada demente de Harry se posó en él.
-''¡CLARO QUE NO ESTOY BIEN!''- sin darse cuenta había comenzado a gritar hablando parsel. Pero rápidamente se dio cuenta, apartándose de Póllux —en realidad no sabía cuándo se acercó tanto— y bajando la mirada.
-Lo siento chicos es solo que...- un suspiro tembloroso abandonó sus labios, y cayó derrotado sobre su cama; los codos sobre las rodillas y la cabeza baja.
-¿Qué fue tan malo, Harry?- preguntó ésta vez Neville, acercándose al chico y sentándose a su lado. Su mano rápidamente cayó sobre sus hombros dándole unas palmaditas de apoyo.
-Cuando fui a visitar a papá a su despacho estaba Dumbledore- comenzó, y ninguno quiso interrumpir; todos tenían más de una buena razón para desconfiar de Dumbledore.
-Él... Él estaba acariciando las piernas de papi- sus manos comenzaron a temblar de nuevo y hubo náuseas colectivas por parte de los niños dentro de la habitación.
-Ésta vez yo pude interrumpir, pero qué pasaría si no pudiera más, si algo le pasa a mi papá no podría perdonármelo, yo... me volvería loco- su magia se descontroló nuevamente; las camas de doseles, los pesados baules, los armarios, las mesitas de noche, todo vibró y se levantó unos centímetros en el aire para caer con fuerza.
-Le pedí al cuadro de Morgana que lo vigilara, ella me avisará a media noche si está durmiendo- ésta vez el niño apretaba los puños con fuerza. Un aura oscura comenzaba a inundar la habitación.
-Blaise- llamó el pelinegro; y de manera nada digna el italiano saltó en su lugar.
-¿S-Si Harry?- el moreno se maldijo por tartamudear, pero sin más se acercó un paso. Era la primera vez para todos —Excepto tal vez Draco— verlo con éste nivel de enojo. Superaba todas sus más horribles pesadillas.
-Voy a necesitar que me prestes el cofre que tu madre te envió para experimentar- dijo en voz baja, inhaló aire con bastante fuerza hasta levantar su cabeza. Una mirada vacía se clavó sobre él italiano.
-Hablo de ése cofre- Blaise asintió con rapidez y observaban como Harry parecía volver a perderse en sus pensamientos.
-Los demas vuelvan a la sala común, entre la diez y las once cada uno vuelve a su habitación; asegúrense de que los vean ir- la orden estaba más que clara, entonces todos dieron media vuelta, con intenciones de salir de la habitación.
-Por si hay preguntas, solo digan que discutí con mi papá- todos asistieron y con cuidado cerraron la puerta tras ellos. Ni aún estando sólo; Harry no se permitió calmarse. Con un movimiento de varita sacó sus utensilios de pociones y las colocó sobre su cama, no pasó ni siquiera cinco minutos cuando Blaise entró con un pequeño cofre; hacía sutiles sonidos de viales chocando entre sí al moverlo. Se lo dejó a Harry junto con algunas notas y así de silencioso como entró... salió.
-Veamos lo que la familia Zabini tiene para ofrecer- murmuró con suavidad, comenzando a abrir el cofre. Una considerable cantidad de viales de cinco centímetros de largo y bastantes delgadas yacían dentro, con diferentes líquidos de diferentes colores y etiquetados dentro. Harry sonrió.
-''Levi, acércate. Tengo un trabajo para ti''- el suave siseo resonó en la oscura habitación. La oscuridad de la noche estaba de su lado, sin duda dejaría al viejo asqueroso fuera del juego, al menos por un tiempo. El sonido de su serpiente deslizandose hizo eco.
Una horrible sonrisa creció en su rostro. Nadie tocaba a la familia de Harry.
Nadie.
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