25
Un día antes de las vacaciones Harry había sido convocado por el director a su oficina, cuando recibió la noticia de un pálido Flint, supo que algo le había hecho el hombre. Por lo que tragó grueso; sabía que durante demasiado tiempo estuvo sin hacer nada, ya hasta se había hecho la idea de que alguna tetra tramaría antes de las vacaciones, sin embargo, igualmente lo sorprendió.
Aún no había encontrado alguna manera (hechizo, maldición, lo que fuera) de comunicarse con sus amigos y familia; o en todo caso una forma de hacerles saber si algo le sucedía, por lo que pidió que Nev y Blaise vayan junto a su padre a avisarle; mientras que él iría a la oficina con Ron, Draco y Pucey. Dio una mirada a Flint y se acercó a él.
-Lo que sea que te haya hecho... vamos a revertirlo, ¿De acuerdo?- el mayor, quien lo miró agradecido, solo asintió.
Miro a sus más cercanos y asintió ellos irían con él, al menos hasta la antesala del despacho del viejo. Realmente no quería, pero no podía declinar; Levi se acurrucó entre sus ropas, si algo sucedería él lo protegería, sin contar el collar que su padrino le había dado antes de partir a Hogwarts; uno que repelía la mayoría de los hechizos y maldiciones. Esperaba que eso al menos sirviera por ahora, no creería al viejo capaz de algo más... todavía.
Salió con pasos seguros de la sala común, a pesar de que cada uno mantenía su máscara indiferente; todos estaban nerviosos e incluso temerosos, agradecieron no toparse con nadie, bueno, al menos así fue hasta llegar a la gárgola, allí también iba llegando el maestro de defensa del cual no habían podido averiguar nada.
-Señores, buenas tardes, ¿Han sido convocados con el director?- preguntó, sus ojos jamás se apartaron de Harry.
-Solo yo, profesor- lo vió levantar una ceja y su mirada viajó a sus acompañantes.
-Debo decir que fue una sabia decisión traer compañía, yo debo tratar asuntos con el hombre, ¿Desean que los acompañe?- a pesar de lo sospechoso que el hombre se veía, su voz destilaba un gran desprecio hacía el hombre de gafas de media luna; por lo tanto, del lado del viejo no estaba, eso era relativamente bueno dada la situación.
-Lo agradecería, profesor- el mayor asintió, dio la contraseña y pasó primero, poniendo a los más pequeños tras sí. Siendo bastante obvias las intenciones de proteger a los alumnos, Harry miró a sus amigos y estos los miraron, por lo menos el maestro sabía que el viejo no era de fiar.
-¡Vaya!, pero qué inesperado dúo- fue la exclamación del director, quien sonrió forzosamente antes el alumno y el profesor. Ambos permanecieron en silencio.
-Director, tengo entendido que usted me ha llamado- mencionó el menor, mirado interesado el cuadro perteneciente al antiguo director Black.
-Oh, sí, quería hablar acerca de las vacaciones con usted, señor Black, pero primeramente, profesor Quirrel, ¿A qué se debe su visita?- era claro que más viejo deseaba hablar a solas.
-Pues prácticamente del mismo tema, puede proceder director, no tengo problema en esperar- la sonrisa era prácticamente un rictus de furia mal contenida, tras un largo suspiro su mirada se dirigió al menor.
-Harry, mi muchacho- una mueca apareció en el niño.
-¿Quería saber a qué se debe tu regreso a casa en estas vacaciones?- Harry alzó una ceja.
-Porqué debería darle a usted explicaciones acerca de mi decisión de ir a casa a pasar Yule con MÍ familia, no creo que eso sea de interés de la institución, y mucho menos creo que usted llame a cada alumno que ha decido ir a casa a preguntarle porqué lo hacen- el niño se cruzó de brazos, el profesor se mordió el labio evitando carcajearse, y el director estaba pasando por todas las tonalidades de rojo debido a la furia contenida.
-Harry...- fue más un llamado de advertencia del director que otra cosa, pero el niño no se dejó amedrentar.
-Black, director, ya le había dicho que no me gusta que me llame por mi nombre- la mandíbula del viejo se tensó y entrecerró sus ojos.
-Black, creo que no te has dado cuenta de la situación, tu tutor no está en condiciones de cuidarte, vives rodeado de posibles enemigos y...- Harry lo interrumpió.
-Director, ¿acaso usted está insinuando, que mi padrino, el Jefe de la ancestral Casa Black es un incapacitado? No solo esto, está insinuando que mis familiares; los Malfoy ¿van a atentar en mi contra en algún futuro próximo? ¿Con qué autoridad usted declara tales calumnias?- enojado era una clara palabra para describir a Harry, era un niño, no podía evitar que algunas veces su máscara caiga.
-Eso no es lo que dije, señor Black, además, con anterioridad sus padres me dejaron su tutela, obviamente esto siendo ignorado por su padrino quien lo llevó de mi protección- Harry rió internamente.
-¿Usted fue mi tutor?- preguntó Harry, aparentando ignorancia.
-Entonces nunca se lo dijeron- Albus fingió sorpresa, pero rápidamente supo que algo iba mal, pues el rostro del estudiante quedó completamente inexpresivo.
-Así que fue gracias a usted que no solo quedé en un orfanato donde no sabían como lidiar con mi magia, sino que también un lugar donde me maltrataban- Harry se levantó bruscamente.
-Espero que esté preparado para las consecuencias de tal ofensa Dumbledore, otra cosa, si no son cuestiones escolares, no me llame de nuevo a su despacho- dando media vuelta para marcharse del lugar, la voz del director lo hizo detenerse.
-Espero que no me esté amenazando, señor Black- el niño giró su rostro lo suficiente como para solo mirar al hombre, quien yacía con el ceño fruncido y las manos sobre la mesa. Harry sonrió.
-Yo no recurro a algo tan vulgar como amenazar, Director, si digo que habrá consecuencias... es porque las habrá- y con paso elegante y un fru frú de túnicas aprendido del mejor -Su sacrosanto papi- se retiró dramáticamente de la oficina del director.
- Que... desafortunado- fue la voz del maestro de Defensa la que evitó que el viejo vomitara la ira que sentía en esos momentos.
-Joven Black, ¿Acaso me ha esperado?- preguntó el maestro de Defensa al ver al niño de ojos verdes recostado contra una pared lateral a la entrada del despacho del director. El más joven lo miró durante unos segundos en silencio.
-Podría decirse que sí, aunque también solo podría haber estado casualmente en este lugar, disfrutando de la humedad de estas paredes provocarme un horrible dolor de espalda, las posibilidades son muchas- el hombre mayor sonrió, provocando apenas un atisbo en la pequeña serpiente.
-¿Desea dar un paseo, joven Black? Este no es un buen lugar para conversar- rápidamente la mirada verde de Harry se posó en los distintos cuadros del pasillo, frunció el ceño, pues estos estaban muy callados mirándolo sin disimulo.
-Pienso igual- fue la única respuesta del niño y ambos avanzaron hacia los jardines.
Ambos permanecieron en silencio durante su caminata, había algo realmente tranquilizante en la magia del otro, se respiraba una calma, entonces habían llegado cerca del lago negro, se acercaron un poco más y está vez fue Harry quien se giró a ver al profesor, había una especie de... enigma sobre él.
-Profesor, ¿De qué habló con el director?- preguntó directamente el menor.
-Solo le dije que después de las vacaciones ya no volvería, tuve una emergencia... familiar- y el niño simplemente levantó una ceja, no se creía eso para nada.
-Esa es la versión oficial- continuó y una sonrisa se deslizó por los labios del hombre del turbante. Harry lo miró fijamente.
-¿Quién es usted, profesor?- preguntó, no temía ser así de directo, porque había algo en el hombre que simplemente no podía ignorar.
-¿Quién soy? Esa es una pregunta demasiado extensa, pero si quieres puedes llamarme Marvolo, a solas- añadió al final, y la mente de Harry comenzó a trabajar a una velocidad impresionante y antes de que el mayor se diera cuenta, ya lo había tomado de la muñeca, arrastrándolo detrás de un gran árbol en dónde casi nadie podría verlos.
-¿Marvolo?- volvió a preguntar agitado Harry, el mayor asintió confundido y el chico abrió los ojos enormemente, antes de comenzar a reír.
-No puedo creerlo- Harry continuaba riendo y el pobre maestro continuaba confundido. El de ojos verdes se dedicó a poner cada uno de los hechizos de silencio y desilusiorios que conocía. Y la risa paró, y sus ojos se pusieron serios.
-Tom Marvolo Riddle- murmuró y apenas un rastro de sorpresa se filtró en los ojos del mayor.
-Si dices ser quien eres... ¿Cómo creerte? ¿Cuál es tu objetivo tan cerca de ese monstruo que tanto daño te hizo? ¿Qué buscas? ¿Alguien más sabe que estás aquí? ¿Por qué demonios estás dentro del cuerpo de alguien más...? La piedra, eso es lo que buscas- el menor miraba asombrado al hombre parado frente a él. El maestro por otro lado, tenía una media sonrisa apenas perceptible.
-Me sorprende que solo con mi segundo nombre puedas deducir todo aquello- y las mejillas del más pequeño se pusieron rojas.
-Fui criado para vivir por ti, para pensar solo en ti, mi único motivo de ser es estar a tu lado, sin embargo, como todo Slytherin es más que obvio que no busco ser un simple peón más- y el hombre mayor sonrió y con su dedo índice acarició ligeramente la mejilla del estudiante.
-Y estás en lo correcto, tu lugar no es como el de un seguidor más, es a mi lado-
-¿Qué significa eso?- preguntó Harry, el hombre mayor sonrió.
-Cuando crezcas lo sabrás- y el chico hizo puchero, totalmente indignado.
-Al parecer hubo algo bueno a pesar del fracaso tras la búsqueda de la piedra- murmuró suavemente, su mirada vagando por las aguas oscuras del lago.
-No te veía desde que eras un pequeño bebé- las mejillas del niño volvieron a ponerse coloradas.
-Tú puedes verme cuando quieras- murmuró por lo bajo el niño, y el hombre sintió sus rodillas temblar, una suave caricia fue dejada en sus cabellos.
-Cuando recupere mi cuerpo no podrás liberarte de mí- Harry sonrió motivado, entonces sintió que quiso golpearse la cabeza contra el arbol frente a él.
-Yo tengo la piedra- comentó casual, mirándose tranquilamente las uñas perfectamente pulidas.
-¿Disculpa?- el mayor lo miró como si acabara de decir algo totalmente improbable.
-Bueno, tal vez la haya robado la primera semana de clases y así - el estudiante se encogió de hombros y el profesor simplemente no pudo evitar soltar una carcajada.
-Eres increíble- le dijo, acarició su mejilla mientras sus miradas se conectaban, el niño sonrió poniendo sus pequeñas manos sobre la que descansaba en su mejilla.
-Vaya a casa, estoy seguro que mi padre y mis tíos se alegrarán de verlo, allí le daré la piedra- el hombre asintió con una promesa impresa en sus ojos.
-Lo haré, iré, pero mi mayor motivo será verte- y Harry ya se estaba cansando de sonrojarse, eso no era común en él. Se mordió los labios nervioso.
-Espero que vaya pronto, mis amigos me esperan, así que debo marcharme- habló el menor, sin embargo sus pies jamás se movieron. El hombre mayor sonrió y se agachó hasta la altura del niño.
-Estaré ahí antes de Yule- y Harry aprovechó par dar un rápido beso en la mejilla del hombre y realizar una estratégica retirada. Marchando muy dignamente con las mejillas al rojo vivo. Y ahí estaba Tom, con la mano en la mejilla besada, mirando hacía el sendero por donde Harry había huido, sus mejillas apenas rosadas delataban sun sentir. Ese chico lo.volvería loco.
-En serio Harry- Dijo Ron, y el rubio a su lado asintió.
-Has estado todo el camino a casa sonriendo, o pasó algo muy bueno o hiciste algo muy malo- continuó Draco, el niño de ojos verdes llevó una mano sobre su pecho y jadeó dramáticamente.
-¿Cómo puedes pensar eso de mí? ¡De tu hermanito!- fingió llorar el pelinegro, nadie en el compartimento cayó ante sus dotes teatrales. Abrió un ojo para ver si alguien le creía, suspiró al ver que no.
-Solo me reencontré con alguien que no veía hace mucho- murmuró, jugando con sus dedos.
-Estoy muy feliz por eso, solo eso- y nadie dijo nada más, los chicos permanecieron en silencio, los hermanos pelirrojos comenzaron a hablar entre ellos acerca de qué sucedería ahora, Theo miraba de reojo a Percy y Ron rodaba los ojos ante lo obvio del niño. Neville y Blaise seguian hablando entre ellos de alguna cosa extraña y Pucey permanecía en silencio, prefiriendo ir con ellos a estar con sus amigos en otro compartimento.
Una vez fuera del tren y ya en el andén, con la infinidad de estudiantes esperando ir a sus casas y padres recibiendo a sus polluelos; Harry junto con sus amigos fueron hacia una una de las esquinas, donde se hallaban los imponentes Malfoy y unos bastante sobrios Black. Harry, Draco, Ron y Percy se adelantaron, siendo seguidos por Pucey, Zabini, Longbottom y un avergonzado Nott.
-Padrinos, Tíos- Harry fue el primero en saludar, una pequeña sonrisa se escapó y tras un hechizo lanzado por el jefe de la casa Black; la tensión desapareció y los abrazos llegaron.
Todo fueron besos y abrazos para los hermanos hasta que los pelirrojos se acercaron inseguros a los Blacks. Quiénes desde hacía minutos los miraban.
-¡NUESTROS BEBÉS!- gritó emocionado Sirius, atrayendo a los hermanos a un abrazo, los Malfoy rieron por lo bajo, mientras que Regulus pensaba seriamente en una cita con el psicomago.
-A-Ah... señor Black- murmuró en pánico el mayor de los pelirrojos.
-Padrino, lo estás asfixiando- Harry reía por como su querido padrino era golpeado por el tío Regulus.
-Lo siento chicos, hemos estado muy emocionados esperando su llegada- Regulus le había sonreído a ambos pelirrojos y un pequeño calorcito se instaló en el pecho de los menores, era muy diferente leerlo en las cartas que escucharlos. Ambos sonrieron.
-También estabamos ansiosos por verlos- fue Ron quien habló esta vez. Tímidamente se acercó a Regulus, dándole un suave abrazo, si el menor de los Blacks se sorprendió; apenas y fue un rápido destello en sus ojos antes de envolver con sus brazos al pelirrojo menor. Poco a poco Percy también se acercó, o tal vez fue arrastrado por Sirius a un abrazo familiar. Lo típico para alguien como el mayor de los Blacks.
Nadie había dicho nada por las pequeñas lágrimas en las esquinas de los ojos de ambos pares de hermanos.
Y las presentaciones llegaron, fue una sorpresa para todos enterarse que Neville había sido sorteado en Slytherin, pero apenas cruzaron palabras con el chico supieron que no había posibilidad de que estuviera en otra casa, Blaise y Theo rápidamente se acoplaron a la pequeña charla, pues ya conocían a los señores Malfoy. En cambio Pucey permanecía en silencio.
-Este es Adrian Pucey- el chico inclinó su cabeza un poco antes de que sus ojos se oscurecieran por completo, asustando a los mayores, pero no a los niños.
-Es un adivino... sus poderes aún son un misterio para nosotros- murmuró serio Harry. Cuando los ojos del chico volvieron a la normalidad éstos rápidamente se fijaron en el chico.
-Vienen por nosotros, van a atacarnos... bajo el mando del Fénix vienen por los hijos de la magia arcana- rápidamente Blaise, Neville, Harry y Theo rodearon a sus amigos pelirrojos.
Apenas unos segundos después una gran explosión llegó.
Los gritos de los infantes comenzaron y partes del andén comenzaron a caer, los adultos lanzaron hechizos de protección sobre los nuevos miembros de la familia Black, los más pequeños sin embargo; sacaron sus varitas, listas para atacar con todos aquellos nuevos hechizos que aprendieron de la biblioteca de su sala común; más temprano que tarde unos extraños personajes aparecieron frente a ellos; un viejo hombre de ojos azules; que si apenas podía pararse, pero había fuego en sus ojos... el fuego que toda oveja obediente tenía, también había otro hombre, de rasgos más toscos, tenía un ojo giratorio mágico de un azul eléctrico espeluznante, el hombre daba miedo, junto a él estaba otro, uno calvo y de piel oscura, cada uno de ellos apuntando con sus varitas a la Familia Malfoy y la Familia Black.
-¿Quiénes son?- preguntó Lucius, con voz inquebrantable, su mirada helada jamás se apartó de los tres hombres.
-¿Quién los envía?- preguntó segundos después Sirius, abrazando protectoramente a Percy; Regulus haciendo lo mismo con Ron.
-¿A quiénes buscan?- la voz de Harry fue baja, pero aún así todos la escucharon, y más de uno pudo sentir la similitud con cierto maestro de pociones en el arrastre de su voz.
-Solo venimos por los chicos Weasley, apártense- el de tez morena fue quien habló, todos y cada uno de los mayores apretaron los dientes.
-Lamento decirles que eso no pasará, estos chicos son oficialmente unos Blacks, no hay ningún Weasley aquí- Sirius sonrió con arrogancia, su sonrisa se ensanchó aún más al escuchar el grito de una mujer.
Molly Weasley se acercaba a paso rápido, los gemelos tras ellas con una mirada oscura, una pequeña de cabello de zanahoria con ojos codiciosos que jamás se apartaron de Harry, la matriarca de los pelirrojos parecía a punto de temblar de rabia, Regulus sintió una sonrisa sarcástica tirar en sus labios.
-Lo que oiste, mujer, ni te imaginas la sorpresa que nos llevamos cuando nuestro ahijado nos envió una carta; diciendo que su mejor amigo y uno de sus hermanos habían recurrido a una de las antiguas leyes de nuestro mundo para desligarse de su apellido...- Regulus aún tenía aquella cruel sonrisa en sus labios, observando como la mujer fruncía el ceño y pasaba por todos los tonos de rojo ante la rabia.
-Como parientes lejanos obviamente manifestamos nuestra preocupación... unos pequeños solos en el mundo- fue Sirius quien habló esta vez, a pesar de sus palabras, su voz era completamente fría y falta de sentimientos.
-¡No esta solo! ¡Es mí hijo!- gritó la mujer, la risa de Percy llenó el silencio del andén, todos los ojos curiosos sobre ellos, atentos a todo lo que hacían y decían.
-Tú no eres mi madre, una madre no desprecia a su hijo por los dones que tiene, y por sobre todo no lo desprecia por cosas estúpidas como estar en la casa de Slytherin- los jadeos comenzaron junto con los susurros, varias mujeres miraban con enojo y decepción. La matriarca Weasley apretó los labios fuertemente, mirando al que en su momento fue su orgullo.
-Tú no eres nuestra madre, mujer patética- Ron se apretó más a Regulus, Molly temblaba y su varita en mano vibraba en magia agresiva.
-Ésta es nuestra familia, y por los dioses es una verdadera suerte que no seas parte de ella- Percy permaneció luego en silencio, dejando que Sirius lo protegiera con su propio cuerpo. Los hermanos pelirrojo solo dieron una última mirada antes de abrazar a los hermanos de negro, escondiéndose en el pecho de ellos como niños pequeños (que en efecto, aún eran, pero no pensemos en nimiedades por ahora).
Y el primer hechizo estalló de la varita de Molly, un rayo rojo que iba directo a su hijo mayor, el protego que salió de la varita de Harry cubrió prácticamente a todos sus amigos y familiares; los pocos gritos que hubo fueron silenciados por el asombro ante el poder que presentaba el niño. Y antes de que se dieran cuenta; un grupo de aurores rodeaban a la mujer y sus acompañantes.
-Molly Weasley, usted queda arrestada por el uso de una de las tres maldiciones imperdonables y el atentado contra un menor de edad, usted y sus acompañantes deberán ir con nosotros al Ministerio- la mujer jadeó indignada, como si hace segundos no hubiera tratado de mandar un crucio a su propio hijo.
-No se lo estamos preguntando señora, usted nos acompañará- y los aurores, demasiado estrictos como para ser simples cerdos del Ministerio la esposaron y la despojaron de su varita, los otros tres hombres hombres siguieron sin chistar; aunque sus varitas también fueron despojadas de ellos.
Gritando improperios y vulgaridades (como la persona vulgar que era; obviamente), fue arrastrada por dos de los aurores mientras los demás eran escotaldos, uno de ellos se giró hacía la familia, mirándolos seriamente.
-Les agradeceríamos si fueran a dar sus declaraciones, Lores, en cuanto al uso de magia en menores de edad...- su mirada se fijó en Harry, quien intentó permanecer imperturbable.
-La ley dice que en ciertos casos es aceptable, ésa fue una gran demostración de magia, joven Black- el pequeño le sonrió al hombre agradable y tras un asentimiento se separaron, el hombre fue a tomar algunos testimonios de otros magos y rápidamente se acercaron los familiares de sus amigos.
-Nunca ocurre nada normal a tu alrededor, Harry- fue lo único que dijo Pucey, el de ojos verdes sonrió antes de suspirar.
-¿Podemos ir a casa por favor?- preguntó cansado, todos asistieron, tras una breve charla entre adultos todos se despidieron, el señor Malfoy sacó una pluma que utilizaron como trastalador, la sala oeste de la mansión Malfoy los recibió con pequeños bocadillos y té recién hecho.
-Bienvenidos nuevamente- dijo Lucius, ya sin esa máscara imperturbable. Con más amabilidad filtrada en sus facciones.
Entonces Narcissa se acercó a los hermanos pelirrojos, con ese aire maternal tan presente en ella; que hacía simplemente que la amaras.
-Y ustedes... Bienvenidos a la familia- y ambos sonrieron al recibir suaves caricias en las mejillas.
La familia se estaba haciendo cada vez más grande, pero Harry sabía que aún faltaban ciertas personas.
N/A: Un mes y un día, me tarde todo eso en hacer este capítulo por tres razones: la primera es que me enfermaba muy seguido por lo que permanecía mayormente en cama sin hacer nada y sin inspiración, segundo, estoy deprimida, mucho muy deprimida (no soy de esas que se auto proclaman deprimida, lo mío lo ha comprobado un médico) y tercero... los antiguos lectores/seguidores saben que estos últimos dos meses del año son los peores para mí.
Ya saben, término del año lectivo, fiestas navideñas, mi cumpleaños, el aniversario de muerte de mi madre al día siguiente de mi cumpleaños, es difícil para mí, y siempre termino sin escribir nada en estos meses pero quiero que este año sea diferente, por lo que no pausaré la fic y seguiré subiendo al menos un capítulo por mes.
Espero que lo entiendan.
Solo era eso, ya pueden comenzar con sus teorías sobre la fic en la caja de comentarios.
Los amo, y si no me aman... igual lo seguire amando ❤
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